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Full text of "Historia de las guerras civiles del Perú (1544-1548) y de otros sucesos de las Indias"

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ÍlMXII^ 


f^arbarb  CoUefle  l^ibrars 


FROM  THE 

BRIGHT    LEG^ACY. 

One  half  the  income  from  this  Legacy,  which  wiis 
received  in  1880  under  the  will  of 

JONATHAN  BROWN  BRIGHT 

of  Waltham,  Massachusetts,  is  to  be  expended  for 
books  for  the  College  Libraiy.  The  other  half  of  the 
income  i%  devoted  to  scholaírships  in  Harvard  Uni- 
vemity  for  the  henefit  of  descendants  of 

HKNRY   BRIGHT,  JR,, 

who  died  at  Watertown,  Massachuictts,  in  1686  In 
the  absence  of  such  descendants,  other  persona  are 
eligible  to  the  scholarships.  The  will  requires  that 
this  announcement  shall  be  made  in  every  book  added 
to  the  Library  under  its  provisions. 


COLECCIÓN  DE  LIBROS 


Y    DOCUMENTOS    REPeRCKTBS 

k  LA  HISTORIA  DE  AMÉ- 


RICA.—T«mo  IV  jaiíjssjKe 


HISTORIA 

DB   LAS 

GUERRAS  CIVILES  DEL  PERÚ 

,  (1544-1548) 

OTROS  SUCESOS  DE  LAS  INDIAS 

PEDRO    GUTIÉRREZ  DE  SANTA  CLARA 

TOMO    TERCEEO 


MADRID 

BKKh!*    GENER*!,    Dlí    VICTORIANO  SUÁRK 
C^  *  Pnciado^  vám.  48- 


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COLECCIÓN 
LIBROS  Y    DOCUMENTOS 

RSrBRBNTBá    1    LA 

HISTORIA  DE  AMÉRICA 


TOMO    IV 


COLECCIÓN 
LIBROS  Y    DOCUMENTOS 
HISTORIA  DE  AMÉRICA 


í 


'f,  o-f 


lOV  29  1913 


MAS  QLE  aiiLES  QLE  L-\0 
E?í   LOS  REYNOS  V  PFOIINCLAS 
DEL    PERC,  EN  DONDE  SE  C^.E^TA^ 
V  RELATA>"   LAS  GRANDES  CPLELDAD2 
Y    ATROCES  DEI.ICTOS  QLE  HIZO 
FRANCISCO  DE  CARAL  A.-AL, 
MAESTRO  DE  CAMPO  QLE  FLE 
DE  GONCALO  PICARRO 


r 


CAPITULO  PRIMERO 

DE  COMO  EL  MAESTRO  DE  CAMPO  FRANCISCO  DE  CARA-* 
UAJAL  SE  PARTIÓ  DE  LA  CIBDAD  DE  QUITO  Y  POR  SUS 
JORNADAS  CONTADAS  LLEGÓ  A  LA  VILLA  DE  SANT  MI- 
GUEL, Y  DE  LAS  COSAS  QUE  EX  ELLA  HIZO  EN  SERUI- 
CIO   DE   GONZALO   PIQARRO,    Y   DE   OTRAS   COSAS   QUE 

PASSARON 


Auiendo  Francisco  de  Carauajal,  Maestro  de 
campo  de  Gonzalo  Pi^arro^  tomado  todo  quanto 
auia  de  llenar  para  proseguir  sajornada,  se  partió 
de  la  cibdad  de  Quito  muy  arrogante  y  soberuio, 
como  atrás  queda  dicho,  con  solos  diez  arcabuze- 
ros  bien  armados  y  en  buenos  cauallos  y  muías  que 
les  dieron,  porque  estos  eran  hombres  hechos  muy 
a  su  proposito  por  ser  muy  buenos  ministros  y  re- 
boluedores.  Pues  yendo  este  hombre  por  sus  jor- 
nadas contadas  y  de  pueblo  en  pueblo  llego  a  la 
villa  de  Sant  Miguel,  en  donde  le  salieron  a  resce- 
bir  los  vezinos  que  auia  en  ella,  los  vnos  por  con- 
graciarsse  con  el  y  por  ganalle  la  voluntad  y  por 
tener  su  amistad,  aunque  el  no  la  tenia  con  ningún 
bueno.  Y  los  otros  de  miedo  que  le  tenían,  porque 
le  conoscian  que  era  hombre  cruel  y  furioso;  y 
assi  fue  llenado  a  que  se  apossentasse  en  las  casas 


í  Rubio,  que  estauan  ya  aderesía- 
illi  se  apeo  con  los  soldados  que 
e  entrasse  por  la  casa,  estando  er> 
:alle  mando  con  apariencia  de  bue- 
jue  falsa,  a  seis  vezinos  y  regido- 
illa,  que  se  quedassen  allí  vn  rato 
les  quería  dezir  ciertas  cosas  que 
>  su  señor  le  auia  mandado  les  di- 
rá parte  despidió  con  buena  crian- 
°sde  la  puerta,  a  todos  los  que  le 
■scebir,  diziendoles,  con  el  sombre- 
señores,  vuestras  mercedes  se  va- 
■  y  a  comer  a  sus  casas,  que  ya  es , 
fueron,  despediéndose  del,  y  con 
possada  con  los  suyos.  Y  como  era 
:nto  a  comer  con  los  doze  soldados 
lito,  a  vna  mesa,  y  después  de  auer 
;stra  de  gran  plazer,  mando  secre- 
las  puertas  de  la  calle  y  se  metió 
)s  en  vnapossento  lleuando  tras  si  ai 
ís,  y  estando  ya  dentro  les  hablo  y 
z  ronca  y  braua  lo  siguiente: 
dor  mi  señor  tiene  grandissima 
os  los  regidores,  y  esto  es  con  mu- 
[ue  aueíF  sido  siempre  sus  contra- 
aquello  que  se  le  ha  offrescido  no 
)  acudir,  ni  a  le  dar  fabor  y  ayuda, 
nostrado  por  sus  enemigos  morta- 
ando  os  Uvo  menester  no  le  soco- 
a  justo.  La  principal  quexa  que  de 
!S  por  auer  acogido  en  esta  villa  a 
/ela,  faboresciendole  y  proueyen- 


r 


dolé  en  todo  aquello  que  uvo  menester  para  engro- 
5saf  su  exercito  y  para  yr  contra  las  cosas  del  Go- 
uernador  mi  señor  que  ha  def fendido  y  deffiende 
vuestras  vidas,  honrras  y  haziendas  y  los  reparti- 
mientos que  tenéis.  No  contentos  con  esto,  agora 
de  nueuo  y  de  poco  tiempo  a  esta  parte  aueis  es- 
•cripto  muchas  cartas  a  Blasco  Nuflez  Vela,  que  se 
yntitula  falsamente  de  Visorrey,  no  lo  siendo,  dán- 
dole muchos  auisos  de  lo  que  passa  en  la  tierra, 
especialmente  de  lo  que  se  haze  en  el  exercito  del 
Gouernador  mi  señor.  En  todo  lo  qual  lo  aueis 
hecho  muy  mal,  y  esto  no  se  esperaua  de  vosotros 
•que  tal  cosa  no  hizierades,  sino  que  se  tuuo  enten- 
dido que  pussierades  las  vidas  y  las  haziendas  por 
quien  ponia  por  vosotros  la  persona,  vida  y  la  ha- 
cienda por  redemir  la  vexacion  en  que  os  ponían  y 
dexaros  quietos  y  paciíñcos  en  vuestras  casas. 

Considerando  yo  estas  cosas,  de  como  lo  auia- 
des  hecho  tan  mal,  tenia  determinado  mandar  se 
diesse  saco  mano  a  esta  villa  y  destruylla  a  fuego 
y  a  sangre  y  no  dexar  a  vida  al  chico  y  al  grande, 
sino  hazellos  matar  a  todos  por  vuestra  causa,  y 
por  ciertos  respectos  que  no  quiero  dezir  lo  he  de- 
xado  de  hazer,  en  especial  porque  no  me  tengáis 
por  cruet  y  mal  xpiano.  Y  también  lo  quería  man- 
dar hazer  porque  tengo  creydo  que  la  gente  co- 
mún y  popular  y  los  soldados  que  siguieron  al  Vi- 
sorrey, no  (1)  lo  hizieron  por  lo  que  ellos  preten- 
dían en  auer  algún  ynteres,  sino  porque  vieron  que 
vosotros  los  regidores  lo  haziades  en  seguir  su 

(i)     Us,jftM* 


},  los  quales  soldados  hizicron  mucbos  daAos 
«  en  los  que  seguían  la  buena  opinión  del 
nador  mi  sefior.  Por  esto  y  por  otras  causas 
nes  he  determinado  de  perdonar  a  lo»  que 
ueden,  y  hazer  abajar  la  contumacia  y  co- 
:  los  soberuios,  que  soys  vosotros  los  regtdo- 
tambien  porque  soys  vosotros  las  caberas 
rincipales,  meresceis  por  ello  mucho  mal  y 
astigo  que  sea  eiemplar,  por  vuestras  tray- 
y  maldades,  el  qual  entiendo  de  os  dar  bre- 
te para  que  sea  en  vosotros  el  castigo,  y  a 
;xemplo  para  que  de  aquí  adelante  biuan 
ien  siruiendo  a  Gonzalo  P¡9arro  mi  señor. 
has  estas  palabras  mando  n  todos  los  seys 
resqueseconffessassen, porque  luego  auian 
rir,  y  ellos  comentaron  muy  humillmeote. 
!  en  vano,  a  desculparsse,  poniéndole  por 
;  los  muchos  y  grandes  seruicios  que  auiao 
a  Gongalo  Pitarro  antes  que  entrasse  en  la 
'  como  todos  ellos  tenían  su  buena  opinión 
an  muy  arñcíonados.  Y  también  le  truxeron 
;moria  de  quando  resclbicron  las  prouissio- 
Gon^alo  Pii;arro  y  no  quissieron  ver  las 
iorrey,  y  en  lo  que  tocaua  a  las  cartas  que 
[ae  ellos  auian  escripto  a  Blasco  Nuñez  Ve- 
estañan  ynocentes  de  aquel  peccado,  por 
ellos  ni  otros  por  ellos  las  auian  escripto. 
;ora  auian  seruido  algunos  pocos  de  dias  a 
Nuflez  Vela,  que  no  lo  auian  hecho  de  su 
y  espontanea  voluntad,  sino  que  fueron 
lio  constreñidos  y  forjados,  porque  cada 
;  amenazaua  con  la  muerte,  y  que  no  se 


r 


auian  huydo  por  no  desamparar  a  sus  mugeres, 
casas  y  haziendas  en  poder  de  los  soldados.  Y 
también  porque  tenían  entendido,  como  era  assi, 
qae  en  cosa  alguna  no  auian  herrado,  porque  ser- 
uian  a  Su  Magestad,  como  todos  hazian;  mas  empe- 
ro que  por  la  passion  de  Jesu  Xpo  los  perdonasse 
con  clemencia,  que  mejor  le  siruirian  estando  bi- 
uos,  con  sus  haziendas  y  personas,  que  no  en  otra 
manera.  Y  porque  vssasse  con  ellos  de  misericor- 
dia le  darían  gran  summa  de  dineros,  para  que  los 
soltasse  sanos  y  libres  y  sin  lision  alguna,  y  assi  le 
dixeron  otras  muchas  cosas  de  gran  humillación  y 
puestas  las  rodillas  en  tierra,  y  Francisco  de  Ca- 
rauajal  como  lobo  rauioso  y  cruel  no  los  quiso 
oyr,  y  por  esto  se  conffessaron  con  vn  clérigo  que 
el  mismo  traya  en  su  compañía.  Dende  a  vn  rato 
mando  sacar  a  vno  de  los  regidores  y  le  hizo 
dar  garrote  dentro  de  otra  cámara  donde  le  auian 
metido,  porque  lo  auia  mandado  conffesar  prime- 
ro, y  este  mismo  fue  el  que  auia  dado  la  yndustria 
y  manera  de  como  se  abriesse  vn  sello  Real  con 
que  después  el  Visorrey  y  el  Oydor  Juan  Aluarez 
solían  por  Audiencia  despachar  las  prouíssiones. 
Luego  se  divulgo  por  toda  la  villa  de  como  el 
Maestro  de  campo  tenia  encerrados  seys  regido- 
res para  les  cortar  las  caberas  porque  auian  se- 
guido la  parte  de  Blasco  Nuñez  Vela,  por  lo  qual 
muchos  hombres  que  auian  militado  debaxo  de  su 
vandera  se  salieron  secretamente  della  y  se  fue- 
ron a  esconder  por  las  huertas  y  heredades  de  los 
vezinos,  y  otros  se  escondieron  por  otras  diuersas 
partes.  Las  mugeres  destos  seys  regidores,  quan- 


ipieron  que  sus  maridos  estauan  en  tan  gran 
TO,  fue  muy  grande  la  pena  y  dolor  que  sin- 
D,  y  luego  como  desatinadas  se  fueron  con 
;eza  al  monasterio  del  Señor  Sancto  Domingo 
marón  a  dos  frayles  de  buena  vida  que  alli  re- 
□,  para  que  rogassen  por  sus  maridos.  Y  ellas, 
;rtas  de  luto,  se  fueron  con  los  frayles  a  casa 
rancisco  de  Carauajal  y  entraron  por  vna 
ta  falsa  que  hallaron  abierta,  porque  los  de  la 
dia  no  auian  mirado  en  tanto  que  por  ella  sa- 

triste  nueua  de  lo  que  el  carnicero  queria 
r.  Subiendo  las  mugeres  llorosas  al  aposseoto 
rancisco  de  Carauajal,  se  pussieron  de  rodi- 
leíante  del,  suplicándole  con  grandes  lloros  y 
idos  que  por  amor  de  Dios  y  de  Nuestra  Se- 

se  apiadase  dellas  y  de  sus  hijos  y  concedie- 
is  vidas  a  sus  maridos,  y  los  frayles  te  habla- 
Tiuy  humillmente  suplicándole  lo  mismo  que 
ediesse  las  vidas  de  aquellos  miserables  bom- 

Dando  y  tomando  y  replicando  en  ello,  en  fin 
,  apiadandosse  de  las  mugeres,  especialmente 
ndo  respecto  a  los  frayles,  otorgo  las  vidas  a 
inco  regidores,  que  se  tuuo  en  mucho  porque 
n  creydo  que  no  les  concedería  cosa  alguna. 
:uerpo  del  difunto  entrego  a  su  muger  para 
o  enterrasse,  y  ella  y  los  cinco  regidores  le 
eron  muchas  gracias  [de]  lo  que  por  ellos  auia 
o,  y  los  frayles  se  lo  agradescieron  mucho  y 
sron  a  su  monesterio.  Con  tal  aditamento  fue 
rdon  hecho,  que  los  cinco  regidores  saliessen 

villa  y  de  toda  [su]  ¡urisdicion  en  perpetuo 
erro,  y  les  quito  los  repartimientos  que  tenian 


y  condeno  a  cada  yno  dellos  en  quinientos  duca- 
dos de  buen  oro  para  la  espedicion  y  ayuda  de  la 
guerra  que  yua  hazer  a  Diego  Centeno.  Estos  di- 
neros se  cobraron  luego  de  los  cinco  regidores  y 
de  la  viuda,  aunque  les  peso  dello  grandemente,  y 
también  la  viuda  dio  los  dineros  porque  le  querian 
quitar  el  pueblo  que  su  marido  tenia,  y  estos  dine- 
ros prestaron  los  mercaderes  por  les  hazer  buena 
obra;  de  manera  que  fueron  tres  mil  ducados  los 
que  tomo  y  robo  este  salteador  de  campos  y  po- 
blados. Esta  era  la  pretenssion  que  Francisco  de 
Carauajal  lleuaua  para  hurtar  y  robar  por  fuerza 
a  diestro  y  siniestro  todo  quanto  dinero  pudiesse 
hallar;  y  los  cinco  regidores  fueron  a  cumplir  sus 
destierros,  porque  el  cruel  tirano  auia  mandado  y 
auissado  a  las  justicias  que  estañan  puestas  de  su 
mano,  que  si  lo  quebrantassen  los  ahorcassen  lue- 
go. Mas  después  boluieron  a  la  villa  quando  el 
presidente  Pedro  de  la  Gasea  vino  a  recuperar  es- 
tos estados,  y  les  torno  los  cargos  del  regimiento 
y  los  repartimientos  de  yndios  que  tenian  en  enco- 
mienda por  Su  Magestad,  y  les  consolo  de  la  gran 
tiranía  que  auia  vssado  con  ellos  el  cruel  carnice- 
ro. Y  por  no  estar  occioso  ni  quieto  en  sus  malda- 
des y  carnicerías  este  gran  Nerón,  a  otro  día  hizo 
vna  donosa  y  diabólica  crueldad;  digo  donosa  por 
lo  que  aqui  se  dirá.  Estaua  en  esta  sazón  preso  en 
la  cárcel  publica  desta  villa  vn  Francisco  Hurta- 
do, vezino  del  pueblo  del  Guayaquil,  el  qual  era 
muy  rico  y  valeroso  en  la  tierra,  el  qual  auia  sido 
vn  poco  de  tiempo  capitán  del  Visorrey  Blasco 
Nañez  Vela  y  era  gran  amigo  deste  Francisco  de 


10 

Cara^uajal.  Hase  de  saber  que  al  tiempo  que  Juan 
de  Acosta  dio  el  alcance  por  la  cuesta  de  Caxas  y 
por  el  camino  de  Quito  al  Visorrey,  se  quedo  atrás 
este  Francisco  Hurtado,  que  no  le  pudo  seguir  por 
falta  del  cauallo,  y  los  alcaldes  desta  villa  que  es- 
tañan puestos  por  el  tirano  lo  prendieron  porque 
estaua  en  la  comarca,  auiendo  proueydo  alguazi- 
les  para  que  buscassen  a  todos  los  soldados  de 
Blasco  Nuftez  Vela.  Y  como  era  bien  quisto  y  te- 
nia alli  muchos  amigos  no  lo  auian  castigado  las 
justicias  de  la  villa,  como  lo  auian  hecho  de  otros, 
ni  menos  le  auian  soltado  ni  dado  por  libre,  de 
miedo  de  Gonzalo  Pi<;arro  que  ya  sabia  que  estaua 
preso.  Mas  con  todo  esto  se  andana  passeando  por 
la  cárcel  sin  prisiones,  porque  auia  dado  buenas 
ñangas,  y  algunas  vezes  se  yua  a  missa,  y  como 
supo  de  la  venida  del  Maestro  de  campo  se  holgó 
por  ello  y  tuuo  creydo  que  lo  mandarla  soltar  sa- 
biendo de  su  prisión,  y  le  daria  por  libre,  pues  era 
su  grande  amigo.  Sabiendo  Francisco  deCarauajal 
como  Francisco  Hurtado  estaua  preso,  le  mando 
soltar  luego  libremente,  reprehendiendo  mucho  a 
los  alcaldes  hordinarios  porque  lo  auian  detenido 
tanto  tiempo  en  la  cárcel,  y  ellos  le  soltaron  luego 
y  el  fue  a  dar  las  gracias  a  Francisco  de  Caraua- 
jal  por  tan  señalada  merced  come  le  auia  hecho. 
Quando  el  Maestro  de  campo  le  vido  venir  se  fue 
a  el  con  los  bragos  abiertos  y  lo  rescibio  amorosa- 
mente, mostrándole  gran  pesar  de  su  tan  larga 
prisión,  haziendole  quedar  aquel  dia  consigo,  com- 
bidandole  a  comer  con  gran  regalo,  haziendole 
muchas  offertas  y  caricias.  Francisco  Hurtado  se 


11 

hinco  de  rodillas  delante  del  para  le  besar  las  ma- 
nos y  no  lo  consintió,  antes  lo  abraco  aleándolo  de 
la  mano,  y  el  Hurtado  offresciole  su  persona  y  bie- 
nes y  le  dixo  que  se  queria  yr  con  él  á  las  Charcas 
por  le  yr  siruiendo  por  el  camino,  y  Carauajal  le 
dixo  que  después  de  auer  comido  se  trataría  de 
aquel  negocio.  Pues  auiendo  ya  comido  y  el  Hur- 
tado con  el,  a  vna  mesa,  como  amigos,  Carauajal 
embio  a  llamar  al  cura  del  pueblo,  y  siendo  llega- 
do sin  saber  para  que  lo  queria,  se  puso  ante  el  y 
haziendo  entrambos  le  deuida  reuerencia  se  bol- 
uio  a  su  amigo  y  le  dixo  con  mucha  cortesía  y  bue- 
na crianza,  con  el  sombrero  en  la  mano, lo  siguien- 
te: Señor  Francisco  Hurtado,  yo  he  sido  siempre 
gran  amigo  y  seruidor  de  v.  m.,  como  lo  sabe  muy 
bien,  y  como  a  tal  le  saqué  de  la  cárcel  y  prisión 
en  la  qual  auia  estado  tanto  tiempo,  haziendole 
aquel  tratamiento  tan  bueno  que  v.  m.  ha  visto. 
Hasta  aqui  he  cumplido  con  la  obligación  que  en 
amistad  deue  Francisco  de  Carauajal  a  Francisco 
Hurtado,  y  agora  es  menester  que  yo  cumpla  con 
lo  que  deuo  al  seruicio  del  Gouernador  mi  señor, 
y  assi  no  puedo  dexar  de  le  hazer  cortar  la  cabe- 
9a  (1)  y  por  tanto  me  puede  perdonar  porque  soy 
mandado.  Aqui  esta,  señor,  el  padre  cura;  v.  m.  se 
conffíesse  con  el,  porque  yo  no  puedo  hazer  otra 
cosa  sino  lo  que  me  mandan;  y  el  Hurtado,  oyen- 
do esto,  se  pasmo  y  se  turbo  mucho  porque  le  co- 
noscia  ser  hombre  muy  cruel,  y  engañóse  por  la 
amistad  que  con  el  tenia,  creyendo  hallar  la  vida. 


(1)    Tachado:  a  v,  w. 


12 

y  hallo  la  muerte,  y  al  fin  dando  y  tomando  el  vno 
y  el  otro  y  después  de  auerse  conf  fesado  le  corta- 
ron la  cabera.  Hecha  esta  crueldad  salióse  luego 
a  passear  por  la  villa  con  los  suyos,  con  vn  conti- 
nente soberuio,  y  otro  día  se  fue  con  gran  hincha- 
zón a  oyr  misa  a  la  yglessia  mayor  y  en  saliendo 
della  y  estando  a  la  puerta  mando  apregonar  di- 
ziendo  que  el  perdonaua  en  nombre  de  Gonzalo 
Pi^arro  su  señor  a  todos  aquellos  que  auian  anda- 
do en  seruicio  de  Blasco  Nuflez  Vela.  Y  también 
hizo  apregonar  que  todos  los  vezinos,  moradores, 
estantes  y  habitantes  en  la  villa,  se  viniessen  a  re- 
gistrar ante  el,  so  pena  de  muerte  y  perdimiento 
de  bienes,  y  que  cada  uno  truxesse  las  armas  y  ca- 
uallos  que  tenia  para  que  hiziessen  demostración 
dellas,  porque  quería  ver  y  saber  que  gente  y  ar- 
mas y  cauallos  auia.  Los  vezinos  y  moradores  que 
auia  parescieron  mas  de  miedo  que  de  voluntad, 
porque  dellos  vinieron  á  pie,  y  poquitos  a  cauallo, 
y  mal  armados,  y  todos  se  pusieron  en  medio  de  la 
pla^a  como  gentiles  hombres.  Y  como  era  después 
de  comer  los  estuuo  mirando  vn  rato  y  luego  en- 
tresacó de  todos  ellos  hasta  veinte  soldados  que  le 
parescio  que  eran  buenos  y  abtos  para  la  guerra, 
y  tomo  todas  las  armas  y  cauallos  que  parescie- 
ron, para  sus  soldados  y  para  los  que  auia  de  ajun- 
tar  después  en  otras  partes.  Hechas  estas  cosas  se 
salió  otro  dia  de  la  villa  para  la  cibdad  de  Truxi- 
lio  con  cinquenta  soldados,  y  la  vezindad  con  los 
demás  quedaron  bien  espantados  y  amedrantados, 
que  tuuieron  creydo  todos  que  la  cosa  passara 
adelante  y  que  mandara  destruyr  toda  la  villa,  co- 


13 

mo  ya  se  publicaua  por  toda  ella.  De  manera  que 
todos  ellos  quedaron  bien  escarmentados,  y  assi 
quando  le  noihbrauan  se  santíguauan  del  como  del 
demonio;  no  me  espanto  de  esto,  porque  como  se 
vera  en  estaobra  el  fue  el  mas  cruel  y  endiablado 
hombre  que  uvo  en  esta  tierra,  que  cierto  se  pue- 
de contar  en  el  numero  de  los  tiranos  que 'uvo  en 
el  mundo.  Partido  que  uvo  desta  villa  se  fue  por 
su  camino  adelante  a  la  cibdad  de  Truxillo,  y  en- 
trando por  ella  fue  rescebido  del  cabildo  y  vezin- 
dad  con  demostración  de  gran  plazer  y  alegría, 
aunque  con  rezelo  que  les  baria  algún  mal  como 
lo  auia  hecho  en  Sant  Miguel,  que  luego  corrió  la 
nueua  de  lo  que  hizo.  Lo  primero  que  mando  des- 
pués de  estar  bien  apossentado  fue  embiar  a  lia-» 
mar  al  capitán  Melchior  Verdugo,  y  entre  otras 
cosas  que  passaron  entre  ellos  el  Carauajal  le  tra- 
to muy  mal  de  palabra  y  lo  quissiera  hazer  de 
obra,  porque  se  auia  mostrado  mucha  parte  con 
Blasco  Nuñez  Vela.  Y  sin  duda  le  ahorcara  o  le 
mandara  cortar  la  cabera,  y  assi  estuuo  muy  a 
canto  de  se  la  cortar,  sino  le  diera,  a  según  las  gen- 
tes díxeron,  de  cohecho,  dos  mili  ducados  de  buen 
oro,  y  con  esto  le  despidió  buenamente  amones- 
tándole fuesse  buen  amigo  y  seruidor  de  Gonzalo 
Pi^arro  su  señor.  En  saliendo  Melchior  Verdugo 
de  casa  del  Maestro  de  campo  se  fue  a  la  suya  y 
luego  a  boca  de  noche  caualgo  en  vn  cauallo,  y  su 
persona  bien  armada,  se  fue  con  vn  buen  criado 
ue  tenia  a  su  pueblo  de  Caxamalca  a  esconderse, 
•  como  supo  después  que  era  ya  passado  adelan- 
e,  se  tomo  a  la  cibdad  y  se  algo  con  ella  y  se  fue 


14 

icaragua,  como  ya  tenemos  dicho  atrás.  En 
clbdad  tomo  Francisco  de  Carauajal  todo  el 
y  plata  que  hallo  en  la  caxa  de  Su  Magestad  y 
03  thenedores  de  difuntos,  y  tomo  prestados,  o 
mejor  decir,  robados,  de  los  vezinos  y  merca- 
ís,  cerca  de  dos  mili  ducados  de  buen  oro  ber- 
0,  a  nunca  pagar,  porque  no  los  lleuasse  consí- 
,  la  Sfuerra,  ca  hizo  vna  demonstracion  para  los 
ar.  As5imÍsmo  tomo  los  cauallos  y  las  muías 
hallo  entre  los  vezinos,  y  saco  desta  cibdad 
renta  hombres,  a  los  quales  dio  lo  que  uvieron 
lester  para  el  camino,  y  repartió  entre  ellos 
armas  y  cauallos  que  tomo  de  los  cibdadanos. 
manera  que  Francisco  de  Carauajal  yua  ha- 
do por  este  camino  todo  quanto  mal  podia  y 
e  anEojaua,  como  tirano  cruel  y  soberuio,  y  to- 
la quanto  quena  sin  que  nadie  le  fuesse  a  la 
10  que  era  cosa  temeraria  lo  que  hazia,  y  con 
>  se  fue  9  la  cibdad  de  Lima.  Quando  entró  en 
ibdad  le  salieron  a  rescebir  los  regidores  y 
:hos  vezinos  con  demonstracion  que  les  plazia 
u  llegada,  y  se  fue  apossentar  derechamente  a 
mismas  casas,  que  las  tenia  muy  buenas,  en 
de  fue  muy  [bien]  rescebido  de  su  muger  Doña 
halina  de  Leyton.  Después  de  apossentado,  a 
I  dia  le  fue  a  visíur  el  theniente  Loren?o  de  Al- 
a  con  algunos  cibdadanos  principales  y  estuuo 
un  rato  con  el  y  con  su  muger,  hablando  en 
na  conuersacion  de  diuersas  cosas,  y  de  alU  se 
A  su  possada  con  los  que  auian  ydo  con  el. 
ncisco  de  Carauajal  determino  de  dar  descan- 
,  su  cuerpo,  que  venia  cansado  del  largo  cami- 


CAPITULO  II 

DE  VNA  BRAUOSA  CARTA  QUE  FRANCISCO  DE  CARAUA- 
JAL  ESCRIUIO  A  GONZALO  PIQARRO,  Y  DE  LAS  COSAS 
QUE  EN  LA  CIBDAD  HIZO,  Y  PARTIÉNDOSE  DE  AQUÍ  SE 
QUISO  ALCAR  CON  ELLA  EL  CAPITÁN  DE  LA  GUARDIA 
DE    BLASCO    NUÑEZ    VELA,    Y   DE    OTRAS    COSAS    QUE 

PASSARON 


Después  que  Francisco  de  Carauajal  uvo  lle- 
gado a  la  cibdad  de  Los  Reyes  y  después  que  uvo 
descansado  del  largo  camino  que  auia  traydo,  lo 
primero  que  hizo  fue  pedir  a  los  officiales  del  rey 
quatro  mili  ducados  de  buen  oro  para  gastar  alli 
en  cosas  que  auia  menester  para  la  guerra,  los 
quales  se  dieron  luego,  que  no  ossaron  hazer  otra 
cosa  porque  el  tirano  lo  auia  escripto  a  ellos  para 
que  se  los  diessen  y  que  después  los  cobrarían  de 
sus  rentas  y  tributos.  Luego  otro  día  pidió  a  Lo- 
renzo de  Aldana  que  le  diesse  diez  arcabuzeros  de 
los  que  tenia  en  su  guardia,  y  el  se  los  dio  luego, 
y  también  hizo  algunos  soldados  que  auia  en  la 
cibdad,  a  los  quales  dio  algunas  armas  y  cauallos 
proueyendoles  de  otras  cosas  que  uvieron  menes- 
ter para  llenar  por  el  camino.  Compro  assimismo 
mucho  damasco  carmesi  y  blanco,  mucho  tafetán 


17 

blanco,  negro,  azul,  pardo,  colorado  y  amarillo,  y 
del  damasco  colorado  y  blanco  mando  hazer  dos 
estandartes,  el  vno  mayor  que  el  otro,  con  muchos 
fluecos  y  borlas  de  oro  y  áeda,  que  eran  entram- 
bos quadrados  y  de  buen  tamaño.  Assimismo  de 
los  tafatanes  se  hizieron  tres  vanderas  quadradas, 
que  hasta  allí  no  la  auia  aleado  ni. la  traya  por  no 
la  Ileuar  enhiesta  hasta  llegar  a  la  cibdad  del  Cuz- 
co, en  donde  auia  de  reforjar  su  exercito  de  la 
gente  que  le  auia  de  dar  el  theniente  Alonso  de 
Toro.  Estauan  en  esta  sa^on  en  la  cibdad  de  (1) 
Lima  los  capitanes  Alonso  de  Monrroy  y  Antonio 
de  Ulloa  que  auian  venido  por  la  mar,  de  la  pro- 
uincia  del  Chile,  por  socorro,  y  sabiendo  Francis- 
co deCarauajal  a  lo  que  venian  los  embio  a  llamar, 
los  quales  venidos  les  hablo  muy  largo  preguntán- 
doles muchas  cosas,  y  al  cabo  se  les  ofrescio  mu- 
cho en  todo  lo  que  uviessen  menester,  y  ellos  se  lo 
agradescieron  mucho.  Y  con  esto  les  tomo  lo§  re- 
caudos que  auian  traydo  para  llenar  ante  Su  Ma- 
gestad,  y  se  concertó  con  ellos  de  escreuir  a  Gon- 
zalo Pigarro,  su  señor,  que  estaua  en  la  cibdad  de 
Quito,  para  que  el  le[s]  diesse  fabor  y  ayuda  de 
gente  y  armas  para  que  lleuassen  al  Chile,  y  la 
carta  braua  que  le  escribió  fue  de  la  forma  si- 
guiente: 

Muy  yllustre  Señor:  Yo  me  partiré  de  aqui  a 

mañana,  mediante  Dios,  y  lleuo  conmigo  cerca  de 

doscientos  hombres  con  todos,  y  entre  ellos  los 

'ez  que  v.  s.  me  dio  en  Quito,  con  los  demás  que 


1}    Tachado:  Cu%c«, 

G.  DE  Santa  Clara.— IV.— 3.* 


18 

he  allegado  por  el  camino  y  los  que  desta  cibdad 
salen,  que  cierto  por  serair  a  v.  s.  van  de  muy 
buena  voluntad;  yo  les  he  proueydo  de  algunas 
cosas  que  han  auido  menester.  Alonso  de  Mon- 
iToy,  capitán  del  capitán  Pedro  de  Valdíuia,  vino 
aquí  de  la  prouincia  del  Chile  en  la  nao  de  Juan 
Baptista,  criado  que  fue  del  comendador  Hernan- 
do Pi^arro,  en  que  fue  Alonso  Calderón  de  la  Bar- 
ca, y  vienen  por  socorro  de  gente  y  armas  y  con 
buenas  nueuas,  y  traen  algunos  dineros,  aunque 
bien  pocos.  Y  auiendole  yo  encaminado  al  dicho 
Alonso  de  Monrroy  para  v.  s.  y  estando  ya  de  par- 
tida para  essa  cibdad,  le  dio  vna  enfermedad  que 
en  tres  dias  murió;  dizen  los  médicos  que  fue  ramo 
de  pestilencia;  yo  digo  que  ellos  le  mataron  no  sa- 
biéndolo curar,  ni  entendieron  su  enfermedad.  Ago- 
ra queda  aquí  el  capitán  Juan  Baptista,  que  es  el 
que  digo,  señor  de  la  nao  en  que  vinieron,  y  vn  hijo- 
dalgo llamado  Antonio  de  Ulloa,  natural  de  Cace- 
res,  que  vino  con  ellos  del  Chile  con  grandes  pode- 
res de  Pedro  de  Valdíuia  para  negociar  en  Castilla 
sus  cosas  ante  Su  Magestad.  Y  porque  me  ha  pa- 
rescido  que  el  no  vaya  a  Castilla  ni  a  Borgofia  sin 
dar  razón  a  v.  s,  de  a  lo  que  viene,  se  lo  embio 
alia  para  que  se  ynforme  del  y  se  vea  lo  que  trae, 
y  después  de  bien  ynformado  no  le  dexe  yr  a  parte 
alguna,  sino  que  lo  detenga  consigo,  porque  no  es 
menester  que  de  parte  de  Pedro  de  Valdiuia  se  ne- 
gocie con  el  rey,  si  no  con  v.  s-,  y  no  aya  otro  que 
le  pueda  ayudar  ni  valer,  solo  porque  siempre 
Valdíuia  tenga  fin  y  proposito  de  seruir  a  v.  s.  por 
los  benefficios  y  socorros  que  de  las  gouernacio- 


19 

ncs  de  V.  Sí  de  cada  dia  le  pueden  yr  y  el  recebir. 
Esto  qae  he  dicho  lo  digo  para  grandes  effectos  y 
fines  que  no  son  para  escreuir  en  carta,  y  bien  se 
lo  que  digo;  pero  si  t.  s.  fuere  seruido  de  otra  cosa 
y  mandare  qué  se  socorra,  me  embie  a  mandar  lo 
que  fuere  seruido,  que  yo  le  daré  gente  quanta 
Y.  s.  me  embiare  a  mandar.  Y  esto  v.  s.  lo  podra 
solo  entender  mejor  que  otro  alguno,  porque  sabe 
la  confianza  que  tiene  de  Pedro  de  Valdiuia  y  la 
que  se  puede  tener;  pero  a  mi  me  paresce  que 
auiendo  de  yr  socorro  vaya  vn  capitán  de  v.  s.  para 
que  aquella  gouernacion  se  comunique  y  se  ate 
con  esta,  que  sera  gran  bien  y  prouechoso.  Y  si 
acaso  mañana  se  muriesse  Pedro  de  Valdiuia, 
puede  quedar  todo  por  de  v.  s.,  como  lo  estara  en 
poder  del  capitán  con  quien  v.  s.  le  embiare  el  so- 
corro, y  assi  tememos  reparado  lo  del  estrecho  de 
Magallanes  y  serán  todos  estos  mundos  vnos  y 
términos  de  v.  s.  El  capitán  que  alia  va  es  mi 
glande  amigo  y  conoscido  y  es  hombre  de  bien  y 
humillde,  y  mas  lo  es  Pedro  de  Valdiuia,  pero  crea 
V.  s.  que  con  todas  estas  sus  buenas  costumbres 
quando  ya  está  en  ayre  de  ser  Gouernador  siem- 
pre lo  querrá  ser  antes  que  dexar  que  lo  sea  Sant 
Pedro  ei/Roma.  Y  assi  por  esto  como  por  lo  que 
pCKlria  venir  por  el  estrecho  de  Magallanes,  es 
bien  que  v.  s.  mire  bien  lo  que  sobre  esto  del  Chile 
se  uviere  de  hazer  y  proueer  en  el  casso,  porque 
cierto  es  vn  negocio^muy  hondo,  ymportante  y 
bien  califficado  y  que  nadie  16  entiende  tan  bien 
como  yo  lo  entiendo,  que  andando  el  tiempo  lo 
diré  y  me  aclararé  con  v.  s. 


20 

Entre  tanto  que  este  hidalgo  va  a  besar  las  ma-^ 
nos  a  V.  s.  y  buelue,  queda  aquí  el  capitán  Juan 
Baptista,  señor  de  la  nao,  y  procura  aderes9allá 
áe  algunas  cosas  que  aura  menester  para  su  naue^ 
gacion;  v.  s.  le  escriua  y  faborezca  diziendole 
que  V.  s.  le  entiende  honrrar  y  aprouechar  mucho> 
assi  en  cargos  honrrosos  de  capitanías  de  la  mar 
y  de  la  tierra,  como  en  otras  cosas  que  se  offres- 
can,  porque  es  honrrada  persona  y  tiene  platica 
de  la  tierra  y  de  los  aguajes,  ensenadas  y  puertos 
de  toda  la  costa  del  Chile.  La  nao  de  Pedro  Díaz 
en  que  van  estos  despachos  lleua  también  mucha 
poluora  de  la  que  se  haze  en  esta  cibdad,  para  la 
armada,  y  doscientos  y  veinte  quintales  de  bisco: 
cho;  V.  s.  mire  mucho  por  ella,  en  especial  su  sa- 
lud, que  estas  dos  cosas  nos  ternan  en  pie  de  aquí 
a  mili  años  a  pesar  de  reyes  y  aun  de  Papas.  Núes-» 
tro  Señor  la  muy  yllustre  persona  de  v.  s.  conser: 
ue  con  aquel  contentamiento,  prosperidad  y  salud 
que  V.  s.  meresce  y  dessea.  Desta  cibdad  de  Lo^ 
Reyes  a  veinte  y  cinco  de  otubre  de  1546  años.  Be- 
sa las  manos  de  v.  s.  su  criado  Francisco  de  Cara- 
uaj'al. 

Muy  bien  le  quadran  a  este  hombre  brauonel  y 
tan  soberuio  los  refranes  verdaderos  que  suelen 
dezir  a  tales  ynsensatos  como  el:  Vno  piensa  el 
vayo,y  otro  el  que  lo  eptsilla;  quien  todo  lo  quiere ^ 
todo  lo  pierde;  como  le  acontescio  a  este  desati* 
nado,  que  hazia  la  cuenta  sin  la  huéspeda  y  le 
salto  el  agraz  en  el  ojo  por  su  mal,  y  tiro  coses 
contra  el  aguijón  y  le  salto  en  la  cara,  como  ade- 
lante diremos,  mediante  Dios.  Despachada,  pues. 


22 

m 

lia  que  era  alcalde  hordinario  en  aquel  afio¿ 
Dieronse  tan  buena  mafia  estos  caualleros,  aun- 
que fortuna  les  fue  muy  contraria,  que  en  bre~ 
ues  días  hallaron  más  de  cinquenta  hombres,  que 
todos  erarf  por  la  mayor  parte  jugadores  y  de 
la  vida  ayrada,  que  no  tenían  que  perder,  y  quan- 
do  este  yndomito  hombre  passo  se  escondieron 
todos  del  porque  no  los  lleuasse  consigo  á  la  gue- 
rra. La  yntencion  que  tuuieron  estos  hombres  fue^ 
a  Jo  que  dizen,  matar  a  los  dos  sobredichos  y  to- 
mar el  dinero  de  Su  Majestad  y  de  mercaderes,  y 
ajuntar  mucha  gente,  y  de  aquí  yr  en  busca  de 
Diego  Centeno  por  el  camino  que  llaman  de  los 
Llanos,  porque  Carauajal  yua  con  los  suyos  cami- 
no de  la  sierra.  Y  que  en  llegando  ellos  a  la  pro- 
uincia  de  las  Charcas,  ajuntarse  con  Diego  Cente- 
no y  dar  batalla  a  Carauajal,  en  donde  tenia  espe- 
ranza en  Dios  que  lo  vencerían  y  matarían  y  que 
después  yrian  desde  allí  a  dar  fabor  y  ayuda  al 
Vísorrey,  que  andana  corrido  de  Pi<;arro  y  de  sus 
sequaces,  yendo  por  la  mar  en  nauios.  No  falto- 
quien  de  todas  estas  cosas  auisasse  a  Lorenzo  de 
Aldana  y  a  Pedro  Martin  de  Cecilia,  y  como  a  los 
dos  les  yua  las  vidas  y  saludes,  luego  el  theniente 
fue  con  sus  árcabuzeros  y  alabarderos  que  eran  de 
su  guardia  a  casa  de  Vela  Nuñez  el  Júnior^  al 
qual  prendió  y  lo  lleuo  a  su  casa.  Pedro  Martin 
de  Cecilia  hizo  lo  mismo  por  otra  parte,  que  pren- 
dió como  alcalde  hordinario  a  ciertos  conjurados^ 
y  por  mejor  dezir  de  los  leales,  y  los  hizo  lleuar  a 
la  cárcel  publica  y  los  hecho  en  fuertes  prisiones 
juntamente  con  Vela  Nuñez  el  Júnior  que  fue  pa- 


"^ 


24 

ta  otra  Dofla  Francisca  Pi<;arro  y  Dofla 
ger  de  Don  Aotonio  de  Ribera,  roja- 
mente por  el  al  thenieate  Lorenzo  de 
a  que  le  perdonasse  la  vida,  y  el  lo  hizo 
mente  y  sin  pesadumbre,  que  ya  yua 
¡cota  que  esta  en  medio  de  la  plaga.  Y 
esecutasse  en  algo  ta  sentencia  y  por 
atemorizar  a  los  demás,  hizo  Pedro 
^cilia  que  le  cortassen  no  mas  de  la 
:ha,  lo  qual  se  executo.  que  no  bastaron 
uplicaciones  de  los  hombres  buenos  de 
Por  lo  qual  el  dicho  Pedro  Martin  de 
a  bozes  y  dezía  con  rauia  que  le  dexa- 
justicia  de  aquel  delinquente;  ííÍ  no,  que 
a  a  Gonzalo  Pi^arro  su  señor;  y  por 
iron  passar  adelante  con  su  maluada  y 
itencion.  Después  de  cortada  la  mano 
;  curado  el  cirurgiano,  lo  Ileuo  al  mo- 
Sancto  Domingo,  en  donde  le  hizo  to- 
rrea los  hábitos,  amenazándole  que  le 
vida  si  de  allí  saliesse,  y  ei  se  lo  prome- 
o  assi  guardar  y  cumplir  dio  fiadores 
después  se  salió  del  monesterio  quan- 
Jente  Gasea  vino  a  la  tierra- 


26 

concertado  de  le  quitar  la  vida,  como  lo  vería  mas 
largamente  en  las  conffessiones  de  los  tres  que  es- 
tauan  acá  presos,  y  que  mírasse  mucho  por  su  sa- 
lud y  vida.  Lorenzo  de  Aldana  le  escriuio  por  su 
parte  sobre  este  negocio,  y  de  como  auia  sabido 
por  nueua  cierta  y  por  via  de  fray  Pedro  Mafloz, 
el  mercenario,  y  de  los  amigos  que  tenia  en  la  cib- 
dad  de  Truxillo,  como  Melchior  Verdugo  se  auia 
aleado  con  la  cibdad  y  que  luego  se  auia  salido 
della  llenando  mucha  moneda  que  auia  tomado  de 
la  caxa  de  Su  Magestad  y  de  diffuntos  y  vezinos. 
Y  demás  desto  que  auia  tomado  por  fuerza  vn  na- 
uio  que  estaua  en  el  puerto,  y  que  se  auia  embar- 
cado en  el  con  algunos  que  le  auian  dado  fabor  y 
ayuda,  y  que  no  sabia  el  viaje  que  lleuaua  y  que  le 
páresela  muy  mal  estos  leuantamientos,  que  se 
adeuinauan  por  ellos  grandes  males.  Y  que  por 
tanto,  vistas  sus  letras,  tuuiesse  por  bien  de  venir- 
se a  la  cibdad  para  que  con  su  presencia  mitigasse 
estos  males  y  espantasse  a  los  perturbadores  de  la 
paz  y  animasse  a  los  seruidores  de  Gonzalo  Piga- 
rro  para  que  no  decayessen  de  su  buena  ynten- 
cion.  Al  tiempo  que  Francisco  de  Carauajal  llego 
cerca  de  la  cibdad  de  Sant  .Juan  de  la  Frontera, 
que  es  en  Guamanga,  rescibio  esta  niensajeria,  y 
luego  mando  secretamente  a  Pedro  de  Castañeda, 
su  sargento,  prendiesse  a  los  tres  nombrados,  y 
para  ello  le  dio  veinte  arcabuzeros  y  el  fue  a  las 
tiendas  y  prendió  a  Martin  Zambrano  y  Alonso  de 
Pineda.  Al  tiempo  que  quissieron  prender  a  Peru- 
cho de  Aguirre  no  se  dexaua  prender,  antes  hecho 
mano  de  su  espada  y  se  deffendio  con  ella  valien- 


"^ 


>  de  los  tormentos  tan  rezios  que  les  dauan,  y 
le  Pedro  Martin  de  Cecilia  les  mando  que  di- 
n  que  los  tres  que  yuan  con  Carauajal  erail 
uel  negocio,  porque  los  quería  mal,  y  que  lo 
)R  assi  porque  los  dexassen  ya  de  atormen- 
ue  estauan  hechos  pedamos.  Quando  el  escri- 
miro  en  este  hierro  que  auia  hecho  de  auer 
el  testimonio  antes  de  la  retifñcacion  de  los 
i,  saco  luego  otro  traslado  signado,  de  las 
issiones  y  ratifñcaciones  contrarías,  [con]  el 
mbio  por  la  posta  a  vn  espadol  y  a  su  costa, 
auajal,  y  quando  llego  no  fue  de  ningún 
o.  que  ya  los  tres  estauan  muertos.  Assi 
el  escriuano  supo  destas  muertes  que  por  su 
lertencia  se  auian  causado,  le  peso  dello 
emente  y  arrepentido  de  su  gran  hierro  se 

frayle  en  el  monesterio  de  Sancto  Domingo; 
entro  del  afto  dexo  los  hábitos  y  se  fue  con 
sidente  Gasea  a  la  batalla  contra  Gonzalo 
"O-  También  el  dicho  Pedro  Martin  de  Ceci- 
;o  entrar  por  fuerza  al  dicho  Juan  de  Guz- 
ín  el  monesterio  de  nuestra  Señora  de  la 
;d,  en  donde  tomo  los  hábitos,  mas  después 
xo  quando  vino  el  licenciado  Gasea  y  se  fue 
1  a  seruir  a  Su  Mageslad.  De  manera  que 
uan  de  Guzman  escapo  dos  vezes  de  la  muer- 
a  vez  y  otra  quando  Loren90  de  Aldana  lo 
\ó  en  esta  misma  cibdad  y  por  no  hazer  jus- 
el  lo  embio  a  la  cibdad  de  Quito  para  que 
la  siruiesse  a  Gonzalo  Pii;arro,  como  atrás 

dicho,  y  después  se  boluió  desde  el  camino 
lallarsse  en  este  negocio.  Después  que  Fran- 


29 

cisco  de  Carauajal  uvo  ahorcado  a  estos  tres  hom- 
bres, y  auiendo  entrado  enGuamanga,  en  donde  fue 
muy  bien  rescebido,  y  auiendo  rescebido  los  despa- 
chos, sin  hazer  cosa  alguna  dio  luego  la  buelta  a  Li- 
ma con  los  suyos,  yendo  por  la  posta,  y  sin  parar  en 
ninguna  parte  anduuo  en  seys  días  las  sesenta  leguas 
que  ay  de  vna  parte  a  la  otra.  Llegado  a  la  cibdad 
fue  muy  bien  rescebido  de  Loren9o  de  Aldana  y  de 
los  cibdadanos,  porque  vn  día  antes  lo  auian  sabido- 
por  Francisco  de  Cantillaha)  su  apossentador,  que 
auia  \  enido  adelante  por  la  posta  en  vna  muía  muy 
andadora,  con  su  mandado.  Queriendo  Carauajal 
passar  adelante  hazia  la- cibdad  de  Truxillo  para 
castigar  a  los  que  hallasse  culpados,  rescibio  car- 
tas de  fray  Pedro  Muñoz  y  de  los  alcaldes  y  vezin* 
dad  de  aquella  cibdad  haziendole  saber  todo  quan- 
to  el  capitán  Melchior  Verdugo  auia  hecho  en  ella. 
Assimismo  de  como  el  y  los  que  le  segiiian  se 
auian  ydo  fuera  de  la  tierra,  por  la  mar,  y  que  no- 
sabían  adonde  yuan  encaminados,  y  como  todo  el 
pueblo  estaua  en  seruicío  de  Su  Magestad  y  a  de- 
uocion  de  Gonzalo  Pi^arro,  y  que  todos  los  vezinos, 
estañan  quietos  y  paciffícos,  de  lo  qual  se  holgó  en 
gran  manera  este  tirano.  Lorenzo  de  Aldana  le 
dixo  que  de  su  voto  y  parescer  no  fuesse  a  Truxi- 
llo, por  lo  que  de  aquel  pueblo  le  auian  escripto,. 
porque  no  hallaría  a  ninguno  de  los  culpados,  pues. 
se  auian  embarcado  con  Melchior  Verdugo  en  el 
nauio,  y  que  su  yda  seria  de  ningún  effecto  sina 
era  cansarse.  Y  que  mejor  seria  seguir  su  buen  ca- 
mino con  la  empresa  que  lleuaua,  que  era  mas  ym- 
portante  y  necesaria  que  la  de  Melchior  Verdugo». 


30 

porque  si  se  tardaua  podria  ser  que  Diego  Cente- 
no reffor^asse  mas  su  pequeño  exercito  con  U 
gente  que  de  diuersas  partes  le  podían  acudir»  y 
auria  después  gran  dífíicultad  en  vencelle.  Fran- 
cisco de  Carauajal,  que  entendía  todo  esto  muy 
bien,  tomo  el  parescer  y  consejo  de  Lorenzo  de 
Aldana  y  de  otros  cibdadanos  que  también  se 
lo  aconsejaron  que  assi  lo  hiziesse  porque  con- 
uenia  mucho  su  presteza  para  dar  buen  fin  a  lo 
que  yua.  Otro  dia,  domingo,  en  la  maftana  hor- 
deno  que  se  bendiciessen  en  la  yglessia  mayor  los 
estandartes  y  vanderas  que  elauia  mandado  hazer, 
por  el  Reuerendissímo  obispo  Don  fray  Gerónimo 
de  Loaysa,  y  sobre  si  se  auian  de  bendeztr  o  no, 
passaron  entre  Lorenzo  de  Aldana  y  Francisco  de 
Carauajal  malas  palabras  y  peores  razones.  Y  con 
todo  esto  estuuieron  a  canto  de  venir  a  las  .manos 
para  matarsse,  dentro  de  la  yglessia  mayor,  por* 
que  auia  de  vna  parte  a  otra  muchos  arcabuzeros 
que  procurauan  de  deffender  a  su  capitán  y  offen- 
der  al  contrario,  como  eran  obligados  a  lo  hazer 
como  agradescidos  y  buenos  soldados.  Loren90  de 
Aldana  dezia  que  las  vanderas  no  se  auian  de  ben- 
dezir  pues  no  yuan  contra  moros  ni  contra  otros 
ynfíeles,  que  también  eran  xpianos  los  de  Centeno, 
como  ellos,  y  y^randes  seruidores  de  Su  Magestad, 
pues  assi  lo  publicauan,  y  que  el  estandarte  que 
Diego  Centeno  (1)  tenia  se  auia  aleado  en  nombre 
de  Su  Magestad,  a  quien  todos  pretendían  seruir. 
Francisco  de  Carauajal  dezia  que  las  vanderas  se 


(l)    Tachado:  auia  alfada. 


_í 


r 


31 

auiande  bendezir  a  pesar  de  quien  le  pesasse»  y  el 
que  no  las  consintiesse  bendezir,  que  no  era  amigo 
de  Gonzalo  Pi^arro,  y  que  con  justa  causa  y  razón 
podían  castigar  a  los  traydores  que  se  auian  al9a- 
do  contra  el  Rey  y  contra  Gon9alo  Pi^arro  su  se- 
ñor, matando  las  justicias  que  tenia  puestas  en 
nombre  del  Rey.  Y  como  estas  cosas  yuan  de  mal 
en  peor,  luego  el  Obispo  y  el  regente  y  cibdada- 
nos  se  piissieron  de  por  medio,  que  los  apacigua- 
ron por  aquel  dia,  aunque  no  quissieron  ser  ami- 
gos; mas  en  fin,  al  fin  se  bendicieron  las  vanderas 
por  el  cura  de  la  yglessia  por  agradar  en  algo  a 
este  fierabrás  y  endemoniado  hombre,  de  lo  qual 
se  holgó  mucho,  aunque  Lorenzo  de  Aldana  no  se 
hallo  presente.  Después  que  todos  se  salieron  de 
missa  y  después  que  todos  uvieron  comido  se  pu- 
blico aquella  tarde  como  Lorenzo  de  Aldanapan- 
daua  hordenando  de  matar  a  Francisco  de  Cara- 
najal  aquella  noche,  y  viniendo  a  noticia  del  car- 
nicero determino  de  adelantarsse  y  matar  al  the- 
niente,  diziendo:  antes  que  este  me  quiera  cenar, 
entiendo  yo  de  me  lo  merendar.  Con  esto  aperce- 
bio  a  toda  su  gente,  que  eran  mas  de  doscientos 
hombres  de  a  cauallo  y  arcabuzeros,  para  yrse  a 
casa  de  Lorenzo  de  Aldana,  y  estando  ya  aperce- 
bidos  para  yr  llegaron  los  buenos  de  la  cibdad, 
que  fueron  auissados,  [y]  no  los  dexaron  salir  el 
vno  ni  al  otro  de  sus  casas,  y  assi  se  velaron  en- 
trambos toda  la  noche  rezelandose  el  vno  del  otro; 
mas  en  fin,  ellos  no  se  acometieron.  En  amanes- 
ctendo  torno  el  Obispo  \'  muchos  caualleros,  y 
Doña  Francisca  Pigarro  por  su  parte,  a  quien  res- 


32 

iuan  mucho  todos  quantos  auia  en  la  tierra,  y 
» Ygnes,  muger  de  Don  Antonio  de  Ribera,  [y] 
>ni;aron  todos  de- los  poner  en  paz  y  en  buena 
ordia  tiaziendolos  amigos.  Loren<;o  de  Alda- 
xo  que  no  se  moueria  de  su  possada  contra  el 
itro  de  campo,  mas  que  se  fuesse  de  la  cibdad 
i  que  se  perturbasse  la  gente  o  antes  que  su> 
-sse  en  ella  otra  cosa  de  mal,  y  assi  dio  su  fee 
abra  de  no  hazer  cosa  alguna  si  no  le  yncita- 
^ara  ello.  Francisco  de  Carauajal,  como  esta- 
luy  furioso  y  con  gran  coraje  contra  Loren9o 
Idana,  salió  a  vna  esquina  de  la  pla<;a  para  yr 
tar  a  su  contrario,  y  Lorent^o  de  Aldana  salió 
>ien  a  la  puerta  de  palacio  con  sus  arcabuze- 
'  muchos  cibdad  anos  y  otras  gentes  que  le 
n  fabor  y  ayuda.  Como  estaua  de  por  medio 
íuerendissimo  Obispo  y  todos  los  buenos  de  la 
id,  como  hemos  dicho,  tomaron  de  nueuo  a  los 
:ar;  que  si  por  ventura  o  desdicha  se  tirara  vn 
^uza^o  de  alguna  de  las  dos  partes,  se  tiene 
:ierto  que  se  reboluiera  la  cibdad  y  se  viera 
ran  aprieto.  Viendo  Francisco  de  Carauajal 
)ispo  y  a  los  buenos  del  pueblo  que  estañan 
3r  medio,  mando  luego  a  todos  sus  soldados 
;e  fuessen  a  sus  casas  y  que  con  presteza  en- 
sen  sus  cauallos  y  cargasscn  el  fardaje  que 
n,  porque  a  la  hora  se  queria  partir,  y  assi  se 
que  todos  se  salieron  de  la  cibdad.  El  Maes- 
i  campo  yua  con  rauia  y  jurando  por  el  cami- 
le  Lorenzo  de  Aldana  se  lo  auia  de  pagar  en 
1  tiempo,  y  Lorenzo  de  Aldana  dezia  otro 
;  mas  nunca  se  vieron,  qu?Francisco  de  Ca- 


J 


-^'^ 


CAPITULO  IV 

no  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SE  FUE  POR  SUS 
7AS  CONTADAS  A  LA  CIBDAD  DEL  CUZCO,  Y  DEL 
IHIBNTO  QUE  SE  LE  HIZO,  Y  DE  COMO  AHORCO 
:0  VEZ1N05  PRINCIPALES  DELLA,  Y  DB  OTRAS 
QUE  FASSARON  EN  EL  VNTER  QUE  ALLÍ  ESTUVO 


spues  que  el  Maestro  de  campo  Francisco 
rauajal  mando  apercebir  a  sus  soldados  para 
ar,  y  estando  ya  todos  a  cauallo  con  las  van- 
tendidas,  a  su  puerta,  se  salió  de  la  cibdad 
ran  enojo  y  furia  y  no  quiso  yr  por  la  cibdad 
it  Juan  de  la  Frontera,  que  es  en  Guárnan- 
lo por  el  camino  Real  que  llaman  de  los  Lla- 
ue  es  por  la  costa  de  la  mar.  Caminando  este 

0  hombre  por  sus  jornadas  contadas  llego  al 
3  de  la  Nasca,  en  donde  hallo  muchos  ba.sti- 
>s  que  los  yndios  le  tenían  ajuntados,  mas  de 

1  que  de  voluntad,  porque  no  los  quemasse, 
i  descanso  algunos  días  por  llenar  las  gentes 
ansadas  y  las  caualgaduras  muy  fatigadas. 
;  algunos  días  se  puso  en  camino;  dexando 
los  Llanos  tomo  el  de  la  sierra  y  fue  a  dar  al 
o  Real  de  la  sierra,  mas  arriba  de  la  cibdad 
amanga  veinte  leguas,  atrauesando  las  sie- 


.1 


J 


rras  de  los  Locumaes  y  de  Condesuyo,  que  en  esta 
sazón  estauan  muy  neuadas  y  en  donde  haze  gran- 
dissimo  írio,  y  con  mucha  borden  se  fue  por  su  ca- 
mino adelante  hasta  que  fue  a  parar  a  quatro  le- 
guas de  la  cibdad  del  Cuzco,  en  vn  pueblo  llama- 
do Jaxaguana,  para  entrar  en  ella  otro  día  tempra- 
no, a  comer  con  todos  los  suyos.  Estando  en  este 
pueblo  mando  apercebir  a  sus  soldados  para  que 
fuessen  armados,  y  repartió  entre  los  arcabuzeros 
mucha  mecha  y  poluora  fina  que  lleuaua  en  boti- 
jas cargadas  en  yndios  y  muías,  y  les  dio  plomo 
para  que  hiziessen  balas,  y  esto  hizo  porque  se  re- 
zelaua  del  theniente  Alonso  de  Toro  por  las  ene- 
mistades passadas  y  particulares  que  entre  los  dos 
auia  porque  le  auian  quitado  por  su  causa  el  cargo 
de  Maestro  de  campo  y  por  otros  pundonores  que 
«ntre  los  dos  auia.  Otro  dia  madrugaron  bien  de 
mañana  y  se  fueron  todos  a  la  cibdad  con  las  van- 
deras  tendidas  y  caminando  al  son  de  los  atam- 
bores;  ya  que  estauan  en  el  llano  que  llaman  de 
Carmenga  le  salieron  a  rescebir  mas  de  ochenta 
muchachos  de  diez  a  doze  años,  todos  muy  gala- 
namente vestidos  a  la  soldadesca  y  con  sus  arca- 
buzes  en  las  manos,  que  a  la  vista  de  todos  pares- 
cian  muy  bien.  Y  al  tiempo  que  emparejaron  con 
el  dispararon  muy  gentilmente  sus  arcabuzes  ha- 
ziendole  vna  braua  salua,  y  el  caudillo  destos  mu- 
chachos fue  vno  llamado  Hernando  Bachicao  el 
mogo,  hijo  del  gran  cosario  Hernando  Bachicao, 
lue  era  ahijado  deste  Francisco  de  Carauajal,  y 
auego  le  tomaron  todos  en  medio.  Assi  como  los 
nuchachos  dispararon  sus  arcabuzes,  luego  de  re- 


36 


pente  salieron  de  traues  mas  de  cient  arcabnzeró^ 
que  salieron  de  vna  emboscada  y  comentaron  a 
tirar  por  lo  alto  con  balas  y  perdigones  que  Ueua- 
uan,  que  assi  les  fue  mandado  que  lleuassen  los. 
arcabuzes  cargados.  Francisco  de  Carauajal  sin- 
tió bien  sentido  esta  salua  que  los  arcabuzeros  le 
hizieron,  mas  el  lo  supo  dissimular  lo  mejor  qu6 
pudo  haziendo  demostración  que  no  lo  entendía,  y 
assi  se  pararon  todos  hasta  que  Alonso  de  Toro 
llego  a  el  con  toda  la  vezindad  y  se  hablaron  el 
vno  al  otro,  mas  no  se  abracaron  como  lo  suelea 
házer  los  buenos  amigos  quando  se  rescíben  en 
vno.  Assi  como  los  dos  capitanes  se  hablaron,  lue- 
go hizieron  lo  mismo  los  demás  vezínos,  que  los 
vnos  y  los  otros  se  saludaron  cortesmente,  y  con 
esto  comentaron  de  abaxar  por  la  pequeña  cuesta 
de  Carmenga  y  delante  del  yuan  los  muchachos 
todos  a  cauallo,  y  a  su  ahijado  lleuaua  a  sü  lado 
yzquierdo,  y  assi  entraron  todos  en  la  cibdad  con 
demonstracion  de  mucha  alegría,  aunque  algunos 
dellos  tenian  otro  en  los  ánimos.  Lleuaron  a  Fran- 
cisco de  Carauajal  a  las  casas  de  Hernando  Ba- 
chicao,  su  compadre  dos  vezes,  para  que  se  apo- 
ssentasse  en  ella,  porque  eran  hermanos  en  ar-- 
mas,  y  con  todo  esto  Ueuo  siempre  a  los  mucha- 
chos por  delante  puestos  en  buena  hordenan^a  en 
buenos  cauallos.  Después  de  apossentado  se  des- 
pidieron del  con  mucha  crianza  todos  los  hombres 
y  los  muchachos  y  se  fueron  a  sus  possadas,  ecep- 
to  Hernando  Bachicao,  su  ahijado,  que  no  lo  quiso 
despedir  y  se  lo  tuuo  consigo  todos  los  dias  que 
alli  estuuo  y  comia  con  el  a  vna  mesa.  Aloiiso  de 


\ 


37 

Toro  no  llego  a  casa  del  Maestro  de  campo  por- 
que se  fue  por  otra  calle  a  su  possada  con  todos 
los  vezinos  que  le  quisieron  seguir  de  buena  crian- 
za, y  estos  dos  hombres  si  se  auian  de  hablar  des- 
pués auia  de  ser  con  mal  semblante  y  por  via  de 
terceros.  Los  soldados  que  Francisco  de  Caraua- 
jal  metió  en  la  cibdad  los  hizo  apossentar  a  mu- 
chos dellos  que  eran  de  los  mas  principales,  en  la 
misma  casa,  que  era  muy  grande,  y  a  los  demás 
hizo  apossentar  en  las  casas  de  los  vezinos  que  es- 
tauan  mas  cerca  de  la  suya,  y  como  era  muy  tarde 
se  assento  a  comer.  Otro  día  por  la  mañana  co- 
mento de  vssar  sus  acostumbradas  crueldades  y 
para  esto  mando  hechar  en  la  cárcel  publica  a 
Gregorio  Sptiel,  Pedro  de  Pineda,  Hernando  de 
Aldana,  Diego  Naruaez  y  Miguel  de  Estete,  hom- 
bre viejo  que  auia  sido  Veedor  de  Su  Magostad 
€n  la  conquista   desta  tierra  y  de  los  primeros 
hombres  que  entraron  en  el  Cuzco  a  considerar 
los  secretos  del,  como  adelante  diremos.  Estos 
cinco  vezinos  eran  de  los  principales   hombres 
desta  cibdad  y  estañan  muy  ricos  y  hazendados,  y 
después  de  presos  les  embio  vn  clérigo  para  que 
con  el  se  confíessassen  porque  auian  de  morir  lue- 
go;  sabido  esto  por  la  cibdad  prestamente  uvo 
muchos  rogadores  que  yntercedieron  por  ellos,  y 
no  aprouecho  nada,  porque  fue  dar  bozes  en  el  de- 
sierto, do  no  auia  virtud  ni  bondad.  Mas  en  fin,  al 
fin  ellos  fueron  sacados  de  la  cárcel  a  pie  y  sin 
pregonero  que  maniffestasse  sus  delictos,  y  los  lle- 
naron a  la  picota  con  mucha  guarda  de  gente  de 
a  cauallo  y  arcabuzeros,  y  alli  fueron  todos  cinco 


38 

miserablemente  ahorcados  sin  saber  nadie  el  por 
que.  Quando  llenaron  a  Hernando  de  Aldana  a 
la  picota  estuuo  en  llegar  alia  mas  de  vna  hora^ 
no  auiendo  mas  de  un  tiro  de  arcabuz,  porque 
fue  haziendo  tantos  estremos  y  cuytas,  tantas 
paradas,  y  fue  tanto  su  llorar  y  gemir,  que  fue 
cosa  estraña  de  lo  ver  y  considerar,  porque  no- 
auia  hombre  que  no  tuuiesse  mucha  compassion  y 
lastima  del.  Y  assi  los  vezinos  que  yuan  con  el 
comen(;aron  de  llorar  en  velle  a  el  llorar,  que  no 
auia  hombre  que  no  se  condoliesse  del  y  le  desea- 
sse  dar  la  vida,  [y]  juntamente  [a]  los  demás  conde- 
nados; mas  en  fin,  por  no  le  ver  morir,  de  pura  las- 
tima se  fueron  algunos  dellos  a  sus  casas  maldizien- 
do  las  crueldades  de  Francisco  de  Carauajal.  Un 
compadre  suyo  que  yua  con  el,  por  le  consolar  le 
dixo  que  no  se  acuytasse  tanto,  que  pues  era  viejo 
de  sesenta  y  cinco  años,  que  no  rezelasse  de  to- 
mar con  mucha  paciencia  la  muerte,  pues  era  cosa 
natural  a  todos.  Y  que  al  cabo  y  a  la  postre  auia 
de  morir,  y  que  se  esfforgasse  en  Dios  y  se  enco- 
mendasse  de  todo  coraron  a  Nuestra  Señora  para 
que  le  ayudasse  a  passar  este  trago  tan  amargoso^ 
poniendo  el  anima  con  el  que  la  crio  y  la  hizo  de 
no  nada.  Hernando  de  Aldana  respondió  con  gran- 
des sollozos  y  gemidos  diziendo:  ¡Ha  compadrel 
no  os  marauilleis  de  mis  cuytas,  ni  de  mis  lagri- 
mas, porque  soy  muy  gran  pecador  y  maldito  hom- 
bre, que  temo  de  passar  por  este  transito  porque 
me  toma  muy  desapercebido  y  en  rezio  tiempo* 
Pues  el  dador  de  la  vida  la  temió  como  hombre  y 
en  quanto  hombre,  siendo  sin  peccado,  ¿por  que 


por  [su]  sancta  passion.  Estas  palabras  y  otras  di- 
xo  sin  mudar  tan  solo  vn  passo,  llamando  a  Dios 
y  a  Nuestra  Señora  de  todo  coraron  y  a  boca  llena 
basta  que  llego  a  la  picota,  y  rezando  el  Credo  fue 
ahorcado  a  la  postra,  que  los  otros  estauan  ya 
ahorcados  quando  el  llego.  Quando  aboicauan  a 
estos  cinco  hombres  se  los  estaua  mirando  el  cruel 
carnicero,  y  boluiendose  hazia  donde  estaua  Alon- 
so Aluarez  de  Hinojosa,  que  estaua  allí  a  cauallo, 
que  era  vno  de  los  principales  hombres  de  la  ctb- 
dad  y  le  tenia  por  sospechoso,  le  dixo  por  via  de 
amenaza:  Señor  Alonso  Aluarez  de  Hinojosa,  yo- 
guemos a  Dios  de  buen  corafon  para  que  nos  de 
buenos  temporales  y  qne  se  contente  con  aquella 
tnigajita  que  le  hemos  dado  y  offrescido;  apiin- 
uuidole  con  el  dedo  a  los  ahorcados,  de  lo  qual,  los 
vezinos,  atemorizados  y  rezelosos  se  fueron  de  allí 
a  sus  casas  con  gran  pesar ,  con  intento  de  no  pares- 
cer  ante  Francisco  de  Carauajal.  La  causa  y  razón 
destas  tan  desastradas  muertes  destos  cibdadanos, 
vnos  dizen  [fue  porjque  se  carteauan  con  el  Viso- 
rrey,  y  otros  dix^ron  que  con  (1)  Diego  Centeno,  y 
que  le  vendían  la  cibdad,  y  que  aula  dias  que  an- 
dauan  por  alearse  con  ella  dende  que  Alonso  de 
Toro  fue  a  las  Charcas  contra  Centeno,  y  que  tam- 


I 


40 

ian  dicho  mucho  mal  de  Pi^arro  y  de  Ca- 
,  llamándolos  de  cismáticos,  tiranos  y  tray- 
)tros  diieron  que  no  fueron  ahorcados  por 
isas,  sino  por  roballes  los  dineros  que  te- 
ir  quanto  eran  muy  ricos  y  hazendados,  y 
irtimientos  de  yndios  se  pussieron  en  ca- 

Goni;aIo  P¡i;arro  su  señor,  para  que  los 
I  que  los  yndios  dauan  fuessen  para  la  subs- 
•n  y  espedicion  de  la  guerra.  Y  assi  pares- 
1g:una  manera  ser  verdad,  que  mando  lue- 
jcudicioso  Ileuar  destas  cinco  casas  a  la 
Jo  el  oro  y  plata  que  tenian  y  todas  las  ca- 
:  auia,  que  no  dexaron  cauallos,  armas, 
es,  yndios,  negros,  negras,  y  todo  lo  perte- 
:e  A  las  cozinas.  Y  de  todo  este  hecho  no  se 
e  dello  al  thenlente  Alonso  de  Toro,  al 
leso  grandemente  y  embiole  a  preguntar 

que  razón  auia  hecho  ahorcar  aquellos 
s;  respondió  que  Gonzalo  Pigarro  lo  man- 
que el  era  no  mas  de  executor  de  hazer 
justicia,  y  Alonso  de  Toro  oyendo  esto  lo 
>  por  la  necesidad  del  tiempo.  Hechas  es- 
s  en  seruicio  de  Pii;arro  y  auiendo  estado 
s  en  la  cibdad,  tomo  la  gente  que  Alonso 

le  dio,  que  fueron  mas  de  doscientos  hom- 
si  entresaco  los  mejores  que  le  parescio 
estauan  armados,  y  algunos  vezinos  de  la 
|ue  eran  aptos  y  buenos  para  la  guerra,  y 
;unos  cauallos  que  los  vezinos  te  dieron. 
'ezinos  y  soldados  que  alii  rescibio  y  de  los 
;nia  hizo  trescientos  y  veinte  hombres,  di- 
|ue  estos  pocos  de  caualleros  que  Iteuaua 


41 

bastauan  para  hazer  lo  que  conuenia  obrar,  por- 
que el  buen  capitán  que  era  afortunado  y  que  Ue- 
naua  la  justicia  y  razón  por  delante,  como  el  la  lle- 
uaua,  yendo  en  seruicío  de  Su  Magestad  y  de  Gon- 
zalo PiQarro,  que  no  eran  menester  millaradas  de 
hombres,  porque  eran  mas  estoruo  que  prouecho 
alguno.  Pues  rescebida  esta  gente  y  dada  la  bor- 
den qual  conuenia  de  se  hazer,  comento  a  hechar 
fuera  de  la  cibdad  a  los  soldados,  embiandolos  po- 
co a  poco  al  pueblo  de  Urcos,  siete  leguas  de  la 
cibdad  del  Cuzco,  para  que  todos  le  esperassen 
alli  hasta  que  el  llegasse,  para  desde  alli  conti- 
nuar su  jornada  con  la  borden  y  concierto  que 
se  auia  de  Ueuar.  Con  esto  comentaron  los  sol- 
dados a  salir  de  veynte  en  veynte  y  de  treynta 
en  treynta,  y  se  yuan  derechos  al  dicho  pueblo  de 
Urcos  licuando  por  delante  todo  quanto  fardaje  te- 
nían, que  ciertamente  auia  soldado  que  lleuaua 
diez  o  doze  yndios,  y  otros,  carneros,  cargados  de 
ropa  y  comida,  por  hazer  mucho  del  fausto,  princi- 
palmente los  vezino§,  que  lleuauan  mas.  Ya  (1)  no 
f altanan  sino  pocos  para  salir  de  la  cibdad,  quando 
cerca  de  medio  día,  antes   de  comer,  se  salió 
della  Francisco  de  Carauajal  con  la  mayor  pres- 
teza que  pudo  ser,  cauallero  en  su  muía  bermeja, 
que  era  muy  andadora,  y  Ueuo  consigo  hasta  vein- 
tecinco  arcabuzeros  y  fue  a  parar  aquella  noche 
al  dicho  pueblo.  Dexó  mandado  que  los  pocos  que 
quedauan   saliessen    luego    tras    el,    porque  los 
aguardaría  en  el  pueblo,  y  dexó  a  Dionisio  de  Bo- 


(I)     Ms.   y'a  que. 


42 

lia  y  a  Pedro  de  Castafleda,  su  sargento,  para 
ellos  lo5  hechassen  fuera,  portjue  no  se  le  que- 
e  alguno  escondido.  Quieren  muchos  sentir 
Alonso  de  Toro  le  quiso  matar  aquella  tarde 
[ue  el  mismo  Carauajal  le  aula  amenazado  - 
imente,  ca  le  auian  dicho  malos  terceros  que 
a  mucho  mal  del,  y  por  esto  se  fue  tan  azele- 
imente  al  tiempo  que  se  assentaua  á  comer, 
no  comió  bocado  alguno.  Dixo  al  tiempo  que 
na,  que  si  alli  tuuiera  consigo  toda  la  gente, 
el  matara  a  los  toros  y  torillos,  y  que  de  los 
os  dellos  auta  de  hazer  suelas  y  correas  de 
;apatos;  mas  que  el  lo  dexaua  de  matar  por  no 
pesar  y  enojo  a  Picarro,  que  lo  quería  mucho, 
r  no  reboluer  la  cibdad,  que  estaua  quieta  y 
fica,  porque  pudiera  ser  que  de  vn  mal  proce- 
sen otros  peores.  En  este  pueblo  de  Vrcos  mu- 
n  hombre  que  se  dezia  Pedro  Ortiz,  que  hazia 
de  hermitaño  en  vna  sepultura  de  yndios,  y 
acabuche  y  ministril  del  Gouernador  Vaca  de 
ro,  el  qual,  estando  tocando  su  sacabuche  se 
■rebato  vna  bala  de  vn  tiro  gruesso,  de  entre 
nanos  y  la  boca,  sin  le  hazer  daño  ninguno. 
ipandose  de  la  cruel  batalla  de  Chupas  en 
ie  fue  vencido  Don  Diego  de  Almagro  el  mo<;o 
;1  dicho  Gouernador  Xpoual  Vaca  de  Castro, 
letio  que  dentro  de  vna  sepultura  de  yndios 
iria  (1)  a  Dios,  y  assi  lo  cumplió.  Dizen  que 
ues  de  muerto,  dende  a  tres  días  le  hallaron 
ido  de  rodillas,  sin  tener  mal  olor,  como  si 


CAPITULO  V 

DE  COMO  FRANCISCO  DB  CARAUAJAL  HIZO  Y  NOMBRO 
CAPITANES  Y  ALFEREZES  PARA  SU  EXERCITO  EN  El. 
PUEBLO  DE  CHOCUYTO,  Y  SALIENDO  DE  ALLÍ  SE  FUE  AL 
PUEBLO  DE  AVOHAYO,  EN  DONDE  EN  LLEGANDO  SE  LE 
HUYERON  VEYNTE  SOLDADOS  BUENOS 


Auiendo  Francisco  de  Carauajal  ajuntado  ya  en 
el  pueblo  de  Vrcos  sus  soldados  que  auian  quedado 
en  la  cibdad  del  Cuzco,  comento  luego  sin  mas  tar- 
dar de  ponerse  en  camino  con  toda  su  gente,  el 
qual  yendo  por  sus  jornadas  contadas  llego  a  vn 
pueblo  llamado  Puflo,  con  muy  buena  hordenanga, 
como  lo  hazia  siempre  que  entraua  en  qualquier 
parte.  En  este  pueblo  hallo  al  capitán  Alonso  de 
Mendoza  con  doze  arcabuzeros  que  auía  días  que 
lo  estañan  aguardando,  el  qual  estaua  allí  como  en 
frontera  contra  Diego  Centeno,  que  Alonso  de 
Toro  le  auia  dicho  estuuiesse  aquí,  los  quales  le 
rescibieron  muy  bien,  y  aqui  descansaron  dos  dias. 
Estando  en  este  dicho  pueblo  le  dieron  vnas  cartas 
que  Gonzalo  Pi^arro  le  escriuia,  por  las  quales  le 
hazia  saber  de  como  el  auia  desbaratado  al  Viso- 
rrey,  y  de  como  el  licenciado  Benito  Juárez  de  Ca- 
rauajal le  auia  cortado  la  cabe9a  en  la  batalla  cam- 


45 

pal  que  se  dio  en  los  llanos  de  Quito,  y  assi  le  es- 
criuio  todo  lo  que  aula  passado  en  ella.'  Francisco 
dé  Carauajal  se  holgó  grandemente  con  esta  nue- 
üa  y  todos  sus  soldados  tuuieron  gran  plazer  y  ale- 
gría, y  toda  aquella  noche  y  el  día  no  hizieron  otra 
cosa  sino  disparar  los  arcabuzes  por  el  ayre  y  co- 
rrer sus  canallos»  y  dezian  de  quando  en  qaando  a 
grandes  bozes:  ¡biua  el  Rey  y  el  Gouernador  Gon- 
zalo Pigarrot  También  hizo  aqui  ahorcar  a  vna 
yndia,  de  los  pies,  y  la  cabera  abaxo,  y  la  causa 
fue  porque  se  acuchillaron  por  ella  dos  hombres, 
que  era  el  vno  Hernán  Pérez,  su  herrador,  y  el 
otro  Francisco  Miguel,  su  furriel.  Al  herrador  hizo 
enclauar  la  mano,  y  al  furriel  le  quito  el  cargo  que 
tenia,  desonrrando  a  entrambos  mucho  y  braua- 
mente  por  lo  que  auian  hecho,  y  los  amenazo  que 
si  reyterauan  en  el  cásso  los  auia  de  ahorcar;  mas 
después  fueron  los  dos  grandes  amigos.  Fue  Dio- 
nisio de  Bouadilla  y  Balthasar  de  Cepeda,  herma- 
no de  Diego  Vaisquez  de  Cepeda,  quondan  Oydor^ 
a  rogar  por  la  yndia,  que  se  estaua  ahogando  con 
la  sangre  que  le  colgaua  a  la  garganta,  y  que  te- 
nia las  vergüenzas  de  fuera,  y  que  por  ser  muger 
la  mandasse  quitar  de  alli  antes  que  muriesse  ra- 
uiando  y  sin  conffession.  Carauajal  respondió  con 
vn  remanso  que  la  dexassen  morir  assi,  pues  ella 
con  sus  amores  mataua  a  dos  gentiles  hombres,  y 
que  pues  ella  no  auia  tenido  vergüenza  en  tener 
dos  enamorados,  que  no  era  mucho  las  mostrasse 
agora  a  todos;  mas  dende  a  vn  rato  la  quitaron  sin 
que  el  lo  supiesse.  Otro  dia  por  la  mañana  se  pu- 
ssíeron  todos  en  camino  para  Chocuyto,  pueblo  de 


46 

Magestad,  que  en  quatro  jornadas  llego  a  el, 
donde  paro  algunos  dias  aguardando  a  vnas  es- 
is  que  auia  embiado  al  ejercito  del  capitán  Die- 

Centeno.  Y  también  se  quedo  por  dar  horden  y 
ncierto  en  toda  ía  gente  que  tenia,  y  nombrar  ca- 
anes,  alferezes,  sargentos  y  otros  officiales  para 
Jenar  (1)  su  exercito  y  al9ar  vandera,  que  hasta 
i  no  la  auia  al9ado.  Primeramente  nombro  al 
;ho  Alonso  de  Mendoza  por  capitán  de  cierta 
Tanteria  y  arcabuzeria,  y  diole  por  alférez  a  vn 
onso  de  Herrera,  natural  de  Carrion,  y  la  van- 
ra  que  le  dio  fue  toda  negra  con  vn  cruzero  de 
ttan  colorado  que  atrauesaua  por  las  quatro 
juinas.  De  la  otra  tercia  parte  de  la  piquería  y 
zabuzeria  nombro  a  Pedro  de  Castañeda  por  ca- 
an,  que  auia  sido  su  sarg;ento,  y  le  dio  por  alfe- 
E  a  Francisco  de  Tapia,  y  la  vandera  fue  azul 
1  muchas  ondas  de  tafetán  azul  y  blanco  y  el 
izero  fue  de  tafetán  colorado.  Luego  nombro 
r  capitán  a  Juan  de  Morales  y  diole  por  alfe- 
:  a  Juan  Velez  de  Gueuara,  y  la  vandera  fue 
arteada  de  tafetán  blanco  y  pardo,  con  vnacruz 
[orada  que  tomaua  las  quatro  esquinas  de  la 
ndera,  y  le  dio  el  resto  de  la  otra  tercia  parte  de 

piqueros  y  arcabuzeros;  de  manera  que  cada 
pitan  destos  fue  de  piqueros  y  arcabuzeros. 
s  capitanes  de  la  cauallerJa  fue  el  mismo  Fran- 
co de  Carauajal,  y  el  otro,  Martin  de  Almen- 
as, sobrino  de  Francisco  de  Almendras,  al  que 
rto  la  cabeca  el  capitán  Diego  Centeno  en  las 


47 

Charcas;  su  alférez  fue  Francisco  Carrillo,  vezíno 
delacibdadde   Guamanga.  El  alférez  mnyor  de 
Francisco  de  Carauajal  fue  Juan  Jullio  de  Hojeda, 
vezino  del  Cuzco,  y  el  estandarte  era  quadrado  y 
de  damasco  carmesí,  con  franxas  de  oro  a  la  re- 
donda; en  la  vna  parte  tenia  las  armas  ymperia- 
les,  y  en  la  otra  las  armas  que  los  Pi^arros  tenían. 
Lleuaua  este  estandarte  vn  letrero  bien  grande,  y 
si  la  memoria  no  me  engaña  dezia  en  esta  manera: 
Por  armas,  aranas  gané  en  virtud  de  aquel  que 
me  las  pudo  dar.  Y  el  estandarte  que  tenia  Fran- 
cisco Carrillo  era  de  damasco  blanco,  con  vnas 
franxas  de  oro  y  seda,  que  también  era  quadrado; 
en  la  vna  parte  tenia  la  ñgura  de  Nuestra  Señora, 
y  en  la  otra  la  del  Señor  Sanctíago,  cauallero  en  vn 
cauallo  blanco  y  con  vna  espada  en  la  mano.  Nom- 
bro por  su  Maestro  de  campo  a  Dionisio  de  Boba- 
dilla,  y  sargento  mayor  a  Balthasar  de  Cepeda,  y 
torno  el  cargo  de  furíel  a  Francisco  Miguel,  y  nom- 
bro por  apossentador  a  Francisco  de  Cantillana, 
y  al  cabo  nombro  sargentos  menores  y  cabos  de 
esquadras  a  los  soldados  que  le  parescio  que  eran 
diligentes  para  ello.  Ordenadas  estas  cosas  con 
otras  muchas  que  eran  conuenientes  y  necesarias 
a  la  guerra,  a  cabo  de  diez  dias  se  puso  en  cami- 
no, el  qual  yendo  por  sus  jornadas  contadas  llego 
al  assíento  de  Ayohayo,  pueblo  de  Antoño  Alta- 
mírano,   en  donde  descanso  dos  dias  porque  su 
gente  yua  cansada  y  por  estar  no  mas  de  veinte 
leguas  de  los  leales.  Dezia  muchas  vezes  a  los  su- 
yos que  si  auian  de  pelear  contra  el  enemigo,  que 
bien  era  yr  descansados  como  los  contrarios  lo  es- 


I 


)orque  pudiessen  vencellos,  y  a  esta  causa 
ío  en  este  paraje  dos  días  porque  se  herra- 
:n  los  cauallos.  Estando  en  el  pueblo  se  le 
1  veynte  soldados;  los  cinco  eran  arcabuze- 
inco  piqueros  y  diez  de  a  cauallo,  por  lo 
o  gran  confussion  y  aun  turbación  en  el 
>,  que  se  tuuo  creydo  que  se  yrian  muchos 
los  ydos.  Y  por  esto  el  Maestro  de  campo 
■>  de  Bobadilla  prendió  a  ciertos  soldados 
nes  se  tuuo  sospecha,  a  los  quales  ameoa- 
jalles  tormentos  y  después  la  muerte,  para 
lixessen  lo  que  en  el  real  pasaua,  y  no  se 
líos  cosa  alguna,  porque  no  supieron  de  la 
le  los  otros,  o  porque  no  lo  quissieron  de- 
ssi  los  soltaron  libremente.  Francisco  de 
jal,  como  hombre  astato,  lo  remedio  sola- 
on  hablar  amorosamente  á  todos  los  suyos, 
>les  que  los  soldados  que  se  auian  buydo 
i  hecho  por  no  hallarse  en  la  batalla,  de 
^  de  puro  couardes.  Y  que  los  buenos  y  es- 
s  caualleros  como  ellos,  se  auian  quedado 
:ales  para  destruyr  y  malar  a  los  enemigos 
;alo  Pifarro,  y  que  no  se  le  daua  cosa  al- 
ie se  fuessen,  que  algún  dia  los  hallaría  si 
daua  vida  y  que  ellos  se  lo  pagarían  muy 
as  con  todo  esto  embio  luego  tras  ellos  a 
lartin,  portugués,  vezino  del  Cuzco,  con 
rcabuzeros  y  otros  tantos  de  a  cauallo,  los 
Fueron  por  el  camino  Real,  que  se  tuuo 
Jo  que  yuan  por  alli  al  exercito  de  Diego 
J.Lope  Martin  y  los  suyos  llegaron  seys 
leí  pueblo  do  Centeno  estaua,  y  no  hallan- 


49 

dolos»  ni  rastro  dellos,  se  boluieron  luego  y  quan- 
do  tornaron  hallaron  a  Francisco  de  Carauajal 
otra  jornada  mas  adelante,  en  vn  pueblo  llamado 
Xiquixica,  en  donde  hizieron  todos  noche.  Desde 
este  pueblo  se  partió  y  llego  temprano  a  una  cié- 
nega grande  que  los  antigos  conquistadores  lla- 
maron de  los  Xagueys,  y  antes  que  hiziesse  otra 
cosa  mando  a  los  capitanes  y  soldados  que  pares- 
ciessen  ante  el  con  todas  sus  armas  y  cauallos,  los 
quales  venidos  hizo  dos  esquadrones  dellos:  el  vno 
de  a  cauallo,  y  el  otro  de  la  ynfanteria.  A  los  de  a 
cauallo,  que  eran  ochenta  hombres,  puso  en  esqua- 
dron^quadrado,  y  toda  la  arcabuzeria  puso  a  la  re- 
donda de  los  piqueros,  de  quatro  en  quatro  en  hi- 
lera, y  como  estañan  puestos  en  esquadron  qua- 
drado  los  pusso  a  todos  bien  en  borden  con  sus  so- 
breseñales y  vanderillas  de  raso  carmesi  y  de  ta- 
fetán blanco,  pardo,  amarillo,  azul  y  negro,  que 
parescian  muy  bien  y  mas  de  los  que  eran.  Estan- 
do en  esta  borden  el  estaua  assentado  en  vna  silla 
grande,  de  frente  de  los  dos  esquadrones,  desde 
donde  se  los  estaua  mirando,  y  como  hombre  ex- 
perto en  el  arte  militar,  de  quando  en  quando,  ya 
a  los  vnos,  ya  a  los  otros,  les  enseñaua  todo  aque- 
llo que  auian  de  hazer  al  tiempo  de  Ja  pelea.  Man- 
daua  vna  vez  a  los  de  a  cauallo  tener  las  puntas  de 
las  langas  leuantadas,  y  otra  vez  mandaua  abaxa- 
llas  prestamente,  y  después  que  tendiessen  las 
puntas  como  que  estuuiessen  peleando  con  sus 
contrarios,  y  otra  vez  les  mandaua  boluellas  sobre 
la  manoyzquierda,  y  otra  a  la  mano  derecha,  como 
f uesse  menester  en  su  tiempo  y  lugar.  A  los  arca- 

G.  D«  Samta  Claha.— IV.— 3.*  4 


50 

buzeros  mando  salir  de  quatro  en  quatro  fuera  de 
las  picas,  que  estauan  caladas,  y  que  tirassen  pres- 
tamente y  que  ligeramente  se  boluiessen  a  meter 
debaxo  dellas,  y  que  luego  saliessen  otros  y  tira- 
ssen como  los  primeros.  Deziales  que  desta  mane- 
ra Y  con  esta  borden  no  se  matarían  los  vnos  ni  los 
otros,  mirando  siempre  a  los  compañeros  que  es- 
tauan delante,  y  que  en  todo  esto  no  uviesse  des- 
cuydo,  sino  mucha  diligencia  y  presteza  en  tirar  y 
con  animo  sossegado.  A  los  piqueros  mando  calar 
las  picas  a  todas  partes,  en  donde  se  hizo  dentro 
una  buena  fortaleza,  y  otras  vezes  les  mandaua 
que  tomando  las  picas  por  los  recatones  y  puestas 
sobre  los  bracos  yzquierdos,  jugassen  con  ellas  li- 
geramente dando  botes  de  lanzadas  a  los  enemi- 
gos como  si  ya  estuuiessen  peleando  con  ellos. 
Desta  manera  estuuieron  mas  de  quatro  oras  los 
soldados  exercitandose  en  las  armas  y  tomando 
lición  de  su  capitán,  amaestrándoles  de  la  forma 
y  manera  de  como  auian  de  pelear  contra  sus  con- 
trarios. Acabadas  estas  cosas  se  deshizieron  los 
esquadrones  y  cada  vno  se  fue  a  comer  a  su  tien- 
da, que  era  ya  mas  de  visperas,  y  allí  después  de 
auer  comido  qomengaron  de  aderes^ar  muy  bien 
las  armas  y  los  arcabuzes  y  a  reherrar  (1)  los  ca- 
uallos  para  la  batalla  venidera,  que  se  tuuo  enten- 
dido que  otro  dia  se  diera  muy  braua. 


(i)    Ms.  reherar. 


CAPITULO  VI 

DE  COMO  EL  CAPITÁN  DIEGO  CENTENO»  SABIENDO  QUE 
FRANCISCO  DE  CARAÜAJAL  VENIA  MUY  PUJANTE  CON- 
TRA EL,  NO  LE  QUISSO  AGUARDAR,  EL  QUAL  SE  SALIÓ 
CON  TODA  SU  GENTE   DEL   PUEBLO    DE   PARIA,   Y  POR 

QUE  CAUSA  LO  HIZO 


Sabiendo  el  capitán  Diego  Centeno  que  el  Maes 
tro  de  campo  Carauajal  le  venia  a  buscar  con  gran 
numero  de  gente,  como  sus  espias  se  lo  auian  cer- 
tificado, tuuo  gran  rezelo,  especialmente  quando 
llegaron  a  su  exercito  Juan  de  Ribas  y  Pedro 
Montañés,  de  los  veinte  que  se  auian  huydo  del 
-campo  de  Francisco  de  Carauajal  en  el  pueblo  de 
Ayohayo,  como  atrás  queda  dicho.  Estos  dos  sol- 
dados dieron  noticia  a  Diego  Centeno  de  la  mala 
yniencion  y  proposito  que  su  contrario  traya  con 
tra  el,  y  que  toda  la  tierra  les  era  faborable  y  que 
los  soldados  venian  rauiando  por  pelear  y  dar  saco 
mano  en  todo  lo  que  sus  soldados  tenian,  y  que 
todos  venian  armados  y  trayan  muchos  arcabu- 
ces y  buenos  cauallos.  Yten,  que  venian  con  Fran- 
cisco de  Carauajal  muchos  vezinos  de  la  cibdad 
«del  Cuzco,  y  que  todos  los  que  con  el  venian  eran 


52 

grandes  seruidores  de  Gootalo  Pi?arro,  y  que  se 
auian  huydo  de  su  campo  veynte  compañeros  que 
le  venían  a  seruir  como  a  verdadero  capitán  y 
leal  seruidor  de  Su  Mageslad.  Y  que  los  diez  y 
ocho  companeros  llegarían  presto  porque  venían 
por  caminos  no  sabidos,  mas  que  con  todo  no  per- 
diesse  punto  de  animo  y  esperan»;a  de  vencer  a 
Francisco  de  Carauajal,  porque  en  fin  se  hazia  en 
seruicio  de  Dios  y  del  Rey,  mayormente  que  ve- 
nían con  Carauajal  algunos  leales  que  estando 
cerca  del  se  le  passarian  luego-  De  manera  que  I» 
que  dixi;ron  estos  dos  soldados  a  Diego  Centeno  y 
a  Lope  de  Mendoza  y  a  sus  capitanes,  de  lo  vno 
les  peso,  y  de  !a  venida  de  los  diez  y  ocho  solda- 
dos les  plugo  dello,  mas  no  llegaron  a  tiempo  por- 
que ya  Diego  Centeno  se  auia  ydo  del  pueblo.  En 
fin,  al  fin,  considerando  Diego  Centeno  estas  co- 
sas le  parescio  no  ser  conuenible  aguardar  a  los 
contrarios,  por  los  respectos  que  atrás  auemos  di- 
cho, y  porque  también  tuuo  rezelo  de  algunos  de 
los  suyos  que  le  andauan  maleando,  que  el  bien 
quissíera  dar  la  batalla  y  cierto  el  lo  desseaua.  Y" 
para  determinarsse  en  esto  lo  puso  en  platica  con 
los  capitanes,  los  quales  respondieron  dizienda 
que  mejor  era  para  ellos  aguardar  allí  al  enemi- 
go, para  ver  si  por  ventura  auria  algunos  solda- 
dos que  se  quísiessen  passar  a  su  exercito  a  1:» 
voz  del  Rey,  y  que  no  auiendo  ninguno  se  podría 
yr  a  la  parte  que  mandase,  que  todos  le  siguirian 
de  muy  buena  voluntad.  Mirando  bien  Diego  Cen  ■ 
teño  estas  cosas,  por  vna  parte,  y  tanteándolo  por 
otra  en  saber  de  la  venida  de  Francisco  de  Cara- 


53 

uajal  y  de  la  mala  3*ntencion  que  traya,  le  pussie- 
ron  en  cuydádo  y  perplexidad,  y  mas  quando  supo 
que  Lope  Martin  auia  llegado  seis  leguas  de  alli. 
Y  demás  desro,  [viendo]  que  ninguno  de  los  solda- 
dos que  hasta  alli  auia  traydo  Lope  Martin,  ningu- 
no dellos  se  le  auia  passado  a  la  voz  del  Rey,  tuuo 
creydo  que  era  todo  cosa  de  burlería  lo  que  los  dos 
huydos  le  auian  dicho  y  platicado,  solo  porque 
aguardasse  alli  al  contrario;  por  tanto  procuro  de 
no  parar  mas  en  el  pueblo.  También  le  certiffica- 
ron  de  como  Francisco  de  Zuftiga  y  Juan  Sánchez 
de  Alanis  y  otros  hombres  de  su  exercito  yntenta- 
uan  pasarsse  al  vando  contrario,  matando  prime- 
ro a  el  y  a  Lope  de  Mendoza,  y  por  estas  cosas  y 
por  otras  muchas  determino  de  no  aguardar  al 
enemigo,  porque  tuuo  entendido  que  ganaria  poco 
con  su  estada.  Y  con  este  acuerdo  y  determinación 
lo  torno  a  platicar  con  el  Maestro  de  campo  Lope 
de  Mendoza  y  con  los  demás  capitanes,  diziendo 
clara  y  abiertamente  las  causas  y  razones  que  le 
mouian  para  no  aguardar  al  enemigo,  ni  era  cor- 
dura estar  mas  en  aquel  pueblo.  Y  que  era  mejor 
yrse  todos  al  pueblo  de  Chayanta,  donde  al  pre- 
sente auia  muchos  bastimentos,  los  quales  no  ter- 
nia  Francisco  de  Carauajal  si  viniesse  en  segui- 
miento dellos,  y  que  alli  se  podria  buscar  conue- 
niente  lugar  y  buen  sitio  para  dar  la  batalla  al 
enemigo.  Ellos  respondieron  que  todauia  era  bien 
estarse  en  el  pueblo  y  no  salir  del  hasta  en  tanto 
que  viessen  al  enemigo,  porque  si  se  yuan  de  alli 
les  notarian  de  couardes  y  pusilánimos;  sino  que 
se  diesse  la  batalla  al  tirano  y  que  Dios  les  dada 


54 

victoria  contra  los  enemigos,  pues  seguían  cosa 
ynjusta.  Y  que  si  no  la  quería  dar  por  los  respec- 
tos que  dicho  tenia,  que  hiziesse  todo  aquello  que 
mejor  le  paresciesse  porque  sus  honrras  no  que- 
dassen  amanzilladas  y  anduuiessen  después  en 
boc.'i  de  las  gentes  maldizientes.  Tuuo  creydo  Die- 
go Centeno  y  otros  que  seguían  su  voluntad  y  opi- 
mon,  que  llegado  Francisco  de  Carauajal  al  pueblo- 
de  Paria  y  no  los  hallando  allí,  que  luego  [se]  des- 
haría su  exercito  porque  sus  soldados  se  yrian  y  se 
ausentarían  de  su  campo  por  no  le  seguir  en  taa 
largo  y  fastidioso  camino,  y  por  la  falta  de  la  comi- 
da, que  no  la  hallarían.  Y  que  deshecho  el  campo- 
contrario  luego  ellos  darían  sobre  los  pocos  que 
quedassen  y  que  fácilmente  los  podrían  vencer; 
todo  lo  qual  les  salió  al  reues  de  sus  pensamientos, 
porque  no  uvo  lugar  a  estas  cosas,  antes  aquella 
noche  se  resumió  de  no  le  aguardar,  como  dicho 
tenemos.  Otro  día  por  la  mañana  embio  Diego 
Centeno  a  Lope  de  Mendoza  con  la  mitad  de  la 
gente  al  pueblo  de  Chayanta,  como  ya  lo  auian 
consultado  en  su  acuerdo  que  a.ssi  se  hiziesse  por 
los  respectos  ya  dichos.  Y  con  la  otra  parte  de  los 
soldados  se  estuuo  quedo  en  el  pueblo  de  Paria > 
aunque  a  la  verdad  estauan  ya  todos  puestos  a  la 
ligera,  porque  auian  embiado  adelante  todo  el  far- 
daje, y  también  embiaron  los  yndios  y  las  yndias 
de  seruicio  que  todos  tenían  y  todo  lo  que  les  pu- 
diera embarazar  en  el  camino.  Desta  manera  se 
diuidio  el  campo  de  Diego  Centeno  hasta  ver  lo 
que  haría  Francisco  de  Carauajal  no  hallándolos 
en  el  pueblo,  porque  a  la  hora  que  paraua  y  assen- 


55 

taua  su  real  luego  lo  sabia  por  las  espías  de  yndios 
que  tenia  en  el  campo  de  Francisco  db  Carauajal. 
Pues  continuando  el  tirano  por  su  camino  llego  a 
tres  leguas  de  los  leales,  a  horas  de  missas  mayo- 
res, y  se  pusso  junto  a  vn  arroyato  de  agua,  y 
como  ya  estuuiesse  alojado  con  todo  su  exereito  le 
fueron  a  dezir  ciertos  yndios  espías  suyas  de  como 
Lope  de  Mendo(?a  se  auia  salido  del  pueblo  de  Pa- 
ria con  mucha  gente,  y  que  Se  yua  camino  de  Cha- 
yanta.  Y  que  el  capitán  Diego  Centeno  y  el  Padre 
vizcayno  Pedro  Ruyz  le  estauan  aguardando  en  el 
pueblo  con  muchos  arcabuzeres,  y  que  todo  el  far- 
daje, yndios,  yndias  y  los  cauallos  demassiados 
que  tenían  los  auian  embiado  adelante;  mas  que 
ellos  no  sabían  a  que  proposito  lo  aui^  hecho. 
Destas  nueuas  le  peso  grandemente  y  mucho  qui- 
siera que  no  se  huyeran  (1),  sino  que  los  aguarda- 
ran en  el  pueblo  para  que  se  diera  la  batalla  o  que 
se  pussleran  en  la  su  merced  para  que  el  los  per- 
donara, porque  dezia  que  si  viniessen  que  el  les 
haría  grandes  mercedes  en  nombre  de  Gonzalo 
Pi^arro  su  seflor,  porque  se  concluyeran  ya  estas 
renzillas  y  contiendas;  mas  viendo  que  no  podía 
ser,  lo  disimulo  con  vn  sospiro  que  dio  muy  gran- 
de mirando  hazia  el  cielo.  Pues  sabiendo  Caraua- 
jal  esto  mandó  luego  a  los  capitanes  y  soldados  que 
todos  caualgassen  prestamente  en  sus  cauallos  y 
mulasy  siguíessen  tras  sus  vanderas  y  estandartes, 
y  assi  lo  hizieron  todos,  ca  vierades  alli  en  aquella 


(i)    Tachado:  >M«i>riiM 


56 

el  rumor  y  la  priesa  que  tuuieron  en  el  ensi- 

enfrenar,  que  fue  cosa  estrafla  de  ver  la  vo- 
d  con  que  lo  hazian.  Hedió  (lia  era  y  viernes 
o  de  la  semana  sancta  quando  los  piíjarristas 
nparon  de  marchar  contra  los  del  capitán 
iCenteno.yendo  todos  juntos  y  puestos  en  es- 
•on  en  sus  cauallos  y  muías,  assi  piqueros 

arcabuzeros.  Y  cassi  a  vna  legua  del  pueblo 
ítraron  con  el  padre  Vizcayno,  en  vn  (¡rran 
,  con  ochenta  arcabuzeros  que  yuan  por  co- 
ires  y  descubridores  del  campo   para  ver 

venian  sus  enemigos  y  que  borden  Ileuauan 
ran  muchos.  El  padre  Vizcayno  [v  sus  arca- 
■os],  como  vieron  al  enemigo  tan  cerca  que 

marchando  con  los  suyos,  les  parescieron 
os  mas  de  los  que  la  fama  publicaua,  y  esto 
iso  por  amor  de  tas  veletas  de  diuersas  colO' 
ie  los  pi^arristas  trayan  puestas  en  las  me- 
;eladas  y  en  los  sombreros.  El  padre  Vizcay- 
3  perdiendo  punto  de  animo,  ni  menos  los  su 
:omen9aron  con  s^ande  furia  a  tirar  sus  ar 
■es  contra  los  pifjarristas,  y  las  balas  no  alle^ 
n  a  ellos,  por  estar,  como  estauan,  muy  apar- 

los  vnos  de  los  otros.  Los  arcabuzeros  de 
Liajal,  queriendo  tirar  a  los  leales  con  la  mis- 
iria,  les  mando  que  no  lo  hiziessen  porque  se- 
istar  la  poluora  y  las  balas  en  vano,  y  que  no 
jassen  en  los  pocos,  sino  en  los  muchos,  que 

mayor  honrra  para  ellos,  y  a  esta  causa  no 
an,  antes  marchauan  con  gran  silencio  su 
a  poco  contra  los  corredores  que  a  mas  an- 
e  yuan  retirando.  Llegados,  pues,  los  corre- 


57 

dores  al  capitán  Diego  Centeno,  le  dixeron  lo  que 
auian  visto  y  lo  que  les  parescido  auia  de  la  gente 
que  venia,  y  el  no  queriendo  aguardar  se  salió  del 
pueblo,  en  donde  se  aula  quedado  con  doze  arca- 
buzeros,  y  se  fueron  todos  a  poner  aquella  noche 
dos  leguas  de  alli,  en  vn  arroyo  grande,  camino 
de  Chayanta.  Ante  todas  cosas  Diego  Centeno 
dexo  vnos  yndios  encubiertos  por  sus  espias  se- 
cretas, que  eran  muy  leales,  para  que  viessen  lo 
que  Francisco  de  Carauajal  hazia,  y  que  luego  a 
la  hora  y  por  la  posta  le  f  uessen  a  dar  auisso  del 
mouimiento  que  su  enemigo  hazia,  ó  por  que  ca- 
mino hechaua,  porque  conforme  a  ello  haria  lo  que 
mas  le  conuiniesse.  Francisco  de  Carauajal,  no 
parando  en  el  camino,  sino  con  la  furia  que  lleua- 
ua,  entro  por  el  pueblo  de  Paria  cassi  a  las  Aue 
Marías  con  el  esquadron  apiñado,  y  a  la  entrada 
del  hallaron  vna  gran  botija  colgada  en  vna  hor- 
ca, con  vna  cuerda,  }''  en  ella  estañan  muchas  le- 
tras grandes  que  desta  manera  dezian:  Assi  como 
esta  colgada  esta  botija,  assi  auemos  de  ahorcar 
al  botijón;  y  en  otra  cédula  dezia:  bien  veis  la  bo- 
tija colgada;  assi  hemos  de  ahorcar  al  borracho 
de  Francisco  de  Carauajal,  porque  es  vn  cruel 
tirano  y  traydor  y  de  los  hombres  matador  y 
peruerso  mas  que  Ñero  el  emperador;  y  en  otras 
coplas  dezian  assi: 

La  botija  y  el  botijón 
dos  borrachos  son; 
Francisco  es  el  cuero, 
Carauajal  el  recuero. 


53 


Ha^a  ya  lamentación 
el  triste  [del]  merendante, 
que  de  oy  en  adelante 
no  aura  ningún  botijón. 


I  estos  motetes  y.  villancicos  y  con  otros  mas 
estauan  puestos  en  la  botija  fue  rescebído  el 
el  tirano,  porque  quien  tal  haze  tal  meresce,  y 
nismo  leyó  algunas  dcllas,  de  que  le  dieron 
n  pesar,  aunque  lo  disimulo  con  vna  risa  y  dixo 
el  refrán  amigo:  antes  que  digas,  digas; 
•s  ellos  saben  hablar  como  donsellas,  yo  como 
ibre  sabré  tlespues  obrar;  y  con  esto  se  passo 
lante,  Assi  como  entro  en  el  pueblo  lo  hallo 
)  despoblado  de  gente  y  de  bastimentos,  que 
tallaron  que  comer,  y  antes  que  anocheciesse 
a  luego  en  borden  sus  dos  esquadrones  en  vn 

0  apartado  vn  poco  del  pueblo  junto  a  vn  arro- 
}  de  agua.  Y  mando  que  todos  se  quedassen 
sios  en  csquadron  como  se  estauan  y  nadie  sa- 
se  fuera  del,  y  miindo  que  no  se  pusiessen 
das  algunas  porque  ninguno  se  acogiesse  a 
s,  y  venida  la  noche  mando  poner  en  muchas 
tes  que  le  parescio  sus  cintinelas,  guardas  y 
ichas,  assi  de  a  píe  como  de  los  de  a  cauallo. 

1  el  trio  muy  grande  que  hizo  aquella  noche 
.sieron  los  soldados  poner  algunas  tieadas  en 
de  acogersse,  mas  como  estauan  en  aquel  tan 
groso  trance  no  se  atreuieron  a  desmandarse, 
or  esto  se  hizo  vn  poco  de  luego  solamente 
1  callentarsse  las  manos,  mas  luego  se  mando 
gar.  Estando  todos  en  vela  y  assossegados, 


59 

cerca  de  la  media  noche  llego  el  padre  Vizcayno 
conquarenta  arcabuzeros  y  se  pussieron  quanto. 
tres  tiros  de  arcabuz  del  esquadron  del  tirano,  en 
vna  loma  de  un  cerro  baxo,  junto  a  unas  sepultu- 
ras altas  de  yndios.  Y  desde  alli  comentaron  todos 
a  disparar  sus  arcabuzes  y  a  dezir  a  grandes  bo- 
zes:  ¡biua  el  rey,  hiua  el  rey,  y  mueran  Iraydo- 
res!;  venios^  leales  caualleros,  al  seruicio  de  Su 
Magestad,  Otros  dixeron:  caualleros,  pues  os  pre- 
ciays  ser  hijosdalgo,  dexad  de  seruir  a  los  tira- 
nos, que  son  matadores  de  los  hombres;  venios 
al  rey,  que  acá  se  os  harán  grandes  mercedes; 
y  todo  esto  se  dixo  muchas  vezes,  con  otras  cosas ^ 
para  ver  si  aula  alguno  dellos  que  acudiesse  a  la 
boz  de  Su  Magestad.  Mas  como  entonces  tenían 
vn  Gonzalo  Pi(;arro  sellado  en  las  entrañas  y  den- 
tro  en  los  corazones  y  le  guardauan  toda  fidelidad, 
nouvo  ninguno  de  los  capitanes,  ni  de  los  solda- 
dos, que  se  quissiesse  passar,  sino  fue  tan  solo  vno 
que  se  llamaua  Alonso  d^Escobar.  Este  soldado  se 
fue  al  Padre  Vizcayno  y  le  dixo  que  era  en  vano 
dar  tantas  bozes  a  los  sordos  y  tray dores,  pues  no 
querían  reduzirse  al  seruicio  del  rey,  porque  esta- 
uan  muy  constantes  y  firmes  en  seguir  la  falsa  opi- 
nión de  Pigarro,  y  que  nadie  se  huyria,  porque  el 
mismo  no  auia  tenido  tal  sentimiento.  El  Padre . 
Vizcayno  tuuo  creydo  esto  ser  assi,  y  auiendo  vis- 
to que  ninguno  acudía  al  nombre  del  rey  y  que 
auia  mas  de  dos  horas  o  tres  que  andauan  por  alli 
remolinando,  se  fueron  adonde  Diego  Centeno  los 
estaua  aguardando,  y  de  alli  se  fueron  adonde 
Lope  de  Mendo<;a  se  auia  ydo  y  supieron  por  en- 


^ 


60 

tero  de  Escobar  todo  lo  que  passaua  en  el  campo 
del  contrario.  Por  estas  causas  y  razones  no  qui- 
sieron dar  la  batalla,  y  assi  comentaron  todos  a 
caminar  a  la  ligera  teniendo  que  los  pi^arristas  no 
los  alcanzarían  por  el  gran  bagaje  que  trayan, 
que  por  no  lo  dexar  ni  perder,  que  no  caminarían 
tanto  quanto  ellos  quisiessen,  sino  su  poco  a  poco, 
o  que  se  quedarian  en  el  pueblo  descansando  algu- 
nos días. 


i 


CAPITULO  VU 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  DIO  ÜN 
MO  ALCANCE  A  LOS  DOS  CAPITANES  DIEGO 
y  (1)  LOPE  DE  MENDO(;a  por  el  CAMINO  DE 
DE  CHAYANTA,  EN  DONDE  HALLARON  A  DOS 
DESCABEZADOS,   Y    DE  LO  DEMÁS  QUE  F 


Venida  que  fue  la  maílana  del  Sabadi 
de  mili  y  quinientos  y  quarenta  y  seys  añ( 
cisco  de  Carauajal  llamo  a  todos  sus  ca{ 
soldados  a  su  tienda,  en  donde  se  auia  i 
por  amor  del  grandissimo  frió  .que  hizo  aq 
che,  que  destemplo  los  cuerpos  a  mucho 
pi9arristas,  los  quales  venidos  ante  el  les 
mo  era  muy  conueniente  y  necesario  qi 
ellos  dexassen  la  ropa  y  fardaje  que  traya 
der  de  veinte  arcabuzeros  para  que  la  gua 
porque  el  tenia  determinado  de  yr  tras  Dit 
teño  y  Lope  de  Mendoza,  y  no  parar  en  mi 
hasta  auellos  a  las  manos.  Y  pues  el  encnr 
comeni;ado  a  huyr,  tenia  creydo  que  no  p: 
le  aguardaría  en  parte  ninguna,  como  '. 
hecho,  que  se  auian  salido  de  todas  las  pr 


62 

del  Perú  quando  Alonso  de  Toro  auia  ydo  en  se- 
guimiento dellos,  y  que  se  yrian  a  la  entrada  de 
Rojas,  y  que  los  auia  de  seguir  hasta  alia,  o  a  don- 
de quiera  que  fuessen,  aunque  pasassen  de  la  otra 
vanda  del  mundo.  Sus  capitanes  y  soldados  dixeron 
que  lo  que  el  tenia  acordado  estaría  muy  bien  he- 
cho y  que  assi  se  hiziesse  y  por  tanto  les  man- 
dasse  hazer  todo  aquello  que  conuiniesse  al  serui- 
cio  de  Gonzalo  Pi^arro,  que  ellos  le  seguirían  muy 
de  buena  voluntad  yendo  con  el  hasta  el  cabo  del 
mundo.  Visto  por  el  Maestro  de  campo  la  buena 
voluntad  que  todos  le  iñostrauan  tener,  les  torno 
a  dezir  que  dexadas  las  cosas  que  les  pudiessen 
eníibaragar  siguiessen  y  persiguiessen  á  sus  con- 
trarios que  en  tanto  afán  y  trabaxo  les  ponian,  y 
que  fuessen  todos  a  la  ligera,  pues  tenían  buenos 
cauallos  y  muías  para  lo  hazer.  Y  que  en  las  alfor- 
jas licuasen  alguna  cosa  para  comer  por  el  cami- 
no que  auian  de  llenar,  porque  tenia  entendido  y 
aun  creydo  que  Diego  Centeno  y  Lope  de  Mendo- 
za aurian  hecho  a  los  yndios  algar  los  bastimentos 
que  tenían  por  donde  ellos  auian  de  passar,  porque 
no  se  aprouechassen  dellos,  y  los  soldados,  obe- 
desciendo  el  mando,  lo  hizieron  assi  y  se  aperce- 
bíeron  prestamente.  Sintiendo  Francisco  de  Cara- 
.uajal  que  todos  estañan  a  punto,  estando  el  ya 
cauallero  en  su  muía  bermeja  los  llamo  a  todos, 
los  quales  venidos  se  pussieron  ante  el  muy  bien 
aderesQados  y  armados ,  y  el ,  desque  los  vido 
assi  (1),  se  holgó  mucho.  Y  con  esto  comentaron 


(I)     Tachado:  mucho. 


t: 


63 


de  caminar  por  la  vía  que  Diego  Centeno  camina- 
«a,lleuando  sus  estandartes  y  vanderas  tendidas 
al  viento,  y  el  yua  delante  de  todos  y  delante  de  si 
Ueuaua  dos  negros  muy  altos  de  cuerpo,  con  dos 
cauallos  de  diestro,  que  el  vno  se  dezia  el  Boscan 
y  el  otro  el  Vayoelo.  Yten,  lleuaua  veynte  arcabu- 
zeros  V  otros  tantos  (1)  de  a  caual  lo  por  corredores, 
los  quales  vuan  delante  buen  rato  descubriendo  el 
campo  a  vn  lado  y  a  otro  porque  por  ventura  no 
les  tuuiesscn  puestas  algunas  celadas  en  algunos 
barrancos  y  quebradiUas  que  por  alli  auia.  Desta 
manera  fueron  caminando  a  toda  furia  tras  ellos 
y  aun  no  auian  andado  quatro  leguas  quando  en 
vn  recuesto  en  el  mismo  camino  hallaron  muertos 
y  descabegados  a  Francisco  de  Zuñiga.  natural  de 
Seuilla  V  a  Juan  Rodríguez,  granadino,  los  quales 
estauan  desnudos  en  cueros  y  las  caberas  arroja- 
das por  ay.  Segunflue  después  dixeron,  que  estos 
dos  hombres  por  hazer  amistad  y  seruicio  a  Gon- 
9alo  PiQarro  v  a  su  Maestro  de  campo  hordenaron 
de  matar  a  Diego  Centeno  y  á  Lope  de  Mendoza 
V  al  padre  Vizcayno,  y  como  fueron  sentidos  no 
úvo  effecto  a  lo  que  pretendían  [y]  los  despacharon 
desta  presente  vida,  dissimulando  con  otros  que 
eran  en  el  mismo  negocio.  Quando  Francisco  de 
Carauajal  los  vido  uvo  lastima  dellos  y  mando  a 
quatro  soldados  que  alli  se  quedassen  para  que  los 
enterrassen,  y  juro  de  vengar  sus  muertes  en  Die- 
go Centeno  y  en  los  suyos,  y  assi  passo  adelante 
y  caminaron  todo  el  dia;  y  los  soldados  que  queda- 

(l)    Tachado:  arcahtzeros. 


64 

ron  hizieron  vna  sepultura  con  las  dagas  y  alli  en- 
terraron a  los  dos  diffuntos.  Como  los  pi^arristas 
caminauan  á  toda  furia,  vuan  va  sin  borden  ni 
concierto;  mas  como  los  leales  yuan  de  priesa  no 
aguardaron  de  les  hazer  ningún  ardid,  ni  de  poner- 
les algunas  encamisadas  para  los  poder  prender  o 
matar,  que  si  por  alli  salieran  algunos,  fácilmente 
los  pudieran  desbaratar,  porque  el  camino,  como 
hemos  dicho,  era  todo  de  quebradillas  y  barran- 
cos [y]  se  pudieran  esconder  en  ellas  para  hazer 
effecto.  Ya  que  era  casi  noche  prendieron  los 
corredores  de  Francisco  de  Carauajal  a  vn  buen 
soldado  llamado  Pedro  Vidal,  el  qual  fue  traydo 
ante  el,  y  como  era  nothe  lo  mando  atar  fuerte- 
mente de  pies  y  manos  como  a  carnero,  porque 
no  se  huyesse  mientras  el  y  los  suyos  descan- 
sauan,  que  se  auían  apeado  en  vn  arroyo  se- 
co debaxo  de  unas  enzinas.  Como  hizo  grandi- 
ssimo  frió  se  le  hincharon  a  Pedro  Vidal  las 
manos  y  braceos  y  los  pies,  por  lo  qual  daua 
y  dio  las  mayores  bozes  del  mundo  llamando  a 
Dios  y  a  Sancta  Maria  su  madre,  y  que  Francisco 
de  Carauajal  le  perdonasse,  que  bastaua  el  tor- 
mento que  estaua  padcsciendo,  que  era  mas  cruel 
que  la  muerte.  Y  que  si  auia  de  morir,  que  por 
amor  de  Dios  lo  despenassen  ya,  y  le  dexassen 
conffessar  primero,  y  no  le  tuuicssen  puesto  en 
aquel  tan  terrible  tormento;  que  cierto,  quien  lo 
viera  tuuiera  del  gran  compassion  y  lastima  en 
velle  todo  hinchado,  causándolo  el  frió,  y  en  las 
lamentaciones  que  hazia.  Aun  no  era  bien  ama- 
nescido,  que  fue  domingo  y  dia  de  pasqua  de  la 


J 


65 

Sanctissima  Resurrección,  quando  hizo  poner  ante 
si  a  Pedro  Vidal  y  le  pregunto  muchas  y  diuersas 
cosas,  el  qual  respondió  que  como  era  soldado  po- 
breton  no  le  dauan  parte  de  lo  que  se  auia  de  ha- 
zer,  y  assi  no  sabia  nada,  por  lo  qual  le  mando  dar 
garrote  y  sin  conffession,  y  alli  le  dexaron  muerto 
a  benefficio  de  los  cueruos.  Hecha  esta  gran  cruel- 
dad mando  a  todos  los  suyos  que  caualgassen 
prestamente,  y  de  puro  friolentos  no  podían  subir 
sobre  sus  cauallos  que  estuuieron  toda  la  noche 
ensillados  y  enfrenados.  Mas,  en  fin,  prosiguiendo 
su  camino  adelante  llegaron  a  vn  cerro  que  tenia 
vn  mal  passo  y  angosto,  en  donde  se  auian  puesto 
Diego  Centeno  y  el  Padre  Vizcayno  con  muchos 
arcabuzeros  aguardando  a  los  pigarristas  para  les 
estoruar  el  passaje  con  muerte  de  alguno  dellos. 
Sintiendo  esto  Francisco  de  Carauajal,  que  fue 
auissado  de  sus  corredores,  hizo  alto  para  que  los 
suyos  Uegassen,  porque  muchos  dellos  se  auian 
"quedado  muy  trasseros  por  amor  de  los  cauallos, 
que  se  les  auian  cansado,  que  ya  no  podian  andar. 
Llegados  que  fueron,  muchos  luego  se  apearon  de 
sus  muías  y  cauallos  y  se  fueron  hazia  donde  es- 
taua  el  mal  passo  y  angustura  y  alli  se  tiraron  con 
furia  los  vnos  y  los  otros  vn  rato  de  arcabuzagos. 
Y  como  estañan  apartados  tirauan  a  tira  mas  tira, 
y  como  todos  vieron  que  no  hazian  effecto  los  ar- 
cabuzes  soltaron  las  lenguas  y  comen(;aron  de  tra- 
tarsse  mal  de  palabra,  Uamandosse  los  vnos  y  los 
otros  de  hidesputas,  vellacos,  traydores  y  enemi- 
gos de  Dios  y  de  sus  Sanctos,  y  de  Su  Magestad; 
de  manera  que  los  pi^arristas  dezian  estas  pala- 

G.  DR  Samta  Clara.~IV.--3-0  5 


"^ 


12 


66 

bras  a  los  leales,  y  en  retorno,  ellos  les  dezian  lo 
mismo.  Pues  como  Diego  Centeno  y  el  Padre  Pe- 
dro Ruyz  se  vieron  apretados  y  que  sus  contrarios 
les  yuan  ganando  a  mas  andar  el  passo,  lo  desam- 
pararon luego  sin  daño  alguno  de  entrambas  par- 
tes y  se  fueron  con  la  mayor  presteza  que  pudie- 
ron al  pueblo  de  Chayanta,  en  donde  los  aguarda- 
ua  el  capitán  Lope  de  Mendoza.  Francisco  de  Ca- 
rauajal,  quando  sintió  que  el  mal  passo  y  angustu- 
ra  estaua  desembarasgado,  atraueso  por  el  sin  nin- 
gún rezelo,  aunque  primero  y  ante  todas  cosas 
echo  por  delante  mas  de  treynta  arcabuzeros  para 
ver  lo  que  auia  en  el.  En  fin,  Diego  Centeno  y  el 
Padre  Vizcayno  con  los  demás,  quando  llegaron  al 
pueblo  de  Chayanta  no  quissieron  aguardar  alli  al 
enemigo,  por  muchas  causas  y  razones  que  para 
ello  les  mouio  a  todos.  Por  tanto  Lope  de  Mendoza 
mando  luego  a  los  yndios  que  se  algassen  y  se  fue- 
ssen  a  los  montes  a  esconder  y  que  primero  es- 
condiessen  todos  los  bastimentos  que  tenían,  ate- 
morizándolos con  las  crueldades  del  Maestro  de 
campo,  que  los  auia  de  quemar  viuos,  y  assi  se 
fueron  todos  huyendo  a  los  montes.  Assimismo  el 
dicho  Lope  de  Mendo<;a  mando  quemar  vna  gran 
casa  en  donde  estañan  encerradas  (1)  mas  de  diez 
mili  hanegas  de  mahíz  tremes,  porque  Francisco 
de  Carauajal  ni  sus  soldados  no  gozassen  del,  por- 
que en  llegando  luego  lo  auian  de  tomar  todo  para 
ellos  y  para  sus  cauallos,  y  esto  se  hizo  a  fin  de 
que  Carauajal,  no  hallando  que  comer,  se  boluie- 


camino  diuerso  del  que  auian  de  lleuar  y  se  torna- 
ron otra  vez  al  pueblo  de  Paria,  de  donde  auian 
salido  el  Viernes  Saucto,  que  contornearon  y  ro- 
dearon vnos  cerros  muy  grandes  y  ásperos  de  an- 
dar. Llegaron  con  Diego  Centeno  y  Lope  de  Men- 
•do9a  a  este  dicho  pueblo  hasta  doscientos  solda- 
dos, que  los  demás  se  quedaron  atrás  y  se  aparta 
ron  del  camino  porque  Francisco  de  Carauajal  no 
•encontrasse  con  ellos,  porque  no  los  mandasse  dar 
garrote  como  auia  hecho  de  otros. 


CAPITULO  vm 

DE  COMO  PROSIGUIENDO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SU 
CAMINO  ALCANZO  A  LOS  CAPITANES  DIEGO  CENTENO  Y 
A  LOPE  DE  MENDO<pA,  EN  EL  PUEBLO  DE  PARIA,  EK 
DONDE  SE  TUUO  CREYDO  QUE  SE  DIERA  BATALLA,  Y 

DE  LO  DEMÁS  QUE  PASSO 


Auiendo  Francisco  de  Carauajal  entendido  y 
sabido  que  los  dos  capitanes  Diego  Centeno  y  Lo- 
pe de  Mendoza  y  el  Padre  Vizcayno  con  todos  los 
demás  soldados  eran  ydos,  y  que  se  auian  quitado 
del  mal  passo  en  donde  se  auian  puesto,  fué  tras 
ellos  con  aquella  furia  que  siempre  tenia  en  su  ani- 
mo yndomito,  hasta  que  allego  ya  muy  tarde  al 
pueblo  de  Chayanta.  Assi  como  llego  con  todos 
ios  que  le  pudieron  seguir,  al  dicho  lugar,  lo  ha- 
llaron todo  despoblado  de  los  yndios  naturales,  [y\ 
que  aquella  madrugada  se  auian  ydo  de  alli  sus 
contrarios,  de  lo  qual  le  peso  grandemente  porque 
quisiera  de  los  hallar  para  hazer  carnicería  en 
ellos.  Luego  los  soldados  del  tirano  se  esparcieron 
y  derramaron  por  el  pueblo  a  buscar  de  comer  y 
no  hallaron  que  sino  vn  poco  de  mahiz  que  estaua. 
escondido  en  vnos  hoyos  debaxo  de  la  tierra,  que 
los  naturales  lo  auian  puesto  alli  por  mas  secreto^ 


69 

y  lo  que  puaieron  hallar  derramado  en  el  suelo  en 
donde  los  leales  auian  dado  de  comer  a  sus  caua- 
líos,  que  [de]  esto  auia  poco,  y  lo  demás  que  reco- 
gieron no  fue  nada  en  comparación  de  lo  mucho 
que  auian  menester  [para]  la  ynsaciable  hambre 
que  tenían.  Dende  a  vna  hora  que  Francisco  de 
Carauajal  llego  al  dicho  pueblo  se  presento  ante 
el  vn  soldado  llamado  Juan  de  Arjona,  que  se  auia 
huydo  del  campo  de  Diego  Centeno,  el  qual  dio 
auiso  de  lo  que  su  contrario  dezia  que  auia  de  ha- 
2er,  y  del  camino  que  auia  tomado  y  a  donde  yua. 
Y  mas  le  apercibió  diziendole  que  aguijasse  mu- 
cho, porque  alcanzarla  a  sus  contrarios  aquella 
noche  quatro  o  cinco  leguas  de  alli,  porque  no  po- 
dían andar  mucho  por  ser  muy  áspero  y  mal  ca- 
mino el  que  lleuauan.  No  quisso  Francisco  de  Ca- 
rauajal aguardar  mas,  ni  parar  en  el  pueblo,  an- 
tes se  pusso  luego  en  camino  y  como  era  angosto 
y  áspero  y  de  mal  pays  no  anduuo  sino  tres  leguas 
y  no  alcauQO  a  Diego  Centeno  ni  a  ninguno  de  los 
suyos,  y  quando  amáneselo  llego  a  vn  arroyo  muy 
grande  que  lleuaua  mucha  agua.  Lleuo  Diego 
Centeno  este  camino  solamente  por  desatinar  al 
enemigo;  mas  si  el  fuera  por  lo  alto  de  la  sierra 
hallara  buen  camino  y  llano,  y  como  no  lo  sabia 
fuesse  tras  su  contrario,  y  como  el  arroyo  era  tor- 
tuoso y  de  muchas  bueltas  lo  passaron  mas  de 
treynta  vezes  dándoles  el  agua  por  encima  de  los 
estribos,  que  lo  tuuieron  por  gran  trabajo.  Al  fin, 
passado  este  rio  y  larga  quebrada  llegaron  los  sol- 
dados y  cauallos  muy  canssados  a  vn  pueblo  que 
estaua  despoblado  de  yndios  y  de  comida,  dexando 


n 


70 

3  a  mano  derecha,  y  en  este  dia  fue  Fran- 
Carauajal  en  vn  cauallo  bien  alto  y  muy 
,  por  amor  del  agua,  porque  no  se  le  mo- 
s  pies.  Estando  en  este  pueblo  comiendo, 
i  a  medio  día,  llego  a  el  vn  yndio  que  des- 
upo  que  era  hechadizo  y  espía,  el  qual 
arauajat  entre  otras  cosas  que  le  fueron 
das,  de  como  el  exercito  de  su  contrario 
iutdido  y  apartado,  y  que  Centeno  se  yua 
■  de  Paría,  y  que  Lope  de  Mendoza  se  yua 
de  la  Plata.  El  tirano,  como  experto  en 
de  la  guerra,  no  le  dio  crédito,  antes  dixo 
lechadizo  y  espia  y  que  en  las  palabras 
Hendido,  y  mas  por  las  preguntas  que  le 
10,  porque  variaua  y  se  contradezta  en 
[ual  mando  prender  y  (1)  licuarlo  a  buen 
jorque  no  se  huyesse,  y  buelto  a  sus  ca- 
;s  dixo:  Estos  necios  piensan  que  assi  li- 
ite  tengo  de  diuidir  mis  caualleros  y  bue- 
dos,  para  que  después  nos  aguarden  en 
1  passo  para  podernos  desbaratar  si  pu- 
erto ellos  lo  tienen  mal  pensado  y  se  en- 
todo  y  por  todo  y  muy  mucho.  Mas  por 
ngaño  y  ardid  que  nos  quieren  ellos  ha< 
:l  mismo  engaño  entiendo  de  los  coger 
axo  de  vna  trampa,  o  sí  no  yo  los  haré 
o  liebres;  vamos  y  caminemos  para  ven- 
soldados  sin  capitán,  y  después  boluere* 
t  Lope  de  Mendo9a,  que  esta  sín  gente, 
ad  que  se  an  dluidido,  lo  qual  yo  no  creo. 


71 

No  uvieron  acabado  de  comer  lo  poco  que  tenían 
quando  de  ymprouiso  comentaron  de  marchar 
aquella  tarde  y  toda  la  noche,  y  como  hazia  gran- 
de escuridad  Ueuauan  vna  guia  que  era  estrange- 
ro  y  llegaron  a  vna  ciénega  grande  muy  mala  de 
passar.  Y  queriendo  la  guia  passar  con  su  muía, 
cayo  con  ella  en  la  ciénega  y  le  tomo  vna  pierna 
debaxo,  que  se  la  quebró,  y  comento  a  dar  muy 
grandes  bozes  y  a  dezir  que  la  gamba  tenia  que- 
brada, que  fue  gran  lastima  de  le  oyr  dar  tan  dolo- 
rosas  bozes  llamando  a  Dios  y  a  Sancta  Maria  su 
madre.  Aun  no  era  bien  caydo  este  hombre  quan- 
do el  capitán  Juan  de  Morales,  queriendo  passar, 
que  yua  tras  de  la  guia,  cayo  también  en  la  ciéne- 
ga junto  al  leuantisco,  y  se  enlodo  y  encharco  to- 
do, y  como  hazia  grandissimo  frió  la  guia  murió 
alli  luego.  El  capitán  estuuo  a  canto  de  morirse, 
que  assi  como  le  sacaron,  mientras  le  trayan  ropa 
limpia  para  vestille  y  en  el  entretanto  que  le  da- 
uan  vino  para  que  se  callentasse,  se  le  hinchió  todo 
el  cuerpo,  causado  del  frió,  que  parescio  odre  hin- 
chado, y  assi  con  los  remedios  que  le  hizieron  es- 
capo de  la  muerte.  Con  todo  esto  no  pararon  los 
pi^arristas,  sino  que  tomaron  el  camino  mas  arri- 
ba de  la  ciénega  y  passaron  a  pie  enjuto  y  assi  ca- 
minaron con  mucha  priesa  llenando  consigo  al  ca- 
pitán Juan  de  Morales  bien  arropado,  y  dexo  dos 
soldados  para  que  enterrassen  a  la  guia.  Y  con 
esto  passaron  muchas  ciénegas  y  malos  passos, 
que  como  la  noche  hazia  muy  escura  parescieron 
mas  malos  de  lo  que  eran,  como  muchas  vezes 
acontesce,  y  Diego  Centeno  y  los  suyos  como  lo 


72 

ron  de  dia  no  se  les  hizo  tan  dífñcultosso  por- 
ierotí  por  donde  passauan.  Quando  amanes- 

hallaron  media  legua  del  pueblo  de  Paria  y 

allí  vieron  a  Diego  Centeno  y  a  Lope  de 
aga  como  tenian  puesta  la  gente  en  esqua- 
ínvnalto,  por  lo  qual  mando  el  tirano  a  los 

que  se  aparejassen  a  la  batalla  porque  sus 
gos  los  estauan  aguardando  para  dalla.  Los 
'istas,  como  estauan  muertos  de  frío  l,leua- 
>s  arcabuzes,  lani;asy  picas  atrauesadasen 
las,  que  no  las  podían  tener  en  las  manos, 
<s  no  las  podían  abrir;  mas  no  por  esso  per- 
1  punto  de  animo,  antes  a  mas  andar  se 
allegando  a  donde  estauan  los  leales.  Vien* 
ego  Centeno  y  Lope  de  Mendoi;a  que  Fran- 
de  Carauajal  auia  andado  mucho  y  que  ve- 
uy  cerca,  les  peso  mucho,  y  assi  no  le  qui- 

(1)  aguardar,  antes  dexundo  el  lugar  que  te- 
e  fueron  todos  por  el  camino  Real  del  Cuzco, 
so  ante  passo,  porque  algunos  de  los  solda- 
>  se  fuessen.  Porque  en  esta  ora  se  le  auian 
as  de  ciento  y  cínquenta  hombres  de  a  cana- 
ircabuzeros  a  diuersas  partes,  por  no  venir 
nanos  del  tirano  cruel  que  desseaua  cogellos 
irtar  su  hambre  canina  de  la  sangre  de  los 
,  Dexo  por  corredores  al  Padre  Vizcayno  con 

hombres  de  a  cauallo  y  arcabuzeros  de 
;s  se  tenía  gran  conñan^a,  que  ciertamente 
)s  dellos  se  apartauan  del  camino  Rea)  y  se 
1  esconder,  solamente  por  no  encontrar  con 


J 


73 

este  hombre,  al  qual  auian  cobrado  gran  temor 
por  los  grandes  alcances  que  les  daua.  Verdade- 
ramente tengo   créydo  que  si  Diego  Centeno  y 
Lope  de  Mendoza  y  los  demás  le  aguardaran  en 
este  paraje  y  dieran  batalla  a  los  enemigos,  sin 
duda  que  él  los  venciera  a  causa  que  todos  sus  sol- 
dados estañan  descansados  y  calientes,  que  auian 
tenido  aquella  noche  mucho  fuego,  [y]  estando,  co- 
mo estañan,  en  fuerte  lugar.  Los  de  Francisco  de 
Carauajal  venian  muy  cansados  y  desudados  y  es- 
tañan ademas  friolentos,  que  no  podian  mandar  las 
armas  que  tenian  en  las  manos,  porque  todos  los 
hombres  de  a  cauallo,  piqueros  y  arcabuzeros  no 
se  podian  apear  de  sus  cauallos  porque  tenian  los 
pies  apegados  a  los  estribos,  de  puro  carámbano  y 
frió.  Y  quando  se  apearon  no  pudieron  andar  de 
tullidos  y  encogidas  las  piernas,  que  no  las  podian 
enderes^ar,  y  los  bracos  y  las  manos  no  las  podian 
menear,  y  assi  temblauan  de  puro  frió  como  azo- 
gados y  muy  temerosos;  mas  Diego  Centeno,  no 
conosciendo  esta  buena  ventura  o  coyuntura  que 
a  las  manos  le  venia,  la  dexo  perder,  lo  que  no 
deuiera.  Pues  viendo  Francisco  de  Carauajal  que 
Diego  Centeno  se  auia  ydo,  le  peso  en  gran  mane- 
ra, que  quisiera  concluyr  alli  el  negocio,  y  que- 
riendo passar  adelante  tras  ellos  le  dixeron  sus 
capitanes  que  no  lo  hiziesse  a  caussa  que  los  sol- 
dados estañan  muy  cansados  y  muertos  de  frió  y 
de  hambre  y  que  auia  dos  días  que  no  comían  bo- 
cado, ni  tenian  de  presente  que  cumer.  y  Q^^  ^^^ 
mejor  dexallos  tomar  algún  aliento  y  ^-esuello  y 
los  dexasse  descansar  vn  poco,  y  no  m^t^^^^^^  ^^^^ 


74 


tanto  caminar  con  el  apresuramiento  que  lleuaua 
tras  los  contrarios,  que  huyan  mucho;  principal- 
mente lo  auia  de  dexar  por  amor  del  capitán  Juan 
de  Morales,  que  se  yua  muriendo  de  la  cayda  que 
auia  dado.  Oyendo  Francisco  de  Carauajal  estos 
ruegos,  determino  de  complazer  en  todo  y  por 
todo  a  sus  capitanes  y  soldados,  que  ya.desseauan 
parar  vn  poco  por  descansar,  y  assi  mando  hincar 
las  vanderas  y  los  estandartes  en  el  suelo  para 
que  todos  se  apeassen  y  descansassen  por  aquel 
dia  y  la  noche.  Entonces  los  soldados  comentaron 
los  vnos  a  tendersse  por  los  campos  a  dormir  don- 
de auia  algunos  reparos  que  el  sol  daua  en  ellos, 
porque  corria  un  viento  frigidissimo  y  muy  del- 
gado que  traspassaua  y  destemplaua  reziamente 
los  cuerpos  humanos,  y  al  capitán  Juan  de  Mora- 
les le  dieron  remedios  para  que  conualeciesse. 
Otros  fueron  a  buscar  leña  para  callentarsse; 
otros  no  hazian  sino  andar  y  correr  de  vna  parte 
¿I  otra  por  sudar  y  venzer  al  frió,  y  dellos  se  fue- 
ron al  pueblo  despoblado  y  comentaron  a  buscar 
de  comer;  vnos  lo  hallaron,  aunque  poco,  y  otros 
no  lo  hallaron.  Y  otros  toparon  con  mucha  plata  y 
oro  que  estaua  encaxado  sotilmente  entre  los  ado- 
bes y  escondido  dentro  de  las  paredes,  que  lo 
auian  puesto  alli  secretamente  los  soldados,  y 
ciertos  yndios  de  los  de  Diego  Centeno  lo  descu- 
brieron a  los  pi<;arristas.  Venida  que  fue  la  maña- 
na del  otro  día,  que  aun  no  era  bien  amanescido, 
quando  ya  Francisco  de  Carauajal  andana  a  caua- 
Uo  en  su  muía  bermeja  llamando  a  sus  capitanes 
y  soldados  para  caminar  sin  tener  miedo  al  frío 


75 

muy  grande  que  hazia,  que  cierto  corria  vn  vi 
muy  grande  y  terrible,  que  no  auia  hombre  qi 
pudiesse  sufrir.  Con  esto,  adercscados  todos, 
raen9aron  de  marchar  con  grande  furia  y  ai 
dia  llegaron  al  pueblo  de  Ayohayo,  que  aycatf 
leguas  tiradas,  en  donde  alcanzaron  doze  sóida 
que  de  cansados  se  auían  quedado  atrás,  a  los  ( 
les  hizo  luego  ahorcar  sin  conffession,  y  aqui  i 
causo  por  esta  noche.  Antes  que  amanesciesse 
inenzo  de  marchar  y  de  otro  apretón  anduuo  a( 
dia  doze  leguas  y  llego  ya  que  era  noche  al  puf 
de  Viacha,  en  donde  fueron  presos  por  los  coi 
dores  dos  mancebos,  que  el  vno  se  dezia  Pe 
Robledo  de  Oñate,  vizcayno,  hijo  de  vn  vezinc 
la  cibdad  de  México,  y  el  otro  se  dezia  Franci 
Sánchez,  natural  de  Seuilla,  a  los  qualcs  ma 
luego  ahorcar.  Estando  ya  para  los  ahorcar  ei 
ma  de  vnos  paredones  altos,  llego  a  tiempo  el 
dre  Vrtum  Sánchez,  vizcayno,  mayordomo  ma 
del  comendador  Hernando  Piíjarro,  que  era  g 
amigo  de  Francisco  de  Carauajal,  el  qual  le  su 
co  con  gran  vehemencia  y  ahinco  los  perdona,' 
y  el  lo  hizo  por  le  complazer,  que  cierto  se  tuu 
mucho.  Passando  mas  adelante  llego  a  otro  pue 
diez  leguas  de  donde  salió,  llamado  Tíagunaco 
donde  sus  corredores  alcanzaron  y  prendie 
diez  soldados;  a  los  cinco  dellos  mando  lu< 
ahorcar  de  vnas  ventanas  de  vna  casa  bien  alt 
grande.  Al  vno  dellos,  que  se  dezia  Alonso 
Sancta  Cruz,  mando  ahorcar  de  vna  ventana  r 
alta  que  auia  en  la  casa,  diztendo  que  lo  hazia 
honrrallo  mas  que  a  los  otros,  porque  auia  sidc 


76 

ido;,  y  á  los  demás  soldados 
ilicacion  de  sus  capitanes. 
cruel  carnicero  executando 
eruidoresde  Su  Magestad, 
los  conffessar,  y  si  los  su- 
liziesse  primero  conffessar, 
pondia  el  que  ¿por  que  no 
pues  sabían  que  auian  de 
lanos?;  de  manera  que  fue 
■;  y  esta  noche  descanso  en 
a  los  suyos   lo  desseauan 


CAPITULO  IX 

DE  COMO  EL  CAPITÁN  DIEGO  CENTENO  Y  LOPE  DE 
MENDOZA  LLEGARON  A  CHOCÜYTO,  PUEBLO  DEL  REY^ 
Y  DE  LO  QUE  HIZIERON  EN  EL,  Y  DESDE  ALLÍ  SE 
FUERON  AL  PUERTO  DE  QUILCA  PARA  TOMAR  VN  NA- 
UlO,  Y  NO  LO    PüDIENDO    AUER    SE   ESCONDIERON  DE 

REZELO  DEL  GRAN  TIRANO 


El  Capitán  general  Diego  Centeno  y  el  Maes- 
tro de  campo  Lope  de  Mendoza  y  el  Padre  Vizcay- 
no,  con  los  demás  soldados  que  yuan  con  ellos^ 
por  escapar  con  las  personas  y  vidas  y  por  no  ve- 
nir  a  manos  del  cruel  tirano  caminaron  dias  y  no- 
ches sin  parar  y  con  grande  priesa  hasta  que  alle- 
garon a  Chocuyto,  pueblo  de  Su  Magestad,  por 
descansar  algún  dia,  que  yuan  muy  fatigados.  En 
este  pueblo  hallaron  a  vn  cauallero  llamado  Don 
Martin  de  Guzman>  natural  de  Utrera,  que  era  allí 
corregidor  por  Gonzalo  Pi<;arro,  que  estaua"  re- 
cogiendo los  tributos  del  rey,  al  qual  prendieron  y 
la  noche  que  alli  descansaron  le  hizieron  escreuir 
por  fuer<;a  vna  carta  para  Alonso  de  Toro,  y  otras 
para  los  regidores  y  alcaldes  hordinarios  de  la 
cibdad  del  Cuzco-  Lo  que  en  ellas  se  contenia  era 
dezir  de  como  Diego  Centeno  y  Lope  de  Mendoza 


78 

IV  pujantes  de  gente;  que  el  capitán  Cas- 
Maestro  de  campo  Dionisio  de  Boba- 
dado  de  puñaladas  a  Francisco  de  Ca- 
quales  todos  estañan  determinados  de 
lar  la  cibdad  y  de  los  prender  y  matar. 
Diego  Centeno  venia  tan  pujante,  que 
en  con  el  en  buena  paz  y  concordia. 
a  creydo  que  no  le[s]  perjudicaría  en  co- 
que serian  grandes  amigos  y  que  yrian 
íalo  Pi^arro,  y  que  si  esto  no  quena[n] 
)us5iessen  sus  personas  en  cobro.  Eá- 
is  cartas,  con  otras  muchas  cosas,  le 
creuir  otras  para  los  vezinos  mas  prin- 
auia  en  ella,  del  thenorde  las  prime- 
adas las  cartas  por  Diego  Centeno  y 
endona  las  despacharon  por  la  posta 
lios  que  están  puestos  a  trechos  a  quar- 
i  por  los  caminos  Reales.  Después  des- 
ssi  passadas,  cerca  del  alúa  se  huyo  el 
Martin  de  Guzman  de  la  prisión  en  que 
■  mas  guardas  que  le  pussieron,  porque 
itanes  auian  determinado  que  en  ama- 
e  cortassen  la  cabei;a  porque  seguía  la 
m  de  PÍ9arro  y  porque  era  mortal  enc- 
ape de  Mendoza.  Después  que  se  vido 
a  otro  pueblo  apartado  del  camino  Real 
,  desde  donde  escriuio  otras  cartas  al 
Vlonso  de  Toro  y  a  los  demás  princípa- 
ho  tenemos.  En  las  quales  daua  por  aui- 
la  verdíid  y  de  lo  que  auia  passado  y  de 
de  Diego  Centeno  y  de  Lope  de  Men- 
uales  embío  por  la  posta  con  yndios,  y 


79 

lo  que  acontescio  por  estas  cartas  primeras  y  pos- 
treras, en  el  Cuzco,  adelante  lo  diremos  largamen- 
te. En  fin,  al  fin  los  dos  capitanes  no  quisieron  pa- 
rar muchas  horas  en  el  pueblo,  por  amor  de  el 
coco  que  atrás  venia,  que  otro  dia  por  la  mañana 
se  salieron  todos  del  y  caminaron  noches  y  dias  y 
atrauesaron  por  vn  gran  despoblado  (1)  de  grandi- 
ssimo  frió,  y  passando  junto  a  la  cibdad  de  Are- 
quipa se  fueron  a  vn  pueblo  de  yndios  que  esta  jun- 
to a  ella.  Los  vezinos  de  la  cibdad,  como  estauan 
afficionados  a  Diego  Centeno,  que  seguía  el  parti- 
do de  Su  Magestad,y  aborrescian  y  querían  mal  a 
Gonzalo  Pigarro  por  la  tiranía  en  que  estaua  pues- 
to, y  abomínauan  las  crueldades  de  Francisco  de 
Carauajal,  le  salieron  todos  a  ver  y  a  seruir.  Y 
alli  le  dieron  todos  el  pessame  de  sus  trabaxos  y 
fatigas  y  le  consolaron  lo  mejor  que  pudieron  y  le 
aconsejaron  se  apartasse  de  la  furia  y  braueza  de 
Francisco  de  Carauajal,  su  mortal  enemigo,  por 
quanto  venia  muy  cerca  tras  el,  y  le  proueyeron 
de  algunas  cosas  que  el  y  los  suyos  uvieron  me- 
nester. Estos  dos  capitanes  Diego  Centeno  y  Lope 
de  Mendoga  les  agradescieron  la  muy  buena  vo- 
luntad y  amor  que  todos  les  mostrauan  tener,  y 
alli  hablaron  con  ellos  largamente  de  muchas  y 
diuersas  cosas  de  todo  lo  que  auian  menester  de 
se  hazer  para  lo  adelante.  Y  con  esto  los  vezinos 
se  boluieron  a  sus  casas,  que  estauan  cerca,  por- 
que el  Maestro  de  campo  no  sospechasse  dellos  al- 
guna cosa  quando  viniesse  a  saber  esta  visita  que 


(I)    yU,  despuhUuío, 


80 

ho,  y  aun  con  todo  esto  se  rezelauan 
I,  porque  era  vn  demonio  que  por  vías 
venia  a  saber  de  muchas  cosas  secretas, 
lo  el  capitán  Diego  Centeno  tuuiesse 
Hendido  y  aun  crt  ydo  que  Francisco  de 

caminaria  tanto  como  el ,  tanpoco  le 
irdar  en  este  pueblo,  antes  se  salió  del 
:sto  que  pudo  con  algunos  pocos  de  sol- 
le  auian  quedado,  y  se  fueron  todos  al 
^uilca,  que  ay  diez  y  ocho  leguas  desde 
hasta  aquí.  Después  que  el  y  los  que 
;1  se  vieron  en  este  pueblo,  se  holgaron 
añera  de  auerse  librado  de  l;is  cruelen- 
del  aiiariento  y  cruel  tirano  de  Fran- 
larauajal,  alabando  a  Dios  y  a  Sancta 
nadre  por  tanto  bien  como  les  auiafn] 
brallos  deste  cruel  carnicero.  Y  consíde- 
irgo  camino  que  todos  auían  traydotu- 
endido  y  aun  muy  creydo  que  llegando 
deCarauajal  a  la  cibdad  y  no  los  hallan- 

que  pararla  allí  y  que  no  passaria  mas 
;¡no  que  se  bolueria  a  l;is  Charcas  a  la 

Plata.  Estas  cosas  le  auian  prometido 
ezinos  que  le  salieron  a  visitar,  que  ha- 
I  manera  con  Francisco  de  Carauajal 
dasse  en  la  cibdad  a  descansar,  y  que 
e  todos  muy  regalado,  y  dexasse  ya  de 
i  Centeno,  que  tanto  huya;  y  demás  des- 
e  descubrirían  en  donde  quiera  que  es- 
-ucgo  otro  dia  Diego  Centeno  embio 
Ribadeneyra  que  fuesse  al  puerto  del 
ra  que  si  uviesse  alli  al;íun  nauio  lo  to- 


81 

masse  y  se  lo  truxesse,  porque  determinaua  em- 
barcarse en  el  para  yrse  a  la  prouincia  de  Nicara- 
gua, y  de  alli  a  España  ante  Su  Magestad  para  que 
lediesse  la  conduta  contra  Gongalo  Pí^arro.  El 
Maestro  de  campo  Lope  de  Mendoza  y  el  alférez 
mayor  Alonso  Camargo  y  el  capitán  Luys  Perdo- 
mo,el  canario,  con  otros  diez,  no  quissieron  aguar- 
dar a  cosa  alguna,  por  el  rezelo  que  t unieron  de 
Francisco  de  Carauajal  que  llegaria  hasta  alli  y 
los  mataria  a  todos  sin  redenipcion  alguna  si  los 
alcangaua.  Y  por  esto  se  tornaron  a  la  prouincia 
de  las  Charcas  por  otro  camino,  subiéndose  por  la 
costa  de  lámar  arriba,  atrauessando  por  muchas 
sierras  y  tierras  despobladas  y  de  grandes  frios,  en 
donde  hallaron  algunos  soldados  de  los  suyos  que 
andauan  huydos  de  Francisco  de  Carauajal,  [y]  yen- 
do mas  adelante  y  estando  ya  en  la  prouincia  de  las 
Charcas,  con  muchos  soldados  que  salian  de  la  go- 
uernacion  del  Gouernador  Diego  de  Rojas,  que  es 
en  el  rio  que  llaman  de  la  Plata,  como  adelante 
mas  largamente  diremos.  Pues  estando  Diego  Cen- 
teno en  este  puerto  de  Quilca,  fue  auissado  por  la 
posta,  de  los  vezinos  de  la  cibdad  de  Arequipa, 
como  Francisco  de  Carauajal  era  llegado  y  que 
determinaua  passar  a  Quilca  para  le  yr  a  buscar, 
sin  querer  entrar  en  la  cibdad  a  descansar,  ni  res- 
cebir  dellos  algún  seruicio  en  sus  casas.  De  lo  qual 
Diego  Centeno  tuuo  gran  rezelo  y  luego  mando  al 
capitán  Francisco  Negral  lleuasse  la  gente  que 
auia  quedado,  que  serian  hasta  cinquenta  hombres, 
al  valle  de  Yca,  porque  tenia  nueua  muy  cierta  de 
la  llegada  del  tirano  junto  a  )a  cibdad,  y  de  como 

o.  DE  Sahta  Clara.— IV.— 3.*  6 


I  buscar.  Francisco  Negral  y  los  demás 
I  assi,  que  todos  se  fueron,  y  llegados  al 
liuidieron,  y  vnosse  fueron  dissimulada- 
cibdad  de  Lima,  otros  al  Cuzco,  otros 
1  de  Arequipa,  y  otros  se  tornaron  a  la 
3e  las  Charcas  y  a  otras  diuersas  partes, 
fucssen  presos  de  los  tiranos.  Auiendose 
ancisco  Negral  con  los  soldados  y  vien- 
3  Centeno  soloy  sin  compañía  sino  con 
suyo  que  se  dezia  Pedro  Guaco,  llamo 
To  del  pueblo,  llamado  Diego  Márquez, 
lado  de  Miyucl  Cornejo,  cuyo  era  el  pue- 
ka.  Venido  el  estanciero  le  rogo  mucho 
or  allí  cerca  algún  lugar  secreto  en  don- 
e  estar  de  tal  manera  que  Francisco  de 
ni  los  suyos  supiessen  del,  y  le  prOTnetio 
:icnt  ducados  de  buen  oro  y  que  si  con 
:dasse  le  dada  muchos  mas.  El  estancie- 
cudicia  del  oro  que  luego  se  le  dio,  y  por 
nía  deste  cauailero  dessamparado  y  por- 
:l  Cornejo  su  amo  se  lo  embio  a  mandar 
csse,  le  prometió  de  lo  embiar  a  una  cue- 
;creta  que  era  muy  fuerte,  que  con  dos 
|ue  uvicsse  en  ella  se  podían  deífender 
dos  mili  hombres,  teniendo  que  comer. 
lleno  le  pregunto  que  adonde  estaua  la 
e  dixo  que  en  el  pueblo  de  Condesuyo, 
su  amo  Miguel  Cornejo;  el  qual,  ponien- 
Lmino,  le  dio  ciertos  yndios  del  pueblo 
o  lleuassen  en  vna  hamaca,  Y  diole  por 
llegado  al  pie  de  la  sierra  se  subiesse  a 
na  senda  muy  estrecha  }■  agria  que  los 


83 

yndios  le  enseñarían,  y  que  llegado  a  la  cueua  ha- 
llaría en  ella  vn  grande  amigo  suyo  y  que  el  le 
auisaria  siempre  de  las  cosas  que  pasassen  en  la 
tierra  v  le  embiaria  a  la  contina  de  comer  y  de 
beuer.  Desta  manera  fue  lleuado  con  su  criado  en 
sendas  hamacas,  que  jamas  quiso  dexar  a  su  amo 
por  muchos  y  grandes  peligros  que  tuuo,  y  assi 
Diego  Centeno  se  lo  agradescio  muy  mucho  por 
su  gran  fidelidad  que  siempre  le  auia  tenido,  y  des- 
pués lo  embio  muy  rico  a  España  por  los  buenos 
seruicios  que  le  auia  hecho.  En  ¿sta  cueua  hallaron 
metido  a  vn  cauallero  llamado  Luys  de  Riuera, 
theniente  de  Gouernador  que  auia  sido  en  la  villa 
de  la  Plata,  que  estaua  escondido  en  ella  días  auia 
por  las  cosas  que  hizo  contra  Gonzalo  Pigarro 
quando  alQo  vandera  en  las  Charcas  contra  el  en 
nombre  de  Su  Magestad,  como  en  el  primer  libro 
queda  dicho.  Quando  los  dos  capitanes  Diego  Cen- 
teno y  Luys  de  Ribera  se  vieron  fue  muy  grande 
el  plazer  y  alegría  que  rescibieron;  por  cierto  ellos 
tuuieron  mucha  razón  de  holgarsse  el  vno  con  el 
otro,  y  se  abracaron  muy  cordialmente  porque 
eran  grandes  amigos  y  compañeros  en  los  traba- 
xos  que  auian  passado  por  seruir  a  Su  Magestad, 
y  alli  se  dieron  cuenta  de  lo  que  les  auia  passado. 
Los  vezínos  de  Arequipa  les  proueyeron  de  todo  lo 
que  u vieron  menester  de  refresco  y  de  otras  cosas, 
mientras  estuuieron  en  esta  cueua,  y  les  auissauan 
de  lo  que  passaua  en  la  tierra;  mas  andando  des- 
pués el  tiempo  salieron  a  seruir  al  rey  quando  el 
de  la  Gasea  vino  a  la  tierra. 


n 


CAPITULO  X 

NDE  SE  CUBI4TAH  LOS  GRANDES  ALBOROTOS  QUE 
TSARON  EN  LA  CIBDAP  DEL  CUZCO  POR  LAS  CAR- 
TE  DON  MARTIN  DE  GUZMAN  ESCRIUIO  AL  THH- 
:  ALONSO  DE  TORO  Y  A  LOS  REGIDORES  Y  A  L0& 
DEUAS  VEZINOS  DELLA 


mo  arriba  queda  dicho  y  apuntado  que  Don 
1  de  Guzman  escriuio  por  fuerera  las  prime- 
rtas,  aueis  de  saber  que  los  dos  capitanes 

Centeno  y  Lope  de  Mendoza  las  embiaroo 
bdad  del  Cuzco,  y  como  fueron  licuadas  por 
ta  por  los  yndios  llegaron  en  breue  tiempo, 
e  en  dia  y  medio,  que  son  cinquenta  leguas 
s;  las  quaics  rescebidas  por  Alonso  de  Toro 
miento  supieron  las  nueuas  tan  tristes  que 
:rÍuÍeron.  Por  la  parte  del  theniente,  mouid» 
1  compassion,  embuelta  con  vn  rauioso  enojo 
:or,  de  puro  coraje  comento  a  llorar  la  tan 
:hada  y  cruel  muerte  de  Francisco  de  Cara- 

aunque  le  auia  sido  mortal  enemigo  le  peso 
},  no  por  lo  que  a  el  tocaua,  sino  que  adeut- 
:)ue  auian  de  susceder  mili  males  por  su  falta 
;ncia.  Con  esta  rauiosa  passion  se  retruxo 
co  a  su  cámara  a  pensar  lo  que  en  el  caso  ha- 


85 

ria,  y  no  estuuo  mucho  en  ella,  quando  con  gran 
priesa  salió  a  la  sala,  donde  hallo  a  las  justicias  y 
regimiento  de  la  cibdad  y  a  otros  hombres  princi- 
pales della,  que  estos  auian  acudido  a  su  casa. 
Quando  Alonso  de  Toro  los  vido  se  holgó  mucho 
con  ellos,  y  como  eran  pocos  luego  embio  a  dos 
criados  suyos  para  que  puestos  a  cauallo  llama- 
ssen  a  todos  los  vezinos  y  moradores  de  la  cibdad, 
los  quales  venidos  y  congregados  en  su  casa  den- 
de  a  vna  hora,  les  dixo  y  manifestó  lo  que  en  las 
cartas  se  contenia  (1),  las  quales  se   leyeron  pu- 
blicamente. De  todo  lo  qual  a  vnos  en  lo  ynterior 
les  plugo  de  tal  muerte,  y  a  otros,  que  eran  afficio- 
nados  al  gran  tirano,  les  peso  en  gran  manera . 
porque  tenian  a  este  hombre  ppr  vn  cimiento  fixo, 
aunque  vano,  para  sustentar  Gon9alo  Pi^arro  su 
vana  y  falsa  pretensión  y  opinión.  Auiendo  habla- 
do a  todos  se  salió  de  su  casa  a  cauallo,  muy  acom- 
pañado de  su  guarda  y  de  la  vezindad,  y  se  fue  a  la 
plaga,  en  donde  publico  otra  vez  las  nueuas  que 
Don  Martin  dé  Guzman  su  verdadero  amigo  le 
auia  escripto,  las  quales  no  podian  ser  sino  muy 
verdaderas,  pues  dezia  que  auia  hablado  con  los 
mismos  capitanes  que  le  auian  muerto.  Por  otra 
parte  comento  a  dezir  en  alta  boz  a  la  gente  cib- 
dadana  y  popular  que  auia  concurrido  a  oyr  las 
nueuas:  ea,  caualleros  y  seftores  mios,  ¿ay  alguno 
de  vuestras  mercedes  que  sea  verdadero  amigo 
del  Gouernador  mi  señor,  que  quiera  luego  salir 
conmigo  para  yr  a  la  cibdad  de  Quito,  adonde  el 


(I)    Ms.  cfimifHtam, 


86 

dezille  lo  que  passa?  Luego  enconlinen- 
raron  muchos  hombres  que  eran  aíficio- 
oin;a!o  PÍ9arro  y  todos  se  le  offrescieror) 
■rsonas,  armas  y  bienes  para  yrse  con  el , 
nte  a  la  cibdad  de  Quito,  mas  aun  hasta 
!  mundo,  y  boluerse  después  con  el,  lo 
íniente  Alonso  de  Toro  les  agradescio 
r  la  buena  voluntad  que  mostrauan  tener 
>  de  Gonijato  Pivarro,  y  por  esto  les  man- 
ístamente  fuessen  a  sus  casas  y  se  aper- 
porque  se  quería  partir  aquel  dia  antes 

Centeno  llegasse.  Como  sintieron  los 
le  Alonso  de  Toro  se  quería  partir  y  des- 
a  cibdad,  le  hablaron  todos  diziendole 
sa  no  hiziesse,  ni  se  fuisse  de  la  cibdad, 
al  presente  mucha  gente  en  ella  que  la 
an  varonilmente.  Y  demás  desto  que  es- 
DiefíO  Centeno  sin  tener  ningún  rezelo 
>s  vezinos  y  moradores  della  en  todo  ca- 
altarian,  y  que  s¡  de  otra  manera  lo  ha- 
ría mucho  de  su  reputación  y  honor. 
5  que  vernian  algunos  hombres  con  Cen- 
uessen  afficionados  a  Píi,'arro  que  luego 
irían  en  estando  cerca,  y  assi  le  dixeron 
15.  Alonso  de  Toro  respondió  que  en 
nento  que  allego  a  la  plai,'a.  y  por  lo  que 
luiissado,  auta  sentido  en  muchos  de  los 
in  prometido  de  yrse  con  el  A  Quito,  que 
n  ya  de  aquel  propo^iito  y  que  se  auían 
£  la  muerte  de  Francisco  de  Carauajal, 
ido  vno  de  los  buenos  -ieriiidores  de  P¡- 
[ue  por  estas  cosas  se  qiieria  yr,  por  no 


:  yna 
uego 

que  mas  quería  desar  libre  y  sana  la  cibiiad  en  po- 
der del  enemigo,  que  no  desiruyda  y  asolada  con 
muerte  de  muchos  cibdadanos  y  moradores  en  ella 
que  culpa  no  tenían  en  cosa  alg;una,  yqueeste'pro- 
uecho  y  vtilidad  no  la  entendía  nadie  como  el.  Mas 
en  fin,  el  deierminaua  de  yrsc  a  Quito  por  muchas 
causas  y  razones  que  a  ello  !e  mouian,  para  des- 
pués venir  con  gran  numero  de  Líente  a  cobrar  por 
fucrt;a  de  armas  lo  que  assi  dexaua  perdido;  de 
manera  que  el  dixo  estas  cosas  con  grandissimo 
rancor  y  braueza.  Pues  viendo  Alonso  de  Toro 
que  no  tenia  lanta  possibilidad  qiianta  aula  menes- 
ter de  buenos  soldados  para  esperar  y  aj;uardar  a 
mas  de  seyscientos  buenos  soldados  con  seys  capi- 
tanes muy  ferozes  y  brauosos,  como  dezian  en  la 
cibdad  que  venían  contra  el  muy  ízanosos  de  le  dar 
batalla,  no  los  quiso  aguardar,  ver,  ni  oyr,  por  el 
gran  peligro  que  aula.  Y  con  esto  mando  con  pu- 
blico pregón  que  todos  los  vezinos  y  moradores, 
estantes  y  habitantes  en  la  cibdad,  se  apcrcebie- 
ssen  todos  luego  para  yrse  con  el  a  la  ligera  den- 
de  a  dos  horas  a  la  cibdad  de  Quito,  so  pena  de 
muerte  y  de  traydores  y  perdimiento  de  bienes.  Y 
por  otra  parte  díxo  a  su  cuñado  Thomas  Vasquez, 
que  entrambos  estañan  casados  con  dos  hermanas, 
que  su  pretcnsión  era  no  esperar  a  Diego  Centeno, 
ni  a  Lope  de  Mendoza,  ni  poncrst  en  sus  manos. 


( 


88 

porque  no  sabia  como  lo  auian  de  tratar,  ca  siem- 
pre les  auia  mostrado  mortal  enemiga  y  por  esso 
los  auia  perseguido  mucho.  Passadas  las  dos  ho- 
ras y  viendo  que  no  le  acudían  todos  aquellos  que 
primero  se  le  auian  offrescido,  se  enojo  braua- 
mente  contra  ellos  y  luego  conoscio  clara  y  abier- 
tamente lo  que  auia  ya  concebido  en  el  animo, 
que  al  tiempo  de  dar  la  batalla  no  auian  de  pelear 
todos,  sino  que  lo  auian  de  desamparar  al  mejor 
tiempo.  Y  assi  con  ma3'or  furia  y  braueza  los  tor- 
no a  llamar  con  pregones  y  embio  a  sus  alguazi- 
les  y  a  sus  criados  a  casa  dellos  para  que  salie- 
ssen  de  sus  casas,  y  ellos  se  escondieron  mucho 
mas  por  no  yr  con  el  y  por  no  dexar  a  sus  muge- 
res,  hijos  y  familias  desamparadas,  crej'endo  que 
los  soldados  de  Centeno  darían  saco  mano  [en]  sus 
casas,  y  por  esto  se  quedauan  por  deffendellas.  De 
manera  que  eran  muchos  los  que  se  escondían  y 
muy  pocos  y  poquitos  los  que  dezian  vamos,  y  es- 
tos estauan  todos  desarmados  y  a  pie,  que  no  te- 
nían cauallos  en  que  yr  para  lo  acompañar.  Alon- 
so de  Toro  sintió  esto  mucho  y  en  gran  manera,  y 
como  vido  que  no  salían  tantos  quantos  el  quería 
se  estuuo  quedo  en  la  cibdad  hasta  otro  día,  aguar- 
dando si  auia  mas  gente  que  se  quisiesse  yr  con  el, 
y  de  doscientos  hombres  que  auia  de  pelea  no  ha- 
llo sino  obra  de  cínquenta  hombres  de  a  cauallo  y 
arcabuzeros,  que  los  diez  hombres  destos  eran  ve- 
zinos  de  la  cibdad  que  tenían  repartimientos  de  yn- 
dios  y  eran  y n timos  amigos  suyos  y  gr lindes  ser- 
uidores  de  Gon(;alo  Pi^arro,  que  determinaron  de 
le  seguir  en  esta  presente  y  trabajosa  jornada. 


90 

nando  a  su  cuñado  Thomas  Vasquez  y  a  Vi- 
tin,  que  eran  alcaldes  hordinaríos  en  aquel 
ue  con  vcynie  arcabuzeros  lleuassen  a  las 
es  a  la  puente  de  Aporima  y  que  le  aguar- 
1  de  la  otra  vanda  del  rio,  y  assi  se  hizo.  Por 
arte  dixo  a  los  sujos  como  se  quería  boluer 
bdad  del  Cuzco  a  hazer  ciertas  cosas  que 
ian  mucho  al  seruicio  de  Su  Mugestad  y  al 
ni;alo  Pii;arro  y  proueclio  dellos,  y  para  ver 
¡a  llegado  Diego  Centeno  y.Lppe  de  Mendo- 
s  corredores;  que  luego  daria  la  buelta.  Con 
í  apartaron  los  vnos  de  los  otros,  con  muy 
>esar  y  tristeza  de  las  mugcres  en  ver  tornar 
naridos  a  la  cibdad,  y  no  quedaron  sin  lagri- 
}gando  a  Dios  nuestro  Señor  los  guardasse 
ifíro  y  de  la  cruel  muerte  que  les  podrían 
is  enemigos  si  a  sus  manos  venían-  Pues 
otra  vez  Alonso  de  Toro  y  llegando  a  la 
1  muy  temprano  con  treyma  arcabuzeros, 
>  aprej^onar  que  todos  los  que  tuuiessen  ca- 
,  muías,  arcabuzes,  cotas,  hierro  y  otras  ar- 
ffenssiuas  y  deffenssiuas,  luego  las  viniessen 
ifíestar,  so  pena  de  muerte  y  perdimiento  de 
i.  Luego  vinieron  algunos  y  truxeron  vnos 
de  cauallos,  arcabuzes  y  otras  pocas  de  ar- 
lorque  Alonso  de  Toro  sabia  que  las  tenían, 
)  pudieron  hazer  otra  cosa  sino  darlas;  y  to- 
s  demás  armas  offenssiuas  y  deffenssiuas  y 
os  los  escondieron,  adeuinando  lo  que  podía 
1  que  causa  lo  mandauan.  Mando  a  quatro 
los  que  luego  las  lleuassen  en  azemilas  que 
mo,  a  ia  puente  de  Aporima,  porque  sus  con- 


( 


92 

que  los  auia  de  matar,  y  a  otros  destruyr, 
"an  yngratos  y  desconocidos  a  tanto  bien 
auia  hecho  en  dalles  de  comer  en  la  tie- 
mismo  dezia  que  estos  tales  hombres  eran 
;os  del  ynteres  que  de  guardar  toda  fide- 
ongalo  Pigarro,  y  que  por  esto,  como  di- 
,  le  yua  a  pedir  gente  y  armas  para  venir 
contra  Diego  Centeno  y  contra  todos 
que  seguían  su  vellaco  partido.  Desta 
e  satjo  Alonso  de  Toro  de  la  cibdad,  sin 
certinidad  de  lo  que  en  el  casso  passaua, 
cna  carta  que  le  dio  vn  yndio;  mas,  en 
ardides  ije  guerra,  y  como  yuan  todos  a 
huyendo  llegaron  de  vn  apretón  a  la  me- 
!  a  la  puente  de  Aporima,  queaydoze  le- 
1  tiradas.  Aqui  hallaron  a  ios  amigos  y  a 
res  y  a  sus  hijas,  las  quales  esiauan  con 
a  de  las  vidas  de  sus  maridos  y  padres, 
o  auiau  tardado  vn  poco  mas,  tuuieron 
ue  les  auria  susccdído  algún  mal,  o  que 
n  los  dos  capitanes,  presos,  que  serian  ya 
a  la  cibdad.  Mas,  en  fin,  al  fin  ellos  fueron 
i  rescebidos  con  grande  amor  y  voluntad, 
mente  de  sus  mugeres  y  de  sus  hijas,  y 
e  Toro  les  dio  cuenta  de  todo  lo  que  auia 
la  cibdad  y  de  la  nueua  que  auia  de  los 
tañes ,  que  los  cibdadanos  los  estañan 
ido  por  oras  y  momentos  para  los  resce- 
regalles  la  cibdad.  Passados  ya  de  la  otra 
la  puente,  luego  la  mandaron  cortar,  y 
demás  puentes  que  estauan  mas  arriba 
:  Aporima  hazia  los  pueblos  de  Don  Pedro 


1 


CAPITULO  X! 

LOS  VEZIN05  DE  LA  CIBDAD  DEL  CUZCO  AL- 
AHDERA  POR  RL  CAPITÁN  DIEGO  CENTENO  EN 
DE  St*  MAGESTAD  COXTRA  GONZALO  PI<;ARItO, 
DESPUÉS  SE  HALLARON  BURLADOS  Y  ALOÍÍSO 
DE  TORO  SE  BOLUIO   A  ELLA 


ido  visto  los  vezinos  y  moradores  que 
ledado  en  la  cibdad  que  Alonso  de  Toro 
rdo  a  la  cibdad  de  Quito,  y  creyendo  to- 
j  que  no  bolueria  mas,  a  causa  de  la  veni- 
ieiío  Centeno,  luego  los  mas  principales 
i  de  ella  alearon  vandera  en  nombre  de  Su 
id  y  eligieron  en  ausencia  a  Diego  Cente- 
I^apitan  general  contra  lodos  aquellos  que 
el  vando  de  los  tiranos.  Como  no  auia  al- 
ordinarios,  ni  regidores,  que  eran  ydos  en 
¡a  de  Alonso  de  Toro,  para  que  hiziessen 
tibramicnto,  para  que  fuesse  valido  lo  que 
rnasse  nombraron  entre  si  y  &  boz  del  pue- 
I  reiíidores.  Estos  rejíidores  eligieron  por 
hordinarios  a  Martin  de  Salas  y  a  Fran- 
Melo,  que  era  thesorcro  de  Su  Magestad, 
guazil  mayor  a  Juan  Baptista,  el  galán, 
js  tres  eran  vczinos  valerosos  en  la  cibdad 


% 

ibre  muy  magniífico  y  liberal,  virtuoso  y 
toda  bondad  y  fidelidad,  que  siempre  an- 
seriiicio  de  Su  Magcstad  y  acompañado 
os  y  leales  caualleros.  AI  contrario  desto 
le  Gonzalo  Piíarro  que  era  muy  soberuio, 
ite  y  traydor,  pues  andaua  fuera  del  serui- 
:ey,  y  que  andaua  acompañado  de  ladro- 
ueles  homicidas;  y  con  esto  se  dexaron  de- 
i  cosas  con  palabras  ynitiriosas  y  muy  feas. 
los  postizos  alcaldes  hordinavios  y  el  regi- 
f  hombres  principales  que  Diego  Centeno 
ua  mucho  en  llegar,  embiaron  al  pueblo 
aicanche  a  diez  cibdadanos  para  que  en 
de  todo  el  cabildo  y  vezindad  le  diessen  la 
ida.  Los  vezinos  futron  al  dicho  pueblo  y 
ron  a  Diego  Centeno  ni  a  ninguno  de  los 
tornoseles  la  suerte  en  blanco,  o  el  sueílo 
o,  porque  supieron  de  los  yndios  la  verdad 
e  passaua  en  el  casso,  y  de  como  Diego 
y  Lope  de  Mendoga  se  yuan  retrayendo 
lad  de  Aiequipa  con  poca  gente.  Con  estas 
ie  boluieron  a  la  cibdad  muy  tristes  y  pen- 
/  dixeron  todo  lo  que  por  alia  auian  sabi- 
¡ue  ama  passado  entre  Diego  Centeno  y 
:o  de  Carauajal.  Entendido  esto  por  todos 
IOS,  de  como  auian  sido  m.-ilamente  burla- 
ganados  con  las  cartas  de  Don  Martin  de 
,  y  como  por  otra  parte  auian  negado  el 
lyuda  que  el  theniente  Alonso  de  Toro  les 
landado,  comentaron  todos,  chlcosy  gran- 
mer  y  a  rezelarse  de  algiin  mal,  arrepen- 
e  de  lo  que  auian  hecho,  V  por  tanto  no 


97 

&abjaa  lo  que  se  harían,  o  que  consejo  tomarían 
quando  alg^uno  les  viníesse-a  tomar  cuenta  y  ra- 
zón de  lo  que  auian  hecho  o  dicho  contra  Pi<^rro 
y  contra  Alonso  de  Toro,  y  con  esto  estuuíeron 
dudosos  y  perplexos;  mas  al  cabo  determinaron  de 
escreuir  a  Gonzalo  Pigarro  como  ellos  y  la  cíbdad 
estauan  a  su  deuocíon,  y  embíaron  a  llamar  al  tlie- 
niente  para  que  se  viniesse  a  ella.  Pues  como  que- 
da dicho  arriba,  Alonso  de  Toro  estaua  en  la  puen- 
te de  Aporíma  muy  triste  y  con  pena  muy  cresei* 
da  en  auer  dexado  la  cíbdad  desamparada,  que  no 
sabia  lo  que  Diego  Centeno  haria  en  ella,  creyen- 
do que  por  este  desmán  resultaría  y  vernia  mucho 
mal  y  daño  en  toda  la  tierra,  assí  en  sus  personas 
y  vidas  como  en  sus  haziendas,  por  lo  qual  se  le 
redoblaua  mas  el  pesar.  Estando  en  esto  llego  vn 
yndio  al  rio,  y  no  pudiendo  passar  dio  bozes  como 
traya  una  carta,  y  Alonso  de  Toro  le  dio  bozes 
que  pasasse  a  nado,  y  el  lo  hizo  assí  con  gran  pe- 
ligro de  la  vida  y  le  dio  la  carta  de  Don  Martín  de 
Guzman,  en  la  qual  le  contaua  la  verdad  de  todo 
lo  que  passaua,  pidiéndole  perdón  por  lo  que  en  la 
primera  carta  le  auia  escrito,  que  no  auia  sido  mas 
en  su  mano,  por  quanto  Diego  Centeno  y  Lope  de 
Mendo<;a  se  la  auian  hecho  escreuir  por  fuerza 
quando  le  prendieron,  los  quales  todos  se  yuan  hu- 
yendo a  la  cíbdad  de  Arequipa,  y  que  Francisco 
de  Carauajal  yua  en  su  seguimiento  a  toda  furia, 
que  camioauan  noches  y  dias.  Y  que  ciertamente 
tenia  creydo  que  los  pocos  que  seguían  a  Diego 
Centeno  y  a  Lope  de  Mendo<;a  yuan  todos  a  bus- 
car algún  nauio  al  puerto  de  Quilca,  o  a  otro  puer- 

G.  DE  Sahta  Clara.— IV.— 3.®  7 


96 

■a  embarcarse  en  el  y  de  alli  yrse  a  la  Nueua 
a,oaotraparte,porquee5to1oauiaoydoco- 
ar  entre  ellos.  Rescebida  esta  carta  se  holgó 
emente  con  ella,  mas  no  se  atreuio  a  boluer  a 
ad.conrezeloquetuuoqueaquellacartafue- 
:ripta  por  Don  Martinde  Guzman  con  amena- 
e  le  uviessen  hecholos  doscapitanes  Centeno 
idoi;a,  porque  no  saliesse  de  la  cibdad,  para 
ílle  y  hazer  justicia  del-  Aunque  el  yndio  le 
ico  por  su  parte  lo  que  sabia  y  auia  visto 
ndido,  no  quiso  mudarse  de  alli  hasta  oyr 
ueua,  o  segunda  carta  de  algún  amigo  o  de 
pias;  mas  con  todo  esto  mando  a  los  yndios 
pueblos  comarcanos  que  hiziessen  la  puen 
;  en  el  j'nter  segundaria  la  nueua  de  bien  o 
1,  y  assi  se  hizo.  Estando  haziendo  la  puente 
;  mensajero  cierto,  que  era  vn  Agustin  de 
lanos,  criado  muy  conoscido  de  Francisco 
rauajal,  el  qual  truxo  cartas  para  el  y  para 
caldes  y  regidores.  Y  llegando  a  la  cibdad 
odo  lo  que  auian  hecho  los  cibdadanos,  y 
los  nueuos  y  postizos  alcaldes  y  regidores  le 
1  y  entendieron  del  todo  lo  que  auia  pnssado, 
aron  yr  adelante  y  el  se  fue  y  passo  la  puen- 
Aporima.  Alonso  de  Toro  lo  rescibio  muy 
■  con  gran  plazcr  y  alegría,  y  vistas  las  car 
ñrmas  de  Francisco  de  Carauajal,  y  assi- 
)  todos  los  demás,  uvieron  gran  regocijo  y 
a  quanta  el  lector  podra  considerar,  porque 
ron  como  hombres  desterrados  de  sus  casas 
)osseydos  de  sus  haziendas.  Estando  en  esto 
;aron  otras  cartas  de  sus  espias  y  del  Reue- 


99 

rendissimo  obispo  del  Cuzco  y  de  los  cibdadanos, 
en  las  quales  le  pedían  por  merced  se  boluiesse  a 
la  cibdad,  pues  toda  ella  estaua  a  deuocion  de  Gon- 
zalo Pi^arro,  y  que  Diego  Centeno  se  yua  huyen- 
do a  la  cibdad  de  Arequipa,  y  con  estas  nueuas  se 
boluieron  todos  placenteros  y  alegres  a  sus  casas. 
Ya  que  Alonso  de  Toro  yua  para  la  cibdad  le  sa- 
lieron a  rescebir  muchos  de  los  cibdadanos,  mora- 
dores y  soldados,  mas  de  dos  leguas,  haziendole 
muchas  caricias  y  cortesías,  y. le  comentaron  de 
hablar  con  mucha  y  buena  crianza  mostrándole 
grandissimo  amor  y  buena  voluntad.  Otros  le  fue- 
ron a  rescebir  mas  adelante,  ocho  leguas  de  la 
cibdad,  y  esto  hizieron  por  desculparsse  por  allá  y 
por  dalle  algún  plazer  y  alegría  del  enojo  muy 
grande  que  le  auian  dado  a  la  salida  della,  y  le  lle- 
naron muchos  regalos,  assi  para  los  maridos, 
como  para  sus  mugeres.  Mas  con  el  gran  enojo 
que  tenia  en  su  duro  pecho  no  le  pudieron  aplacar, 
porque  estaua  muy  corrido  de  la  mala  burla  que 
le  auian  hecho,  y  con  esto  entro  en  la  cibdad  y 
•  luego  assi  como  se  apossento  en  sus  casas  mando 
prender  a  muchos  vezinos  y  los  mando  hechar  en 
la  cárcel  publica  en  fuertes  prisiones.  Y  otro  dia 
por  la  mañana  mando  ahorcar  a  los  que  hallo  mas 
culpados,  que  auian  dicho  mucho  mal  de  Gonzalo 
Pi^arro,  y  porque  auian  aleado  vandera  en  fabor 
de  Diego  Centeno,  porque  las  espías  que  secretos 
auia.dexado  en  la  cibdad  le  dixeron  todo  lo  que 
auia  passado.  Los  que  ahorcaron  y  cortaron  las 
cabe9as  fueron  Martin  de  Salas,  Juan  Baptistá  el 
galán,  Francisco  Manzano,  Juan  Romo  el  viejo, 


!00 

Hernando  Díaz,  Martin  Hernandes  y  Alonso  Paez 
de  Sotomayor,  que  todos  estos  se  mostraron  muy 
contrarios  y  mortales  enemigos  de  Gonzalo  Pi^a- 
rro,  nombrándose  por  regidores,  y  el  vno  por  al' 
calde  mayor.  A  Francisco  de  Meló,  que  aula  sido 
el  otro  alcalde  ordinario,  por  ser  thesorero  de  Su 
Magestad,  fue  perdonado,  y  por  ruego  del  obispo 
y  de  hombres  buenos,  que  cierto  estuuo  muy  a 
canto  de  le  cortar  la  cabe9a;  mas  en  fin  tenia  en  §u 
poder  la  caxa  del  rey,  que  auia  de  dar  cuenta  del 
thesoro  que  escaua  en  su  fiel  guarda.  Queriendo 
Alonso  de  Toro  proseguir  adelante  con  su  dañada 
y  mala  3nitencion  fue  (1)  rogado  muy  ahincada- 
mente de  el  obispo  Don  fray  Juan  Solano  que 
vssasse  de  piedad  y  clemencia  con  aquellos  mise» 
rabies  hombres  que  estauan  presos  en  la  cárcel 
publica,  que  no  tenian  culpa,  sino  que  el  tan  sola- 
mente  la  tenia  porque  los  auia  ynducido  para  que 
hiziessen  lo  que  auian  hecho.  Y  pues  era  assi  bol* 
uiesse  su  cuchillo  contra  el  y  lo  matasse,  y  no  a 
los  vezinos  que  culpa  no  tenian,  y  que  si  algo 
auian  hecho  auia  sido  por  verse  desamparados 
del,  porque  los  auia  dexado  puestos  en  gran  peli- 
gro de  sus  personas  y  vidas  y  a  la  dudosa  fortuna. 
Allende  desto  tuuieron  temor  de  Diego  Centeno  y 
de  Lope  de  Mendoza,  y  que  todo  esto  se  auia 
hecho  a  fin  de  que  no  les  quitassen  las  haziendas  y 
las  vidas  por  auer  seguido  y  seruido  a  Gonzalo 
Pi^arro,  quanti  mas  que  si  hizieron  este  deuaneo 


(i)    Tachado:  *Mt*y. 


101 

auia  sido  por  la  nueua  que  se  dixo  de  la  muerte 
de  Carauajal  y  porque  Centeno  traya  mas  de  seys- 
cientos  hombres.  Y  le  pidió  por  merced  que  por  ^ 
reuerencia  de  Dios  y  de  Nuestra  Señora  templasse 
su  furia  y  enojo,  que  bastauaa  ya  los  que  auia 
mandado  cortar  las  caberas  y  ahorcar;  y  assi  le 
dLxo  otras  muchas  y  diuersas  cosas  de  gran  co- 
misseracion  y  piedad.  Alonso  de  Toro  respondió 
y  replico  muchas  y  diuersas  cosas  con  el-obispo, 
no  los  queriendo  perdonar;  mas  al  cabo  y  a  la 
postre  se  amanso  y  aplaco  en  alguna  manera, 
mas  dende  a  ciertos  dias  los  mando  libremente 
soltar  de  la  prisión  en  que  estauan  y  se  hizo  ami- 
go con  ellos.  Estas  son  las  cosas  que  suscedieron 
en  la  cibdad  del  Cuzco  por  la  carta  que  hizieron 
escreuir  por  fuerza  a  Don  Martin  de  Guzman  para 
Alonso  de  Toro,  de  la  qual  resulto  que  toda  la 
cibdad  estuuiesse  en  seruicio  de  Su  Magestad  por 
algunos  dias  y  a  la  opinión  de  Diego  Centeno  y  de 
Lope  de  Mendoza.  Mas  si  como  Diego  Centeno 
endere90  a  la  cibdad  dé  Arequipa  se  fuera  dere- 
cho al  Cuzco,  donde  estauan  y  auia  muchos  gran- 
des seruidores  de  Su  Magestad,  y  el  tenia  muchos 
afficionados  que  estauan  ocultos  que  lo  querían 
muy  bien,  aunque  entrara  con  poca  gente  hiziera 
effecto.  Para  mi  tengo  creydo  que  el  fuera  señor 
de  la  cibdad  y  la  posseyera  en  nombre  de  Su  Ma- 
gestad y  alli  se  reforjara  de  gente  y  armas,  pues 
las  auia  muchas,  y  diera  batalla  a  Francisco  de 
Carauajal  con  muchas  ventajas  que  los  leales  y 
cíbdadanos  hízieran  para  lo  venzer  y  matar.  Por- 
que assi  como  Alonso  de  Toro  se  salió  de  la  cib- 


aldados  y  muchos  ca- 
lías y  cotas,  con  otra 
is,  y  sobre  todo  muy 
al  seruicio  de  Su  Ma- 
is  quedaron  todos  bur- 
que  dicho  tenemos. 


104 

ssen  si  lo  sabiaii  o  auian  entendido  en  alguna  ma- 
nera a  donde  auian  ydo  a  parar,  y  que  yntencion 
era  la  que  lleuauan;  que  se  lo  dixessen  luego,  pues 
auia  passado  por  aquel  mismo  pueblo  y  muchos 
dellos  le  auian  visto  y  hablado  largamente  con 
ellos.  Los  que  querián  mal  a  Diego  Centeno  por 
amor  de  Lope  de  Mendoga,  por  los  males  y  daños 
que  les  auia  hecho  los  dias  atrás,  le  dixeron  de 
como  se  auian  ydo  al  pueblo  de  Yca  con  obra  de 
cinquenta  soldados,  y  que  de  lo  demás  no  sabían 
el  proposito  y  voluntad  que  lleuauan.  Francisco 
de  Carauajal  se  holgó  mucho  con  esta  nueua  y 
tuuo  entendido  que  los  podria  coger  alli  descuy- 
dados  y  que  entonces  se  acabarian  y  fenescerian 
sus  traba xos  y  cuydados  que  tanto  le  fatigauan 
con  tanto  caminar  de  dia  y  de  noche,  porque  su 
desseo  era  ya  de  parar,  por  descansar.  Luejgo 
mando  sin  dilación  alguna,  después  de  auer  cena- 
do lo  poco  que  le  cupo,  assentado  en  vna  silla,  que 
no  quiso  que  se  le  pusiesse  mesa,  estando  rodea- 
do de  sus  capitanes  y  de  algunos  vezínos,  que  se 
ajuntassen  todos  los  soldados,  porque  andauan  por 
las  casas  de  los  yndios  y  por  las  sementeras  bus- 
cando que  cenar  y  no  hallaron  otra  cosa  sino  mu- 
chas majorcas  de  mahiz  verde  que  estañan  aun  en 
leche,  que  comieron  dellas  aquella  noche  hasta 
hartar.  Pues  ajuntados  los  soldados  y  llegados 
ante  el,  les  mando  que  todos  fuessen  por  la  via 
que  vn  adalid  español  los  licuaría,  que  los  vezi- 
nos  de  alli  se  lo  auian  dado  para  que  los  guiasse 
hasta  el  puerto  de  Quilca.  Porque  otros  vezínos 
que  estañan  afñcionados  con  las  cosas  de  Diego 


las  compaflias  de  Pedroiie  Castañeda  y  de  Martin 
de  Almendras,  y  luejfo  yua  la  compaflia  de  Alon- 
so de  Mendoza,  y  por  retaguardia  yua  la  compa- 
flia de  Francisco  de  Carauajal,  que  acompañauan 
et  estandarte  mayor  que  lleuaua  Juan  JulHo  de 
Hojeda.  El  Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadi- 
lla,  yel  sargento  mayor  Balthasarde  Cepeda,  ylos 
otros  sargentos  menores  yuan  corriendo  de  vna 
parte  a  otra  mirando  como  caminauan  los  solda- 
dos, y  también  porque  algunos  dellos  no  se  les 
C|iiedasse[nJ  atrás.  Como  la  noche  hizo  muy  escura 
y  el  cielo  de  grandes  nublados,  no  fueron  por  el  ca- 
mino derecho  que  va  al  puerto,  antes  se  subieron 
vo  poco  arriba  hazia  las  Charcas  porque  lo  mando 
assi  Francisco  de  Carauajal  al  adalid  que  licúa- 
nan,  porque  tuuo  entendido  de  prender  a  Die¡>o 
Centeno  porque  podría  yrse  por  alli  a  las  Char- 
cas, y  desu  manera  comentaron  de  marchar  con 
grande  priessa.  Yendo,  pues,  todos  caminando 
juntos  y  apiñados,  quando  amanescio  no  aui.in  an- 
dado tres  leguas,  a  causa  que  hizo  aquella  noche 
grandissimo  frió,  por  lo  qual  comenijaron  cassi 
todos  los  soldados  a  caer  de  sus  cauallos  y  de  sus 
muías  abaxo  en  el  suelo,  dando  grandes  bozes y  ge- 
midos, diziendo  que  se  morian.  Causóles  este  mal 


I 


IOS 

er  comido  aquella  noche  muchas  majorcas 
liz  verde  y  crudo,  que  como  auia  diasque 
lian  sino  vn  poco  de  mahiz  tostado,  tenían 
omagos  vazios,  que  fue  este  mal  a  manera 
)Con  que  da  a  los  cauallos  quando  han  co- 
nucho  mahiz,  y  assi  se  tendieron  muchos 
en  el  suelo,  que  no  pudieron  passar  mas 
te.  Después  que  entro  el  dia  y  la  calor,  co- 
ron  de  aliuíarse  corriendo  de  vna  parte  a 
pie,  y  como  sudaran  se  les  quito  va  poco  el 
assi  continuaron  su  camino  en  seguimiento 
:apitan  que  a  la  media  noche  se  auia  ade- 
)  con  veinte  y  cinco  de  a  cauallo  y  arcabu- 
Francisco  de  Carauajal  auia  hecho  alto  tres 
de  alli  por  aguardar  a  sus  soldados,  que  fue 
do  de  lo  que  les  auia  acontescido  y  del  mal 
i  auia  dado,  por  lo  qual  tuuo  rezelo  que  sal- 
lor  allí  algunos  hombres  de  Diego  Centeno, 
bian,  por  hazelles  todo  el  mal  y  daño  que 
sen.  Que  cierto  si  por  alli  salieran  Diego 
lO  o  Lope  de  Mendo9a  con  veinte  arcabuze- 
rdaderamente  digo  que  no  quedara  hombr? 
fuera  preso,  o  muerto  a  puñaladas,  que 

0  dellos  se  deffendiera,  por  el  mal  que  te- 
aquel  dia  se  perdiera  el  nombre  de  Fran- 

e  Carauajal  y  aun  no  estuuiera  bien  sanéa- 
le Gonzalo  Pii;arro.  Este  trance  y  el  del 
y  el  del  pueblo  de  Paria  se  perdieron  los 
ido  de  Diego  Centeno;  mas  en  fin,  al  fin 

1  vn  cxercito  no  sabe  muchas  vezes  lo  que 
rario  haze,  por  falta  de  auisos  y  buenas  es- 
:  pierden  muchas  vezes  buenas  coyunturas, 


1 


107 

como  se  perdió  aqui  tan  buena  por  no  querer  pa- 
rar vn  poco,  sino  yr  de  corrida.  Después  que  todos 
los  soldados  llegaron  adonde  Francisco  de  Cara- 
uajal  estaua,  descansaron  por  aquella  noche,  aun- 
que no  tuuieron  que  cenar;  antes  se  morían  de 
hambre  y  de  frió,  porque  no  hizieron  fuego  para 
callentarse,  ni  tuuieron  fregadas  con  que  cubijar- 
sse,  sino  eran  las  cotas  que  trayan  acuestas,  que 
los  enfriauan  mucho  mas.  No  era  bien  amanescido 
quando  todos  estauan  ya  a  cauallo  y  assi  tomaron 
a  marchar  en  seguimiento  de  Diego  Centeno,  lie- 
uando  por  delante  la  guia  español  que  los  lleuaua 
por  senderos  no  sabidos  ni  trillados  por  los  espa- 
ñoles, y  caminaron  de  vn  apretón  aquel  dia  y  la 
noche  siguiente  hasta  otro  dia.  Ya  que  serian  las 
nueue  de  la  mañana  llegaron  a  la  costa  de  la  mar 
del  Sur,  desde  donde  vieron  vn  nauio  que  andaua 
en  calma  sobre  aguas  de  la  mar,  porque  el  capitán 
Ribadeneyra  lo  auia  tomado  en  el  puerto  del  rio 
Nilo  vna  noche  con  doze  arcabuzeros  que  auia  lle- 
uado,  con  vnas  balsas  de  caña  que  hizieron  para 
el  effecto.  Y  tomado  el  nauio  se  yua  con  el  al 
puerto  de  Quilca,  como  estaua  concertado  con 
Diego  Centeno,  y  auianle  tomado  las  calmas  en 
aquel  paraje  y  a  esta  causa  se  estaua  alli  hecho 
boya,  sin  poder  llegar  al  puerto  de  Quilca  como  el 
lo  desseaua.  Francisco  de  Carauajal  se  holgó  mu- 
cho de  lo  ver,  no  porque  supiesse  a  donde  yua  en- 
caminado, ni  que  derrota  lleuaua;  y  assi  llegaron 
a  vn  pueblo  de  jmdios  pescadores  que  estaua  junto 
a  vn  arroyo  de  agua  y  junto  a  la  playa  de  la  mar. 
Aqui  hallaron  mucho  mahiz,  gallinas  y  puercos 


1€S 

itílla  que  tenia  la  carne  sabor  de  pescado, 
>  comían  otra  cosa  porque  se  metían  nadan- 
uro  en  la  mar  a  cogello,  y  aquí  sacaron  to- 
víentre  de  mal  año  y  se  refrescaron  y  des- 
'on  hasta  quanto  tres  horas,  que  mas  tiempo 
ir  no  les  dieron.  Entre  tanto  que  descaosa- 
mchos  de  los  soldados  comentaron  de  rehe- 
iis  cauallos,  que  venian  desherrados  y  des- 
i,  porque  adeuinauan  que  auian  de  yr  tras 
Centeno  hasta  la  cibdad  de  Lima  según  que 
an  la  priesa  en  caminar.  Otros  se  hecharon  - 
nir  encima  del  arena  al  sol,  que  venían  muy 
itos  y  bien  fatigados  del  largo  camino  que 
Ueuado  y  del  poco  dormir  (1)  con  las  cotidia- 
nas que  auian  hecho  caminando  desde  el  día 
imen^aron  desde  el  pueblo  de  Paría  a  dar 
Icance  a  Diego  Centeno  y  a  Lope  de  Mendo- 
mo  atrás  queda  dicho. 


CAPITULO  xin 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  CONTINUANDO  SV 
CAMINO  LLEGO  AL  PUERTO  DE  QUILCA,  Y  DE  LAS  PA- 
LABRAS QUE  DIXO  AL  PASSAR  DEL  RIO  Y  DE  LAS  COSAS 
QUE  LE  DESCUBRIÓ  VN  ESTANQERO  ACERCA  DE  CENTE- 
NO,   Y    DE   OTRAS  COSAS  QUE  PASSARON  EN  EL  YNTER 


Ya  que  auian  descansado  y  refrescado  todos 
los  soldados  en  aquel  pueblo,  como  queda  dicho, 
luego  Francisco  de  Carauajal,  sin  aguardar  tan 
solo  vn  punto  ni  a  cosa  alguna,  passadas  ya  las 
tres  horas  caualgo  en  su  muía  bermeja  y  mando  a 
los  suyos  hazer  otro  tanto,  lo  qual  se  cumplió 
prestamente  y  se  vinieron  luego  a  ponerse  delante 
del  todos  puestos  a  cauallo.  Y  con  esto  les  hablo 
amorosamente  apercebíendoles  caminassen  con 
gran  priesa  sin  quebrar  el  hilo  de  la  borden  en  la 
qual  los  auia  puesto,  por  quanto  el  quería  yr  ama- 
nescer  sobre  Diego  Centeno  y  Lope  de  Mendoza, 
que  tenia  entendido  estarían  en  el  pueblo  de  Quil- 
ca  bien  descuy dados  de  su  repentina  (1)  llegada. 
Yendo,  pues,  caminando  todos  en  vna  hilera,  vno 
en  post  del  otro,  por  ser  el  camino  angosto  y  es- 


(ij    TaclMdo:  c^ydm. 


H 


lio 

trecho  en  partes,  anduuteron  todo  aquel  dia  sin 
descansar  ni  cortarse  el  hilo  que  Ueuauan,  porque 
se  >'uan  aguardando  los  vnos  a  los  otros.  Ya  que 
serian  dos  horas  de  la  noche  comento  de  hazer 
grandissimo  frió,  por  lo  qual  comenijaron  poco  a 
poco  muchos  de  los  soldados  a  quedarsse  en  cada 
barranco  que  hallauan;  los  vnos  por  licuar  los  ca- 
uallos  muy  cansados,  y  los  otros  por  yr  ademas  so- 
ñolientos. Y  otros,  por  el  gran  frió  que  hazia,  no 
pudiendo  passar  mas  adelante,  se  hecharon  a  dor- 
mir detras  de  vnas  peflas  muy  grandes,  tomando- 
las  por  reparo  del  viento  muy  frió  y  delgado  que 
corria  que  les  traspassaua  el  cuerpo,  que  ya  no  lo 
podian  sufrir.  Francisco  Carrillo,  alférez  del  capi- 
tán Martin  de  Almendras,  como  yua  mal  dispuesto 
y  porque  el  sueño  y  el  frío  le  fatig:auan  mucho  se 
apeode  su  cauallo,  y  otros  que  le  acompaña uan, 
los  quales  se  metieron  con  el  estandarte  de  damas- 
co blanco  en  vn  corral  de  ouejas  mansas  de  las 
desta  tierra  que  alli  cerca  del  camino  estañan- 
Verdaderamente  digo  que  no  lo  sabré  dezir,  que 
no  se  que  cuerpos  tenian  estos  hombres,  assi  los 
de  Diego  Centeno  como  los  de  Francisco  de  Cara- 
uajal,  ni  que  sufrimiento  les  bastaua,  ni  con  que 
paciencia  podian  tolerar  tanto  frió,  trabaxo  y  ham- 
bre como  passaron  en  este  tan  fastidioso  camino, 
sin  descansar,  que  cierto  no  uviera  otro  cuerpo 
humano  que  lo  pudiera  comportar.  Francisco  de 
Carauajal,  como  soldado  viejo,  y  antigo  que  sa- 
bia suffrir  y  passar  por  estos  trabaxos  y  otros  ma- 
yores, no  paro  en  ninguna  parte,  antes  anduuo  to- 
da la  noche  sin  parar  con  setenta  hombres  de  a  ca- 


I 

i 


112 

■s:  Señor,  lo  que  yo  sabré  dezir  en  este  ca- 
[ue  Francisco  Negral  es  ydo  hazia  la  cibdad 
i  por  el  camino  de  los  Llanos  con  mas  de 
ta  hombres  de  a  cauallo  y  arcabuzeros;  y 
>nteno  no  se  del,  ni  adonde  es  ydo,  mas 
krna  noche  desa páreselo  deste  pueblo  con  6U 
Suazo;  y  Lope  de  Mendoza,  seflor,  me  pa- 
je es  ydo  por  la  costa  arriba  con  vnos  pocos 
buzeros,  y  a  lo  que  después  oy  dezir  a  cier- 
lados,  que  se  yua  a  meter  en  la  prouincía  de 
reas,  o  a  la  villa  de  la  Plata,  para  tomarse 
ra  vez  con  ella.  Y  el  capitán  Diego  de  Ri- 
»Ta  es  ydo  por  el  nauio  que  paresce  en  la 
ara  ciertos  respectos  que  entre  ellos  se 
omunicado;  y  entonces  dixo  otra  vez  Fran- 
e  Carauajal:  córtenme  la  cabera  sino  esta 
i  cerca  Diego  Centeno,  pues  el  verganlio 
1.  Embio  a. llamar  otra  vez  al  estanciero, 
se  auía  ydo  de  alli,  que  lo  auía  embiado  a 
iu  amo,  y  le  pregunto  con  furia  y  gran  eno- 
)iego  Centeno  y  por  los  demás,  y  que  en 
30  le  dixesse  la  verdad;  si  no,  que  botaua  a 
'  a  quantos  que  lo  mandaría  lu^o  ahorcar; 
inciero  respondió,  con  temor  que  tuno  del, 
i:  Sefior,  yo  no  se  mas  qut;  dezir  mas  de 
que  tengo  dicho  de  los  capitanes;  que  Fran- 
?gral  se  yua  a  Lima,  y  Lope  de  Mendos 
hazia  las  Charcas,  y  que  Diego  Centeno 
desaparescido  vna  noche  d'entre  sus  solda- 
ue  no  sabia  del  mas  cosa  alguna.  Como  su- 
Lope  de  Mendoza  era  ydo  a  las  Charcas 
)s,  embio  luego  tras  ellos  a  Diego  de  Al- 


113 

mendras,  hermano  del  capitán  Martin  de  Almen- 
dras, con  veinte  y  cinco  arcabuzeros  en  buenos 
cauallos  y  muías  andadoras.  Y  por  otra  parte,  te- 
niendo creydo  que  Francisco  Negral  se  yua  á  Li- 
ma, tuno  gran  rezeloque  podía  causar  en  la  cibdad 
alguna  controuersia  de  algún  mal  ynfortunio,  de 
lo  qual  le  peso  en  el  alma  y  luego  determino  de  yr 
alia  antes  que  Francisco  Negral  Uegasse  a  la  cib- 
dad. Y  assi  como  yuan  llegando  los  soldados  poco 
a  poco,  mando  a  sus  capitanes  que  se  apercebiessen 
para  yr  a  la  cibdad  de  Lima  en  seguimiento  de 
Francisco  Negral,  pues  Diego  Centeno  quedaua  en 
el  ynter  alli  escondido,  y  que  luego  darían  labuel- 
la  en  busca  del,  y  esto  tuuo  siempre  encasquetado 
en  la  cabera.  El  capitán  Juan  de  Morales,  viendo 
que  los  soldados  estañan  cansados  y  bien  fatigados 
del  largo  camino  que  auian  traydo,  le  dixo  que  mi- 
rasse  atentamente  lo  que  mandaua  hazer,  porque 
ya  no  auia  soldado  de  quantos  le  auian  seguido 
que  estuuiesse  para  caminar  tan  solo  un  passo,  que 
muchos  dellos  estaban  (1)  enfermos  y  a  esta  causa 
no  auia  quien  le  pudiesse  seguir  tanto,  y  que  mira- 
sse  muy  bien  que  todas  las  muías  y  cauallos  que 
trayan  estañan  muy  cansados,  matados  y  desherra- 
dos, y  que  no  podrían  caminar  quatro  leguas, 
quanti  mas  llegar  a  la  cibdad  de  Lima,  que  auia 
ciento  y  quarenta  leguas  de  camino  arenoso  y  pe- 
dregoso y  mucha  calor,  que  desmayarían  en  el 
camino  las  bestias  y  se  quedarían  los  soldados  en 
el  camino,  como  lo  auian  hecho  los  demás  que  se 


(O    Ms.  esiam. 
G.  DB  Santa  Clama.— IV.— 3.*  8 


n 


114 

auian  quedado  atrás.  Y  que  mejor  fuera  y  mas 
acertado  y  aun  fácil  de  hazer  (1)  embiar  vn  men- 
sajero por  la  posta  para  que  diesse  auiso  a  Loren- 
zo de  Aldana,  que  estaua  en  Lima  (2)  de  lo  que  pa- 
ssaua,  y  que  de  alli  passasse  mas  adelante  a  las 
otras  partes  para  que  hiziesse  lo  mismo  para  que 
todos  estuuiessen  aduertídos.  Y  que  de  presente 
no  desamparase  aquella  tierra  hasta  prender  a 
Diego  Centeno,  pues  estaua  por  alli  libre  y  escon- 
dido, y  no  sin  causa,  y  que  con  su  libertad  podría 
causar  muchos  males  y  daños  peores  que  los  pa- 
ssados,  si  se  tornaua  a  las  Charcas,  pues  Lope  de 
Mendoza  yua  por  alia;  y  assi  le  dixo  otras  muchas 
cosas.  A  Francisco  de  Carauajal  le  parescio  bien 
lo  qjie  Juan  de  Morales  le  aula  dicho  y  viendo  la 
mucha  razón  que  tenia  propuso  de  lo  hazer  assi,  y 
porque  también  vido  que  auian  caminado  sin  parar 
cassi  al  pie  de  ciento  y  cinquenta  leguas  en  doze 
dias.  Yten,  conoscío  que  muchos  soldados  estauan 
enfermos  de  cámaras  y  calenturas,  por  la  mucha 
agua  frigidissima  que  auian  beuido  muchas  vezes, 
que  los  auia  corrompido,  sin  comer  cosa  alguna 
sino  vn  poco  de  mahiz  crudo,  como  cauallos,  que 
no  auian  tenido  lugar  de  lo  tostar,  por  solo  cami- 
nar. Por  estas  cosas  y  por  otros  respectos  deter- 
mino embiar  mensajero  y  escriuir  a  Gonzalo  Pi9a- 
rro  haziendole  saber  todo  lo  que  passaua,  y  para 
que  de  camino  fuesse  anisando  a  todos  los  thenien- 
tes  que  residian  en  todas  las  cibdades,  villas  y  lu- 


co   Ms.  hazer  que  era, 

(i)    Tachado:  j^ara  que  le  dieeu  auiso. 


HV 

AJAL  SUPO  LAS  SERAS 
ESO  Y  RI8ADENEYRA 
L  TIERRA,  Y  PROPUSO 
O  BFFECTO.  Y  DANDO- 

:  DE  allí  a  la  Mus- 


lo quaado  Francisco 
tado,  y  viendo  el  na- 
le  las  corrientes  lo 
',  se  holgó  delto  en 

andana  en  calma,  y 
;go  de  Ribadeneyra 
iego  Centeno  y  sin 
is  que  con  el  auian 
on  gran  presteza  y 
)  que  hiziesse  venir 
¡os,  para  que  hizie- 
a  Huiana  y  de  cañas 
r  alli  en  aquel  rio,  y 
:has  canoas,  que  las 

laguna  de  la  Nueua 
ndo  seruir^n  algo  a 
;  andana  amenazan- 


117 

do  con  la  muerte,  y  porque  el  y  los  demás  de  sus 
capitanes  no  sospechassen  del  alguna  cosa,  por 
que  a  crudos  tormentos  le  harían  dezir  por  fuerza 
lo  que  sabia  de  Diego  Centeno,  y  assi  se  fue  a  el  y 
le  dixo  con  palabras  muy  humilldes:  Señor,  pa- 
resceme  que  sin  balsas,  ni  canoas,  y  sin  meter- 
se V.  m.  en  la  mar,  se  podra  tomar  fácilmente  el 
nauio,  y  esto  se  puede  hazer  a  poca  costa  y  sin 
riesgo  alguno;  y  luego  le  dixo  las  señas  y  contra- 
señas que  auia  entre  Diego  Centeno  y  Diego  de 
Ribadeneyra,  diziendole  que  el  las  auia  oydo  pla- 
ticar y  concertar  entre  ellos  dos  solos  en  secreto 
vna  noche,  estando  el  detras  de  vn  seto  de  cañas, 
porque  hablauan  vn  poco  alto,  sin  que  dellos  f  ue- 
sse  visto  ni  sentido;  de  lo  qual  Francisco  de  Cara- 
uajal  se  holgó  mucho  y  le  prometió  de  se  lo  gra- 
tiffícar  muy  bien  por  el  auiso  que  le  auia  dado. 
Pues  sabidas  ya  las  señas  y  contraseñas  que  se 
auían  de  hazer  de  entrambas  partes,  tomo  consigo 
a  Juan  Jullio  de  Hojeda,  su  alférez  mayor,  y  los 
capitanes  y  cinquenta  soldados  y  se  subieron  en- 
cima de  vn  otero  o  cerro  pequeño  que  estaua  ape- 
gado al  puerto,  los  quales  todos  se  pussieron  enci- 
ma del  para  que  fuessen  vistos  de  los  que  estañan 
en  el  nauio.  Desde  alli  el  alférez  Juan  Jullio  de 
Hojeda,  que  estaua  vestido  de  grana  como  lo  anda- 
na siempre  Alonso  Camargo,  alférez  mayor  de 
Diego  Centeno,  comengo  de  campear  el  estandar- 
te, que  era  de  damasco  carmesí,  que  desde  lexos 
se  páresela  mucho  al  estandarte  de  Diego  Cente- 
no, como  atrás  queda  dicho.  El  capitán  Diego  de 
Ribadeneyra,  viendo  esta  seña  que  era  la  primera» 


118 

tuuo  creydo  que  era  el  alférez  Alonso  Camargo  y 
que  Diego  Centeno  y  sus  amigos  estarían  allí 
aguardándole;  respondieron  luego  con  otra  seña, 
que  fue  tirar  un  arcabuzago,  y  los  de  tierra  tira- 
ron assimismo  otro  arcabuzago.  En  fin,  los  del  na- 
uio  hizieron  vna  seña  con  vn  líenlo  blanco  dando 
a  entender  de  como  el  barco  venia  a  tierrf ,  y  los 
de  Francisco  de  Carauajal  hizieron  otra  seña  con 
otro  liento  blanco  para  que  se  viniessen.  Y  con  es- 
to Diego  de  Ribadeneyra  embio  él  barco  con  cier- 
tos arcabuzeros  los  quales  venian  auissados  de  su 
capitán  que  mirassen  bien  que  no  fuessen  engaña- 
dos si  eran  de  los  enemigos,  y  para  que  viessen 
si  estaua  en  tierra  Diego  Centeno  y  lo  que  man- 
daua  que  se  hiziesse,  que  alli  le  estauan  aguardan- 
do. Quando  Francisco  de  Carauajal  vido  venir  el 
barco  se  holgó  en  gran  manera,  creyendo  de  auer- 
lo  en  su  poder,  por  lo  qual  mando  a  veinte  arca- 
buzeros que  luego  se  abaxassen  y  que  ninguno  de- 
llos  les  hablasse,  sino  que  todos  se  escondiessen 
detras  de  vnas  peñas  grandes  que  a  la  redonda 
del  puerto  estauan.  Este  puerto  esta  hecho  a  ma- 
nera de  vna  herradura,  que  por  de  dentro  esta  bien 
ancho  y  [en]  la  boca  esta  vn  poco  angosto,  y  en 
las  puntas  del  vn  cabo  y  del  otro  mandó  Francisco 
de  Carauajal  que  se  pusiessen  los  arcabuzeros. 
Yten,  les  mando  que  entrando  el  barco  se  mostra* 
ssen  luego,  porque  de  miedo  dellos  no  se  boluie- 
ssen  ni  se  saliessen  a  la  mar  haziendose  a  lo  largo» 
deffendiendoles  la  salida  a  puros  arcabuza90s  y 
que  assi  serian  presos,  porque  tuuo  creydo  que 
Diego  de  Ribadeneyra  venia  alli  y  que  entraría 


„  de 
los  soldados  que  estauan  en  el  otero  alto  ni  los  que 
estañan  en  lo  baxo  no  les  dauan  el  parabién  de  sus 
venidas,  sospecharon  mal.  Y  con  esto  tuuieron  co- 
noscimiento  luego  que  no  eran  de  los  amigos,  sino 
que  eran  de  los  traydores  piíparristas  sus  mortales 
enemigos,  y  disparando  sus  arcabuzes  a  lo  alto  del 
otero  contra  los  que  estauan  en  el  y  contra  los  que 
estauan  en  lo  baxo,  comen9aron  a  dezir  a  grandes 
bozes:  ¡A  traydores,  cismáticos,  enemigo&de  Dios 
y  de  sus  sanctos  y  de  Su  Magcstadl  no  penséis  que 
con  asechanzas  y  traydoramente  nos  aueís  de 
prender;  a  Tuta,  a  Tuta,  que  es  tierra  de  vellacos 
como  vosotros;  y  assi  les  dixeron  otras  cosas  feas 
y  de  gran  baldón  y  con  esto  dieron  la  buelta  mas 
de  priesa  que  despacio  y  se  fueron  al  nauio.  Los 
pi^arrístas  quedaron  afrentosamente  burlados  y 
aun  bien  corridos  de  las  palabras  ynjuriosas  que 
los  leales  les  autan  dicho,  principalmente  el  gran 
tirano,  que  bramaua  como  vn  toro  acosado  viendo 
que  no  auian  hecho  ningún  effecto  en  tomar  el 
nanio  y  a  los  que  venían  en  el.  Pues  viendo  Fran- 
cisco de  Carauajal  que  los  del  nauio  se  yuan  con 
el  barco,  mando  que  los  arcabuzeassen  los  del 
otero  y  los  de  abaxo,  y  como  ya  yuan  lexos  de 
alli  no  les  hízieron  ningún  mal  ni  daño  como  el 
carnicero  lo  desseaua.  En  fin,  como  vido  que  no 


I 


la) 

lido  prendellos  se  tomo  con  gran  enojo  a 
sentos  y  con  gran  furia  mando  al  estancie- 
js  canoas  y  las  balsas  fuessen  luego  tray- 
que  el  quería  yr  alia  en  persona  a  dar 
;  al  nauio  y  prender  al  capitán  Diego  de 
leyra  ya  los  soldados  que  venían  con  el. 
s  se  trayan  las  balsas  y  las  canoas  escri- 
carta  a  Diego  de  RibaJeneyra  con  dos  yn- 
pueblo,  ios  quales  fueron  en  vna  balsilla, 
en  ella  breuemente  se  contenía  era:  Que 
con  gran  vehemencia  a  todos  los  caualle- 
estauan  en  el  nauio  se  diessen  al  seruicio 
ngestad  y  al  de  Gonzalo  Piíparro  su  sefior, 
)ian  que  era  Gouernador  jurídicamente  de 
5  reynos  y  prouincias  del  Perú  en  nombre 
que  el  como  buen  señor  les  gratífñcaria 
licio  que  le  harían,  con  hazimiento  de  mu- 
ieñaladas  mercedes.  Y  de  sí  les  embio  a 
e  si  ellos  se  dauan  y  se  ponían  en  sus  ma- 
prometía  y  daua  su  fee  y  palabra,  como 
o  hijodalgo,  que  no  les  baria  el,  ni  otro 
ningún  mal  ni  daño,  sino  que  ¿ntes  les 
uy  gran  amigo  y  buen  tercero  para  con 
imo  por  la  obra  lo  vería.  Y  que  el  haría  de 
;ra  con  su  señor  Gonzalo  Pícarro  para  que 
onasse  en  todo  lo  cíuíl  y  criminal,  y  les  ha- 
de comer  en  la  tierra  el  que  no  lo  tuuíesse, 
lo  Luuiesse  seria  amercendeado  y  gratiffi- 
otra  manera,  de  que  les  diesse  gusto  y 
ntento.  Quando  vido  Diego  de  Ribadeney- 
[Tarta  no  hizo  casso  deila  y  a  los  yndios  dio 
tormentos  preguntándoles  quantos  hom- 


dixeion  que  eran  muchos,  mas  que  no  sabían  quan- 
tos  eran,  que  no  los  auian  contado.  Y  con  esto  des- 
pacho a  los  yndios  atormentados,  sin  responder  a 
la  carta  cosa  alguna,  antes  embiaron  con  ellos  vna 
gran  multitud  de  bulas  de  la  Cruzada  que  Ueuauan 
a  la  prouincia  del  Chile,  gouemacion  que  fue  des- 
pués de  Pedro  de  Valdiuia,  con  vn  escripto  sin  ti- 
tulo ni  firma  que  desta  manera  dezia:  Estas  bulas 
de  la  Cruzada  hallamos  en  este  nauío,  que  las  Ue- 
uauan á  la  prouincia  del  Chile;  a  v.  m.  suplicamos 
las-  mande  entregar  al  Comisario  6  Vicario  que 
estuuiere  en  la  cibdad  de  Arequipa,  porque  no  se 
pierdan,  sino  que  tan  sanctas  cosas  como  en  ellas 
se  contienen  se  distribuyan  entre  los  xpianos,  o  se 
pongan  en  la  caxa  de  la  yglessia  o  en  la  de  Su  Ma- 
gestad.  Venidos  que  fueron  los  yndios  a  tierra  con 
aqueste  recaudo,  sintiólo  mucho  Francisco  de  Ca- 
rauajal  y  tomólo  por  afrenta  viendo  que  no  le 
auian  respondido  a  su  voluntad,  ni  lo  que  el  qui- 
ssiera  que  se  hiziera:  que  luego  se  dieran  con  las 
manos  atadas  al  seruicio  de  Goncalo  Pigarro;  y  de 
no  lo  auer  hecho  grunia  y  rauiaua  como  vn  des- 
esperado. También  se  enojo  brauamente  porque 
auian  (I)  dado  trato  de  cuerda  y  azotado  á  los  tris- 
tes de  los  yndios  que  el  auia  embiado,  sin  tener 
para  ello  ninguna  razón  ni  occassion,  siendo  men- 
sajeros y  vnos  yndios  bocales  que  no  sabrían  res- 
ponder a  lo  que  tes  preguntauan;  por  lo  qual  nian- 

(1)    Ui.«u«>^. 


i 


122 

gandes  bozes  y  con  gran  furia  que  las  balsas 
}as  se  truzessen  antes  que  et  nauio  se  f uesse. 
le  se  comeii?aua  a  traer  todo  recaudo,  y  es- 
ya  todos  los  soldados  puestos  a  la  lengua  del 
para  embarcarse  en  las  balsas  y  canoas,  abi- 
iiamente  el  viento  y  el  nauio  se  fue  de  allí  con 
1  ligereza  lleuando  viento  en  popa,  que  en 
[horasj  le  perdieron  de  vista.  Y  con  esto  fue- 
parar  todosa  la  NueuaEspafla,comodespues 
ido  el  tiempo  se  supo,  que  no  se  atreuieron 
"ierra  Firme  a  causa  que  estaua  por  alia  Pe- 
lonso  de  Hinojosa  con  toda  la  flota,  y  porque 
quella  tierra  estaua  a  deuocion  de  Gonzalo 
•o,  como  atrás  queda  dicho.  En  este  viaje  que 
on  Diego  de  Ribadeneyra  y  los  suyos  descu- 
in  las  siete  yslas  Perdidas,  que  ellos  Uama- 
;  los  Patagones,  que  según  fama  son  muy  ri- 
as  de  oro  que  de  plata,  y  están  enfrente  del 
■y  de  Yca,  que  es  en  las  tierras  del  Perú, 
a  la  linea  equinocial,  hacia  el  norte.  Y  están 
yslas  pobladas  de  hombres  medio  gigantes  y 
indes  y  disformes  pies,  y  Diego  de  Ribade- 
por  esta  razón  los  llamo  patagones,  según 
isyndios  de  Yca  lo  dizen,  porque  tuuleron 
los  grandes  contrataciones  antes  que  los  es- 
;s  viniessen  a  conquistar  estas  tierras,  como 
ite  diremos. 


CAPITULO  XV 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL,  DESPUÉS  QUE  SE 
FUE  EL  CAPITÁN  DIEGO  DE  RIBADENEVRA  DEL  PUERTO 
CON  SU  NAÜIO  Y  NO  AUIENDO  HECHO  NINGÚN  EFFECTO» 
SE  BOLUIO  CON  SUS  CAPITANES  A  LA  CIBDAD  (1),  Y  DE 
LAS  COSAS  QUE  HIZO  EN  ELLA 


Como  el  Maestro  de  campo  Francisco  de  Cara- 
najal  vido  que  el  capitán  Diego  de  Ríbadeneyra 
era  ydo  con  el  nauio,  le  peso  en  gran  manera;  mas 
Tiendo  que  no  auia  podido  ni  auia  sido  mas  en  su 
mano,  que  harta  diligencia  auia  puesto  en  todo,  se 
dio  mucha  priesa  en  despachar  al  capitán  Juan  de 
Morales  con  las  cartas  que  escriuia,  las  quales  es- 
criptas  las  despacho  y  embio  con  breuedad.  El 
mensajero  que  las  lleuaua,  como  hombre  cuyda- 
doso  y  diligente,  caminando  dias  y  noches  llego  a 
la  gran  cibdad  de  Los  Reyes,  que  es  en  la  prouin- 
cia  de  Lima,  que  ay  ciento  y  treynta  leguas  tira- 
das, en  nueue  dias,  que  fue  por  el  camino  Real 
que  llaman  de  los  Llanos  o  de  la  Costa.  Caminaua 
vnas  veces  en  vna  hamaca,  que  los  yndios  a  re- 
muda lo  lleuauan  en  hombros,  corriendo,  y  otras 


(I)    Tachado:  tU  Quilca, 


124 

a  en  su  muía,  que  era  muy  andadora,  que 
as  gentes  dixeron  que  andaua  quinze  le- 
dia  y  que  le  auia  costado  ochocientos  pe- 
len oro  por  ser  tan  buena.  Pues  llegado  a 
1  de  Los  Reyes  sin  que  en  el  camino  le  aui- 
guna  controuersia,  dio  las  cartas  al  the- 
iren^o  de  Aldana  dándole  cuenta  y  razón 

0  que  se  auia  hecho,  de  lo  qual  el  y  todos 
onados  a  Gonzalo  Pi^arro  se  holgaron 
:ho  por  tan  buen  suceso  y  aniso.  Passan- 
delante,  yendo  por  todas  las  cibdades,  vi- 
¡ares  fue  dando  el  mismo  auisso  a  todos 
;nies  de  los  dichos  pueblos,  de  todo  lo  que 
:edido,  hasta  que  allcg:o  a  la  cibdad  de 

1  donde  hallo  a  Goncalo  PJcarro  que  esta- 
mando  de  partirse  para  Lima.  Llegado 
ante  el  le  dio  las  cartas,  y  después  de 
tiandado  leer  se  holgó  mucho  con  el  buen 
;  Francisco  de  Carauajal,  y  mas  con  el 
e  de  Diego  Centeno,  aunque  mas  quissie- 
preiidiera,  y  también  a  Lope  deMendo^, 
indo  hospedar  muy  bien  a  Juan  de  Mora- 
idole  dar  todo  el  recaudo  que  uvo  raenes- 
r  otra  parte  mando  á  sus  capitanes  y  sol- 
incipales  que  se  regozijassen  e  hiziessen 
fiestas  por  estas  nueuas  que  tan  buenas 
a  ellos,  y  assi  se  hizo,  que  aquella  noche 
unas  y  hachas  encendidas  y  grandes  lumi- 
ir  toda  la  cibdad,  y  el  domingo  siguiente 
i  y  juego  de  cañas.  Después  que  Francis- 
nmaj.il  uvo  embiado  al  mensajero  y  vien- 
lli  de  presente  no  auia  mas  que  hazer,  de- 


125 

termino  yrse  a  la  cibdad  de  Arequipa  por  derecho 
camino,  por  descansar  en  ella  de  tantos  trabaxos 
y  fatigas  y  de  tan  largos  caminos  como  auian  to- 
dos passado,  assi  de  hambre  como  de  fríos  muy 
yntollerables.  Assimismo,  viendo  las  grandes  y 
diuersas  enfermedades  que  los  suyos  tenian,  que 
del  camino  se  les  auia[n]  recrescido  del  caminar  de 
dia  y  de  noche  y  de  beuer  agua  muy  fria  en  ayu- 
nas, llenando  las  armas  acuestas  yendo  muchas 
vezes  a  pie,  y  llenando  la  comida  encima  de  si,  si 
la  hallauan,  quando  estañan  los  cauallos  cansados 
y  fatigados.  Entrando,  pues,  estos  perseguidores 
de  los  leales  por  la  cibdad,  lleuauan  todas  las  van- 
deras  tendidas  con  los  estandartes  que  yuan  tre- 
molcando  por  el  ayre,  y  al  son  de  los  atambores  y 
pifaros  yuan  marchando  con  buena  hordenan^a, 
de  tres  en  tres,  puestos  en  hilera,  como  hombres 
triumphantes  por  la  vitoria  que  auian  alcanzado, 
y  los  arcabuzeros  lleuauan  sus  arcabuzes  cargados 
con  dos  balas  porque  assi  les  fue  mandado.  Todos 
quantos  vezinos  auia  en  la  cibdad  le  salieron  a 
rescebir  y  a  dalle  la  buena  pro  de  su  llegada  y  el 
pésame  de  sus  trabajos,  y  assi  le  metieron  en  ella 
con  demonstracion  de  mucho  plazer  y  alegría  y  lo 
apossentaron  en  las  casas  del  marques  Don  Fran- 
cisco Pi<;arro,  que  caen  en  la  pla^a.  Los  capitanes 
y  soldados  fueron  apossentados  por  el  Maestro  de 
campo  Dionisio  de  Bobadilla  y  por  el  apossenta- 
dor  mayor  Francisco  Miguel,  por  sus  quarteles, 
en  casa  de  los  cibdadanos,  repartiéndolos  a  como 
cada  uno  dellos  tenia  de  renta  de  los  repartimien- 
tos de  los  yndios  que  tenian  en  encomienda,  y  se- 


126 

possibílidad.  Aunque  otros  fueron  aposea- 
:n  algunas  casas  que  estauan  vazias  y  des- 
as,  que  los  vezinos  se  auian  huydo  y  se 
^do  a  diuersas  partes,  de  miedo  de  Francis- 
^arauajal,  y  estos  soldados  que  se  apossea- 
in  estas  casas  vazias  comieron  a  costa  de  los 
lantes  y  de  los  tratantes.  Después  que  uvo 
3  a  la  cibdad,  dende  a  dos  dias  comen<;o 
muchas  cosas,  las  quales  todas  fueron  en 
o  de  Gonzalo  Pi^arro,  dizlendo  y  coloran- 
las  hazia  en  seruicio  de  Su  Magestad.  Y  por 
irte  pidió  a  todos  los  vezinos  que  aula  le  die- 
Igunos  dineros  de  los  que  tenían  de  sobra, 
acorrer  a  sus  soldados,  que  venían  muy  oc- 
ios, los  quales  se  le  dieron,  aunque  pocos, 
a  caxa  de  Su  Magestad  saco  mucho  dine- 
inca  pagar,  que  los  ofñclales  no  le  ossa- 
ntradezir  de  miedo.  Todos  los  pueblos  de 
que  estauan  vacuos  y  los  que  tenían  los  ve- 
|ue  se  auian  ydo  con  Diego  Centeno  los  pu- 
cabera  de  Su  Magestad,  para  que  con  este 
Y  nombre  siruiessen  a  Gongalo  Picarro,  co- 
ipues  le  siruieron.  Otro  si,  mando  a  los  ma- 
nos de  Goni;alo  Pi<;arro  que  tenia  en  diuer^ 
rtes,  que  recogiessen  y  tomassen  todos  los 
}s  que  los  yndios  dauan,  assi  en  oro  y  plata 
en  las  demás  cosas,  y  se  los  embiassen  con 
recaudo  adonde  quiera  que  el  estuuiesse, 
e  auian  de  ser  para  los  gastos  y  espedicion 
^erra.  A  Xpoual  Beltran  nombro  por  algua- 
j'or  de  la  cibdad  en  nombre  de  Gonzalo  Pi- 
y  lo  hizo  rescebir  en  el  cabildo  por  tal,  pa- 


127 

ra  que  siempre  se  hallasse  en  los  cabildos  que  los 
Regidores  hiziessen,  y  tuuiesse  voto  en  el;  lo  qual 
todo  se  assento  en  el  libro  de  cabildo  con  la  mer- 
ced que  se  le  hizo.  Hecho  esto  le  caso  con  vna 
viuda  hermosa  y  honrrada  que  tenia  repartimien- 
tos de  yndios,  y  esto  lo  hizo  sin  consentimiento  de 
sus  parientes,  que  no  quedan  casalla  con  el;  mas 
en  fin,  el  matrimonio  passo  aunque  les  peso,  de 
manera  que  el  le  puso  en  buen  estado,  que  lo  que- 
ría mucho.  Assimismo  caso  en  csta^cibdad  a  cinco 
soldados  de  los  principales  de  su  exercito  con 
otras  cinco  viudas  muy  honrradas,  y  les  dio  los 
repartimientos  de  yndios  que  autan  tenido  sus  ma- 
ridos en  encomienda  por  los  gouernadorés  passa- 
dos  en  nombre  de  Su  Magestad.  Supo  dende  a 
ciertos  dias,  de  sus  espias  que  en  muchas  partes 
tenia,  como  ciertamente  Diego  Orgoñez  y  Miguel 
Cornejo,  vezinos  de  la  cibdad,  tenian  escondido  a 
Diego  Centeno,  de  lo  qual  se  enojo  brauamente 
contra  ellos,  porque  se  dezia  que  lo  tenian  en  las 
sierras  de  los  Andes  o  de  Condesuyo,  mas  no  sa- 
bian  en  que  parte  o  lugar  estaua.  Y  por  no  matar 
a  estos  hombres,  que  bien  pudiera,  y  por  no  poner 
en  conSussion  ni  escándalo  al  pueblo,  que  estaua 
quieto  y  paciffico,  y  por  ser  estos  cibdadanos  de 
los  mas  principales  que  en  ella  auía,  disimulo  con 
ellos  y  los  dexo  estar  por  entonces.  Mas  después 
de  todo  esto  los  embio  con  gran  disimulación  con 
cartas  a  la  cibdad  de  Los  Reyes  para  que  las  die- 
ssen  a  Gon(;alo  Pigarro  y  al  licenciado  Diego  Vas- 
quez  de  Cepeda,  quondan  Oydor,  que  era  theniente 
sobre  todos  los  thenientes  y  justicia  mayor  de  toda 


12B 

la  tierra.  Y  les  embio  por  auiso  con  Agustín  de 
Castellanos,  que  ya  era  buelto  de  la  cibdad  del 
Cuzco,  diziendoles  de  como  les  embiaua  aquellos 
vezinos  para  que  alia  los  detuuiessen  en  el  entre- 
tanto que  el  andana  apaciguando  por  acá  la  pro- 
uincia  de  las  Charcas,  o  si  no,  que  híziessen  de  tal 
manera  que  en  toda  la  vida  no  boluiessen  mas  a 
sus  casas,  porque  cumplía  muy  mucho  hazer  esto. 
Por  quanto  estos  hombres  tenían  escondido  mali- 
ciosamente a  Diego  Centeno  y  a  Luys  de  Ribera, 
y  que  no  los  escondían  sin  proposito  ni  causa  al- 
guna, que  algún  misterio  auria  en  el  casso,  y  que 
fuessen  para  ello  atormentados  para  que  dixessen 
la  verdad  en  donde  los  tenían  escondidos,  y  que  si 
no  la  dixessen  les  diessen  garrote  vna  noche.  Y  que 
sí  todo  esto  (1)  se  hazia,  fuesse  hecho  muy  secreta- 
mente sin  que  persona  alguna  lo  entendiesse  que 
el  daua  este  auiso,  para  lo  que  adelante  se  auia  de 
hazer,  porque  ymportaua  muy  mucho  a  sus  vidas, 
personas  y  saludes.  Gonzalo  PÍ9arro  rescibio  estas 
cartas  y  por  mostrarse  humano  y  gran  amigo  de- 
llos,  y  por  consejo  que  para  ello  le  dio  el  licencia- 
do Benito  Juárez  de  Carauajal,  fueron  perdona- 
dos, aunque  fueron  mansamente  preguntados  que 
adonde  estañan  Diego  Centeno  y  Luys  de  Ribera, 
que  se  lo  dixessen;  ellos  negaron  reziamente  y  con 
juramento  que  no  sabían  dellos.  Y  por  estas  cosas 
y  por  ciertas  causas  y  respectos  no  les  quiso  hazer 
mal,  ni  matar,  antes  los  embio  dende  a  cierto  tiem- 
po a  sus  casas,  haziendoles  muchas  promessas  y 


(i)    Tachado:  no. 


130 

porque  terablaua  mucho,  y  por  escapar  de  la 
muerte  vinieron  a  dar  en  ella,  porque  dende  a  dos 
días  vinieron  a  morir  conffessados  y  comul^dos 
«orno  buenos  xpianos.  Y  lo  que  se  cayo  de  la  casa 
de  Carauajal,  que  fue  un  gran  pedazo  de  vna  cá- 
mara, mato  miserablemente  a  qaatro  pobres  yn- 
dios  y  vn  negro  del  dicho  Francisco  de  Carauajal 
que  se  auían  arrimado  por  aquella  parte,  y  en  toda 
la  cibdad  no  se  cayo  ninguna  casa. 


CAPITULO  XVI 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SALIÓ  DE  LA 
CIBDAD  DE  AREQUIPA  Y  SE  FUE  A  CHOCUYTO,  PUE- 
BLO DE  SU  HAGESTAD,  Y  DE  LO  QUE  ALLÍ  DIXO  A 
SUS  CAPITANES  Y  SOLDADOS  PORQUE  SE  QUERÍAN  YR, 
DIZIENDOLE  TODOS  QUE  LA  GUERRA  ERA  YA  ACA- 
BADA 


Después  que  Francisco  de  Carauajal  uvo  des- 
cansado en  la  cibdad  de  Arequipa  y  auiendo  hecho 
lo  que  tenemos  dicho  y  viendo  que  de  presente  no 
auia  mas  que  hazer  en  ella,  determino  de  yrse  a 
la  prouincia  de  las  Charcas,  por  dos  causas  y  ra- 
zones que  le  mouieron  a  yrse  con  mas  breuedad 
de  lo  que  el  tenía  pensado.  La  vna  fue,  y  lo  mas 
principal^  por  no  dar  lugar  a  que  Lope  de  Mendo- 
za se  al<;asse  otra  vez  con  la  villa  de  la  Plata;  y  la 
otra  fue  por  repartir  toda  aquella  prouincia  entre 
sus  soldados  y  capitanes,  como  ya  lo  auia  dicho  y 
prometido  muchas  vezes  que  les  daría  los  yndios 
que  estañan  vacuos,  para  hazer  nueuos  vezinos  en 
ella.  Con  aqueste  acuerdo  embio  adelante  cassi  la 
mayor  parte  de  los  soldados  al  pueblo  de  Chocuy- 
to,  que  es  de  Su  Magestad,  en  donde  tenían  todos 
la  ropa  y  fardaje  que  auian  dexado  atrás,  y  les 


132 

\ae  le  aguardassen  allí  hasta  en  tanto  que 
ise  con  la  demás  gente,  lo  qual  se  hizo  assi. 
pueblo  estañan  muchos  soldados  que  se 
ledado  atrás,  los  vnos  de  cansados  y  en- 
y  los  otros  por  no  tener  cauallos  ni  muías 
ier  seguir  a  su  capitán,  que  en  el  camino 
lian  muerto,  o  cansado,  con  tantocaminar 
de  noche.  También  se  quedaron  otros  por 
■  el  oro  y  la  plata  y  gran  cantidad  de  ropa 
iderias  que  Francisco  de  Carauajal  tenia, 
:  SUS  soldados  auian  dezado,  que  todo  auia 
í  parar  a  este  pueblo,  que  los  yndios  que 
luan  no  pudieron  andar  tanto  como  sus 
ue  caminaron  por  la  posta.  Estos  soldados 
>s  tuuieron  creydo  que  Diego  Centeno  y 
;  Mendoza  auian  de  boluer  por  otro  cami- 
e  dicho  pueblo  para  yrse  a  las  Charcas,  y 
1  y  por  otros  respectos  elegieron  entre  si  a 
ado  llamado  Diego  de  Guzman  de  Lara 
dillo  en  nombre  del  cruel  tirano,  porque 
lañes  que  eran  se  auian  ydo  con  el  a  la  cib- 
Arequipa,  que  ninguno  auia  quedado  atrás, 
íSto  luego  embiaron  a  llamar  a  todos  los 
z  y  principales  yndios  de  aquella  gran  pro- 
lara  que  truxessen  muchos  bastimentos  pa- 
stentacion  de  los  soldados,  y  assi  truxeron 
carneros,  mahiz  y  papas,  con  otras  mu- 
sas de  comer.  Pues  venidos  ya  los  yndios 
daron  hazer  una  casa  fuerte  con  quatro 
sus  troneras,  en  donde  se  metieron  todos, 
auan  de  dia  y  de  noche  como  si  estuuieran 
na  frontera  de  enemigos,  hasta  que  en  fin 


133 

supieron  ciertamente  el  desbarate  total  de  Diego 
Centeno  y  de  Lope  de  Mendoza.  Los  soldados  que 
se  adelantaron  desde  la  cibdad  de  Arequipa,  lle- 
gados a  este  pueblo,  muchos  dellos  no  hallaron  los 
yndios  de  carga  ni  de  seruicio  que  atrás  auian  de- 
xado,  porque  se  les  huyeron  llenándoles  la  ropa  y 
las  yndias  que  tenían  y  se  fueron  a  sus  tierras  y  a 
otras  partes  con  ellas  a  esconderse.  Por  lo  qual 
comentaron  todos  estos  soldados  a  brauear  y  aun 
derrenegar,  quexandose  brauamente  de  Francis- 
co de  Carauajal,  diziendo  a  grandes  bozes  que  por 
seruir  a  Gonzalo  Pi^arro  auian  perdido  lo  que  te- 
pian,  y  que  si  en  viniendo  el  no  los  remediaua  y 
les  socorría  con  dalles  algún  dinero  o  ropa,  que  se 
auian  de  yr  y  dexalle  porque  se  anduuiesse  solo. 
Dexado  esto  aparte,  Francisco  de  Carauajal  se 
partió  de  Arequipa  con  los  demás  soldados  que 
con  el  auian  quedado,  y  viniéndose  por  sus  jorna- 
das contadas  llego  al  pueblo  de  Chocuyto  y  le  sa- 
lieron a  rescebir  todos  los  soldados  con  dos  vande- 
ras  y  dos  atambores  que  auian  llegado  antes.  Y  al 
tiempo  que  emparejo  con  ellos,  los  alférez  abaja- 
ron las  vanderas  ante  el,  y  Francisco  de  Caraua- 
jal les  quito  el  sombrero,  y  assi  se  ajuntaron  todos 
y  se  tornaron  al  pueblo  con  las  vanderas  tendidas 
como  triumphadores,  y  el  se  apossento  en  la  ygle- 
ssia.  Los  soldados  qne  llegaron  de  nueuo  con  Fran- 
cisco de  Carauajal  comentaron  también  de  bramar 
y  aun  de  rauiar  porque  assimismo  les  f  altana  a  ellos 
la  ropa  y  el  seruicio,  como  a  los  otros,  porque  se 
la  auian  llenado  furtiblemente  sus  mismos  vndios 
a  diuersas  partes.  Los  otros  soldados  que  hallaron 


I3í 

la,  por  ser  sus  yndios  fieles  se  holgaron  mu- 
luego  se  apossentaron  por  las  casas  de  los 
lies,  que  auia  muchas  vazias;  de  manera  que 
lesesperauan  rauiando  y  otros  se  holgauan 
an  plazer  y  alegría  en  auer  hallado  lo  qne 
que  no  les  faltaua.  Los  desnudos,  que_  eran 
is,  comentaron  todos  juntos  y  cada  vno  de 
en  secreto  y  en  publico,  de  gruñir  y  bramar 
laldezir  a  Francisco  de  Carauajal,  derrefle' 
de  la  aduersa  fortuna  por  tanto.trabaxo  y 
:omoauían  passado  y  aun  passauan,  y  que 
an  que  vestirse,  porque  andauau  todos  des- 
y  descal<;os.  Yque  Francisco  de  Carauajal, 
iU  noticia  auia  venido  todo  esto,  que  se  lo 
ra  dicho,  no  hazía  mincton  ni  casso  de  les 
iun  socorro  para  vestirse;  y  assi  comen^a- 
lezir  que  se  querían  yr  a  do  bien  les  pares- 
pues  tan  mal  se  hazia  con  ellos,  porque  no 
lan  lo  que  auian  menester.  Algunos,  por  te- 
fun  buen  comedimiento  pidieron  licencia  a 
eral  para  yrse  a  sus  casas,  o  a  otras  partes, 
guerra  ya  era  acabada  y  que  no  auia  con 
ompetir,  ni  menos  con  quien  batallar,  por- 
los  los  enemigos  estañan  huydos  y  escondí- 
temor,  y  que  la  tierra  estaua  paciñca  y  a 
3n  de  Gonzalo  Pitarro.  Francisco  de  Cara- 
esque  vido  que  tantos  le  pedían  licencia  pa- 
,  no  la  quiso  conceder  a  ninguno;  antes  les 
nseniblante  muy  ayrado  que  agora  mas  que 
;staua  muy  encendida  la  guerra  yque  ningu- 
reuicsse  de  yrse  sin  su  licencia,  so  pena  que 
laria  castigar;  y  porque  ninguno  pretendie- 


136 

mo  lo  suelen  hazer  en  yéndose  alguno, 
poco  yrian  agora-  tras  ellos  si  se  fuessen; 
t  lo  hizo  por  no  embiar  la  soga  tras  el  cal- 
General  le  peso  mucho  de  la  yda  destos 
,  por  lo  qual  mando  al  Maestro  de  campo 
de  Bobadilla  mandasse  hechar  vando  cün 
ibor  por  todo  el  exercito  para  que  todos 
1  ante  el,  el  qual  estaua  apossentado  en  la 
de  aquel  pueblo,  porque  les  queria  ha- 
ongregados  todos  les  hizo  esta  platica  con 
te  y  aparencia  muy  graue: 
>  puedo  pensar  que  sea  la  causa  que  assi 
mouido  y  acouardado  a  quereros  apartar 
mpañia  y  dexarme  a  tal  tiempo,  estando 
a  mas  encendida  y  traaada  que  nunca 
estuuo,  y  en  esto  veo  la  gran  ceguera  y 
que  tenéis,  sin  mirar  lo  adelante,  sabíen- 
;-ope  de  Mendoza  es  ydo  a  las  Charcas 
áemas  que  aueis  oydo.  Paresceme,  según 
iicho,  que  algunos  de  vosotros  os  queréis 
o  andar  vn  poco  de  camino  que  nos  falta 
i  la  villa  de  La  Plata,  y  del  rezelo  del  pro- 
o  del  tiempo  que  se  nos  haze  tan  áspero 
zado;  y  pues  Dios  lo  embia  y  a  el  le  plaze, 
lemonos  con  su  diuina  voluntad.  Y  para 
esto  os  embie  a  llamar,  no  tanto  para  re- 
eros  quanto  para  amonestaros  por  el  affi- 
me  aueis  mostrado  y  por  el  amor  entra- 
e  en  general  a  todos  tengo  en  aprouecha- 
querais  dar  lugar  a  que  por  falta  de  vn 
zufrimiento  perdáis  loque  aueis  ganado 
os  trabaxos  y  fatigas,  assi  en  el  alcance 


137 

que  alguno[s]  de  vosotros  distes  al  Visorrey,  como 
agora  contra  Diego  Centeno  y  Lope  de  Mendoza. 
Y  por  (1)  este  trabaxo  tan  pequeño  que  al  pre- 
sente nos  queda,  no  permitáis  que  con  poco  animo 
se  amanzillen  y  abatan  vuestras  personas  y  hon- 
rras,  sino  que  como  hombres  esforzados  y  animo- 
sos passeis  adelante  con  vuestro  honor,  haziendo 
el  deuer  que  mas  os  conuiene.  Pero,  mirad,  caua- 
lleros,  que  todo  esto  que  tengo  dicho  no  ha  sido 
por  estar  del  todo  seguro  de  aquellos  que  por  las 
causas  susodichas  se  querían  yr,  porque  a  la  ver-, 
dad  mucho  mas  se  deue  presumir  dellos  que  por 
no  passar  un  poco  de  trabaxo  y  fatiga  caminando 
desde  aquí  a  la  villa  de  La  Plata,  se  quieren  que- 
dar sin  ver  el  premio  y  galardón  que  alia  les  espe- 
ra e  yo  entiendo  de  les  dar.  Mas  porque  entiendan 
que  no  siento  lo  que  deuo  sentir,  digo  que  se  va- 
yan los  que  se  quissieren  yr  en  cuyos  ánimos  esta 
apossentado  el  temor  y  la  couardia,  y  no  el  (2)  es- 
fuerzo y  zufrimientü  para  toUerar  y  comportar 
los  trabaxos  sencillos  que  nos  quedan,  ni  aun  atre- 
uerse  a  poner  en  ellos.  Estas  cosas  no  las  digo  á 
los  que  son  de  grande  animo  y  valor,  ni  a  los  vir- 
tuosos y  esforzados  hombres,  sino  á  los  que  se 
muestran  de  poco  animo  y  son  temerosos  y  couar- 
des,  porque  estos  tales  no  podran  ya  zufrir  vn 
poco  de  tiempo  el  affan,  ni  menos  sabrán  conoscer 
los  premios  y  galardones  que  suele  traer  consigo 
la  virtud  del  trabaxo,  porque  con  la  solicitud  y 


(I)    Ms.  Y  porque. 
(3)    M«.  qut  ti. 


\ 


138 

le  se  pone,  se  alcanza.  Y  co 
sierdes  prefferír  de  aquí  adel 
;poso,  hazed  lo  que  os  parescit 

tuuierdes,  que  no  por  esso  dei 
,  y  ayi^daros  en  todo  aquello 
ues  aueis  militado  debaxo  de  i 
nlo  querría  mucho  saber  por 
i  que  se  quieren  yr,  y  quales  S' 
y  voluntades,  pues  la  mia  ya  la 
'  porque  no  querría  viuir  sosp 

con  vosotros,  ni  vosotros  lo  e 
igo,  porquesi  algún  mal  os  vin 
Ipa  a  mi,  sino  a  vosotros  mism 
cassion  para  lo  mandar  hazei 
da  para  os  castigar  muy  bier 

icabo  su  platica  y  arenga,  com 
ua  medio  ayrado,  y  como  cal 
:  vn  ratillo  el  Maestro  de  cami 
adilla,  en  nombre  de  todos  ai 
querían  hazer  ausencia,  porqi: 
i  que  respondiesse  por  ellos  a 
auajal,  que  lo  sabría  hazer  mej 
desculpando  los  de  la  culpa  ( 
iendole  lo  que  se  sigue. 


'RTIO  DEL 
V   EN   EL 

-VDOS    DE 

i:  la  PLA- 

'  BRIÓ    AL 


,1  que  sus 
I  para  ca- 
iJo  elfar- 
¡  11  edad  o  a 
ichos  yn- 
■m  con  el 
i;  de  tres- 
>  a  sus  ca- 
■  luedaron 

0  Rea!  y 
on  el  scr- 

1  y  de  vo- 
!0  digo,  a 
ilIo,  pues, 
u  Kente  a 
uiuo  seys 


140 

del  mundo  si  fuere  menester.  Esto  me  atreuo  a 
dezir  porque  tengo  bien  entendido  que  lo  harán 
assi  como  yo  lo  digo,  aunque  sepan  passar  por  los 
mayores  y  mas  graues  peligros  que  en  el  mundo 
se  puedan  ymaginar,  pues  ya  conoscen  y  lo  tienen 
bien  entendido  que  todo  quanto  hazen  es  en  serui- 
cio  del  Gouernador  mi  señor.  Y  aun  mas  digo, 
afirmándome  en  ello  y  sin  poner  duda,  que  todos 
los  soldados  que  aqui  están  presentes  que  dezian 
se  querían  yr  por  no  seguir  a  v.  m.  en  esta  breue 
jornada,  estén  agora  arrepisos  dello  y  de  otro  yn- 
tento,  proposito  y  voluntad.  Por  tanto  ¿quien  sera 
aquel  que  tenga  temor  a  vn  poco  de  trabaxo? 
¿quien  es  aquel  que  esté  tan  oluidado  de  su  honrra? 
¿quien  sera  el  que  esté  tan  desacordado  de  su  es- 
ffuer^o  y  valentía  y  de  lo  que  deue  al  officio  mili- 
tar? ¿Pues  quienes  serán  aquellos  tan  couardes  y 
de  tan  poco  animo  que  teman  y  se  rezelen  desta 
lluuiosa  tempestad  de  agua,  y  del  frío,  no  auiendo 
tenido  temor  de  los  arcabuzes  ni  de  los  fuertes 
enemigos  que  siempre  han  tenido  por  delante?  Es- 
pecialmente agora,  que  estando  como  están  en  vis- 
peras  de  conseguir  el  premio  y  el  galardón  de  sus 
trabajos,  se  quiera  yr  y  ausentar  sin  recebillo,  de- 
xando  en  el  campo  a  su  capitán  solo  y  desampara- 
do. Por  lo  qual  torno  a  dezir  que  teniendo  como  ten- 
go esperimentadas  y  conoscidas  (1)  de  largo  tiem- 
po las  voluntades  de  todos  ellos  y  de  cada  vno  de- 
llos,  osso  prometer  y  affirmar  que  ninguno  dellos 


(I)    }&.%,  es^rimentados y  cóKotcid4f$. 


142 

con  ella  puedan  de  aquí  adelante  seruir  mucho 
mejor  fyie  de  antes. 

Después  que  el  Maestro  de  campo  Dionisio  de 
BobadiUa  uvo  acabado  su  platica,  lueg^o  enconti- 
nente  boluio  los  ojos  en  contorno  hazla  donde  los 
soldados  estauan,  de  aquellos  que  se  querían  au- 
sentar y  amotinarse,  que  de  los  otros  que  se  que- 
dauan  firmes  no  dijo  (1)  nada,  y  ellos,  como  vando- 
leros  lo  entendieron  luego.  Y  boluiendose  todos  a 
Francisco  de  Carauajal  aprouaron  todo  quanto  el 
Maestro  de  campo  auia  dicho  en  su  deffenssion, 
prometiéndole  en  fee  de  sus  palabras  que  le  segui- 
rían en  todo  tiempo  y  no  le  faltarían  en  toda  la 
vida  hasta  la  muerte.  Oyendo  Francisco  de  Cara- 
uajal esta  platica  de  Dionisio  de  Bobadilla  dio 
muestra  y  señal  de  auer  rescebido  plazer  y  mucho 
contento,  y  tornando  en  mansedumbre  la  grane- 
dad  y  mal  semblante  que  poco  antes  auia  mostrado 
en  su  platica,  comento  de  mirar  á  todos  quantos 
allí  estauan  con  amor  y  buena  gracia.  De  manera 
que  auiendo  passado  estas  cosas  los  despidió  a  to- 
dos con  buen  talante,  para  que  se  fuessen  á  sus 
toldos  y  casas,  con  muchas  caricias  y  prometimien- 
tos, agradesciendoles  la  buena  voluntad  que  mos- 
trado auian,  y  assi  se  fueron  todos  haziendole  pri- 
mero la  reuerencia  y  deuida  cortesía  que  le  áeuian. 
Aun  no  era  bien  deshecho  este  ayuntamiento  quan- 
do  mando  proueér  por  todas  las  esquadras  y  com- 
pañías mucha  copia  de  bastimentos  y  de  prouissio- 
nes  que  Francisco  de  Cantillana  su  furriel  tenia 


(I)     l&udi^o. 


í 


144 

cinco  vezinos;  de  manera  que  fueron  por  todos  los 
que  embio  a  estas  dos  cibdades  hast^  veinte  y  cin- 
co vezinos  que  tenian  en  ellas  repartimientos  de 
yndios,  y  a  otros  sin  ellos.  No  solamente  embio  a 
sus  casas  a  estos  hombres,  mas  embio  de  los  sol- 
dados mas  viejos  en  hedad  que  de  la  cibdad  de 
Quito  auia  traydo  y  que  Gongalo  Pigarro  auia  lic- 
uado alia  desde  la  cibdad  del  Cuzco  la  primera  vez 
que  fue  contra  el  Visorrey,  que  como  andauan  fa- 
tigados y  enfermos  los  embio  a  diuersas  partes, 
que  serian  hasta  ocho  dellos,  y  les  dio  cartas  para 
que  alia  les  diessen  de  comer,  y  les  proueyo  de  di- 
neros para  el  camino.  Auiendo  despachado  a  estos 
hombres  mando  hechar  vando  en  todo  su  exercito, 
con  todos  los  atambores,  para  que  todos  estuuie- 
ssen  prestos  y  aderes^ados  para  partirse  dende  a 
tres  dias  a  la  prouincia  de  las  Charcas,  adonde  era 
su  principal  yntento  llegar.  Y  los  soldados  lo  hizie- 
ron  assi  y  pussieron  por  la  obra  lo  mandado,  con 
mucho  contento,  haziendo  muchas  cosas  }''  aderes- 
gandose  para  el  camino,  y  herraron  sus  cauallos  y 
muchas  muías  que  tenian,  con  herraduras  de  cobre, 
que  son  muy  buenas,  que  turan  muchos  dias,  con 
clauo  hechizo,  que  no  se  quiebran. 


CAPITULO  XVUI 

DK  COUO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SE  PARTIÓ  DEL 
PUÍBLO  DE  CHOCUYTO  PARA  LAS  CHARCAS  Y  EN  EL 
CAUINO  SUPO  DE  LA  SALIDA  DE  LOS  SOLDADOS  DE 
LA  ENTRADA  DE  DIEGO  DE  ROJAS,  DEL  RIO  DE  LA  PLA- 
TA, Y  CUENTA  QUIEN  FUE  EL  QUE  LO  DESCUBRIÓ  AL 
PRINCIPIO 


!  Auiendo  visto  Francisco  de  Carauajal  que  sus 

capitanes  y  soldados  estañan  ya  a  punto  para  ca- 
minar, luego,  vn  lunes,  de  mañana,  aleando  el  far- 
daje y  la  ropa  que  tenían  y  que  les  auia  quedado  a 
i  los  dichosos,  salieron  del  pueblo  con  muchos  y n- 

'  dios  cargados,  y  los  soldados  que  fueron  con  el 

¡  eran  doscientos  y  veynte  y  cinco,  porque  de  tres- 

!  cientos  y  mas  que  eran,  a  los  vnos  embio  a  sus  ca- 

sas, como  queda  dicho.  Y  los  otros  se  quedaron 
atrás,  los  quales  se  apartaron  del  camino  Real  y 
I  se  fueron  a  diuersos  pueblos  de  yndios  con  el  ser- 

uicio  y  ropa  que  tenían,  que  como  no  pudieron  se- 
1  guír  a  su  capitán  por  falta  de  sus  cauallos  y  de  vo- 

luntad que  ellos  tuuieron,  se  fueron,  como  digo,  a 
diuersas  partes  a  buscar  de  comer.  Yendo,  pues, 
j  por  su  camino  adelante,  llego  con  toda  su  gente  a 

I  vn  pueblo  llamado  Cepita,  en  donde  se  dctuuo  seys 

I  C.  ni  HiHTA  Claía.— IV.— 1.*  10 


146 

dias  por  falta  de  yndios»  que  no  uvo  tantos  quan- 
tos  el  auia  menester  para  lleuar  su  ropa  y  merca- 
durías y  el  fardaxe  de  los  soldados,  por  lo  qual 
rescibio  muj'  grande  yra  y  enojo  contra  los  cazi- 
quez  y  principales  yndios  de  aquel  pueblo,  y  arre- 
batando furiosamente  a  dos  dellos  les  mando  dar 
g^arrote.  Estando  aun  medio  biuos  mando  hechar 
encima  dellos  mucha  paja  seca  y  fuego,  y  assi  los 
quemaron  como  quien  chamusca  puercos,  y  en 
esta  muerte  acauaron  los  miserables  y  desuentu- 
rados  vndios  de  morir  con  esta  crueldad  tan  mala 
y  endemoniada.  Los  (1)  demás  caziques  y  princi- 
pales yndios  que  estauan  presentes  fueron  amena- 
(;ados  terriblemente,  diziéndoles  que  si  no  le  dauan 
luego  muchos  yndios,  que  los  auia  de  quemar  bi- 
uos, como  auia  hecho  de  los  otros;  y  si  este  hom- 
bre endemoniado  queria  tantos  yndios  de  carga 
era  para  lleuar  las  mercadurías  que  tenia,  para 
vender  en  Potosí,  como  era  ropa  de  Castilla,  ma- 
hiz,  papas  y  chuño;  de  manera  que  era  capitán  y 
mercader.  Amedrentados,  pues,  loscaciquez,  em- 
biaron  luego  a  sus  tierras  y  pueblos  de  la  comar- 
ca para  que  les  embiassen  muchos  yndios  y  las  yn- 
dias  casadas  3^  solteras  que  auia  y  los  carneros  de 
carga  que  tenían,  hasta  las  muchachas  donzellas, 
hijas  suyas,  los  quales  venidos  le  dieron  recaudo 
y  contento,  assi  para  su  comida  como  para  las 
cargas.  Partido  deste  pueblo  y  passando  por  el 
gran  desaguadero  de  la  gran  laguna  del  Collao, 
que  llaman  de  Titicaca,  llego  al  pueblo  de  Tiagua- 


(l)    Hs.  Ahi» 


147 

naco,  en  donde  le  dieron  vnas  cartas  que  se  las 
auia  escripto  vn  vezino  de  las  Charcas,  su  amigo, 
en  las  quales  le  hizo  saber  lo  siguiente.  Que  cier- 
tas gentes  que  el  licenciado  Xpoual  Vaca  de  Cas- 
tro auia  embiado  los  años  passados  a  la  entrada 
que  llaman  del  Gouernador  Diego  de  Rojas,  que 
es  en  el  Rio  de  la  Plata,  se  auian  salido  todos  della 
con  el  Gouernador  y  capitán  Nicolás  de  Heredia. 
Yendo  mas  adelante  llego  a  vn  pueblo  que  se  dize 
Viacha,  en  donde  le  dieron  otra  carta  que  se  la  es- 
criuio  Francisco  de  Altamirano,  que  estaua  en 
Ayohayo,    pueblo  de  su  tio  Antoño  Altamirano^ 
que  esta  junto  a  la  gran  prouincia  de  las  Charcas. 
En  esta  carta  le  embio  a  dezir  de  la  salida  de  Ni- 
colás de  Heredia,  de  la  entrada  del  Adelantado 
Diego  de  Rojas,  con  ciento  y  cinquenta  hombres, 
aunque  otros  dixeron  que  no  eran  sino  ochenta 
soldados,  y  de  como  Lope  de  Mendoza  se  auia 
conffederado  con  ellos  y  que  se  auia  hecho  capi- 
tán dellos,  y  assi  le  escriuio  otras  particularida- 
des. Francisco  de  Carauajal,  como  era  en  todo  fu- 
rioso, sintió  gran  pesar  destas  nueuas  y  luego 
sospecho  que  en  ninguna  manera  podia  entrar  en 
las  Charcas  en  paz,  como  el  quería,  creyendo  que 
auria  otra  alguna  trabaxosa  refriega  como  la  pa- 
ssada  en  que  le  diesse  o  le  pusiessen  en  mayores 
trabaxos  y  fatigas.  También  le  peso  en  auer  em- 
biado y  dado  licencia  a  los  vezinos  y  soldados 
para  que  se  fuessen  a  sus  casas,  que  mucho  qui- 
ssiera  tenellos  consigo  para  la  presente  jornada; 
mas  con  todas  estas  cosas  lo  disimulo  con  grande 
animo,  diziendo  a  los  suyos  con  vn  semblante  do- 


148 

noso  que  en  sabiendo  el  capitán  Nicolás  de  Here- 
dia  todo  lo  que  passaua  en  los  reynos  y  prouin- 
cias  del  Perú,  y  de  qpmo  Gonzalo  Pi<?arro  su  se- 
ñor era  merita  y  jurídicamente  Gouernador.  se 
vernia  a  su  llamado,  desengañado  de  lo  que  Lope 
de  Mendoza  le  auria  dicho,  y  dexaria  el  partido  y 
la  opinión  que  auria  tomado.  Antes  que  passe- 
mos  mas  adelante  sera  bien  que  demos  vna  breue 
relación  de  quien  descubrió  este  Rio  de  la  Plata 
por  la  mar  del  norte,  y  después  quien  entro  en 
el  (1)  por  las  tierras  del  Peru^  que  sera  vna  lectura 
bien  apacible.  Y  luego  vernemos  a  contar  destos 
hombres  que  salieron  de  alia  y  se  boluieron  al 
Perú  con  Nicolás  de  Heredia,  de  donde  auian  sa- 
lido los  años  passados  atrás,  y  después  díremos»^ 
lo  que  passo  con  ellos  Francisco  de  Carauajal  y  lo 
que  suscedio  en  el  pueblo  de  Pocona  y  de  la  bata- 
lla nocturna  que  uvo  entre  ellos.  Auran  de  saber 
que  en  el  año  de  1512,  yendo  Juan  Dias  de  Solís, 
natural  de  Lebrixa,  piloto  mayor  del  Rey,  con  mu- 
cha gente  armada  y  nauios  a  descubrir  tierras 
nueuas,  o  el  estrecho  que  después  se  llamo  de  Ma- 
gallanes, fue  a  dar  sobre  este  rio,  que  los  yndios 
lo  llaman  en  su  lengua  Paranagua^a,  que  quiere 
dezir  Río  como  mar.  Este  rio  es  muy  grande  y 
esta  en  25  grados  hazia  el  norte  y  tiene  de  voca 
diez  leguas  tiradas,  según  dixeron  muchos  de  los 
que  alia  estuuieron,  y  entra  el  agua  deste  rio  por 
la  mar  veynte  leguas  sin  reboluerse  con  la  salada, 
y  aqui  se  vieron  grandes  muestras  de  plata  fina 


(í)    Ms.  ella. 


149 

entre  los  yndios,  y  por  esto  el  primer  descubridor 
le  nombro  el  Rio  de  la  Plata.  Por  muerte  de  Juan 
Dias  de  Solis,  que  auia  ydo  alia  con  titulo  de  Go- 
uernador  y  capitán  general,  embio  Su  Magestad  al 
mismo  rio  a  Sebastian  Gaboto,  veneciano^  aunque 
otros  dizen  que  era  yngles,  que  fue  en  el  año 
de  1526  por  Adelantado,  el  qual  descubrió,  gran 
parte  deste  rio  arriba,  muchas  cosas,  y  pobló  vna 
ysla  alta  que  hallo  en  el  y  la  llamo  Nuestra  Seño- 
ra de  la  Concepción.  Después  desto  embio  Su  Ma- 
gestad a  Don  Pedro  4e  Mendoza,  natural  de  Gua- 
dix,  que  fue  en  el  año  de  1530  con  doze  nauios  y 
dos  mili  hombres,  y  nauegando  por  su  mar  ade- 
lante murió  en  el  camino,  de  su  enfermedad  (1)  de 
que  dio  a  los  suyos  gran  pesar  y  sentimiento,  y  la 
gente  se  fue  al  rio  con  el  theniente  que  nombro 
hasta  que  Su  Magestad  mandasse  otra  cosa.  Assi- 
mísmo  en  el  año  de  1541  fue  también  alia  por  Ade- 
lantado y  capitán  general  Aluar  Nuñez  Cabera  de 
Vaca,  natural  de  Xerez,  el  que  anduuo  perdido 
diez  años  en  tierras  de  la  Florida,  y  lleuo  consigo. 
quatrocientos  hombres  en  quatro  nauios.  En  lle- 
gando alia  fue  de  todos  muy  bien  rescebido  y  an- 
dando el  tiempo  comentaron  los  vezinos  mas  prin- 
cipales que  en  la  tierra  auia  de  estar  mal  con  el, 
porque  los  reprehendía  terriblemente  de  muchas 
cosas  mal  hechas  que  ellos  cometían  contra  Dios 


(i)    D.  Pedro  de  Mendoza  no  murió  yendo  al  Rio  de  la  Plata,  sino  cuando 
volvía  á  Espafta. 

En  los  sucesos  de  que  no  fué  testigo  Pedro  Gutiérrez  de  Santa  Clara, 
como  son  el  descubrimiento  de  América,  la  conquista  de  México  y  las  expe- 
diciones al  Río  de  la  Plata,  comete  bastantes  errores. 


i 


150 

y  contra  Su  Magestad.  Por  lo  qual  le  tomaron  [tan] 
gran  odio  y  aborrescimiento,  que  con  falsos  testi- 
gos, los  officiales  del  Rey  y  vn  capitán  viscayno 
llamado  Domingo  de  Yrala  le  prendieron  y  lo  he- 
charon  en  la  cárcel  publica,  en  donde  passo  mu- 
chos trabaxos  y  grandes  peligros  de  sn  persona  y 
vida,  que  16  quissieron  matar  muchas  vezes,  mas 
al  cabo  lo  embiaron  preso  a  Su  Magestad.  Al  fin, 
andando  Aluar  Nuñez  Cabera  de  Vaca  en  sus  ne- 
gocios en  la  corte,  que  los  lleuaua  en  buenos  tér- 
minos, murió  de  su  enfermedad,  aunque  en  traba- 
xosa  y  pobre  vida  y  gran  vejez.  Los  dos  officiales 
del  Rey  que  lo  llenaron  preso  a  España  murieron 
malas  muertes  y  sin  conffession,  que  el  vno  dellos 
se  torno  ioco  y  mato  a  su  muger  a  puñaladas,  y  el 
otro,  rauiando  se  comió  las  manos  a  vocados  y  al 
cabo  murió.  Y  el  dicho  Domingo  de  Yrala  se  pa- 
sso al  Perú  con  los  prendedores  y  licuaron  vn  ca- 
mino muy  largo,  en  donde  passaron  grandes  tra- 
baxos y  peligros  de  muerte  por  ser  la  tierra  muy 
áspera  y  fragosa  y  poblada  de  gente  ferocissima, 
y  llegados  alia  murieron  malas  muertes,  sin  con- 
ffession, ahorcados  y  hechos  quartos  en  las  renci- 
llas que  uvo  en  la  tierra.  Dexemos  agora  a  los  de 
la  mar  y  vengamos  a  los  de  la  tierra;  digo  que  des- 
pués que  el  Gouernador  Xpoiial  Vaca  de  Castro 
corto  la  cabera  a  Don  Diego  de  Almagro  el  mo^o, 
que  fue  a  onze  del  mes  de  Setiembre  de  1541  años, 
embio  a  diuersas  partes  ciertos  capitanes  para  que 
fuessen  a  descubrir  tierras  nueuas.  Porque  estan- 
do por  acá  occiosos  no  se  caiisasse  entre  ellos  al- 
gunos bullicios  y  escándalos  con  algunos  leuanta- 


151 

mientos  como  los  passados,  de  donde  auian  resul- 
tado muchas  muertes,  robos  y  daños  con  ynnume- 
rables  males  y.extorssiones,  haziendose  en  ello 
gran  deseruicio  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  Su  Ma- 
gestad.  Por  cuitar  estas  cosas  y  otros  muchos 
ynconuenientes  que  se  podrían  recrescer  entre  los 
sediciosos  y  ambiciosos,  embio,  como  se  ha  dicho, 
a  buscar  tierras  nueuas  a  ciertos  capitanes,  entre 
los  quales  fue  al  Rio  de  la  Plata,  por  tierra,  el  ca- 
pitán Diego  de  Rojas,  con  titulo  de  Gouernador 
de  aquellas  tierras  en  nombre  de  Su  Magestad, 
que  fue  en  el  año  de  1542.  Nombró  por  Capitán  ge- 
neral a  Philippe  Gutiérrez,  y  por  Maestro  de  cam- 
po a  Nicolás  de  Heredia,  que  auia  seguido  siem- 
pre la  parcialidad  de  Don  Diego  de  Almagro  y 
era  mortal  enemigo  de  los  pigarristas.  En  la  proui- 
ssionque  llenaron  estos  tres  caualleros  se  conte- 
nía en  ella  que  si  por  ventura  muriesse  el  vno  de- 
líos,  quedasse  el  cargo  ó  cargos  en  los  dos,  y  si 
los  dos  muriessen  quedasse  solamente  en  el  vno, 
y  que  muriendo  el  tercero  quedasse  el  cargo  en  la 
persona  que  nombrasse  el  tercero  para  que  todos 
le  obedesciessen.  Eran  estos  hombres  muy  ricos  y 
muy  principales  en  la  tierra,  los  quales  hizieron 
cierta  compañia  de  hermandad  en  que  se  gastaron 
gran  summa  de  dineros  en  comprar  muchas  y  di- 
uersas  cosas  que  eran  muy  necesarias  para  la 
presente  jornada,  dando  grandes  socorros  a  mu- 
chos soldados  para  que  de  buena  gana  fuessen 
con  ellos.  A  la  fama  que  estos  tres  capitanes  ar- 
mauan  gente  mouieronse  muchos,  especialmente 
de  los  principales  vezinos  que  tenían  rcpartimien- 


i 


152 

los  de  yndios  en  esta  tierra,  que  hizieron  dexacioii 
dellos  pensando  medrar  mas  en  el  Rio  de  la  Plata. 
Los  que  entraron  en  esta  demanda  fueron  hasta 
doscientos  y  cinquenta  hombres  muy  valientes  y 
animosos,  los  quales  fueron  bien  aderes<;adas  las 
personas  y  apercebidos  de  muchas  armas,  caua- 
llos  y  gran  seruicio  de  negros,  negras,  yndios, 
yndias  y  muchos  yndios  amigos.  Salieron  de  la 
cibdad  del  Cuzco,  en  donde  se  hizo  la  gente  que 
acudieron  de  muchas  partes,  y  comen9aron  de  ca- 
minar para  la  villa  de  la  Plata,  que  es  en  las  pro- 
uincias  de  las  Charcas,  no  todos  juntos,  sino  diui- 
didos  cada  capitán  por  si,  vno  en  post  del  otro  que 
lo  seguia,  llenando  cada  capitán  sus  soldados  y  el 
seruicio  que  tenían.  Esto  se  hizo  a  fin  de  los  basti- 
mentos, que  tuuieron  creydo  que  les  auia[n]  de 
faltar  en  el  camino  por  donde  auian  de  passar,  que 
los  barbaros  los  auian  de  algar  por  los  poner  en 
necesidad,  aunque  ellos  lleuauan  de  acá  mucha 
cantidad  de  comida  en  yndios  de  carga  y  en  mu- 
chos cauallos  y  azemilas.  El  primero  que  salió 
tiestas  tierras  fue  el  Gouernador  Diego  de  Rojas, 
y  entrando  por  aquellas  regiones  hallo  muchos- 
pueblos  que  todos  estañan  puestos  de  guerra,  los 
quales  conquisto  y  los  atraxo  al  conocimiento  de 
Dios  y  al  vasallaje  de  Su  Magestad.  Con  esto  lle- 
garon a  la  gran  prouincia  de  Tocuman,  que  era 
poblada  de  gente  feroz  y  de  yndios  altos  de  cuer- 
po y  bien  dispuestos,  que  parecen  medio  gigantes 
y  traen  los  arcos  mas  altos  que  ellos  vn  palmo.  En 
toda  esta  prouincia  ay  la  yerua  pongoftosa,  que 
en  hiriendo  a  vno  con  la  flecha  en  donde  viene 


153 

vntada,  aunque  sea  la  herida  bien  pequeña  y  sa- 
que vna  poca  de  sangre,  mata  luego,  que  los  hom- 
bres mueren  rauiando  dándose  de  calabazadas  en 
el  suelo,  y  los  nuestros  no  supieron  al  principio 
desta  maldita  yerua  hasta  después  que  la  esperi- 
mentaron  y  la  vieron'  con  la  muerte  de  muchos 
dellos.  Como  el  Gouernador  Diego  de  Rojas  vido 
y  sintió  que  auia  ynnumerable  gente  y  que  era  fe- 
rocissima,  no  se  atreuio  a  passar  mas  adelante,  y 
con  aqueste  rezelo  embio  a  llamar  por  la  posta  al 
General  Philippe  Gutiérrez,  que  se  auia  quedado 
atrás  con  su  gente,  como  hemos  dicho,  para  que 
se  diesse  priesa  a  caminar,  que  lo  estaiia  aguar- 
dando. 


i 


CAPITULO  XIX 

PHILIPPE  GUTIÉRREZ  LLEGO  AL  EXERCITO 
■  DE  ROJAS  Y  PELEARON  CO.V  LOS  YNDIOS  FE- 
DE  LA  MUERTE  DEL  GOUERXADOR  Y  ALCA- 
E  FRANCISCO  DK  MEMDO^A,  Y  DE  LAS  COSAS 
IIZO  EN  EL  EXERCITO  CON  SUS  SOLDADOS 


ido  Philippe  Gutiérrez  rescebido  el  man- 
Gouernador  Diego  de  Rojas,  luego  a  la 
pusso  en  camino  con  los  suyos  y  por  sus 
contadas  llegaron  al  campo,  en  donde 
luy  bien  rescebidos  de  todos  los  que  alti 
y  otro  día  se  pussieron  todos  a  punto  de 
ara  pelear  con  los  barbaros  enemigos  si 
ssiessen  dar  de  paz  y  al  seruicio  de  Dios  y 
Magestad.  Y  para  hazer  esto  embiaron  a 
iros  a  vn  clérigo  llamado  Francisco  Ga- 
era  de  la  borden  de  los  comendadores  de 
n,  a  los  requerir  de  paz,  y  el  clérigo  fue 
cruz  t  alta  en  las  manos,  en  donde  vido 
muchissimos  yndios  enemigos.  Y  llegado 
hallo  luego  al  cacique  llamado  Canamíco, 
■nterprete  que  lleuaua,  yndio  natural  del 
qual  lo  rcscibio  con  mala  voluntad  y  peor 
.e,  y  los  yndios  principales  hizieron  mués- 


155 

tra  de  lo  querer  matar  a  flechazos  y  assi  hazian 
muestra  para  effetuallo.  Viendo  esto  el  clérigo 
comendador  se  boluio  a  los  xpianos  con  gran  te- 
mor, el  qual  yua  diziendo  a  grandes  bozes:  ¡a  ellos, 
señores!,  ¡a  ellos!  ¡Sahctiago,  Sanctiago!  que  enca- 
ran los  arcos  con  las  flechas  para  matarnos,  y 
mas  quieren  pelear  que  darse  de  paz,  porque  vie- 
nen marchando.  Como  el  Gouernador  y  los  demás 
03'eron  esto,  y  como  todos  estauan  a  punto  de 
guerra,  hecha  (1)  señal  por  el  Maestro  de  campo 
arremetieron  a  ellos  con  tanto  animo  y  denuedo 
que  pelearon  todos  muy  fuertemente,  los  xpianos 
y  los  amigos  yndios  que  Ueuauan  consigo,  que  ti- 
rauan  lindamente  sus  flechas  contra  los  barbaros. 
Los  enemigos,  como  deffendian  sus  libertades  \' 
sus  tierras,  comentaron  también  a  pelear  deses- 
perada y  animosamente,  que  se  sustuuieron  buen 
rato  con  los  nuestros,  que  al  fin  fueron  vencidos  y 
rotos  con  ayuda  de  Dios  y  luego  dieron  a  huyr 
todos  y  mataron  en  la  batalla  y  en  el  alcance  mu- 
chos dellos  y  fue  preso  el  cacique  Canamico.  Vién- 
dose el  cacique  preso  hablo  al  Gouernador  dizien- 
dole  que  no  le  matassen,  que  el  traeria  de  paz  a 
toda  su  gente  y  muchos  bastimentos,  y  sobre  todo 
que  el  siruiria  al  Dios  de  los  xpianos  y  daría  tri- 
buto al  rey  de  Castilla,  y  por  esto  el  Gouernador 
le  trato  muy  bien,  porque  dende  a  pocos  dias  cum- 
plió todo  lo  que  prometió  y  assosscgo  a  toda  su 
gente.  Proseguiendo  el  Gouernador  su  camino 
passo  adelante  con  toda  su  caualleria  y  se  fueron 


(l)    Ms.  y  hecha. 


i 


n 


156 

todos  a  vna  prouincia  llamada  Salabina,  en  donde 
fueron  rescebidos  de  guerra  aunque  los  barbaros 
fueron  primero  requeridos  con  la  paz^  Ja  qual  no 
la  quissieron  rescebir,  antes  tuuieron  ellos  con  los 
nuestros  muchas  y  grandes  refriegas  y  batallas, 
en  donde  mataron  mucha  cantidad  de  barbaros 
sin  peligrar  ninguno  de  los  xpianos.  Andando  en 
estas  peleas  los  xpianos  contra  los  yndios  hirie- 
ron solamente  al  Gouernador  de  un  flechazo  que 
vn  yndio  le  dio  en  vn  brago,  y  como  la  flecha  es- 
taña eneruolada  y  obrando  la  mala  ponzoña/cau- 
so darse  de  cabezadas  en  el  suelo,  rebolcandose 
con  la  gran  rauia  y  furor  que  tenia,  y  de  morder- 
se las  manos  furiosamente,  que  los  que  lo  tenían 
assido  no  se  podían  valer  con  el.  Y  como  tengo 
dicho  aun  no  se  sabia  el  secreto  desta  mala  y 
vcllaca  yema  que  los  yndios  vntan  las  flechas 
con  ella  al  tiempo  que  pelean,  y  como  viessen 
al  Gouernador  con  aquellas  vasquas  y  con  la 
rauia  que  mucho  le  atormentaua,  le  consola- 
uan  y  animauan  los  suyos  grandemente,  di- 
ziendole  que  plaziendo  a  Dios  no  seria  nada  su 
mal,  que  presto  se  le  quitaría  aquel  graue  do- 
lor que  sentía.  Otros  hombres  mal  yntenciona- 
dos  dixeron  con  ossadía  que  vna  muger  que  lleua- 
ua  consigo  el  general  Philíppe  Gutiérrez,  llamada 
la  Enciso,  lé  auia  atossigado  y  dado  ponzoña  para 
que  luego  muriesáe,  porque  esta  muger  le  embia- 
ua  de  quando  en  quando  algunos  guisadillos  de  su 
mano,  como  por  regalos,  para  que  comiesse.  Y  que 
la  causa  porque  le  auia  emponzoñado  auia  sido 
porque  muriendosc  el  Gouernador  quedassen  el 


157 

dicho  Philippe  Gutiérrez  y  Nicolás  de  Heredia  con 
el  mando  y  gouierno  de  la  tierra,  como  lo  manda- 
ría el  gobernador  Xpoual  Vaca  de  Castro  en  nom- 
bre de  Su  Magestad  en  la  prouission  que  aaia  dado 
a  todos  tres.  El  Gouernador  Diego  de  Rojas  tuuo 
entendido  y  aun  creydo  ser  assi,  por  lo  qual  co- 
mento luego  de  quexarsse  brauamente  a  gf  andes 
bozes,  de  Philippe  Gutiérrez  y  de  su  amiga  la  En- 
ciso,  que  no  sabia  por  que  le  matauan  tan  traydo- 
ramente  con  tanta  crueldad  en  dalle  pongofta. 
Oyendo  Philippe  Gutiérrez  este  gran  falso  testimo- 
nio que  contra  su  honor  y  reputación  se  dezia, 
luego  se  fue  al  Gouernador  con  gran  enojo  y  ran- 
cor,  ante  el  qual  dio  su  desculpa  haziendo  muchas 
y  grandes  satisfaciones  que  en  tal  casso  se  reque- 
rían, de  la  mala  sospecha  que  del  se  publicaua.  La 
Euciso  comento  de  llorar  amargosamente  por  esta 
gran  maldad  que  se  le  leuantaua,  y  a  grandes  bo- 
zes llamaua  a  Dios  y  a  Sancta  Maria  su  madre  que 
viniesse  rayo  del  cielo  sobre  quien  auia  dado  la 
ponzoña  al  Gouernador  y  que  descubriesse  la  ver- 
dad, y  con  todo  esto  se  fue  a  donde  el  enfermo  es- 
taña, mesándose  los  cabellos  y  dándose  de  bofeto- 
nes, diziendo  que  tan  gran  maldad  como  aquella 
no  la  auia  hecho  ella  ni  otra  persona  por  ella.  Y 
por  otra  parte  dezia  Philippe  Gutiérrez  que  se  ma- 
taría con  el  hombre  o  hombres  que  este  falso  tes- 
timonio les  auia  leuantado,  y  les  haría  de  bueno  a 
bueno  desdezir  en  el  campo  tan  gran  mentira  y 
falsedad,  porque  el  ni  la  Enciso  no  eran  personas 
que  tan  gran  maldad  auian  ellos  de  cometer;  y  assi 
dixo  otras  muchas  cosas,  de  que  el  Gouernador 


1 

i 


158 

0  bien  satisfecho  del  y  della-  Francisco  de 
lo^a,  natural  deMedellin,  y  Rodrigo  Sánchez 
inojosa,  quedaron  resabiados  de  lo  que  Phi- 

Guiierrez  auia  dicho,  porque  paresce  que 
do  hablaua  miraua  hazia  ellos,  y  assi  se  tuuo 
tdtdo  que  estos  eran  los  que  le  malsígnauan 
;i  Gouernador,  porque  se  le  auian  allegado 
lo  a  el  desde  que  salieron  del  Perú  y  se  le 
raron  por  sus  grandes  amigos.  Estando  el  Go- 
idor  ya  muy  al  cabo  y  sin  esperanía  de  la 

[le]  aconsejaron  sus  amigos,  que  eran  gran- 
émulos  de  Philippe  Gutiérrez,  dexasse  la 
rnacion  a  su  grande  amigo  Francisco  de 
loga,  porque  tenia  grandes  méritos  para  ello, 
;ra  gran  seruldor  de  Su  Magestad  y  era  caua- 
hijodalgo,  y  que  este  hombre  vssaria  fielmen- 

1  cargo.  E!  Gouernador  estuuo  en  duda  de  lo 
r,  porque  auia  cédula  o  prouissiod  del  Ücen- 
>  Vaca  de  Castro  en  que  mandaua  que  sí  el 
ise  quedasse  la  gouernacion  y  el  mando  en 
ppe  Gutiérrez  y  en  Nicolás  de  Heredia,  y  por 
no  lo  quería  hazer  ni  oyr,  mas  fueron  tantas 
mportunaciones  y  los  ruegos  de  los  amigos  de 
loga  que  al  cabo  lo  uvo  de  hazer,  aunque  con- 
X  voluntad.  Y  como  el  Gouernador  vido  que  de 
rte  de  Philippe  Gutiérrez  no  le  hablaua  nin- 
I,  y  el  mismo  que  callaua-y  no  lo  contradezia 
:ndo  lo  que  se  platicaua,  determino  de  lo  de- 
)or  hijo  adoptiuo  para  que  le  suscediesse  en 
rgo  de  la  gouernacion  yen  todos  susbienes, 
;ndo  sus  ynstrumenios  ante  vn  escriuano  del 

Todo  esto  lo  trato  primeio  con  el  dicho  Phi- 


159 

lippe  Gutiérrez,  el  qual  concedió  en  ello  de  buena 
voluntad  por  la  sospecha  que  contra  el  se  tenia, 
porque  no  tuuiessen  creydo  sus  enemigos  que  el 
lo  auia  hecho  matar  por  yntroni9arse  luego  en  la 
gouernacion,  como  si  no  fuera  suya,  o  era  muy 
ambicioso  por  el  cargo.  Y  con  esto  mando  a  todos 
los  que  estañan  presentes  que  le  obedesciessen 
por  tal  Gouernador,  y  ellos  lo  hizieron  assi  3^  el 
primero  que  le  obedescio  fue  el  dicho  Phílippe  Gu- 
tiérrez, y  con  esto  murió  con  gran  pesar  de  mu- 
chos, auiendosse  primero  conffessado,  y  no  comul- 
gado, que  el  terrible  dolor  que  tenia  no  le  dexo. 
Después  que  Diego  de  Rojas  murió,  luego  fue  al- 
eado Francisco  de  Mendoga  por  Gouernador  en 
nombre  de  Su  Magestad,  y  con  gran  sentimiento 
mando  enterrar  muy  honrradamente  el  cuerpo 
difíunto  en  vna  hermita  que  se  hizo  en  aquel  pro- 
pio lugar,  en  donde  se  le  dixeron  algunas  missas 
mientras  se  detuvieron  en  este  paraje.  Hecho  esto 
nombro  luego  por  su  Maestro  de  campo  a  Rodrigo 
Sánchez  de  Hinojosa,  con  consentimiento  dePhi- 
lippe  Gutiérrez,  y  tomo  todos  los  bienes  hereda- 
dos de  su  padre  adoptiuo,  los  quales  repartió  mag- 
nifficamente  entre  sus  amigos,  que  eran  de  los 
hombres  mas  principales  que  auia  en  el  campo.  Y 
como  vieron  que  se  mostraua  por  muy  liberal  y 
dadiuoso  y  que  repartía  de  lo  que  tenia,  cassí  to- 
dos se  le  allegaron  por  rescebir  algo  de  su  mano, 
por  donde  se  causo  que  Philippe  Gutiérrez  no 
fuesse  tanta  parte  en  el  exercito,  porque  no  tenia 
que  dar,  y  Francisco  de  Mendo<;a  si,  de  los  dichos 
bienes  que  auia  heredado.  Estando  los  españoles 


i 


160 

pados  en  estas  cosas  los  enemigos  no  dcxauan 
dalles  mucha  guerra  de  dia  y  de  noche,  que 
ntescio  [una]  vez  en  vna  refriega  que  uvo  muy 
nde  que  hirieron  malamente  a  Francisco  de 
rcado,  maestresala  que  auia  sido  del  Gouerna- 
Diego  de  Rojas,  Y  obrando  el  mal  de  la  ponió- 
te layeruaque  estauaen  la  flecha,  en  el  herido, 
ien»;o  de  bramar  y  a  darse  de  calabazadas  en 
ueio  con  grandissima  rauia  y  desesperación, 
lolo  auian  hecho  otros  que  se  auian  muerto 
hados  con  esta  yerua  endiablada.  Como  a 
ncisco  de  Mercado  se  le  yua  ya  la  vida  aca- 
do  y  la  muerte  se  le  venia  mas  acercando, 
)io  luego  a  llamar  a  Cathalina  de  la  Enciso 
;s  que  se  le  perdiesse  la  habla,  porque  le  que- 
dczir  ciertas  cosas  que  le  conuenian  mucho  a 
lonrra  y  fama.  La  qual  venida,  Francisco  de 
■cado  le  rogo  muy  ahincadamente  que  por  re- 
;ncia  de  Dios  y  de  Nue.stra  Señora  le  perdona- 
el  falso  testimonio  que  le  auia  leuantado,  por- 
el  fue  el  que  primero  lo  auia  publicado  auer 
dado  poníoña  a  Diego  de  Rojas,  de  que  se  ^ 
i  muerto.  Cathalina  de  la  Enciso  oyendo  esto 
oigo  en  gran  manera  en  saber  de  aquel  hom- 
la  gran  falsedad  que  contra  ella  se  auia  leuan- 
I,  y  no  lo  quería  perdonar  a  causa  que  auia 
muy  damnifficada  en  su  honrra;  mas  en  fin, 
muchos  ruegos  y  grandes  ymportunaciones 
vo  de  perdonar  y  perdonó.  Todo  esto  lo  tomo 
porfee  y  testimonio  ante  vn  escriuano  de  Su 
¡estad  y  delante  de  muchos  testigos  de  lo  que 
icho  Francisco  de  Mercado  auia  leuantado,  y 


161 

al  cabo  murió  dende  a  vn  rato  y  lo  enterraron  en 
vna  hermita  que  alli  se  hizo.  Oyendo  estas  cosas 
Francisco  de  Mendoza  y  Rodrigo  Sánchez  de  Hi- 
nojosa  y  todos  los  demás,  perdieron  la  sospecha 
que  auian  tenido  contra  Philippe  Gutiérrez  y 
Cathalina  de  la  Enciso,  porque  entendieron  que  la 
muerte  de  Diego  de  Rojas  auia  sido  de  la  ponzoña 
del  flechado  que  le  dieron  en  la  prouincia  de  Sala- 
bina.  Mas  no  por  esso  los  dos  mandones  perdieron 
el  mal  talante  y  rancor  que  contra  Philippe  Gutié- 
rrez tenían,  porque  las  consciencias  les  acusauan 
que  le  tenían  vssurpado  y  tomado  contra  todo  de- 
recho la  gouerníicion  y  el  mando  de  la  tierra  y  no 
pensauan  de  se  lo  dar  ni  restituyr.  Esto  mismo  se 
platico  muchas  vezes  en  el  exercito  por  hombres 
que  estañan  dessapassionados,  diziendo  que  si 
Diego  de  Rojas  dexo  por  hijo  adoptiuo  a  Francis- 
co  de  Mend09a,  no  lo  pudo  hazer  en  lo  de  la  go- 
uemacion,  porque  no  era  suya,  ni  era  herencia  he- 
reditaria como  de  los  bienes  suyos  que  le  auia 
dado.  Ya  que  lo  auia  hecho  y  nombrado  lo  auia 
hecho  al  tiempo  y  quando  ya  no  sentía  ni  sabia  lo 
que  mandaua,  por  la  gran  enfermedad  que  lo 
aquexaua  y  por  el  gran  dolor  que  lo  atormentaua 
terriblemente;  y  assi  díxeron  otras  muchas  cosas 
sacadas  en  derecho,  todas  en  fabor  de  Philippe 
Gutiérrez;  mas  dexando  esto  aparte  digamos  lo 
que  acónteselo  a  los  españoles.  Pues  continuando 
todos  en  su  conquista  salieron  deste  mal  lugar  y 
fueron  a  otros  muchos  pueblos  y  a  diuersas  pro- 
uincias,  conquistándolas  con  grandes  trabaxos  y 
fatigas  y  con  derramamiento  de  mucha  sangre 

G.  DB  Sakta  Clara.— IV.— 3.'  Ii 


i 


162 

y  de  yndios,  en  donde  los  españoles  tleua- 
npre  la  vitoria,  hasia  que  allegaron  a  vn 
Je  yndios  llamado  Soconcho.  En  este  pue- 
i  también  la  yerua  ponzoñosa  y  pelearon 
enemigos,  [quienes]  hirieron  algunos  de  los 
sque  murieron  después  rauiando,  dándose 
cadas  y  rebolcandose  por  el  suelo,  que  fue 
sima  lastima  de  los  ver  assi  malamente 
i  no  sabian  que  remedio  tomar  para  tanto 
!  les  causaua  esta  yerua,  ni  sabian  con  que 
.  Para  saber  los  nuestros  si  auia  alguna 
erua  para'remediar  este  tan  gran  mal,  hi- 
i  vn  yndio  natural  de  los  qye  estauan  pre- 
I  una  flecha  que  hallaron  sana,  con  la  qua] 
iron  entrambos  muslos  de  píirie  á  parte.  El 
íiendose  herido,  se  fue  al  campo  donde  vido 
lua  íresco,  riberas  de  vn  rio,  y  busco  alli 
>s  maneras  de  yemas,  las  quales  majó  pres- 
í  entre  dos  piedras  lisas  que  aUi  en  el  campo 
:i  zumo  de  las  vnas  yeruas  beuio,  y  el  zumo 
Jiras  se  pusso  en  las  heridas,  sacandosse 
i  el  pedernal  que  tenia  en  el  vn  muslo 
lo  mas  la  herida  co»  un  cuchillo  que  le  die- 
con  la  dieta  que  tuuo  sano  prestamente 
i  no  fuera  herido.  Los  conquistadores  de 
Martha  y  de  Cartagena  y  otros  muchos  que 
Jado  por  diuersas  tierras  en  donde  ay  esta 
i  yerua  dizen  que  sanan  con  poluos  de  soli- 
udo,  o  con  zumo  de  membrillo,  echándolos 
erida,  sacando  primero  el  pedernal,  y  esto 
ydo  dezir  a  muchos  que  han  sido  heridos 
ta  yerua.  Desde  este  pueblo  de  Soconcho 


163 

determinaron  de  passar  adelante  lleuando  mucha 
de  la  contrayerua,  que  tuuieron  creydo  que  ade- 
lante auría  mas  ponzoña  como  atrás  lo  auia,  y 
Francisco  de  Mendoza  hablo  a  los  suyos  diziendo- 
les  como  el  determinaua  de  yr  por  otro  lado  a  des- 
cubrir tierras  que  fuessen  mejores  que  las  que 
auian  dexado  atrás.  Y  que  para  esto  quería  llenar 
la  mitad  de  la  gente  que  auia,  y  que  la  otra  mitad 
se  quedassen  en  aquel  pueblo,  y  que  en  el  entre- 
tanto que  yua  y  venia  hiziessen  muchas  casas  de 
habitación,  aunque  fuesse  de  pali9ada;  y  assi  hor- 
deno  una  buena  poblaron,  la  qual  llamaron  Mede- 
llin,  y  se  eligieron  dos  alcaldes  hordinarios  y  qua- 
tro  regidores  en  nombre  de  Su  Majestad,  y  nom- 
bro vn  escriuano  mavor.  Estando  Francisco  de 
Mendoza  hordenando  estas  cosas  y  estando  ya  de 
partida  para  yr  a  descubrir  los  secretos  de  la 
tierra,  determino  de  prender  a  Philippe  Gutiérrez 
porque  [en]  su  ausencia  no  causasse  algunos  mo- 
uimientos  y  nouedades  por  donde  perdiesse  el 
mando  que  tenia,  porque  derechamente  le  compe- 
tia  a  el  la  gouernacion  por  la  prouission  que  tenia 
del  licenciado  Vaca  de  Castro.  Y  para  auer  de  ha- 
zer  esto  lo  platico  primero  con  su  Maestro  de 
campo,  el  qual  le  páreselo  que  estaua  bien  acor- 
dado para  biuir  de  ay  adelante  quietos  y  pacificos 
y  sin  rezelo  ni  sospecha  de  cosa  alguna,  y  assi  lo 
hablaron  a  sus  amigos  y  afficionados  para  que  les 
diessen  fabor  y  ayuda  y  ellos  les  prometieron  de 
lo  hazer  con  entera  voluntad.  Pues  venida  la  media 
noche,  Francisco  de  Mendoza  con  muchos  de  sus 
afficionados  se  ajuntaron  en  casa  del  Maestro  de 


150 

Su  Magestad.  Por  lo  qual  le  tomaron  Itan] 

0  y  aborrescimiento,  que  con  falsos  testi- 
^rficiales  del  Rey  y  vn  capitán  viscayno 
Domingo  de  Yrala  le  prendieron  y  lo  he- 
n  la  cárcel  publica,  en  donde  passo  mu- 
jaxos  y  grandes  peligros  de  su  persona  y 
:  16  quissieron  matar  muchas  vezes,  mas 
3  embiaron  preso  a  Su  Magestad.  Al  fin, 
Aluar  Nuflcz  Cabe? a  de  Vaca  en  sus  ne- 

1  la  corte,  que  los  lleuaua  en  buenos  ter- 
urio  de  su  enfermedad,  aunque  en  traba- 
)bre  vida  y  gran  vejez.  Los  dos  ofliciales 
jue  lo  lleuaron  preso  a  España  murieron 
jertes  y  sin  conffession,  que  el  vno  dellos 
loco  y  mato  a  su  muger  a  puñaladas,  y  el 
iando  se  comió  las  manos  a  vocados  y  al 
■lo.  Y  el  dicho  Domingo  de  Yrala  se  pa- 
ru  con  los  prendedores  y  lleuaron  vn  ca- 
y  largo,  en  donde  passaron  grandes  tra- 
leligros  de  muerte  por  ser  la  tierra  muy 
fragosa  y  poblada  de  gente  ferocissima, 
s  alia  murieron  malas  muertes,  sin  con- 
ahorcados  y  hechos  quartos  en  las  renci- 
ivo  en  la  tierra.  Dexemos  agora  a  los  de 
vengamos  a  los  de  la  tierra;  digo  que  des- 
el  Gouernador  Xpoual  Vaca  de  Castro 
:abct;a  a  Don  Diego  de  Almagro  el  mof  o, 

onze  del  mes  de  Setiembre  de  1541  años, 
liuersas  partes  ciertos  capitanes  para  que 

descubrir  tierras  nueuas.  Porque  estan- 
a  occiosos  no  se  causasse  entre  ellos  al- 
Uicios  y  escándalos  con  algunos  leuanta- 


151 

mientos  como  los  passados,  de  donde  auian  resul- 
tado muchas  muertes,  robos  y  daños  con  ynnume- 
rables  males  y  .extorssiones,  haziendose  en  ello 
gran  deseruicio  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  Su  Ma- 
gestad.  Por  euitar  estas  cosas  y  otros  muchos 
ynconuenientes  que  se  podrían  recrescer  entre  los 
sediciosos  y  ambiciosos,  embio,  como  se  ha  dicho, 
a  buscar  tierras  nueuas  a  ciertos  capitanes,  entre 
los  quales  fue  al  Rio  de  la  Plata,  por  tierra,  el  ca- 
pitán Diego  de  Rojas,  con  titulo  de  Gouernador 
de  aquellas  tierras  en  nombre  de  Su  Magestad, 
que  fue  en  el  año  de  1542.  Nombró  por  Capitán  ge- 
neral a  Philippe  Gutiérrez,  y  por  Maestro  de  cam- 
po a  Nicolás  de  Heredia,  que  auia  seguido  siem- 
pre la  parcialidad  de  Don  Diego  de  Almagro  y 
era  mortal  enemigo  de  los  pi^arristas.  En  la  proui- 
ssionque  licuaron  estos  tres  caualleros  se  conte- 
nia en  ella  que  si  por  ventura  muriesse  el  vno  de- 
llos,  quedasse  el  cargo  ó  cargos  en  los  dos,  y  si 
los  dos  muriessen  quedasse  solamente  en  el  vno, 
y  que  muriendo  el  tercero  quedasse  el  cargo  en  la 
persona  que  nombrasse  el  tercero  para  que  todos 
le  obedesciessen.  Eran  estos  hombres  muy  ricos  y 
muy  principales  en  la  tierra,  los  quales  hizicron 
cierta  compañia  de  hermandad  en  que  se  gastaron 
gran  summa  de  dineros  en  comprar  muchas  y  di- 
uersas  cosas  que  eran  muy  necesarias  para  la 
presente  jornada,  dando  grandes  socorros  a  mu- 
chos soldados  para  que  de  buena  gana  fuessen 
con  ellos.  A  la  fama  que  estos  tres  capitanes  ar- 
mauan  gente  mouieronse  muchos,  especialmente 
de  los  principales  vezinos  que  tenían  rcpartimicn- 


150 

Su  Mngestad.  Por  lo  qual  le  tomaron  |tanj 

o  y  aborrescimiento,  que  con  falsos  testi- 
sfficiales  del  Rey  y  vn  capitán  viscayno 
Domingo  de  Yrala  le  prendieron  y  lo  he- 
n  la  cárcel  publica,  en  donde  passo  mu- 
]axos  y  grandes  peligros  de  su  persona  y 
;  ló  quissieron  matar  muchas  vezes,  mas 

0  embiaron  preso  a  Su  Magestad-  Al  ñn, 
Aluar  Nuftez  Cabera  de  Vaca  en  sus  ne- 

1  la  corte,  que  los  lleuaua  en  buenos  ter- 
lurio  de  su  enfermedad,  aunque  en  traba- 
jbre  vida  y  gran  vejez.  Los  dos  officiales 
jue  lo  licuaron  preso  a  España  murieron 
jertes  y  sin  conffeasion,  que  el  vno  dellos 
loco  y  mato  a  su  muger  a  puñaladas,  y  el 
lando  se  comió  las  manos  a  vocados  y  al 
rio.  Y  el  dicho  Domingo  de  Yrala  se  pa- 
ru  con  los  prendedores  y  licuaron  vn  ca- 
y  largo,  en  donde  passaron  grandes  tra- 
jeligros  de  muerte  por  ser  la  tierra  muy 
fragosa  y  poblada  de  gente  ferocissima, 
is  alia  murieron  malas  muertes,  sin  con- 
ahorcados  y  hechos  quartos  en  las  renci- 
jvo  en  la  tierra.  Dexemos  agora  a  los  de 
vengamos  a  los  de  la  tierra;  digo  que  des- 
el  Gouernador  Xpoiial  Vaca  de  Castro 
;abc9a  a  Don  Diego  de  Almagro  el  mo90, 
.  onze  del  mes  de  Setiembre  de  1541  años, 
liuersas  partes  ciertos  capitanes  para  que 

.  descubrir  tierras  nueuas.  Porque  están- 
;a  occLOsos  no  se  causasse  entre  ellos  al- 
llicios  y  escándalos  con  algunos  leuanta- 


151 

mientos  como  los  passados,  de  donde  auian  resul- 
tado muchas  muertes,  robos  y  daños  con  ynnume- 
rables  males  y,extorssiones,  haziendose  en  ello 
gran  deseruicio  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  Su  Ma- 
gestad.  Por  cuitar  estas  cosas  y  otros  muchos 
ynconuenientes  que  se  podrían  recrescer  entre  los 
sediciosos  y  ambiciosos,  embio,  como  se  ha  dicho, 
a  buscar  tierras  nueuas  a  ciertos  capitanes,  entre 
los  quales  fue  al  Rio  de  la  Plata,  por  tierra,  el  ca- 
pitán Diego  de  Rojas,  con  titulo  de  Gouernador 
de  aquellas  tierras  en  nombre  de  Su  Magestad, 
que  fue  en  el  año  de  1542.  Nombró  por  Capitán  ge- 
neral a  Philippe  Gutiérrez,  y  por  Maestro  de  cam- 
po a  Nicolás  de  Heredia,  que  auia  seguido  siem- 
pre la  parcialidad  de  Don  Diego  de  Almagro  y 
era  mortal  enemigo  de  los  pi^arristas.  En  la  proui- 
ssion  que  llenaron  estos  tres  caualleros  se  conte- 
nia en  ella  que  si  por  ventura  murlesse  el  vno  de- 
líos,  quedasse  el  cargo  ó  cargos  en  los  dos,  y  si 
los  dos  muriessen  quedasse  solamente  en  el  vno, 
y  que  muriendo  el  tercero  quedasse  el  cargo  en  la 
persona  que  nombrasse  el  tercero  para  que  todos 
le  obedesciessen.  Eran  estos  hombres  muy  ricos  y 
muy  principales  en  la  tierra,  los  quales  hizieron 
cierta  compañia  de  hermandad  en  que  se  gastaron 
gran  summa  de  dineros  en  comprar  muchas  y  di- 
uersas  cosas  que  eran  muy  necesarias  para  la 
presente  jornada,  dando  grandes  socorros  a  mu- 
chos soldados  para  que  de  buena  gana  fuessen 
con  ellos.  A  la  fama  que  estos  tres  capitanes  ar- 
mauan  gente  mouieronse  muchos,  especialmente 
de  los  principales  vezinos  que  tenian  rcpartimicn- 


150 

Su  Mngestad.  Por  lo  qual  le  lomaron  ItanJ 
o  y  aborrescimiento,  que  con  falsos  lesti- 
afficiales  del  Rey  y  vn  capitán  viscayno 
Domingo  de  Yrala  le  prendieron  y  lo  he- 
n  la  cárcel  publica,  en  donde  passo  mu- 
}a:cos  y  grandes  peligros  de  su  persona  y 
;  16  quissieron  matar  muchas  vezes,  mas 

0  embiaron  preso  a  Su  Magestad.  Al  fin, 
Aluar  Nuftcz  Cabei^a  de  Vaca  en  sus  ne- 

1  la  corte,  que  los  lleuaua  en  buenos  ter- 
lurio  de  su  enfermedad,  aunque  en  traba- 
3bre  vida  y  gran  vejez.  Los  dos  oTñciales 
^ue  lo  licuaron  preso  a  España  murieron 
nenes  y  sin  conffession,  que  el  vno  dellos 
loco  y  mato  a  su  muger  a  puñaladas,  y  el 
iando  se  comió  las  manos  a  vocados  y  al 
rio.  Y  el  dicho  Domingo  de  Yrala  se  pa- 
ra con  los  prendedores  y  licuaron  vn  ca- 
y  largo,  en  donde  passaron  grandes  tra- 
seligros  de  muerte  por  ser  la  tierra  muy 

fragosa  y  poblada  de  gente  ferocissima, 
■salla  murieron  malas  muertes,  sin  con- 
nhorcados  y  hechos  quartos  en  las  rencl- 
uvo  en  la  tierra.  Dexemos  agora  a  los  de 
vengamos  a  los  de  la  tierra;  digo  que  des- 
el  Gouernador  Xpoual  Vaca  de  Castro 
rabera  a  Don  Diego  de  Almagro  el  moi;o, 
i  onze  del  mes  de  Setiembre  de  IS4I  años, 
liuersas  partes  ciertos  capitanes  para  que 
.  descubrir  tierras  nueuas.  Porque  están' 
;a  occiosos  no  se  causasse  entre  ellos  al 
lucios  y  escándalos  con  algunos  leuanta- 


151 

mientos  como  los  passados,  de  donde  auian  resul- 
tado muchas  muertes,  robos  y  daños  con  ynnume- 
rables  males  y  ,extorssiones,  haziendose  en  ello 
^•an  deseruicio  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  Su  Ma- 
gestad.  Por  cuitar  estas  cosas  y  otros  muchos 
ynconuenientes  que  se  podrían  recrescer  entre  los 
sediciosos  y  ambiciosos,  embio,  como  se  ha  dicho, 
a  buscar  tierras  nueuas  a  ciertos  capitanes,  entre 
los  quales  fue  al  Rio  de  la  Plata,  por  tierra,  el  ca- 
pitán Dieg^o  de  Rojas»  con  titulo  de  Gouernador 
de  aquellas  tierras  en  nombre  de  Su  Majestad, 
que  fue  en  el  año  de  1542.  Nombró  por  Capitán  ge- 
neral a  Philippe  Gutiérrez,  y  por  Maestro  de  cam- 
po a  Nicolás  de  Heredia,  que  auia  seguido  siem- 
pre la  parcialidad  de  Don  Diego  de  Almagro  y 
era  mortal  enemigo  de  los  pi^arristas.  En  la  proui- 
ssion  que  llenaron  estos  tres  caualleros  se  conte- 
nia en  ella  que  si  por  ventura  muriesse  el  vno  de- 
llos,  quedasse  el  cargo  ó  cargos  en  los  dos,  y  si 
los  dos  muriessen  quedasse  solamente  en  el  vno, 
y  que  muriendo  el  tercero  quedasse  el  cargo  en  la 
persona  que  nombrasse  el  tercero  para  que  todos 
le  obedesciessen.  Eran  estos  hombres  muy  ricos  }' 
muy  principales  en  la  tierra,  los  quales  hizieron 
cierta  compañia  de  hermandad  en  que  se  gastaron 
gran  summa  de  dineros  en  comprar  muchas  y  di- 
uersas  cosas  que  eran  muy  necesarias  para  la 
presente  jornada,  dando  grandes  socorros  a  mu- 
chos soldados  para  que  de  buena  gana  fuessen 
con  ellos.  A  la  fama  que  estos  tres  capitanes  ar- 
mauan  gente  mouieronse  muchos,  especialmente 
de  los  principales  vezinos  que  tenían  repartimicn- 


170 

>s  días  de  la  pobla<;on  que  auia  hecho,  con  la 
I  de  la  gente,  porque  la  otra  mitad  se  que- 
en  el  pueblo  con  el  Maestro  de  campo  Ro- 
Sánchez  de  Hinojosa  para  que  alli  fue- 
usticia  mayor  y  su  lugarteniente.  Prosi- 
ido  Francisco  de  Mendoza  su  camino  passa- 
1  y  los  suyos  por  muchas  prouincias  remotas 
muchos  pueblos  de  guerra,  porque  los  yn- 
es  dauan  grandes  rebatos  de  dia  y  de  noche 
idiendo  sus  libertades  y  sus  tierras,  en  que 
muchos  descalabrados  de  la  vna  parte  y  de 
n,  y  por  aqui  no  auia  de  la  yerua  pon9oflo- 
trauesaron  después  vnas  sierras  aspcrissi- 
r  muchos  rios  grandes  y  malas  ciénegas  y 
i  de  amplissimos  salitrales,  en  donde  en  mu 
partes  no  hallaron  que  comer  sino  rayces  de 
is  y  cauallos  que  se  les  murian  y  muchos 
)s  de  aues  no  conoscidas,  que  les  hazian  mal 
■nento,  mas  comíanlos  por  la  hambre  que  te- 
Caminaron,  pues,  los  nuestros  desta  manera 
05  días,  de  pueblo  en  pueblo  y  de  prouincia 
Duincia,  con  los  mayores  e  ynauditos  traba- 
ue  jamas  hombres  han  passado,  hasta  que 
n  a  parar  con  grandes  trabaxos  orillas  del 
rio  de  la  Plata,  cassi  enfrente  de  vna  fortale- 
e  hizo  seys  años  atrás  el  capitán  Sebastian 
to,  yngles  o  veneciano,  en  vna  ysla  grande 
5lii  en  medio  del  rio.  Llegados  los  xpianos  a 
taraje  vieron  muchos  yndíos  que  andauan  en 
;is  canoas  y  en  balsas  pescando  riberas  de 
poderoso  rio,  y  algunos  dellos  se  allegaron 
a  tierra  y  saludaron  a  los  nuestros  en  lengua 


171 

castellana,  y  los  españoles  respondieron  muy  bien, 
diziendoles  ¿que  era  lo  que  querían?  Vno  destos 
yndios  se  allego  mucho  a  la  lengua  del  agua  y  di- 
xo  en  alta  boz,  en  lengua  castellana,  que  era  ladi- 
no: ¡a  compañero! ;  respondió  vn  soldado:  ¿que 
queréis  hermano?;  y  el  yndio  le  echo  vna  pulla 
diziendole:  stahondote  las  migas  por  tu  agüe  jera; 
de  que  dio  gran  risa  a  los  españoles.  El  cacique 
destos  yndios,  que  también  era  medio  ladino,  pre- 
gunto en  lengua  castellana,  mal  aljamiada,  por  el 
capitán  de  los  xpianos,  y  Francisco  de  Mendoza 
se  le  puso  delante  y  le  dixo:  ¿que  quieres,  herma- 
no, que  yo  soy?;  y  el  yndio  le  dixo:  muy  nio^o 
eres  para  ser  capitán;  mucho  mejor  lo  fuera  esse 
viejo  que  esta  a  par  de  vos;  que  era  Juan  García 
de  Almadén,  el  que  prendió  a  Nicolás  de  Heredia; 
y  dicho  esto  luego  boluío  los  ojos  a  los  demás 
xpianos  y  les  dixo  en  alta  boz.  ¿Adonde  vays,  la- 
drones^ desuella  las  caras,  cimarrones  todos  y 
xpianos  malos,  que  andar  por  aqui  robando  toda 
esta  tierra?  ¿no  tenéis  miedo  de  (1)  Dios?  los  otros 
xpianos  por  acá  sentar,  son  buenos  y  mas  mejo- 
res, vosotros  no,  porque  estar  mucho  vellacos 
matadores.  Los  otros  dezir  a  nosotros:  daca  pes- 
cado, hermano,  toma  tixeras,  agujas,  hilo  y  se- 
da-^ daca  mahis,  hijos,  toma  bonete,  paño  y  cha- 
quira;  y  vosotros  como  vellacos,  desir:  daca,  da- 
ca comida;  daca  yndios,  yndias,  ínahis;  daca  to- 
do, toma  lanciada,  cuchillada,  y  totna  pelota  cotí 
arcabuz.  Anda,  anda,  vellacos,  todos  ladrones; 


(I)    lA%.eld£, 


-^ 


172 

10  sentar  titas  aquí,  y  si  sentar  luego  mo- 
■os;  yo  /láser  matar  con  flecha  con  yndios 
y  dichas  estas  cosas  les  dieron  todos  mucha 
1  y  srita  haziendo  burla  y  escarnio  de  los 
s.  De  manera  que  el  cacique  los  enjabono  a 
de  lo  qual  vnos  se  rieron  y  otros  brauatos 
iaron  mucho,  y  queriendo  saber  de  los  xpia- 
aquel  rio  que  adonde  estauan,  les  daua 
esadumbie  porque  no  podían  tomar  lengua 
lellos  barbaros,  hasta  que  tomaron  vno  de- 
n  maña  y  ardid  que  hizo  vn  fulano  Soleta, 
a  buen  soldado  y  de  grandes  fuerzas.  Los 
os,  queriendo  íaborescer  al  compajkro  pre- 
ndieron y  prometieron  a  los  nuestros  de 
vna  carta  que  era  de  otros  .xpianos  que  has- 
si  paraje  auian  llegado,  si  soltauan  al  yndio; 
anos  con  desseode  saber  nueuas  de  los  es- 
s  les  dixeron  la  truxessen  y  que  les  prome- 
m  fee  de  le  soltar,  y  con  esto  se  fueron  de 
yndios.  Y  otro  dia  por  la  mañana  boluieron 
s  mas  yndios  y  truxeron  la  carta  con  deier- 
ion  que  sino  soltauan  al  yndio  de  saltar  en 
y  matar  a  todos  los  xpianos,  y  con  esto  die- 
carta  a  Francisco  de  Mendoza,  con  la  qual 
¡arpn  t;randemente,  y  lue^o  soltaron  al  yn- 
ita  carta  era  de  Domingo  de  Vrala,  vizcay- 
i^iaauia  dexado  los  dias  atrás  junto  a  la 
va,  metida  en  vna  calabai^a  hueca,  y  en  ella 
uisso  a  todos  los  españoles  que  por  allí  Ue- 
1  en  los  puertos  que  auia  en  aquel  gran  rio, 
yndios  traydores  se  auian  de  guardar,  y 
les  se  podían  fiar,  y  de  que  calidad  y  tem- 


tauan  los  x 
por  atti  ce 
españoles,  comento  de  vaguear  por  aquella  tie 
de  vna  parte  a  otra,  con  grandes  trabaxos  y  I 
gas  de  guerras  y  peleas  que  los  barbaros  les 
zian,  sin  hallar  ninguna  de  la  riqueza  que  bu; 
uan,  ni  tierras  buenas  adonde  hazer  asiento, 
lo  qual  determinaron  de  desliazer  la  rueda  y 
boluersse  a  la  poblaron  que  atrás  auian  dei 
hecba,  para  determinar  allí  lo  que  mas  les  cot 
oiesse,  o  loque  auiande  hazer  para  lo  adela: 
pues  no  hallauan  tierras  ricas,  ni  buenas;  y 
estose  boluieron.  Viniendo  Francisco  de  Mer 
ta  por  su  camino  acónteselo  que  riñeron  dos 
dados  y  se  desaffiaron  para  matarsse  en  el  can 
que  el  vno  se  dezia  Pedro  Moreno  y  el  otro  Fi 
cisco  de  la  Cueua,  y  estando  riñiendo  los  dos 
bueno  a  bueno,  el  Francisco  García  de  la  Cu 
dio  a  Pedro  Moreno  vna  cuchillada  en  el  laga 
que  murió  della  dende  a  tres  dias.  Francisco 
Mendoza  sintió  mucho  este  desaffio,  y  mas  dt 
muerte  de  Pedro  Moreno,  porque  auia  sido  b 
soldado,  y  lo  mando  enterrar  honrradamente;  i 
el  dissimalo  esta  muerte  lo  mejor  que  pudo 
algunos  días  y  no  dixo  nada  a  Francisco  Gai 
de  la  Cueua  porque  era  su  amigo  y  se  auia  ha 
do  con  él  en  la  prisión  de  Philippe  Gutiérrez 
fin,  el  se  mostró  en  todo  y  por  todo  de  su  pai 
Antes  de  allegar  a  dos  jomadas  del  pueblo 
sus  compañeros  tenían  hecho,  lo  hizo  prendt 
traer  ante  si  y  le  hablo  sobre  la  muerte  de  Pe 
Moreno  y  después  lo  mando  conffesar  con  el  ■ 


^n 


174 

)mendaiJor  que  allí  estaua,  porque  estaua 
a  la  sentencia  que  auia  luego  de  morir;  el 
'.  conFTeso  y  tardo  mas  de  dos  horas  en  la 
íion.  Hecha  la  conffession,  Francisco  García 
:ueua  se  desculpo  lo  mejor  que  pudo,  dízíen- 
Pedro  Moreno  le  auia  affrentado  y  después 
desaffiado  con  mucha  presumpcion  y  so- 
que auia  tenido,  y  que  lo  auia  tenido  en 
lenosprecio  y  escárnesela  del,  y  porque  no 
íssen  por  couarde  auia  aceptado  el  desaffio. 
como  su  espada  auia  llegado  primero  al 
o,  pudiera  el  muerto  matalle  a  el,  y  que  era 
y  costumbre  entre  los  soldados  de  pundo- 
rfender  su  reputación  y  honor  porque  otro 
guno  lo  menospreciasse  y  le  tuuíesse  en  po- 
)ues  que  su  señoría  mandaua  quitalle  la  vi- 
e  mirasse  primero  los  muchos  y  grandes 
os  que  le  auia  hecho  en  la  tierra  y  la  gran 
d  que  entrambos  auian  tenido;  que  mejor  le 
i  estando  viuo,  que  muerto;  y  assi  le  díxo 
nuchas  lastimas  para  que  uvíesse  compa- 
:I.  Francisco  de  Mendoza  no  le  quiso  oyr 
la  desculpa,  ni  menos  quiso  condescender  a 
portunaciones  y  ruegos  de  sus  amigos,  y 
as  mas  le  roiíauan  mucho  mas  se  encen- 
y  se  endúresela,  de  tal  manera  que  no  oya 
ndia  cosa  alguna.  Conosciendo  Francisco 
.  de  la  Cueua  la  determinación  y  voluntad 
ancisco  de  Mendo»;a  tenia  de  le  quitar  la  vi- 
o  la  boz  y  le  dixo  con  grande  amargura  y 


J 


175 

tristeza,  aleando  los  ojos  al  cielo  como  que  a  Dios 
pedia  justicia:  aora  bien,  señor  Francisco  de  Men- 
doza, pues  me  mandáis  quitar  la  vida,  yo  creo  que 
no  os  lleuare  mucha  ventaja  en  esta  partida,  por- 
que en  comparación  sera  tan  poca  que  aun  no  se- 
ra vna  carrera  de  cauallo,  y  alia  nos  veremos  an- 
te Dios,  donde  daréis  cuenta  desta  ynjusticia  que 
me  hazeis,  agrauiandome  en  todo  y  por  todo  como 
lo  aueis  hecho  a  otros.  Dicho  esto  callo  y  luego 
comento  de  encomendarse  a  Dios  y  a  Nuestra  Se- 
ñora muy  deuotamente  como  buen  xpiano,  re(;:an- 
do  el  credo  5^  conffessando  nuestra  sancta  fee  ca- 
tholica;  le  dieron  garrote  en  vn  palo  rollizo,  y  los 
que  se  hallaron  presentes  notaron  bien  estas  pala- 
bras, adeuinando  que  Francisco  de  Mendo9a  auia 
de  acabar  la  vida  con  muerte  supitanea,  como 
passó  después. 


CAPITULO  XXI 


i  PELEAS  QUE  LOS  ESPASOLES  TU- 
CON  LOS  YNOIOS,  V  DE  COHO  DIEGO  ALUARBZ 
.UENDRAL  y  OTROS  MATARON  A  FRANCISCO  DE 
;A  y  dieron  LA  GOUERNACION  A  NICOLÁS  DE 
HBREDIA,  <1UE  DE  DERECHO  ERA  SUVA 


pues  que  Francisco  de  Mendo9a  hizo  esta 
i  arriba  refferída  se  pussoen  camino  con 
os  y  se  fue  al  real  y  poblaron  que  auia  de- 
echo,  en  donde  fue  de  todos  bien  rescebido, 
i  afíicionados  lo  desseauan  ya  ver  porque 
rea  de  ocho  meses  que  auia  partido  de  alli, 
elación  (1)  a  su  Maestro  de  campo  y  a  los 
le]  todo  lo  que  le  auia  suscedido  en  las  tie- 
le  auia  descubierto  hasta  el  Rio  de  la  Plata, 
ístro  de  campo  dio  cuenta  a  Francisco  de 
i;a,  dándole  relación  de  todo  lo  que  auia 
D  en  el  real;  de  los  muchos  y  grandes  reba- 
isaltos  que  los  yndios  les  auian  dado  de  dia 
che,  y  como  con  el  ayuda  de  Dios  y  de 
1  Señora  auian  siempre  alcanzado  Vitoria 
Ciertamente  passaron  los  nuestros  tantos 


177 

trabaxos  y  peligros  los  hombres  que  quedaron  en 
el  real  después  que  se  fue  Francisco  de  Mendoza, 
que  no  ay  lengua  tan  dozil  que  los  pueda  contar 
ni  explicar  tan  por  entero  como  ello  passo,  porque 
velando  y  peleando  con  los  barbaros  de  dia  y  de 
noche  se  vieron  muchas  vezes  totalmente  perdidos 
y  sin  remedio  alguno  si  no  fueran  socorridos  y 
amparados  con  el  diuino  fabor.  Para  matar  á  to- 
dos los  españoles  se  ajuntauan  muchos  enemigos, 
que  para  cada  xpíano  auia  doscientos  ó  trescien- 
tos yndios,  y  muchas  vezes  eran  acometidos  con 
gran  denuedo  y  con  mucha  braueza,  que  herían  a 
muchos  xpianos  a  puros  flechazos  y  sin  ninguna 
piedad.  A  tanto  vino  la  ossadia  destos  barbaros 
que  llegauan  a  las  casas,  sin  temor  y  con  grande 
furiosidad,  a  se  las  quemar  apegando  fuego  en 
muchas  partes  con  gran  denuedo  y  braueza;  mas 
en  fin,  los  nuestros  como  españoles  animosos  de- 
ffendian  valerosamente  sus  casas  y  offendian  a  los 
enemigos  con  muerte  de  muchos  dellos.  De  aqui 
salió  Francisco  de  Mendoza  con  todos  los  suyos, 
dessamparando  lo  que  auian  poblado,  y  fueron  a 
buscar  tierras  que  fueran  buenas,  fértiles,  y  sobre 
todo  ricas  como  las  del  Perú,  en  donde  pudiessen 
hazer  su  assiento  y  viuienda  de  proposito.  Auien- 
do  salido  del  real  y  caminando  y  vagueando  por 
sus  jornadas  contadas  no  les  faltaron  muchos  re- 
cuentros y  peleas  que  con  los  barbaros  tuuieron 
por  las  prouincias  y  pueblos  por  do  passaron, 
hasta  que  allegaron  a  vna  prouincia  grande  lla- 
mada de  los  Chinchagones,  que  era  una  gente 
guerrera  y  ferozissima.  En  esta  prouincia  assen- 

G.  D«  Samta  Clara.— IV.— 3.*  « 


178 

taron  su  campo  porque  yuan  ya  muy  cansados  y 
fatigados  y  muchos  dellos  enfermos  y  heridos  y 
aun  cassi  todos  desnudos,  y  luego  comentaron  de 
cercar  su  real  con  mucha  tierra  plenada,  rama, 
madera  y  de  grandes  espinos.  Dentro  deste  cer- 
cado hizieron  sus  casas,  todas  de  madera  de  pino 
y  de  sauzes,  y  las  azoteas  fueron  de  paja  seca,  a 
dos  aguas  corrientes,  en  donde  se  metieron,  y  des- 
de este  pueblo  yuan  los  vnos  a  buscar  de  comer 
por  la  comarca,  de  donde  venian  algunas  vezes 
descalabrados  malamente,  y  los  otros  quedauan 
en  guarda  de  lo  que  quedaua.  En  esta  prouincía 
de  los  Chinchagones  los  yndios  de  todas  aquellas 
comarcas  les  dieron  muchos  asaltos  y  grandes  re- 
friegas, assi  de  noche  como  de  dia,  y  los  nuestros 
pelearon  con  ellos  valerosamente,  en  que  mata- 
ron ynfinitos  dellos  y  preudieron  a  otros  muchos. 
Estos  prissioneros  dieron  noticia  a  los  españoles 
de  los  xpíanos  que  estauan  en  la  prouincía  del 
Chile  y  de  Vngulo  y  de  Arauco,  y  de  las  grandes 
poblaíones  que  se  contenían  en  las  cordilleras  de 
aquellas  sierras  que  era  de  la  otra  vanda.  Estauan 
ya  en  este  tiempo  los  nuestros  muy  fatigados  y 
bien  trabajados  de  velar  y  trasnochar,  con  las 
continuas  lluuias  y  grandissimos  fríos  que  hazia  y 
con  las  cotidianas  peleas  y  recuentros  que  los  bar- 
baros les  dauan,  que  andauan  muchos  dellos  muy 
enfermos  j'  debilitados,  flacos  y  descoloridos,  que 
aun  sus  amigos  no  los  conoscian  según  estauan 
desemejados.  Por  lo  qual  y  por  otras  causas  y  ra- 
zones que  para  ello  auta,  algunos  hombres  de  los 
principales  del  exercito  aconsejaron  a  Francisco 


179 

de  Mendoza  que  seria  bien  yr  en  demanda  de  la 
prouincia  del  Chile  y  del  gran  valle  de  Arauco,  en 
donde  auia  fama  de  grandissimas  riquezas  de  oro 
bermejo  y  de  rebaños  de  carneros  y  ouejas  de  los 
que  se  crian  en  la  misma  tierra.  Porque  en  todo 
io  que  auian  andado  en  tres  años,  poco  más  ó  me- 
nos, no  auian  visto  oro  ni  plata,  ni  señal  dello  ni 
de  otro  (1)  metal  alguno,  y  preguntando  á  los  yn- 
dios  que  adonde  estaua  el  oro  y  la  riqueza  que  de- 
zian,  respondian  ellos  que  estaua  en  las  sierras, 
señalando  con  la  mano  hazia  ellas,  de  lo  qual  se 
faolgauan  mucho  porque  les  páreselo  que  estañan 
en  el  paraje  del  Chile  o  muy  cerca  de  alli.  Estando 
los  nuestros  assossegados  vna  noche,  aunque  sin 
guarda  ni  velas,  arremetieron  los  barbaros  bra- 
uamente  al  cercado  por  dos  partes,  que  eran  las 
puertas  por  do  salían  y  entrauan:  los  vnos  pelea- 
ron por  la  vna  puerta,  y  los  otros  por  la  otra,  que 
los  yndios  entraron  dentro  del  cercado  a  pesar  de 
los  xpianos,  licuando  la  victoria  en  la  mano.  Acu- 
dieron luego  á  la  vna  puerta  Francisco  de  Men- 
doga,  Diego  Aluarez  del  Almendral,  Pedro  Con- 
dales, Francisco  d'Espino,  Juan  Vasquez,  Ber- 
naldino  de  Balboa,  con  otros  muchos  xpianos,  en 
donde  pelearon  valientemente  con  los  yndios;  en 
fin,  como  finos  españoles.  Por  la  otra  puerta  acu- 
dieron el  Maestro  de  campo  Rodrigo  Sánchez  de 
Hinojosa,  Nicolás  de  Heredia,  Pedro  López  de 
Ayala,  Pedro  Barba,  con  otros  muchos  españoles, 
los  quales  pelearon  animosamente  contra  los  ene- 

(1)     UM.iffyra, 


180 

migos.  De  manera  que  a  pura  fuer^  y  animo  los 
hecfaaron  fuera  dentre  las  casas  y  los  hizieron 
huyr  con  muerte  de  muchos  dellos,  aui«ndo  pri- 
mero los  barbaros  muerto  algunos  caualtos  que 
estauan  atados  en  vnas  estacas,  y  dos  españoles,  y 
quedaron  muchos  españoles  bien  heridos,  aunque 
no  peligró  ninguno  dellos.  Muchos  de  la  entrada 
dixeron  que  Francisco  de  Mendoza  no  se  hallo  en 
esta  batalla  noturna,  que  aun  no  auia  llegado  del 
Rio  de  la  Plata,  como  atrás  queda  dicho;  otros  di- 
xeron que  el  se  hallo  en  ella,  y  esto  lo  porfiaron 
mucho  dando  razones  para  ello.  De  manera  que 
entre  ellos  uvo  grandes  porffías  y  debates  sobre 
aueriguar  esta  contienda,  aunque  los  mas  dellos 
dixeron  que  aun  no  era  llegado  sino  después  desta 
batalla,  al  qual  voto  y  opinión  me  allego  por  lo  que 
muchas  \  ezes  me  contaua  Bernaldíno  de  Balboa, 
uno  de  los  principales  hombres  que  uvo  en  el  exer- 
cito,  que  se  halló  en  todas  estas  cosas.  Digamos, 
pues,  que  Francisco  de  Mendoza  llego  después  des- 
ta batalla,  y  con  su  llegada  se  comento  entre  cier- 
tos hombres  principales  de  auer  muchas  murmura- 
ciones y  grandes  quexas  del,  y  entre  las  otras  cosas 
que  dezian  era  que  Francisco  de  Mendoga  andana 
huyendo  dellos  y  que  no  los  queria  ver,  ni  oyr,  ni 
queria  que  el  campo  estuuiesse  ¡unto,  sino  siempre 
apartado  y  diuidido.  Otros  dixeron  que  era  bien 
yrse  a  la  próuincia  del  Chile,  donde  los  yndios  de- 
lian  que  la  tierra  era  muy  rica  de  oro  y  abundan- 
te de  bastimentos  y  carneros,  y  que  era  mejor  yrse 
todos  adonde  estaña  Domingo  de  Yrala,  pues  que 
estaua  cerca.  Otros  dixeron  desembueltamente: 


181 

^piensa  este  diablo  matarnos  aquí  de  hambre,  o 
darnos  garrote  sin  porque,  como  lo  hizo  a  Fran- 
cisco García  de  la  (1)  Cueua,*  que  lo  mató  sin  justi- 
cia?; mejor  será  que  lo  dexemos  con  el  demonio  y 
nosotros  nos  vamos  al  Chile  á  descansar;  assi  que 
en  este  tiempo  auuia  entre  ellos  estas  murmura- 
ciones. Estando  las  cosas  en  estos  términos,  Fran- 
cisco de  Mendoza  y  Nicolás  de  Heredia  trataron 
entre  si  de  lo  que  harían,  o  adonde  yrian  desde 
alli,  porque  en  todo  quanto  auian  andado  no  auian 
visto  cosa  buena  en  donde  poblar  de  veras.  Nico- 
lás de  Heredia  respondió  diziendo  que  le  parescia 
que  era  bien  salir  de  la  tierra,  o  sino  que  fuesse 
alguno  á  dar  noticia  del  descubrimiento  que  auia 
del  Rio  de  la  Plata  y  de  las  demás  tierras  que  auia 
visto  y  andado  y  dar  relación  dello  al  Gouernador 
Vaca  de  Castro.  Y  que  si  el  [lo]  mandaua  se  pornia 
en  trabaxo  [y]  el  yría  en  persona  y  que  de  alia 
trayria  mucha  gente  de  socorro,  armas,  arcabu- 
zes,  poluora,  cauallos  y  herraje,  que  eran  muy  ne- 
cesarios, y  assi  de  otras  cosas  que  eran  menester 
entre  los  soldados,  pues  yuan  necesitados  y  faltos 
de  todas  ellas.  Y  que  sí  esto  no  quería  hazer,  que 
se  fuessen  al  río  de  Vngulo  y  que  de  alli  yrian  a 
dar  sobre  el  Chile  á  vnas  tierras  muy  grandes  y 
buenas  que  las  auian  descubierto  los  españoles 
que  escaparon  en  el  nauio  de  Magallanes  quando 
atrauessaron  el  Estrecho,  pues  estauan  allí  Pedro 
de  Guzman  y  Francisco  Manuel  que  sabían  la  tie- 
rra. Sobre  estas  platicas  se  enojo  mucho  Francis- 


(I)    Tachado:  FtunU,  digo. 


182 

lendoca  y  dixo  a  Nicolás  de  Heredia:  no 
le  en  eso,  señor  capitán,  sobre  vuestra  yda 
,  que  cierto  no  me  contentan  vuestras  pa- 
que  me  dais  sospecha  de  no  se  que;  porque 
3ios  que  si  otra  vez  me  lo  dize  lo  ahorque 
irboi.  Nicolás  de  Heredia  sintió  esto  mu- 
nque  lo  disimulo,  y  hablando  moderamente 
que  lo  que  el  auia  propuesto  no  aula  sido 
ilez  de  animo,  ni  por  dalle  enojo,  sino  so- 
;  por  le  seruir  en  ello,  y  que  templasse  vn 
.  enojo  y  no  le  afrentasse  de  aquella  suer* 
ue  demás  desto  se  hiziesse  todo  aquello 
mandasse,  estar  o  quedar,  o  yrse  a  otra 
do  mejor  le  paresciesse,  que  el  le  siguiria 
I)  adelante  en  el  entretanto  que  le  turasse 
i  y  con  esto  se  le  quito  á  Mendoza  el  eao- 
contra  el  auia  concebido,  mas  no  la  sos- 
Tambien  a  esta  sazón  hablaron  ciertos 
s  á  Francisco  de  Mendo9a  y  le  suplicaron 
3le  que  pues  Diego  Aiuarez  del  Almen- 
aua  a  píe,  que  los  yndios  le  auían  muerto 
illos  que  auia  tenido,  y  era  persona  de  ca- 
buen  soldado,  quelediesse  vncauallode 
auían  sido  de  Francisco  Garcia  de  laCue- 
a  en  que  le  pudiesse  seruir,  pues  era  mal 
andaua  enfermo.  Y  allende  desto  que  no 
;  a  que  auia  sido  amigo  de  Philippe  Gutie- 
lo  a  lo  mucho  que  auia  trabaxado  en  latie- 
seruicio  de  Su  Magestad,  y  que  le  auian 
quatro  cauallos  que  auia  traydo  y  que  des- 


183 

pues  se  auia  mostrado  mucho  de  su  parcialidad 
con  mucha  fidelidad  como  buen  amigo  suj^o.  A 
esto  respondió  Francisco  de  Mendoza  a  manera 
de  escarnio  y  desden,  y  dixo:  Diego  Aluarez  buen 
soldado  es,  mas  duerme  mucho  y  por  esto  no  le 
quiero  dar  elcauallo  que  me  piden;  y  con  esto  se 
fueron  desabridos  los  demandantes.  Mas  después 
no  falto  quien  lo  dixesse  a  Diego  Aluarez  del  Al- 
mendral, el  qual  lo  sintió  mucho  y  lo  tomo  por  yn- 
juria  y  affrenta,  con  protestación  que  se  auia  de 
vengar  aunque  supiesse  que  en  la  demanda  auia  de 
perder  no  vna  vida,  sino  dos  mili  que  tuuiesse.  Con 
esto  comento  luego  de  tratar  con  los  verdaderos 
amigos  que  tenia,  diziendoles  secretamente  de  co- 
mo quería  vengar  la  ynjuria  que  se  le  auia  hecho, 
y  de  matar  a  Francisco  de  Mendoza  porque  tenia 
malamente  tiranizada  la  gouernacion  de  la  tierra. 
Y  porque  también  auia  desterrado  a  Phelippe  Gu- 
tiérrez y  quitado  el  cargo  a  Nicolás  de  Heredia,  y 
que  no  era  bien  ser  mandados  de  vn  rapaz  como 
aquel  endemoniado  que  los  tenia  muy  sobjetos  y 
amilanados,  y  assi  se  dexo  dezir  otras  cosas.  Dende 
a  quatro  o  cinco  dias  que  passo  todo  esto,  estando 
ya  todo  el  exercito  en  el  pueblo  de  los  Comechin- 
gones,  donde  se  auian  passado  Diego  Aluarez  del 
Almendral  (1),  lo  torno  a  tratar  muy  de  veras  con 
sus  amigos  verdaderos.  Y  para  lo  effectuar  habló 
a  Pedro  Barba  y  a  Bernaldino  de  Balboa  y  a  otros 
hombres  de  los  mas  principales  que  auia  en  el 
campo,  con  mas  otros  soldados  de  gran  animo  que 


(i)    Ms.  Almendrar* 


184 

tenían  el  mismo  desseo  de  matar  a  Francisco  de 
Mendoi^a  y  a  Hinojosa,  porque  estañan  estomaga- 
dos contra  ellos;  y  todo  esto  se  concluyo  como  ellos 
lo  querían.  Media  noche  era  passada,  día  de  Nues- 
tra Señora  de  Setiembre,  estando  juntos  estos  con- 
jurados en  casa  de  Diego  Aluarez  del  Almendral 
salieron  della  en  dos  quadrillas  y  Diego  Aluarez 
fue  a  la  posada  de  Francisco  de  Mendo9a  con  su 
quadrílla,  y  como  el  sintió  entrar  gente  en  su  cá- 
mara dixo  en  alta  boz:  ¿quien  esta  ay?  ¿quien  anda 
ay?  Respondió  Diego  Aluarez  dizíendo:  ¿quien  a  de 
ser  sino  Diego  Aluarez  que  no  duerme  quando  es 
menester?;  y  dizíendo  esto  arremetió  denodada- 
mente a  la  cama  en  donde  estaua  acostado  y  lo 
mato  a  puñaladas  sin  que  nadie  le  pudiesse  valer, 
ni  aun  socorrer,  por  mas  bozes  que  daua.  Otro 
tanto  hizieron  los  de  la  otra  quadrílla,  que  mata- 
ron a  Rodrigo  Sánchez  de  Hinojosa  por  mas  bozes 
que  dio  a  Francisco  de  MendoQa,  en  vano,  que 
passaua  junto  a  su  casa,  para  que  le  viníesse  a  dar 
fabor  y  ayuda  porque  lo  matauan  traydores;  mas 
fue  por  demás  su  bozear.  Pues  muerto  ya  Francis- 
co de  Mendo9a,  como  Diego  Aluarez  del  Almen- 
dral tenia  grandes  fuerzas  lo  tomo  por  el  pescue- 
zo y  lo  lleuo  arrastrando  a  casa  del  capitán  Nico- 
lás de  Heredia  y  le  dixo  con  alegría:  Señor  capí- 
tan,  aqui  traygo  el  rapaz  de  Francisco  de  Mendo- 
(;íí  que  os  tenia  muy  auasallado  sin  razón  alguna  y 
a  todos  los  caualleros  del  campo  de  Su  Magestad, 
y  no  hemos  tenido  poca  pena  que  este  rapaz  nos 
aya  subjetado  y  mandado  tanto  tiempo.  Y  lo  mis- 
mo auiendo  preso  a  nuestro  buen  general  Philíppe 


185 

Gutiérrez,  hechandole  de  toda  la  tierra  sin  justa 
causa  ni  razón,  sino  por  lo  querer  hazer;  y  estan- 
do diziendo  esto,  he  aqui  como  truxeron  allí  tam- 
bién a  Rodrigo  Sánchez  de  Hinojosa,  ya  muerto, 
arrastrándole  de  vna  pierna.  Visto  esto  por  Nicolás 
de  Heredia  hizo  vna  muestra  de  buen  semblante  y 
hablo  con  vna  buena  gracia  y  amor  a  todos  aque- 
llos hombres  y  luego  dixo:  ¡bendito  sea  Dios  nues- 
tro Señor!  que  nos  ha  quitado  de  encima  a  este 
hombre,  que  cierto  era  trabaxo  zufrir  sus  neceda- 
des y  soberuia,  pues  nos  tenia  tan  amilanados.  Y 
dicho  esto  salió  fuera  de  su  casa,  aunque  era  de  no- 
che, [e]  hizo  dar  vn  pregón  que  dezia  en  esta  ma- 
nera: Manda  el  yllustre  señor  Nicolás  de  Heredia, 
Gouernador  y  capitán  generall  por  Su  Magestad, 
que  ninguna  persona  de  qualquier  calidad,  estado 
y  condiscion  que  sea,  no  salga  de  su  casa,  so  pena 
de  muerte  y  de  traydor  y  perdimiento  de  bienes; 
y  assi  ninguno  salió  hasta  saber  lo  que  podia  ser, 
aunque  muchos  adeuinauan  muchas  cosas.  Hecho 
esto  embio  luego  a  llamar  a  los  hombres  mas  prin- 
cipales del  exercito  y  a  los  soldados,  y  mientras 
se  ajuntauan  era  ya  de  dia  claro,  y  luego  les  hablo 
breuemente,  y  delante  de  todos  mando  apregonar 
en  alta  boz  la  comission  del  Gouernador  Xpoual 
Vaca  de  Castro.  Entendidas  estas  cosas  y  sabido 
lo  demás,  los  afficionados  de  Mendoza  y  los  que  no 
lo  eran,  viendo  que  no  podian  hazer  otra  cosa, 
luego  vnanimes  fue  de  todos  obedescido  por  Go- 
uernador y  capitán  general  en  nombre  de  Su  Ma- 
gestad,  proclamándole  a  grandes  bozes.  Enconti- 
nente  y  luego  nombro  a  Diego  Aluarez  del  Al- 


186 

1  por  su  Maestro  de  campo  en  nombre  de 
estad,  aunque  uvo  algunos  que  les  peso 
jmbramiento,  en  especial  a  Pedro  López 
la,  que  pretendía  ser  Maestro  de  campo 
ran  amistad  que  tenia  con  Nicolás  de  He- 
Itro  día  siguiente  se  hizo  cabe<;ade  pro- 
mtra  Francisco  de  Mendoza  y  contra  su 

>  decampo,  haziendoles  cargo  de'la  prisión 
rro  de  Philippe  Gutiérrez  y  de  la  opression 
a  que  auia  vssado  contra  Nicolás  de  Here- 
ser  Maestro  de  campo  de  Su  Magestad,  y 
uerte  que  dio  a  Francisco  Garcia  de  la 
y  de  otras  cosas  que  le  acomularon.  Sobre 
igocios  tueron  condenados  a  muerte  natu- 
[ual  sentencia  se  apregono  publicamente 
I  el  ejercito;  mas  dende  a  vn  rato  fueron 
dos  honrradamente  por  auer  sido  hombres 
ad  y  por  auer  mandado  el  campo,  y  esto 
a  fin  de  contentar  a  sus  afñcionados  que  le 

bien.  El  Gouernador  Nicolás  de  Heredia 

>  luego  a  todos  aquellos  que  auian  sido 
■I,  mostrándose  mucha  parte  del  vando  y 
dad  de  Francisco  de  Mendoza;  de  manera 
IOS  les  peso  grandemente  de  su  muerte,  y 
que  eran  los  mas  de!  exercito,  les  pl  ugo  de 
3,  porque  verdaderamente  lo  desseauan  en 
mera. 


CAPITULO  xxn 

DE  LAS  REBUELTAS  QUE  UVO  EN  EL  CAMPO  DE  NIC0LA8 
DE  HEREDIA  SOBRE  QUE  PEDRO  LÓPEZ  DE  AYALA  Y 
OTROS  SE  VINIERON  LA  BUELTA  DE  LOS  REYNOS  DEL 
PERÚ,  Y  DE  COMO  ENTRARON  CON  LOPE  DE  MENDOZA 
Y  LOS  SUYOS,  A  LOS  QUALES  HIZO  LUEGO  AMIGOS 


Después  que  fueron  hechas  y  passadas  todas 
estas  cosas  arriba  contenidas,  entraron  todos  los 
capitanes  en  consulta  con  el  Gouernador  Nicolás 
de  Heredia  para  ver  o  determinar  lo  que  se  auia 
de  hazer  para  lo  de  adelante,  y  entre  ellos  uvo 
muchos  y  diuersos  acuerdos  y  paresceres ,  porque 
vnos  desseauan  poblar  la  tierra,  y  otros  querían 
salirsse  della  pues  que  no  hallauan  ninguna  de  la 
riqueza  que  buscauan.  Otros  desseauan  yrse  a  la 
prouincia  de  Ungulo  o  al  Chile,  que  dezian  que 
alia  auia  superabundancia  de  riquezas  de  oro  y 
aun  de  plata,  y  que  auia  muchos  bastimentos  de 
diuersas  maneras,  y  que  el  rio  de  aUi  era  muy 
grande,  como  Guadalquiuir,  y  era  apropiado  para 
poblar  tres  o  cuatro  cibdades  y  repartir  los  pue- 
blos entre  los  que  uviessen  de  poblar,  para  que  to- 


188 

dos  tuuiessen  de  comer.  Mas  después  y  al  cabo  de 
las  platicas  y  acuerdos  que  tuuieron  entre  todos 
ellos,  se  vino  a  resumir  y  se  determino  que  el  Go- 
uernador  Nicolás  de  Heredia  se  partiesse  para  los 
reynos  del  Perú  con  todos  los  hombres  que  auian 
quedado  en  el  exercito,  y  pidiesse  fabor  y  ayuda 
y  socorro  de  gente  al  Gouernador  que  hallassen 
en  la  tierra  puesto  por  Su  Majestad,  porque  te- 
nían creydo  que  el  licenciado  Xpoual  Vaca  de 
Castro  se  auria  partido  para  los  reynos  de  España. 
Y  que  tornando  a  entrar  por  la  tierra  podían  traer 
de  camino  a  Philippe  Gutiérrez  con  nueuos  y  mas 
amplissimos  poderes  y  recaudos,  y  traer  de  alia 
quinientos  hombres  y  muchos  mas  cauallos  y  ar- 
mas offenssiuas  y  deffenssiuas,  y  traer  mucho  he- 
rraje con  otras  cosas  muy  necesarias  a  la  guerra. 
Porque  pretendían  ellos  hazer  a  estos  yndios  tan 
yndomitos  y  ferozes  la  guerra  muy  de  proposito  y 
aun  de  otra  manera  sino  se  quisiessen  dar  de  paz 
al  seruicío  y  conoscimiento  de  Dios  y  al  vasallaje 
de  Su  Magestad,  principalmente  para  que  se  con- 
uertiessen  en  nuestra  sancta  fee  catholica.  Des- 
pués de  concertado  todo  esto  se  salieron  todos  de 
su  consulta  y  otro  día  deshaziendose  la  rueda  se 
pussieron  en  camino  y  se  fueron  por  otro  lado,  no 
por  donde  auian  entrado,  dexando  atrás  la  pro- 
uincia  de  los  Comechingones,  y  anduuieron  algu- 
nos dias  barlouenteando  por  muchas  y  diuersas 
partes  y  por  tierras  no  sabidas,  de  gentes  ferozi- 
ssimas.  Por  estas  partes  por  donde  salieron  halla- 
ron muchos  yndios  bien  barbados,  como  españo- 
les; y  otros  de  otra  prouincia  tenían  coronas  en 


189 

las  cabe9as,  como  frayles;  y  llegados  mas  hazia 
tierras  del  Perú  hallaron  otros  que  hablauan  la 
misma  lengua  del  Perú,  de  lo  qual  se  holgaron 
mucho  porque  se  venian  allegando  su  poco  a  poco 
a  tierras  de  promission»  como  ellos  dezian.  An- 
dando por  su  camino  adelante  llegaron  a  las  tie- 
rras y  cordilleras  de  las  muy  ásperas  sierras  ne- 
uadas  de  los  Andes,  en  donde  entre  ellos  uvo  mu- 
chas differencias  y  debates  muy  porffiadas,  porque 
en  alguna  manera  no  se  podian  concertar.  Porque 
vnos  querían  poblar  alli  por  ser  tierra  aparejada 
y  bien  apropiada  para  ello  por  el  comercio  de  los 
yndios  naturales  que  auia  por  todas  aquellas  co- 
marcas, y  por  el  rio  grande,  pastos  y  la  mucha  le- 
ña y  arboleda  que  tenia  y  muy  espaciosos  llanos 
y  egidos  que  auia,  con  mucha  piedra  buena  para 
hazcr  luego  casas.  Otros  uvo  que  dessearon  yrse 
a  tierras  del  Perú,  como  tenemos  dicho,  por  des- 
cansar de  tantos  trabaxos  y  fatigas  como  auian 
passado,  por  lo  qual  se  pussieron  en  dos  vandos  y 
parcialidades  para  matarse  los  vnos  y  los  otros, 
de  todo  lo  qual  sentia  mucho  el  capitán  Nicolás  de 
Heredia,  y  poniéndose  de  por  medio  los  apacigo  a 
todos  con  muy  buenas  palabras  y  gentiles  razo- 
nes. De  ay  a  pocos  dias  se  salieron  todos  juntos  de 
alli  y  atrauessando  las  sierras  de  los  Andes  se  ha- 
llaron en  las  tierras  del  Perú,  cient  leguas  mas 
abaxo  por  donde  entraron ,  y  caminando  mas 
adelante  llegaron  a  vn  pueblo  llamado  Quirequi- 
re,  en  donde  tomaron  otra  vez  los  españoles  a  te- 
ner otras  contenciones  y  alborotos  para  matarse 
lo5  vnos  y  los  otros.  Por  lo  qual  el  capitán  Nicolás 


190 

de  Heredia  mando  dar  garrote  vna  noche  a  vn 
mancebo  llamado  Francisco  de  Saauedra,  que  auía 
sido  gran  amigo  de  Francisco  de  Mendoza,  que 
era  el  que  lo  reboluia  todo  con  sus  chismerías  y 
dessatinos;  con  esta  justicia  que  se  hizo  se  apacigo 
toda  la  gente.  Yendo  aun  mas  adelante  y  acercán- 
dose mas  toparon  en  vn  pueblo  con  vn  español 
llamado  Pedro  Amador  que  andana  por  alli  resca- 
tando cameros  y  de  vna  yerua  preciada  que  lla- 
man coca,  el  qual  les  dio  nueuas  de  las  cosas  acaes- 
cidas  en  la  tierra.  Y  también  les  dio  noticias  de  la 
venida  del  Visorrey  Blasco  Nuftez  Vela  y  de  la 
Real  Audiencia  y  Chancilleria  que  Su  Magestad 
auia  embiado  a  la  cibdad  de  Lima  con  quatro 
Oydores,  y  de  las  reuoluciones  y  guerras  que  auia,. 
de  la  vna  parte  Gonzalo  Pi^arro  y  en  su  nombre 
Francisco  de  Carauajal,  y  de  la  otra  Diego  Cente- 
no y  Lope  de  Mendoza  que  sostenían  la  lealtad. 
Entendido  esto  por  el  capitán  Nicolás  de  Heredia 
determino  de  tomar  la  boz  de  Su  Magestad  para 
yr  contra  Gon<;alo  Pigarro,  porque  el  auia  sido 
siempre  de  la  vanda  de  los  Almagros,  que  auia  se- 
guido a  la  contina  su  opinión.  Como  estañan  cerca 
de  la  mar  mando  poner  la  gente  en  la  ribera  della, 
creyendo  que  estarían  alli  mejor  que  en  otra  parte 
por  estar  también  a  la  orilla  de  vn  rio,  que  pares- 
cia  que  estauan  cercados  de  entrambas  aguas,  y 
que  de  alli  yria  después  a  Diego  Centeno  que  era 
el  que  verdaderamente  seguia  la  boz  de  Su  Ma- 
gestad. Otros  dixeron  que  no  se  detuuiessen  alli, 
sino  que  luego  se  fuessen  en  demanda  del  capitán 
Centeno,  pues  que  como  bueno  y  leal  cauallero 


í% 


191 

sustentaua  la  boz  del  rey,  y  que  a  este  hombre  tan 
excelente  auian  de  dar  fabor  y  ayuda  y  seg^air  su 
vandera,  y  no  la  de  los  pigarristas,  que  todos 
eran  reputados  por  traydores.  Para  hazer  esto,  vn 
dia,  en  amanesciendo  Dios,  se  amotinaron  hasta 
treynta  soldados  con  Pedro  López  de  Ayala  y  cer- 
caron luego  los  toldos  y  tiendas  donde  estañan 
apossentados  Nicolás  de  Heredia  y  su  Maestro  de 
campo  Diego  Aluarez  del  Almendral,  diziendo  en 
alta  boz:  Señor  capitán  Heredia,  nosotros  vamos  a 
buscar  con  mucha  priessa  el  seruicio  de  Su  Mages- 
tad;  V.  m.  no  nos  estorue  la  yda,  ni  vaya  tampoco 
a  la  mano  a  los  caualleros  que  se  quissieren  yr  en 
mi  compañia,  pues  v.  m.  ya  no  es  nuestro  capitán, 
ni  justicia,  sino  el  Gouernador  del  Perú,  pues  es- 
tamos en  su  jurisdicion.  Nicolás  de  Heredia  dixo  a 
grandes  bozes,  que  muchos  lo  oyeron:  la  señor  Pe- 
dro López  de  Ayala!,  aguarde  v.  m.  vn  poco,  que 
todos  juntos  nos  yremos  en  compañia,  que  mi  yn- 
tención  no  es  otra  (1)  sino  yrme  luego  adonde  esta 
el  capitán  Diego  de  Centeno  y  Lope  de  Mendoza, 
a  seruir  a  Su  Magestad  contra  esse  Gonzalo  Pi^a- 
rro  que  esta  aleado  con  las  tierras  del  Rey.  Pedro 
López  de  Ayala  no  quiso  aguardar,  creyendo  que 
le  harian  mal,  antes  el  y  los  treynta  hombres  de 
a  cauallo  comen9aron  a  caminar  en  demanda  de 
Diego  Centeno  llenando  consigo  todo  el  seruicio  y 
el  poco  fardaje  que  les  auia  quedado,  licuando  por 
caudillo  al  dicho  Pedro  López  de  Ayala.  Desta 


(I)    M«.  otro. 


192 

a  se  diuidieron  y  apartaron  estos  hombres, 
de  lo  qual  les  peso  mucho  al  capitán  Nicolás  de 
Heredia  y  a  Diego  Atuarez  del  Almendral  y  a  los 
demás  hombres  del  exercito  que  quedaron  allí  con 
ellos,  a  los  quales  conoscian  por  capitanes  de  Su 
Magestad,  que  no  hízieron  ningún  mouimiento 
para  yrse  con  los  otros,  porque  yr  vn  dia  antes  o 
después,  todo  era  yr.  Queriendo  yr  tras  ellos  algu- 
nos soldados  de  los  principales  para  los  hazer  bol- 
uer  por  fuer9a,  les  dixeron  el  capitán  Nicolás  de 
Heredia  y  el  Maestro  de  campo  que  no  fuessen, 
porque  entre  ellos  no  uviesse  alguna  braua  refrie- 
ga en  donde  algunos  dellos  perdiessen  las  vidas,  y 
assi  los  dexaron  yr  a  su  ventura.  De  manera  que 
todos  los  conjurados  yuan  por  su  camino  adelante 
con  gran  recato  embiando  sus  corredores  adelante 
y  atrás  para  ver  si  Nicolás  de  Heredia  embiaua 
tras  ellos,  y  caminando  los  delanteros  yuan  por 
corredores  de  los  conjurados  Grablel  Bermudez 
con  otros  qnatro  hombres.  Yendo  desta  manera 
encontraron  con  Lope  de  Mendoza,  Alonso  Ca- 
margo  y  Luj-s  Perdomo,  con  los  demás  que  yuan 
con  ellos  huyendo  de  las  crueldades  de  Francisco 
de  Carauajal,  que  cierto  le  temían  en  gran  mane- 
ra, y  hablandosse  los  vnos  y  los  otros  se  dieron 
cuenta  y  relación  de  todo  lo  sucedido  en  la  tierra 
y  de  lo  que  auian  passado  en  la  entrada-  Y  con  es- 
to los  corredores  se  boluieron  con  Francisco  de 
Mendo9a  y  sus  compañeros  hazia  donde  Pedro  Ló- 
pez de  Ayala  venia,  y  ellos  se  rescíbieron  muy 
bien  porque  se  conoscian  antes  de  a^ora,  y  Pedro 
López  de  Ayala  dio  cuenta  a  Lope  de  Meudo<;a  de 


193 

los  suscesos  que  auian  passado  en  las  tierras  que 
auian  conquistado,  y  de  la  manera  y  forma  que  se 
auian  apartado  de  Nicolás  de  Heredia  (1).  A  Lope 
de  Mendoga  le  peso  mucho  por  esta  desconformi- 
dad que  auia  entre  estos  caualleros,  mas  el  procu- 
ro de  los  reconciliar  lo  mejor  que  pudiesse  y  assi 
escriuio  luego  vna  carta  al  capitán  Nicolás  de  He- 
redia [para  quej  se  viniesse  a  ellos,  por  quanto  le 
quería  dezir  muchas  cosas  de  palabra  que  eran 
cumplideras  al  seruicio  de  Dios  y  al  del  Rey.  El 
capitán,  de  buen  comedimiento  y  por  saber  nue- 
uas  vino  adonde  Lope  de  Mendoga  estaua,  y  des- 
pués de  auerse  rescebido  ramy  bien  entrambos, 
que  se  conoscian  de  mucho  tiempo  atrás,  se  habla- 
ron muy  largo  de  sus  cosas  y  Nicolás  de  Heredia 
se  quexo  mucho  de  Pedro  López  de  Ayala,  que 
siendo  su  soldado  le  auia  dexado  en  el  campo  sin 
razón  alguna.  Pedro  López  de  Avala  se  desculpo 
lo  mejor  que  pudo  y  con  dezir  que  yua  a  seruir  a 
Su  Magestad  y  en  su  nombre  a  Diego  Centeno,  y 
no  por  gana  que  tuuiesse  de  hazer  algunas  noue- 
dades  eii  la  tierra  se  auia  adelantado  con  aquellos 
soldados  que  presentes  estauan.  Lope  de  Mendoza, 
Alonso  Camargo  y  Luys  Perdomo,  oyendo  las 
quexas  del  vno  y  las  desculpas  del  otro,  luego  to- 
maron la  mano  en  los  hazer  amigos,  de  tal  manera 
que  los  vnos  y  los  otros  se  reconciliaron  y  Pedro 
López  de  Ayala  en  conclussion  pidió  perdón  al  ca- 
pitán Nicolás  de  Heredia,  y  el  le  perdono  y  se 


(O    Tachado:  AIohm, 
O.  DB  Sawta  Clara.— IV.-?.»  l3f 


194 

abracaron  entrambos.  Y  los  demás  soldados  que 
se  auian  alterado  con  Ayala  hizieroa  lo  (IXmísmo, 
de  manera  que  todos  se  hízieron  amigos  con  pro- 
testación de  seruir  a  Su  Magestad  y  a  Lope  de 
Mendos;  y  lo  demás  que  passo  se  dirá  en  este  ca- 
pitulo. 

(I)    Mi.^. 


CAPITULO  xxm 

DE  COMO  LOPE  DE  MENDOQA  CONTÓ  A  NICOLÁS  DE  HE- 
REDIA  Y  A  LOS  QUE  SALIERON  DE  LA  ENTRADA  TODO 
LO  QUE  AUIA  SUSCEDIDO  EN  LA  TIERRA,  Y  CON  BUE- 
NAS PALABRAS  Y  DULCES  RAZONES  LOS  ATRAXO  A  SI  (1) 
Y  SE  NOMBRO  POR  GENERAL  DE  SU  MAGESTAD 


Quando  Lope  de  Mendo<;:a  se  apartó  de  Diego 
Centeno  en  el  puerto  de  Quilca,  como  atrás  queda 
dicho,  se  fueron  juntos  con  el  Alonso  Camargo, 
alférez  mayor  de  Centeno,  y  Luys  Perdomo,  el 
canario,  con  otros  diez  o  doze  arcabuzeros  y  con 
los  que  pudo  recoger  en  el  camino  que  andauan 
huydos  de  Francisco  de  Carauajal,  los  quales  se 
fueron  todos  por  la  costa  de  la  mar  arriba  por 
algunos  dias  hasta  que  llegaron  a  vn  pueblo  de 
yndíos.  Y  sin  parar  en  este  pueblo  sino  fue  tomar 
algo  que  comer  para  ellos  y  para  sus  cauallos, 
deisando  á  mano  5'zquierda  la  mar  se  subieron  por 
la  gran  serranía  de  los  Locumaes  y  se  fueron  a  la 


(I)    Ms.  eusi. 


1%. 

prouincia  de  las  Charcas,  donde  se  pensaron  librar 
mejor  que  en  otra  parte  de  la  gran  furia  y  cruel- 
dad de  Francisco  de  Carauaial.  Porque  tuuieron 
siempre  entendido  estos  caualleros  que  en  no  te- 
niendo Carauajal  que  hazer  en  la  cibdad  de  Are- 
quipa y  en  toda  su  comarca,  darla  luego  la  buelta 
para  la  gran  prouincia  de  las  Charcas  a  repartir 
los  pueblos  de  los  yndios  entre  los  suyos,  como  ya'* 
lo  auian  oydo  dezir.  Alonso  Camargo  y  Luys  Per- 
Jomo  y  los  otros  que  yuan  con  el  le  dieron  por 
consejo  se  metiesse  en  la  villa  de  la  Plata  y  se  al- 
i,  asse  otra  vez  con  ella  en  nombre  de  Su  Mages- 
tad,  porque  entonces  estaua  ya  a  deuocion  de 
Gonzalo  Pi^arro.  El  no  quiso  yr  alia  hasta  ver  en 
lo  que  parauan  las  cosas  de  alia  abaxo,  y  también 
por  la  poca  gente  que  lleuaua  y  por  la  mucha  que 
Gonzalo  Pi^arro  ternia  en  la  villa,  creyendo  que 
no  podría  hazer  en  ella  ningún  effecto,  y  por  tanto 
se  fue  al  pueblo  de  Pocona,  que  la  mitad  del  auia 
sido  suyo,  y  los  yndios  lo  rescibieron  muy  bien, 
que  aun  le  reconoscian  por  amo  y  encomendero. 
En  este  pueblo  comento  de  aderesQarse  lo  mejor 
que  pudo  y  embio  algunas  espías  yndios  á  la  par- 
te que  Francisco  de  Carauajal  estaua,  y  parescien- 
dolé  después  que  alli  no  estaua  bien  procuro  de 
meterse  con  los  pocos  que  tenia  en  unas  sierras 
neuadas  y  asperissimas  que  llaman  de  los  Andes, 
que  tienen  unos  valles  hondos  en  lo  baxo  que  son 
muy  calientes  y  de  gran  poblaron.  Estando  en  este 
paraje  determinaua  de  aguardar  tiempo  y  coyun- 
tura para  hazer  sus  cosas  y  ver  si  Su  Magestad 
embiaua  la  gouernacion  á  Gonzalo  Pi^arro,  para 


197 

yr  a  la  entrada  del  gouernador  Diego  de  Rojas,  o 
si  no  hazer  lo  que  bien  le  paresciesse  que  fuesse 
al  seruicio  de  Su  Magestad.  Determinadas  estas 
cosas  entre  ellos  tomaron  lo  que  u vieron  menes- 
ter, en  el  pueblo,  para  el  camino,  y  assi  se  pussie- 
Tonenel,  los  quales  caminando  paralas  sierras 
toparon  a  medio  camino  a  Grabiel  Bermudez,  co- 
rredor de  Pedro  López  de  Ayala,  como  arriba 
queda  dicho.  Con  el  qual  y  después  con  el  capitán 
Nicolás  de  Heredia  y  con  los  demás  de  la  entrada 
passaron  todas  aquellas  cosas  que  arriba  tenemos 
refferido,  y  Lope  de  Mendoza  por  dar  cuenta  de 
si  en  las  cosas  quQ  auia,  como  ellos  lo  auian  hecho 
a  el,  de  buen  comedimiento  hablo  a  todos  en  la 
forma  y  manera  siguiente: 

Auran  vs.  ms.  de  saber  que  el  rey  nuestro  se- 
ñor embio  a  Blasco  Nuftez  Vela,  cauallero  muy 
nombrado  del  habito  de  Sanctiago,  natural  de  la 
cibdad  d'Auila,  por  Visorrey  y  capitán  general  a 
estos  reynos  y  prouincias  del  Perú,  con  quatro 
Oydores  para  que  assentasscn  y  forniassen  vna 
Real  Audiencia  en  la  cibdad  de  Lima.  Los  quales 
todos  cinco  hizieron  y  hordenaron  muchas  y  di- 
uersas  cosas  muy  buenas  que  conuenian  al  serui- 
cio de  Dios  y  al  de  Su  Magestad,  siendo  muy  pro- 
uechosas  a  los  españoles  y  a  los  yndios  naturales 
de  la  tierra.  Gonzalo  Pi^arro  y  otros  muchos  que 
siguen  su  mala  opinión,  no  les  párese iendo  bien 
estas  cosas,  se  alearon  y  rebelaron  en  la  cibdad 
del  Cu2co  contra  Su  Magestad,  yendo  como  fue- 
ron contra  el  Visorrey  y  contra  la  Real  Audiencia 
con  mano  armada,  licuando  muchos  capitanes  y 


196 

s  todos  puestos  a  punto  de  guerra.  Y  con 
^suerguen^a  y  maldad  han  perseguido  y 
en  y  maltratan  a  todos  los  caualleros  que 
itran  por  grandes  seruidores  de  Su  Mages- 
ontra  los  que  agora  siguen  el  partido  del 
y,  y  a  muchos  dellos  han  muerto  y  les  to- 
.  haziendas  que  tienen,  aplicándolas  para 
os.  Por  lo  qual  muchos  vezinos  de  toda  la 
ue  aman  mucho  el  seruicio  del  Rey  se  han 
yendo  a  la  cibdad  de  Quito,  en  donde  esta 
ente  el  Visorrey,  aunque  otros  se  han  es- 
I  en  diuersas  partes  de  miedo  de  las  cruel- 
muertes  que  Gonzalo  Pi carro  y  su  Maes- 
:ampo  Francisco  de  Carauajal  han  hecho 
i.  Y  como  Diego  Centeno  sea  vno  de  los 
)  seruidores  de  Su  Magestad  y  su  leal  ca- 
se al^o  en  la  villa  de  la  Plata  en  nombre 
oz  del  Rey  nuestro  señor,  contra  Gonzalo 
y  contra  todos  aquellos  que  ciegamente 
iu  mala  y  falsa  opinión.  Y  como  el  tirano 
ite  alvamienlo  embio  contra  nosotros  al 
Alonso  {!)  de  Toro,  su  theniente  en  la  cib- 
Cuzco,  con  mucha  gente  armada,  al  qual 
ümos  aguardar  por  muchos  respectos,  cau- 
zones  que  para  ello  uvo,.y  nos  apartamos 
os  metimos  por  la  tierra  despoblada  que 
í  el  Rio  de  la  Plata,  hasta  que  llegamos  al 
paraje  de  Casabindo.  Y  Alonso  de  Toro 
)  nos  hallo  se  boluio  a  su  thenentazgo,  de- 


199 

xando  en  la  villa  al  capitán  Alonso  de  Mendoza 
como  en  frontera  nuestra,  y  sabido  por  Diego 
Centeno  que  Alonso  de  Toro  se  auia  buelto  a  la 
cibdad  del  Cuzco  salió  del  despoblado  y  tornamos 
a  tomar  la  villa,  haziendo  della  huyr  a  los  afficio- 
nados  de  Gonzalo  Pi9arro.  Mas  después  de  todo 
esto,  el  gran  tirano  como  supo  desta  salida  nues- 
tra embio  contra  nosotros  a  Francisco  de  Cara- 
uajal,  su  Maestro  de  campo,  hombre  cruel  y  ende- 
moniado, el  qual  llego  al  pueblo  de  Paria  en  donde 
estañamos  aguardando  el  mandado  del  Visorrey, 
y  nos  fue  tan  contraria  la  fortuna  que  sin  dar  ba- 
talla fuymos  desbaratados  por  este  cruel  carnice- 
ro. Y  no  contento  con  aquesto  nos  persiguió  y  dio 
vn  brauissimo  alcance  en  donde  nos  tomo  mucha 
parte  de  nuestros  soldados,  y  a  muchos  dellos 
maltrato  y  ahorco,  y  con  el  i"ezelo  que  del  tuui- 
mos  nos  fuymos  retrayendo  hasta  el  puerto  de 
Arequipa.  Y  hasta  alia  no  nos  dexo,  porque  fue 
tras  nosotros  hasta  que  del  todo  nos  deshizo  y 
desbarato,  y  de  alia  nos  venimos  retrayendo  por 
acá,  dexando  a  Diego  Centeno  y  a  Francisco  Ne- 
gral  y  a  Diego  de  Ribadeneyra  escondidos  con  los 
demás  soldados  que  no  nos  pudieron  seguir,  en  las 
sierras  del  Condesuyo  y  en  otras  partes.  Vinién- 
donos agora  por  acá  supimos  en  el  camino,  de 
ciertos  yndios  espias  y  por  cartas  que  nos  escri- 
bieron ciertos  amigos  nuestros  y  vezinos  de  Are- 
quipa, como  el  endiablado  Francisco  de  Caraua- 
jal  boluia  otra  vez  a  esta  prouincia  para  metersse 
en  la  villa  de  la  Plata.  En  donde  piensa  repartir 
entre  sus  soldados  nuestros  repartimientos  de  yn- 


200 

dios  y  otros  que  ay  en  la  tierra  vacuos,  y  también 
viene  a  saber  si  parescemos  por  acá,  para  hartar 
su  crueldad  en  quitarnos  las  vidas  porque  auemos 
seguido  la  parte  de  Su  Magestad  y  la  de  su  Viso- 
rrey,  Diciías  estas  cosas  con  otras,  les  torno  a  ha- 
blar, por  los  conmouer  de  veras  al  seruicio  de  Su 
Magestad,  y  por  los  atraer  a  su  parcialidad  y  bue- 
na opinión  les  dixo  que  pues  en  todo  se  auian  mos- 
trado por  grandes  seruidores  del  Rey  nuestro  se- 
ñor, le  hiziessen  este  seruicio  muy  señalado,  que 
para  ellos  seria  el  prouecho  y  la  honrra.  Que  con 
grande  animo  y  prompta  voluntad  hiziessen  de 
tal  modo  y  manera  que  desbaratasse  los  desigños 
y  conceptos  de  Francisco  de  Carauaj¿il,  y  que  ha- 
llarian  en  su  campo,  si  venciessen,  lo  qual  tenia 
creydo,  muchas  y  grandes  riquezas  con  mucha 
ropa  de  Castilla  que  el  y  los  suyos  trayan  a  los 
grandes  seruidores  de  Su  Magestad.  Que  demás 
desto  Su  Magestad  y  el  Visorrey  con  la  Real  Au- 
diencia les  gratifficarian  sus  buenos  seruicios  dán- 
doles los  repartimientos  de  yndios  que  los  rebel- 
des auian  perdido  por  sus  grandes  trayciones  y 
maldades,  y  que  les  harian  otras  muchas  merce- 
des, y  que  demás  desto  ganarían  gran  honrra  y 
reputación  en  la  tierra  con  el  vencimiento  destos 
brauos  tiranos.  Y  para  los  atraer  mas  a  su  deuo- 
cion  les  dixo  de  como  tenia  grandes  poderes  y  co- 
missiones  del  Visorrey  Blasco  Nuñez  V^ela  y  vna 
prouission  de  la  Real  Audiencia,  en  que  le  dauan 
facultad  y  licencia  hiziesse  como  capitán  general 
la  mas  gente  que  ser  pudiesse.  Y  que  tomasse  los 
dineros  que  fuessen  menester,  de  la  caxa  o  caxas 


201 

de  Su  Magestadi  en  donde  quiera  que  estuuiessen, 
y  assi  lo  mandaua  a  los  officiales  del  rey,  para  dar 
de  socorro  a  los  soldados  que  allegasse  y  ajunta- 
sse,  y  que  en  todo  casso  diesse  batalla  a  todos 
quantos  capitanes  y  soldados  uviesse  d^  [ios]  Pipa- 
rros,  hasta  los  destruyr  y  hazer  justicia  dellos. 
Los  soldados  de  la  entrada,  creyendo  estas  cosas 
y  otras  muchas  que  Lope  de  Mendoza  les  dixo,  les 
plugo  mucho  dello,  principalmente  quando  enten- 
dieron que  podia  hazer  gente  y  dalles  fabor  y  so- 
corro en  dinero  se  holgaron  mucho  mas,  porque 
ellos  venían  desnudos  y  descalzos,  y  por  hallar  tan 
buena  coyuntura  por  medrar  y  mudar  el  pelo  malo. 
Nicolás  de  Heredia,  auiendo  oydo  largamente  a 
Lope  de  Mendoza  le  peso  en  gran  manera  por  las 
renzillas  y  debates  que  auia  en  la  tierra,  porque 
luego  entendió  que  tarde  o  nunca  auia  de  boluer  a 
^las  tierras  que  el  y  sus  compañeros  auian  descu- 
bierto; mas  con  todo  esto  les  dixo:  Estas  contien- 
das que  ay,  supimos  dias  ha  antes  que  llegassemos 
a  las  prouincias  de  las  Charcas,  por  ciertos  yndios 
que  nos  dieron  noticia  de  todo  ello,  mas  no  supi- 
mos quienes  eran,  ni  contra  quien,  ni  por  que,  ni 
quien  gouernaua  estas  prouincias.  Mas  después 
que  partimos  de  vn  pueblo  llamado  Quircquire  en- 
contramos a  vn  español  que  dixo  llamarse  Pedro 
Amador;  este  nos  contó  todo  lo  que  passaua  en  la 
tierra,  del  Visorrey  y  Gonzalo  Piyarro  y  de  Diego 
Centeno,  lo  qual  sabido  por  nosotros  tomamos 
uego  la  boz  de  Su  Magestad  y  assi  venimos  a  ser- 
ir  al  que  la  tuuiere.  Pues  hemos  llegado  a  tan 
ien  tiempo,  yo  y  todoslos  caualleros  y  soldados 


202 

que  de  la  entrada  de  Diego  de  Rojas  auemos  sali- 
do nos  ponemos  en  seruicio  de  Su  Magestad,  como 
siempre  y  a  la  contina  lo  auemos  estado.  Oyendo 
esto  Lope  de  Mendoza  y  viendo  la  buena  voluntad 
que  todos  mostrauan  tener,  luego  se  hizo  nombrar 
por  capitán  general,  de  consentimiento  de  todos 
ellos,  en  nombre  de  Su  Magestad,  y  assi  puso  luego 
en  vna  lan^a  vn  estandarte  de  damasco  colorado 
que  traya,  grande,  doblado  y  encogido  en  vn  paño 
de  lien<;o,  y  aleándolo  en  alto  los  soldados  se  hu- 
millaron ante  el  como  Real  vandera  de  Su  Mages- 
tad.  Entonces  Nicolás  de  Heredía  al9ando  la  voz 
díxo:  £a,  señores  canilleros,  los  que  aueis  salido 
en  mi  compañía  de  la  entrada,  sepan  todos  que  yo 
soy  soldado  del  señor  general  Lope  de  Mendoza; 
suplico  a  vs.  ms.  le  tengan  por  tal,  pues  son  ama- 
dores del  seruicio  de  Su  Magestad.  Y  desde  aquí 
adelante  obedescamos  sus  mandamientos,  pues  en 
eJlo  seruimos  al  rey  nuestro  señor;  y  assi  lo  hizie- 
ron  todos  con  las  cerimonias  que  en  tal  casso  se 
requerían,  lo  qual  todo  se  pusso  por  auto  ante  vn 
escriuano  de  Su  Magestad.  Hecho  esto  nombro 
por  capitán  de  los  de  a  cauallo  al  mismo  Nicolás 
de  Heredía;  capitán  de  arcabuzeros  a  Pedro  Ló- 
pez de  Ayala;  capitán  de  piqueros  a  Francisco  Re- 
tamoso,  de  la  entrada;  alférez  mayor  Alonso  Ca- 
margo;  Maestro  de  campo  a  Luys  Perdomo,  el  ca- 
nario; sargento  mayor  a  Pedro  Nuftez,  de  la  entra- 
da; y  assi  nombro  otros  officíales  que  fueron  me- 
nester. Hechas  estas  cosas  con  otras  se  fueron  to- 
dos juntos  por  sus  jornadas  contadas  y  su  poco  a 
poco  al  pueblo  de  Cotabamba,  en  donde  estuuíe- 


203 

ron  mas  de  dos  semanas  holgaiído  y  descansando 
del  largo  camino  como  auian  traydo  de  tan  lexa- 
nas  tierras.  De  alli  se  fueron  al  pueblo  de  Pocona 
porque  auia  en  el  muchos  bastimentos,  y  luego  co- 
men9aron  de  adobar  y  aderesgar  las  armas  offen- 
ssiuas  y  deffenssiuas  que  tenían,  porque  supieron 
que  Francisco  de  Carauajal  se  venia  de  cada  dia 
mas  acercando  a  ellos.  Estando  en  este  pueblo 
embio  secretamente  a  llamar  a  ciertos  vezinos 
que  estañan  en  la  villa  de  la  Plata  que  estauan  del 
muy  affícionados  y  eran  verdaderos  amigos,  los 
quales  vinieron  con  los  alcaldes  y  regimiento  sin 
que  lo  supiessen  los  sequaces  de  Gonzalo  Pi^arro. 
Y  por  otra  parte  embio  a  llamar  a  todos  quantos 
caciquez  y  principales  yndios  que  auia  en  toda  la 
comarca  de  aquel  territorio,  para  que  truxessen 
todos  los  bastiip^ntos  que  tenían  en  sus  pueblos» 
todo  lo  qual  se  hizo  assi.  Dende  a  diez  días  que 
llegaron  a  este  pueblo,  Lope  de  Mendoza  dio  y 
proueyo  de  algunos  socorros  y  pagas  a  los  capita- 
nes y  soldados  de  la  entrada,  de  la  moneda  de  Su 
Magestad,  que  dizen  auerse  traydo  de  la  villa  de 
la  Plata,  los  quales  se  auian  sacado  secretamente 
de  su  Real  caxa.  Assimismo  dizen  que  se  truxeron 
muchos  dineros  en  plata  de  las  minas  de  Porco  y 
de  Potosí,  que  se  tomaron  de  los  mayordomos  de 
Hernando  y  Gonzalo  Pigarro  y  de  vezinos  y  mer- 
caderes y  de  otros  particulares,  y  que  se  ajunto 
cantidad  dellos  y  de  los  pueblos  de  yndios  que  es- 
luán  vacuos  que  auia  en  todo  aquel  territorio. 
TOS  dizen  que  Lope  de  Mendoza  embio  a  ciertos 
ombres  de  gran  confian9a*a  lugares  secretos 

/ 


201 

nde  el  j-  Diego  Centeno  tenían  enterrados  se- 
amente  mas  cinqiienta  mili  pesos  en  plata,  y 
parte  desios  dineros  fueron  los  que  se  dieron 
istaron  entre  los  soldados  de  la  entrada,  y  no 
itros  que  dízen  que  se  iruxeron  de  la  villa,  ni 
itras  partes,  lo  qual  es  mas  verisímil.  Aunque 
verdad,  muchos  de  la  entrada,  o.  cassi  la  ma- 
parte  delios,  no  quisieron  tomar  este  socorro 
ineros  que  les  dauan,  a  causa  que  pretendie- 
otras  mayores  mercedes,  que  era  en  los  repar- 
entos  que  esperauan  de  los  yndíos  que  esta- 
vaciios.  Mas  al  cabo  y  a  la  postre  tomaron  y 
ibieron  los  dineros  por  la  gran  necessidad  en 
estañan  puestos;  mas  allí  no  auia  mercaderes 
atantes  para  compralles  alguna  ropa  y  cal<;a- 
)ara  vestirse  y  cacarse,  y  assi  tenían  todos 
rdada  su  plata  en  sus  costales.  Desta  manera 
ento  a  todos  los  soldados,  que  a  los  arcabuze- 
aio  algunos  delios  quatrocientos  pesos,  y  a 
s  a  quinientos,  y  a  otros  a  sietecientos  pesos,  y 
s  eran  de  los  mas  principales,  y  a  los  de  a  caua- 
lio  mas  auentajadas  pagas,  por  lo  qual  comen- 
in  todos  [á]  demostrar  gran  plazer  y  alegría." 
:mas  dezi;m  publicamente  que  no  auia  otro  tal 
tan  en  toda  Ja  prouincia  del  Perú  como  Lope 
Iendo<;a,  que  era  en  todo  asaz  franco  y  liberal, 
.e  por  su  seruicio  morirían  mili  muertes,  y  assi 
>men9aron  de  alabar  y  engrandezer  por  tanto 
como  les  auia  hecho.  Como  Lope  de  Mendo- 
es  auia  dicho  que  Francisco  de  Carauajal  los 
a  a  buscar,  comeni;aron  por  todas  las  vías  y 
ei'as  que  podían 'de  aderesfarlas  cosas  nece- 


205 

sariaspara  la  batalla  que  esperauan  dar  a  los  pi- 
farristas,  refinando  la  poluora  que  tenían,  y  en  ha- 
zer  muchas  mechas  de  algodón  para  los  arcabu- 
zes,  langas  y  picas  para  los  de  a  cauallo  y  pique- 
ros, atando  a  los  palos  de  las  bastas  espadas,  da- 
gas y  cuchillos  para  pelear  con  los  tiranos. 


.  / 


CAPITULO  xxrv 


a  DE  CARAUAJAL,  CONTINUANDO  SU 
MINO,  LLEGO  AL  PUEBLO  DE  COTABAMBA,  DESDE 
NDE  EMBIO  AL  PADRE  MÁRQUEZ.  SU  CAPELLÁN,  CON 
RTAS  AL  CAPITÁN  LOPE  DE  MENDOCA  Y  A  LOS  SU- 
S  PARA  QUE  SE  D1E5SEN  AL  SERUICIO  DE  GONCpALO 
PICARRO 


laminando  Francisco  de  Carauajal  por  sus  jor- 
das  contadas,  yendo  de  pueblo  en  pueblo,  con 
1  vanderas  tendidas,  llego  al  pueblo  de  Paria, 
donde  hallo  a  Diego  de  Almendras  con  algu- 
s  soldados  que  auian  ydo  tras  Lope  de  Mendo- 
desde  el  pueblo  de  Quilca,  como  hemos  dicho, 
como  no  lo  pudieron  alcanzar  se  quedaron 
uardando  en  este  dicho  pueblo  al  tirano  hasta 
e  llegasse.  Dostos  sus  soldados  supo  el  cruel  ti- 
no de  como  auian  tenido  noticia  por  yndios  que 
;  hombres  que  auian  entrado  al  Rio  de  la  Plata 
n  Dieff  o  de  Rojas  cstauan  ya  juntos  con  Lope 
Mendoija  en  el  pueblo  de  Cotabamba  esperan- 
le  con  mano  armada  para  le  dar  batalla.  De  lo 
al  le  peso  mucho  porque  entendió  luego  clara 
ibiertamente  que  no  podía  entrar  en  la  villa  de 
Plata  en  paz,  sino  con  alguna  pelea  o  batalla; 


207 

mas  no  por  esso  perdió  punto  de  animo  para  yr 
adelante  en  busca  dellos  adonde  quiera  que  estu- 
uiessen,  con  esperanza  de  los  venzer.  Otro  día  si- 
guiente se  pusso  en  camino  enderesgando  para^  el 
pueblo  de  Cotabamba,  sin  yr  a  la  villa,  que  la  dexo 
a  mano  yzquierda,  y  estando  cerca  del  le  salieron 
a  recebir,  mas  de  miedo  que  vergüenza,  el  caci- 
que y  principales  yndios,  los  quales  le  dixeron 
que  sus  enemigos  estañan  mas  adelante  en  el  pue- 
blo de  Pocona  aguardándole.  Desto  se  holgó  mu- 
cho Francisco  de  Carauajal  y  con  tanto  se  metió 
en  el  pueblo  con  las  vanderas  tendidas  y  al  son  de 
los  atambores,  y  el  cacique  le  yua  diziendo  en  su 
lenguaje  que  era  anchacinchi  y  atún  songOj  y 
que  Lope  de  MendoQá  era  atagualpa,  que  quiere 
dezir  que  era  muy  valiente  y  de  gran  coraron,  y 
que  Lope  de  Mendoza  era  vna  gallina.  Francisco 
de  Carauajal  se  alojo  luego  en  casa  del  cacique 
porque  estáua  vn  poco  fatigado  y  mal  dispuesto, 
y  los  soldados  se  esparcieron  y  se  alojaron  por  las 
casas  vazias  de  los  yndios,  que  estauan  a  la  re- 
donda y  en  circuyto  de  la  pla<;a,  en  donde  descan- 
saron quatro  días  por  amor  de  Carauajal  que  auia 
llegado  muy  cansado  de  tan  largo  camino  que 
auia  hecho.  En  este  pueblo  repartió  entre  sus  ca- 
pitanes y  soldados  mucha  poluora,  mecha,  langas, 
picas  y  otras  arma^  offensiuas  y  deffensiuas  que 

• 

lleuaua  en  la  munición  en  muchos  yndios  que 
yuan  cargados  destas  cosas,  porque  el  yua  muy 
)ien  proueydo  dellas.  Luego  todos  comentaron  de 
ipercebirsse  y  aderesgarsse,  assi  en  sus  personas 
:omo  en  herrar  los  cauallos  y  azemilas  que  te- 


208 

n,  adobando  las  sillas  y  las  armas,  porque  no 
linn  de  como  les  auia  de  susceder  en  1h  batalla, 
felice  o  desdichadamente  o  como  fortuna  les 
siesse  faborescer.  Aunque  en  este  caso  Fran- 
:o  de  Carauajal  y  sus  capitanes  y  soldados  te- 
n  todos  Kran  esperanza  en  Dios  de  los  vencer, 
icipalmente  que  el  pretendía  de  les  hazer  cier- 
irdid  para  atraellos  a  su  falsa  y  peruersa  opi- 
n,  como  luego  diremos.  De  manera  que  todos 
I  la  diligencia,  solicitud  y  con  los  aparejos  que 
ian  mostrauan  tener  contento  y  animo  para 
frontarsse  y  pelear  con  sus  enemigos,  porque 
in  oydo  dezir  que  los  de  la  entrada  se  mogtra- 
1  muy  brauos  y  ferozes  y  aun  soberuios,  y  que 
a  esto  los  aguardauan  en  el  pueblo  de  Pocona. 
orno  los  pi^arristas  supieron  que  los  mendoci- 
ó  heredianos  estañan  de  alli  no  mas  de  catorce 
linze  le^ruas,  dezian  algunos  dellos  con  bra 
sidad  y  gran  altiuez  que  si  Diego  Centeno  se 
auia  escapado  dentre  las  manos,  que  harían 
ra  de  tal  manera  que  Lope  de  Mendoza  no  se 
escapasse  otra  vez  por  mucho  que  huyesse, 
je  vencidos  a  estos  pocos  descansarían  luego 
¡US  trabaxos  y  fatigas.  Pues  Francisco  de  Ca- 
ajal,  queriendo  con  buenas  m.iñas  atraer  a  su 
a  opinión  a  los  heredianos  o  soldados  de  la 
ada,  y  para  que  se  apartasscii  del  seruicio  de 
e  de  Mendoza  que  los  traya  engañados,  como 
ezia,  so  color  que  lo  que  hazia  era  seruicio  de 
dagestad,  y  por  justificar  mas  su  causa,  miran- 
sien  en  los  términos  en  que  cstaua  y  en  lo  que 
iasusceder.y  por  obuiar  algunas  muertes  y  da- 


a» 

ecer  si  la  batalla  se  daua, 
1  Lope  de  Mendoi;a  y  a  los 
tieredianos  de  la  entrada  con  el  Padre  Márquez, 
su  capellán,  con  el  qual  les  embio  a  dezir  de  pala- 
bra lo  siguiente.  Que  bien  sabia  el  ser  muy  gran- 
de el  valor  de  los  cuualleros  que  agora  salieron 
de  la  entrada  y  que  con  el  se  han  ajuntado  de  pre- 
sente, que  aunque  no  fueran  sino  solos  veinte 
hombres  entendía  que  le  auian  de  aguardar  y  dar- 
le batalla.  Mas  que  mirasse  primero  y  atenta- 
mente lo  que  hazia,  y  que  dexada  aparte  la  pa- 
ssion  que  tenia  concebida  en  el  pecho,  se  alle- 
gasse  mas  a  la  razón,  que  por  esto  le  embiaua 
la  paz  si  !»■  quería  rescebír,  o  la  guerra  que 
era  gran  destruydora  de  las  gentes  y  de  las  ha- 
ziendas  y  que  era  muy  mala  vezína;  de  mane- 
ra que  escogiesse  la  vna  o  la  otra.  Y  que  lo  pa- 
ssado  fuesse  passado  y  que  los  rancores  y  eno- 
jos que  auian  tenido  entre  ellos  los  dias  atrás 
se  hechasaen  agora  a  vna  parte  y  á  vn  rincón  co- 
mo perpetuamente  cosas  oluidadas  y  nunca  vistas 
ni  hechas,  y  que  se  diesse  al  seniício  del  rey  y  al 
de  Gonijalo  Piíarro  su  señor.  Y  también  que  el 
mismo  sabia  ciertamente  como  Gonzalo  Pícarro 
era  Gouemador  jurídicamente,  nombrado  por  la 
Real  Audiencia,  que  se  )a  auian  dado  y  encomen- 
dado en  nombre  de  Su  Magestad,  y  que  de  su  par- 
te liaría  con  Picarro  te  perdonasse  lo  que  contra 
el  auia  hecho  y  lo  admitiría  en  su  gracia  boluien- 
dolé  el  repartimiento  que  le  auia  quitado.  Y  que  se 
ajontassen  en  vno  en  buena  concordia  y  amistad 
c(»i  mucha  y  entera  confformídad  para  que  de  ay 

G.  oa  «.UTA  Cla«a.-IV,-J."  I4 


210 

adelante  viuiessen  en  buena  paz  y  en  saludable 
tranquilidad,  y  no  permitiesse  que  uviesse  tantas 
muertes,  males  y  daños  no  merescidos  como  se 
esperauan  que  auria  en  las  gentes  que  culpa  no  te- 
nían si  la  batalla  se  daua.  Y  que  por  tanto,  miradas 
muy  bien  todas  estas  cosas  con  otras  concernien- 
tes y  anexas  a  ellas,  se  viniesse  a  el,  que  el  lo  res- 
cibiria  benigna  y  amorosamente  y  le  seria  muy 
grande  y  fiel  amigo  como  por  la  obra  lo  vería;  y 
assi  les  embío  a  dezir  otras  muchas  cosas  a  los 
vnos  y  a  los  otros.  A  los  capitanes  y  soldados  mas 
principales  heredianos  que  con  el  capitán  Nicolás 
de  Heredia  auian  salido  (te  la  entrada  les  embio  a 
dezir  de  como  el  auia  desbaratado  v  vencido  a 
Diego  Centeno  y  a  Lope  de  Mendoza  y  a  todos  sus 
soldados  que  andauan  aleados  y  rebelados  contra 
Gonzalo  Pigarro  su  señor,  y  que  Diego  Centeno 
se  le  auia  escondido  en  el  puerto  de  Quilca,  que  es 
Arequipa,  y  que  Lope  de  Mendo9a  con  otros  hom- 
bres fugitiuos  se  le  auian  escapado  dentre  las  ma- 
nos con  la  huyda  y  retraymiento  que  auian  hecho. 
Y  que  auia  sabido  agora  de  presente  de  como  es- 
taña por  estas  partes,  y  que  a  esta  causa  le  venia 
a  buscar  con  vnos  pocos  de  caualleros  que  venían 
en  su  compañía  porque  lo  desseauan  ver  y  conos- 
cer  para  le  seruir  en  todo  lo  que  se  offresciesse 
por  las  buenas  obras  que  de  su  merced  auian  res- 
cebido.  Y  que  por  cuitar  estos  daños  y  otros  gran- 
des males  que  se  podrían  causar  y  recrescer  ade- 
lante entre  ellos,  les  pedia  por  merced  y  les  re- 
quería vna  y  dos  y  tres  vezes  y  quantas  de  dere- 
cho mas  podía  y  deuia,  pues  eran  tan  buenos  caua- 


r 

] 


211 

lleros  y  seruidores  de  Su  Magestad,  no  consintie- 
ssen  que  se  diesse  entre  ellos  alguna  batalla,  pues 
«staua  claro  y  visto  que  no  sabían  a  que  vanda 
pendería  la  victoria,  sino  que  todos  ellos  fuessen 
seruidos  de  apartarsse  de  la  compañía  de  Lope  de 
Mendoza,  pues  constaua  que  los  traya  engañados 
y  abobados  con  vanas  esperan<;as  y  prometimien- 
tos. Y  que  rescebiria  señalada  merced  si  viniessen 
todos  a  seruir  a  Gonzalo  Pi^arro  su  señor,  que  era 
jurídicamente  Gouernador  del  Perú,  y  que  el  en 
su  nombre  les  haría  muchas  y  muy  buenas  obras 
y  benefficips  en  la  tierra  para  que  pudiessen  gozar 
y  tener  de  comer  en  ella,  y  que  mirassen  atenta- 
mente lo  que  hazian,  porque  si  el  los  vencía,  que  no 
auia  de  perdonar  a  ninguno  dellos,  porque  los  auia 
de  mandar  ahorcar  y  hazer  quartos.  Y  que  esto  lo 
auia  de  hazer  porque  quisieron  creer  mas  a  los 
desatinos  y  locuras  de  Lope  de  Mendoga;  [yj  pues  el 
no  se  auia  sabido  gouernar  sino  con  su  huyda,  no 
menos  lo  haría  agora,  porque  no  se  atreuia  ni  sa- 
bia que  cosa  era  aguardar  a  su  enemigo  para  dalle 
batalla,  y  que  tomassen  sus  buenos  consejos,  pues 
los  daua  como  buen  padre,  hermano  y  amigo.  Y 
que  bien  sabia  el  que  si  ellos  le  venciessen,  que 
luego  le  auian  de  quitar  la  vida  y  hazerle  pedamos, 
y  que  daría  por  bien  empleada  su  muerte  si  en  la 
batalla  acabasse  la  vida,  pues  muriría  en  seruicio 
de  Su  Magestad  y  de  Gongalo  Pigarro  su  señor, 
con  gran  honor  y  reputación.  Y  que  muerto  el,  bien 
tenia  por  cierto  y  creydo  que  su  muerte  seria  lue- 
go muy  bien  vengada,  porque  ellos  no  podrían  es- 
capar de  las  manos  de  Gonzalo  Pígarro  o  de  algu- 


212 

nos  de  sus  capitaaes  muy  valerosos  que  tenía,  por- 
que toda  la  tierra  se  alearía  luego  contra  ellos  y 
los  vernian  a  buscar,  en  donde  pagarían  lo  hecho 
y  por  hazer  con  sus  personas  y  vidas.  Desta  ma- 
nera embio  a  dezír  a  tos  vnos  y  a  los  otros  otras 
muchas  cosas  con  grandes  caricias  y  palabras  de 
buen  comedimiento,  enbueltas  con  amenazas,  ala- 
bándoles lo  mucho  que  auían  seruído  a  Su  Mages- 
tad  en  el  descubrimiento  de  la  entrada  del  Gouer- 
nador  Diego  de  Rojas  con  la  fidelidad  y  lealtad 
que  siempre  le  auian  tenido. 


CAPITULO  XXV 

DE  COMO  EL  PADRE  DIEGO  MÁRQUEZ  FUE  AL  PUEBLO 
DE  POCONA  Y  DIO  LAS  CARTAS  A  LOPE  DE  MENDOZA, 
POR  LO  QUAL  SE  ENOJO  MUY  TERRIBLEBiENTE  CON  EL 
HASTA  QUE  SE  APLACO  VN  POCO,  V  DE  OTRAS  MUCHAS 
COSAS  QUE  PASSARON  EN  SU  EXERCITO 


El  Padre  Diego  Márquez  fue  despachado  con 
las  cartas  que  Francisco  de  Carauajal  le  dio,  el 
qualf  como  no  auia  sino  catorce  leguas  bien  tira- 
das de  vna  parte  a  otra,  las  anduuo  en  medio  dia 
y  vna  noche  en  su  muía  muy  andadora,  que  fue 
amanescer  al  pueblo  de  Pocona  para  dar  su  men- 
saje. Y  sintiendo  que  ya  era  leuantado  Lope  de 
Mendoza,  y  con  licencia  de  las  guardas  y  velado 
res,  entro  dentro  de  su  aposento,  se  fue  a  el,  y 
haziendole  su  deuidá  cortesia  y  acatamiento  le  dio 
la  carta,  la  quál  era  de  crehencia  que  para  el  yua, 
y  el  General  lo  rescebio  amigablemente,  y  visto 
que  auia  leydo  la  carta  luego  le  dixo  de  palabra 
todo  lo  que  Carauajal  le  rogaua  hiziesse  por  su 
amor.  Lope  de  Mendoza  sintió  en  gran  manera 
este  mensaje  y  quisiera  hechalle  luego  fuera  del 
pueblo  y  del  exercito  porque  no  hablara  con  los 
capitanes  y  soldados  heredianos;  mas  en  fin  el  lo 


I 


214 

supo  dissimular  lo  mejor  que  pudo  dando  a  enten- 
der que  no  entendía  nada  [de]  lo  que  entender  po- 
dría en  su  entendimiento,  por  lo  qual  le  mando  con 
pena  de  muerte  que  no  hablasse  con  ninguno  de 
sus  soldados.  Acudieron  luego  los  capitanes  y  al- 
gunos soldados  a  la  casa  donde  Lope  de  Mendoza 
estaua  apossentado,  a  fama  que  auia  venido  vn 
clérigo  mensajero  de  Francisco  de  Carauajal  que 
era  muy  conoscido  de  los  mendocinos^  y  los  de  la 
entrada  le  querían  ver  y  oyr  lo  que  diría  y  a  lo 
que  vernia.  El  Padre  Márquez,  viendo  tantos 
hombres  y  soldados,  repartió  entre  ellos  las  de- 
mas  cartas  que  lleuaua  y  ellos  las  rescibieron,  las 
quales  se  leyeron  publicamente  lo  que  en  ellas  se 
contenia,  delante  de  Lope  de  Mendoza,  porque  no 
se  sospechasse  dellos  alguna  cosa  donde  no  auia 
que.  Quando  Lope  de  Mendoga  oyó  leer  las  car- 
tas que  venian  para  los  de  la  entrada,  comento  de 
bramar  y  gruñir  viendo  en  quan  poco  lo  tenia 
Francisco  de  Carauajal,  menospreciándole  en 
todo  lo  que  auia  escripto  en  las  cartas.  Principal- 
mente se  enojo  mucho  mas  quando  oyó  dezir  al 
Padre  Diego  Márquez  todo  lo  que  le  fue  mandado 
que  dixesse  a  los  capitanes  y  soldados  de  los  he- 
redianos  de  la  entrada,  que  comento  a  dar  bozes 
como  vn  loco  desatinado,  diziendo  con  gran  furia 
y  enojo  que  le  quitassen  de  delante  aquel  mal 
hombre  antes  que  lo  mandasse  dar  de  puñaladas. 
El  Padre  Diego  Márquez  se  salió  fuera  de  la  casa 
porque  los  capitanes  y  soldados  le  dixeron  que 
assi  lo  hiziesse,  pues  lo  mandaua  el  General,  antes 
que  lo  matassen,  y  el  tuuo  creydo  que  lo  mataran; 


215 

mas  el  espero,  aunque  no  sin  rezelo,  hasta 
lo  que  parauan  aquellas  brauezas  y  azoram 
o  que  respuesu  le  darían  todos  para  que  II 
al  que  lo  aula  embiado.  Auiendo  lüs  vnos  I 
do  y  los  otros  hecho  burla  y  escarnios,  qu< 
las  hizieron  pedamos,  y  de  quien  las  auía  er 
y  quien  las  auia  traydo,  torno  el  Padre 
Márquez  a  parescer  sin  ningún  rezelo  ante 
de  Mendoza  y  ante  los  soldados  herediano; 
entrada,  para  ver  lo  que  mandauan,  o  sí  a 
guno  que  se  quisiesse  dar  al  seruicio  de  G 
Pi^arro,  o  si  lo  quedan  despachar  con  s 
cartas.  Y  viendo  que  no  hazian  casso  ni  r 
de  lo  hazer,  mas  empero  le  riñian  con  may 
ueza  y  enojo  que  de  antes  porque  las  auia  1 
el  (1)  con  mucha  paciencia  y  disimulación  i 
y  no  dezia  cosa  alguna  porque  no  le  ma 
Mas  al  cabo  y  a  la  postre  les  dixo  y  hablo  i 
labras  rauy  humildes;  principalmente  aui 
puesto  cara  a  cara,  con  el  bonete  en  la  man 
Lope  de  Mendoza,  le  hablo  y  le  dixo  lo  sig 
estando  todos  los  mendocinos  y  heredian 
sentes:  Señor  capitán  y  señores  míos,  yo  oí 
co  quan  encarescidamente  yo  puedo  que  m 
rays  oyr  ciertas  razones  y  nadie  me  vaj 
mano  para  que  calle,  porque  os  quiero  des 
y  maniffestar  muchas  cosas  secretas  las 
cumplen  y-  atañen  mucho  a  todos  quanto; 
aqui  presentes  y  aun  a  los  ausentes.  Si  I 
ssierd es  guardar  y  cumplir  y  ponellas  por  I 


216 

haréis  gran  seruicio  a  Dios  Nuestro  Señor  y  a  Su 
Magestad,  que  es  lo  que  (1)  mas  se  pretende  en 
este  negocio  difficu'toso,  aunque  muy  honrroso  y 
de  calidad,  porque  con  ello  se  remediaran  muchos 
males,  daños  y  crueles  muertes  que  adelante  se 
podrían  recrescer  y  que  se  podrían  leuantar  entre 
los  sediciosos  y  vandoleros;  y  la  verdad  diziendo 
y  la  puridad  descubriendo,  digo.  Quanto  a  lo  pri- 
mero auran  de  saber  que  si  mi  venida  fue  a  este 
pueblo  causólo  ser  yo  mensajero  y  traer  las  car- 
tas que  Francisco  de  Carauajal  me  dio  para  que 
os  las  truxesse,  las  quales  aueis  visto  y  leydo  lo 
en  ellas  contenido  y  lo  que  os  embian  por  ellas  a 
suplicar  encarescidamente.  Por  cumplir  en  algo 
lo  que  me  fue  mandado  y  como  mensajero  que  no 
tiene  culpa,  por  ser  libertado,  dixe  todo  aquello 
que  Francisco  de  Carauajal  me  mando  os  dixesse, 
de  lo  qual,  según  he  visto,  a  resultado  gran  enojo 
y  escándalo  en  todos  los  que  aqui  estáis  presentes 
y  tomastes  occassion  de  quitarme  la  vida.  De  todo 
lo  qual  me  ha  pesado  bien  y  verdaderamente  por 
dar  enojo  a  tanto  cauallero  que  no  merescen  ser 
enojados;  mas  bien  se  que  seré  perdonado  por  lo 
que  agora  quiero  contar  en  breues  palabras,  y 
esto  ténganlo  por  cierto  y  verdad,  porque  yo  no 
me  atreuiera  a  dezir  otra  cosa,  ni  me  mueue  a  de- 
clararlo, sino  es  por  el  seruicio  que  se  ha  de  hazer 
a  Dios  y  a  Su  Magestad.  Aurán,  señores,  de  saber, 
que  algunos  de  los  soldados  principales  que  están 
en  el  campo  de  Francisco  de  Carauajal  se  enco- 


lo   Tachado:  Su  Magestad. 


i  hazeii  saber  co- 
tos de  su  persona 
y  de  su  mala  y  peruersa  condiscion  y  querrían 
dalle  la  muerte,  si  ser  pudiesse  antes  oy  que  ma- 
ñana. Y  viendo  que  no  lo  pueden  hazer  por  la  mu- 
cha guardia  que  siempre  y  a  la  contina  trae  con- 
sigo, no  lo  han  ossado  hazer  ni  ponello  por  la  obra 
por  el  gran  peligro  que  ay,  por  lo  qual  han  deter- 
minado de  lo  dexar  y  desamparar  al  mejor  tiem- 
po, para  que,  señores,  podáis  ganar  el  precio  y  la 
honrra  de  su  muerte  y  en  que  le  quitéis  deste 
mundo.  Por  tanto,  caualleros  y  señores  mios,  si 
queréis  ganar  esta  honrra  y  reputación  de  la 
muerte  deste  tan  maldito  y  cruel  hombre,  sera  ne- 
cesario yconueniente  que  ninguno  de  vosotros 
se  vaya  ni  se  mueua  deste  lugar,  sino  que  aguar- 
déis al  enemigo,  que  sin  sentillo  ni  saber  como  ni 
de  que  manera  se  viene  a  poner  en  vuestras  ma- 
nos- Mirad,  señores,  no  permitáis  perder  esta  tan 
buena  coyuntura  que  la  fortuna  os  apareja,  por 
que  si  de  otra  manera  lo  hizierdes  y  no  quissier- 
des  pelear  como  creo  que  le  daréis  batalla,  seria 
nunca  acabar  ni  concltiyr  en  la  vida  estas  gue- 
rras tan  enojosas  y  tan  pessadas.  Lo  queme  pa- 
resce  que  se  podra  hazer  es,  si  lo  tuuierdes  en  vo- 
luntad, saino  mejor  juycio  y  entendimiento,  que 
salgan  mañana  todos  al  campo,  en  donde  los  pi^a- 
rristas  y  los  caualleros  que  dessean  pasarsse  a 
vuestro  exercilo  os  vean,  porque  ellos  venidos  y 
passados  no  serán  menester  las  armas,  sino  los  ca- 
uallos  bien  herrados  para  seguillos  en  el  alcance  a 
los  que  se  quissieren  escapar  a  vña  de  cauallo.  Y 


I 


^ 


218 

porque  con  mas  animo  y  prompta  voluntad  lo  ha- 
gáis, os  quiero  descubrir  la  puridad  y  el  secreto  de 
los  secretos  caualleros  y  soldados  que  determinan 
de  pasarsse  a  este  vuestro  exercito  para  seruir  en 
el  a  Su  Magesiad;  son  los  siguientes;  Primeramen- 
te el  capitán  Pedro  de  Castañeda  con  hasta  diez  o 
doze  arcabuzeros  y  otros  tantos  piqueros  de  su 
compaflia,  todos  buenos  soldados  y  animosos. 
Yten  mas  el  alférez  mayor  Pedro  Alonso  de  Ca- 
rrasco, con  el  estandarte  de  Gonzalo  Pi<;arro,  con 
treynta  hombres  de  a  cauallo  de  los  mas  principa- 
les que  vienen  en  el  campo.  Como  estos  caualle- 
ros supieron  que  yo  venia  por  acá  con  este  recabdo 
y  como  ellos  son  tan  mis  señores  y  amigos,  nr.e 
descubrieron  esta  puridad  y  secreto  y  me  rogaron 
muy  encarescidamente  que  todo  esto  os  hiziesse 
saber,  y  no  lo  escriuen  por  el  gran  peligro  que  ay 
y  porque  no  sean  descubiertos.  Y  como  yo  sea 
muy  cierto  seruidor  de  Su  Magestad  lo  he  dess"a- 
do  en  gran  manera  y  querría  ver  solamente  a 
Francisco  de  Carau;ijal  deshecho  y  desbarata- 
do (1)  y  el  puesto  en  vuestras  manos,  porque  yo  me 
vea  libre  del,  que  me  trae  consigo  por  fuerza  y 
contra  toda  mi  voluntad.  Y  para  que  con  su  des- 
iruycion  se  puedan  atajar  muchos  daños  y  grandes 
males,  porque  con  su  poderío  y  gran  soberuia  an- 
daría siempre  rebuelta  la  tierra,  por  donde  po- 
drían perescer  muchos  seruidores  de  Su  Magestad 
y  otros  que  no  tienen  culpa;  y  con  esto  acabo  su 
arenga.  Oyendo  esta  platica  Lope  de  Mendoza  y 


Mésenles  con  el,  no  su- 
rian  crédito  o  no,  o  si 
en,  de  Juan  del  Enzi- 
:  mas  competía  para  vn 
ino,  porque  ynteruenía 
lor  loqual  tnuieron  en- 

auia  dicho  no  era  ver- 
as en  lo  que  parauan,  y 
■sas  que  el  Padre  Diego 

determinaron  de  los 
n  en  proposito  antes  de 
;ar  con  ellos,  que  de  re- 
a  de  la  venida  dellos.  Y 
1  dio  por  respuesta,  sin 
orque  no  tenían  papel  o 
luir,  sino  de  palabra,  di- 

Señor  capellán,  diga  a 
e  reduziendose  el  al  ser- 
iniendosse  a  el  y  dexan- 
*i(;arro,  pues  era  tirano, 
ualleros  estauancon  el 
voluntad  con  sus  perso- 
exarian  atrás  oluidados 
iculares  que  entre  si  te- 
ndo  aceptar  esta  paz  y 
lieise  esperanza,  que  el 
rada  que  con  el  estañan 
tes  le  querían  dar  bata- 
eruídores  de  Su  Mages- 
los  de  tiranos  y  traydo- 


I 


220 

res.  Y  que  si  por  ventura  tuuiesse  por  bien  que 
entrambos  exercitos  se  ajuntassen  en  buena  con- 
formidad y  hermandad,  que  luego  lo  haria,  dándo- 
le auisso  dello,  y  con  esto  seruirian  todos  juntos  a 
Su  Magestad  y  a  el  le  ternian  por  General  de  todo 
el  exercito.  Y  por  otra  parte  dixo  al  Padre  Diego 
Márquez  que  dixesse  al  capitán  Pedro  de  Castañe- 
da y  a  Pedro  Alonso  de  Carrasco  (1)  y  a  los  demás 
secretos  caualleros,  que  si  Francisco  de  Caraua- 
jal  no  hazia  lo  que  le  embiaua  a  suplicar,  que  ellos 
como  buenos  seruidores  de  Su  Magestad  cumplie- 
ssen  sus  palabras,  que  todos  ellos  los  siruirian  con 
gran  amor  y  los  rescebirian  con  muy  entera  vo- 
luntad como  a  hermanos  y  amigos  y  señores.  Y 
que  ellos  los  aguardarían,  como  lo  auian  embiado 
a  dezir,  dentro  en  el  pueblo  o  fuera  en  el  campo, 
en  donde  se  podrían  ajuntar  todos  para  hazer  al- 
g-un  buen  effecto  que  fuesse  en  seruicio  de  Dios  y 
de  Su  Magestad  para  poder  destruyr  a  todos  los 
que  andauan  fuera  del;  y  assi  les  embio  a  dezir 
otras  muchas  cosas,  y  con  esto  se  fue  el  Padre 
Diego  Márquez.  Dizen  muchos  que  destos  secretos 
supieron,  y  se  deue  tener  por  verdad,  que  todo 
quanto  dixo  el  Padre  Diego  Márquez  al  capitán 
Lope  de  Mendoza  y  a  los  heredianos,  de  lo  que 
toca  al  capitán  Castañeda  y  al  alférez  mayor,  de 
lo  que  auian  dicho,  no  passo  assi,  sino  que  todo  fue 
hecho  por  ynduzimiento  y  consejo  de  Carauajal  y 
de  su  Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadilla  que 
le  auissaron  diziendole  que  si  por  ventura  Lope  de 


(i)     Tachado:  CaUaneda. 


vna  parte,  y  de  la  ot: 
1,  no  se  quisiessen  dj 
igalo  Pigarro,  que  I 
nido  porque  tomassi 
)  y  no  se  fuessen  con 
o  y  los  demás.  Con 
esperanza  de  los  ve 
)der  tomar  y  prendí 
;arse  de  Lope  de  Me 
le  Luys  Perdomo,  qi 
ue  no  tenían  culpa  ( 
sabían  del  todo  lo  qi 
t  vna  parte  o  a  oti 
a  vsanga  de  guerr. 
Tarauajal  uvo  desp. 
irquez,  como  arrit 
o  el  recaudo  que  k 
:  partió  del  pueblo  c 
enemigos  los  mend< 
ntrada.  Anduuo  esl 
lo  adelante  hasta  qu 
de  yndios,  ya  nochi 
donde  prometió  a  si 
partir  entre  ellos  U 
os,  si  con  valerosida 
venidera.  Serian  do 
Padre  Diego  Marque 
y  llegado  ante  Frai 
o  rescibio  muy  biei 
>quanto  leauiapassí 


222 

do  con  los  mendocinos  y  con  los  heredianos  de'la 
entrada,  y  de  la  respuesta  que  traya  de  palabra. 
Y  de  como  Lope  de  Mendoza,  Alonso  Camai^o 
y  Luys  Perdomo  le  auían  amenazado  terriblemen- 
te con  la  muerte  si  hablaua  con  los  capitanes  y 
soldados  que  vinieron  de  la  entrada,  y  de  como  los 
vnos,  ni  los  otros,  ni  ninguno  dellos,  se  querían 
dar  al  seruicio  de  Gonzalo  PiQarro,  según  la  so- 
beruia  que  mostrauan  tener.  De  todas  estas  cosas 
le  peso  mucho  a  Francisco  de  Carauajal  (1)  porque 
vido  y  entendió  que  le  auian  de  dar  batalla,  aun- 
que con  esperanza  de  conseguir  el  la  vitoria,  por- 
que como  el  dezia  conñaua  en  Dios  y  en  la  buena 
gente  que  consigo  tenia,  la  c^ual  valia  mas  que  la 
de  (2)  los  mendocinos.  Y  que  Lope  de  Mendoza, 
•como  el  tirano  dezia,  era  muy  couarde  como  el 
cieruo,  [y]  aunque  los  de  la  entrada  eran  de  gran- 
de animo,  esfuerzo  y  valentia,  mas  estauan  todos 
ellos  desarmados  y  tenían  los  cauallos  muy  flacos 
y  desherrados,  y  muy  poca  poluora  y  muy  ruyn. 


(r)     Tachado:  Rojas, 
<l)    Ms.  d*  la  de. 


LO  XXVI 

ARAUAJAL  SE  PUSSO  EN  CA- 
JRDENAKCA  PARA  EL  PUE- 
CAMINO  LO  QUISSO  MATAR 
:  LOPE  DE  HENDOCA,  Y  LO 
LOS  CORREDORES 

lescido  en  el  exercito  de 
quando  ya  el andaua  a  ca- 
i  Itamando  a  sus  soldados 
ensillassen  y  caualgassen 
pueblo  de  Pocona,  lo  qual 
n  presteza-  Después  que 
lUo  y  puestos  á  punto  pa- 
:amino  Rea!  y  los  pusso 
;  la  forma  y  manera  como 
>les  muchos  auissos  de  lo 
que  auian  de  hazer  yendo 
i  fin  porque  los  mendoci- 
tuuiessen  puesta  alguna 
algunas  quebradas  y  ma- 
1  camino,  que  vn  yndio  del 
dizo  los  Ueuo  por  alli,  que 
10  los  Ueuar  por  arriba  que 


i 


224 

era  buen  camino.  Alli  entresaco  de  las  compafiias 
iin  de  Morales  y  de  Pedro  de  Castañeda  veyn- 
:abuzeros  para  que  se  quedassen  a  guardalle 
rsoro  y  riqueza  que  tenia  y  la  ropa  y  fardaje 
;  soldados,  todo  lo  qual  mando  se  quedasse 
uel  pueblo  por  muchos  respectos  y  causas,  y 
-den  que  todos  llenaron  fue  en  esta  forma  y 
ra.  Primeramente  lleuaua  la  auanguardla  el 
in  Pedro  deCastafteda,al  qual  seguían  treyn- 
inco  arcabuzeros  y  veynte  piqueros  de  su 
aflia.  Yten  mas,  yua  tras  estos  por  batalla  la 
aftiade  Juan  de  Morales,  el  quul  estaua  en 
iempo  en  la  cibdad  de  Quito  con  Gonzalo  Pi- 
,  que  Francisco  de  Carauajal  lo  auia  embia- 
a  los  dias  atrás,  y  los  soldados  que  fueron 
e  (I)  y  cinco  arcabuzeros  y  veinte  piqueros- 
yua  luego  consequenter  tras  ellos  el  capitán 
n  de  Almendras  con  treynta  hombres  de  a 
lo  bien  armados.  Y  tras  el  yua  la  compafiia 
ancisco  de  Carauajal  con  quarenta  hombres 
:auallo,  todos  bien  armados,  [ej  yuan  en  bue- 
mallos.  En  ta  retaguardia  de  toda  esta  gente 
I  capitán  Alonso  de  Mendoza,  el  qual  era 
liestro  en  las  cosas  que  tocauan  al  arte  mili- 
lleuaua  consigo  quarenta  piqueros  y  veinte 
uzeros.  Todos  estos  hombres  de  a  cauallo  y 
uzeros  yuan  bien  aderes9ados  y  en  buenos 
:os  y  muías  y  a  puato  de  guerra,  los  quales 
yuan  caminando  con  gran  priessa  y  al  son 
atambores  y  lleuauan  los  estandartes  y  las 


225 

vanderas  tendidas  tremolcando  por  el  ayre.  De 
manera  que  los  que  yuan  en  horden  caminando 
eran  ochenta  arcabuzeros  y  ochenta  piqueros  y  se- 
senta de  a  cauallo,  que  por  todos  fueron  doscien- 
tos y  treynta  soldados,  que  no  cuento  los  veinte 
arcabuzeros  que  quedaron  en  guarda  de  la  ropa, 
de  Francisco  de  Carauajal  y  de  sus  soldados.  He- 
cho por  corredores  a  veinte  hombres  de  a  cauallo 
y  arcabuzeros  que  entresaco  del  exercito  y  de  las, 
compañías  para  que  fuessen  adelante  descubrien- 
do el  camino,  y  el  se  fue  tras  ellos  con  hasta  áitz 
arcabuzeros  que  le  acompañauan  y  le  guardauan 
la  persona  y  la  vida,  por  manera  que  el  yua  en 
medio  entre  el  exercito  y  los  corredores.  De  quan- 
do  en  quando  reparaua  y  luego  comengaua  de  ha- 
blar a  sus  capitanies  y  soldados  animándolos  a  la 
batalla,  y  el  Maestro  de  campo  Dionisio  de  Boba- 
dilla  y  el  sargento  mayor  Balthasar  de  Cepeda  y 
los  menores  hazian  también  su  officio  poniendo  en 
horden  al  que  della  salia.  Quando  Uegauan  a  vn 
mal  passo  o  camino  angosto  yuan  de  vno  en  vno  y 
de  dos  en  dos  hasta  que  allegauan  a  vn  llano,  don- 
de se  tomauan  a  poner  en  horden,  y  esto  sin  que- 
brar el  hilo  que  lleuauan  hecho  por  muchos  malos 
passos  y  angostos  caminos  que  hallaron  en  aque- 
llas siete  leguas,  porque  era  atajo  de  yndios.  Fran- 
cisco de  Carauajal,  como  fuesse  marchando  delan- 
te del  exercito,  yendo  por  vn  angosto  camino, 
auiendo  ya  dexado  atrás  sus  corredores  y  llegan- 
do a  vna  quebrada  espesa  de  arboleda,  estaua 
puesto  alli  vn  mestizo  llamado  Antón,  que  era  de 
la  entrada,  escondido  en  el  arcabuco  con  diez  yn- 

G.  DB  Santa  Clara.— IV.— 3.o  l5 


ít. 


226 

dios  ñecheros  para  matar  a  Carauajal  si  por  alli 
passasse.  Y  como  le  vieron  passar  y  le  conoscie- 
ron  los  jTidios  de  Pocona,  el  Antón  juntamente 
con  l06  dichos  yndios  le  tiraron  a  la  par,  y  quiso 
su  ventura  y  dicha  que  no  le  azertaron;  aunque  le 
acertaran  no  le  hirieran  en  ninguna  parte,  ni  a  los 
suyos,  porque  yuan  todos  bien  armados.  Y  las  fle- 
chas que  los  yndios  tiraron  quedaron  las  vnas  hin- 
cadas en  los  arboles,  y  las  otras  en  los  sayetes  que 
trayan  sobre  las  armas,  aunque  los  espantaron  te- 
rriblemente, por  lo  qual  los  soldados  pi^arristas 
comentaron  a  dar  bozes  apellidando  a  las  armas. 
Mucho  quissieran  los  diez  arcabuzeros  pi^arristas 
yr  tras  los  yndios  flecheros,  porque  ya  se  auian 
apeado  de  sus  cauallos,  y  Francisco  de  Carauajal 
les  dixo  que  no  fuessen  tras  ellos,  porque  seria  en 
valde  el  trabajo  que  en  ello  se  pussiesse.  Ya  que 
fueran  tras  ellos  no  pudieran  passar  adelante,  ni 
los  pudieran  prender,  a  causa  que  el  arcabuco  era 
espeso  y  cerrado  y  auia  por  alli  muy  grandes  pe- 
ñascos, y  los  yndios  muy  ligferos,  que  no  los  pu- 
dieran alcangar,  y  por  esto  se  quedaron  alli,  que 
no  passaron  adelante,  creyendo  que  auia  algún 
mayol"  peligro.  Mando  Francisco  de  Carauajal  que 
luego  de  mano  en  mano  diesen  mucha  priesa  a  los 
capitanes  y  soldados  que  venían  atrás,  para  que 
marchassen  prestamente,  y  ellos  como  oyeron  este 
mando  se  dieron  priesa  a  caminar.  Y  también  por 
oyr  dezir  |al  arma,  al  arma!  se  tuuo  creydo  que 
pues  los  yndios  le  ponian  celadas,  que  los  mendo- 
cinos  y  heredianos  de  la  entrada  se  las  ternian 
puestas  adelante,  y  assi  se  juntaron  todos  como 


i^iT. 


227 

pudieron  en  aquel  angosto  camino.  Pues  como  vi- 
do  que  la  retaguardia  era  llegada,  comento  de 
marchar  su  poco  á  poco  y  passo  ante  passo  y  muy 
atentadamente  y  con  gran  recato,  llenando  sus  co- 
rredores por  delante  muy  bien  armados,  y  assi  lle- 
garon todos  a  vn  llano  desde  donde  se  parescia  el 
pueblo  de  PoGona  en  lo  baxo,  que  estaua  de  alli 
cerca  de  vn  quarto  de  legua.  Desde  este  mismo 
llaiio  los  pigarristas  vieron  que  muchos  de  los 
mendocinos  y  heredianos  andauan  de  vna  parte  a 
otra  cruzando  por  el  pueblo,  que  salían  desde  vna 
casa  grande  que  estaua  vn  poco  apartada  del  pue- 
blo, escondiendo  la  poca  ropa  que  tenian  por  las 
casas  de  los  ynfliós.  Francisco  de  Carauajal  tuuo 
entendido  que  era  algún  ardid  que  sus  contrarios 
hazian  contra  el,  y  por  esto  mando  hazer  alto  pa- 
ra ver  y  considerar  muy  bien  lo  que  hordenauan, 
y  como  vido  que  ellos  y  sus  yndios  yuan  cargados 
de  ropa  luego  entendió  lo  que  podía  ser,  y  en  el  en- 
tretanto maúdo  hordenar  muy  bien  sus  esquadro- 
nes.  Viendo  Lope  de  Mendoga  que  su  contrario 
venia  se  salió  de  la  casa  fuerte  que  tenia,  a  dos 
fines:  lo  vno,  porque  los  soldados  de  Francisco  de 
Carauajal  lo  víessen  en  el  campo  para  que  se  pa- 
sassen  a  el  los  que  se  auian  de  passar  según  y  co- 
mo lo  auia  antedicho  al  Padre  Diego  Márquez.  Lo 
otro,  porque  si  el  Padre  Márquez  le  uviesse  bur- 
lado, le  parescio  estar  mejor  en  el  campo  que  en 
la  casa  fuerte»  porque  si  le  fuesse  mal  en  el  com- 
bate retirarse  lo  mejor  que  pudiesse  a  las  sierras 
de  Jos  Andes,  y  si  bien  y  Dios  le  daua  vitoría,  se- 
guir el  alcance  para  gozar  della.  También  tuuo  que 


228 

si  Francisco  de   Carauajal  le  quisiesse  dar  ba^ 
talla,   que   era  mucho  mejor  que  fuesse  en  el 
campo,  porque  por  ventura  lo  cercarían  sus  ene- 
migos en  aquella  casa  y  le  podrían  tomar  el  fuer- 
te lugar  que  tenían   por   los   muchos   soldados 
que  traya,  o  tomallos  por  hambre  cercándolos- 
porque  no  pudieran  salir  al  pueblo  y  a  las  ca- 
sas de  los  yndios  a  buscar  de  comer.  También 
porque  no  les  quemassen  las  casas  del  fuerte  lu- 
gar donde  estañan  apossentados,  que  eran  las  azo- 
teas de  paja;  y  consideradas  todas  estas  cosas,  an- 
tes que  saliesse,  según  las  gentes  dixeron,  dexo 
secretamente  en  vn  rincón  de  vna  cámara  ente- 
rrados mas  de  veinte  mili  pesos  en  oro  y  en  plata- 
Hecho  esto  se  salieron  todos  vn  quarto  de  legua 
de  la  casa  fuerte  y  se  fueron  a  poner  a  vna  llanada 
junto  a  vnos  paredones  y  barrancos  que  tomaron 
por  reparo  adelante  de  la  casa  fuerte  y  del  pueblo 
de  Pocona,  de  manera  que  la  casa  y  el  pueblo  es- 
tauan  en  triangulo  de  Francisco  de  Carauajal  y  de 
Lope  de  Mendoza.  Después  que  Francisco  de  Ca- 
rauajal se  hallo  en  el  dicho  llano  se  apeo  de  su  mu- 
la  bermeja  y  caualgo  en  vn  buen  cauallo  bayo  y 
ensillado  a  la  estradiota,  y  el  yua  armadp  de  todas 
armas  y  vna  lan^a  en  la  mano  de  buen  tamaño, 
con  vn  fistolete  que  lleuaua  en  el  ar(;on  delantero. 
Tomo  diez  arcabuzeros  y  otros  tantos  de  a  cauallo 
y  se  fue  con  ellos  hazia  el  pueblo  de  Pocona  a  rre- 
conoscer  el  sitio  y  assiento  que  los  mendocinos  y 
heredianos  auian  tomado,  y  a  uer  lo  que  hazian  y 
lo  que  hordenauan  para  dar  la  batalla,  dexando 
primero  mandado  que  se  hiziessen  y  hordenassen 


r   "- 


229 

bien  los  esquadrones.  El  Maestro  de  campo  Dioni-- 
sio  de  Bobadilla  y  el  sargento  mayor  3althasar  de 
Cepeda  con  los  demás  capitanes  y  officiales  del 
exercito  hizieron  y  hordenaron  dos  esquadrones, 
el  vno  de  a  cauallo,  y  el  otro  de  la  ynfantería.  En 
la  parte  de  los  de  a  cauallo  pussieron  los  dos  es- 
tandartes en  la  segunda  hilera,  y  enfrente  y  delan- 
te dellos  pussieron  diez  arcabuzeros  y  otros  tantos 
piqueros  porque  si  los  de  a  cauallo  de  Lope  de 
Mendoza  y  de  Nicolás  de  Heredia  arremetiessen 
hallassen  primero  aquel  estoruo  para  los  desbara- 
tar y  deshordenar.  Pussieron  la  ynfanteria  a  la 
mano  yzquierda  de  la  caualleria,  en  esquadron 
quadrado,  y  los  capitanes  Alonso  de  Mendoza  y 
Pedro  de  Castañeda  estañan  en  la  delantera  del  es- 
quadron con  sus  arcabuzes  en  las  manos  y  puestos 
a  punto  de  guerra,  y  las  tres  vanderas  se  pussie- 
ron en  la  tercera  hilera.  Pues  como  Francisco  de 
Carauajal  fuesse  hazia  el  pueblo  y  a  la  casa  fuerte 
con  sus  arcabuzeros  y  los  de  a  cauallo,  llegaron 
muy  junto  á  el  y  reconoscio  el  sitio  y  el  lugar  qué 
sus  contrarios  tenian,  y  de  ventura  topo  con  qua- 
tro  corredores  de  Lope  de  Mendoza,  y  queriendo 
huyr  no  pudieron  porque  fueron  presos  de  los  pi- 
^arristas.  Francisco  de  Carauajal  les  aseguro  las 
vidas  y  personas  y  les  dixo  que  no  tuuiessen  nin- 
gún rezelo,  porque  les  prometía  de  no  les  hazer 
ningún  mal  ni  daño,  sino  que  hablando  vn  poco 
con  ellos  les  dixo  que  luego  se  podrían  libremente 
tornarse  a  sus  capitanes  y  a  los  demás  sus  compa- 
ñeros. Quanto  a  lo  primero  les  pregunto  que  yn- 
tención  era  la  de  Lope  de  Mendoza,  y  que  gente 


230 

tenia  y  que  capitanes  auia  y  quantos  arcabuzés  te- 
nían los  soldados  heredianos  de  la  entrada  y  quan- 
ta  poluora  y  en  que  sitio  y  lugar  estañan  puestos 
y  que  entradas  y  salidas  auia  en  el.  Ellos  respon- 
dieron y  dixeron  todo  lo  que  sabían  y  auian  visto 
y  entendido,  y  al  cabo  les  dixo  Francisco  de  Cara- 
uajal:  por  vida  de  vs.  ms.  digan  a  essos  señores 
capitanes  y  á  los  soldados  que  de  la  entrada  salie- 
ron, como  ciertamente  andan  muy  ciegos  y  enga- 
ñados con  Lope  de  Mendoza,  y  que  dexen  de  an- 
dar en  su  compañía.  Y  pues  están  ya  metidos  en  el 
peligro  de  la  batalla,  que  mejor  sera  salirse  della 
con  buen  tiempo  sanos  y  libres,  y  no  poner  en  du- 
da sus  personas  y  vidas,  y  pues  tienen  agora  bue- 
na coyuntura  se  pueden  venir  a  mi,  que  yo  les  ha- 
re  muchas  mercedes  en  nombre  de  Su  Magestad  y 
de  Gonzalo  P¡<;arro  mi  señor,  lo  que  no  puede  ha- 
zer  Lope  de  Mendo<;a,  porque  no  tiene  que  dalles. 
Y  que  si  el  les  daua  batalla  y  caya  la  suerte  por  el^ 
que  botana  á  Dios  y  a  Sancta  Maria  su  madre  que 
no  auia  de  dexar  a  ninguno  dellos  la  vida,  sino  que 
a  todos  quantos  prcndiesse  los  auia  de  mandar 
ahorcar  y  hazer  quartos  como  a  malos  traydores, 
y  por  tanto  mirassen  lo  que  hazian,  y  que  mejor 
era  se  viniessen  a  dar  de  paz  y  en  buena  amistad 
y  concordia.  Los  quatro  corredores,  que  el  vno  se 
llamaua  Pedro  Ardiles  y  el  otro  Francisco  de  Cue- 
uas,  que  eran  todos  heredianos  de  la  entrada,  se 
encomendaron  en  la  su  merced  con  palabras  muy 
humilldes,  besándole  las  manos  y  agradesciendole 
mucho  la  libertad  que  benignimente  les  daua  sin 
lo  merescer,  y  le  prometieron  de  hablar  a  todos 


'.»r*:'J 


231 


los  soldados  sus  compañeros  lo  que  les  mandaua 
dezir.  Y  esto  hazían  con  protestación  que  si  ellos 
o  alguno  de  los  mandones  no  quisiessen  venir,  que 
ellos  quatro  y  con  algunos  verdaderos  amigos  que 
tenian  se  vernian  a  su  mandado  y  al  seruicio  de 
Gonzalo  P¡(;arro  después  que  se  pusiesse  la  luna, 
la  qual  se  ponia  cerca  de  media  noche,  y  cort  esto 
se  despidieron  los  vnos  y  los  otros.  Francisco  de 
Carauajal  se  torno  a  los  suyos,  aunque  con  poca 
esperan9a  que  ninguno  de  los  heredianos  vernia  a 
su  llamado,  y  llegado  a  sus  esquadrones  dixo  á  los 
suyos  lo  que  con  los  corredores  auia  passado  y  de 
como  le  auian  prometido  de  se  le  passar  con  los 
amigos  que  tenían,  de  lo  qual  se  holgaron  mucho 
aunque  algunos  no  lo  tuuieron  por  cierto  que  ver- 
nian. Y  quitandosse  de  alli  fue  a  uer  si  los  esqua- 
drones estañan  bien  hechos  y  hordenados,  y  hablan- 
doles  los  llamaua  de  sus  propios  nombres,  porque 
tenia  muy  grande  y  buena  memoria,  que  era  cosa 
estraña.  Porque  si  el  via  algún  hombre  y  le  dezia 
su  nombre  y  [de]  donde  era  natural,  y  en  viéndole 
que  le  via  otra  vez,  aunque  fuesse  dende  a  dos 
aflos  que  no  le  uviesse  visto,  luego  le  conoscia  y  lo 
llamaua  de  su  nombre  propio,  y  assi  no  auia  hom-. 
bre  en  todo  su  campo  que  no  lo  conosciesse,  y  por 
esto  los  llamaua  y  nombraua  con  alegre  semblan- 
te. Mando  a  los  caualleros,  digo  arcabuzeros,  que 
estañan  delante  de  la  caualleria,  que  no  tirassen  al 
cauallero,  sino  al  cauallo,  porque  en  cayendo  los 
delanteros  desbaratarian  luego  a  los  traseros  y 
vernian  a  dar  de  ojos  en  los  cay  dos,  para  que  alli 
muriessen  pisados  de  los  cauallos.  Yten,  mando  a 


232 

los  arcabuzeros  del  esqaadron  de  la  ynfanteria  que 
tirassen  a  los  contrarios  a  las  rodillas,  porque  ha- 
rían el  tiro  cierto,  porque  tirándoles  a  los  pechos 
passarian  las  balas  por  alto,  y  tirando  a  lo  baxo 
aunque  el  tiro  fuesse  auieso  harían  effecto,  porque 
no  dexarian  de  matar  o  herir;  y  assi  les  estuuo 
dando  lición  como  auian  los  arcabuzeros  de  tirar. 


CAPITULO  xxvn 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SE  METIÓ  EN  LA 
CASA  FUERTE,  Y  DE  LA  MUY  BRAUA  ARMA  QUE  SE 
DIO  ENTRE  SUS  SOLDADOS,  Y  DE  COMO  LOS  CORREDO- 
RES DEL  CAPITÁN  LOPE  DE  MENDOZA  PRENDIERON 
VNA  DE  LAS  CINTINELAS  QUE  TENIA  PUESTAS  EN 

EL  CAMPO 


Una  buena  hora  estuuieron  los  dos  esquadrones 
de  Francisco  de  Carauajal  parados  en  aquel  llano 
después  que  los  corredores  se  fueron  al  exercito 
de  su  capitán  Lope  de  Mendocpa,  y  como  vieron 
que  ninguno  venia  del  campo  de  los  here dianos  de 
Ja  entrada  díxo  el  sargento  mayor  Balthasar  de 
Cepeda  a  Francisco  de  Carauajal:  Señor,  mejor 
sera  que  nos  metamos  en  la  casa  fuerte  que  nues- 
tros enemigos  desampararon,  pues  nos  han  hecho 
la  merced  de  la  dexar,  y  no  estarnos  aqui  pa- 
rados al  viento,  y  alli  los  podremos  aguardar  si 
ellos  quissieren  venir  de  paz  o  de  guerra,  y  les  po- 
dremos dar  de  contado  el  alquile  de  la  casa  si  nos 
lo  pidieren.  Francisco  de  Carauajal  respondió  di- 
ziendo:  ya  yo  tenia  en  voluntad  de  lo  mandar  ha- 
zer;  pues  v.  m.  lo  quiere,  hágase  assi;  y  luego 
mando  a  sus  capitanes  y  soldados  se  f  uessen  a  la 


I 


234 

casa  fuerte,  que  estaua  a  vn  lado  del  pueblo,  y  que 
mejor  estarían  en  ella  que  no  en  aquel  llano  para- 
dos y  hechos  personajes;  Ellos  lo  hizieron  assi, 
que  su  poco  a  poco  y  píisso  ante  passo  y  al  son  de 
los  alambores  y  llenando  las  vanderas  tendidas  al 
viento  y  con  gran  silencio  y  puestos  en  sus  esqua- 
drones  y  todos  a  cauallo  entraron  en  la  casa  fuer- 
te. Francisco  de  Carauajal  yua  en  la  delantera  es- 
carnesciendo  y  haziendo  burla  de  los  mendocinos 
y  heredianos  de  la  entrada  porque  auian  dexado 
la  casa  fuerte  y  se  auian  ydo  al  campo,  y  desta 
manera  se  metieron  todos  en  la  casa  y  se  pussie- 
ron  los  dos  esquadrones  en  un  patio  grande  que 
en  ella  estaua.  Metidos  en  este  patio  vieron  que 
estañan  hechos  fuertes  por  aquella  noche  hasta  la 
mañana,  porque  se  contenían  en  este  patio  tres  (1) 
puertas  grandes  y  a  vn  rincón  del  auia  vna  fuente 
manantial  de  agua  muy  buena  que  yua  por  sus  ca- 
ños al  pueblo  de  los  yndios,  que  dio  la  vida  a  los 
soldados,  que  yuan  muertos  de  sed,  en  donde  todos 
se  refrescaron  y  aun  se  lañaron.  Pusso  Francisco 
de  Carauajal  por  guarda  en  vna  puerta  destas  tres, 
que  era  la  mas  principal  y  ancha,  al  capitán  Alon- 
so de  MendoQa  con  toda  su  compañía,  y  en  la  se* 
gunda  puerta  pusso  al  capitán  Pedro  de  Castañeda 
con  toda  su  gente,  y  en  la  tercera  pusso  la  compa- 
ñía del  capitán  Juan  de  Morales,  la  qual  tenia  a 
cargo  el  alférez  Juan  Velez  de  Gueuara.  Mando 
por  otra  parte  a  veinte  hombres  de  a  cauallo  que 
anduuiessen  por  todo  el'Jjatio  velando  y  mirando 


(I)     Tachado: /a/rW. 


235 

porque  los  mendocinos  y  heredianos  no  entrassen 
por  encima  de  las  paredes,  o  hiziessen  algún  por- 
tillo para  que  diessen  por  alli  assalto,  porque  era 
muro  para  ellos,  y  los  demás  de  a  cauallo  los  re- 
partió por  las  tres  puertas,  que  los  mando  apear 
de  sus  cauallos.  Después  de  auer  puesto  en  borden 
sus  esquadrones  se  retruxo  a  vna  cámara  por  re- 
frescarse y  comer  (1)  alguna  cosa,  que  en  todo 
aquel  dia  no  auia  comido  bocado,  y  sus  capitanes 
ynconsi  derada  mente  se  fueron  tras  el  por  hazer 
otro  tanto,  que  tanpoco  no  auian  comido.  Dexaron 
ante  todas  cosas  ^  los  alferezes  y  a  los  soldados 
por  fieles  guardas  de  las  tres  puertas,  y  entrados 
todos  en  la  casa  o  aposento  cenaron  de  lo  que  sus 
criados  auian  traydo  del  exercito,  que  en  la  casa 
no  hallaron  que  comer,  porque  lo  auian  algado  los 
mendocinos  y  heredianos  porque  no  se  aprouecha- 
sse  nadie  dello.  Con  esto  estuuiéron  estos  capita- 
nes muy  gran  rato  en  diuersas  razones  y  platicas 
con  Francisco  de  Carauajal,  no  rezelandose  de 
cosa  alguna,  hasta  por  la  mañana  que  entendian 
dar  la  batalla.  Y  assi  tenían  puestas  en  muchas  y 
diuersas  partes  sus  cintinélas,  escuchas  y  guardas 
contra  los  mendocinos  y  heredianos,  porque  si 
algo  uviesse  les  viniessen  con  presteza  a  dar  man- 
dado y  auisso  de  todo  ello  en  vna  carrera.  Como 
los  soldados  vieron  ydos  a  Francisco  de  Caraua- 
jal y  a  sus  capitanes  y  supieron  que  estañan  ce- 
nando, comentaron  a  desmandarse  sin  alguna  dis- 
creción, y  con  gran  temeridad  y  sin  mirar  que  sus 


(l)    Tachado:  vh  hoc«id«. 


236 

enemigos  estauan  a  la  puerta  se  salieron  del  patio 
y  se  fueron  al  pueblo  y  casas  de  los  yndios.  En  es- 
tas casas  tenían  los  mendocinos  v  heredianos 
guardado  su  ropa  y  fardaje,  aunque  poco,  y  como 
llegaron  a  las  casas  comen9aron  de  tomar  y  robar 
todo  quanto  hallauan  a  diestro  y  siniestro,  sin  de- 
xar  ni  perdonar  cosa  alguna,  4"e  todo  lo  sobar- 
cauan,  quier  fuesse  cosa  vieja,  quier  fuesse  nue- 
ua,  que  todo  lo  lleuaban  (1)  a  la  casa  fuerte.  Rizó- 
se este  asalto  de  tal  manera  que  vnos  tomauan 
cauallos  y  muías,  y  otros  muchos  carneros  y  oue- 
jas  de  las  que  ay  en  esta  tierra;  otros  tomaron  yn- 
dios y  las  yndias  que  tenian  de  seruicio,  y  otros  la 
plata  que  hallaron;  finalmente,  que  no  dexaron 
cosa,  que  todo  quanto  pudieron  hallar  lo  tomaron, 
robaron  y  hurtaron  con  gran  violencia.  Los  yndios 
de  seruicio  que  vieron  esta  destruycion  luego  lo 
fueron  a  dezir  a  sus  amos  los  mendocinos  v  here- 
dianos  de  la  entrada  que  estauan  en  el  exercito,  los 
quales  [lo]  sintieron  mucho  porque  no  tenian  mas 
que  aquello  en  caudal,  porque  era  toda  su  riqueza. 
Aunque  a  otros  no  se  les  dio  nada  creyendo  que 
aurian  la  vitoria  contra  los  rebeldes  y  que  todo 
quanto  se  les  auia  tomado  y  lo  que  sus  contrarios 
tenian  auia  de  ser  todo  para  ellos  y  que  lo  auian 
de  ganar  a  f  uerv'a  de  armas,  y  no  robándolo  como 
ellos  lo  auian  hecho  como  ladrones  públicos.  Pues 
las  cintinelas  que  se  pussieron  de  parte  de  Fran- 
cisco de  Carauajal  fueron  al  campo  y  comentaron 
de  ver  y  considerar  escuchando  lo  que  los  men- 


eo   lii.llritnm. 


237 

docinos  y  heredíanos  hazian,  y  acasso  se  diuidie- 
ron  y  apartaron  de  los  otros  corredores  Francisco 
del  Enzina  y  Xpoual  Ximenez,  hermano  de  Don 
Fray  Juan  Solano,  obispo  del  Cuzco,  y  se  fueron 
entrambos  por  otra  parte  y  se  pussieron  encima 
de  vn  otero  para  desde  alli  considerar  lo  que  los; 
contrarios  hazian.  Estando  en  esto  dieron  sobre, 
ellos  seys  de  a  cauallo  de  los  heredianos  de  la  en- 
trada creyendo  que  eran  de  sus  compañeros,  y  se 
fueron  a  ellos,  y  como  no  dieron  el  nombre  del 
sancto  reconoscieron  que  eran  de  los  pic^-arristas 
y  prendieron  al  dicho  Francisco  del  Enzina  y  lo 
licuaron  ante  Lope  de  Mendoza,  y  Xpoual  Xime-. 
nez  huj'o  porque  tenia  buen  cauallo  corredor.  Pues 
como  Xpoual  Ximenez  escapo  se  fue  con  gran  ve- 
locidad a  la  casa  fuerte,  el  qual  yua  dando  bozes 
y  diziendo  ¡al  arma,  señores,  al  arma!  que  núes- 
tros  enemigos  vienen;  y  assi  allego  a  la  pla^a  con 
mas  miedo  que  con  vergüenza,  seg-un  yua  demu- 
dado, de  que  todos  se  alborotaron.  Entrando  adon- 
de Francisco  de  Carauajal  estaña  apossentado  le 
dixo  con  gran  ahinco' ¿que  haze  v.  m.  aqui  metido? 
¡cuerpo  de  Sant!  que  los  enemigos  vienen  y  han 
preso  a  mi  compañero  Francisco  del  Enziija  en 
donde  estauamos  puestos  por  cintinelas.  Assi  co- 
mo Francisco  de  Carauajal  03^0  esto  se  sallo  del 
apossento  en  donde  estaua,  con  gran  presteza,  y 
también  los  que  estañan  con  el,  y  desque  vido  la 
poca  gente  que  auia  en  la  plaza  y  en  las  puertas 
tuuo  gran  rezelo,  sospechando  que  los  suyos  se 
aurian  passado  a  Lope  de  Mendo(;a  y  a  los  de  la 
entrada,  y  tuuose  por  perdido.  Ciertamente  fue 


238 

este  gran  descuydo  de  Francisco  de  Carauajal  y 
gran  3^naduertencia  de  sus  capitanes,  no  mirando 
que  estaunn  enfrente  de  sus  enemigos,  que  si  en- 
tonces los  mendoclnos  y  heredianos  vinieran  se 
perdieran  Carauajal  y  todos  los  piQarristas;  mas 
ayudauales  entonces  fortuna  para  después  ver  ma- 
yor y  desastrada  y  mas  afrontosa  cayda,  como 
adelante  mas  largamente  diremos.  Luego  pre- 
gunto a  los  suyos  que  presentes  estañan  que  adon- 
de eran  ydos  los  demás  soldados;  le  fue  respondi- 
do que  todos  andauan  rancheando  por  el  pueblo  y 
por  las  casas  de  los  yndios,  por  lo  qual  se  reporto 
y  assossego  vn  poco.  Mando  Juego  a  los  atambo- 
res  que  tocassen  reziamente  al  arma*y  que  se  sol- 
tassen  algunos  arcabuzes  para  que  lo  oyessen  los 
mendocinos  y  heredianos  y  tuuiessen  entendido 
que  velauan  y  no  dormían  y  que  ya  sabrían  de  su 
venida,  y  para  que  también  lo  oyessen  los  que  an- 
dauan derramados  por  el  pueblo  y  se  recogiessen 
prestamente  a  sus  vanderas.  Como  los  atambores 
resonassen  y  sonassen  mucho  y  los  soldados  que 
andauan  rancheando  oyeron  el  ruydo  y  dislates 
de  los  arcabuzes,  tuuieron  entendido  que  los  men- 
docinos y  heredianos  eran  llegados  a  la  casa  fuer- 
te, por  lo  qual  muchos  dellos  dexaron  todo  quanto 
tenían  en  las  manos,  y  otros  lo  truxeron  al  patio, 
y  assi  se  recogieron  todos  a  sus  vanderas.  Des- 
que los  vido  Francisco  de  Carauajal  quiso  salir  de 
medida  para  los  castigar,  y  con  el  tiempo  peligro- 
so no  quiso  hazer  cosa,  sino  que  tan  solamente  los 
reprehendió  blandamente,  dizíendoles  que  ¿por 
que  no  tenían  vergüenza  ni  miramiento  en  dexar 


y  randeras  en  tan  graa  peligro? 
:nemigos  vinieran  ¿que  cuenta  die- 
ran Ofi  SI  mismos,  porque  los  contrarios  los  pudie- 
ran fácilmente  prender  y  matar?  y  assi  les  dixo 
otras  muchas  cosas.  Como  los  pii;arristas  estuuie- 
ssenapercebidos  creyendo  que  los  mendocinos  y 
heredianos  venían,  los  estuuieron  aguardando 
mas  de  vna  hora  con  las  armas  en  las  manos,  y 
desque  vieron  que  no  venían  assossegaronse  vn 
poco.  Mas  con  todo  esto  Francisco  de  Carauajal 
embio  haziá  alia  diez  arcabuceros  en  buenos  ca- 
uallos  para  que  viessen  lo  que  hazian  sus  contra- 
rios, y  los  corredores  fueron  y  dende  a  vn  ralo 
boluieron  con  auiso  que  no  venian.  Que  por  hazer 
la  luna  muy  clara  les  parescio  desde  vn  altofano 
estar  puestos  en  dos  esquadrones  en  vn  llano,  por 
lo  qual  todos  se  assossegaron  y  fstuuieron  quedos 
en  sus  puestos  y  cenaron  de  lo  que  algunos  te- 
nían (1)  y  que  auian  traydo  de  la  ranchería,  que  en 
todo  el  día  no  auian  comido.  Francisco  de  Cara- 
uajal, con  el  rezelo  que  tuuo  que  sus  soldados  se 
tornarían  a  desmandar  en  yr  otra  vez  a  ranchear 
sin  temor  ni  rezelo  alguno,  no  se  quiso  quitar  de 
alH,  antes  comento  de  passearsse  a  pie  por  el  pa- 
tio o  si  quíer  plai;a.  Y  de  quando  en  quando  yua  a 
visitar  las  tres  puertas,  hablando  con  sus  capitanes 
y  soldados  animándolos  para  que  fuertemente  pe- 
leassen  si  los  enemigos  vlniessen,  y  que  por  co- 
uardia  no  desamparasen  el  lugar  que  tenían,  sino 
que  todos  muriessen  como  buenos  hombres,  o  ven- 
cí)   Ui.linla. 


240  • 

ciessen  a  sus  contrarios.  Los  corredores  que  pren- 
dieron a  Francisco  del  Enzina  lo  licuaron  ante 
Lope  de  Mendoza,  el  qual  le  hizo  mucha  cortesía 
y  luego  le  pregunto  que  gente,  que  fuerzas  y  que 
yntencion  era  la  de  Francisco  de  Carauajal,  y  si 
por  ventura  sabia  que  uviesse  algunos  hombres 
de  sus  compañeros  que  se  quisiessen  pasar  a  su 
exercito  a  seruir  a  Su  Magestad.  Y  demás  desto 
que  le  auian  certificado  ciertos  seruidores  de  Su 
Magestad  que  muchos  soldados  estañan  muy  con- 

• 

tra  su  voluntad  en  seruicio  de  Gonzalo  Piíparro,  y 
que  por  esto  querían  dexar  y  desamparar  a  Fran- 
cisco de  Carauajal,  y  que  cierto  el  estaua  maraui- 
liado  de  como  no  se  auian  passado.  Francisco  del 
Enzina  respondió  diziendole  la  verdad  de  todo  lo 
que  sabia  y  de  lo  que  tenía  conoscido  en  los  capi- 
tanes y  soldados  de  Francisco  de  Carauajal,  y  que 
tenia  entendido  que  no  auia  ninguno  que  se  qui- 
siesse  passar  a  su  exercito,  porque  a  lo  que  tenia 
entendido  estauan  todos  de  vn  acuerdo  de  pelear 
contra  el,  ca  se  mostrauan  por  muy  grandes  ami- 
gos y  seruidores  de  Gon<paIo  Pi^arro.  Lope  de 
Mendoza,  considerando  esto  y  creyendo  a  Fran- 
cisco del  Enzina,  luego  entendió  que  el  Padre  Die- 
go Márquez  le  auia  burlado  a  fin  de  le  hazer  dete- 
ner allí,  y  que  su  esperan9a  aui.i  sido  vana.  Mas 
con  todo  esto  no  perdió  punto  de  animo  ni  esperan- 
za de  alcanzar  la  vitoria,  antes  como  capitán  es- 
forzado y  animoso  dixo  a  los  suyos  que  seria  bue- 
no dar  en  los  enemigos  en  poniéndose  la  luna,  por- 
que estarían  descuy dados,  que  temían  entendido 
que  la  batalla  se  auia  de  dar  otro  dia  por  la  maña- 


241 


•-  S'i 


na.  En  este  comedio  rescibio  vna  carta  Lope  de 
Mendoza,  que  se  la  dio  vn  yndio  bo^al,  la  qual  es- 
taua  sin  firma  ni  sobre  escripto,  y  a  lo  que  pares- 
cio  y  según  se  dixo  después  que  se  la  embiaron 
ciertos  hombres  del  campo  de  Francisco  de  Cara- 
uajal.  Lo  que  en  ella  se  contenia  era  que  le  em- 
biauan  a  dezir  que  diesse  en  la  casa  fuerte  aquella 
noche  y  que  ellos  matarían  a  Francisco  de  Cara- 
uajal,  y  que  hecha  esta  muerte  en  el,  luego  se  pa- 
ssarian  todos  a  su  exercito,  y  esto  se  presumió  ser 
assi  y  aun  se  tuuo  por  muy  cierto  por  lo  que  des- 
pués hizieron  ciertos  soldados  contra  el,  como 
abaxo  se  dirá.  Aunque  también  se  entendió  por 
otra  parte  que  fue  yn  otro  ardid  como  los  passa- 
dos  que  Francisco  de  Carauajal  auia  hecho,  por- 
que tuuo  sospecha  que  si  los  mendocinos  y  here- 
dianos  no  dauan  en  Ja  casa  fuerte  algún  rebato, 
que  se  yrian  adonde  tenian  su  ropa  y  riqueza  y  se 
la  tomarían  toda,  porque  después  no  la  podria  co- 
brar dellos  porque  se  yrian  a  esconder  a  diuersas 
partes.  Assi  se  afirmo  que  el  mismo  Francisco  de 
Carauajal  embio  la  carta  a  sus  contrarios  para  los 
engañar  del  todo  y  destruyllos,  por  lo  qual  Lope 
de  Mendoga,  dando  crédito  a  ella,  se  apercebio 
para  dar  la  batalla,  que  sus  soldados  la  desseauan 
mucho  por  vengarse  de  los  pi9arrjstas  que  les 
auian  tomado  la  ropa. 


SI 


-.•r 


G.  TiK  Santa  Clara.— IV.— 3.* 


l6 


CAPITULO  xxvm 

DE  COMO  LOPE  DE  MENDOZA  HABLO  A  SUS  SOLDADOS 
Y  DE  LA  PLATICA  QUE  LES  HIZO  PARA  DAR  BATALLA 
AQUELLA  NOCHE  A  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL,  Y  DE 
LA  HORDEN  QUE  LES  DIO  PARA  COMBATIR  LA  CASA 
FUERTE  QUE  LOS  ENEMIGOS  TENÍAN  TOMADA 


Media  noche  era  passada  quando  entre  Lope 
de  Mendoza  y  sus  capitanes  se  determino  de  no 
poner  mas  dilación  en  el  dar  de  la  batalla  a  sus 
mortales  enemigos,  porque  vido  que  era  ya  tiem- 
po conuenible  porque  se  auia  puesto  ya  la  luna, 
que  les  era  muy  ymportante  y  nescesario  por  cau- 
sa de  los  muchos  arcabuzes  que  los  contrarios  te- 
nían. Y  assi  mando  a  Luys  Perdomo,  su  Maestro 
de  campo,  y  al  sargento  mayor  y  a  los  demás  offi- 
ciales  del  campo  que  hordenassen  muy  bien  los 
dos  esquadrones,  aunque  pequeños,  porque  los 
quería  yr  a  uer,  y  ellos  lo  hizieron  assi.  Después, 
saliendo  Lope  de  Mendoza  de  su  tienda^  que  esta 
sola  se  auia  puesto  para  el,  subió  en  su  cauallo  y 
se  fue  a  los  esquadroncíllos  y  los  anduuo  mirando 
de  vna  parte  a  otra  alabando  a  los  capitanes  que 
estauan  bien  hechos,  y  luego  se  pusso  enfrente 
dallos  para  les  hablar  en  donde  le  pudíessen  oyr, 


243 

a  los  quales  hizo  vna  platica  persuatoria  hablan- 
doles  en  la  forma  y  manera  siguiente: 

Paresceme,  caualleros  y  señores  míos,  que  es 
cosa  muy  nescesaria  y  prouechosa  que  sin  aguar- 
dar mas  tiempo  ni  alargar  mas  dilación  vamos 
con  grande  animo  y  esfuerzo  a  la  casa  fuerte  y  aco- 
metamos a  nuestros  mortales  enemigos  que  en  la 
casa  están  metidos  con  temor  y  couardia  de  pelear 
con  nosotros,  contra  los  quales  mostremos  la  vir- 
tud que  tenemos,  porque  de  lá  dilación  nuestra 
cobran  ellos  nueuas  fuerzas  y  a  nosotros  se  nos 
doblan  los  trabaxos.  Assi  que  no  demos  ya  mas 
lugar  a  que  se  passe  el  tiempo  y  la  hora  en  valde, 
ni  tampoco  a  que  se  puedan  mas  fortifficar  con 
las  paredes  y  reparos  que  tienen,  pues  de  miedo 
de  nosotros  como  couardes  se  metieron  en  aquel 
fuerte  lugar  por  ampararse  en  el.  Para  mi  tengo 
creydt),  y  aun  es  assi,  que  sera  muy  fácil  y  ligera 
cosa  vencer  a  estos  hombres  que  andan  fuera  del 
seruicio  de  Su  Magestad,  pues  nosotros  andamos 
en  su  nombre  •  y  con  su  real  boz,  lleuando  como 
Ileuamos  por  delante  la  razón  y  recta  justicia  por 
amparos  y  broqueles  para  nuestras  deffensiones, 
la  qual  ellos  no  tienen.  Por  donde  vernan  ellos  a 
conoscer  y  a  entender  el  mal  casso  que  siguen,  y 
como  por  ello  han  de  ser  vencidos  y  castigados 
por  el  Visorrey  Blasco  Nuñez  Vela  y  por  nosotros 
que  estamos  aqui  agora  en  frontera  dellos,  pues 
se  apartaron  de  la  lealtad  y  fidelidad  que  eran 
obligados  a  tener  al  rey  nuestro  señor.  Porque 
por  la  dañada  consciencia  que  tienen  no  podran 
resistir  el  ympetu  y  furia  de  vuestros  vigorosos 


244 

ánimos,  ni  tanpoco  ossaran  hazeros  rostro,  y  assi 
tengo  entendido  y  aun  creydo  que  su  maluada 
deslealtad  y  desuerguenca  los  hará  couardes  como 
lo  son,  y  a  vosotros  os  dará  esfuerzo  y  alienta 
para  conseguir  la  vitoria  que  tan  desseada  es  de 
nosotros.  Traed  en  la  memoria  a  quien  vays  a 
seruír,  que  es  al  rey  nuestro  señor,  y  mirad  quien 
soys  vosotros  y  de  vuestra  nobleza  y  virtud,  y 
acordándoos  desto  tengo  por  cierto  y  lo  se  muy 
bien  que  peleareis  con  animo  y  esfuerzo  y  offen- 
dereis  valientemente  al  enemigo  que  tan  cerca 
esta  de  nosotros.  De  vna  cosa  os  quiero  aduertir 
por  donde  tengo  entendido  que  alcanzaremos  la 
Vitoria  contra  nuestros  mortales  enemigos,  y  es 
que  la  batalla  que  auemos  de  dar  es  contra  tray- 
dores  marineros  y  gente  de  poca  suerte  y  valor  y 
de  ninguna  esperiencia,  de  lo  qual  a  mi  me  pesa, 
porque  en  ello  abatimos  y  apocamos  nuestras  per- 
sonas y  honrras  en  tomarnos  con  tal  vil  canalla 
como  esta  lo  es.  Mas  en  fin,  al  fin  como  ellos  son 
transgresores  de  los  mandamientos  del  rey  nues^ 
tro  señor,  es  meritorio  castigallos  y  hechallos  to^ 
talmente  fuera  de  toda  la  tierra  como  a  hombres 
malos,  perniciosos,  sediciosos  y  perturbadores 
como  lo  son  de  todas  las  repúblicas  destas  pro- 
uincias,  y  sobre  todo  perseguidores  de  los  leales 
seruidores  y  vasallos  de  Su  Magestad.  Pues  en 
ello  hazemos  gran  seruicio  a  Dios  y  al  rey  nuestro 
señor,  librando  toda  esta  tierra  d^  tantas  cruelda- 
áesy  males  y  daños  como  estos  diabólicos  hombres 
de  cada  dia  hazen  y  han  hecho  en  los  que  poco 
pueden  y  en  los  que  mucho  valen,  robando  a  los 


245 

vnos  y.  matando  a  los  otros.  Yo  me  huelgo  en 
gran  manei'a  en  tener,  como  tengo,  conoscido  la 
ventaja  muy  grande  que  les  tenéis  en  todas  las 
cosas,  assi  en  el  pelear  como  en  conoscer  y  saber 
lo  que  mas  conuiene  para  en  esta  batalla  que  es- 
peramos dar.  De  manera  que  la  contienda  y  pe- 
lea (1)  a  de  ser  contra  estos  hombres  carniceros 
que  han  cometido  contra  su  rey  y  señor  natural 
grandes  trayciones,  ynsultos  y  maldades,  rebol- 
uiendo  con  grandes  ynquietudes  toda  esta  misera- 
ble, fatigosa  y  lastimosa  tierra.  Aquesto  solo  os 
deue  conuidar  para  que  por  vosotros  sean  recu- 
peradas estas  prouincias  que  están  oprimidas  y 
vexadas  de  brauos  y  crueles  tiranos,  procurando 
de  alcan9ar  victoria  contra  ellos,  porque  si  la  al- 
canzáis, como  de  vosotros  espero  que  la  alcanza 
reis,  daréis  punto  y  fin  a  vuestros  trabaxos  y  ver- 
neis  a  dar  principio  y  comiendo  a  vuestro  descanso 
y  quietud  que  tanto  desseays  tener.  Assi  como  Su 
•Magestad  y  el  Visorrey  en  su  nombre  diere  a  es- 
tos hombres  la  pena  y  castigo  que  merescen  por 
sus  crueldades  y  trayciones,  assi  yo  también  digo 
en  el  dicho  Real  nombre  os  haré  grandes  merce- 
des por  lo  mucho  que  se  os  deue  por  los  muchos  y 
grandes  trabaxos  (2)  que  aueis  tenido  en  el  descu- 
brimiento y  conquista  del  Rio  de  la  Plata  en  ser- 
tdcio  de  Su  Magestad.  Y  por  tanto  os  doy  licencia 
y  facultad,  haziendo  como  os  hago  el  campo  fran- 
co, para  que  todo  aquello  que  tomaredes  en  la  ba- 


(I)    T^chudo:  de  ítner. 
(i)    Tachado:  siruicios» 


246 

talla  sea  vuestro  propio,  pues  por  derecho  degue- 
rra  lo  aueis  de  ganar,  porque  estos  traydores  la 
tienen  todo  perdido.  Demás  desto  gozareis  de  los 
bienes  y  fructos  de  la  tierra,  y  los  yndios  que  es- 
tuuieren  vacuos  en  esta  gran  prouincia  de  las 
Charcas  y  los  que  tuuieren  los  traydores  se  darán 
y  se  repartirán  entre  vosotros  en  nombre  de  Su 
Magestad,  pues  los  tenéis  ya  bien  merescidos  por 
los  trabaxos  muy  grandes  que  aueis  passado  en 
conquistar  tierras  nueuas  y  por  este  buen  seruicio 
que  agora  aueis  de  hazer.  Y  porque  se.que  en  todo 
y  por  todo  haréis  el  deuer  y  lo  que  soys  obliga- 
dos (1)  a  buenos  y  leales  caualleros,  mejor  de  lo 
que  yo  lo  sabré  encarecer,  no  me  alargo  mas,  sino 
que  os  encomiendo  muy  de  veras  el  vencimiento 
de  vuestros  enemigos,  porque  en  ello  ganareis 
mucha  honrra  y  gran  reputación  en  auer  quitado 
del  mundo  a  este  honribre  tan  maldito  y  tan  cruel 
como  lo  es. 

Hecha  esta  platica  y  confformandose  todos  los 
heredianos  con  la  voluntad  \^  gran  desseo  de  Lope 
de  Mendoza,  le  prometieron  muy  de  veras  de  se- 
guille  hasta  la  muerte  y  que  por  las  obras  lo  veria 
lo  que  ellos  auian  de  hazer  en  seruicjo  de  Su  Ma- 
gestad, y  que  luego  los  lleuasse  contra  los  enemi- 
gos, que  ellos  los  vencerian  con  ayuda  de  Dios,  o 
que  los  hecharian  fuera  de  toda  la  tierra  con  gran 
abiltamiento  y  deshonrra  dellos.  Estas  cosas  y 
otras  muchas  dixeron  con  grande  animo  y  volun- 
tad como  soldados  fieros  y  denodados,  porque  es- 


(I)    Ms.  obligcuio. 


247 

tauan  habituados  y  hechos  de  cada  dia  a  pelear  y 
a  trabaxar  en  las  guerras  muy  peligrosas  que  con 
los  yndios  muy  ferozes  áuian  tenido,  y  como  hom- 
bres que  no  tenían  ningún  rezelo  de  qualquier  mal 
y  daño  que  les  pudiesse  venir  de  parte  de  Cara- 
uajal.  Lope  de  Mendoza  alabo  mucho  las  ynten- 
ciones  y  buenas  voluntades  que  los  heredianos  y 
los  demás  mostrauan  tener,  y  como  sintió  que  to- 
dos estañan  a  punto  y  como  mostrauan  con  animo 
feroz  el  desseo  muy  grande  que  tenían  ya  de  pe- 
lear, mando  sin  mas  poner  dilación  que  todos  mar- 
chassen.  Y  esto  mando  hazer  antes  que  a  los  sol 
dados  se  les  enfriasse  aquel  animo  yncentiuo  y  el 
gran  furor  que  tenian,  y  hordeno  que  todos  si^uie- 
ssen  al  capitán  Nicolás  de  Heredia  que  en  la  aban- 
guadia  estaua  a  cauallo  con  gran  voluntad  de  pe- 
lear. Los  soldados  hizieron  lo  que  Lope  de  Mendo- 
<;a  les  mando,  con  buena  voluntad,  y  después  se 
pusso  en  la  delantera  con  Nicolás  de  Heredia  jun- 
tamente con  el  estancarte  que  Alonso  Camarico 
tenia  y  lleuaua,  y  en  la  retaguardia  yuan  el  Maes- 
tro de  campo  Luys  Perdomo  y  el  capitán  Die^o 
López  de  Ayala.  Assi  que  con  esta  borden  se  fue 
ron  su  poco  á  poco  marchando  tras  sus  vánderas 
con  gran  silencio  y  sin  ruydo  alguno,  hasta  que 
todos  se  fueron  a  poner  junto  a  la  casa  fuerte  y 
alli  pararon  vn  poco  para  tomar  aliento,  que  no 
fueron  sentidos  ni  vistos  por  la  gran  escuridad  cjue 
hazia.  Lope  de  Mendoza  dixo  al  capitán  Nicolás 
de  Heredia  que  con  todos  los  de  a  cauallo  que  te- 
nia y  con  su  estandarte  fuesse  a  la  puerta  que  es- 
taua junto  al  cerro  y  que  alli  mostrasse  su  valor  y 


248 

esfuerzo,  y  en  esta  puerta  estauan  los  soldados  de 
la  compañía  de  Juan  de  Morales,  que  por  su  ausen- 
cia la  tenia  a  cargo  el  alférez  Juan  Velez  de  Gue- 
uara.  Los  (1)  arcabuzeros  y  piqueros  fueron  a  la 
puerta  principal  desde  donde  Lope  de  Mendoza 
auia  de  pelear  y  combatir  la  casa  fuerte,  y  se  lle- 
uo  consigo  al  Maestro  de  campo  Luys  Perdomo  el 
canario  y  el  alférez  Alonso  Camargo  y  al  capitán 
Pedro  López  de  Ayala  con  otros  hombres  princi- 
pales de  los  heredianos  de  la  entrada.  Dioles  por 
auisso  que  si  por  ventura  les  íuesse  muy  faborable 
la  fortuna,  o  por  mejor  dezir  Dios  nuestro  Señor, 
y  entrassen  dentro  con  victoria,  porque  se  conos- 
ciessen  los  vnos  y  los  otros  y  no  se  matassén  Ue- 
uassen  por  apellido  el  nombre  del  señor  (2)  Sant 
Francisco  y  el  de  Su  Magestad,  y  que  ninguno  de- 
llos  se  quitasse  la  camisa  o  banda  blanca  que  lle- 
uauan  puestas  encima  de  los  vestidos,  que  para 
aquel  effecto  se  las  auian  todos  vestido  y  puesto. 


(i)    Ms.  a  los. 
(a)    Tachado:  de^ 


^  CAPITULO  XXIX 

■DE  LA  BATALLA  NOCTURNA  QUE  SE  DIO  EN  EL  PUE- 
BLO DE  POCONA  ENTRE  LOS  DOS  CAPITANES  LOPE  DE 
HENDOgA  Y  FRANCISCO  D5  CARAUAJAL,  Y  DEL  AR- 
CABUZA<P0  QUE  LE  DIERON  LOS  SUYOS  EN  LAS  NAL- 
GAS MIENTRAS  TÜRAUA  LA  PORFFIADA  BATALLA 


Con  esta  borden  y  concierto  que  tenemos  dicho 
fue  Lope  de  Mendoga  con  sus  soldados  y  con  los 
heredianos  hazia  el  pueblo  de  Pocona,  el  qual  yua 
como  buen  capitán  animándolos  y  esforzándolos, 
aunque  ellos  lo  tenían  muy  grande,  a  los  quales 
yua  diziendo  que  animosa  y  valientemente  pelea- 
sen contra  los  pigarristas  para  que  consiguiessen 
y  alcan^assen  la  victoria  tan  desseada  por  ellos. 
Ya  que  estañan  cerca  de  la  casa  fuerte  donde  las 
cintinelas  y  escuchas  estañan  fueron  sentidos  por 
ellas,  y  en  vna  carrera  y  velocidad  de  sus  cauallos 
lo  fueron  a  dezir  y  dando  vozes  yuan  diziendo  ¡al 
arma,  caualleros,  al  arma!  que  nuestros  enemigos 
vienen  a  pelear.  Francisco  de  Carauajal,  que  se 
andana  paseando  a  píe  entre  sus  soldados  con  el 
Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadilla,  sintien- 
do esto  fue  marauillado  que  tan  poca  gente  tuuie- 
sse  atreuimiento  de  le  acometer,  porque  el  no  la 


,  250 

tuuo  en  poco,  sino  en  mucho»  y  cierto  el  tenia  mu- 
cha razonen  tenellos  en  mucho,  porque  quien  a 
su  enemigo  tiene  en  poco  a  sus  manos  cae  y  mue- 
re. Con  esto  se  fue  con  mucha  priessa  de  puerta 
en  puerta  llamando  a  sus  capitanes  y  soldados,  a 
los  quales  comento  a  exhortar  y  animar  dizienío- 
les  que  escogiessen  por  mejor  partido  morir  en  la 
batalla  con  honrra  en  seruicio  del  rey  y  de  Gon- 
<;alo  Pi^arro  que  ser  vencidos  con  mengua  y  abil- 
tamiento,  de  tan  poca  gente.  Pues  como  los  men- 
docinos  y  heredianos  llegaron  a  las  puertas  que 
les  auian  encomendado,  comentaron  con  grande 
animo  de  tirar  los  arcabuzes  a  sus  contrarios,  aun- 
que a  bulto  por  la  gran  escuridad  que  hazia,  que 
no"vian  cosa,  sino  que  tirauail  a  tino  a  donde  les 
parescia  que  estañan  las  puertas,  y  esto  se  hazia 
de  tal  manera  que  mas  espantauan  que  matauan. 
Los  capitanes  y  soldados  pi(;arristas  sintiendo  que 
ya  eran  acometidos  comentaron  ellos  también  a 
tirar  sus  arcabuzes  a  bulto,  donde  vían  salir  el  fue- 
go del  arcabuz  contrario,  y  desta  manera  se  tra- 
uo  la  pelea  y  escaramuza  nocturna  con  grande 
yra  y  furor  que  auia  de  entrambas  partes.  Como 
Francisco  de  Carauajal  vido  que  todos  estauan  pe- 
leando y  que  estauan  encendidos  en  la  batalla  y 
pelea  que  ya  escaua  trauada,  se  aparto  bonica- 
mente dentre  los  suyos  y  se  fue  prestamente  a  su 
cámara,  en  donde  se  quito  vn  coselete  y  vna  cela- 
da borgoñona  que  auia  traydo  de  Ytalia  y  se  que- 
do con  vna  cota  y  vn  caxco  que  tomo,  y  encima 
del  se  pusso  vna  gorra  vieja.  También  se  cubrió 
con  vna  capa  vieja  de  Perpiñan  que  era  de  vn 


251 

arriero  suyo,  y  con  aqueste  disfrez  y  disimulación 
se  torno  a  los  suyos  con  la  espada  en  la  mano,  y 
el  que  le  vido  aquella  noche  tuuo  c  rey  do  que  era 
Juan  Rodriguez  el  arriero  que  andaua  con  las  mu- 
las  de  Francisco  de  Carauajal.  En  este  comedio 
arremetieron  los  mendocinos  y  heredianos  con 
gran  denuedo  a  la  puerta  principal,  que  (1)  estu- 
uieron  a  canto  de  entrar  por  ella,  mas  como  lo 
auian  con  soldados  viejos  y  por  ser  la  puerta  angos- 
ta no  pudieron  passar  adelante,  y  desta  manera 
los  vnos  por  entrar,  y  los  otros  por  no  Ips  dexar 
entrar,  andaua  entre  ellos  muy  braua  y  encendida 
la  pelea.  Los  que  no  tenian  arcabuzes,  con  mortal 
rauia  se  tirauan  espesos  golpes  de  langas  y  de 
partesanazos,  que  era  cosa  estraña  de  ver,  y  qui- 
sieron muchos  aquella  noche  señalarse  por  entrar 
dentro  del  patio,  mas  como  hallaron  gran  resisten- 
cia en  las  puertas  no  pudieron  en  ninguna  mane- 
ra. Vn  soldado  de  los  de  la  entrada,  mostrándose 
por  valiente  y  animoso  y  queriendo  señalarsse  con 
grande  animo,  se  metió  tanto  por  la  puerta  hasta 
donde  estaua  Alonso  de  Mendb(;a,  y  por  mas  pica- 
zos (2)  que  le  dieron  en  la  rodela  y  en  el  cuerpo 
bien  armado  no  le  pudieron  hechar  de  alli  por  la 
gran  constancia  que  tuuo.  Viendo  el  soldado  here- 
diano  que  no  tenia  quien  le  diesse  fabor  y  ayuda 
para  poder  entrar  mas  adentro,  se  salió,  dando 
primero  vna  buena  cuchillada  con  la  espada  a  vn 
soldado  de  Francisco  de  Carauajal^  llamado  Juan 


( 1 )  Tachado:  /* r  se  r, 

(2)  Vi%,  picajosos. 


252 

d^Espinosa,  y  se  salió  dentre  ellos  sin  lisionni  heri- 
da ninguna.  Comengo  el  animoso  soldado  a  dar 
bozes  diziendo  a  sus  compafleros  [a  ellos,  caualle- 
ros,  a  ellos!  que  toda  es  gente  vellaca,  y  de  temor 
como  couardes  se  están  encerrados  en  esta  casa 
fuerte;  y  oyendo  esto  los  mendocinos  y  heredianos 
dieron  con  animo  otro  apretón,  creyendo  que  de 
aquella  arremetida  auian  de  entrar.  Mas  como  he 
dicho  lo  auian  con  soldados  viejos  y  esperimenta- 
dos  en  las  g\i erras  passadas  [que]  no  querían  per- 
der punto  de  animo  ni  decaer  de  su  honor,  y  como 
auia  mas  de  vna  hora  que  se  confrontauan  y  que 
era  mas  el  cansancio  que  tomauan  que  el  fructo 
que  sacauan,  y  porque  todos  ellos  estañan  ya  sin 
aliento,  afloxaron  vn  poco.  Sintiendo  esto  Lope  de 
Mendo9a  determino  de  apartarse  vn  poco  por  to- 
mar vn  poco  de  aliento,  y  assi  lo  mando  de  mano 
en  mano  a  los  suyos  para  que  hiziessen  otro  tanto, 
y  luego  se  apartaron  todos  y  se  fueron  a  poner  de- 
tras de  vnos  paredones  que  estañan  cerca  de  la 
puerta  principal  en  donde  Lope  de  Mendoza  esta* 
ua.  Los  de  a  cauallo,  que  eran  hasta  treynta  y  cin- 
co hombres  los  que  fueron  con  el  capitán  Nicolás 
de  Heredia  a  la  puerta  de  arriba,  como  sintieron 
que  Lope  de  Mendoza  andana  ya  en  la  refriega 
arremetieron  con  grande  animo  contra  sus  contra- 
rios, los  quales  fueron  luego  sentidos  de  los  solda- 
dos de  Francisco  de  Carauajal.  Como  los  sintie- 
ssen  llegar  luego  dieron  en  ellos  vna  buena  rozia- 
da  de  arcabuza(;os  que  los  hizieron  reparar  y  dete- 
ner vn  poco,  porque  los  cauallos  se  espantauan  de 
los  truenos  y  dislates  de  los  arcabuzes,  y  porque 


253 

los  pigarristas  hondeauan  a  la  redonda  las  mechas 
que  tenían,  aunque  no  hirieron  por  entonces  a  nin- 
guno, a  causa  de  ser  la  noche  muy  escura  y  de 
gran  nublado.  Como  Nicolás  de  Heredia  sintió 
que  los  suyos  reparauan  por  culpa  de  los  cauallos, 
les  dio  bozes  que  dando  reziamente  de  las  espue-. 
las  a  los  cauallos  diessen  consigo  a  rienda  suelta 
y  con  grande  animo  dentro  del  patio  y  que  atro- 
pellassen  a  todos  quantos  por  delante  topassen,  y 
ellos  queriéndolo  hazer  no  los  dexaron  los  contra- 
rios porque  les  deffendieron  muy  bien  la  puerta. 
Tornaron  otra  vez  de  nueuo  a  porffiar  por  entrar 
dentro,  mas  no  pudieron  a  causa  que  por  aquella 
vez  les  mataron  quatro  de  a  cauallo,  y  estando  en 
esta  porfía  llego  por  aqui  alli  Pedro  López  de 
Ayala  con  quatro  arcabuzeros  a  faborescer  a  los 
de  a  cauallo,  y  no  uvo  llegado  quando  a  el  y  a  dos 
arcabuzeros  suyos  los  mataron  con  sendos  arca- 
buzagos  que  les  dieron.  Viendo  Nicolás  de  Here- 
dia quan  fuertes  contrarios  tenian  y  que  de  la  parte 
de  los  pi^arristas  auia  mucha  arcabuzeria  [y  que] 
a  esta  causa  no  los  auian  podido  vencer,  ni  entrar 
en  la  pla^a,  por  estar  bien  fortifñcada  la  entrada, 
pues  a  cabo  de  vna  hora  que  los  heredianos  pelea- 
uan  con  ellos,  los  dexaron  y  se  fueron  adonde  Lo- 
pe de  Mendoza  estaua,  para  saber  del  lo  que  auian 
de  hazer  contra  los  pigarristas,  y  llegados  a  el  le 
dixeron  todo  lo  que  les  auia  passado  con  los  sol- 
dados de  Francisco  de  Carauajal.  Assimismo  de 
como  les  auian  muerto  al  capitán  Pedro  López  de 
Ayala  con  otros  tres  arcabuzeros,  de  lo  qual  le  pe- 
so en  gran  manera,  y  por  esto  [se]  determinaron 


254 

todos  a  descansar  vn  poco  para  tornar  luego  a  pe- 
lear y  para  vengar  las  muertes  de  sus  compañe- 
ros y  amigos  con  vencimiento  de  sus  contrarios. 
Mientras  los  vnos  y  los  otros  descansauan  y  to- 
mauan  algún  aliento  comentaron  los  mendocínos 
y  heredianos  a  dar  grandes  bozes,diziendo  muchas 
vezes  ¡a  Durango,  Durangol  salid  acá  fuera;  ¿como 
os  tardáis  tanto  y  no  cumplís  vuestra  palabra?  Es- 
to se  dixo  muchas  vezes  a  fin  que  aun  tenían  crey- 
do  Lope  de  Mendoga  y  los  demás  capitanes  lo  que 
el  Padre  Diego  Márquez  les  auia  dicho  y  lo  que 
en  la  carta  le  auian  escripto,  y  como  vido  que  auia 
buen  rato  que  ninguno  salía  de  aquellos  que  se 
auian  de  passar,  conoscio  clara  y  abiertamente 
ser  todo  falso  y  engaño  y  que  totalmente  los  auian 
burlado.  Estando  en  esto,  Lope  de  Mendoza  con- 
certó con  los  heredianos  que  pues  eran  tres  puer- 
tas y  que  no  se  auian  combatido  sino  las  dos,  man- 
do que  se  diuídíesse  (1)  la  caualleria  y  arcabuzeria 
en  tres  partes,  para  tornar  a  prouar  ventura  y 
tornar  de  nueüo  a  pelear  con  sus  enemigos. 
Parte  de  la  caualleria  y  arcabuzeria  hizo  yr 
contra  el  capitán  Pedro  de  Castañeda  y  embio  con 
ella  al  Maestro  de  campo  Luys  Perdomo,  y  la  otra 
parte  embio  con  el  capitán  Nicolás  de  Heredia 
contra  los  de  la  compañía  de  Juan  de  Morales,  á 
los  quales  dio  para  entrambos  a  diez  arcabuzeros. 
Y  el  se  quedo  con  la  otra  tercera  parte  para  yr  a 
la  puerta  principal,  porque  tenia  gran  tema  de 
prender  o  matar  al  capitán  Alonso  de  Mendoza, 


(I)    yá%,diuiisst. 


255 

porque  dezia  que  no  auia  de  auer  Mendo9a  en  toda 
la  tierra  que  fuesse  traydor  al  rey,  y  que  Alonso 
de  Mendoza  lo  era  porque  andaua  con  los  tiranos. 
Hordenadas  pues  estas  cosas,  cada  capitán  arre- 
metió con  gran  denuedo  a  las  (1)  puertas  encomen- 
dadas, apellidando  el  nombre  de  Su  Magestad»  y 
todos  comentaron  a  pelear  animosamente  con 
gran  porffia,  que  estuuieron  mas  de  media  hora 
combatiendosse  para  entrar  los  vnos  aunque  los 
otros  les  deffendian  valientemente  la  entrada. 
Para  entrar  en  el  patio  los  vnos  offendian  y  los 
otros  se  deffendian  dandosse  de  cuchilladas,  lan- 
zadas y  arcabuzapos,  que  era  cosa  de  ver  la  furia 
que  de  entrambas  partes  auia^  y  como  la  noche 
hazia  muy  escura,  como  hemos  dicho,  no  se  vian 
si  cayan  algunos,  y  desta  manera  peleauan  sin 
ninguna  piedad.  Querer  contaren  particular  lo  que 
cada  vno  hizo  en  esta  pelea  tan  porffiada  no  se  po- 
dra numerar;  baste  dezir  en  plural  (2)  que  todos  lo 
hizieron  muy  demasiadamente  de  bien,  que  ningu- 
no dellos  quiso  por  su  parte  perder  tan  solo  vn 
punto  de  su  derecho  ni  de  su  honor.  Fueron  tantos 
y  tan  grandes  los  acometimientos  que  los  mendo- 
cinos  y  heredianos  dieron  en  la  casa  fuerte  que 
yerdaderamente  se  tuuo  entendido  que  la  entra- 
ran, y  por  esto  algunos  soldados  de  Francisco  de 
Carauajal  que  eran  de  poco  animo  y  por  reduzirse 
al  seruicio  del  rey,  andauan  en  este  conflito  titu- 
beando, no  sabiendo  que  se  hazer.  Juan  de  Palen- 


(i)    Tachado:  capiiofus, 
(a)    Uu.^btrar. 


256 

cía,  criado  de  Francisco  de  Carauajal,  se  salió  es- 
condidamente  del  cercado  y  se  fue  a  Lope  de  Men- 
doza, al  qual  dixo  lo  que  sentía  del  aninio  y  forta- 
leza de  la  gente  pigarrista,  y  les  amonesto  que  de* 
xassen  la  pelea  y  se  fuessen  todos  adonde  su  amo 
y  sas  soldados  tenían  la  ropa  y  fardaje  y  gran  ri- 
queza. Y  que  allí  podrían  tomar  muchas  y  diuer» 
sas  cosas  y  se  podrían  reforjar  con  veinte  arcabu- 
zeros  que  atrás  auian  quedado,  y  que  tomarían 
toda  la  munición  de  arcabuzes,  poluora,  mecha, 
langas,  picas,  con  otras  armas  offensiuas  y  deffen- 
siuas  que  Carauajal  traya  en  muchos  yndios  y  en 
azemílas  cargadas  (1),  para  que  dellas  se  aproue- 
chassen  contra  el  enemigo.  Lope  de  Mendoza  dixo 
que  por  entonces  no  estaua  con  aquel  proposito, 
sino  de  pelear  con  el  enemigo  o  morir  en  la  de- 
manda, o  vencer  y  matar  a  Francisco  de  Caraua- 
jal, y  que  después  se  recogería  la  ropa  que  dezia, 
aunque  muchos  de  la  entrada  fueron  del  parescer 
de  Juan  de  Falencia,  mas  no  uvo  effecto.  Lope  de 
Mendoí^a  queria  vengarse  en  matar  a  quien  tanto 
le  auia  perseguido,  y  assi  torno  otra  vez  a  mandar 
a  los  suyos  y  a  los  heredianos  que  tornassen  a  pro- 
uar  ventura,  por  ver  si  agora  hazian  algún  effecto 
o  entrañan  en  la  pla^a  con  esta  tercera  arremeti- 
da. Tornaron,  pues,  los  mendociiios  y  heredianos 
a  combatir  a  los  cercados,  que  ea  esta  hora  no  se 
oyera  otra  cosa  en  todas  las  puertas  sino  gritos, 
bozes,  apellidos,  truenos  y  dislates  de  arcabuzes  y 
animarse  los  vnos  y  los  otros  para  bien  pelear. 


(i)     Ms.  cargmd0s. 


^7 

Juan  de  Céspedes,  alcalde  hordinario  de  la  villa  de 
la  Plata,  que  por  señalarsse  en  aquella  batalla 
arremetió  muy  denodadamente  con  su  cauallo  con- 
tra la  compañía  de  Juan  de  Morales,  como  (1)  era 
solo  no  hizo  nada,  antes  lo  derribaron  del  cauallo 
sin  ninguna  herida.  El  alférez  Juan  Velez  de  Gue- 
uara  lo  hizo  prender  y  lo  mando  luego  entregar  al 
Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadilla,  el  qual 
le  hizo  hechar  en  fuertes  prisiones  y  encerrar  den- 
tro de  vn  aposento.  Con  estos  asaltos  tan  denoda- 
dos y  tan  furiosos  que  los  soldados  mendocinos  y 
heredianos  dauan,  pusso  gran  temor  y  espanto  en 
algunos  de  los  pigarristas,  creyendo  que  auian  de 
ser  vencidos,  según  los  acometimientos  hazian,  y 
que  después  Lope  de  Mendoza  los  mandaría  ahor- 
car y  hazer  quartos.  Principalmente  se  yntroducio 
mas  eltemor  en  el  animo  de  Pedro  de  Avendaño  (2), 
secretario  de  Francisco  de  Carauajal,  que  por  re- 
duzirsse  al  seruicio  de  Su  Magestad  propuso  de 
matar  a  su  amo  mientras  todos  peleauan,  por  sa- 
car  del  mundo  a  este  hombre  tan  malo  y  cruel 
como  lo  era  este  endemoniado.  Pues  con  esta  de- 
terminación hablo  a  Damián  de  la  Vandera  y  a 
Francisco  Rodríguez  Matamoros,  que  eran  sus 
muy  grandes  amigos,  y  el  les  dixo  el  secreto  que 
en  su  pecho  tenia,  y  ellos,  que  lo  desseauan  por 
ganar  honrra  y  reputación  por  el  ynteresse  que 
pretendían,  consintieron  en  todo.  Y  ellos  lo  comu 
nicaron  luego  con  otros  diez  arcabuzeros  animo- 


(l)    Ms.  que  como, 
(3)     Ms,  AmfMdaño, 

G.  na  Santa  Clara.— ÍV.— 3.*  17 


258 


!\ 


SOS  que  luego  vinieron  en  ello  porque  auia  muchos 
dias  atrás  que  le  desseauan  matar,  como  entre  ellos 
lo  tenian  platicado,  y  como  vieron  esta  buena  co- 
yuntura no  fue  mucho  menester  para  lo  hazer,  sino 
que  lueg:o  lo  matassen,  lo  qual  assi  concertado  se 
repartieron  de  dos  en  dos  y  de  tres  en  tres  a  bus- 
car a  Francisco  [dej  Carauajal,  y  como  el  andaua 
disfre<;ado  no  le  podian  hallar,  y  a  cabo  de  rato  [a] 
Damián  de  la  Vandera  y  Francisco  Rodríguez  Ma- 
tamoros les  cupo  la  suerte  de  lo  hallar  en  la  puerta 
principal,  que  salia  dentre  los  suyos  que  estauan 
peleando.  Y  conosciendolo  'en  la  coxera,  que  era 
vn  poco  coxo,  y  estando  vn  poco  del  apartados,  le 
tiraron  entrambos  a  la  par  por  no  le  herrar,  y  fue 
tal  su  ventura  y  su  buena  dicha  que  la  vna  bala  no 
le  acertó.  Y  la  otra  bala  le  dio  en  la  punta  de  la 
vna  nalga,  que  no  encarno  mucho,  y  passando  la 
bala  adelante  dio  con  ella  a  vn  Pedro  Galuan, 
portugués,  por  las  espaldas,  que  estaua  puesto  de 
rodillas  tirando  su  arcabuz  a  los  mendocinos  y  a 
los  heredianos  de  la  entrada.  Francisco  de  Caraua- 
jal, como  se  sintió  herir  en  parte  donde  no  allega- 
ua  la  cota,  que  era  muy  corta  y  liuiana,  aunque 
muy  buena  y  de  prueua,  tuuo  creydo  vna  de  dos 
cosas:  o  que  auia  entre  los  suyos  alguna  traycion, 
o  que  los  mendocinos  y  heredianos  auian  entrado 
en  la  placea  por  las  paredes.  Y  sin  dezir  cosa  algu- 
na se  fue  con  gran  presteza  adonde  Alonso  de 
Mendo(;a  estaua  y  le  dixo  en  secreto  lo  que  le  auia 
passado  y  como  estaua  herido  de  vn  arcabuza^o, 
mas  que  no  sabia  quien  le  uviesse  tirado,  y  que 
fuesse  a  la  plaga  a  ver  lo  que  auia  en  ella.  Alonso 


b 


259 

de  Mendoga  se  quito  de  la  puerta  sin  que  nadie 
mirasse  en  ello,  quedando  en  su  lugar  Francisco 
de  Carauajal,  y  con  gran  sufrimiento  y  dissimula- 
cion  por  no  dar  a  sentir  a  los  suyos  lo  que  el  mucho 
sentía  en  el  coraron  y  en  la  herida.  Pues  yendo 
Alonso  de  Mendoza  a  la  pla^a  llamo  al  capitán 
Martin  de  Almendras  y  a  ciertos  hombres  de  a 
cauallo  que  andauan  en  medio  de  la  plaga,  y  con 
ellos,  sin  les  dezir  cosa  alguna,  miro  y  remiro  to- 
das las  paredes  y  rincones  del  cercado  si  estaua 
algo  derribado  o  hecho  algún  portillo.  Hecho  esto 
se  fue  luego  de  puerta  en  puerta  y  anduuo  entre 
sus  amigos  animándolos  y  mirando  si  podria  ver 
alguno  que  no  fuesse  conoscido,  y  no  hallo  cosa 
de  que  se  rezelar,  y  assi  dio  la  buelta  a  su  puerta 
y  dixo  a  Francisco  de  Carauajal  que  no  auia  visto 
ni  sentido  cosa  alguna.  Francisco  de  Carauajal, 
como  quedo  a  la  puerta,  esforgaua  3'  animaua  a 
los  suyos  diziendoles  jea,  caualleros,  a  ellos,  a 
ellos!,  que  ya  están  sin  fuerza  y  sin  aliento  y  les 
falta  ya  la  poluora,  pues  no  tiran  tan  a  menudo 
como  lo  hazian;  5''  con  esto  los  pigarristas  no  ha- 
zian  sino  tirar  con  sus  arcabuzes,  que  poluora  no 
les  faltaua  porque  teni'^n  mucha,  que  en  esto  se 
proueyeron  asaz  de  bien.  Y  porque  por  ventura  no 
desmayasse  alguno  de  los  suyos  por  las  grandes 
bozes  y  gemidos  que  el  portugués  daua,  que  se 
estaua  muriendo  del  arcabuzago  que  tenia  en  las 
espaldas,  le  mando  quitar  de  alli  y  mando  a  su  me- 
dico que  lo  curasse;  mas  no  aprouecho  cosa  algu- 
na, porque  dende  a  vn  rato  murió  y  otro  dia  fue  en- 
terrado por  sus  amigos,  assi  vestido  como  estaua. 


CAPITULO  XXX 

DE  COMO  LOPE  DE  MENDOi^A  DEXO  DE  PELEAR  Y  SE 
FUE  CON  LOS  SUYOS  AL  FARDAJE  Y  RIQUEZA  DE  FRAN- 
CISCO DE  CARAUAJAL  Y  LA  DE  SUS  SOLDADOS,  EN  LA 
QUAL  DIERON  VN  GRANDISSIMO  Y  CALIFFICADO  SACO  EN 
EL  ORO  Y  EN  LA  PLATA  QUE  AUIA 


Damián  de  la  Vandera  y  Francisco  Rodríguez 
Matamoros  con  sus  compañeros  los  que  quissieron 
matar  a  Francisco  de  Carauajal,  viendo  que  no 
auian  salido  con  su  yntencion  y  voluntad  y  después 
de  ajuntados  en  vno,  tuuieron  granrezelo  y  miedo 
que  serian  luego  sentidos  y  descubiertos  [y]  na 
ossaron  ni  se  atreuieron  parar  mas  alli,  ecepto  Pe- 
dro de  Avendafto  (1),  que  se  quedo  con  Francisco 
de  Carauajal  porque  supo  dissimular  la  cosa.  Con 
aqueste  gran  rezelo  y  temor  que  tuuieron  se  salie- 
ron de  la  plaga  y  todos  se  fueron  derechos  a  Lope 
de  Mendoza,  el  qual  los  rescibio  muy  amigable- 
mente, V  luego  los  doze  arcabuzeros  le  dieron 
cuenta  y  razón  de  todo  lo  que  auian  yntentado  ha- 
zer.  Y  de  como  ellos  no  auian  podido  salir  con  su 


(i)    Ms.  Amendaño. 


261 

yntencion  por  tener  creydo  que  Francisco  de  Ca- 
rauajal  era  el  mismo  demonio,  y  también  por  auer- 
se  metido  luego  entre  sus  soldados,  que  si  aguar- 
dara vn  poco,  por  mas  demonio  que  fuera  sin  duda 
le  mataran,  que  como  yuari  muy  ganosos  de  le 
matar  no  le  acertaron,  porque  herraron  el  golpe. 
Assimismo  le  dixeron  prouocandole  a  que  dexasse 
^1  combate  de  la  casa,  porque  ternia  gran  trabajo 
en  los  vencer  por  estar  como  estañan  fortifficados 
en  aquel  fuerte  lugar,  y  que  mejor  seria  que  fue- 
ssen  todos  a  dar  saco  mano  a  lo  que  Francisco  de 
Carauajal  traya,  y  que  se  refforijaria  con  veinte 
soldados  arcabuzeros  que  alli  auian  quedado  por 
guardas.  Y  demás  desto  que  podrían  tomar  mucha 
plata  y  oro,  arcabuzes,  poluora,  mecha  y  la  ropa 
y  mercaderias  de  Francisco  de  Carauajal  y  la  de 
sus  soldados,  porque  tomándoles  todo  esto  les  ha- 
riaUi desmayar,  y  que  desde  alli  se  podrían  poner 
en  saluo  en  algún  fuerte  lugar  donde  se  pudiessen 
deffender  o  esperar  al  enemigo  para  dalle  batalla 
a  su  ventaja.  Lope  de  Mendoza,  considerando  esto 
y  viendo  que  no  podia  vencer  a  su  enemigo  por 
ser  el  lugar  fuerte,  que  si  fuera  en  campo  raso  se 
uviera  luego  negociado  la  batalla  como  todos  los 
heredianos  de  la  entrada  dezían  que  ellos  arreme- 
tieran con  grande  animo  por  muchos  mas  que  fue- 
ran, y  que  agradescieran  a  los  paredones  donde  se 
auian  encerrado;  mas  empero  viendo  por  otra 
parte  que  los  suyos  se  atenían  al  parescer  de  los 
doze  pi^arristas  y  que  auia  mas  de  quatro  oras  que 
se  combatían,  y  porque  ninguno  de  los  rebeldes  sa- 
lla a  la  boz  de  Su  Magestad  y  porque  venia  el  dia 


262 

claro  a  mas  andar,  determino  de  los  dexar  y  de  no 
pelear  mas,  por  contentar  a  los  heredianos,  que 
eran  los  que  le  ymportunauan  que  fuessen  a  la  ro- 
pa de  Carauajal.  En  fin  mando  luego  ajuncar  a  los 
que  estañan  peleando  en  las  otras  puertas  con  el 
capitán  Nicolás  de  Heredia  y  el  Maestro  decampo 
Luys  Perdomo,  los  quales  venidos  les  dixo  el  pa- 
rescer  que  auia  sobre  el  quitarsse  de  alli  y  que  mi- 
rassen  lo  que  se  auia  de  hazer;  ellos  respondieron 
que  hiziesse  aquello  que  a  todos  estuuiesse  bien, 
que  todos  ellos  le  siguirian  a  do  quier  que  fuesse. 
Concertadas  estas  cosas  mando  lue^o  Lope  de 
Mendoza  a  los  de  a  pie  que  caualgassen  en  sus  ca- 
uallos  y  muías  \'  que  siguiessen  el  Real  estandarte 
que  Nicolás  de  Heredia  lleuaua  [en]  el  abanguar- 
dia  con  el  alférez  mayor  Alonso  Camargo,  que  sa- 
bia el  camino,  y  la  retaguai'dia  lleuauan  Lope  de 
Mendoza  y  Luys  Perdomo,  y  assi  comcn<;arün  de 
marchar  con  buena  borden.  Después  que  los  men- 
docinos  y  heredianos  partieron  de  alli  se  fueron 
luego  a  PYancisco  de  Carauajal  Juan  Brauo  de  La- 
gunas y  Pedro  Estete,  arcabuzeros  de  la  entrada, 
los  quales  yuan  diziendo  a  grandes  bozes  ¡biua, 
biua  el  rey  y  Gonzalo  Pi(;arro  Gouernador  de  las 
prouincias  del  Perú!  Francisco  de  Carauajal  los 
rescibio  agradablemente  con  los  bracos  abiertos  y 
ellos  le  dixeron  de  como  su  enemigo  Lope  de  Men- 
doza y  los  heredianos  yuan  a  dar  saco  mano  en  su 
ropa  y  en  la  de  sus  soldados  porque  le  auian  ynci- 
tado  a  ello  ciertos  hombres  que  auian  salido  de  su 
exercito.  Esto  sintió  mucho  Francisco  de  Caraua- 
jal porque  tenia  alia  mucha  plata  y  oro  y  otras  co- 


263 

sas  muy  ricas,  y  también  sintió  mucho  la  yda  de 
sus  soldados  al  real  de  Lope  de  Mendoza,  y  luego 
cayo  en  la  cuenta  sospechando  que  eran  ellos  los 
que  le  aurian  tirado  el  arcabuza^o,  mas  no  sabia 
quienes  eran  hasta  que  del  todo  amanescio.  Viendo 
que  los  mendocinos  y  heredianos  eran  faboresci- 
dos  de  la  escuridad  de  la  noche  y  que  tan  presto 
no  podrían  yr  tras  ellos,  le  pesaua  en  gran  manera 
por  el  trabaxo  y  cansancio  que  se  le  aparejaua  en 
yr  en  su  seguimiento,  y  mas  si  le  tomauan  lo  que 
traya  en  el  recuaje,  y  por  esto  dixo  con  semblante 
muy  terrible  y  furioso.  Ciertamente  Lope  de  Men- 
do<;a  se  entiende  muy  mal,  pues  lleua  tras  si  el  cu- 
chillo de  su  vida  con  que  ha  de  ser  degollado,  y 
por  su  causa  van  los  demás  al  matadero,  y  mas  si 
me  tocan  en  la  ropa  y  en  el  thesoro  que  alia  tengo. 
Mas  viendo  que  por  entonces  no  podia  hazer  otra 
cosa,  ni  yr  en  seguimiento  dellos  hasta  ser  de  dia 
claro,  aleando  la  boz  con  vnmuy  brauo  semblante* 
y  con  muy  rezias  y  enojosas  palabras  los  amenazo 
terriblemente  y  juro  que  si  se  le  tocaua  al  oro  y  a 
la  plata  que  los  auia  de  seguir  y  perseguir  hasta 
prendellos  y  hazerlos  pedamos,  o  morir  en  la  de- 
manda, y  assi  se  quedo  rabiando  y  gruñiendo.  Los 
mendocinos  y  heredianos  caminaron  a  toda  furia 
lo  que  les  quedaua  de  la  noche  y  ya  que  era  hora 
de  missas  mayores  dieron  asalto  en  el  hato  suso- 
dicho, en  donde  vierades  el  gran  destrozo  que  hi- 
zieron,  que  no  aguardaron  a  desatar  las  sogas  con 
que  estañan  atadas  las  petacas,  sino  que  las  corta- 
ron con  las  espadas  y  cuchillos  que  tenian.  Unos 
tomaron  mucha  plata  y  oro  de  lo  de  Francisco  de 


264 

Carauajal)  y  otros  lo  que  tenían  sus  soldados,  de 
xnaiiera  que  no  perdonaron  camisas,  calcas,  jubo- 
nes, botas  de  cordouan,  chamarras,  sombreros  y 
espadas,  con  otras  muchas  cosas  que  auia  en  este 
carruaje.  Otros  tomaron  las  conseruas  y  botijos  de 
buen  vino  blanco  y  tinto  que  Francisco  de  Caraua- 
jal  tenia,  con  otras  muchas  cosas  de  comidas  y 
mercadurías  de  lientos  y  paños  que  auia,  y  toma- 
ron todos  los  cauallos,  muías,  carneros,  arcabuzes 
nueuos,  poluora,  mecha  y  las  cotas  que  auia,  de 
manera  que  tomaron  todo  quanto  quissieron  como 
bienes  de  homares  rebeldes.  Dezian  los  heredianos 
de  la  entrada  que  pagauan  en  la  misma  moneda, 
porque  los  piparristas  les  auian  tomado  la  ropa 
que  tenían  escondida  en  las  casas  de  los  yndios  del 
pueblo,  y  que  como  eran  buenos  xpianos  y  de  bue- 
na conciencia  les  restituyan  lo  que  les  auian  to- 
mado, aunque  en  diuersos  géneros.  Auiendose  to- 
mado todas  estas  cosas,  que  se  tardarían  mas  de 
dos  horas,  de  repente  mudaron  vestidos  y  se  pu- 
ssieron  las  ropas  y  vestidos  que  de  sus  contrarios 
auian  tomado,  que  como  hemos  dicho,  venían  to- 
dos estos  hombres  heredianos  déla  entrada  des- 
nudos y  descalzos,  y  delios  a  píe.  Llegado,  pues, 
Lope  de  Mendoza  al  recuaje,  luego  embío  a  lla- 
mar a  los  veinte  soldados  que  auian  quedado  en 
guarda  de  toda  la  ropa  y  les  dixo:  caualleros  y 
amigos  míos,  yd  conmigo  a  la  cibdad  del  Cuzco, 
porque  la  voy  a  tomar  de  repente,  porque  ya  no 
tenéis  a  quien  seruir.  Porque  os  hago  saber  que 
el  traydor  que  era  vuestro  capitán  ya  es  muerto, 
y  vuestros  compañeros  vienen  atrás  poco  a  poco 


265 

con  mis  capitanes  y  con  los  demás  de  mis  solda- 
dos; yo  voy  agora  por  corredor  adelante  para  ha- 
zer  vn  gran  seruicio  a  Su  Magestad*Los  pigarris- 
tas  le  dixeron  que  assi  lo  harian,  mas  en  lo  secre- 
to no  le  dieron  crédito  en  cosa  alguna,  antes  co- 
noscieron  luego  en  todos  ellos  que  venían  huyen- 
do de  Francisco  de  Carauajal  porque  vieron  que 
ninguno  de  sus  compañeros  venia  con  el,  porque 
de  fuerza  auian  de  venir  algunos  en  su  compañía 
que  les  dixeran  lo  que  passaua.  Tomo  Lope  de 
Mendoza  todos  los  arcabuzes  que  venían  cargados 
en  dos  azemilas,  que  los  trayan  muy  bien  aderes- 
^ados  y  encaualgados,  y  la  poluora  que  trayan  en 
vnas  botijas  peruleras,  y  muchas  piceas  y  langas  y 
otras  armas  que  auia  en  el  recuaje,  assi  offenssi- 
uas  como  deffenssíuas.  Todo  esto  se  repartió  en- 
tre los  soldados,  a  los  quales  dixo  en  secreto  se 
fuessen  antes  que  Francisco  de  Carauajal  41e- 
gasse  con  toda  su  gente,  porque  auia  gran  rato 
que  allí  se'auian  detenido,  los  vnos  por  herrarlos 
cauallos,  y  los  otros  en  comer  y  beuer,  y  los  otros 
en  mudar  la  ropa  vieja  que  tenían  acuestas.  Des- 
que vido  que  todos  sus  soldados  estauan  ya  con- 
tentos con  la  ranchería  los  mando  llamar  con  el 
Maestro  de  campo  Luys  Perdomo,  los  quales  ve- 
nidos y  estando  juntos  los  lleuo  hazia  el  camino 
que  va  hazia  las  sierras  de  los  Andes,  que  es  tie- 
rra fragosissima  y  asperissinia  de  andar,  y  allego 
a  vn  pueblo  chico  en  donde  hizo  noche.  Partiéndo- 
se de  aqui  y  auiendo  andado  vn  quarto  de  legua, 
dexo  el  camino  que  lleuaua,  a  la  mano  izquierda,  y 
tomo  vna  senda  angosta  y  comen(;o  de  caminar 


r 


266 

ella  ¡1)  a  mas  andar,  diziendo  a  los  suyos  que 
atajo;  yuan  en  la  auanguardia  Lope  de  Mendo- 
■  Nicolás  de  Heredia,  y  en  la  retaguardia  Luys 
domo  con  otros.  Francisco  de  Carauajal,  des- 
i  que  supo  que  los  mendocínos  y  heredia- 
eran  ydos  hazia  su  carruaje,  to  sintió  mucho, 
10  hemos  dicho,  y  como  estaua  cansado,  que 
hombre  «ordo  y  pesado,  se  relruxo  a  vna  ca- 
a  con  hiista  veinte  hombres,  desando  ante  to- 
cosas  muy  (2)  buena  guarda  en  las  tres  puer- 
no  consintiendo  que  los  capitanes  se  aparta- 
i  dellas.  Francisco  de  Carauajal  se  metió  en  la 
imara,  donde  estaua  vna  cama,  y  se  hecho  en 
y  el  medico  le  curo  secretamente  sin  que  na- 
to sintiesse  y  mudando  (3)  vestidos  se  salió  3' 
)  y  beuio,  ca  se  hallaua  muy  fatigado  por  la 
fre  que  le  auia  salido  del  arcabuzaío  y  por  no 
"dormido  y  por  lo  mucho  que  auia  andado  a 
que  no  estaua  a  ello  acostumbrado,  y  porque 
Liuo  siempre  armado.  Mando  dar  de  cenar  y 
leuer  a  los  que  con  el  auian  entrado,  que  siem- 
traya  todo  .recaudo  en  dos  azemilas,  y  es- 
lo sobre  mesa  comento  de  alabar  y  engran- 
;er  los  hechos  y  la  fidelidad  de  sus  capitanes  y 
ados  y  lo  mucho  que  les  deuia,  prometiendo- 
lazer  muchas  mercedes  y  que  estando  en  la 
.  de  la  Plata  repartiría  entre  ellos  los  yndios 
estuuiessén  vacuos.  Embio  a  llamar  al  capi- 


267 

tan  Alonso  de  Mendoza,  el  qual  no  quiso  yr  por 
no  desamparar  la  puerta,  y  le  embip  Carauajal  a 
dezir  que  mejor  páresela  estar  en  ella  cómo  buen 
cauallero  hijodalgo  por  guarda  de  su  persona  y 
vida  y  la  de  todos  los  soldados,  que  ño  metersse 
dentro  de  vna  cámara,  y  luego  le  comento  de  ala- 
bar diziendo  (1)  mili  bienes  del,  y  assi  estuuieron 
todos  hasta  que  amanescio.  Aun  no  era  bien  de 
dia  quando  mando  caualgar  a  sus  capitanes  y  sol- 
dados, y  cómo  hazia  grandissimo  frío  y  corría  vn 
viento  muy  delgado  y  frigidissimo  no  auia  quien  se 
pussiesse  a  caúallo  aquella  madrugada,  y  assi  se 
estuuieron  quedos  hasta  que  salió  bien  el  sol.  En 
el  ynter  que  los  soldados  se  aderes(;auan  para  ca- 
minar fueron  algunos  dellos  al  campo  a  ver  si  auia 
algunos  muertos  y  hallaron  al  capitán  Pedro  Ló- 
pez de  Ayala  y  otros  doze  hombres  que  fueron 
muertos,  y  estos  estañan  desnudos  en  cueros  por- 
que los  yndios  del  pueblo  les  auian  quitado  aque- 
lla madrugada  las  ropas,  y  de  la  parte  de  Caraua- 
jal se  hallaron  tres  muertos  de  arcabuz  y  algunos 
heridos.  Salió  Francisco  de  Carauajal  del  pueblo 
de  Pocona  dos  oras^despues  del  sol  salido,  quando 
se  pusso  en  camino  con  la  gente  que  le  pudo  se- 
guir, y  comen9aron  de  marchar  con  toda  la  furia 
y  priesa  que  pudieron,  y  el  Maestro  de  campo  Dio- 
nisio de  Bobadilla  yua  en  la  retaguardia  porque  no 
se  quedasse  alguno  atrás  mas  de  los  que  se  queda- 
uan,  y  allegaron  a  vn  pueblo  chico  de  yndios. 
Como  eran  siete  leguas  de  camino  llej^aron  alia 


(I)     Tachado:  del. 


268 

dos  horas  antes  que  (1)  anocheciesse,  en  donde  te- 
nían el  recuaje,  en  donde  Francisco  de  Carauajal 
vido  el  gran  destrono  que  los  soldados  mendoci- 
nos  y  heredianos  auian  hecho  en  toda  su  ropa  y  la 
de  los  suyos.  Principalmente  quando  vido  que  le 
auian  tomado  el  oro  y  la  plata  labrada  que  teníale 
dio  grandissimo  coraje,  que  de  puro  enojo  y  pesar 
quería  rebentar,  y  assi  renegaua,  blasphemaua  y 
bramaua  como  vn  león  muy  furioso,  que  los  ojos 
tenia  muy  encendidos.  Pues  ¿que  diremos  de  los 
pi^arristas  viéndose  robados  de  lo  que  tenían,  sino 
que  vnos  bramauan  y  derrenegauan  de  la  pacien- 
cia, y  otros  amena^auan  a  los  mendocinos  y  here- 
dianos, muy  de  veras,  con  muchas  palabras  ynju- 
riosas  y  feas,  y  que  los  auian  de  matar  y  hazer  pe- 
da<^os  si  a  las  manos  les  viniessen?  De  manera  que 
el  postrer  remedio  que  tuuieron  todos  en  esta  pe- 
sadumbre que  les  auian  dado  fue  derrenegar,  mal- 
dezir,  amenazar,  regañar  y  bramar  contra  los 
mendocinos  y  heredianos  de  la  entrada.  Pues  que- 
riendo Carauajal  yrse  luego  en  aquel  punto  ade- 
lante, con  la  furia  y  saña  que  tenia,  le  dixeron 
Alonso  de  Mendoza  y  Dionisio  de  Bobadilla  que 
no  lo  hiziesse  por  quanto  era  ya  muy  tarde  y  la 
noche  se  venia  acercando  a  mas  andar  y  que  no 
sabían  a  que  fin  y  proposito  auian  los  contrarios 
dexado  de  pelear,  y  que  tenían  creydo  que  eran 
ardides  de  guerra  que  les  liazian.  Especialmente 
que  no  sabían  que  tal  era  el  camino  que  los  con- 
trarios llcuauan,  y  Francisco  de  Carauajal  oyó  de 


(l)     Tachado:  amane sciesse. 


269 


buena  gana  este  parescer  y  qonsíntio  que  todos  se 
quedassen  a  reposar  (1)  hasta  el  dia,  y  assi  hizie- 
ron  todos  alli  noche,  que  era  vn  pueblo  pequeño 
de  yndios,  en  donde  uvieron  mucho  mahiz  para 
sus  cauallos  y  gallinas  para  algunos  dellos. 


(I)    Tachado: /aro. 


CAPITULO  XXXI 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAVA  JAL,  SIGUIENDO  SU  CA- 
MINO ADELANTE,  ALCAXgO  VNA  NOCHE  A  LOPE  DE  MEN- 
DOZA Y  A  NICOLÁS  DE  HEREDIA  CON  LOS  SUYOS,  QUE 
ESTAUAN  DESCANSANDO  EN  PAR  DE  VN  ARROYO  GRAN- 
DE, EN  DONDE  LES  CORTO  LAS  CABERAS  Y  DIO  GARRO- 
TE A  OTROS 


No  era  aun  bien  de  día  quando  Francisco  de 
Carauajal  andana  ya  leuantad.o  y  cauallero  en  su 
muía  bermeja,  llamando  a  sus  capitanes  y  solda- 
dos para  que  se  leuantassen  y  ensillassen  sus  ca- 
uallos  para  caminar,  lo  qual  los  soldados  hizieron 
con  la  mayor  breuedad  que  pudieron.  Como  te- 
nían en  1^  memoria  la  muy  fresca  destruycion  que 
los  mendocínos  v  heredianos  auian  hecho  en  su 
ropa  no  vían  la  hora  de  caminar,  y  assi,  puestos  a 
cauallo  se  fueron  a  poner  junto  a  el  y  los  lleuo  al 
camino  que  sus  contrarios  auian  tomado,  porque 
los  yndios  del  pueblo  le  auissaron  del  camino  que 
lleuauan.  Pues  >  a  puestos  en  el  dio  borden  y  ma- 
nera de  como  auian  de  caminar,  mandando  a  to- 
dos que  fuessen  apiñados  y  mu)'^  juntos  como  en 
esquadron  muy  cerrado,  y  mando  a  Dionisio  de 
Bobadilla  que  fuese  en  la  retaguardia,  y  el  con  los 


rrr 


271 

demás  capitanes  y  las  vanderas  tendidas  se  pusso 
en  la  abanguardia.  Con  esta  borden  y  concierto 
mouieron  todos  juntos  y  viendo  el  rastro  de  los 
cauallos  comentaron  de  marchar  congrandissima 
priesa  aunque  hazia  mucho  frió;  Ueuauan  sus  co- 
rredores por  delante;  ya  que  auian  caminado  dos 
leguas  encontraron  con  diez  arcabuzeros  de  Ca- 
rauajal  que  se  boluian  huyendo  de  Lope  de  Men- 
doza y  dieron  por  auiso  que  los  mendocinos  auian 
dormido  siete  leguas  de  alli.  Francisco  de  Caraua- 
jal  mando  marchar  con  mayor  priesa  y  a  otras 
dos  leguas  mas  adelante  toparon  con  los  otros 
diez  arcabuzeros  que  se  venían  también  huyendo 
a  su  capitán,  y  a  quatro  leguas  de  alli,  ya  tarde, 
encontraron  mas  de  diez  soldados  heredianos  los 
quales  se  venían  a  poner  en  las  manos  de  Caraua- 
jal,  y  el  los  rescibio  muy  bien  y  les  hablo  amoro- 
samente. De  manera  que  yendo  marchando  con  la 
priesa  que  dezimos  no  hazia  sino  de  trecho  a  tre- 
cho y  de  legua  a  legua  encontrar  con  soldados  he- 
redianos que  le  venian  a  serúír  de  tres  en  tres  y 
de  quatro  en  quatro,  los  quales  le  dezian  se  die- 
sse  priesa  a  caminar,  que  alcan^aria  a  Lope  de 
Mendoza  y  a  los  suyos,  que  Ueuauan  ya  los  caua- 
llos cansados.  Caminando  Francisco  de  Caraua- 
jal  a  toda  furia  le  anocheció  cinco  leguas  de  don- 
de estañan  los  mendocinos  y  heredianos,  y  por  los 
coger  y  prender  aquella  noche  no  quiso  parar  en 
ninguna  parte,  antes  con  la  mayor  priesa  que  pu- 
do caminó  con  la  luna,  que  hazia  muj'  clara,  y  des- 
pués que  ella  se  pusso  tuuo  gran  trabaxo  y  fatiga 
en  andar  aquello  poco  que  le  faltaua,  por  las  mu- 


272 

chas  quebradas  y  malas  ciénegas  que  passaua.  Y  a 
esta  causa  cayeron  algunos  dellos  en  ellas,  y  assi 
se  quedaron  muchos  no  pudiendo  caminar  mas  por 
tener  los  cauallos  muy  cansados  y  por  hazer  aque- 
lla noche  grandí^simo  ayre  y  frío,  y  assi  se  que- 
daron y  se  tendieron  entre  vnas  peñas  y  abrigos 
que  auia.  Los  que  tenían  buenos  cauallos  y  muías 
andadoras  siguieron  a  su  capitán,  el  qual  sin  pa- 
rar llego  después  de  media  noche  al  dicho  arroyo 
donde  sus  contrarios  estañan  y  mando  hazer  alto 
porque  dellos  no  fuessen  sentidos  y  por  aguardar 
á  los  que  venian  atrás.  En  el  entretanto  andana 
Francisco  de  Carauajal  de  vno  en  vno  y  entre  los 
arcabuzeros  apercebiendoles  para  que  estuuie- 
ssen  promptos  y  aparejados  y  con  el  oydo  atento 
para  quando  los  llamasse,  y  assi  estuuieron  vn 
buen  rato  aguardando  con  gran  silencio,  y  con  el 
ruydo  que  hazla  el  agua  en  las  piedras  y  cascaxa- 
les  y  como  estauan  apartados,  no  fueron  sentidos 
de  los  mendocinos.  En  este  comedio  estaua  dizien- 
do  Luys  Perdomo  (1)  a  Lope  de  Mendoza  y  a  los 
demás,  que  estauan  recostados  en  el  suelo  a  par 
del,  comiendo  de  vn  bote  de  conserua  que  auian 
tomado  de  Francisco  de  Carauajal:  señores,  ya  es 
tiempo  de  leuantarnos  y  de  yr  a  buscar  el  camino 
gue  auemos  perdido,  para  entrar  en  los  Andes  an- 
tes que  el  diablo  venga  y  dé  sobre  nosotros.  A  Lo- 
pe de  Mendoga  leparescio  muy  bim,  aunque  otros 
dixeron  que  Francisco  de  Carauajal  no  podría  lle- 
gar allí  tan  presto  hasta  otro  dia  por  la  mañana,  y 


(l)     Tachado:  ^uf. 


'I 


273 

que  reposassen  vn  poco,  que  luego  se  pornian  en 
camino,  y  assi  se  descuydaron  con  esto,  creyendo 
que  Carauajal  se  quedaría  detras  de  vna  sierra 
que  ellos  auian  passado,  que  auia  de  vn  cabo  a 
otro  doze  leguas  y  de  mal  camino.  Carauajal,  con 
el  desseo  que  tenia  y  por  dar  fin  y  remate  a  esta 
guerra  tan  trabajosa,  desque  vido  que  auia  mu- 
cha gente  de  los  suyos  los  acometió  denodada- 
mente con  mucha  furia  y  gran  ruydo,  disparando 
los  arcabuzes  hazia  ellos,  aunque  a  bulto,  que  pa- 
rescia  que  se  hundía  aquel  pequeño  valle  donde 
estañan  con  el  ecco  que  de  todas  partes  resona- 
ua.  Como  los  mendocinos  y  heredianos  oyeron  la 
tempestad  y  dislates  de  la  arcabuzeria  se  leuanta- 
ron  prestamente  con  gran  rezelo  y  hecharon  todos 
a  huyr  sin  tomar  los  cauallos  ni  los  arcabuzes  y  se 
fueron  a  pie  por  los  barrancos  adelante.  Lope  de 
Mendoza  entendió  luego  lo  que  podía  ser  y  leuan- 
tandose  de  donde  estaua  quiso  pelear,  mas  como 
vido  que  todos  se  yuan  huyendo  y  le  dexauan  solo 
y  desamparado  hizo  lo  mismo  por  sainar  la  vida 
y  persona,  que  no  pudiendo  tomar  el  cauallo  se 
yua  a  esconder  entre  vnas  peñas  que  cerca  de  alli 
estañan.  Fue  tal  su  desuentura  y  desdicha  que  fue 
visto  por  Diego  *de  Almendras,  pi(;arr¡sta,  que  an- 
dana por  aquella  parte;  fue  tras  el  para  lo  pren- 
der, aunque  no  sabia  quien  era,  y  como  lo  alcan- 
9asse  le  pregunto  quien  era  y  como  se  Uamaua. 
Lope  de  Mendoza,  no  queriendo  responder,  le  dio 
Diego  de  Almendras  vn  varapalo  con  la  lan^a  en 
la  cabera  que  desarmada  lleuaua  y  lo  descalabro, 
y  viéndose  Mendoza  herir  reboluio  con  grande 

G.  OK  Santa  Clara.— IV.— 3.°  l8 


274 

animo  a  su  contrario  con  la  espada  en  la  mano  y 
le  dio  vna  cuchillada  en  vn  muslo,  v  como  vua  ar- 
mado  no  le  hizo  nada.  En  estos  términos  estañan 
los  dos  quando  llegaron  a  ellos  quatro  arcabuze- 
ros  de  los  pigarristas  que  lo  prendieron  con  furia 
y  denodadamente  y  le  quitaron  las  armas,  y  pre- 
guntándole quien  era  respondió:  yo  soy  el  desdi- 
chado Lope  de  Mendoza.  Oyendo  esto  Diego  de 
Almendras  y  los  quatro  arcabuzeros  miraron  mu- 
cho mas  por  el,  porque  lo  dexauan  ya  yr  sobre  su 
palabra  teniendo  lastima  del  por  sentir  que  yua 
todo  ensangrentado.  Dos  soldados  de  la  entrada, 
que  el  vno  se  llamaua  Pedro  de  Busto  y  el  otro 
Juan  del  Castillo,  viéndose  acometer  de  los  pi<;a- 
rristas  se  leuantaron  prestamente  y  se  fueron  con 
grande  animo  a  encontrar  con  los  enemigos  y  co- 
mentaron a  pelear  esforzadamente  con  las  espadas 
en  las  manos;  mas  ¿que  aprouecha?  que  ellos  eran 
dos  y  los  contrarios  muchos;  á  los  quales  dieron 
tales  heridas  que  luego  murieron.  Los  soldados  de 
Francisco  de  Carauajal,  viendo  huyr  a  íos  mendo- 
cinos  y  heredianos,  fueron  tras  ellos,  aunque  hazia 
gran  escurana,  sino  que  parescián  tan  solamen- 
te los  bultos;  a  vnos  prendieron  y  a  otros  hirie- 
ron, los  quales  todos  fueron  llenados  ante  Fran- 
cisco de  Carauajal  que  los  desseaua  mucho  ver  y 
conoscer,  como  el  dezia.  Entre  los  quales  fue  pre- 
so Nicolás  de  Heredia,  al  qual  sin  le  oyr  descul- 
pa alguna  le  mando  cortar  la  cabeza  porque  era 
de  los  almagristas  y  enemigo  mortal  de  los  Pi^a- 
rros,  como  arriba  queda  dicho,  y  era  de  hedad  de 
setenta  años,  poco  mas  o  menos;  tenia  la  barba 


273 

blanca  y  larga:  el  cuerpo  quedo  alli  hasta 
Aana.  que  ciertos  soldados  de  Francisco  de 
uajal  que  atrás  auian  quedado  lo  enterrare 
los  demás  que  alli  estauan  muertos,  y  ningí 
los  de  Carauajal  peligro  ni  salió  herido  i 
fortuna  les  faborescia  y  ayudaua  para  dar 
cayda,  como  adelante  diremos  en  esta  obra 
como  Lope  de  Mendoza  fuesse  llenado  ante 
cisco  de  Carauajal,  cosa  marauillosa  fue  qi 
como  le  vido  se  demudo  y  se  le  ato  veri 
mente  la  lengua,  que  no  pudo  o  no  quiso 
tan  sola  vna  palabra ,  ni  quiso  responi 
qnantas  cosas  le  preguntaron  buenament 
«staua  hecho  mudo  y  sordo.  Los  capitaní 
presentes  se  hallaron  le  preguntaron  diuer 
sas  a  las  quales  no  respondió  aunque,  le  ha 
todos  amorosamente  y  le  prometieron  de  h 
rescer  en  todo  y  por  todo  solo  porque  ha 
vna  palabra,  antes  tenia  ñxos  los  ojos  en  el 
de  que  todos  quedaron  marauillados.  Fra 
de  Carauajal,  creyendo  que  lo  hazia  por 
blar  con  el,  de  puro  contumnzje  prometi< 
perdonar  y  no  quitalie  la  vida  si  le  dezia  do 
nia[n¡  Diego  Centeno  y  el  escondido  el  tlieso 
se  publicaua  que  auian  enterrado  entrambc 
no  quiso  responder  cosa  alguna.  Creyenc 
hablaría  mando  al  Padre  Diego  Márquez 
conffessase  porque  auia  luego  de  morir  po 
sido  traydor  a  Su  Magestad  y  a  Goncalo  F 
y  matador  de  las  justicias  que  estauan  p 
por  el  en  la  villa  de  la  Plata,  y  alborota' 
toda  la  tierra.  El  Padre  Márquez  le  aparto  v 


■■^ 


276 

y  le  dixo  que  pues  auia  de  morir  en  breue,  se  con- 
ffesasse  y  pusiesse  bien  su  anima  con  Dios;  el  no 
lo  quiso  hazer  o  no  pudo  por  la  gran  turbación 
que  tenia,  por  lo  qual  el  clérigo  le  amonesto  y 
requirió  de  parte  de  Dios  y  del  Papa  se  conffesa- 
sse  y  no  quisiesse  condenar  su  anima  para  los  yn- 
fiernos.  De  manera  que  el  no  lo  quiso  hazer,  ni 
menos  hablar  por  señas,  sino  que  verdaderamen- 
te parescia  al  parescer  humano  que  era  estatua  de 
piedra  marmol,  de  lo  qual  el  Padre  Diego  Már- 
quez quedo  marauillado  y  lo  fue  luego  a  dezir  a 
Carauajal;  aunque  otros  dixeron  que  se  conffesso^ 
lo  qual  a  mi  me  quadra  mas.  Francisco  de  Cara- 
uajal mando  luego  que  lo  tornassen  otra  vez  a 
traer  ante  el,  el  qual  venido  le  hablo  y  le  dixo  mu- 
chas cosas  con  blandas  y  dulces  razones,  dándole 
su  fee  y  palabra  de  le  perdonar  la  vida  solo  por- 
que hablasse  y  porque  le  dixesse  en  donde  estaua 
la  plata  que  le  pedia,  y  que  le  haria  dar  sus  yn- 
dios  y  que  lo  reconciliaria  conPi(;arro.  Con  todas 
estas  cosas  que  con  el  auia  platicado  no  aproue- 
cho  cosa  alguna,  antes  callana  mas  con  mayor 
constancia,  por  lo  qual  Francisco  de  Carauajal 
se  enojo  brauamente  contra  el  y  le  mando  luego 
cortar  la  cabera,  la  qual  lleuo  después  consigo  4 
la  villa  de  la  Plata  para  que  sus  afficionados  que 
en  ella  estañan  hi  viessen.  Quieren  muchos  dezir 
que  Lope  de  Mendo<;a  auia  dicho  muchas  vezes 
con  juramento  que  si  por  su  desdicha  le  prendian 
biuo  y  venia  a  poder  de  Carauajal,  que  no  le  auia 
de  hablar  ni  responder  cosa  alguna  de  quanto  le 
pregnintassen,  porque  no  dixessen  del  que  aun  en 


277 

palabras  auia  comunicado  con  traydores  y  cisma- 
ticos.  Cierto  fue  grandissima  la  constancia  y  re- 
portación que  tuuo  este  hombre,  que  no  quiso  res- 
ponder ni  hablar  tan  solavna  palabra;  mucho 
quissiera  que  este  desdichado  cauallero  tan  leal  a 
su  señor  hablara  con  Carauajal  siquiera  alguna 
cosa  y  fuera  perdonado;  mas  en  fin,  al  fin  Dios  sa- 
be por  que  no  lo  quiso  hazer.  Después  de  cortada 
la  cabera  a  Lope  de  Mendoza  mando  dar  garrote 
a  seys  hombres  heredianos  de  la  entrada  porque 
se  auian  deffendido  valientemente.  Y  truxeron 
ante  el  vn  soldado  de  la  entrada  llamado  Morales 
de  Amburt,  aunque  otros  dixeron  llamarse  Mora- 
les del  Abad,  natural  de  Cuenca,  el  qual  estaua 
herido  en  el  muslo  de  vn  arcabuza<;o  y  tenia  vna 
lanzada  en  el  hombro  derecho  y  vna  cuchillada  en 
la  cabera,  que  estas  heridas  le  auian  dado  porque 
se  auia  deffendido  animosamente.  Sabiendo  este 
hombre  que  Carauajal  mandaua  matar  a  todos  los 
que  estañan  heridos,  porque  deziaque  el  herido  y 
el  vencido  era  notorio  que  le  auia  de  ser  mortal 
enemigo  mientras  viuiesse,  porque  se  acordaria 
de  la  affrenta  que  le  auian  hecho,  y  viendosse  an- 
te el,  que  le  truxeron  en  bracos,  dixo  antes  que  le 
pi"eguntassen  algo:  señor  capitán,  yo  estoy  sano 
y  bueno  para  seruir  ál  Gouernador  mi  señor  y  a 
v.  m.,  pofque  las  heridas  que  tengo  no  son  nada, 
que  en  dos  dias,  placiendo  a  Dios,  estare  bueno;  a 
esto  le  dixo  Francisco  de  Carauajal:  señor  solda- 
do, a  mi  me  paresce  que  estáis  muy  mal  herido, 
según  las  muestras  vos  tenéis,  y  assi  no  podréis 
dexar  de  morir;  y  perdonadme  por  ello,  porque 


278 

siendo  como  soys  cauallero  hijodalgo  os  querreys 
después  vengar  de  mi  andando  el  tiempo,  y  assi 
no  querréis  andar  conmigo  en  el  exercito  de  Gon- 
valo  Piyarro  mi  señor,  ni  serme  buen  amigo.  El 
soldado  affirmo  que  estaua  sano  y  bueno  y  Cara- 
uajal  le  dixo:  señor  Morales,  para  que  yo  lo  crea 
ande  v.  m.  vn  poco  y  paseesse  saltando  por  este 
campo;  y  el  triste,  queriéndolo '  hazer,  no  pudo 
menearsse,  por  lo  qual  mando  al  alguazíl  Fran- 
cisco Miguel  se  lo  quitasse  de  delante  y  le  diesse 
garrote,  }'  el  le  rogo  mucho  que  pues  auia  de  mo- 
rir le  dexasse  conffessar,  que  auia  dias  que  no  se 
conffessaua.  Francisco  de  Carauajal  no  le  quiso 
conceder  tanto  bien,  antes  le  dixo:  ¿pues  como 
aucis  seguido  al  traydor  de  Lope  de  Mendoza 
tantos  dias  ha  y  no  andáis  conffessado?  pues  assi 
aueis  de  yr  por  vuestro  camino.  Y  con  esto  lo 
aparto  de  alli  Francisco  Miguel,  que  era  su  minis- 
tro, y  le  dio  garrote  y  lo  llenaron  después  arras- 
trando de  vna  pierna  y  lo  hecharon  en  el  dicho 
arro^^o,  y  como  fue  el  postrero  le  dexaron  el  ga- 
rrote en  el  pescuezo,  teniendo  entendido  que  es- 
taua del  todo  muerto.  Después  destas  cosas  assi 
passadas,  ya  que  era  amanescido  y  bien  claro 
el  dia  mando  a  los  su3'os  que  estuuiessen  todos 
muy  juntos  y  apiñados ,  porque  tuuo  entendido 
que  el  Maestro  de  campo  Luys  Perdomo  y  el 
alférez  mayor  Alonso  Camargo  darían  sobre 
ellos,  pues  se  auian  escapado,  y  assi  se  hizo  aun- 
que hazia  muy  gran  frió  y  corria  terrible  viento. 
De  manera  que  esta  retrayda  de  Lope  de  Mendo- 
<;a  y  alcance  de  Carauajal  turo  dos  dias  y  vna  no- 


279 

che  y  media,  que  caminaron  mas  de  treynta  y 
co  leguas  porque  fue  vn  contorno  que  se  hizc 
deando  y  circumyendo  vnas  muy  grandes  y  : 
sierras,  que  como  se  perdieron  se  tornauan 
otro  camino  al  pueblo  de  Pocona  y  fueron  al 
i;ados  a  quatro  leguas  del,  Carauajal  cobro 
mucha  parte  de  su  thesoro  que  le  tomaron  e 
saco,  y  los  picarristas  hizieron  lo  mismo,  aui 
a  la  verdad  no  desnudaron  a  ninguno  de  los 
sos,  ni  a  los  que  se  vinieron  luego,  porque  ti 
ron  lastima  dellos;  ma»  los  cauallos  y  azemil 
las  cosas  que  en  ellas  yuan  todo  se  cobro,  y  lo 
a Ui  no  páreselo  se  cobro  después,  y  dello  ni 
mas  páreselo. 


CAPITULO  XXXII 

DE  COMO  EL  MAESTRO  DE  CAMPO  LUYS  PERDOMO  Y  EL 
ALFÉREZ  MAYOR  ALONSO  CAMARGO  SE  FUERON  A  PO- 
NER DEBAXO  DE  LA  VANDERA  Y  CLEMENCIA  DE  FRAN- 
CISCO DE  CARAUAJAL,  PARA  QUE  LOS  PERDONASSE,  Y 
DE  LA  PLATICA  QUE  LE  HIZIERON  Y  LO  QUE  MANDO 

HAZER 


Fue  tan  grande  el  espanto  que  causo  en  los  áni- 
mos de  los  mendocinos  y  heredianos  quando  03^e- 
ron  el  estruendo  y  dislates  de  los  arcabuzes  que  se 
dispararon,  y  en  verse  acometer  de  los  contrarios 
con  tanta  furia  y  gran  denuedo,  que  sin  aguardar 
el  compañero  a  su  compañero  dieron  todos  a  huyr 
por  los  campos  por  no  venir  a  manos  de  Francisco 
de  Carauajal,  que  le  tenían  mucho  miedo  por  ser 
tan  malo  como  era.  Pero  algunos  que  fueron  de 
m$is  animo  tuuieron  esperanza  que  no  les  harían 
nada  y  que  se  ternia  dellos  piedad,  pues  no  tenian 
culpa  en  cosa  alguna,  [y]  se  atreuieron  de  venir 
antel  muchos  de  los  soldados  heredianos  de  la  en- 
trada. Y  también  se  vinieron  a  el  el  Maestro  de 
campo  Luys  Perdomo  y  el  alférez  mayor  (1)  Alon- 


(l)    Tachado:  Dionisio. 


)1 

mendocinos,  los  quales 
e  los  muchos  y  grandes 
echo  y  cometido  contra 
I  Francisco  de  Carauajal 
os  conoscio,  se  holgó  mu- 
ís hombres  de  los  princi: 
Diego  Centeno  auía  he- 
la  grandemente  ver  (1), 
idose  estos  dos  nombra- 
i  vez  la  tierra  y  causar 
lales  peores  que  los  pa- 
■  Alonso  Camargo,  que- 
i  y  hazer  lo  mismo  por 
demás  sus  compañeros, 
ymponian  auev  hecho  y 
í  platica  a  Francisco  de 
lides  y  mansas  palabras, 
.no,  dixo  lo  siguiente: 
y  seftor,  no  nos  venimos 
encía  y  piedad  para  que 
liar  por  ella  perdón  de 
sino  que  reconosciendo, 
stros  dcseruicios,  dcssea- 
',  antes  que  saliessemos 
vuestra  presencia  y  aca- 
por  otras  muchas  cosas 
s  a  la  quietud  y  pacifli- 
enimosa  poner  y  nos  po- 
i,  para  que,  seílor,  hagaiS 
idas  lo  que  por  bien  tu- 


^ 


282 

uierdes,  y  s¡  licencia  se  nos  concede  diremos  al- 
gunas cosas  que  tengo  para  mi  serán  gratas  y  se 
holgara  de  sabellas.  Quanto  a  lo  primero,  bien  ter- 
na en  la  memoria  quan  grandes  seruidores  fuy- 
mos  al  principio  del  Gouernador  mi  señor,  y  es- 
tando a  su  deuocion  nos  apartamos  de  su  señoría 
por  grandes  engaños  y  cautelas  que  por  delante 
nos  pussieron,  y  por  esto  dezimos  que  con  mas  jus- 
ta causa  y  razón  os  podríamos  suplicar  executa- 
ssedes  en  nosotros  la  muerte,  que  no  que  se  nos 
diesse  las  vidas.  Porque  nosotros  conoscemos  que 
justamente  merescemos  todas  las  penas  y  tormen- 
tos y  qualquier  linaje  de  muerte  en  derecho  esta- 
blecidas, como  consta  y  esta  claro  por  este  moui- 
miento  que  hizimos,  que  fue  por  cudicia  y  ambi- 
ción de  querer  mandar  mas  que  otros,  devaxo  de 
ynteres.  Por  estas  causas  y  razones  que  ya  se  sa- 
ben 3^  otras  muchas  que  yo  me  callo  offendimos  y 
deseruimos  al  Gouernador  mi  señor  y  a  v.  m.,por 
los  muy  grandes  trabaxos,  enojos  y  desabrimien- 
tos de  frios,  calores  y  hambre  que  aueis  passado 
en  yr  en  nuestro  cilcance  hasta  la  cibdad  de  Are- 
quipa, y  desde  alia  venir  agora  hasta  aqui.  Por  to- 
do lo  qual  no  ay  razón,  ni  la  veo,  para  que  pueda 
deffender  y  apartar  vuestra  justicia  y  castigo  en 
nosotros,  salvo  si  por  vuestra  clemencia  y  virtud 
se  mitigasse  vn  poco  la  saña  que  contra  nosotros 
se  tiene,  para  que  seamos  parte  dar  algún  medio 
y  fin  a  los  trabaxos  y  fatigas  y  pesadumbres  en  que 
vuestra  valerosa  persona  esta  puesta.  Assi  que 
bien  se  podra,  si  ha  lugar,  como  creemos  que  si 
aura,  por  nos  hazer  merced,  aunque  no  la  meres- 


283 

cemos,  dilatar  vn  poco  de. tiempo  nuestras  vidas 
para  que  con  ellas  os  podamos  seruir,  porque  sin 
duda  es  muy  grande  el  desseo  que  tenemos  de  ver 
al  Gouernador  mi  señor  en  quietud  y  sossiégo  en 
su  goueruacion,  lo  qual  se  puede  hazer  en  estas 
partes  y  a  poca  costa  si  con  vuestro  mandado  nos 
dexan  para  lo  hazer.  Porque  esta  bien  entendido 
que  todos  los  secretos  y  conciertos  que  por  nos- 
otros fueron  hordenados,  hechos  y  platicados  y 
que  estauan  determinados  de  se  hazer  contra  el 
Gouernador  mi  señor,  están  en  nuestros  pechos 
encerrados,  por  lo  qual  dándonos  licencia  deter- 
minamos con  ellos  mismos  de  atraer  a  los  deser- 
uidores  de  su  señoría,  que  vengan  todos  a  le  ser- 
uir. Por  tanto,  assi  como  ellos  se  leuantaron  con- 
tra su  señoría  con  el  fabor  de  Diego  Centeno  y  de 
Lope  de  Mendoza  y  con  nuestras  espadas  (1),  de  la 
misma  forma  y  manera  se  desistirán  y  apartaran 
por  nuestro  consejo  y  exemplo  para  que  vnanimes 
hagan  lo  que  se  les  mandare  por  la  persona  que 
tuuiere  las  vezes  del  Gouernador  mi  señor.  Assi 
os  suplicamos  con  grande  humílldad  y  por  amor 
de  Dios  y  de  Nuestra  Señora,  que  sin  hazer  casso 
de  nuestras  culpas  y  delictos  proueais  en  la  salud 
y  sossiégo  y  en  todo  aquel  reposo  que  conuiene  a 
la  vida  y  estado  del  Gouernador  mi  señor,  que  de 
todo  bien  es  digno  y  merescedor  por  sus  buenos 
méritos. 

Queriendo  Alonso  Camargo  proceder  mas  ade- 
lante con  su  platica,  Francisco  de  Carauajal  le 


(i)    Ms.  espaldas. 


C^i 


2&4 

mando  que  callasse,  que  no  era  amigo  de  oyr  lar- 
gas razones,  y  luego  dixo  en  alta  boz  desde  vna 
silla  despaldas  donde  estaua  assentado,  que  se  lo 
quitassen  de  delante,  porque  no  lo  quería  ver,  ni 
menos  a  su  compañero,  a  los  quales  dixo  en  alta 
boz  muchas  y  feas  palabras  y  los  entrego  al  Maes- 
tro de  campo  Dionisio  de  Bobadilla  para  que  los 
hiziesse  guardar.  Ellos  leuantados  del  suelo,  que 
auian  estado  hincados  de  rodillas,  Dionisio  de  Bo- 
badilla los  tomo  a  su  cargo,  a  los  quales  Ueuo  y 
metió  en  vna  tienda  en  donde  los  hecho  en  fuertes 
prisiones  por  contentar  a  Francisco  de  Carauajal 
que  todauia  le  turaua  el  enojo  que  tenia  contra  los 
mendocihos  y  heredianos  porque  le  auian  tomado 
su  thesoro  y  la  ropa  que  tenia,  con  la  de  sus  solda- 
dos. Venida  la  noche  hablo  muy  largo  y  en  secreto 
con  entrambos  sin  que  nadie  supiesse  lo  que  auian 
tratado,  en  que  estuuo  con  ellos  hasta  la  media  no- 
che porfiando  y  dando  y  tomando,  y  después  salió 
Francisco  de  Carauajal  de  la  tienda  gruñendo  y 
jurando  que  los  auia  de  ahorcar  por  traydores  al 
rey  y  a  Gonzalo  Pigarro  su  señor.  Todos  tuuieron 
entendido  que  en  amanesciendo  o  en  llegando  al 
pueblo  de  Pocona,  en  donde  auia  de  entrar  otro 
dia,  los  auia  luego  de  mandar  cortar  las  caberas 
y  hazellos  quartos,  según  que  el  se  mostraua  muy 
enojado  y  furioso  contra  ellos.  Por  lo  qual  Dioni- 
sio de  Bobadilla  y  Balthasar  de  Cepeda,  hermano 
del  licenciado  Cepeda,  quondan  Oydor  de  Su  Ma- 
gestad,  con  los  demás  capitanes  le  suplicaron  los 
tratasse  con  amor  y  begniuolencia  y  los  perdona- 
sse  por  amor  de  Dios,  pues  que  de  su  propia  volun- 


285 

tad  se  auian  venido  a  poner  en  su  clemencia  y  en- 
tregarsse  a  sus  manos.  De  manera  que  el  los  per- 
dono con  muchas  ymportunaciones,  en  quanto  to- 
caua  a  sus  vidas,  mas  en  lo  de  las  prisiones  dixo 
que  no  se  lo  boqueassen  ni  hablassen  en  ello,  por- 
que el  no  lo  podía  hazer  sin  espreso  mandado  de 
Gonzalo  Pi^arro;  de  manera  que  en  lo  menos  na 
quiso  perdonar  y  en  lo  mas  los  perdono.  Mas,  en 
fin,  dixo  que  el  escriuiria  a  Gon<;alo  Pi^arro  y  lo 
que  el  mandasse  se  haria,  que  lo  que  el  escriuie- 
sse  seria  en  fabor  dellos,  y  assi  se  quedaron  por 
entonces  en  prisión  en  la  tienda  del  Maestro  de 
campo  con  seguridad  de  las  vidas.  Porque  des* 
pues,  a  lo  que  las  gentes  díxeron,  le  descubrieron 
mas  de  veynte  mili  ducados  en  plata  que  Diego 
Centeno  y  Lope  de  Mendoza  auian  escondido  en 
el  pueblo  de  Paria,  los  quales  se  truxeron  después 
en  yndios  y  en  vnas  muías.  Después  destas  co- 
sas assi  passadas,  no  auiendo  allí  ninguno  de  los 

m 

heredianos  de  quien  rezelarsse,  por  estar  las  cabe- 
<;as  principales  presas  y  muertas  y  por  auer  cum- 
plido y  alcanzado  lo  que  desseaua,  comento  de 
alegrarse  por  la  vitoria  que  auia  alcan(;ado  en 
desbaratar  los  desigños  de  sus  contrarios.  Los 
soldados  pi^arristas  hizieron  lo  mismo,  y  de  tan 
contentos  y  regocijados  como  estauan  por  la  vic- 
toria alcanzada  no  sentian  ningún  trabaxo  ni  fa- 
tiga que  por  ellos  uviesse  passado,  con  esperan- 
za, aunque  vana,  que  en  llegando  a  la  villa  de  la 
Plata  se  repartiría  luego  entre  ellos  los  reparti- 
mientos de  los  yndios  que  uviesse  vacuos  en  aque- 
llas prouincias.  Hechas  estas  cosas  con  otras,  man- 


28ú 

los  suyos  que  se  fuessen  al  pueblo  de  Pocona 
minassen  todos  juntos  y  apiftados,  y  que  dír- 
j  se  atreuiesse  a  salir  fuera  del  camino,  por- 
tuuo  rezelo  que  los  heredianos  que  de  alli  se 
n  ydo  andarían  juntos  por  algunas  quebradas 
i  dellos  se  vengar.  Con  esto  comentaron  to- 
a  caminar  puestos  como  en  esquadron  de  gfue- 
con  las  vanderas  tendidas  al  viento  frío  que 
a;  a  los  quales  dexaremos  vn  poco  yr  Cami- 
lo estas  quatro  leguas  de  mal  camino,  por  con- 
o  que  suscedio  en  este  comedio  en  el  pueblo 
'ocona  entre  los  soldados  de  Francisco  de  Ca- 
ijal. 


J 


CAPITULO  XXXIII 

DE  COMO  LOS  SOLDADOS  QUE  QUISSIERON  MATAR  A 
FRANCISCO  DE  CARA^JAJAL  SE  REBELARON  CONTRA  EL 
EN  EL  PUEBLO  DE  POCONA,  Y  DE  COMO  QUITARON  MA- 
ÑOSAMENTE LOS  ARCABUZES  A  SUS  C0MPA5JER0S  QUE 

allí  quedaron  CANSADOS 


Damián  de  la  Vandera  y  Francisco  Rodríguez 
Matamoros,  como  vieron  que  no  auian  hecho  nin- 
gún effecto  en  matar  a  Francisco  de  Carauajal, 
como  queda  dicho,  se  fueron  de  allí  ellos  y  sus 
compañeros  antes  que  se  supiesse  o  fuessen  senti- 
dos, al  capitán  Lope  de  Mendo9a,  porque  con  sus 
huydas  asegurauan  sus  personas  y  vidas.  Después 
que  Lope  de  Mendoza  y  los  soldados  heredianos 
se  fueron,  y  después  que  Francisco  de  Carauajal 
fue  tras  ellos,  estos  soldados  amotinados  y  los  de- 
más del  concierto  se  quedaron  escondidos  en  vna 
sierra  que  alli  junto  estaua,  desde  donde  vieron 
todo  lo  que  passaua,  y  aqui  hallaron  obra  de  vein- 
te soldados  heredianos.  Pues  en  este  tiempo  se 
abaxaron  todos  y  se  fueron  a  la  casa  fuerte,  que 
no  quissieron  yr  con  Lope  de  Mendoga  ni  con  los 
que  yuan  de  vencida,  y  assi  se  quedaron  por  ha- 
zer  lo  que  luego  diremos;  aunque  Pedro  de  Aven- 


T^' 


288 

daño  (1)  yua  con  Francisco  de  Carauajal,  fue^por 
dissimular  lo  que  aula  hecho  y  cometido.  También 
se  quedaron  en  este  pueblo  obra  de  veinte  solda- 
dos de  Carauajal,  vnos  por  estar  enfermos,  y  otros 
por  tener  las  muías  y  los  cauallos  muy  cansados  y 
matados,  y  desque  vieron  ydos  a  sus  capitanes  se 
recogieron  todos  en  la  casa  fuerte  y  luego  man- 
daron a  los  yndios  del  pueblo  traer  mucha  comida 
y  leña  para  callentarse,  que  hazia  mucho  frió,  y 
para  hazer  de  comer.  Pues  como  hazia  gran  frió 
y  auia  ya  mucho  fuego  dentro  de  la  casa,  vnos  se 
hecharon  a  dormir  por  auer  velado  toda  la  noche, 
y  otros  comentaron  hazer  de  comer,  y  a  todo  esto 
estañan  los  arcabuzes  arrojados  por  el  suelo  y 
puestos  por  los  rincones,  y  todos  ellos  muy  des- 
cuydados  y  sin  rezelo  de  los  heredianos.  Después 
que  los  conjurados  se  vieron  juntos  en  el  pueblo 
se  holgaron  mucho;  aunque  anduuíeron  vn  rato 
dissimulados  con  los  descuydados,  mas  se  aparta- 
ron luego  dellos  por  mandado  de  Damián  de  la 
Vandera  y  de  Francisco  Rodríguez  Matamoros,  y 
hablando  con  ellos  en  breues  palabras  les  persua- 
dieron que  haziendo  cabe<;a  de  su  juego  se  al^a- 
ssea  con  la  tierra.  Y  que  aleados  fuessen  a  buscar 
a  Lope  de  Mendo(;a  y  le  diessen  fabor  y  ayuda  si 
la  uviesse  menester,  y  que  si  no  1  j  hallassen,  que 
se  yrian  a  la  villa  de  la  Plata  y  alvarsse  con  ella  en 
nombre  de  Su  Magestad  y  hazer  mucha  gente  para 
yr  a  buscar  a  Francisco  de  Carauajal  y  dalle  ba- 
talla o  morir  en  la  demanda.  Los  onze  compañe- 


(l)    Ms.  Amenánño* 


289 

ros,  auiendo  ya  metido  prenda,  lo  tuuieron  por 
bien  y  comentaron  a  dezir  que  por  aquella  via  ga- 
narían gran  reputación,  pues  lo  auian  de  hazer  en 
seruicio  de  Su  Magestad,  y  después  ternian  de  co- 
mer en  la  tierra.  Y  que  hechas  estas  cosas  no  an- 
darían perdidos  tras  vn  tirano  cruel  y  endemonia- 
do como  lo  era  Francisco  de  Carauajal,  que  auía 
muchos  días  que  andauan  con  el  y  no  les  auia  dado 
cosa  alguna,  sino  que  con  vanas  esperanzas  los 
traya  consigo  engañados  y  se  seruia  dellos  de  bal- 
de, andando  desnudos  y  descalzos.  Pues  concerta- 
do esto,  para  effectuar  su  negociación  concerta- 
ron de  tomar  ante  todas  cosas  los  arcabuzes  de  los 
que  estauan  metidos  dentro  de  la  casa  fuerte,  pues 
estauan  descuydados  y  dellos  dormiendo,  y  des- 
pués combidallos  con  lo  platicado  y  concertado. 
Y  si  quisiessen  ser  todos  a  vna,  que  les  darían  sus 
arcabuzes,  y  si  no  que  los  matarían  o  quemarían 
bíuos  dentro  de  la  casa,  y  que  después  no  faltarían 
hombres  muy  leales  seruídores  del  rey,  que  ellos 
les  darían  fabor  y  ayuda,  pues  auía  muchos  encu- 
biertos, porque  lo  que  auian  de  hazer  era  seruicio 
de  Dios  y  de  Su  Magestad.  Platicado  esto  y  dada 
ya  la  borden  de  lo  que  se  auia  de  hazer  llamaron  a 
los  heredíanos  de  la  entrada  que  sabían  la  cosa  y 
el  secreto;  luego  se  pusso  por  la  obra  la  negocia- 
ción y  se  fueron  todos  juntos  a  la  casa  fuerte.  Y 
como  a  los  vnos  hallaron  hazíendo  de  comer,  que 
eran  los  pocos,  y  a  los  otros,  que  eran  los  muchos, 
estar  dormiendo  y  tendidos  por  el  suelo  muy  des- 
cuydados, comentaron  bonicamente  y  como  al 
descuydo  de  recoger  los  arcabuzes  que  estauan 

G.  DB  Santa  Clara.— IV.— 3.o  19 


290 

caydos  por  el  suelo.  Recogidos  que  fueron  los 
amontonaron  en  vn  rincón  de  Ta  casa;  aunque  al- 
gunos de  los  descuydados  lo  vieron  hazer  no  sos- 
pecharon mal,  porque  los  que  lo  hazian  eran  to- 
dos compañeros  y  amigos,  que  tuuieron  entendido 
que  lo  hazian  de  buen  comedimiento  y  crian<;a  por- 
que no  los  pisassen,  y  hecho  esto,  luego  Damián 
de  la  Vandera  dixo  en  altn  voz  a  los  descuydados: 
Ea,  caualleros  y  compañeros  mios,  a  leuantar, 
que  no  es  agora  tiempo  de  dormir  sino  de  3T  a 
seruir  a  Su  Magestad  5^  a  Lope  de  Mendoza  su  ca- 
pitán general  que  esta  seys  leguas  de  aqui,  el  qual 
tiene  cercado  a  Dionisio  de  Bobadilla  en  vn  peñol,' 
porque  Francisco  de  Carauajal  es  ya  muerto  y 
descabellado  por  los  seruidores  del  rey  nuestro 
señor.  Estaua  entre  estos  descuydados  vn  monta- 
ñés que  se  llamaua  Pedro  de  Praues,  valiente  y 
animoso  soldado,  el  qual  dixo  medio  riendo:  ¿que 
diablos  dezis,  Damián?  ¿es  por  ventura  verdad  la 
muerte  de  Francisco  de  Carauajal?  ¿ó  es  que  nos 
queréis  engañar  o  prouar  que  yntenciones  tene- 
mos? Damián  de  la  Vandera  dixo  con  yra:  no, 
iv^oto  a  Dios!  sino  lo  que  digo  es  verdad,  y  el  que 
me  quisiere  seguir  para  yr  a  seruir  a  Su  Magestad 
le  yra  bien  dello,  y  el  que  no,  le  quemare  viuo  den- 
tro desta  casa,  o  le  ahorcare  y  haré  quartos  como 
a  traydor  maluado.  Oyendo  esto  todos  los  solda- 
dos descuydados  quissieron  tomar  sus  arcabuzes, 
y  Damián  de  la  Vandera  y  sus  compañeros  con 
los  demás  heredianos  se  los  deffendieron  con  fu- 
ria y  braueza  poniéndoles  los  arcabuzes  a  los  pe- 
chos, diziendoles:  ¡voto  a  Dios!  si  os  meneáis  os 


291 

saquemos  aquí  a  todos  las  vidas,  y  por  esso 
quedos  y  hazed  lo  que  el  señor  capitán  D; 
de  la  (1)  Vandera  os  manda  a  todos,  porque  e 
seruireis  a  Dios  y  a  Su  Magestad;  donde 
queriendo  hazer  pagareis  aquí  con  las  vida 
qual  viendo  los  descuydados  que  la  cosa  yi 
veras,  cementaron  a  dezir:  ¡cuerpo  de  Dios! 
res,  ¿vosotros  no  soys  nuestros  amigos  y  c< 
fieros?  ¿que  es  la  causa  que  os  queréis  apart. 
seruicio  de  Gonzalo  Pii;arro  y  a  nosotros  qi 
maltratar  en  tomarnos  las  armas  por  fuer?a' 
no  Damián  de  la  Vandera  a  dezir  jpor  vida  i 
que  el  hombre  que  no  me  siguiere  para  yr  i 
uir  a  Su  Magestad  le  dexe  plantado  o  quema 
este  pueblo,  por  traydor  y  cismático.  Replii 
dro  de  Praues  y  le  dixo:  seflor  Damián  de  la 
dera,  mirad  lo  que  iiazeís;  catad  que  os  arre 
reisdello  ante  de  mucho  tiempo.  Allende 
bien  sabéis  que  esta  biuo  Goncalo  Picarri 
el  os  sabrá  pedir  estrecha  cuenta,  como 
hecho  a  otros  que  eran  de  gran  valor,  y  en  1 
pararon  bien  lo  aueis  visto  y  entendido, 
tanto  tomad  mi  consejo,  no  hagáis  cosa 
uida,  que  os  costara  muy  caro,  Y  por  esto  nc 
los  arcabuzes,  porque  nos  queremos  yr  al  G( 
y  a  nuestros  capitanes,  que  nos  ternan  a  i 
tanto  aqui  nos  detenemos,  porque  ya  tare 
mucho;  a  esto  dixo  Damián  de  la  Vander 
grande  yra  y  enojo:  Yo  os  hago  voto  sol 
Dios,  que  si  os  arrebato  os  haga  vn  juego  c 


292 

Tepíntais  dello  porque  no  me  respondáis  mas, 
r  tanto  procurad  vos  y  los  demás  de  callar,  y 
enad  luego  de  seguirme  para  yr  a  seruir  a 
dagestad.  Porque  ya  oo  son  menester  aquí 
is  trayciones  y  maldades  con  muchas  cruel- 
s  y  abominaciones  que  contra  Dios  y  contra 
;al  corona  se  han  hecho  y  cometido;  y  assiles 

otras  cosas  con  gran  furia  y  braueza.  Ojíe- 
los descuydados,  que  eran  quinze  soldados, 
lo  auia  razón  para  que  se  les  dixesse  aquellas 
aras  con  tanta  braueza,  pues  que  todos  ello» 
lan  debaxo  de  la  vandera  de  Francisco  de  Ca- 
jal  y  en  seruicio  de  Su  Magestad  y  de  Gon?a- 
tarro,  y  que  si  Carauajal  era  muerto,  que 
e  mucho  de  norabuena,  mas  que  les  diessen 
rcabuzes,  que  se  querían  yr  a  la  cibdad  de 
I  a  seruir  al  rey.  Desto  se  enojaron  mucho 
ian  de  la  Vandera  y  sus  compañeros,  con 
los  veinte  heredianos,  y  comentaron  los  vnos 

otros  a  darbozesy  a  porffiar  sobre  loque 
la  al  seruicio  de  Su  Magestud;  mas  conside- 

0  los  descuydados  que  no  tenían  armas  para 
ndersse  y  oíTender  a  los  contrarios,  dissimu- 

1  su  ynjuria.  Y  por  otra  parte,  altercadas  mu- 
razones,  tuuieron  por  bien  de  seguir  por  en- 
;s  a  Damián  de  la  Vandera  hasta  ver  en  lo 
laraua  aquel  deuaneo,  y  con  proposito  que 
jes  que  se  viessen  con  sus  arcabuzes  harían 
e  mejor  les  paresciesse,  y  assi  el  dicho  Pedro 
■aues  y  sus  compafleros  le  prometieron  de  le 
ir,  pues  era  ya  muerto  Carauajal.  Oyendo 
ian  de  la  Vandera  la  promesa  de  [los  descuy- 


J 


293 

dados  se  holgó  en  gran  manera  por  dos  causas  y 
razones:  la  vna,  por  no  les  hazer  mal,  que  eran 
sus  amigos  y  compañeros;  y  la  otra,  porque  de 
presente  los  auia  menester  para  la  negociación 
que  comen^aua  a  tramar,  y  con  esto  les  hizo  dar 
los  arcabuzes.  Después  de  les  auer  dado  las  ar- 
mas les  dixo  Damián  de  la  Vandera  porque  con 
mas  entera  voluntad  le  siguiessen:  mirad,  seño- 
res, que  en  todo  casso  nos  conuiene  seruir  de  aqui 
adelante  a  Su  Majestad,  porque  os  hago  saber 
que  Gon9alo  Pi9arro  es  muerto  en  la  cibdad  de 
Quito  y  lo  mato  cruelmente  Pedro   de  Fuelles. 
Demás  desto,  en  la  cibdad  del  Cuzco  esta  Alon- 
so de  Toro  aleado  en  nombre  de  Su  Magestad, 
ecepto  las  (1)  cibdades  de  Lima  y  de  San  Juan  de 
la  Frontera,  que  están  a  deuocion  de  don  Gon- 
zalo Pi^arro  el  mogo,  hijo  del  Marques  don  Fran- 
cisco Pigarro.  Y  tienen  la  administración  del  mogo 
y  de  lo  demás  los  capitanes  Lorenzo  de  Aldana  y 
Montenegro,  sus  ayos,  y  Don  Antonio  de  Ribera 
es  capitán  general  que  haze  y  a  hecho  mucha  gen- 
te para  yr  contra  los  leales  seruidores  de  Su  Ma- 
gestad, y  según  ay  fama  publica  tiene  mas  de  mili 
hombres  en  su  campo.  Y  agora  es  necesario  que 
nosotros  acá  alcemos  vandera  en  nombre  de  nues- 
tro rey  y  señor  natural  y  demos  fabor  y  a3^uda 
a  los  seruidores  de  Su  Magestad  que  andan  corri- 
dos y  hostigados  de  los  traydores  y  brauos  tira- 
nos, y  para  quando  alguno  viniere  en  nombre  del 
rey  nos  halle  en  su  seruicio,  y  no  siruiendo  a  es- 


294 

tos  cismáticos.  Asslmismo  aueis  de  saber  que  ten- 
go nueua  muy  cierta  que  Francisco  de  Carauajal 
es  muerto  por  manos  del  capitán  Lope  de  Mendo- 
za que  esta  noche  passada  dio  sobre  el,  y  Dionisio 
de  Bobadilla  esta  retraydo  en  vn  peñol  con  cin- 
quenta  soldados  y  tengo  para  mi  que  sera  esta  la 
hora  en  que  le  auran  cortado  la  cauepa,  y  por 
tanto  conuiene  que  sin  dilación  hagamos  lo  que 
tengo  dicho.  Los  soldados,  auiendose  apoderado 
de  los  arcabuzes,  quissieron  con  rauia  arremeter 
contra  Damián  de  la  Vandera  y  no  lo  hizieroa 
hasta  saber  la  certinidad  de  las  nueuas  que  les 
auian  dicho,  para  ver  si  era  burla  o  no,  y  con  esto 
estuuieron  dos  dias  descansando  en  el  pueblo. 
Pues  como  Francisco  de  Carauajal  uviesse  desba- 
ratado a  Lope  de  Mendoc^a  y  a  Nicolás  de  Here- 
dia,  como  queda  ya  dicho,  los  heredianos  que  es- 
caparon de  la  rota  se  fueron  huyendo  al  pueblo  de 
Focona  por  no  hallarse  en  manos  de  Francisco  de 
Carauajal,  y  aguijaron  mucho  y  llegaron  bien  de 
mañana  a  el.  Estos  hombres  contaron  a  los  alga- 
dos  y  a  los  descuydados  todo  lo  suscedido  del  des- 
barate, de  lo  qual  los  doze  conjurados  y  parte  de 
los  heredianos,  creyendo  ser  verdad  lo  susodicho» 
sin  poner  mas  dilación  se  fueron  huyendo  y  se  me- 
tieron en  los  montes  del  pueblo  de  Mizque,  y  los 
descuydados  les  dieron  grita  quando  se  yuan  y 
prendieron  a  vno  de  los  heredianos.  Francisco  de 
Carauajal  llego  en  este  comedio  cerca  del  pueblo 
y  luego  le  salieron  a  rescebir  Pedro  de  Praues  y 
sus  compañeros,  los  quales  le  contaron  por  entero 
lo  que  auian  hecho  y  lo  que  les  auia  dicho  Damián 


295 

de  la  Vaadera  y  consortes,  de  lo  qual  le  peso  en 
gran  manera,  y  con  esto  entró  en  el  pueblo.  Con 
el  enojo  que  Ueuaua  y  con  el  que  rescibio  de  lo  que 
Damián  de  la  Vandera  auia  hecho,  se  le  acrecen- 
tó y  doblo  mucho  mas  con  el  que  tenia  por  le  auer 
tomado  los  mendocinos  y  heredianos  su  riqueza, 
y  por  esto  y  por  otras  cosas,  llegado  al  pueblo 
mando  ahorcar  al  alcalde  ordinario  Pedro  de  Cés- 
pedes, Juan  Rodriguez  de  Almadén  y  a  Juan  de 
Porras,  de  los  de  la  entrada,  que  auian  quedado 
mal  heridos  y  con  el  que  prendió  Pedro  de  Pra- 
ues.  Dt  manera  que  desde  que  se  comento  la  re- 
friega hasta  que  torno  Carauajal  al  dicho  pueblo 
fueron  muertos  de  la  parte  de  Lope  de  Mendoga 
diez  y  ocho  soldados  por  todos,  de  tiros  de  arca- 
buz, sin  los  dos  Generales  y  otros  seis  soldados 
que  fueron  muertos  a  garrote  en  el  arroyo  donde 
fueron  del  todo  desbaratados.  De  la  parte  de 
Francisco  de  Carauajal  murieron  no  mas  de  dos 
de  tiro  de  arcabuz;  el  vno  delios  fue  el  que  mata- 
ron los  que  quissieron  quitar  la  vida  al  tirano 
cruel,  y  de  heridos  uvo  algunos,  aunque  sanaron 
en  breues  dias,  y  desta  manera  llegaron  todos  a 
Pocona  y  comentaron  a  descansar  de  tanto  tra- 
baxo  como  auian  passado.  Francisco  de  Caraua- 
jal hizo  luego  venir  a  todos  los  yndios  de  seruicio 
y  de  carga  que  auian  quedado  siete  leguas  de  alli, 
los  quales  vinieron  con  una  poca  de  ropa  que  ato- 
dos  les  auia  quedado  del  saco  que  los  mendocinos 
y  heredianos  les  hizieron.  También  embio  luego  a 
llamar  a  todos  los  caziquez  y  principales  yndios 
de  los  pueblos  que  auia  en  toda  aquella  comarca, 


296 

[ue  te  truxessen  todos  los  bastiroentos  que 
en  sus  casas,  los  quales  vinieron  y  truze- 
uchas  cosas  de  comida,  mas  de  miedo  que 
[untad  que  tuuiessen,  porque  cierto  le  te- 
ran  temor  por  las  malas  ynclinaciones  que 


CAPITULO  XXXIV 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SE  PARTIÓ  DE 
POCONA  CON  SUS  SOLDADOS  Y  SE  FUE  AL  PUEBLO  DE 
COTABAMBA,  Y  DE  LAS  COSAS  QUE  HIZO  EN  EL,  Y  DE 
COMO  ESCRIUIO  A  GONQALO  PIQARRO  TODO  LO  QUE 
LE   AUIA   SUSCEDIDO    CON    LOS   MENDOCINOS  Y    HERE- 

DIANOS  DE    LA  ENTRADA 


Estuuose  Francisco  de  Carauajal  desta  hecha 
cinco  dias  en  el  pueblo  de  Pocona,  descansando,  en 
donde  le  vinieron  á  seruir  cassi  todos  los  soldados 
heredianos  de  la  entrada,  de  los  mas  principales 
dellos,  que  como  no  tuuieron  quien  los  llamasse  ni 
acaudillasse,  con  el  temor  que  tuuieron  del  no  uvo 
quien  entre  ellos  se  atreuiesse  a  llamarse  capitán, 
ni  sabían  a  donde  acudir.  Y  con  esto  se  vinieron 
con  gran  humilldad  y  mansedumbre  a  ponerse  en 
sus  manos,  conffiando  en  su  clemencia,  si  alguna 
tenia,  que  los  perdonaría  y  que  no  miraría  los 
grandes  males  y  daños  con  los  desacatos  que  le 
auian  hecho  y  de  los  enojos  y  pesadumbres  que  le 
auian  dado.  Queriéndose  Francisco  de  Carauajal 
mostrar  para  con  ellos  affable  y  piadoso,  no  por 
ellos  sino  por  el  dinero  que  le  faltaua,  para  lo  co- 


298 

brar  (1)  dellos  porque  no  se  lo  Ueuassen  y  se  fue- 
ssen  con  ello  a  diuersas  partes,  los  rescibia  muy 
bien  porque  todos  se  le  viniessen  a  la  fama  que 
Carauajal  no  hazia  ningún  mal  a  los  de  la  entrada 
que  se*  venían  a  el,  y  por  esto  se  allegaron  muchos 
a  el  sin  tener  ningún  rezelo.  Quándo  assi  venían 
algunos  se  leuantaua  de  la  silla  en  que  estaua 
assentado  ,  se  yua  a  ellos  con  los  bracos  abiertos 
para  los  abragar  y  les  daua  el  parabién  de  sus  ve- 
nidas y  les  hablaua  amorosamente  y  con  blandura 
y  con  buen  semblante,  que  entonces  parescia  padre 
de  todos  ellos  mas  que  capitán  vencedor;  fá]  los 
soldados,  como  se  ponían  de  rodillas  delante  del 
desculpandossc  de  lo  que  auian  hecho,  los  algau^* 
tomándolos  de  las  manos  v  no  les  dcxaua  hablar, 
diziendoles  de  como  el  sabia  muy  bien  que  auian 
sido  engañados  de  Lope  de  Mendoza  y  del  Maes- 
tre de  campo  y  alférez.  Especialmente  les  dezia 
que  el  no  se  marauillaua  de  cosa  alguna  de  lo  que 
auian  hecho,  porque  bien  sabia  que  era  vsanga  de 
l^uerra,  entre  soldados,  de  yr  a  vna  parte  o  a  otra, 
y  que  desto  no  ternia  memoria,  sino  que  todos  ellos 
tomassen  plazer  y  descansassea,  que  el  les  pro- 
ueeria  de  lo  que  uviessen  menester,  y  que  síruie- 
ssen  al  rey  y  a  Pigarro  su  señor;  y  assí  les  dixo 
otras  muchas  cosas.  Viendo,  pues,  que  no  auía  mas 
que  hazer  por  aquella  parte  y  que  estañan  todas 
las  cosas  concluydas,  determino  de  yrse  a  la  villa 
de  la  Plata  a  repartir  entre  los  suyos  los  yndios 
que  estauan  vacuos,  y  assi  lo  dixo  a  sus  capitanes 


(I)    Ms.  ios  cebras. 


r^ 


2Q9 

y  soldados  estando  con  ellos  en  buena  conuersa- 
cion.  Con  esta  determinación  se  salió  de  Pocona 
con  todos  los  suyos  y  con  las  vanderas  tendidas, 
puestos  en  buena  borden,  por  el  camino  de  arriba, 
que  era  bueno  y  llano  aunque  no  vssado,  y  llega- 
ron al  pueblo  en  donde  auian  tenido  el  fardaje  y 
alli  se  refrescaron  aquella  tarde  y  la  noche,  porque 
el  lugar  era  muy  fresco  y  bastecido  de  muchos 
bastimentos.  Otro  dia  se  pusso  en  camino  y  llego 
al  pueblo  de  Cotabamba  con  las  vanderas  tendi- 
das, en  donde  supo  después  adonde  estaua  Damián 
de  la  Vandera  y  Francisco  Rodríguez  xMatamoros 
con  sus  compañeros,  a  los  quales  embio  a  llamar 
escriuiendoles  con  vn  yndio.  Y  en  la  carta  les  dezia 
aíñrmatiuamente  y  con  juramento  que  si  ellos  se 
venian  ante  el,  que  los  perdonaría  y  perdonaua 
todo  el  mal  y  enojo  que  le  auian  hecho,  sin  tener 
memoria  de  cosa  alguna  (1),  y  que  se  truxessen  en 
su  compañía  a  los  caualleros  heredianos  de  la  en- 
trada que  estuuiessen  por  alia.  Rescibida  por  ellos 
la  carta  no  quissieron  creer  de  lí<;ero  lo  que  en  ella 
se  contenia,  porque  según  ya  le  tenian  conoscido 
ser  terrible  y  cruel  no  se  atreuieron  de  yr  a  su  lla- 
mado, porque  se  temieron  que  en  llegando  los  auia 
luego  de  mandar  ahorcar,  y  assi  embiaron  al  yndio 
sin  carta,  que  no  tuuieron  recaudo  para  escreuir, 
^ino  que  tan  solamente  dixo  que  los  xpianos  no 
querían  venir,  de  miedo.  Considerando  bien  esto 
Carauajal  y  por  no  dexar  por  alli  algún  rastro  que 
después  le  perturbasse  la  tierra,  les  torno  y  retor- 


cí)   Tachado:  dt  lo  hecho» 


300 


no  por  segunda  y  tercera  vez  a  escreuir  dándole 
su  fee  y  palabra  y  con  juramento  que  no  les  haría 
ningún  mal,  ni  menos  otro  alguno  por  el,  y  assi  les 
embio  a  decir  otras  cosas  muy  blandas  y  halague- 
ñas,  que  al  fin  al  fin  determinaron  de  venirse  a  el 
por  dos  causas.  La  vna,  porque  Francisco  de  Cara- 
uajal  no  fuesse  a  ellos  o  embiasse  algún  capitán 
para  que  los  prendiesse  o  matasse,  porque  después 
no  consiguirian  el  perdón  que  agora  se  les  conce- 
día; y  la  otra  causa  fue  porque  los  yndios  del  pue- 
blo de  Mizque  no  les  querían  ya  dar  de  comer  co- 
mo lo  auian  hecho  al  principio.  Y  demás  desto 
les  dixcron  se  saliessen  de  su  pueblo  y  se  fuessen 
a  donde  los  otros  xpianos  estañan;  si  no,  que  los 
matarían  a  flechazos  y  a  pedradas,  porque  Fran- 
cisco de  Carauajal  lo  auia  assi  mandado  a  los  ca- 
ciquez  y  principales  yndios  de  toda  aquella  comar- 
ca, y  que  antes  que  lo  pusiessen  por  la  obra  se 
saliessen  luego.  Por  estas  causas  y  razones,  pos- 
puestos al  temor  y  afrenta  que  les  podría  venir  y 
confiándose  principalmente  en  la  palabra  que  les 
dauan,  se  vinieron  todos  ellos  a  poner  debaxo  de 
las  manos  de  Francisco  de  Carauajal  para  que  con 
piedad  y  begniuolencia  losperdonasse.  Assi  como 
se  vinieron  ante  el  se  postraron  por  el  suelo  pi- 
diéndole las  manos  para  se  las  besar,  demandán- 
dole perdón  del  gran  atreuimiento  y  desuerguenga 
que  contra  el  auian  cometido,  y  que  dello  no  se 
acordasse,  sino  de  los  muchos  y  grandes  seruicíos 
que  le  auian  hecho  en  diuersas  partes.  Queriendo 
Damián  de  la  \'andera  proseguir  en  su  comenta- 
da platica  para  desculparse,  y  a  sus  compañeros, 


301 

no  le  dexo,  porque  era  muy  enemigo  de  oyr  largas' 
arengáis  y  razones,  principalmente  de  aquellos  que 
e  auian  sido  vn  poco  zaynos  y  auiesos.  Y  por  mos- 

arse  con  ellos  piadoso  y  manso,  en  especial  con 
os  heredianos  de  la  entrada,  los  mando  leuantar' 

abraco  a  cada  vno  dellos  en  señal  de  verdadera 
istad  y  con  demostración  de  recebirlos  con  gran 
zer  y  alegría.  Luego  mando  al  Maestre  de  cam- 
p^que  la  ropa  que  se  les  auia  tomado  a  Damián 
déla  Vandera  y  a  sus  compañeros  se  buscasse  y 
se  les  boluiesse,  la  qual  fue  buscada,  mas  no  fue 
halmda  ni  supieron  quien  la  auia  tomado,  y  assi  se 
quelaron  sin  ella.  A  los  soldados  heredianos  de  la 
entfltda  proueyo  de  algunas  cosas  que  uvieron 
ester,  que  fueron  de  poco  momento,  y  por  esto 
o  que  les  dieron  y  a  los  otros  por  los  auer  per- 

onado,  comentaron  de  alaballe  y  engrandescello 
basta  las  nuues  por  las  grandes  y  señaladas  mer- 
cedes que  les  auia  hecho.  Desta  manera  fueron 
tescebidos  todos  en  gracia  de  Francisco  de  Carau  a- 
jal,  tomándolos  por  amigos  a  los  vnos  y  a  los  otros; 
mas  tiempo  vino  que  Francisco  Rodrigez  Matamo- 
ros se  lo  pago  en  el  pueblo  de  Viacha;  por  vna  occa- 
ssion  muy  liuiana  que  le  dio  lo  mando  ahorcar,  co- 
mo adelante  diremos.  Estando  Francisco  de  Cara- 
uajal  en  este  pueblo  le  acontescio  vn  chiste  muy 
donoso  (1)  con  vn  tratante  de  carneros  llamado 
Aluaro  Nieto,  el  qual  trataua  también  en  la  yerua 
presciada  llamada  coca,  con  que  grangeaua  la 
vida,  que  es  la  moneda  desta  tierra,  como  el  cacao 


(I)    Ms«  «Uñoío. 


302 

laNueuaEspafla.  Y  fue  el  cuento  que  este  Ai- 
ro Nieto  se  allego  a  el  diziendole  como  los  sol- 
dos  de  la  entrada  le  auian  topado  los  días  atrás 
el  camino  con  ciertos  cameros  de  carga  que 
ya  y  que  se  los  auian  quitado  por  fuerca,  y  que 

obstante  esto  lo  auian  IJeuado  ante  Lope  de 
mdoía  quando  yua  a  Pocona  y  lo  aula  hecho  sol- 
do  contra  su  voluntad  no  lo  queriendo  ser.  Y 
ando  yo  supe  que  v.  m.  venia  contra  el  me  sali 
:retamente  de  Pocona  y  me  fuy  a  esconder  a 

monte  por  no  hallarme  en  la  batalla,  y  esto 
¡e  a  fin  de  no  deseruir  at  seilor  Gouernador  ni 
{.  m.,  y  por  no  estar  con  Lope  de  Mendoi^  que 
;  traya  forcado,  auiendome  tomado  los  de  la  en- 
ida  mis  carneros  y  la  coca  que  en  ellos  traya, 
n  que  me  dexaron  pobre  y  necesitado.  Y  agora 

sabido  que  los  soldados  de  v.  m-  tienen  mis  car- 
ros: suplico  a  V.  m.  que  por  reuerencia  de  Dios 
»nde  a  los  soldados  que  el  que  tuuiere  dos  car- 
ros délos  mios,  que  están  señalados,  me  de  el 
10,  y  el  que  tuuiere  quatro  me  de  los  dos,  y  assi 
s  demás,  y  desta  manera  los  partiremos  herma- 
Lblemente.  Francisco  de  Caniuajal  se  paro  a 
yr  mucho  desta  demanda  de  Aluaro  Nieto,  y 
spues,  buelto  a  el,  le  dixo  con  yra:  ¡o  vellaco, 
illina!  si  que  los  hombres  de  bien  a  vn  cabo  o  a 
ro  se  han  de  hallar  para  mostrar  sus  valerosas 
^rsonas,  esercitandose  en  las  batallas  campales 
le  se  dieren  en  seruicio  del  rey.  Ven.  acá,  gallí- 
1,  si  estos  caualleros  de  la  entrada  no  seuvieran 
illado  con  Lope  de  Mendoza  en  la  batalla,  ¿como 
rancisco  de  Carauajal  y  estos  señores  paladines 


303 

de  Pocona  que  andan  conmigo  uvieramos  ganado 
tanta  honrra?  andad,  vellaco,  asentaos  en  la  com- 
pañía del  capitán  Castañeda  y  no  me  pidáis  los  car- 
neros, que  os  mandare  luego  por  ello  ahorcar: 
respondió  Nieto  con  humilldad:  señor,  suplico 
a  V.  m.  sea  seruido  de  no  me  lo  mandar,  que  pro- 
meto a  V.  m.  que  no  soy  bueno  para^  soldado,  ni 
en  toda  mi  vida  maté  cosa  viua  sino  fueron  siete 
ratones  que  royan  el  sayo  y  el  capote  que  tenia  en 
vna  petaca  liada.  Oyendo  esto  Francisco  de  Cara- 
uajal  llamo  a  grandes  vozes  a  vn  criado  suyo  lla- 
mado JuUian  de  Fuelles,  el  qual  venido  le  dixo: 
traedme  presto  las  coracinas  y  la  cota  y  los  gara- 
huelles  de  malla  y  la  celada  borgoñona.  Y  traydas 
estas  armas  mando  a  Jullian  de  Fuelles  y  a  Marcos 
Rodríguez,  sus  criados,  diziendoles:  arma  presta" 
mente  a  essa  gallina  fiambre  que  esta  en  figura  de 
hombre;  el  qual  armado  le  dixo  que  braceasse  y 
meneasse  las  manos  y  los  bragos  fuertemente  con 
la  espada  desenuaynada,  el  qual  lo  hizo  muchas 
veces,  y  después  le  pregunto  que  como  se  hallaua. 
Aluaro  Nieto  dixo  que  muy  bueno  y  a  su  seruicio, 
y  Carauajal  hecho  mano  a  la  daga  y  le  dio  tres  o 
quatro  golpes  con  ella,  diziendole:  assi,  vellaco, 
gallina,  assi,  assi  sabréis  matar  hombres  y  les  per- 
deréis el  miedo  que  dellos  tenéis,  y  no  ratones  en- 
cerrados en  petaca.  Y  mirad  que  os  mando  que 
mientras  anduuierdes  conmigo  no  os  aueis  de  qui- 
tar essas  armas,  si  no,  por  vida  de  tantos  y  quan- 
tos  y  del  Gouernador  mi  señor  que  os  mande  luego 
ahorcar  de  vn  árbol  y  hazeros  pedamos.  Y  para 
ver  esto  dio  cargo  dello  a  dos  criados  suyos  que 


3(M 

lassen  y  mirassen  por  el  y  anduuiesseti  con  el 
a  y  de  noche  porque  no  se  las  quitasse  o  se 
sse  con  ellas,  y  fue  deporte  velle  andar  carga- 
)n  aquellas  armas  y  con  la  espada  desenuay- 
,  y  assi  dormía  con  ellas.  Traxolas  quatro  o 
I  dias,  y  como  andaua  A  pie  por  el  pueblo  se 
ua  muy  cansado,  que  ya  le  auia  pesado  mas 
¡11  vezes  por  auer  ydo  en  demanda  de  sus  car- 
3,  que  tuuiera  por  bien  empleado  de  auer  per* 
al  doble  dellos  por  no  verse  en  aquella  un 
ijosa  afrenta.  Los  soldados  le  trayan  corrido 
entado  con  la  grita  que  le  dauan,  díziendole  a 
Jes  vozes:  ¡a  gallina,  mata  ratones!;  mas  des- 

a  ruego  de  sus  capitanes  y  de  los  principales 
líanos  de  la  entrada  se  las  mando  quitar.  V 
I  le  pregunto  si  estaua  hecho  a  las  armas  y  si 
a  agoramatar  hombres  y  no  ratones;  dixo  que 
]ue  su  merced  le  mandasse  de  ay  adelante 
I  a  vno  de  sus  criados  en  que  le  siruiesse; 
en  fín,  al  ñu  dende  algunos  dias  se  fue,  que 
a  mas  parescio.  También  le  acónteselo  otra 
en  este  pueblo,  y  fue  que  como  el  anduuiesse 

cuydadoso  y  con  gran  vigilancia  en  busca 
ro  que  le  auian  tomado  en  el  saco,  traya  es- 
entre los  jugadores  para  ello  y  fue  anisado  de 
le  las  espias  como  en  el  tolJo  de  Balthasar 
s,  portugués,  estaua  vn  sold:ido  de  la  entrada 
ido  vn  texuelo  de  oro.  Francisco  de  Caraua- 
e  luego  alia  y  entro  de  rrordon  por  la  tienda 
lo  que  estañan  ciertos  sold.tdos  suyos  jugan- 

la  dobladilla,  a  tos  quales  Jixo:  jueguen  los 
res  y  ayan  plazer;  mas  este  be  queda  la  mone- 


3C6 

da,  que  me  paresce  que  es  buena.  Y  aba: 
tomo  el  texuelo  de  oro  eQ  la  mano,  que 
hasta  ochocientos  pesos  de  oro  de  minas,  p< 
o  menos,  que  to  estaua  jugando  vn  Pedro  1 
dez,  de  los  heredianos  de  la  entrada,  y  s 
quien  jugaua  el  oro  le  dixo  en  alta  voz.  [, 
Pedro  Hernández!  quierole  contar  agora  v 
to  que  passo  en  cierta  parte  de  España;  i 
saber  que  vna  dueña  honrrada  queria  mui 
marido  y  muriosele,  y  dende  a  ciertos  i 
rriendola  casa  topo  con'vnas  caltas  vieja 
tando  dellas  la  bragueta  la  pusso  dentrc 
agujero  de  la  pared,  y  lo  demás  hecho  a 
cada  dia  que  la  buena  vieja  barría  su  casi 
gaua  al  agujero  de  la  pared,  tomaua  la  b 
en  la  mano  y  comengaua  a  cantar  Iristemí 
dezir  con  pena:  ¡ay  de  mi  la  cuytada,  gua 
que  aquí  andaual;  y  esto  dezia  tres  o  quati 
y  luego  tornaua  a  poner  la  bragueta  en  ■ 
agujero.  Assi  que  Francisco  de  Carauajal  t 
el  texuelo  en  las  manos  repicauale  muy  dt 
como  a  pandero,  y  dezia  muchas  vezes:  ¡i 
lo  que  aqui  andaual,  y  buelto  al  soldado  1 
¡a  señor  Pedro  Hernández!  ¿que  se  hizo 
carga  de  oro  que  andaua  con  este  texuelo 
que  me  faltan  mas  de  veinte  como  el?  Re 
el  soldado  y  dixo:  señor,  yo  no  lo  se,  y  ess 
lo  yo  lo  gane  antenoche  a  vn  soldado  que 
agora  le  viesse  no  le  conosceria,  porque  y 
noscoa  ninguno,  por  la  breuedad  del  tier 


1 


I 


306 

be  andado  y  conuersado  con  ellos;  y  Francisco  de 
Caraaajal  le  dixo:  pues,  señor  Pedro  Hernández, 
busqueme  luego  los  otros  que  me  faltan  y  seremos 
buenos  amigos,  y  quédense  con  Dios;  y  con  esto 
se  Iteuo  el  tezuelo  en  la  mano,  cantando  su  can- 
tarcillo,  y  Pedro  Hernández  lo  tuuo  a  bien,  porque 
se  temió  que  lo  mandara  ahorcar  o  dar  tormento 
para  saber  del  de  lo  demás  que  taltaua.  En  este 
medio  tiempo  mando  Francisco  de  Carauajal  que 
fuessen  treynta  arcabuzeros  a  las  sierras  de  los 
Andes  y  a  otras  partes  a  buscar  ciertos  soldados 
de  los  heredianos  de  la  entrada  que  se  auian  huydo 
y  escapado  la  noche  que  maio  a  Lope  de  Mendo- 
9a.  y  el  caudillo  destos  fue  Francisco  de  la  Sierra, 
los  quaks  fueron  a  las  sierras  y  truxeron  bonica- 
mente y  sin  premia  a  Pedro  Gonijales  de  Prado  y 
a  Jullian  de  Humaran  con  otros  diez  ó  doze  solda- 
dos heredianos,  a  los  quales  perdono  liberalmen- 
te  y  les  hizo  buen  tratamiento.  También  escriuio 
desde  este  pueblo  a  Gonyalo  Pi(,"arro  dándole  cuen- 
ta y  razón  de  iodo  lo  que  por  el  auia  passado  con 
los  heredianos  de  la  entrada  y  con  los  mendoci- 
nos,  y  despacho  por  su  mensajero  a  vn  criado  suyo 
llamado  Ag:ustin  de  Castellanos,  el  qual  yendo  a 
Quito  le  hallo  en  el  camino,  que  se  yua  a  la  cibdad 
de  Los  Reyes,  como  atrás  queda  dicho  y  referido, 
Rescebidas  estas  cartas  y  viendo  lo  en  ellas  conte- 
nido se  holgó  muy  en  gran  manera,  y  lo  mismo 
hizieron  sus  capitanes,  y  al  mensajero  dio  de  al- 
bricias diez  yndios  naborías  en  las  minas  de  Poto- 
si  para  que  le  sacassen  plata,  que  después  se  fue 
muy  rico  a  los  reynos  de  Castilla.  Sabidas,  pues, 


3(17 

estas  nueuas  por  los  capitaai 
garon  y  regocijaron  mucho  ] 
fiestas  que  turaron  tres  día 
Gonzalo  Pi9arro  les  dixo  con 
que  tenían  razón  de  holgars 
susceso  de  Francisco  de  C 
dixo,  que  si  por  ventura  fuet 
de  Carauajal  estuuieran  sus  ^ 
dientes  en  vn  cabello  y  en  c( 
todos,  porque  la  tierra  toda  £ 
ellos,  de  manera  que  por  el 
cisco  de  Carauajal  dio  grar 
todos  los  que  eran  sus  verc 
afficionadosy  grandes  seriiit 


CAPITULO  XXXV 

DE  COMO  MORALES  DE  AMBURT  6  DEL  ABAD  SE  VINO  A 
PRESENTAR  ANTE  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL,  Y  DE  CO- 
MO SUS  CAPITANES  Y  SOLDADOS  SE  MARAUILLARON  EN 
GRAN  MANERA  DE  LE  VER  VIUO  Y  SANO  Y  SIN  HERIDA 

NI  LISION  ALGUNA 


Estoi  perplejo  y  muy  dudoso  en  contar  vna  co- 
sa que  suscedio  en  esta  tierra,  que  cierto  soy  muy 
enemigo  de  relatar  cosas  de  admiración  á  todas 
gentes,  porque  no  saben  como  son  ni  como  pasa- 
ron; mas  como  vieron  esta  cosa  muchos  y  son  dello 
testigos,  pues  se  hallaron  a  todo  presentes,  diré 
con  algún  atreulmiento  lo  que  passó  (I),  aunque  en 
ello,  como  digo,  estoy  escrupuloso  por  lo  que  ade- 
lante diré.  Y  es  el  caso  que  estando  Francisco  de 
Carauajal  tres  jornadas  de  la  villa  de  la  Plata,  en 
vn  pueblo  llamado  Caracollo,  le  vino  hazer  reue- 
rencia  Morales  de  Amburt  ó  del  Abad,  el  qual  auia 
quedado  muerto  en  el  campo  donde  fue  desbarata- 
do y  muerto  y  descabezado  Lope  de  Mendoza,  co- 
mo atrás  queda  dicho.  Assi  como  Francisco  de  Ca- 
rauajal le  vido  y  algunos  que  estauan  con  el  le 


(i)     M%,/assa. 


^ 


con  grande  admtra- 
e  ver  biuo  y  sano  de 
;n  el  cuerpo  y  en  su 
a  Dios  nuestro  se- 
■s  en  auer  querido 
ina  misericordia,  y 
Idados  como  a  cosa 
;  que  venia  del  otro 
:o  de  Carauajal  lo 
cha  cortesía,  por  lo 
into  uviesse  menes- 
esse,  y  el  no  quiso 
Que  el  quería  cum- 

a  Dios  nuestro  se- 
e  dauan,  que  ya  no 

vnas  Horas  en  la 
ios  y  a  Nuestra  Se- 
i,  que  le  auian  libra- 
i  penas  del ynfierno, 
passado,  como  aba- 
cisco de  Carauajal 

lo  dexo  con  vn  su 
acón  el,  y  el  siem- 
mpo,  mas  no  tenia 
ua  con  los  soldados, 
tado  V  solo,  redando 
a  Nuestra  Señora. 
;  el  campo,  que  no 
ue  se  cubría  con  vn 
le  era  de  sayal  fray- 
dado,  y  sustentaua- 
[ipaftero  le  daua,  y 


( 


310 

assi  parescia  con  esto  vn  santón.  Lo  que  contó  a 
Carauajal  es  de  saber,  que  estando  después  yo  y 
el  en  la  villa  de  La  Plata,  dende  a  muchos  días, 
assentados  en  vn  poyo  en  casa  de  Juan  de  Orella- 
na,  estuuimos  tratando  en  los  milagros  de  Nuestra 
Señora  y  en  otras  cosas  muy  buenas,  le  pregunte 
acerca  de  su  muerte  lo  que  auia  sentido  en  aquel 
punto  que  su  anima  se  le  arrancaua  del  cuerpo.  Y 
también  le  pregunte  si  áuia  sido  verdadera  su 
muerte,  y  que  era  lo  que  auia  visto,  como  dizen,  en 
el  otro  mundo;  que  me  lo  dixesse  todo  por  me  hazer 
merced,  pues  eramos  grandes  amigos,  porque  te- 
nia gran  desseo  de  lo  saber.  Respondióme  con  vn 
sospiro  muy  grande,  diziendome  a  manera  de  fray- 
le  bendito:  aueis  de  saber,  amigo  y  hermano  mió 
en  Dios  nuestro  seftor,  y  el  sea  loado  por  siempre 
jamas,  que  al  tiempo  que  me  comen9aron  apretar 
con  el  cordel  y  con  el  garrote,  senti  vn  tan  grande 
y  tan  terrible  y  tan  yncomportable  dolor  y  tormen- 
to como  aquel  que  estaua  padesciendo  la  cruda 
muerte.  Esto  no  os  lo  sabré  dezir  tan  encarescida- 
mente  como  ello  fue,  ni  lo  que  senti  quando  mi  am- 
ma  peccadora  se  apartaua  desta  miserable  carne 
y  triste  cuerpo,  porque  seria  nunca  acabar  ni  se 
podria  dar  a  entender  si  no  fuesse  por  aquel  que 
uviesse  passado  este  tan  temeroso  y  espantoso  tra- 
go. Pues  como  ya  yo  no  tenia  ningún  sentido  y 
uviesse  cerrado  los  ojos  corporales,  quedando  ya 
muerto  vide  a  desora  vna  grandissima  claridad 
puesta  ante  mi,  y  en  ella,  al  parescer,  se  me  repre- 
sento aquella  que  es  madre  de  toda  piedad  y  con- 
solación, la  Virgen  Sancta  Maria,  y  con  ella  mu- 


311 

chas  virgines  y  santas  de  la  corte  del  cielo.  Y  vna 
dellas  me  páreselo  que  me  tenia  la  cabera  aleada 
del  suelo,  y  otra  que  tenia  asida  de  la  cuerda  y  del 
garrote  porque  no  me  diessen  tanta  pena  y  dolor, 
y  con  todo  esto  me  parescia  que  estaua  en  vn  ver- 
gel muy  deleytoso,  adornado  de  muy  odoríferas 
y  frescas  flores  y  rosas  que  de  si  hechauan  gran- 
dissima  fragrancia  de  olor,  y  si  yo  dixesse  por  en- 
tero lo  que  vide  seria  nunca  acabar.  Dende  a  vn 
rato  me  dixo  vna  de  aquellas  sanctas  que  me  era 
concedido  boluiesse  al  mundo  y  mudasse  vida  y 
estado  conhazer  penitencia  de  mis  grandes  culpas 
y  peccados,  y  dicho  esto  se  fueron  todas  y  la  cla- 
ridad que  auia  visto  se  me  quito  de  delante.  Luego 
le  pregunte  si  tenia  deuocion  en  alguna  sancta  de 
aquellas  que  auia  visto;  el  me  dixo  que  si,  que  era 
en  Nuestra  Señora,  a  quien  siempre  se  encomen- 
daua  cada  dia  muy  deuotamente,  y  que  en  los  sá- 
bados y  en  las  vigilias  de  todo  el  año  ayunaua 
muy  cordialmente.  Y  demás  desto  que  tenia  gran 
deuocion  en  las  Onze  mili  Vir<;ines  con  sancta  Vr- 
sula,  y  que  en  cada  vn  aflo  ayunaua  la  vigilia  de- 
llas, y  que  en  el  dia  de  su  fiesta  daua  limosna  quan- 
do  tenia  que,  o  si  no,  lo  buscaua  para  dallo  a  los  po- 
bres, aunque  el  biuia  muy  nesccsitado.  Mas  que  en 
la  hora  que  le  dexo  la  claridad  no  sintió  cosa  algu- 
na, si  estaua  herido  o  hechado  en  cama  o  en  el 
arroyo,  sino  que  le  auia  parescido  que  auia  estado 
dormiendo,y  lo  primero  que  sintió  quando  torno 
en  si  fue  tener  los  pies  frios,  y  que  enleuantando- 
se  y  tentándose  las  heridas  se  auia  hallado  sano 
dellas,  y  después  quitándome  el  garrote  y  el  cor- 


312 

ia  hallé  que  no  estaua  apretado,  sino 
go  me  hinque  de  rodillas  y  puestas  las 
ielo  y  con  lagrimas  que  en  abundancia 
de  mis  ojos  di  muchas  gracias  a  Dios  y 
issima  madre  y  a  sancta  Vrsuta  con  las 
'irginis,  y  luego  prometi  ser  f  rayle  en  el 
I  del  señor  sancto  Domingo  y  de  serui- 
i  mi  vida.  Assi  como  me  vide  solo  en  el 
a  passar  muchos  soldados  de  Francisco 
al  que  auian  quedado  atrás,  tuuccreydo 
taran  si  me  vej'an,  y  assi  me  escondí  de- 
[li  vine  en  busca  de  vn  monesterio  para 
"ayle,  creyendo  que  lo  aula  en  esta  vi- 
nera que  el  llego  al  tiempo  que  tenemos 
■  ay  adelante  fue  llamado  Morales  de 
resuscitado,  aunque  a  la  verdad  se  lo 
icamente  por  hazer.burladel,  que  no  le 
lito  a  todo  lo  que  dezia  y  contaua-  Estas 
otras  muchas  me  contó  y  lo  dixo  des- 
is  muchos  con  grandes  gemidos  y  11o- 
e  gran  contento  de  vérselas  contar,  que 
je  ponía  deuocion  en  las  oyr  relatar, 
ues  lo  dezian-  Muchos  que  oyeron  dezir 
.  las  tuuieron  por  patrañas  y  fabulosas, 
páreselo  a  mi  que  era  burlador,  el  qual 
jnstracion  de  querer  biuir  en  sanctirao- 
no  sintiessen  ni  menos  tuuíessen  crey- 
laua  vrdiendo  algunos  males.  Porque 
:o  tiempo  fue  ahorcado  y  hecho  (I)  quar- 
rto  moiin  que  Diego  deBalmaseda,  sol- 


1  la  villa  de  la  Pial 
:  hallo  en  este  trai 
remos.  Quieren  o 
dio  garrote,  que  o 
i  bien  el  cordel  > 
1  det  por  las  grai 
3o  que  luego  moi 
medio  biuo  y  que 
:ante  le  haria  reí 
a  lo  que  toca  del  c 
lad  o  no,  Dios  es  e 
lera  que  el  me  lo  c< 
mi  que  quiso  reyt' 
ordo  de  los  beneti 
y  que  de  las  cosaí 
con  Carauajal  y 
ce  tiempo  que  las  i 
muerte  de  Caraui 
lo  que  toca  de  las 
m  buen  medico,  < 
no  que  llaman  de 
uel  tiempo  hazer  i 
I  muchas  heridas; 
nie  Dios,  y  como  ( 
:  se  mosirasse,  san 
lo.  En  este  camine 
il  cierta  parte  del 
íanos  le  auian  tom. 
;ntre  sus  soldados 
¡iendo  quoloauiat 


314 

ornado  a  los  de  la  entrada  en  la  noche  del 
le,  y  que  no  era  bien  que  se  lo  quitasse. 
ido  las  quexas  de  sus  soldados  y  porque  no 
issen  de  veras,  les  prometió  que  en  llegan- 
rilla  de  la  Plata  repartiría  entre  ellos  gran 
I  de  plau  que  le  auian  de  traer  de  las  mi- 
'otosí  y  de  Porco,  y  repartiría  entre  ellos 
ios  que  estauan  vacuos  en  la  tierra;  en  fin 
o  le  faltaron  mas  de  tres  mili  ducados  que 
icieron  mas. 


316 

menores  yuan  poniendo  en  borden  y  concierto  a 
los  soldados  que  yuan  por  su  camino  marchando, 
y  los  que  auia  en  la  villa  le  salieron  a  rescebir  y 
también  la  justicia  y  regimiento.  Con  esta  borden 
entraron  en  la  villa  con  los  estandartes  y  vande- 
ras  tendidas  tremolcando  por  el  viento  y  al  sonde 
los  atambores,  como  triumphadores  y  vencedores 
de  sus  enemio'os;  yuan  quatro  soldados  delante  del 
con  dos  estandartes  y  dos  vanderas  de  Diego  Cen- 
teno y  Lope  de  Mendo(;a,  los  quales  Ueuaron  ba- 
xos  y  medio  arrastrando  por  el  suelo.  Con  esta 
borden  y  concierto  fueron  marchando  por  las  ca- 
lles hasta  que  allegaron  a  la  placea,  no  dexando  de 
tirar  de  quando  en  quando  los  arcabuzes  por  el 
ayre,  sin  balas,  haziendo  demonstracion  que  te- 
nian  plazer  y  aleijria  algunos,  y  otros  mostrauan 
en  sus  semblantes  tener  alguna  ferocidad.  En  lle- 
gando a  la  plava  hizieron  alto  en  ella  por  mandado 
del  Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadilla,  y  el 
dicho  Francisco  de  Carauajal  se  apeo  de  su  muía 
vermeja  con  los  capitanes  y  algunos  soldados  ar- 
cabuzeroh  y  se  fueron  derechos  a  la  yglessia  ma- 
yor, en  donde  hizieron  todos  oración.  De  alli  se 
salió  fuera  a  la  plaga  y  los  arcabuzeros  que  auian 
quedado  en  ella  quando  le  vieron  le  hizieron  vna 
braua  salua  con  la  arcabuzeria  y  dixeron  a  gran- 
des bozes:  ¡viua,  viua  el  Rey  y  Gonzalo  Pigarro'y 
el  general  Francisco  de  Carauajal  por  mar  y  por 
tierra!;  y  desde  alli  se  fue  en  su  muía  vermeja  a 
las  casas  de  Centeno,  en  donde  se  apossento.  Lue- 
go mando  a  Francisco  de  Cantillana,  su  apossen- 
tador,  que  los  capitanes  y  soldados  fuessen  bien 


[ue  como  la  vill 
n  mucha  anchi: 
y  los  otros;  lo 
;  que  en  apean 
.n  Ramírez,  qui 
ño,  y  le  dixo:  l 
.  vna  punta  a 
agame  esta  me 
alde  la  dexo  lu 
en  donde  mud< 
¡ue  lo  eran  po 
dores  a  tres  di 
illa,  dándoles  d 
res  porque  erai 
ores,  por  mam 
ron  las  varas  d 
Monso  de  Meni 
andes  amigos  y 
Luego  embio  ¡ 
V  principales  yr 
onda,  para  qut 
istuuiessena  la 
idios  para  el  s 
mitanes  y  soldi 
is  yndios  y  trui 
liz  y  papas,  qut 
luy  buenas  y  sí 
as,  y  assi  trux 
)r  entonces  la 
y  de  otras  cosa 
po  comencaro 
:ansar  de  los  ti 


318 

xos  que  auian  passado  y  a  pasearsse  por  la  villa 
sin  tener  cuydado  de  hazer  cosa  alguna  sino  era 
comer  y  beuer  y  de  quando  en  quando  velar  a  su 
capitán  quando  les  cauia  su  tanda,  y  todos  viuian 
alegres  y  contentos  con  esperanza  que  luego  se 
auian  de  repartir  entre  ellos  los  pueblos  de  aquel 
territorio.  Assimismo  velauan  por  sus  quartos  al 
Maestro  de  campo  Luys  Perdomo  y  al  alférez 
Alonso  Camargo  porque  no  se  fuessen  de  la  pri- 
sión en  que  estañan  detenidos  tanto  tiempo  auia, 
los  quales  estañan  bien  aherrojados  en  el  aposen- 
to de  Dionisio  de  Bobadilla.  De  manera  que  en 
esta  villa  auia  por  entonces  mucha  paz  y  buena 
concordia  y  todos  viuian  a  plazer  y  contento  co- 
miendo y  beuiendo  de  las  raciones  que  Francisco 
de  Carauajai  les  mandaua  dar  y  proueer,  que  auia 
en  abundancia.  Por  otra  parte  embío  al  capitán 
Alonso  de  Mendo<;a  a  las  minas  de  Potosi  y  le 
mando  que  recogiesse  toda  quanta  plata  pudiesse 
auer,  assi  de  las  haziendas  de  los  Pigarros  y  de  los 
otros  mineros,  como  de  mercaderes  y  tratantes  que 
en  ellas  residían,  v  se  la  embiasse  con  mucha  bre- 
uedad  y  con  mucho  recaudo.  El  capitán  fue  a  las 
dichas  minas  con  treynta  arcabuzeros,  el  qual 
hizo  todo  lo  a  el  possible  y  comento  de  buscar  y 
ajuntar  mucha  plata,  y  al  cabo  de  tres  semanas 
que  alia  estuuo  embío  luego  para  la  primera  vis- 
ta (1)  veinte  yndios  cargados  de  plata,  que  cada 
vno  dellos  truxo  dos  arrobas  y  media  de  carga,  y 
después  andando  el  tiempo  embio  mas.  Assimismo 


(I)    Táchalo:  de  la  platm. 


319 

suyos,  llamados  Domingo  de 
Francisco  de  la  Cruz,  a  las  mi- 
riuio  a  Pedro  de  Soria  de  Ca- 
ira  mayordomo  de  Hernando 
e  embias^e  toda  la  plata  que 
)do  aquel  termino,  el  qual  la 
>ersonas  y  se  la  embio  en  mu- 
i  sobredichos  hombres.  Tam- 
ajal  mucha  plata  de  muchos 
ales  yndios  que  auia  en  toda 
as  Charcas,  porque  estauan 
:ntos  vacuos,  que  los  enco- 
auian  ydo  con  el  Visorrey,  y 
ididos  en  diuersas  partes.  Al- 
principales  yndios  se  escusa- 
lo  tenian  ninguna  plata  para 
le  auian  tenido  la  auian  dado 
;a  y  a  sus  capitanes  los  dias 
lusa  saco  dellos  mucho  mahiz, 
neros  y  ouejas,  con  otra  di- 
is,  las  quales  todas  embio  en 
smos  cameros  cargados  a  las 
de  Porco,  en  donde  se  vendió 
de  todas  esus  cosas  mucho  di- 
se  estas  minas  de  Potosí,  diez  y 
illa,  al  principio  de  la  rebelión 
I  y  vn  poco  antes  que  Francis- 
itrasse  la  primera  vez  en  las 
descubrió  vn  yndio  de  vn  Juan 
ido  en  busca  de  metales  para  su 


I 


320 

lorque  ya  en  las  minas  de  Porco  yuan  faltan- 
metales  para  fundir.  Destas  minas  de  Poto- 
aco  luego  al  principio  grandissima  summa  y 
i  cantidad  de  plata,  que  fue  sin  numero,  por- 
ispues  se  gastaron  en  las  guerras  passadas 
s  millón  y  medio  de  pesos  de  oro,  y  después 
que  han  licuado  los  mercaderes  y  tratantes 
s  a  Espafln  y  a  diuersas  partes,  que  ha  sido 
ima  dello  tan  grande  que  no  tiene  cuento. 
iiremos  de  los  señores  y  dueflos  destas  mi- 
Igo  lleuarian  y  gastarían,  y  los  yndios  nabo- 
le  las  cauauan  y  labrauan  algo  hurtarían; 
le  podemos  dezir  con  verdad  y  aun  con  lí- 
que  en  todo  el  Nueuo  Mundo  no  ha  auido 
il  mina  ni  tan  buena  y  rica  como  la  mina  de 
,  que  turo  muchos  meses  y  ha  turado  mu- 
fles. Estas  minas  están  encima  de  vn  cerro 
Ito  y  pelado  y  sin  ningún  genero  de  árbol  en 
aliáronse  en  el  cinco  vetas  que  las  nómbra- 
la Rica,  veta  de  Centeno,  veta  de  Mendieta, 
;  Oñate  y  veta  del  Estaño,  que  solamente  de 
\  Rica  se  saco  tanta  riqueza  que  en  cada 
íxauan  a  los  officialcs  de  Su  Magestad  cien- 
?ynte  y  cinco  mili  pesos  de  oro  de  minas  que 
an  de  sus  reales  quintos.  Cierto  es  cosa  ma- 
isa  lo  destos  metales,  que  no  se  han  podido 
iciar  con  fuelles,  ni  en  i.ornos  de  fundir,  ni 
ras  maestrías  que  se  han  liecho,  que  muchos 
ros  españoles,  flamencos  y  alemanes  lo  han 
lo  con  mili  esperiencias  y  sotiles  yngenios, 
lies  hasta  agora  no  h.ui  salido  con  ello  ni 
adido  fundir,  y  la  cansa  dello  no  se  sabe. 


J 


321 

Estos  metales  se  benefñcian,  como  antiguamente 
los  yndios  naturales  los  fundían,  en  vnos  hornos 
altos  y  quadrados  con  muchos  agujeros  pequeños 
que  parescen  a  manera  de  palomares,  que  ellos 
llaman  guayras,  y  en  estos  hornos  hechan  el  me- 
tal y  el  carbón  por  sus  cargas.  Y  con  el  viento  Sur 
que  corre  muy  rezio,  que  nunca  falta  cotidiamen- 
te  en  estas  partes,  sopla  en  los  hornos  que  están 
en  alto  y  entra  por  los  agujeros  que  están  de  fren- 
te tan  solamente  por  aquel  lado,  se  (1)  derriten  los 
metales  que  son  muy  donzeles  y  sale  medía  plata 
y  medio  plomo  y  cae  en  vnas  piletas  que  están  al 
otro  lado,  y  sacada  la  plancha  paresce  ladrillo. 
Este  plomo  se  affina  después  y  se  saca  del  plata 
fina,  y  estas  guayras  se  hazen  encima  de  los  mas 
altos  cerros  que  por  aili  ay,  en  donde  corre  mas 
rezio  el  viento  Sur.que  reyna  mucho  en  esta  tierra, 
y  si  no  ay  viento  no  ay  hazer  hazienda,  quanii 
mas,  como  digo,  nunca  falta  de  dia  ni  de  noche, 
de  manera  que  nuestra  vida  es  viento  pues  anda- 
mos siempre  con  el  (2).  También  mando  Francisco 
de  Carauajal  en  este  medio  tiempo  hazer  muchos 
arcabuzes,  langas, picas  y  mucha  poluora  y  mecha, 
en  que  auia  dia  que  se  hazian  y  forjauan  dos  arca- 
buzes con  todos  sus  aderegos,  porque  auia  muy 
buenos  herreros  y  maestros  del  officio  de  la  car- 
pintería. Los  capitanes  y  todos  los  soldados  nota- 
uan  todas  estas  cosas,  y  mas  la  efficacia  y  diligen- 
cia (3)  que  ponia,  mas  no  sabian  a  que  fin  y  propo- 


(■) 

M.  ,««. 

(1) 

Tuhido:  E^U 

(1) 

Hi.  aUHgtmíia 

á 


322 

sito  se  hazian  tantos  arcabuzes  y  tanta  munición, 
pues  la  tierra  estaua  ya  de  paz  y  en  quietud  y 
toda  ella  a  deuocion  de  Gonzalo  Pi^arro,  que  mu- 
chos en  este  tiempo  le  siruian  mas  de  miedo  que  de 
voluntad.  Algunos  uvo  que  tuuieron  creydo  que 
se  queria  al^ar  con  la  tierra,  pues  tanta  diligencia 
y  solicitud  ponia  en  ajuntar  tanta  moneda  y  en  ha- 
zer  tantos  arcabuzes  y  otras  armas.  Mas  en  fin  no 
uvo  quien  claramente  supiesse  la  yntencion  que 
tenia,  que  como  era  astuto  y  sagaz  para  lo  malo  y 
gran  traydor  en  todas  sus  cosas,  hazia  sus  hechos 
de  tal  manera  que  todos  no  le  acabañan  de  enten- 
der. Andauan  ya  en  este  tiempo  ios  pi^arrístas  y 
heredianos  tan  occiosos  y  vagamundos  que  era 
cosa  de  ver,  y  como  andauan  sin  moneda  y  desnu- 
dos y  por  otra  parte  vian  que  Francisco  de  Cara- 
uajal  no  repartía  ni  les  daua  lo  que  en  muchas  par- 
tes les  auia  prometido,  determinaron  algunos  de- 
llos  de  yrse  por  ay  a  buzcar  la  vida  y  de  comer. 
Algunos  dellos  fueron,  de  bien  comedidos,  a  pedille 
licencia  para  yrse  a  otras  partes,  y  Francisco  de 
Carauajal,  como  tuuiesse  otros  pensamientos,  no  la 
concedió  a  ninguno,  díziendoles  que  los  auia  me- 
nester agora  mas  que  nunca,  por  estar  como  es- 
taua la  guerra  mas  braua  y  encendida  que  de  an- 
tes lo  auia  estado,  aunque  ellos  no  entendieron 
esta  zifra.  Vn  dia  se  ajuntaron  obra  de  veinte  sol- 
dados arcabUzeros  y  se  fueron  a  su  casa  y  le  pidie- 
ron licencia  para  yrse  a  otras  partes,  diziendole 
humillmente  que  pues  la  guerra  se  auia  acauado  y 
la  tierra  estaua  ya  en  mucha  paz  y  en  quietud  y 
Gonzalo  Pigarro  estaua  con  sossiego  en  Lima,  que 


323 

no  era  mucho  los  dexasse  yr,  pues  no  auia  que  ha- 
zer  y  ellos  estauan  en  gran  necesidad.  Dixo  Fran- 
cisco de  Carauajal  con  gran  enojo  ¿si  era  motin 
aquel  y  si  le  querian  hazer  fuer9a,  pues  tantos  ve- 
nían con  arcabuzes  a  le  pedir  licencia?;  y  que  ju- 
raua  a  tantos  y  a  quantos  que  si  los  apañaua  que 
los  mandaría  muy  bien  castigar  por  el  gran  atreui- 
miento  que  auian  tenido  de  venir  de  aquella  suer- 
te. Y  que  no  mirando  lo  que  auian  hecho  los  per- 
donaua,  y  que  de  ay  adelante  ninguno  fuesse  tan 
ossado  de  le  pedir  licencia,  porque  el  no  la  daría; 
y  assi  les  dixo  otras  cosas,  que  después  no  uvo 
ninguno  que  le  ossasse  pedir  licencia  por  no  le  ver 
enojado  con  tanta  braueza.  En  fin,  los  soldados 
concibieron  por  esto  en  sus  ánimos  contra  el  gran- 
dissimo  odio  y  rancor  por  ser  de  tan  peruersa  y 
mala  condición,  que  pues  no  les  daua  lo  que  les 
auia  siempre  prometido,  que  a  lo  menos  los  de- 
xasse yr  a  buscar  su  remedio;  al  qual  dexaremos 
agora  vn  poco  por  dezir  de  como  mataron  al  the- 
niente  de  la  cibdad  del  Cuzco  Alonso  de  Toro. 


CAPÍTULO  xxxvn 

DE  COMO  ALONSO  DE  TORO,  THENIENTE  DE  LA  CIBDAD 
DEL  CUZCO  POR  GON^AtO  PI^AfeRO,  FUE  MUERTO  A 
PUÑALADAS  POR  SU  SUEGRO,  Y  POR  QUE  CAUSA  LO 
MATO,  Y  DE  CIERTO  MOTÍN  QUE  SE  HAZIA  EN  ELLA, 
EL  QUAL  APACIGO  EL  CAPITÁN  ALONSO  ALUAREZ  DB 

HINOJOSA 


En  el  primer  libro  desta  obra  se  dixo  de  como 
Gonzalo  Pi^arro  aula  embiado  a  la  cibdad  del  Cuz- 
co por  SU  theniente  y  capitán  general  a  vn  valero- 
so hombre  en  la  tierra  llamado  Alonso  de  Toro, 
el  qual  era  vezino  desta  cibdad,  y  por  ser  tal  le 
ternian  respecto  y  que  por  su  amor  y  amistad  le 
obedescerian  todos  y  que  nadie  se  alearla  contra 
el  por  aquella  parte,  pues  era  tanto  su  amigo  y 
afficionado.  Este  capitán  Alonso  de  Toro  era  casa- 
do con  vna  muger  muy  virtuosa  y  honrrada,  lla- 
mada Doña  Cathalina  de  Salazar,  la  qual  era  muy 
linda,  hermosa  y  mo^a  de  hedad  de  veinte  y  cinco 
años,  y  los  padres  della  biuian  dentro  de  la  casa 
del  hierno  porque  eran  pobres  y  rezien  venidos  de 
los  reynos  de  Castilla,  de  la  cibdad  de  Toledo. 
Este  Alonso  de  Toro  daua  muy  mala  vida  a  su 
muger  a  cabo  de  vn  año  que  se  auian  casado,  no 


325 

por  culpa  que  ella  tuuiesse,  sino  por  causa  de  vna 
yndia  natural,  que  era  hermosa,  la  qual  tenia  den- 
tro de  su  casa  por  amiga  y  manceba,  que  se  llama- 
ua  en  su  lengua  Cappa,  que  era  zpiana  llamada 
Beatriz.  Esta  yndia  era  de  la  gran  prouincia  del 
Cuzco  y  de  las  muy  principales  que  auia  en  la  tie- 
rra, que  llaman  Palla  o  Coya,  que  quiere  dezir 
gran  señora,  que  procedía  de  la  casta  y  descenden- 
cia de  los  Yngas,  señores  que  fueron  desta  tierra, 
a  la  qual  quena  y  amaba  mucho  mas  que  a  su  mu- 
ger  ligitima  porque  la  auia  tenido  mucho  tiempo 
antes  que  se  casara.  Viendo  la  madre  della  la 
crueldad  que  su  hierno  vssaua  con  su  muy  querida 
y  amada  hija  y  como  la  trataba  (1)  tan  mal»  los  po- 
ma muchas  veces  en  paz  con  dulces  y  amorosas 
palabras,  y  en  secreto  dezia  a  su  hija  que  no  se  le 
diesse  nada  por  la  yndia,  antes  la  regalasse  y  la 
tuuieSse  en  el  estrado,  porque  assi  era  la  voluntad 
de  su  marido,  y  que  viuirian  en  paz.  Haziendo  esto 
la  buena  de  la  hija  con  la  yndia,  no  aprouechaua 
cosa  alguna,  antes  laaporreaua  mucho  mas,dizien- 
do  a  su  muger  que  ya  la  quissiera  ver  muerta  por 
casarsse  con  la  yndia,  que  valia  mas  que  ell«T,  y 
oyendo  esto  la  buena  vieja  y  no  lo  podiendo  ya 
zufrir  acuytauasse  mucho  por  ello  y  reprehendía 
al  theniente  por  esta  crueldad  que  vssaua  contra 
su  hija.  Enojauasse  terriblemente  Alonso  de  Toro 
contra  la  suegra  porque  le  yncrepaua  lo  que  hazla, 
y  a  las  vezes  ponia  las  manos  en  ella  y  luego  yua 
aporrear  a  la  muger,  y  viendo  esto  la  vieja  y  qué 

(i)     Ms.  trata. 


326 

ella  no  lo  podía  remediar  le  tomo  gran  tristeza  y 
pesar,  que  cayo  en  vna  enfermedad  de  la  qual  vino 
a  morir  auiendose  primero  conffessado  y  comul- 
gado. Pues  viendo  Juan  Rodríguez,  marido  de  la 
díffunta,  que  su  hija  era  tratada  tan  malamente,  y 
viendo  por  otra  parte  que  su  muger  era  muerta  de 
dolor  y  tristeza  de  ver  a  la  hija  tan  mal  casada, 
comento  de  tomar  grandíssimo  rancor  y  odio  con 
el  híerno  y  assi  reñían  muchas  vezes  por  amor  de 
la  yndia,  aunque  ya  otras  vezes  lo  auia  hecho  en 
vida  de  su  muger.  Assimísmo,  viendo  que  no  po- 
día hechar  de  casa  la  yndia,  hechauale  muchos  ro- 
gadores, assi  religiosos  como  cibdadanos,  de  sus 
amigos,  para  que  hechasse  fuera  de  casa  la  barra- 
gana y  se  hallegasse  con  amor  a  su  muger  ligiti- 
ma;  con  todo  esto  no  bastaua  rrazon,  porque  tenia 
ya  perdido  el  temor  a  Dios  y  la  vergüenza  a  las 
gentes.  Mas  en  fin,  como  el  tenia  el  palo  y  el  man- 
do no  auia  quien  osasse  de  entremettrsse  en  las 
cosas  de  su  casa,  sino  era  el  pobre  viejo  de  su 
padre,  que  le  dolía  en  gran  manera  de  ver  a  su 
hija  tan  penada  y  desechada  por  amor  de  vna 
yndia.  Aconteció  vn  día  que  estando  Alonso  de 
Toro  aporreando  yndeuidamente  a  su  muger  por 
amor  de  la  yndia,  entro  el  padre  della  a  la  fabores- 
cer  y  a  rogalle  por  amor  de  Dios  y  de  Nuestra  Se- 
ñora no  la  aporreasse  mas,  que  bastaua  lo  hecho. 
El  theniente  no  la  quiso  dexar,  antes  se  enojo  bra- 
uamente  contra  Juan  Rodríguez, su  suegro  viejo, y 
arrempujones  loapartaua  de  allí,  díziendole  que  se 
fuesse  de  su  casa  y  no  parasse  mas  en  ella,  que  le 
daua  gran  pesadumbre  de  su  estada,  y  a  grandes 


327 

bozes  Uamaua  a  sus  criados  para  que  le  hechassen 
la  ropa  que  tenia,  en  la  calle.  Desque  el  viejo  oyó  es- 
to rescibio  gran  enojo,  por  lo  qual  hecho  mano  con 
gran  furia  y  presteza  a  vn  puñal  grande  fde]  dos 
filos  que  siempre  traya  en  la  cinta  y  arremetió  a  el 
y  le  dio  de  puñaladas  y  no  le  dexo  hasta  que  lo 
acabo  de  matar;  aunque  la  hija  rogaua  por  el  que 
no  lo#iatasse,  no  aprouecho  cosa  porque  estaua 
enseñoreado  del  enojo.  Auiendo  el  viejo  Juan  Ro- 
dríguez hecho  este  homecidio  luego  se  retruxo  al 
monesterio  del  señor  Sancto  Domingo,  en  donde 
tomo  los  hábitos  y  biuio  mucho  tiempo  en  la  reli- 
gión auiendo  hecho  proffission,  y  dende  a  ciertos 
años  dio  el  anima  al  Criador.  La  yndia  se  huyo 
luego  de  miedo,  la  qual  se  metió  entre  los  yndios, 
que  nunca  mas  parescio  aunque  fue  bien  buscada 
para  ser  castigada  porque  dixeron  publicamente 
que  era  gran  hechizera  y  que  tenia  enhechizado 
al  theniente  Alonso  de  Toro.  Como  se  supo  en  la 
cibdad  esta  muerte,  luego  encontinente  acudieron 
a  su  casa  toda  la  justicia,  regimiento  y  los  cibdada- 
nos^  y  también  Thomas  Vasquez  su  cuñado  que 
estaua  casado  con  la  hermana  de  Doña  Cathalina 
de  Salazar,  el  qual  dixo  a  grandes  bozes  y  con 
enojo  que  se  buscasse  el  matador  y  se  sacasse  de 
donde  quiera  que  estuuiesse  para  castigallo  según 
lo  merescia;  pues  era  traydor,  porque  auia  muer- 
to a  traycion  al  theniente  de  Su  Magestad,  que  no 
le  valia  ninguna  yglesia;  y  no  miraua  que  también 
era  su  suegro  y  padre  de  Doña  Ana  de  Salazar  su 
muger,  que  también  acudió  luego  a  uer  a  su  her- 
mana y  al  cuñado.  Todos  dixeron  a   vna  que  assi 


ñ  haría  y  que  tiempo  auria  y  que  en  el  entretanto 
;n  que  se  diesse  primero  horden  en  dar  la  se- 
1  al  dKfunto,  y  assi  se  hizo,  que  lo  enterra- 
nrradamente  en  el  monesterio  de  Nuestra 
i  de  la  Merced.  Fue  todo  el  regimiento  y 
anos  y  mugeres  acompañando  el  cuerpo  di- 
y  se  hallaron  en  su  entierro  muchos  cleri- 
algunos  frayles  dominicos  y  mercenarios, 
de  le  dixeron  algunas  missas  y  responsos. 
)  después  el  regimiento  del  cabildo  y  hom- 
rincipales  de  la  cibdad  que  Alonso  de  Toro 
lerto  y  que  no  auia  quien  los  tuuiesse  en 
paz  y  concordia,  y  porque  no  se  leuantasse 
escándalo  en  la  cibdad  por  su  muerte,  eli- 
de consentimiento  de  todo  el  pueblo  por 
ite  de  Gouernador  al  capitán  AJonso  Alúa- 
Hinojosa  en  nombre  de  Su  Magestad  y  de 
lo  Pii;arro  hasta  que  el  otra  cosa  mandasse. 
¡miento  y  los  aficionados  de  Gonpalo  Pi?a- 
escriuieron  por  la  posta  sobre  la  muerte  de 
I  de  Toro  y  elecion  que  auian  h<cho  de  the- 
en  el  capitán  Alonso  Aluarez  de  Hinojosa, 
vistos  los  méritos  suyos  y  los  seruicios  que 
hecho  lo  tuuiesse  por  bien,  o  si  no,  que  se 
o  que  el  mandasse.  Gonzalo  Pi^arro  res- 
randissimo  pesar  de  la  muerte  de  su  the- 
porque  siempre  lo  auia  hallado  por  fiel  y 
eruidor  suyo  y  le  era  muy  acepto  y  agrada- 
amistad,  y  assi  dixo  por  el  que  se  le  auia 
vno  de  los  buenos  pilares  que  auia  tenido 
erra-  Con  esto  embio  la  confirmación  del  (1) 


329 

thenentazgo  al  capitán  Alonso  Aluarez  de  Hiño- 
josa,  porque  sabia  que  era  hombre  muy  valeroso 
y  bien  rico  cibdadano,  y  que  este  le  vanderia  mu- 
cho mejor  que  otro  alguno,  porque  siempre  le  auia 
visto  que  le  era  affícionado.  Dende  a  dozc  dias  que 
fue  muerto  Alonso  de  Toro  yntentaron  dos  vezi- 
nos  valerosos  de  alejarse  con  la  cibdad  en  nombre 
de  Su  Magestad  y  quitalla  a  los  tiranos,  y  la  causa 
fue  porque  el  vno  dellos,  que  se  llamaua  Lope 
Sánchez  de  Valenguela,  no  le  auian  hecho  thenien- 
te,  que  lo  pretendió  ser.  Y  para  hazer  esto  le  van- 
deaua  su  compadre  Diego  Pérez  Bezerra,  y  estos 
comen<?aron  de  abiuar  la  voz  y  trama  que  tenian 
antes  comen<;:ada,  buscando  en  gran  secreto  ami- 
gos, armas  y  dineros  para  el  effecto.  Todo  lo  qual 
hallaron,  aunque  en  vida  de  Alonso  de  Toro  no  se 
auian  atreuido  a  menearsse  ni  hazer  cosa  alguna 
porque  era  ademas  muy  furioso  y  brauo,  hasta  es- 
te tiempo  que  Alonso  Aluarez  de  Hinojosa  co- 
men^aua  a  gouernar  la  cibdad  a  contento  de  los 
affícionados  de  Gonejalo  Pigarro.  Vino  esto  a  noti- 
cia del  theniente  Alonso  Aluarez  de  Hinojosa  y  de 
Pedro  de  Villacastin,  alcalde  hordinario  que  era 
en  aquel  año,  y  luego  los  dos  tomaron  la  mano  en 
apaciguar  la  cibdad  y  en  prender  con  veinte  ar- 
cabuzeros  a  los  dos  amotinadores.  El  vno  dellos 
fue  por  &u  parte  a  las  casas  de  Lope  Sánchez  de 
Valenguela,  y  el  otro  a  las  casas  de  Diego  Pérez 
Bezerra,  a  los  quales  prendieron  luego  sin  ningu- 
na controuersia,  con  alguno  de  sus  amigos  y  con- 
ffederados,  y  los  hecharon  en  la  cárcel  publica  en 
fuertes  prisiones.  A  los  dos  vezinos  que  auian  sido 


■■■f^^vior! 


330 


4 


;» 


los  principales  mouedores  de  la  conjuración  die- 
ron brauos  tormentos  y  fueron  conuencidos  en 
ellos  y  por  las  yhformaciones  que  se  hizieron»  por 
lo  qual  les  cortaron  las  cabegas,  y  quatro  de  los 
otros  ahorcaron  por  amotinadores  y  traydores,  y 
a  otros  desterraron  de  la  cibdad,  y  a  otros  perdo- 
naron porque  no  tenían  tanta  culpa.  Desta  mane- 
ra se  apaci^o  la  guerra  que  se  encendía  en  la 
cibdad,  y  después  no  uvo  ninguno  que  tan  ossado 
fuesse  que  al <;asse  cabera  contra  Gonzalo  Pic^arro 
ni  contra  ninguno  de  sus  theníentes  y  capitanes 
que  tenia  puestos  en  todas  las  cibdades,  villas  y 
lugares,  y  assi  le  siruian  todos  pecho  por  tierra, 
desde  el  chico  hasta  el  grande.  La  fama  diuulgo 
esta  muerte  de  Alonso  de  Toro  en  diuersas  partes, 
por  lo  qual  los  afficionados  de  Gon<;alo  Pi(;arro  le 
escriuieron  por  la  posta  a  Francisco  de  Carauajal, 
deque  le  peso  dello  grandemente,  y  el  las  publi- 
co vna  tarde  a  sus  capitanes  y  soldados  estando 
assentado  en  vna  silla  a  la  puerta  de  su  casa,  que 
cae  a  la  pla(;a.  Y  dixo  estas  nueuas  con  tanta  tris- 
teza y  dolor  como  si  el  díffunto  fuera  su  hermano 
o  fuera  Doña  Cathalina  de  Leyton  su  muger,  la 
qual  estaua  entonces  en  la  cibdad  de  Lima.  Quan- 
do  contaua  estas  nueuas  las  dixo  con  tantos  sollo- 
90S  y  lagrimas  que  por  sus  mexillas  y  canas  le  co- 
rrían, que  fue  cosa  de  notar  en  vn  viejo  tan  cruel 
como  era  este,  que  tenia  el  coraron  de  diamante. 
En  esto  dio  que  dezir  a  sus  capitanes,  porque  al- 
gunos dellos  y  de  los  soldados  mas  principales  que 
estauan  presentes  comen<;aron  también  a  llorar 
muy  de  veras,  no  de  compassion  ni  lastima  de  la 


331 

muerte  de  Alonso  de  Toro,  sino  porque  le 
a  el  llorar  tan  lastimosamente.  Aquel  mis 
se  pusso  luto  por  el  diffunto  y  mando  al  pa<3 
quez  y  a  dos  frayles  dominicos  que  auia  ei 
le  dixessen  algunas  missas  de  requien  por 
ma  de  Alonso  de  Toro,  y  assi  se  dixeron,  > 
ron  todas  offrendadas.  De  manera  que  ■ 
fueron  estos  dos  hombres  mortales  enemíí 
no  se  hablauan  el  vno  ni  el  otro  sino  pot 
terceros,  como  atrás  queda  dicho,  y  des| 
muerto  hizo  bien  por  su  anima  como  si  f 
verdadero  amigo,  porque  como  el  dezia  no 
porque  le  queria  bien,  sino  porque  era  gra 
dor  y  fimigo  de  Gon9alo  Piíparro.  Yten,  qu 
ría  gran  falta  su  ayuda  andando  el  tiempo, 
el  adeuinaua  que  auia  de  ser  assi;  y  dexa 
aparte  diremos  lo  que  Francisco  de  Carai 
zo  en  las  Charcas,  que  apago  otro  mayo 
que  se  comentaba  a  encender  por  aquell 
les,  haziendo  muchas  crueldades  en  le 
díanos. 


1 


CAPITULO  XXXVIII 

DE  COMO  DIEGO  DE  BALMASBDA  DIO  BORDEN  Y  MANE- 
RA DE  MATAR  A  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  HAZIENDO 
CREER  (1)  A  MUCHOS  SOLDADOS  QUE  GONZALO  PI^ARRO 
ERA  MUERTO,  POR  VNA  CARTA  MlSSIUA  QUE  VIERON  FIR- 
MADA CON  DOS  BORRONES 


Como  la  occiosidad  sea  ynuentora  y  madre  de 
muchos  vicios  y  males  y  madrastra  de  todas  las 
virtudes,  suscedio  que  los  pigarristas  comentaron 
a  malear,  o  por  mejor  dezir,  abonar,  tramando 
asechanzas  contra  la  persona  y  vida  de  Francisco 
de  Carauajal,  que  como  hemos  dicho  estauan  to- 
dos muy  mal  con  el  a  causa  de  su  mala  y  peruersa 
condiscion  y  porque  no  los  dexaua  salir  a  buscar 
su  remedio.  Y  lo  mismo  porque  a  cabo  de  tanto 
tiempo  que  estauan  alli  detenidos  occiosamente  no 
hazia  ninguna  mincion  de  les  dar  de  comer,  o  re- 
partir entre  ellos  lo  que  muchas  vezes  les  auia 
prometido  acerca  de  los  repartimientos  de  yndios 
que  estauan  vacuos.  Ni  menos  les  queria  socorrer 
siquiera  con  alguna  cosa  de  la  mucha  riqueza  que 
tenia  ensilada  (2)  dentro  de  su  casa,  y  assi  le  tenían 

(I)    Mt.  en  creyente. 
(a)    Ms.  ensilado. 


333 

^andissimo  odio  y  aborrescimiento,  por  lo 
yntentaron  con  gran  efficacia  loque  agora 
mos.  Después  que  Alonso  de  Mendoza  uvo  er 
do  toda  la  plata  que  pudo  hallar  en  las  miní 
Potosí  se  boluio  a  la  villa  con  todos  los  sotd 
que  auia  llenado,  entre  los  quales  fue  uno  Ilai 
Diego  Balmaseda,  que  era  hombre  de  grande 
mo  y  esfuerzo  y  de  los  principales  soldados 
Francisco  de  Carauajal  tenia  en  su  campo. 
Diego  de  Balmaseda  qitando  llego  a  la  villa 
gunto  a  sus  compafleros  de  como  les  yua  y  < 
no  auian  repartido  los  yndios  entre  ellos,  al 
respondieron  lo  que  con  Francisco  de  Cara 
les  auia  passado.  por  lo  qual  Diego  de  Balma 
rescibio  grande  enojo  y  rancor  contra  el,  di 
dolé  en  ausencia  mili  ynjurias  y  denuestos, 
concebido  en  el  esta  mortal  enemiga  y  gran 
procuro  de  lo  matar,  y  para  ponello  en  effect 
hallaua  aparejo  ni  modo  ni  manera  para  lo  t 
tuar,  y  no  sabia  por  do  lo  comentar  o  a  quiei 
ria  parte  desle  negocio  tan  peligroso.  Assi  am 
con  esto  algrunos  dias  hechando  seso  a  montt 
de  cada  dia  traya  mili  y  varios  pensamienti 
como  era  hombre  muy  conuersable  y  tenia  qui 
a  sus  amigos  y  conoscidos,  le  querían  muchi 
soldados,  de  manera  que  le  tenian  todo  resp 
Andando  en  estas  cosas  tomo  grande  amistac 
Jullian  de  Fuelles,  camarero  de  Francisco  át 
rauajal,  y  entrando  a  dicha  vna  vez  con  el  ( 
cámara,  que  su  amo  era  ydo  a  míssa,  hallo 
carta  encima  de  la  mesa  que  estaua  en  par  ( 
cama,  la  qual  tenia  el  titulo  de  su  nombre,  qu' 


334 

zia:  Francisco  de  Carauajal.  Diego  de  Balmaseda 
la  tomo  y  vido  lo  en  ella  contenido  y  la  firma  y 
nombre  de  la  muger  que  fue  del  Oydor  Alison  de 
Texada,  el  qual  murió  en  la  canal  de  Bahama 
quando  yua  a  España  por  mandado  de  Gongalo 
Pigarro,  como  atrás  queda  referido,  que  auia  dias 
que  se  la  auia  escrípto.  Esta  carta  estaua,  como  he 
dicho,  en  aquella  mesa,  con  otras  muchas  que  le 
auian  escrípto  muchos  de  diuersas  partes,  las  qua- 
les  eran  de  poca  ymportancia,  que  las  que  le  ha- 
zian  al  casso  y  eran  cosas  secretas,  el  mismo  las 
guardaua  muy  bien  en  vn  cofre  grande  que  siem- 
pre traya  consigo.  En  la  firma  desta  carta  venian 
dos  borrones  muy  grandes, que  áezisL.la  desdicha- 
da y  sin  ventura  Doña  Cathalina;  y  dezialo  a  fin 
de  como  su  marido  era  muerto,  y  escriuiosela  co- 
mo suelen  hazer  las  semejantes  mugeres  y  viudas, 
porque  auia  sido  vn  poco  de  tiempo  su  grande  y 
verdadero  amigo.  Tomándola  Diego  de  Balmase- 
da secretamente  sin  que  mirasse  en  ello  Jullian  de 
Fuelles,  la  guardo  muy  bien  a  causa  que  por  ella 
quería  comentar  de  poner  por  obra  lo  que  tanto 
desseaua  hazer,  y  fue  que  la  comento  a  mostrar  y 
a  enseñar  a  muchos  de  sus  amigos  que  sintió  que 
estauan  mal  con  Francisco  de  Carauajal,  a  los 
quales  dezía  como  hombre  admirado.  Aueis  de  sa- 
ber, señores  mios,  que  vn  dia  entré  en  la  cámara 
del  General  y  halle  esta  carta  encima  de  la  mesa 
que  tiene  junto  a  su  cama,  y  en  ella  he  visto  mu- 
chos secretos  que  Doña  Cathalina  de  Leyton  es- 
criue  a  su  marido,  la  firma  de  la  qual  es  esta,  y 
luego  la  enseñaua  con  el  titulo  de  la  carta.  Frose- 


^•■J  »■ 


335 

guiendo  mas  adelante  en  su  dicho  les  dezia:  pues 
viene  la  firma  con  tales  borrones,  tened  entendido 
que  ay  mas  mal  de  lo  que  por  acá  se  sabe,  que 
andando  el  tiempo  lo  (1)  descubriré;  y  assi  les  dezia 
otras  cosas  semejantes  a  estas,  de  que  los  solda- 
dos quedauan  con  desseo  de  sabellas,  y  por  esta 
via  dio  principio  a  su  trama.  Luego  comento  a  te- 
ner grandes  hablas  y  mucha  conuersacion  con 
Luys  Perdomo  y  con  Alonso  Camargo,  que  ya  ea 
este  medio  tiempo  estauan  entrambos  en  sus  casas 
libres  y  perdonados  por  GouQalo  PiQarro,  a  los 
quales  dixo  y  declaro  su  negocio  y  voluntad. 
ElloSf  como  tuuiessen  rezelo  de  alguna  Qagalagar- 
da  temieron  mucho  y  no  se  atreuieron  hazer  cosa 
alguna,  con  muestras  que  hizieron  y  con  palabras 
que  le  dixeron  que  no  le  querían  dar  fabor  ni  ayu- 
da ni  ser  en  ello  burlando  ni  de  veras,  mas  como 
le  vieron  reyterar  en  el  negocio  y  con  tanto  ahin- 
co y  dicho  con  tantos  juramentos,  lo  tuuieron  por 
cierto.  Otro  dia  fue  Diego  de  Balmaseda  a  ellos  y 
les  hablo  muy  largo  en  lo  que  tocaua  al  negocio, 
y  ellos  al  cabo  le  prometieron  de  le  dar  fabor  y 
ayuda,  pues  en  ello  seruian  a  Su  Magestad,  aunque 
supiessen  morir  en  la  demanda,  porque  estauan 
muy  estomagados  contra  Francisco  de  Carauajal 
porque  los  aula  tenido  tanto  tiempo  en  prisión.  Y 
también  les  mouia  hazer  esto  porque  sintieron  y  se 
sabia  ciertamente  que  mucha  parte  de  los  solda- 
dos estauan  muy  mal  auenídos  con  el  y  que  ya  no 
le  quedan  ver,  y  a  esta  causa  determinaron  de  ser 

(f)    Ms.¿M. 


336 

en  la  consulta,,  porque  [se]  tuuo  creydo  que  sal- 
drían con  ello  y  que  auría  effecto^  pues  de  su  par- 
te eran  sus  mismos  soldados  y  de  los  mas  princi- 
pales. De  manera  que  por  otra  parte  comento  a 
buscar  mas  amigos,  a  los  quales  hallo  sin  mucho 
trabaxo,  que  también  lo  desseauan,  5^  les  dixo 
abierta  y  claramente  lo  que  hordenaua  y  que  todo 
esto  se  tuuiesse  en  mucho  secreto,  porque  en  ello 
les  yua  las  honrras  y  las  vidas.  Dieron  parte  deste 
negocio  a  muchos  de  los  heredianos  que  salieron 
de  la  entrada  que  eran  valientes  y  animosos  hom- 
bres, y  quando  les  dieron  noticia  dello  se  holga- 
ron mucho  porque  ellos  por  su  parte  hordenauan 
esta  misma  conjuración  sin  saber  que  Diego  de 
Balmaseda  ni  otro  alguno  lo  tramasse,  sino  eran 
los  de  la  entrada.  Las  principales  caberas  que 
auian  de  ser  en  esta  trama  fueron  JuUian  de  Hu- 
maran, Pedro  de  Prado,  Bernaldino  de  Balboa  y 
Diego  de  Lantadilla  con  otros  muchos  de  los  he- 
redianos que  salieron  de  la  entrada.  Concertados 
y  confformados  todos  (1)  en  este  negocio  y  para 
que  se  hiziesse  mejor  la  cosa,  repartieron  entre  si 
los  officios  de  la  guerra  en  esta  manera:  que  Alon- 
so Camargo  fuesse  capitán  general;  capitanes 
de  arcabuzeros  Diego  de  Balmaseda  y  Jullian  de 
Humaran'^ capitanes  de  piqueros  Diego  de  Luxan, 
soldado  de  Carauajal,  y  Pedro  Condales  de  Pra- 
do, de  la  entrada.  Alférez  mayor  Bernaldino  de 
Balboa;  Maestro  de  campo  Luys  Perdomo;  sargen- 


(l)    Ms.  Ufdó, 


07 

aragonés,  so 
se  repartien 
y  cari^u»  mayores  y  menores  entre 
de  Francisco  dé  Carauajal  y  los  her 
de  Lope  de  Mendoza .  Comentóse  d 
tre  ellos  el  negocio  con  mucha  calor 
muy  gran  secreto  porque  no  fuesí 
y  entre  todos  se  matricularon  los 
matar  si  no  quissiesseo  ser  en  este 
auian  de  hazer  en  seruício  de  Su  ^ 
quales  son  los  siguientes:  Francis 
uajal  auia  de  morir  sin  redempcion 
dro  de  Castañeda,  Martin  de  Alme 
de  Almendras  su  hermano,  Alonso 
Dionisio  de  Bobadilta  y  Bulthasar  de 
alferezes  Pedro  Alonso  de  Carrasc 
Carrillo,  Alonso  de  Herrera,  Juan  Vi 
uara  y  Francisco  de  Tapia,  con  los  d 
oes  que  Carauajal  tenia  en  su  campo 
ssiessen  ser  en  su  opinión.  Hecho  y  c 
do  esto,  hordenaron  que  el  dia  que  s 
hazer  fuesse  en  dia  de  fiesta,  que  ca 
dende  a  diez  dias,  y  que  fuesse  en  la 
yor  estando  todos  en  missu,  o  en  sali 
que  si  por  ventura  no  lo  pudiessen  ha 
fuesse  adelante  el  domingo  siguiente 
se  busco  quien  auia  de  ser  el  pr¡mer< 
de  herir.  Estaua  entre  ellos  vn  calce 
de  los  heredianos,  al  que  tomaron  i 
oro,  como  atrás  queda  dicho,  y  este  ] 
(ar  vnas  caltpas  de  grana  el  juenes,  d( 
que  era  día  de  Sant  Miguel  Archang 

G    n«S.HT*CL«iiA.-IV.-3.» 


dolé  calando  te  diesse  de  puflaladas  con  vna 
^a  que  tuuiesse  secreta  debazo  de  los  callones 
e  vna  bota.  Y  los  que  uviessen  vetado  aquella 
:he,  que  auian  de  ser  de  los  mismos  conjurados, 
iesse  alguno  dellos  dando  bozes  y  diziendo 
chas  vezes:  [Viua  el  rey,  viua  el  rey  y  el  capi- 
general  Alonso  de  Camargo  y  mueran  traydo- 
i;  que  luego  acudirían  a  les  dar  fabor  y  ayuda, 
ando  los  conjurados  andauan  tramando  estos 
Eos  yuan  cada  dia  a  casa  de  vna  muger  enamo- 
la  llamada  Dofia  María  de  Ledesma,  la  qual  te- 
vna  buena  vigüela  que  la  sabia  tafier  bien,  y 
1  achaque  de  yr  a  tañer  en  ella  se  ajuntaaan  allí 
-actar  lo  que  se  auia  de  hazer.  Otras  vezes  yuan 
asa  de  Luys  Perdomo,  y  otras  a  casa  de  Alonso 
margo,  aunque  lo  hazian  pocas  vezes  porque 
fuessen  sentidos,  que  estaña  cerca  la  casa  de 
incisco  de  Carauajal,  esquina  con  esquina,  y  alli 
tauan  estas  cosas  con  otras  muchas.  Para  co- 
icerse  los  vnos  a  los  otros  dezian  quando  se  en- 
itrauan:  ¿riamos  a  la  vigüela  de  Daña  MariaP; 
i  respondía:  vamoa  a  ella,  era  de  los  conjura- 
í;  y  también  se  conoscian  en  esta  forma:  que  si 
3  dezía  a  otro:  mina  en  buhio,  y  respondía  mí- 
en buhio,  era  de  los  compañeros  de  la  junta, 
rase  de  saber  que  esta  mina  en  buhio  era  la 
amara  de  Francisco  de  Carauajal,  en  donde  te- 
.  encerrada  toda  quanta  plata  y  oro  auia  toma 
y  robado  en  diuersas  partes,  y  muchas  merca- 
bas y  cantidad  de  botijas  de  vino  y  otras  mu- 
ís cosas,  y  la  llaue  desta  recamara  la  guarda- 
el  mismo,  que  no  la  ñaua  de  nadie.  Todas  es- 


339 

Vis  (1)  mercadurías  tenia  para  vender  en 
de  Potosí  y  de  Porco  a  los  españoles  y 
dios  que  en  ellas  residían,  y  a  esta  causa 
dicho,  andaua  entre  ellos  el  refrán  de 
bukio,  que  la  casa  era  de  paja.  Sucedí 
martes,  cassi  a  las  Aue  Marías  se  ajur 
principales  de  la  conjuración  en  casa  de 
ría  de  Ledesma  a  tractar  deste  negocio, 
oquíenauiade  quemar  la  casa  de  Fra 
Carauajal,  y  assi  de  otras  cosas,  y  todos 
ron  dentro  de  vna  cámara  porque  no  fu 
tos  ni  sentidos.  Acaso  entro  en  esta  hor 
sa  vn  Juan  de  Betani;os  para  hablar  con 
ría  de  Ledesma,  y  como  oyó  el  rumor  d 
en  la  cámara  estauan  se  salió  fuera  sin  ( 
ni  sospechar  cosa  alguna  que  fuesse  d 
menos  conoscio  a  nadie  aunque  vido  1 
sino  qiie  de  bien  comedido  los  dexo  en 
y  auiendo  saludado  a  la  dicha  Dofia  Mai 
luego  de  allí.  Viendo  esto  los  conjurado 
laronmuchode  Juan  de  Betaoíjos,  que< 
y  panyaguad(¡  de  Francisco  de  Carauají 
ron  creydo  que  los  auia  sentido  y  aun  ci 
que  vernia  por  espía  y  que  luego  los  d< 
por  lo  qual  se  deshizo  prestamente  la  j 
fueron  todos  a  sus  casas.  Al  tiempo  qui 
auísaron  a  la  dicha  DoAa  María  de  Led 
mirasse  lo  que  hazla,  que  no  los  descubr 
que  pagaría  ella  con  la  vida  si  Francisc 
uajal  sabia  que  en  su  casa  se  trataua  esl 


•  340 

lorque  la  haría  1ueg:o  ahorcar.  Luys  Perdo- 
mo  vído  yr  a  BetaD^os,  fuesse  tras  el  hasta 
ade  paraua,  y  como  le  vido  entrar  eii<])ca- 
'rancisco  de  Carauajal  tuuo  por  cierta  su 
ha  que  los  yua  a  descubrir,  y  sin  ossar  bol- 
u  casa  llamo  a  vn  mancebo  de  la  entrada 
llamaua  fulano  de  Espinosa  de  los  Monte- 
e  también  era  de  los  de  la  junta.  A  este,  po- 
le  miedo,  le  dixo  como  Juan  de  Betan^os  los 
:scubierto,  y  antes  que  Carauajal  embiasse 
os  para  los  matar  era  bien  ponerse  en  co- 
assi  con  este  miedo  se  fueron  entrambos  a 
erras  de  los  Chiriguanaes.  que  son  vnos  yn- 
rocissimos  y  de  guerra  que  comen  carne 
a.  Después  en  la  mañana  se  supo  la  huyda 
s  Perdomo  y  de  Espinosa  de  los  Monteros 
1  se  publico  que  Luys  Perdomo  se  auia  huy- 
las  muchas  deudas  que  deuia  a  la  caxa  de 
gestad  y  a  los  mercaderes,  las  quales  auia 
quando  anduuo  con  Diego  Centeno.  Y  ago- 
no  se  las  pedían  principalmente  los  officia- 
Su  Magestad,  y  que  no  teniendo  con  que 
se  auia  ydo  a  los  montes  licuando  consi- 
el  pobre  mancebo  paraqueletuuiessecom- 
verdad  sea  que  se  publico  esto  y  que  le  pe- 
s  dineros,  mas  no  le  apretauan  tanto  como 
ino  que  se  huyo  por  lo  que  tenemos  dicho, 
ta  razón  y  causa  no  mataron  a  Francisco  de 
ijalel  jueues,  dia  de  Sant  Miguel  arcbangel, 
lOS  conjurados  lo  disimularon  lo  mejor  que 


341 

pudieron  para  lo  effectuar  el  domingc 
los  de  la  junta  hecharon  la  fama  de  qi 
domo  se  auia  huydo  por  las  muchas 
deuia  a  Su  Magestad.  Todo  lo  qual  lo 
muy  cierto  los  que  no  sabían  los  tra 
andauan  (1),  y  aun  el  mismo  Franciso 
ial  lo  tuuo  creydo  ser  assi  y  mando  q 
ssen,  que  el  quería  pagar  por  el  algur 
de  lo  demás  haría  con  los  acreedores  i 
dassen  por  algún  tiempo,  pues  tenia  fa 
y  remas,  y  que  se  affiancasse  para  ha 
El  sábado  siguiente,  en  la  noche,  los 
por  no  alargar  mas  tiempo,  determin 
tar  a  Carauajal,  y  assi  fueron  a  su  cas 
muy  acompañado  de  su  guarda  y  de  ot 
y  por  otros  estornos  que  uvo  tío  hizií 
y  porque  también  se  recogió  luego  a 
diziendo  que  estaua  enfermo  se  fue  ac 

(i)    Tuchtda:  iih.mirritftrcíirir. 


CAPITULO  XXXIX 

D  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  SOPO  DE  LA  COH- 
>N  QUE  CONTRA  EL  SE  HAZIA,  QUB  SE  LO  DIZO 
TAN  PEDRO  DE  CASTAÑEDA  COHO  SE  LO  CONTÓ 
kHON,  SU  AMIGO,  QUE  ERA  VHO  DE  LOS  CONJU- 
RADOS QUB  AUIA  DE  SER 


ido  que  fue  el  domingo,  como  ya  estaua 
jo  entre  los  de  la  juata  con  el  calcetero 
Fernandez  para  que  matasse  a  Francisco 
luajal,  fue  muy  de  mañana  a  cal<;alle  las 
porque  el  jueues  no  auia  podido  diziendo 
esiauan  acabadas,  por  amor  de  los  conju- 
ue  le  rogaron  no  se  las  cal<;asse  hasta  este 
calcetero  lo  hizo  assí,  que  entrando  en  ta 
.  no  lleuo  espada,  sino  vna  buena  daga  se- 
'  encima  de  sí  vna  buena  cota  jacerina  que 
mente  lleuaua  a  rayz  de  la  camisa  y  deba- 
ubon,  que  parescia  que  no  la  tenia,  por  ser 
1  estofado  y  bien  hecho,  con  el  sayo  o  cha- 
iuelta  y  no  ceñida.  Ames  que  el  calcetero 
ni,-assc  a  cali;ar  auian  acudido  alli  abrir  la 
Jullian  de  Fuelles,  Juan  de  Sánela  Cruz, 
jmo  y  Marcos  Rodríguez,  sus  criados,  que 
mbres  de  hecho,  que  siempre  andauan  ar- 


ai3 

■lieron  de  vna  cámara  en  don- 
de aormian.  y  como  el  calcetero  los  vido  no  tuuo 
animo  ni  esfuer9o  para  lo  matar  porque  se  hallo 
solo,  y  porque  también  vido  cerrar  la  puerta  por 
de  dentro  con  el  cerrojo  porque  no  entrasse  algu- 
no, y  entonces  le  pudiera  fácilmente  dar  de  puña- 
ladas y  matalle  quando  le  al?aua  las  calleas  por 
detras;  mas,  como  digo,  no  se  atreuio.  Después 
que  el  calcetero  uvo  hecho  su  officio,  y  despties 
que  Francisco  de  Carauajal  le  pago  su  trabazo  le 
abrieron  las  puertas  y  salió  a  la  sala,  en  donde  le 
aguarüauan  algunos  de  los  conjurados  que  disi- 
muladamente se  auían  alli  llegado  (1)  bien  arma- 
dos y  con  sus  arcabuzes  en  las  manos,  esperando 
lo  que  Diego  Hernández  haria.  Assi  como  vieron 
salir  al  calcetero  sin  aucr  hecho  effecto,  les  peso 
mucho  porque  no  le  auia  dado  de  puñaladas  y  con 
esto  se  salieron  todos  a  la  puerta  de  la  calle,  don- 
de estauan  otros  de  la  junta,  y  alli  se  concertó  en- 
tre ellos  que  lo  matassen  dentro  de  la  yglessia  es- 
tando oyendo  misa,  o  al  salir  della,  y  assi  se  fue- 
ron a  sus  casas  hasta  que  fuesse  hora.  Pues  viendo 
Francisco  de  Carauajal  que  era  hora  de  yr  a  missa 
se  fue  a  la  yglessia  muy  acompañado  de  sus  capi- 
tanes y  de  los  arcabuzeros.  que  como  bien  come- 
didos se  ajuntaron  mas  de  quarenta  dellos  para 
yrse  con  el,  como  lo  solian  hazer  todas  las  fiestas 
y  domingos,  y  estos  eran  de  aquellos  que  no  sa- 
bían cosa  alguna.  Desque  los  de  la  junta  vieron 
que  estauan  enla  pla^a  puestos  en  corrillos  la  mu 


{■>  1 


344 

:ente  que  lleuaua,  y  que  después  que  de  la 
sia  saliesse  saldría  mucha  mas,  tuuieron  gran 
D  que  no  podrían  salir  con  lo  que  tenían  pía- 
D  y  hordenado[y]  se  quitaron  calladamente  de 
i^a.  También  uvo  algunos  de  la  junta  que  por 
ieles  quitado  y  resfriado  el  proposito  y  volun- 
ue  tenían  se  fueron  a  sus  possadas  a  encerrar- 
jtros  se  metieron  en  la  yglessía  con  Francisco 
irauajal  desque  vieron  que  no  se  auia  effec 
)  el  negocio  aquella  madrugada,  que  uvo  en 
-s  buena  coyuntura-  V  pues  auian  perdido  tan 
a  sazón  determinaron  de  exemírse  del  nego- 
in  temerario,  pues  que  quando  estuuo  desnu- 
descali;o  y  sin  compañía  no  le  auian  muerto, 
Tienos  lo  harían  agora  estando  vestido  y  le- 
ído y  muy  acompañado  de  sus  capitanes  y 
idos.  Entre  los  conjurados  que  se  apartaron 
I  trama  fue  Juan  Ramón,  natural  de  Aragón, 
ra  soldado  de  Francisco  de  Carauajal,  el  qual 
mino  de  lo  manifestar  primero  antes  que  otro 
ituuiasse  n  lo  dezir,  o  por  otra  piirte  se  supíe- 
i  el  fuesse  condenado  y  a  muerte  sentenciado. 
a  este  Juan  Ramón  muy  grande  y  estrecha 
tad  con  el  capitán  Pedro  de  Castañeda  que 
la  en  la  memoria  de  los  que  auian  de  matar, 
al  estaña  enfermo  de  dolores  del  grillímon  y 
jua  dentro  de  la  casa  de  Francisco  de  Cara- 
.,  que  era  su  muy  grande  amigo  y  era  muy 
ido  del  y  de  sus  soldados.  Aun  no  era  bien  sa- 
Francisco  de  Carauajal  de  su  casa  quando 
Ramón  entro  en  el  apossento  del  capitán  y 
1  le.  vido  en  la  cama  y  sin  dczille  cosa  alguna 


345 

comento  de  llorar  y  de  afñígirsse  con  grandes 
sospiros  y  gemidos,  que  páresela  que  se  le  arran- 
caua  el  alma.  Como  el  capitán  lo  viesse  de  aquella 
suerte  se  marauillo  mucho  dello  y  luego  le  pregun- 
to con  grandes  ruegos  le  dixesse  lo  que  sentía  y 
que  dolor  tenia  y  porque  Uoraua  tanto  y  porque 
se  acuytaua  en  tal  manera,  que  le  daua  gran  pena 
en  velle  de  aquel  arte.  Juan  Ramón  no  respondió 
cosa,  antes  se  dexo  caer  en  el  suelo  y  comento 
de  llorar  mas  fuertemente  con  grandes  S0II090S  y 
darse  de  cabezadas  en  el  suelo  pidiendo  á  Dios 
le  diesse  allí  luego  la  muerte,  y  assí  comento  de 
hazer  otras  cosas.  Como  Pedro  de  Castañeda  vie- 
sse estos  est remos  en  su  amigo  Juan  Ramón,  se 
escandalizo  mucho  y  tuuo  entendido  que  estaua 
loco  y  sin  sentido,  o  que  fuesse  algún  accidente 
muy  fuerte  que  tanto  le  atormentaua,  y  como  me- 
jor pudo  se  Icuanto  de  la  cama  y  se  fue  para  el.  El 
capitán  le  comento  a  llamar  y  (1)  hablalle  y  lo  me- 
jor que  pudo  lo  esforzó  diziendole  que  se  leuanta- 
sse  y  le  dixesse  su  mal  y  que  era  lo  que  sentia  tan- 
to, pues  tales  y  tantas  cosas  hazia.  Como  Juan  Ra- 
món vido  al  capitán  que  se  auia  leuantado  de  su 
cama,  porque  no  le  hiziesse  mal  el  frió  que  hazia 
se  leuanto  del  suelo  con  muchas  lagrimas  y  le  di- 
xo:  V.  m.  se  acueste,  que  yo  diré  la  razón  de  mi 
tristeza  y  llanto  y  todo  lo  que  passa  en  esta  villa 
entre  muchos.  Pedro  de  Castañeda,  con  desseo 
que  tenia  de  saber  la  razón  de  aquellos  estremos, 
se  acostó  en  su  cama,  y  Juan  Ramón  se  assento  en 


(I)    Tachado:  ^. 


346 

a  que  estaua  junto  a  la  cama  y  comento  su 
desta  manera.  Seflor  capitán,  si  v.  m.  no 
'estamente  el  remedio  conuenible  a  tanto 
no  se  espera  en  breues  horas,  el  General 
demás  capitanes  y  buenos  soldados  han  de 
;rtos  agora  dentro  de  la  yglessia,  o  en  sa- 
della.  Entonces  le  contó  por  entero  todo 
passaua  entre  los  conjurados,  desde  el  prin- 
ista  el  cabo,  y  quienes  y  quantos  eran  los 
in  y  los  que  auian  de  matar,  que  géneros 
rtes  les  auian  de  dar,  y  como  el  entraña  en 
;ro  de  los  que  auian  de  morir;  de  manera 
falto  cosa  que  no  se  lo  contasse  en  breues 
is.  El  capitán,  oyendo  estas  cosas,  quedo 
asmado  y  sacando  fuerzas  de  flaqueza  co- 
mo y  luego  demando  el  vestir  a  su  criado 
iVIonso  Granado  que  auta  estado  alia  de- 
or  mandado  de  su  amo  mientras  se  contaua 
■reto  y  puridad,  y  lo  mejor  que  pudo  se  le- 
e  la  cama  con  mucha  priesa,  y  bestido  que 
ajfuardar  puntóse  fue  a  la  yglessia,  dexan- 
lero  encerrado  con  llaue  a  Juan  Ramón  y 
ado  con  el  en  hi  cámara,  y  como  salió  a  la 
on  vn  bordón  en  la  mano  la  vido  sin  solda- 
e  en  esta  hora  eslauan  todos  en  missa  en  la 
1,  y  en  sus  casas.  Yendo  por  la  plaija  vido  a 
ermejo,  pii;arrista,  que  no  era  de  los  con- 
,  el  qual  yua  a  la  yirlessia  a  oyr  missa,  al 
mo  para  que  se  fuesse  con  el  y  en  el  cami- 
ixo  zifradamente  lo  que  ynt^ntaua  hazer 
leBalmaseda,  y  con  esto  entraron  en  la 
i  y  auiendo  hecho  oración  Pedro  de  Casta- 


■347 

entar  junto  a  Carauajal  [cuando] 
r  la  Epístola.  Quando  Francisco  de 
^.«.i.uojaK'.  .ido  le  peso  grandemente  porque  se 
auia  leuantado  de  la  cama,  y  le  tuuo  lastima  por- 
que un  hombre  como  el,  que  de  flaqueza  no  se  po- 
día tener  un  los  pies,  viniesse  de  aquella  suerte; 
sospecho  que  deuia  de  auer  alguna  cosa  y  assi  le 
pregunto  la  causa  de  su  leuantada  y  porque  no  se 
auia  hecho  traer  en  vna  silla,  el  qual  respondió. 
SeQor,  la  obligación  que  tengo  de  seruiros  toda  mi 
vida  me  hizo  venir  desta  manera,  porque  me  pa- 
rescío  que  si  assi  no  lo  hiziera  me  pudieran  notar 
de  ingrato  y  desconoscido  y  no  cumpliera  con  lo 
que  deuo  a  buen  seruidor  vuestro.  Principalmente 
en  lo  que  toca  a  vuestra  vida  y  salud,  la  qual  Dios 
acresciente  y  prospere  por  muchos  años  y  buenos 
y  nos  libre  a  todos  de  malos  hombres  y  de  traydo- 
res.  Entonces  le  contó  en  breues  palabras  las  ase- 
chanzas y  conjuraciones  que  auia  contra  su  perso- 
na y  vida  y  contra  sus  capitanes,  y  quienes  y 
quantos  eran,  y  desta  manera  le  contó  todo  lo  que 
passaua,  de  la  manera  y  como  Juan  Ramón  se  lo 
auia  dicho  en  su  cámara,  al  qual  dexaua  en  ella 
-encerrado.  Oyendo  esto  Francisco  de  Carauajal, 
sin  hazer  ningún  moujmiento  ni  tomar  dello  alte- 
ración alguna  mando  con  gran  disimulación  a 
Juan  Velez  de  Gueuara,  alférez  del  capitán  Juan 
de  Morales,  al  qual  auia  llamado,  que  fuesse  a  su 
casa  y  truxesse  prestamente  su  vandera,  y  el  lo 
hizo  luego  assi,  y  estando  a  la  puerta  de  la  ygle- 
ssia  dixo  en  alta  voz:  ea,  caualleros  de  la  compa- 
ñía de  Juan  de  Morales,  lleguensse  a  su  vandera; 


I 


348 


y  luego  acudieron  todos  a  ella,  con  sus  arcabuzes 
en  las  manos  los  que  eran  arcabuzeros,  que  se  le 
pussieron  junto  a  la  vandera.  Assimísmo  mando 
hazer  otro  tanto  a  los  alferezes  Francisco  de  Ta- 
pia y  Alonso  de  Herrera,  que  los  llamo  también 
con  la  mano,  y  ellos  truxeron  luego  las  randeras 
con  muchos  soldados  y  se  pussieron  a  la  puerta 
bien  armados  y  los  arcabuzes  cargados  con  dos 
balas.  Lo  mismo  mando  al  capitán  Martin  de  Al- 
mendras con  su  alférez  Pedro  Carrillo,  y  al  alférez 
mayor  Pedro  Alonso  de  Carrasco,  y  truxeron  los 
dos  estandartes  y  gente  de  a  cauallo,  los  quales 
todos  se  pussieron  a  la  puerta  hasta  que  se  acaba- 
sse  la  missa;  y  assi  los  conjurados  y  los  que  no  lo 
eran  se  vinieron  a  sus  vanderas. 


XL 

NUENIOR  DE  LA  COKJU- 
ÍTIDO  y  QUE  NO  podía 
SO  HUYR,  Y  NO  HALLAN- 
STERHtNO  BL  SOLO  DB 
>B  CARAUAJAL 

a  intssa  y  después  de 
alio  Francisco  de  Ca- 
sso  a  la  puerta  della, 
to  a  los  dos  estandar- 
odo  los  ojos  hazia  la 
;,  mirando  a  sus  capi- 
TQ  en  gran  manera  de 
es  a  sus  capitanes  y  a 
:  auia  tenido  gran  re- 
díanos bazian  contra 
eran  valientes  y  de 
,  que  no  se  les  daua 
mo  hombres  desespe- 
por  grandeza  los  sol - 
,  como  si  dixeran  los 
e  comedio,  como  vido 
cauallo  y  de  la  yufan- 
ni  temor  de  los  suyos, 
:  fueran  otros  tantos 
:n  esto  se  allego  a  los 
I  y  Martin  de  Almen- 


Á 


350 

'  a  los  demás  de  sus  caporales  y  comento 
e  dellos  h.-izer  burla  y  escarnio  de  todos  los 
unta  herediana,  dtziendoles  que  no  los  tenia 
la,  y  todo  dezia  por  dar  animo  y  esfuerzo  a 
j-os.  Y  que  todos  ellos  eran  vnos  couardes  y 
co  animo  y  sin  virtud,  y  pues  auian  tenido 
3  y  coyuntura  para  le  matar  no  lo  auian  ossa- 
zer,  de  puro  temor  y  miedo  que  todos  le  te ' 
De  manera  que  en  lo  secreto  los  tenia  en  mu- 

en  lo  publico  hazia  escarnio  y  baria  dellos 
do  que  eran  vnos  locos,  vanos  y  de  poco  sa- 
ues  hazian  sus  cosas  sin  tener  cimiento  ni  ra- 
guna,  mas  que  ellos  se  lo  paf^arian  como  por 
a  lo  verian,  y  esto  dezia  con  ojos  terribles  y 
ñipados  y  con  furia  muy  grande.  Algunos  de 
njurados,  viendo  que  los  capitanes  y  los  al- 
5  ajuntauan  sus  soldados  debazo  de  tas  van- 
sjn  niydo  de  alambores,  luego  entendieron 
ras  que  eran  ya  descubiertos,  por  lo  cual, 
por  no  hazerse  hechores  se  allegaron  a  la 
i  de  la  yglessia  con  sus  armas,  como  tos  de- 
oldados  lo  auian  hecho.  Otros,  de  temor  que 
on  se  fueron  a  sus  casas  a  esconderse  por- 
arauajal  no  los  viesse,  ni  menos  se  acordasse 
,  porque  no  vengasse  el  enojo  y  safia  que  ter- 
mra  ellos,  hasta  que  se  le  passasse  la  diabo- 
iria  con  que  mandaua  prender  a  tos  heredia- 
a  los  suyos  de  quien  se  tenia  sospecha.  Otros, 
vieron  que  Sf  ajuntauan  los  capitanes  y  sol- 

en  la  puerta  de  la  yglessia,  encontinente 
jaron  en  sus  cauattos  y  se  salieron  secreta- 
;  fuera  de  la  villa  para  boluerse  después  de 


3S1 

otro  dia  a  sus  casas.  Y  hechar  fama  que 
a  caza  de  venados,  o  a  ranchear  y  bus- 
ler,  porque;  dellos  no  se  tuuiesse  alguna 
sino  que  se  dixesse  que  si  ellos  fueran 
ración  y  trama  que  estaua  tramada,  que 
1  a  tal  tiempo  fuera  de  la  villa  y  que  se 

quedos  en  sus  casas  para  efTectuar  lo 
ssi  como  Diego  Balmaseda  v ido  entrar 

míssa  anduuo  de  casa  en  casallaman- 
imigos  los  heredíanos  y  pigarristas,  y 

que  algunos  dellos  se  auian  ydo  fuera 
,  y  otros  que  estauan  escondidos  en  sus 
□o  querían  salir  deltas  a  effectuar  lo  pía- 
eso  en  gran  manera.  Por  lo  qual  andaua 
■a  muy  furioso  y  con  gran  enojo,  y  como 
endido  con  la  yra  y  mortal  rauía  que  te- 
TÍa  que  se  hazer  ni  a  que  determinarsse 
pedir  fabor  y  ayuda,  porque  el  andaua 
ibre  sin  sentido,  desatinado,  ciego,  dis- 
lera  de  toda  razón.  Algunos  de  sus  ami- 
isejaron  dizíendole  se  dexasse  de  andar 
>s  deuaneos  que  le  trayan  perdido  y 
gado,  porque  no  podria  salir  con  la  ira- 
nia vrdida  por  mucho  que  anduuiesse, 
ae  tenian  creydo  que  era  ya  sentido, 
isse  bien  como  los  capitanes  y  sóida- 
ntauan  con  mucha  priesa  a  la  puerta 
essia  con  sus  armas  y  arcabuzes ,  y 
;sse  a  donde  gentes  no  le  viessen  y 
laria  de  aquella  suerte  con  la  vida, 
;  otra  manera,  si  Francisco  de  Cara- 
izia  prender  no  podria  escapar  de  ser 


352 

rto  y  hecho  quartos  y  con  nota  de  traydor;  el 
I  no  quiso  oyr  buenas  raiones,  antes  se  preci- 
al  mal  y  daflo  que  le  vino,  porque  saliéndose 
ire  las  casas  se  fue  apriesa  a  la  pla9a.  Quando 

0  a  ella  vido  que  se  ajuntaua  la  gente;  luego 
)  creydo  lo  que  le  auian  dicho  y  lo  que  podía 
y  por  tanto,  no  atreuiendose  estar  por  alli,  por- 
nofuesse  visto  y  preso  antes  de  effectuar  su 
ocio,  determino  de  lo  hazer  por  si  solo.  Y  para 
<  luego  sin  dilación  se  fue  con  gran  presteza  a 
i  del  Maestro  de  campo  Dionisio  de  Bobadilla 
;dir  3  su  criado  Juan  de  Vargas  vna  muy  bue- 
;ota  prestada,  que  era  de  su  amo,  para  poner- 

encima  de  otra  que  traya-  Porque  el  solo,  ec- 
he dicho,  determinaua  con  grande  ossadia  y 
cridad  de  executar  su  determinada  voluntad  y 
natar  a  Francisco  de  Carauajal  aunque  el  mu- 
se alli  luego  hecho  pedamos.  Y  el  dicho  Juan 
k'argas  no  se  la  quiso  prestar  aunque  fue  para 
muy  ymportunado,  y  le  dixo  que  no  se  atreuia 
írsela  pues  no  era  suya,  y  que  su  amo  la  esti- 
ba en  mucho  porque  le  auia  costado  gran  dioe- 
'  que  le  riftiria  por  ella.  Viendo  Diego  Balmase- 
lue  todos  sus  amigos  los  conjurados  le  negauan 
ibory  ayuda  que  les  pedia,  pues  se  lo  auian 
metido,  comento  de  rezel.irse  con  gran  temor, 
or  esto  determino  de  ausentarse  como  sus  ami- 
se  lo  auian  aconsejado.  Y  con  este  pensamien- 

1  proposito  se  fue  luego  a  c:isa  de  vn  mucho  su 
igo  a  quien  no  auia  dado  parte  de  la  Anjura- 
n,  que  se  llamaua  Franci-iíco  de  Pineda,  que  era 
nbre  de  a  cauallo  del  capitán  Martin  de  Almen- 


J 


353 

dras,  que  estaua  yndispuesto  en  la  cama.  I 
gado  a  este  le  contó  zi  iradamente  lo  que  pa 
lo  que  auia  hordenado  contra  la  vida  y  s 
Francisco  de  Carauajal,  y  assi  se  encomei 
muy  de  veras  y  que  como  amigo  verdader 
sse  algún  remedio  para  escapar  con  la  vid 
que  lo  prendiessen.  Y  que  para  hazerlo  b 
el,  le  diesse  vn  buen  cauallo  que  Cenia  ens 
enfrenado,  porque  el  se  quería  apartar  de 
sencia  de  Francisco  de  Carauajal  y  que  si 
yr  a  donde  gentes  no  le  viessen  o  no  le  c( 
ssen.  Francisco  de  Pineda,  pensando  er 
si  el  daua  su  cauallo  a  Diego  Balmase 
luego  se  presumirla  del  que  también  era  ei 
cierto  del  motin  y  que  le  podía  costar  a 
mas  de  la  vida,  y  por  esto  y  por  otros  rt 
no  le  quiso  dar  el  cauallo,  antes  le  dixo  co 
dio  enojado,  delante  de  ires  amigos  quese  I 
presentes-  Mirad,  señor  Balmaseda,  si  í 
amigo,  por  vida  vuestra  no  me  pidáis  el  ( 
que  sabed  que  no  os  lo  daré  por  quanto  the 
en  el  mundo,  porque  prescio  mucho  mi 
también  tengo  en  mucha  estima  el  cauallo 
lo  que  nadie  podra  pensar.  Porque  si  yo  o 
y  después  viene  a  noticia  de  Francisco  de ' 
jal,  pues  sabéis  que  es  vn  hombre  tan  end 
do  y  tan  carnicero,  dirá  que  yo  era  de  la 
consulta  y  trama  con  vos,  y  a  la  hora  que 
embiara  luego  por  mi  para  me  matar-  L 
mejor  (I)  me  paresce  que  podréis  hazer  y 


354 

mas  os  conuiene  y  cumple  para  vuestra  vida  y 
persona,  es  que  os  vais  luego  de  aquí  antes  que  lo 
sepa  Francisco  de  Carauajal,  porque  no  faltara 
vn  malsín  y  chismero  que  le  diga,  si  ya  no  se  lo 
esta  diziendo,  como  entrastes  en  esta  casa.  Y  esto 
podréis  hazer  sin  llenar  cauallo,  porque  os  esca- 
pareis mejor  a  pie  por  los  barrancos  y  por  las 
quebradas,  o  encima  de  algunos  arboles  grandes 
y  muy  copados  quando  sintierdes  que  van  en  vues- 
tro seguimiento.  Porque  yendo  a  cauallo  por  ven- 
tura seréis  luego  descubierto  por  los  yndios  que 
están  en  esta  comarca,  por  el  rastro  y  pisadas  del, 
y  perdonad,  pues,  que  no  os  lo  doy  por  lo  que  os 
tengo  ya  dicho,  y  vayase  luego  de  mi  casa  antes 
que  k>  hallen  en  ella,  que  podra  ser  que  me  cueste 
a  mi  muy  caro.  Viendo  Diego  Balmaseda  que  todos 
sus  amigos  le  negauan  el  fabor  y  ayuda  que  le 
auian  prometido  de  le  dar  y  no  se  lo  dauan,  le  pe- 
so en  gran  manera  y  no  queriendo  tomar  el  conse- 
je de  Francisco  de  Pineda  ni  de  sus  amigos,  deter- 
mino con  gran  desesperación  y  furia  de  yr  solo  a 
la  yglessia  o  a  la  puerta  della  y  meterse  entre  la 
gente  que  estañan  con  Carauajal  hasta  llegar  a  el 
y  dalle  de  puñaladas.  De  manera  que  apartándose 
de  Francisco  de  Pineda  se  fue  aceleradamente  con 
animo  yndomito  y  desesperado  a  ponerse  a  vna 
esquina  de  la  pla^a,  en  donde  aguardo  que  Cara 
uajal  saliesse  de  la  yglessia  para  yrse  a  su  casa,  y 
que  yendo  por  la  plaga  yria  a  el  con  algún  achaque 
y  meterse  entre  los  soldados  rompiendo  por  ellos 
y  dalle  la  muerte  aunque  el  la  perdiesse. 


CAPITULO  XLI 

DE  COMO  FRANCISCO  DB  CARAUAJAL  HIZO  PRENDER  A 
DIEGO  BALM ASEDA  Y  QUERIENDO  HAZER  JUSTICIA  DEL 
LLEGO  A  EL  VNA  MUGER  DE  AMORES  A  PEDILLE  SU 
VIDA,  EL  QUAL  NO  SE  LA  QUISO  CONCEDER  Y  AL  CABO 
LE  MANDO  DAR  GARROTE  EN  VNA  CÁMARA 


Assi  como  Francisco  de  Carauajal  salió  a  la 
puerta  de  la  yglessia,  como  queda  dicho,  se  pusso 
en  medio  de  sus  capitanes  y  soldados  y  auiendoles 
hablado  vn  poco  y  mirando  a  todas  partes  vido 
estar  a  Diego  Balmaseda,  que  solo  estaua  parado 
en  vna  esquina  de  la  plaga,  armado  de  cota  y  za- 
ragüelles de  malla,  con  la  espada  empuñada  como 
que  quena  hechar  mano  della,  por  lo  qual  mando 
a  sus  capitanes  marchar  para  su  casa.  Juan  Ver- 
mejo,  soldado  de  Francisco  de  Carauajal,  como 
también  vido  a  Dieg^o  Balmaseda  que  venia  afe- 
rruzado dixo  a  su  General:  Señor,  vuestra  merced 
alargue  el  passo,  que  haze  gran  poluareda,  y  el  lo 
entendió  y  creyendo  que  auia  alguna  otra  cosa 
mas  de  lo  que  páresela  se  dio  priesa  y  a  passo 
tendido  llego  a  su  puerta,  en  donde  paro  sin  en- 
trar alia  dentro.  Diego  Balmaseda,  viendo  que  to- 
dos se  apartauan  de  la  'yglesia  se  fue  para  ellos 


rm  i  ■ 


366 

con  animo  denodado  y  no  vencido,  a  passo  tendido, 
y  como  no  los  pudo  alcanzar  se  passo  de  largo  cru- 
zando la  pla^a  detras  de  todos  a  gran  priesa  como 
que  yua  a  hazer  otra  cosa,  el  qual  yua  mirando 
hazia  atrás  a  ver  si  se  hazia  algún  mouimiento 
contra  el.  Pues  como  Francisco  de  Carauajal  llego 
a  su  puerta  y  boluiendo  el  rostro  a  la  plaza  vido 
yr  a  Diego  Balmaseda  con  gran  priesa  y  a  passo 
tendido,  mando  al  capitán  Alonso  de  Mendoza  que 
con  ocho  arcabuzeros  lo  fuesse  a  prender  y  que  si 
no  se  quisiesse  (1)  dar  a  prisión,  o  se  deífendiesse» 
que  lo  matasse.  Alonso  de  Mendoza  fue  a  el  con 
gran  priesa  y  los  soldados  le  yuan  llamando  a  bo- 
zes  para  que  aguardasse  y  se  parasse,  el  qual  bol- 
uio  y  aguardo  a  los  que  yuan  por  el,  con  gran  di- 
simulación, diziendo  ¿que  era  lo  que  demandauan? 
que  se  lo  dixessen  luego,  porque  el  yua  a  vn  nego- 
cio que  le  ymportaua  miicho.  Como  los  prendedo- 
res 3'uan  cerca  y  emparejando  con  el,  le  cercaron 
todos  y  encontinente  el  capitán  Alonso  de  Mendo- 
za le  tomo  de  la  espada  y  se  la  quito  de  la  cinta,  y 
vn  soldado  le  quito  la  daga  y  los  demás  le  quita- 
ron la  cota  y  los  zaragüelles,  mas  de  priesa  que 
despacio,  sin  el  hazer  ninguna  resistencia,  dizien- 
do. Señor  capitán,  ¿porque  me  manda  v.  m.  desar- 
mar no  auiendo  hecho  por  que?;  Alonso  de  Mendo- 
za le  dixo:  el  General  os  manda  desarmar  y  que  os. 
llenemos  ante  el  viuo  o  muerto,  y  si  no  aueis  hecho 
por  que,  el  os  las  mandara  luego  boluer,  y  por  ago- 
ra venid  conmigo  porque  el  os  quiere  ver  y  hablar. 


(i)     Ms.  qniesse. 


^7 

Diego  Balmaseda  rehusando  parescer  ante  Fran- 
cisco de  Carauajal  lo  tleuaron  por  fuerza  y  arrem- 
pujones  y  asstdo  de  los  cabezones,  que  cassi  no 
ponía  los  pies  en  el  suelo,  y  encarándole  los  arca- 
bazes  si  hablasse  alguna  cosa,  para  lo  matar. 
Quando  el  tirano  le  vido  cerca,  con  vna  furia  y  con 
semblante  muy  terrible  le  dixo  en  alta  voz:  ja 
Diego  Balmasedal  ¿que  es  esto  en  que  andáis  vos 
y  otros  vellacos  como  vos?  ¡pensáis  vos  que  me 
están  ocultas  vuestras  vellaquerias  y  trayciones?; 
pues  sabed  que  las  se  todas  que  vos  aueis  vrdido  y 
tramado  contra  mi  persona  y  vida;  no  se  porque 
lo  aueis  hecho  assi.  Como  Diego  Balmaseda  oyó 
aquellas  tan  ayradas  y  terribles  palabras  temió 
con  gran  temor  y  luego  entendió  que  todos  sus  de- 
signos  y  conciertos  eran  descubiertos,  y  creyendo 
alcanzar  perdón  de  sus  culpas  dixo  con  gran  hu- 
milldad  y  llaneza.  Señor,  el  demonio  que  anda  con- 
migo rae  ha  engañado  malamente,  y  assi  suplico 
a  V.  m-  que  como  padre  muy  piadoso  y  manso 
para  con  su  hijo  humillde  tenga  por  bien  de  per- 
donar mi  gran  atreuimiento  y  mayor  desuerguen- 
ía,  y  auer  piedad  de  mi.  Y  por  amor  de  Dios  y  de 
Nuestra  Señora  sea  seruido  de  no  mirar  á  lo  que 
como  mancebo  distraydo  de  la  razón  yntentaua 
hazer  con  locura,  sino  a  los  muchos  y  grandes 
seruicios  que  tengo  hechos  estos  dias  al  Gouerna- 
dor  mi  señor  ya  v.  m.  Francisco  de  Carauajal, 
viendo  que  Diego  Balmaseda  declaraua  su  delicto 
en  las  palabras  que  auia  declarado,  y  como  estu- 
uiesse  del  muy  enojado  y  sin  aguardar  a  mas,  lo 
mando  quitar  delante  de  si  por  no  le  ver  ni  hablar. 


358 

y  mando  al  Maestro  de  campo  que  lo  pusiesse  en 
fuertes  prisiones  que  tenia  dentro  de  su  casa,  y 
luego  fue  hecho'assi.  Mando  venir  luego  a  vnfray- 
le  mercenario  para  que  le  conffessasse,  el  qual  ve- 
nido, Diego  de  Balmasedase  confíesso  con  el  con 
muchas  lagrimas,  aunque  con  esperanza  que  Ca- 
rauajal  le  auia  de  perdonar  y  otorgarle  vida  como 
el  frayle  se  lo  auia  prometido  muy  de  veras.  Quan- 
do  prendieron  a  Diego  de  Balmaseda  estaua  Alon- 
so Camargo  puesto  para  adentro  en  vna  ventana 
de  su  casa  mirando  hacia  la  pla^a;  vido  lleuar 
preso  al  dicho  Diego  de  Balmaseda  y  por  esso  tuvo 
creydo  que  lo  auia  de  descubrir  a  puros  tormen- 
tos, teniendo  entendido  que  se  los  auian  de  dar,  y 
con  temor  que  tuvo  de  Carauajal,  no  atreuiendose 
estar  en  su  casa,  determino  de  huyrse.  En  este  co- 
medio llego  a  el  Juan  de  Betan^os  que  por  manda- 
do de  Carauajal  lo  yua  a  prender  con  seys  arca- 
buzeros  con  mandamiento  que  si  se  deffendiesse  lo 
matasse,  porque  al  tiempo  que  lleuauan  a  Balma- 
seda preso  luego  encontinente  Carauajal  embio 
desde  su  puerta  a  estos  hombres  para  que  lo  pren- 
diessen.  Como  los  prendedores  entraron  por  la 
puerta  le  hallaron  que  se  quería  ya  salir  fuera  a 
la  calle  encima  de  vn  buen  cauallo  corredor,  y  ha- 
ziendolo  apear  lo  licuaron  ante  Francisco  de  Ca- 
rauajal. Y  el  no  le  quiso  ver,  ni  oyr,  antes  le  man- 
do hechar  en  la  cárcel  en  otra  cámara  y  en  fuer- 
tes prisiones  y  apartado  de  Diego  Balmaseda  por- 
que no  se  hablassen  el  vno  con  el  otro,  poniendo- 
Íes  buenas  guardas  de  soldados  arcabuzeros.  He- 
cho esto  embio  luego  por  otra  parte  al  alférez 


359 

Juan  Velez  de  Gueuara  con  ciertos  arcabuzeros 
para  que  prendiessen  algunos  soldados  heredia- 
nos  y  de  los  suyos  que  estañan  escondidos  en  sus 
casas  de  puro  miedo,  que  no  fueron  a  oyr  missa. 
Juan  Velez  fue  con  los  soldados  y  truxeron  presos 
a  Pedro  del  Castillo,  vezino  desta  villa,  y  a  Diego 
de  Arguello  y  a  Jullian  de  Humaran  con  otros  seys 
o  siete  soldados  de  la  entrada,  a  los  quales  man- 
dó hechar  en  fuertes  prisiones  con  algunas  guar- 
das. Como  los  demás  conjurados  vieron  que 
Juan  Velez  de  Gueuara  andana  ya  prendiendo  con 
diligencia  a  los  soldados  sus  compañeros,  sin 
aguardar  a  otra  cosa  se  salieron  prestamente  de 
la  villa  huyendo  por  no  parescer  ante  Francisco 
deCarauajal,  creyendo  que  luego  los  mandaría 
matar.  Entre  los  soldados  de  la  entrada  que  se  hu- 
yeron fue  Morales  de  Amburt  o  del  Abad,  al  que 
llamauan  yronicamente  el  resuscitado,  el  qual  se 
fue  al  pueblo  de  Paria  a  pie,  que  no  uvo  niaf^uno 
quien  le  prestase  vn  cauallo.  Porque  este  hombre 
dexando  su  sanctimonia  fue  vno  de  los  que  preten- 
dieron matar  a  Francisco  de  Carauajal  por  ven- 
garse de  la  muerte  que  le  dieron,  como  el  dezia, 
que  cierto  mas  le  valiera  meterse  frayle  que  an- 
dar en  estos  deuaneos.  Después  que  Francisco  de 
Carauajal  uvo  comido  mando  traer  ante  si  a  Die- 
go Balmaseda  y  con  vn  rostro  terrible  y  con  pala- 
bras muy  ayradas  le  pregunto  que  ¿por  que  le  aula 
querido  matar  con  tan  gran  traycion  y  maldad, 
metiendo  en  su  dañada  yntencion  a  los  soldados 
de  la  entrada?;  Balmaseda  respondió  humillmente 
que  su  merced  tenia  la  culpa  y  el  auia  sido  la  can- 


360 

sa  deste  motín,  porque  si  el  uviera  cumplido  con 
sus  soldados  lo  que  les  auia  prometido  los  días  pa- 
ssados,  quesera  repartir  los  yndios  y  pueblos  que 
estauan  vacuos  en  la  prouíncia,  que  el  no  yntenta- 
ra  de  le  matar,  ni  aun  por  el  pensamiento  le  pasa- 
ra hazer  tal  locura.  En  fín  le  dixo  que  tuuiesse 
atención  como  auia  mucho  tiempo  que  el  andaua 
en  su  seruicio  desnudo  y  descal90,  y  que  en  todo 
el  no  le  auia  dado  cosa  alguna  para  remediarse, 
y  que  por  esto  y  por  otras  muchas  causas  y  razo- 
nes que  el  se  las  quería  callar  auia  procurado  de 
le  matar.  El  General  le  dixo:  por  cierto,  señor  Die- 
go Balmaseda,  que  yo  me  huelgo  de  saber  esso 
que  me  ha  dicho,  y  vos  tenéis  en  todo  y  por  todo 
gran  razón,  lo  qual  por  agora  no  os  valdrá  por  lo 
que  yntentauades  hazer  en  mi  perjuycio  y  de  mis 
capitanes.  Mas  con  todo  esso  me  dezid  quien  son 
los  que  os  dauan  fabor  y  ayuda  para  vuestra  mal- 
uada  yntencion;  el  respondió  que  no  auia  ninguno 
que  le  quissiera  ayudar,  sino  que  el  tan  solamente 
lo  queria  hazer  por  lo  que  dicho  tenia;  de  manera 
que  no  quiso  descubrir  ni  condenar  a  ninguno  de 
todos  los  conjurados.  En  este  comedio  llego  a 
Francisco  de  Carauajal  la  dicha  Dofta  María  de 
Ledesma,  cubierta  toda  de  luto  y  acompañada  de 
vn  fray  le  dominico  y  otro  mercenario,  con  ciertos 
vezinos  de  la  villa,  y  la  lleuaua  de  la  mano  Diego 
López  de  Zuñiga,  la  qual  yua  dando  vozes,  dizíen- 
do  muchas  vezes:  misericordia,  señor,  misericor- 
dia, señor.  Como  llego  junto  ante  Carauajal  le 
pregunto  con  desden:  ¿que  es  lo  que  queréis,  seño- 
ra Doña  María?;  ella  respondió  con  gran  cuyta: 


361 

señor,  por  reuerencia  de  Dios  y  de  Nuestra  Seño- 
ra quiera  v.  m.  redemir  vna  anima  peccadora  que 
a  mas  andar  se  va  metiendo  en  los  proffundos  del 
ynfierno,  con  darme  biuo,  sano  y  libre  a  Diego 
Balmaseda  para  que  se  case  conmigo.  Francisco 
de  Carauajal  respondió:  señora,  yo  no  lo  puedo 
hazer  sin  daros  también  mi  persona  y  vida  para 
que  l'acaben  de  matar  vuestros  amigos  y  seruido- 
res;  pues  en  vuestra  casa  se  vrdio  tan  gran  vella- 
queria,  no  es  bien  ni  razón  que  se  os  concédalo 
que  pedis,  ni  cosa  buena  que  sea  si  no  es  quitaros 
la  vida.  Y  alteando  los  ojos  en  alto  y  mirando  a  los 
que  la  trayan  dixo  con  grande  yra  y  enojo:  [mal 
aya  quien  os  aconsejo  que  me  pidiessedes  esto, 
porque  no  supo  bien  aconsejaros!;  por  esso  no  me 
ahinquéis  tanto  en  pedirme  la  vida  deste  mal  hom- 
bre, porque  me  enojare  contra  vos  mas  de  lo  que 
estoy.  Torno  ella  a  replicar  y  los  que  con  ella 
yuan  a  le  suplicar  y  rogar  con  gran  humilldad, 
aimque  en  vano,  que  tuuiesse  por  bien  de  perdo- 
nar a  Diego  Balmaseda  para  que  se  casasse  con 
aquella  muger,  que  estaua  perdida  y  condenada 
con  la  mala  bíuienda  que  hazia,  porque  casándose 
aquel  hombre  con  ella  se  apartada  de  mas  peccar, 
y  en  esto  haria  muy  gran  seruicio  a  Dios.  [Aun- 
que] fueron  tantos  los  ruegos  y  suplicaciones  que 
le  hizieron  los  religiosos  y  las  ymportunasciones  y 
lagrimas  de  la  muger  fueron  también  muchas, 
no  (1)  le  mouieron  a  tener  alguna  compassion,  an- 
tes se  fue  a  ella  con  mucha  furia  y  enojo  y  le  dixo 


362 

ayradamente.  Yo  os  hago  voto  solenne  a  Dios, 
Doña  tal,  por  qual,  que  si  os  arrebato  os  haga  he- 
char  por  encima  de  aquella  casa,  y  antes  que  lo 
mande  hazer  os  yd  con  el  diablo  a  vuestra  possa- 
da,  y  los  que  vienen  con  vos  vayanse  también  antes 
que  los  haga  ahorcar,  porque  tengo  entendido  que 
me  quieren  ellos  matar,  pues  tan  ahincadamente 
me  piden  la  vida  de  vn  traydor  como  este.  Reyte- 
rando  la  muger  en  sus  lagrimas  y  los  frayles  y  los 
demás  en  sus  ruegos  sin  temor  alguno,  no  los  pudo 
zufrir  Francisco  de  Carauajal  y  torno  a  ella  con 
gran  furia  y  le  dixo  muchas  y  feas  palabras  y  man- 
do a  los  suyos  se  la  quitasen  delante  del  y  la  lleua- 
ssen  por  las  piernas  arrastrando  fuera  de  casa  an- 
tes que  hiziesse  algún  desatino  en  los  que  la  tra- 
yan.  Dionisio  de  Bobadilla,  Alonso  de  Mendo<;a, 
Martin  de  Almendras,  Balthasar  de  Cepeda,  que 
se  hallaron  presentes  con  otros  muchos,  dixeron 
a  la  muger  y  a  los  que  la  auian  traydo  se  fuessen 
a  sus  casas  y  que  le  dexassen  de  mas  ymportunar 
y  hazer  justicia,  y  ellos  lo  hizieron  assi.  Yuan  di- 
ziendo  por  la  pla^a  que  Carauajal  tenia  el  coraron 
de  diamante  y  que  en  nada  parescia  ser  xpiano, 
pues  no  se  auia  mouido  a  tener  compassion  de  las 
lagrimas  de  la  triste  muger,  ni  a  los  ruegos  de  los 
frayles  y  caualleros  que  la  auian  acompañado, 
que  bien  parescia  ser  hombre,  endemoniado  y  ene- 
migo de  hazer  virtud  y  caridad.  Después  que  se 
fue  Doña  Maria  de  Ledesma,  el  endiablado  Cara- 
uajal, por  no  ser  mas  ymportunado  (1)  de  otros  por 


(j)     Ms.  ym^uriunado. 


363 

'iego  Balmaseda,  le  mando  mete 
tro  de  la  cámara  del  capitán  Castafleda,  en  < 
se  acabo  de  conffcssar  y  luego  le  dieron  ga 
Y  de  alli  lo  sacaron  dos  negros  en  vna  tabl 
licuaron  a  la  picota,  en  donde  el  verdugo  le 
co  por  amotinador,  y  dende  a  dos  horas  le  hi2 
quartos,  los  quales  se  pussieron  por  los  caí 
reales,  y  mando  apregonar  que  ninguno  qu: 
los  quartos  del  traydor  de  donde  estaua,  so 
de  muerte  natural. 


CAPITULO  XLII 

francisco  de  carauajal  hizo  dar  ca- 
lLONSO  cahargo,  y  de  vn  donoso  CUSNTO 
a  vn  frayle  domimico,  y  de  como  encon- 
hizo  ahorcar  con  furia  diabólica  a 
tros  soldados  de  la  entrada 


lydas  con  estas  cosas  arriba  relatadas, 
:Ísco  de  Curauajal,  mando  luego  conffe- 
:ho  Alonso  Camargo,  y  en  el  entretanto 
nifesaua  llego  secretamente  a  el  vn  fray- 
:o,  el  que  aiiia  dado  el  consejo  á  Doña 
Ledesma  [de]  lo  que  tenemos  arriba  reffe- 
Lial  le  hablo  en  esta  maneni.  Señor  capí- 
amor  de  Dios  y  de  Nuestra  Señora  me 
r  dos  razones  que  tengo  entendido  serán 
efl'ecto  y  prouecho;  y  Francisco  de  Cara- 
)ondio  y  le  dixo  con  vn  buen  remanso: 
íuerencia  lo  que  quissiere,  en  breues  pa- 
le  yo  le  escuchare,  y  dichas  vayase  luego 
,-  el  frayle  dixo.  Pues,  señor,  a  mi,  ni  al 
rcenario  no  (1)  quiso  vuestra  merced  con- 
la  merced  de  otorgarnos  la  vida  de  Diego 


365 

Balmaseda,  sea  en  esta  forma  y  manera  si  vuestra 
merced  fuere  en  ello  seruido,  y  cierto  que  en  todo 
se  hará  muy  gran  seruicio  a  Dios  y  a  Nuestra  Se- 
ñora y  vna  obra  de  gran  misericordia,  y  es.  Que  a 
todos  es  notorio,  y  vuestra  merced  lo  sabe  muy 
bien,  como  Alonso  Camargo  es  de  la  tierra  del  se- 
ñor Gouernador,  y  es  (l)muy  cierto  su  gran  serui- 
dor,  y  esto  que  agora  se  dize  del  yo  tengo  muy 
creydo  y  sin  ninguna  falta  que  se  lo  han  leuantado 
algunos  émulos  y  enemigos  suyos  que  le  quieren 
mal.  Y  paresceme  que  se  quieren  vengar  del  con 
mano  agena,  porque  el  no  se  hallaria  en  esta  tra- 
ma y  conjuración  que  Diego  Balmaseda  y  los  de- 
mas  hazian,  auiendole  hecho  tan  señalada  y  en- 
cumbrada merced  poco  ha  en  soltalle  de  la  cárcel 
y  en  perdonalle  la  vida.  Paresceme  que  Pedro  Gu- 
tiérrez de  Qafra  daua  a  v.  m.  anoche  seys  mili  du- 
cados de  buen  oro  para  que  perdonasse  a  Camargo; 
suplico  a  V.  m.  quan  encarescidamente  puedo  le 
perdone  agora,  y  dársele  han  luego  ocho  mili  duca- 
dos de  buen  oro.  Y  porque  assiente  en  alguna  ma- 
nera, el  se  casara  fon  aquella  muger  que  ago- 
ra se  fue  de  aqui,  que  en  todo  lo  qual  vuestra 
merced  hará  muy  gran  seruicio  a  Dios  nuestro 
Señor  y  cumplirá  vna  obra  de  misericordia  que  los 
buenos  hazen  a  los  que  poco  pueden;  y  Carauajal 
le  respondió.  ¡A  Padre  mió  I  ¡Padre  mió  I  a  esso  que 
vuestra  reuerencia  pide,  antes  que  le  responda  cosa 
alguna  de  a  lo  que  viene  le  quiero  contar  primero 
vn  cuento  que  passo  en  España,  que  me  paresce 


(I)    Tachado:  stt. 


366 

de  la  suerte  y  manera  de  lo  que  agora  tra- 
y  preste  en  ello  paciencia,  que  no  es  largo, 
sellor  Padre,  de  ^aber,  que  vn  hombre  de 
honrrado  quisieron  el  y  otros  amigos  suyos 
il  corregidor  de  aquel  pueblo  por  ciertas 
is  y  enojos  que  entre  ellos  tuuieron,  que  eran 
dad  y  de  mucha  honrra,  y  aun  mas  adelan- 
edio  vn  otro  negocio  muy  semejante  áeste. 
¡do  que  fue  a  noticia  del  corregidor  desta 
ación  que  contra  su  persona  y  vida  se  tra- 
prestamente  lo  prendió  vna  noche  y  dándo- 
los tormentos  supo  la  verdad  de  todo  lo  que 
a  sin  faltar  punto  de  lo  que  yntentauan  ba- 
sustanciando  bien  el  proceso  y  mirando  su 
slon  condenóle  a  muerte  natural,  y  sacan- 
^spues  los  alguaziles  del  crimen  a  justiciar 
e  traues  vna  putaña  y  suzia  muger  con  vna 
ada  por  la  cara;  dando  hozes  y  gritos  yua 
lo  muchas  vezcs:  seflores,  por  amor  de  Dios 
eis  al  señor  fulano;  dádmelo  por  marido, 

>  me  casare  luego  con  el  y  me  harán  vna 
uena  obra  de  caridad ,  la  qual  será  muy 
ante  el  acatamiento  de  Dios.  Aura  de  saber 
o,  Padre  mió,  que  en  aquella  tierra  auia  vna 
mo  en  otras  la  ay,  que  era  muy  faborable  a 
inquentes  y  facinerosos,  y  es  que  quando 
jger  mala  de  su  cuerpo  esta  ganando  publi- 
[e  partido  con  su  cuerpo,  en  pidiendo  que 
)or  marido  a  vno  destos  que  estuuiesse  con- 

>  a  muerte  natural,  que  si  el  tal  hombre 
se  casar  con  ella  no  lo  matassen,  sino  que 
ie  lo  entregassen  por  su  marido.  Pues  a  los 


367 

gritos  que  daua  aquella  vellacona  pararon  los  al- 
guaziles  a  ver  lo  que  quería,  y  como  llego  a  ellos 
les  dixo:  señores,  porque  este  triste,  hombre  no 
muera  assi  tan  abiltadamente,  dádmelo  por  amor 
de  Dios  y  de  Nuestra  Señora  por  marido,  que  yo 
me  casare  luego  con  el.  Bueltos  los  alguaziles  al 
hombre  condenado  le  dixeron:  señor  fulano,  ca- 
saos con  esta  muger  honrrada  y  daros  han  la  vida; 
y  el  boluio  la  cabepa  a  uer  que  tal  era  y  como  la 
vido  de  aquella  suerte  le  desagrado  mucho,  que 
deuia  de  ser  de  la  suerte  desta  mugercilla.  Y  como 
era  hombre  muy  honrrado  y  de  bien  y  de  mucha 
presumpcion  dixo  a  los  alguaziles:  ande  el  asno, 
señores  y  que  yo  no  me  quiero  casar  con  tan  susia 
muger  que  me  da  gran  asco  de  la  ver;  antes  quie- 
ro padescer  vna  muerte  de  vna  ves  y  no  tantas 
cada  día,  Assi  que,  Padre  mió ,  el  señor  Alonso 
Camargo  es  vezino  y  regidor  perpetuo  desta  villa 
y  es  hombre  muy  honrrado,  cauallero  hijodalgo, 
yo  se  muy  bien  que  ha  de  dezir  lo  que  el  otro  dixo, 
y  pues  Diego  Balmaseda,  como  sabéis,  la  desecho 
y  no  la  quiso  por  muger,  no  sera  razón  que  se  la 
den  a  Camargo,  que  para  el  sera  muy  grande 
affrenta.  Mas  en  fin  y  al  cabo,  Padre  mió,  no  tra- 
baxeis  tanto  en  valde,  porque  el  tiene  de  morir  y 
otros  algunos  con  el  que  salieron  de  la  entrada  de 
Rojas;  pues  ellos  trataron  de  me  comer,  yo  entien- 
do de  me  los  almorQar  con  tiempo  en  quitalles  las 
vidas  antes  que  otra  cosa  susceda,  porque  ya  esta 
dada  la  sentencia  y  en  ninguna  manera  se  puede 
reuocar.  Yo  no  se  ¡por  vida  de  tal!  ni  lo  acabo  de 
entender,  por  que  causa  y  razón  me  querían  estos 


368 

res  de  la  entrada  quitarme  la  vida,  porque 
el  dia  que  fueron  desbaratados  y  nos  ajun- 
tndos  en  vno  siempre  los  trate  muy  bien  y 
coni  con  algo,  haziendoles  mucha  honrra 
I  chico  como  al  grande,  mas  que  a  los  serui- 
dil  Goucrnador  mi  señor.  Y  s¡  ellos  bay- 
mal,  tómense  lo  q^ue  hallaron,  pues  ellos 
js  se  lo  buscaron ,  y  por  tanto  mando  y 
)  que  ninguno  sea  tan  atreuido  de  venir  a 
me  por  algunos  destos  traydores,  que, 
a  tal!  que  le  sera  escusado  avergoncarse  en 
jí  a  mi  me  dará  gran  pesar  y  enojo.  Y  con 
e  lúe  (.1  frayle  muy  corrido  porque  yendo 
;ar  por  la  vida  de  Alonso  Camargo  se 
raua  a  contar  nouelas  y  cuentos  nescios 
proposito.  Todo  lo  qual  (1)  lo  fue  a  contar  al 
Alonso  Camargo  y  a  otros  pifarristas  y  a 
redíanos  de  la  entrada  de  Rojas.  Pues  Alon- 
margo,  como  se  uviesse  conffessado,  ya  que 
rde  íiie  sacado  de  la  prisión  en  que  estaua,  a 
maniatado,  y  fue  lleuado  a  la  picota  con  voz 
■gonero  en  que  dezia  que  por  traydor  y  amo- 
ir  le  cortauan  la  cabei;a  y  le  mandauan  hazer 
Ds  para  que  se  pussiesscn  por  los  caminos 
s;  quifo  tal  haze,  que  tal  ¡■■agüe.  Después  de 
garrote  le  hizieron  quari  s,  los  quales  se  pu- 
n  en  quatro  partes  y  vna  yndia  suya  de  ser- 
iue  a  la  segunda  noche  a.londe  estauan  col- 
y  cogió  los  tres  y  los  enlirro  en  el  cimente- 
la  yglessia,  y  el  otro  qnarto  dizen  que  se  lo 


369 

comió  vn  lobo,  y  aunque  Carauajal  sup< 
se  le  dio  nada-'  Morales  de  Amburt,  que 
huydo  de  la  villa,  fue  a  parar  al  pueblo  c 
en  donde  fue  preso  por  el  capitán  Alonso 
ro  que  estaua  en  este  lugar  con  ciertos 
como  en  frontera,  y  como  lo  vido  llorar  u 
tal  manera  tuuo  compassion  y  lastima  del 
tamente  le  sollo  sin  que  los  de  la  guardia 
ssen.  Los  hombres  que  fueron  tras  del  poi 
do  de  Carauajal  llegaron  al  dicho  puebl 
guntando  por  el  les  fue  dicho  que  se  aui 
y  ellos  fueron  tras  el  y  lo  alcanzaron  y 
ron,  que  se  yua  por  el  camino  Real  muj 
dado  creyendo  que  no  yrian  tras  el,  puí 
pitan  lo  aoia  soltado.  También  fue  Dic 
Bobadilla  con  diez  arcabuzeros  a  la  cuei 
estauan  escondidos  Luys  Perdomo  y  Esf 
los  Monteros,  que  vn  yndio  de  Juan  de  I 
los  auia  descubierto,  que  les  lleuaua  de  c 
casa  de  Bernaldino  de  Balboa,  que  se  lo 
Marilopez  su  muger.  Quando  llegaron  a 
ya  Luys  Perdomo  era  ydo  de  alli  y  se  me 
los  yndios  cbiriguanaes  y  se  lo  comieron  i 
tilmente,  aunque  ellos  dixeron  después  q 
gres  lo  auian  hecho  pedamos  y  comido. ) 
de  los  Monteros  fue  hallado  y  traydo  a  1 
Francisco  de  Carauajal  lo  mando  luego 
la  picota  y  sin  conffession,  en  donde  estu 
cado  mas  de  seys  dias,  y  mando  con  pena  i 
te  que  ninguno  lo  quitasse  de  alli,  de  mai 
el  pobre  mancebo  murió  sin  conffession-  * 
olía  muy  mal  fueron  los  religiosos  y  los  \ 

G.  DK  Banta  Ci.a1[*.-1V.-3.<' 


370 

le  que  por  reuereticia  de  Dios  y  de  Nues- 
lora  y  por  lo  que  deuia  a  buen  xpiano  tu- 
3or  bien  de  mandar  quitar  de  la  picota  al 
diftunto,  que  por  el  mal  olor  que  del  pro- 
lusaria  g^an  pestilencia  en  el  pueblo.  Fran- 
:  Carauajal  no  les  quiso  conceder  cosa  al- 
liziendoles:  señores,  perdónenme  vs.  ms. 
lo  puedo  hazer  hasta  que  venga  su  amgo 
ncible  Morales  de  Amburt.  para  que  lo  vea 
ando  por  la  plaga  y  se  le  acuerde  luego  del 
?  a  hecho,  porque  tengo  nueua  que  ya  vie- 
este  comedio  mando  ahorcar  y  hazer  quar- 
s  soldados  heredianos  Pedro  del  Castillo, 
de  Arguello,  Diego  Hernández,  calcetero, 
e  auia  de  dar  de  puñaladas,  con  otros  siete 
is  que  salieron  de  la  entrada  que  fueron 
cantes  en  esta  conjuración,  que  los  halla- 
pados  en  todo-  Truxeron  al  triste  de  Mora- 
Wburt,  el  qual  venia  en  camisa  y  descalco 
liado  y  a  píe  y  en  la  cabega  vn  bonete  co- 
y  bien  quemado  del  sol,  que  fue  grandissi- 
ima  y  compassion  de  velle  de  aquella  suer- 
s¡  fueran  otros  los  que  le  prendieron  y  no 
los  y  ministros  de  Carauajal  lo  soltaran 
Mas  ellos  lo  pusí^ieron  delante  de  Caraua- 
mo  se  arrodillo  para  le  besar  los  pies  lo 
;:ir  del  suelo  con  vna  risa  falsa,  dlziendole: 
orno,  señor  Moniles  de  Amburt,  no  me  po- 
natar  el  otro  dia  y  queréis  agora  moderme 
í  Con  todo  esto  me  dezid:  quando  entrastes 
>la9a  ¿vistes  ahorcado  en  el  rollo  a  Espino- 
>s  Monteros?;  y  también  me  dezid  adonde 


371 

esta  vuestro  amigo  Pedro  Gon<;alez  de 
que  llaman  de  la  entrada,  que  fue  en  e 
que  tvmo  por  bien  de  acordarse  de  mi  e 
ligroso  trance.  Respondió  Morales  de  Ai 
auia  visto  en  entrando  por  la  pla<;a  a  v 
ahorcado,  y  en  lo  de  Pedro  González  i 
que  era  verdad  que  auia  sido  en  ta  conj 
que  la  noche  víspera  de  Sant  Miguel  au 
parescer  se  pusiesse  fuego  a  la  casa  di: 
uia  y  que  luego  dixessen  que  era  muert 
los  soldados  que  le  siruian  se  alt;assen.  E 
rauajal:  señor  Morales  el  ynuincible,  pu 
dize  del,  yo  os  prometo  que  desta  hech; 
morir  ahorcado  y  agora  no  aura  ningu 
lleue  arrastrando  al  arroyo;  y  dicho  esto 
Francisco  Miguel  Ío  ahorcasse  y  lo  hízif 
tos,  lo  qual  fue  assi  luego  hecho.  Enton 
ron  de  la  picota  a  Espinosa  de  los  Mon 
enterraron  en  la  yglessia,  ca  olia  ya  muj 
con  gran  trecho  no  auia  ninguno  que  lie] 
sino  era  llenando  vnos  trapos  mojados  e 
y  puestos  a  las  narizes,  y  assi  lo  enterra 
sido  también  Bernaldino  de  Balboa  en  e 
ración  y  auiase  casado  pocos  días  auia  ce 
ga  María  López,  el  qual  se  fue  a  Francis 
rauajal  vna  maflana  en  domingo  y  le  pi 
cia  para  yrse  a  la  cibdad  del  Cuzco  y  c 
rauajal  a  manera  de  desden.  Seflor  Berr 
Balboa,  también  querrá  vuestra  mere 
consigo  a  la  señora  Maria  López'  su  m 
pondto  Balboa  y  dixo:  señor,  yo  la  quer 
al  Cuzco  si  vuestra  merced  es  seruido 


372 

)tra  cosa;  Carauajal  le  dixo:  sea  en  buena 
ueluase  acá  después  de  comer,  que  para 

le  dará  recaudo.  Bernaldiao  de  Balboa 
i  la  hora  que  le  fue  dicho  y  Francisco  de 
al  le  dixo:  señor  Bernaldíno  de  Balboa, 
cosas  quíssicra  tratar  con  vuestra  merced 
>n  hombre  bien  entendido  y  que  sabe  de 
s,  y  púas  V.  m.  no  tiene  ninguna  verguen- 
irescer  ante  mí,  éntrese  en  aquella  cánta- 
le conuienc  mucho  para  su  anima  porque 
lorir  antes  de  inedia  hora.  Mando  llamar 
ri^o  para  que  le  conffesasse,  el  qual  vino 
ffesso,  y  luogo  le  hizo  dar  garrote  y  cortar 
a,  la  qual  se  pusso  en  la  picota,  y  el  cuer- 
do entregar  a  la  sin  ventura  de  su  muger 
,opez  y  lo  enterro  en  la  yglessia  con  mu- 
ía y  dolor.  Hecha  esta  cruel  justicia  per- 
los  demás  que  se  hallaron  culpados,  por- 
n  de  aquellos  que  mucho  tiempo  le  auían 

en  toda  la  jornada  que  anduuo  contra  los 
res  de  Su  Magestad .  Porque  a  los  hom- 
s  hizo  ahorcar  y  quartear  fueron  de  aqne- 
;  auian  salido  de  la  entrada  de  Diego  de 
ecepto  Diego  Balmaseda,  que  fue  el  pri- 
lentor  desti  conjuración  y  el  que  acuciaua 
a  malar  a  Francisco  de  Carauajal.  Por  no 
,  Diego  de  Luxan  y  a  otros  diez  o  doze  sol- 
|ue  auian  militado  mucho  tiempo  debaxo 
andera  los  desterro  de  la  villa  y  dándoles" 
los  embio  a  la  cibdad  de  Lima  para  qne 
en  alia  a  Gonijalo  Pi^arro  su  amo;  mas 

llegaron  alia,  antes  se  fueron  a  diuersas 


373 

;r.  También  eml 
}s  de  los  de  la  t 
1  en  quatro,  a  di' 
lor  no  los  ver  ni 
■dono,  que  no  t» 
,  que  fue  gran  t 
I  se  apacigo  de 
I  yncendio  y  bi 
a,  que  cierto  fu* 
1  entrada  y  los  i 
y  esforzados  y  ti 
e  los  viniera  a  c 
i  el  campo  aun< 


CAPITULO  XLIII 

SCO  DE  CARAUAJAL,  DEL  REZELO  QUE 
.DADOS  QUE  ANDAUAN  DESESPERADOS 
,  LES  DIO  DE  BB5T1K  Y  DE  CALCAR  Y 
i  MESAS,  y  DE  LA  MVERTE  DEL  CAPl- 
N  PEDRO  DE  CASTA.^EDA 


lo  Francisco  de  Carauajal  quanta 
s  soldado»  de  acorarse  y  andar  to- 
lientos  y  enojados  contra  el  por  no 
tre  ellos  los  pueblos  de  los  yndios 
cuos  que  tantas  vezes  les  auia  pro- 
sas panes  de  lo  hazer,  determino 
r  contentar  por  la  mejor  via  y  ma- 
Y  para  hazer  esto  mundo  otro  día, 
adas  las  ynjusticias  que  auia  hecho 
os,  sacar  de  su  recamara  muchos 
lenos  de  diuersas  colores  y  embio  a 
os  sastres  y  calceteros  que  auia  en 
lales  mando  hazer  y  cortar  muchos 
chamarras,  ropcias,  muchas  calcas 
indílla  para  lo  dar  todo  y  conten- 
os,  que  andauan  muy  desesperados 
Dorque  todos  se  le  querían  rebelar 
on  sus  capitanes  c  yrse  a  otras  par- 


375 

tes.  De  manera  que  hechos  los  vestidos  y  el  caiga- 
do,  a  vnos  dio  todo  vn  vestido  entero,  y  a  otros 
dio  tan  solamente  caigas  y  jubones,  vn  par  de  ca- 
misas de  Rúan,  y  a  otros  vnas  botas  y  gapatos  de 
cordouan;  a  otros  dio  chamarras,  caigas  y  sombre- 
ros con  ñuecos  de  seda,  y  a  otros  dagas,  espadas  y 
talabartes.  También  repartió  entre  otros  que  auia 
menesterosos  muchas  sillas  estradiotas  y  ginetas 
nueuas,  y  a  otros  dio  cauallos  y  muías  que  auia 
tomado  y  robado  en  muchas  partes  a  los  tristes  de 
los  mercandantes  y  a  los  seruidores  de  Su  Mages- 
tad;  en  fin,  fin,  desta  manera  medio  contentó  la 
mayor  parte  de  sus  soldados.  Y  para  que  mas  se 
contentassen  y  le  tuuiessen  amor  y  buena  volun- 
tad mando  a  sus  criados  que  alargassen  mas  las 
mesas  donde  el  comía  para  que  fuessen  todos 
quantos  soldados  quisiessen  yr  a  comer  y  a  cenar 
con  el,  y  assi  les  daua  espléndidamente  de  comer, 
y  de  beuer  algún  vino  de  Castilla  y  de  la  tierra, 
que  se  haze  por  aqui  muy  bueno,  que  después  di- 
remos como  se  haze.  Aunque  el  vino  de  Castilla 
valia  a  exesiuo  precio,  mas  el  lo  tomaua  algunas 
vezes  a  los  tratantes  y  mercaderes,  a  como  el  lo 
queria  y  se  le  antojaua,  o  lo  tomaua  fiado  a  nunca 
pagar,  porque  como  el  mandaua  toda  la  tierra 
como  tirano  no  auia  ninguno  que  le  osasse  pedir 
cosa  alguna  por  le  tener  grato.  Toda  esta  comida 
y  beuida,  digo  del  vino  de  la  tierra,  no  le  costana 
tan  solo  vn  real,  que  los  repartimientos  de  los  yn- 
dios  que  estañan  vacuos  que  auia  en  toda  la  pro- 
üincia  lo  dauan  todo  en  abundancia,  como  es  dezir 
muchos  carneros  de  la  tierra  y  mahiz  para  hazcr 


376 

tortillas,  que  tenia  muchas  yndias  de  seruicio  que 
las  hazian,  que  «lun  no  auia  trigo  para  hazer  hari- 
na. Mas  con  todas  estas  cosas  no  quiso  dar  ningu- 
nos de  los  repartimientos  a  sus  soldados  por  el 
gran  prouecho  y  por  el  ynteres  que  dellos  sacaua, 
ni  menos  quiso  repartir  con  los  suyos  siquiera  de 
algún  pedago  de  oro  o  de  plata,  sino  que  como  te- 
nia el  coraQon  metido  dentro  en  todo  ello  lo  man- 
daua  guardar  mucho  mejor  que  hasta  alli  se  auia 
hecho.  Porque  como  el  dezia,  que  con  este  oro  y 
con  la  plata  que  ajuntaua  conuenia  hazer  con  ello 
muchas  y  diuersas  cosas  muy  prouechosas  y  con- 
uenientes  a  todos  sus  soldados,  que  algún  dia  les 
diria  el  secreto  de  lo  que  era.  Pusso  tanto  temor  y 
espanto  estas  crueldades  y  sinjusticias  que  Fran- 
cisco de  Carauajal  hizo,  en  todos  los  vezinos  y  mo- 
radores, estantes  y  habitantes,  no  solamente  en  es- 
ta villa  de  la  Plata,  mas  aun  empero  en  todas  las 
cibdades,  villas  y  lugares  de  los.reynos  y  prouín- 
cias  del  Perú.  De  manera  que  los  soldados  suyos 
y  todos  los  que  quedaron  de  los  de  la  entrada  de 
Rojas  y  aun  los  pocos  vezinos  de  la  villa  le  siruie- 
ron  de  ay  adelante,  los  vnos  de  temor  y  rezelo,  y 
los  otros  de  buena  voluntad,  que  estos  tales  tenían 
prenda  metida  en  la  tierra,  que  eran  de  los  mas 
pestilenciales  hombres  que  auia.  Los  soldados  que 
le  querian  mal  de  muerte  dezianse  el  vno  al  otro 
que  no  era  possible  sino  que  Francisco  de  Caraua- 
jal tenia  hecho  pacto  y  conueniencia  y  concierto 
con  el  demonio,  o  que  lo  era  el  mismo,  o  que  su 
muía  bermeja  lo  seria,  que  temía  algún  familiar 
en  ella  que  le  dezia  todo  quanto  se  hazia  o  se  de- 


377 

zia  en  secreto  contra  su  persona  y  vida,  porque 
estos  no  supieron  quien  lo  uviesse  descubierto.  A 
Juan  Ramón,  que  descubrió  esta  conjuración,  lo 
quiso  ahorcar  porque  auia  descubierto  esta  trama 
y  vrdimbre  muj'  tarde  y  al  punto  crudo,  mas  por 
ruegos  y  suplicaciones  del  capitán  Pedro  de  Cas- 
tañeda, su  grande  amigo,  fue  perdonado,  que  de 
otra  manera  el  lo  ahorcara  y  tuuiera  su  meresci- 
do.  Mas  dende  a  ciertos  dias  le  dio  Francisco  de 
Carauajal  el  repartimiento  de  yndios  que  fueron 
de  Alonso  Camargo,  a  yntercesion  y  por  ruegos 
del  dicho  capitán  Pedro  de  Castañeda,  porque  le 
ymportuno  le  hiziesse  mercedes  por  el  gran  bien 
que  les  auia  hecho.  De  manera  que  de  ay  adelante 
no  uvo  ninguno  que  fuesse  tan  ossado  de  hazer  al- 
gún raouimiento  ni  escándalo  en  aquellas  partes, 
ni  entre  sus  soldados  (1);  auia  mucha  paz  y  quie- 
tud, que  no  reñian  el  vno  con  el  otro,  porque  ver- 
daderamente era  muy  temido  y  le  tenían  mucho 
miedo  por  ser  hombre  tan  cruel  y  endemonia- 
do y  tan  carnicero  como  era.  Que  solamente  en 
nombralle  se  santiguauan  del  como  del  mismo 
diablo,  maldiziendo  sus  crueldades  y  homicidios  y 
mala  xpiandad,  porque  perseguia  tanto  y  en  tal 
manera  a  los  seruidores  de  Su  Magestad  que  no 
los  dexaua  a  sol  ni  a  sombra,  que  apañando  algu- 
no dellos  lo  hazia  luego  ahorcar  sin  conffession, 
que  era  gran  dolor  de  lo  considerar.  En  esta  mis- 
ma coyuntura  murió  el  capitán  Pedro  de  Casta- 
ñeda en  esta  villa  de  la  Plata  de  su  enfermedad  de 


(I)  yu.s^uuuu. 


auia  tenido  muchos  días  atrás,  y  Fran' 
arauajal  lo  sintto  ea  gran  manera  por- 
ia  y  auia  tenido  por  muy  grande  y  vér- 
tigo, que  lo  truzo  consigo  desde  la  cib- 
uito.  Mandóle  enterrar  en  la  yglessial 
los  los  capitanes  y  soldados  a  su  entierro 
ndo  el  cuerpo   diUunto,    y  su   alférez 

Herrera  lleuaua  la  vandera  media  en- 
ligo baxa  cassi  por  el  suelo,  y  el  atam- 
nplado  y  encima  del  vn  pedazo  de  parto 

hazia  el  son  muy  triste  y  ronco.  Hallóse 

de  Carauajal  presente  a  todas  sus  hon- 
equias  que  turaron  nueue  dias  con  cier- 
que  le  mando  dezir  a  dos  frayles,  el  vno 
o  y  el  otro  dominico,  y  a  su  capellán 
rquez,  que  no  uvo  mas  en  el  pueblo,  con 
rendas  que  mando  poner  siempre  en  su 

Todo  lo  qual  dexaremos  en  su  mala 
iremos  agora  vn  poco  de  las  cosas  que 
on  en  la  cibdad  de  Quito,  en  donde  qui- 
atar  a  Pedro  de  Fuelles,  theniente  de 
'it;arro,  y  de  las  crueldades  que  hizo  en 
a  della  quitando  las  vidas  y  honrras  de 
seruidores  de  Su  Magestad,  como  agora 


r^ 


CAPITULO  XLIV 

DE  COMO  QUISIERON  MATAR  EN  QUITO  AL  CAPITÁN 
PEDRO  DE  FUELLES,  Y  NO  UVO  EFFECTO,  Y  DE  LAS  MU- 
CHAS Y  GRANDES  CRUELDADES  QUE  HIZO  EN  LOS  LEA- 
LES SERUIDORES  DE  SU  M AGESTA D  QUITÁNDOLES  LAS 
VIDAS,  MAS  NO  LAS  HONRRAS    Y    FAMAS 


En  este  medio  tiempo  que  en  las  Charcas  suce- 
dían las  cosas  arriba  dichas  se  amotinaron  acá  en 
la  cibdad  de  Quito  ciertos  soldados  que  auian  ser- 
uido  al  Visorrey  Blasco  Nuftez  Vela,  para  matar  a 
Pedro  de  Puelles  que  era  entonces  theniente  y  ca- 
pitán general  de  Gon9alo  Pigarro  en  toda  aquella 
prouincia  y  territorio.  Assi  como  supo  de  la  conju- 
ración y  trama  que  se  vrdia  contra  su  persona  y 
vida  mando  luego  prender  a  todos  aquellos  que  lo 
auian  vrdido  y  tramado,  a  los  quales  hizo  a  los 
vnos  ahorcar,  y  a  los  otros  dar  garrote  y  h.izellos 
quartos  y  mandallos  sembrar  por  los  caminos  Rea- 
les. Y  por  esta  occassion  que  le  dieron  estos  leales 
seruidores  de  Su  Magestad  mando  con  diabólica 
furia  y  crueldad  a  todas  las  justicias  y  juezes  que 
auia  en  toda  la  prouincia  de  Quito  >  en  todos  los 
lugares  de  su  jurisdicion  que  diessen  sus  manda- 
mientos a  sus  alguaziles  y  ministros  para  que 


380 


**vm 


ndiessen  y  ahorcassen  a  todos  quantos  seruj- 
es  del  Visorrey  hallassen  en  sus  districtos  y 
tidos.  Y  para  que  con  mayor  diligencia  se  hi- 
tse  esla  inhumanidad  y  mas  que  crueldad  em- 
porjuezde  comission  y  executor  de  todo  ello  . 
apilan  Diego  de  Ouando,  hijo  natural,  según 
eron,  de  Diego  de  Ouando,  Gouernador  que  fue 
a  Isla  Espartóla  de  Sancto  Domingo,  que  siem- 
lo  traya  consigo  en  su  compaflia,  y  presos  al- 
IOS  dellos  en  diuersas  partes  fueron  ahorcados 
cchos  quurtos.  Después  de  passadas  estas  cosas 
ndo  ahorcar  a  los  capitanes  Matheo  Ramírez  el 
an,  y  a  Boniffacio,  sequaces  que  auian  sido  rau- 
'  tiempo  de  Gonzalo  Pii;arro,  porque  tuuo  sos- 
ha  dellos  que  lo  querian  matar  y  porque  dixe- 
I  algunas  palabras  feas  contra  el  gran  tirano  y 
itra  el.  Otrosi,  mando  ahorcar  en  estos  días  al 
Iré  de  aquella  muger  con  la  qual  (1)  Gonzalo 
arro  auia  tenido  deshonesta  coouersacion,  que 
■  no  ser  sentido  y  por  amor  della  auia  hecho 
;  Vicencio  Pablo  matasse  al  marido  della.  Por- 
:  auiendo  parido  aquella  muger  vna  hija  de  Pi- 
ro y  auiendola  muerto  el  agüelo,  como  atrás 
?da  dicho,  y  por  ciertas  palabras  que  dixo  con- 
el  gran  tirano,  porque  no  le  dauan  ya  lo  que 
iolian  dar,  le  quito  la  vida.  Assimismo,  de  ay  a 
;os  dias  mando  dar  garrote  a  vna  muger  llama- 
fulana  Cermeña,  que  auia  sido  muger  del  dicho 
theo  Ramírez,  con  quien  tuuo  después  de  la 
erte  de  su  marido  deshonesta  y  publica  ci 


381 

sacion  y  amistad,  porque  hablo  y  dixo algún; 
sas  feas  contra  el  tirano  y  contra  el;  officio 
ranos  que  tienen  miedo  aun  de  las  mugeres  1 
y  que  poco  pueden-  Todas  estas  muertes  y 
crüeld:ides  y  sinjusticias  que  hizo  este  grai 
ladrón  dizen  que  fue  por  consejo  y  parescer  i 
capitanes  Diego  de  Ouaado  y  de  Rodrigo  de 
zar  el  corcobado  y  de  Juan  de  Vrbina,  Maest 
campo  que  fue  del  Visorrey  Blasco  Nuñez 
diziendole.  Que  si  quería  biuir  en  paz  y  en  qu 
y  con  animo  sossegado  y  sin  sospecha  que 
hiziesse  alguna  traycion,  que  ante  todas  eos 
conuenia  hazer  matar  y  desterrar  y  hechar 
de  toda  la  tierra  a  todos  aquellos  que  auian  í 
do  y  seguido  al  Visorrey  quando  vino  de  Pop; 
y  el  lo  hizo  assi  como  queda  dicho.  Este  Ro' 
de  Salazar  se  allego  luego  al  principio  al  Visi 
quando  vino  d'Espafla  a  la  tierra,  signifAcaí 
los  muchos  y  grandes  seruicios  que  auia  he' 
Su  Magestad  en  toda  la  tierra,  y  por  esto  f 
primero  [a]  que  dio  vn  repartimiento  de  yndi 
la  prouincia  de  Quito,  donde  siempre  auia  resi 
Assimismo,  este  hombre  fue  el  primero  que 
huyo  desde  la  cibdad  de  Lima  y  se  fue  a  Goi 
PÍ9arro  la  primera  vez  queabaxo  a  esta  ci 
con  mano  armada,  como  arriba  queda  reffe 
¡oyngratitud  y  traycion  muy  mala  y  pernit 
como  destruyes  a  muchosl  Por  estos  homic 
y  grandes  tiranías  y  crueldades  que  hazian  ] 
cisco  de  Carauajal  y  Pedro  de  Fuelles  y  los 
ministros  del  gran  tirano  no  uvo  ninguno 
fuesse  tan  atreuido  y  ossado  de  yntentar  c 


algunos  escándalos 
contra  Gonzalo  Pi(; 
s  y  arñcionados.  Sin 
temor  de  morir  ahc 
engaron  de  biuir  ei 
lo  cada  vno  de  co 
)s  hombres  que  p 
3r  y  no  con   volur 

poco  esta  breue  | 

En  esta  sazón  y  ci 
t;aron  todos  en  esta 
nt-rcaderes,  a  tratar 
as  haziendas  que  tei 
:s,  villas  y  lugares  3 
is,  que  todos  camina 
ener  ningún  rezelo  c 
en.  Muchos  soldado 
Jos  hechos  vagart 
itaron  a  vssar  sus  o 
;  la  maldita  guerra  1 
ar  mucho  mojor  en 
.■ra  dieron  principio 
o  mas  nescesario  y 
;ra  que  los  vezinos 
■s  y  habitantes  eran  i 
Jad,  si  justicia  buena  se  puede  dezir  la  que  los 
os  hazcn  teniendo  las  repúblicas  oprimidas, 
izadas  y  vexadas.  Y  como  dizen,  en  este 
po  todos  dormían  a  suefto  suelto  y  seguros  en 
asas  y  grangerias,  sin  oyr  ya  las  trompetas  y 
ibores,  y  assi  se  hizíeron  otras  muchas  y  di- 
is  cosas  que  fueron  en  pro  y  vtilidad  de  todos, 


tlig'ídád  de  las  dezir  y  coi 
lar  fastidio  al  oyente  las  di 
.  vezinos  y  moradores  de 
r  gfiandes,  comentaron  de  < 
ilesquier  prouissiones,  mai 
jue  Gonzalo  Piparro  despaí 
es  y  lugares,  qual  de  mü 
Lssimismo  los  recaudos  y  n 
mbiauan  y  se  despachauan 
5S  y  capitanes  y  otras  justii 
rnos  se  obedesoían  con  ai 
lor,  porque  no  les  calía  h; 
que  luego  los  ahorcaran  y 
ídores  con  perdimiento  de 

De  manera  que  en  todos 
de  xpianos  no  se  pretendía  i 
uicio  de  Goncalo  Piparro, 
auan  Gouernador  por  ma 
iles  de  dia  en  día  los  atray; 
er  faborescido  dellos  en  t 
;ster.  Especialmente  a  muc 
les  hombres  que  sospecha» 
m  mal  con  el,  con  dadiua 
1  con  temores  y  rezelos  quí 

su  amistad  y  seruicio,  que 
í  cosa  porque  entonces  no 
iparasse  ni  deffendiesse.  i 
tiedio  tiempo  otra  cosa  sino 
llena,  el  Gouerttador  mi  sel 

y  obedescido  en  todos  los  i 
auia  en  la  tierra  }■  fuera  d( 
rme  y  en  la  mar  del  Norte, 


384 

~a  cosa  en  contrario,  porque  estaua 
pujante.  Esto  causaualo  y  todos  lo 
■  assi,  aunque  contra  su  voUnUd, 
n  ya  tan  castigados,  amedrentados 
lentados  de  las  cosas  passadas  que 
do  y  entendido,  como  lo  hemos  dicho 
nte  en  esta  nuestra  obra.  De  manera 
abras  y  cosas  semejantes  a  ellas  co- 
os  de  biuir  pacificamente  mientras 
reue  paz,  hasta  que  se  soltó  de  veras 
lio,  que  para  los  tristes  que  poco  po- 
uy  mal,  y  con  la  venida  del  presi- 
e  la  Gasea  les  fue  a  otros  muy  bien 
a  amercendeados  y  remunerados 
i  contra  las  cosas  de  Su  Magestad, 
1,  como  en  el  quinto  libro  diremos 
amenté. 


CAPITULO   XLV 

DE  COMO  FRANCISCO  DE  CARAUAJAL  Y  PEDÍ 
1.LES  ESCRIDIEHON  MUCHAS  CARTAS  A  GON^ 
RRO  YNCITANDOLE  Y  PBOUOCANDOLE  A  Ql 
MAS8E  Y  NOMBRASSE  POR  REY  UE  TODAS  Li 
cías  y  rey  NOS  DEL  PERII 


Andaua  ya  en  este  tiempo  muy  publi 
rio  en  todos  los  reynos  y  prouincias  de 
como  et  presidente  Pedro  de  la  Gasea  e 
de  España  y  que  estaua  en  Tierra  Firmí 
bre  de  Dios  con  vna  pujantissima  flota 
en  que  venían  en  ellos  muchos  hijosdal: 
nos  soldados  de  Ytalia  y  que  trayan  muc 
offenssiuas  y  deffenssiuas,  Y  que  todos  v 
formes  para  yr  contra  Gonzalo  Pifarro 
todos  sus  sequaces  y  ministros  que  segu 
sa  y  peruersa  opinión,  y  que  el  gene 
Alonso  de  Hinojosa  lo  auiaescripto  larg 
gran  tirano.  Todas  estas  cosas  y  otras  n 
uan  a  entender  a  Gon<;alo  Piíarro,  por  1 
cebio  gran  passion  y  enojo  yquissiera  q 
las  no  se  tratara  de  cosa  alguna  dellas, 
de  sus  soldados,  porque  no  concibiess 
ánimos  alguna  cosa  que  le  pudiesse  p 

G.  ni  8a»t*  Cl«i.*.-IV.-3.' 


386 

as  las  escriuia  a  Francisco  de 
desde  alia  de  las  Charcas,  en 
lisasse  y  embiasse  a  dezir  su 
aodria  hazer  en  el  casso,  que 
:ho  y  vtilidad  para  ellos  y  para 
untariamente  le  seguían.  Y  pa- 
s  andauan  los  mensajeros  muy 
stas  de  los  yndios  bolauan  de 
na  parte  a  otra,  y  assi  andauan 
:as,  que  ay  desde  la  cibdad  de 
irescnte  Se  hallaua  Gonzalo  Pi- 
la Plata,  mas  de  doscientas  y 
n  tiradas,  por  derecho  camino. 
lajal,  como  hombre  que  procu- 
ar  mientras  las  guerras  y  di- 
,,  holgauasse  que  uviesse  mu- 
tierra  para  tener  mas  que  ro- 
;on  soberuia  y  vana  presump- 
es  capitanes  del  gran  tirano, 
grande  su  hinchazón  y  altiuez- 
ia  muchas  vezes  a  Gongalo  Pi- 
de las  que  le  embiaua,  acense- 
ic  vistas  sus  letras,  sin  aguar- 
;;mpo  seyntitulasse  y  nombra- 
ncias  y  reynos  del  Perú  si  que- 
!o  que  entre  manos  tenia  y  en 
te  auia  de  hazer.  Y  que  todo 
pues  le  conuenia  mucho  para 
>na  y  para  la  seguridad  de  su 
)nasse  por  rey  en  la  yglessia 
de  Lima,  y  que  el  Reuerendi- 
"r.ty  Gerónimo  de  Loaysa  le  co- 


387 

roñaría  aunque  no  quisiesse,  quanti  mas  que  el  lo 
haría  muy  de  buena  gana  siendo  de  vna  patria  y 
con  dadiuas  que  se  le  hizíesse.  Y  que  hecho  esto 
embiasse  luego  a  personas  de  mucha  calidad  y  es- 
tado a  la  cibdad  de  Roma  para  que  Su  Sanctidad 
del  Summo  Pontífice  le  confirmasse  el  reyno,  em- 
bíandole  de  presente  lo  que  tenia  recogido  y  guar- 
dado de  los  Reales  quintos  de  Su  Magestad,  y  que 
luego  el  Papa  le  embiaria  la  ynuestidu^a  del  rey- 
no  a  pesar  de  los  reyes  de  Borgofla  y  de  Flandes. 
Y  porque  todos  los  capitanes,  caualleros,  vezinos, 
soldados,  moradores,  estantes  y  habitantes  que 
auia  en  toda  la  tierra  le  siguiessen  con  amor  y  con 
lealtad  y  buena  voluntad,  que  a  todos  los  princi- 
pales les  hiziesse  grandes  y  muy  señaladas  merce- 
des, y  que  para  esto  diesse  a  los  vnos  títulos  de 
Condes,  Duques,  Marqueses,  Adelantados,  Gouer- 
nadores,  Almirantes  y  Capitanes.  Y  que  a  otros 
hiziesse  mercedes,  assi  en  dineros,  pues  tenia  har- 
tos, como  en  los  repartimientos  que  Su  Magestad 
tenía  en  la  tierra  puestos  en  su  Real  cabega,  que 
todos  le  siruirían  de  muy  entera  y  buena  voluntad, 
y  haziendoles  estas  mercedes  no  auria  después 
ninguno  que  no  le  siguiesse  poniendo  por  el  la 
persona  y  la  vida  y  el  estado  que  tuuiesse,  quanti 
masque  ya  temían  que  perder.  Y  que  ellos,  meti- 
da prenda,  procurarían  de  amparar  y  deffender 
sus  estados  y  tomarían  las  armas  contra  qualquíer 
persona  que  viniesse  contra  ellos  a  quitárselos,  y 
assi  ninguno  le  dexaria,  antes  moríria  por  el,  por- 
que dirían  que  siruian  a  su  rey  y  señor  natural,  y 
esto  lo  vería  después  por  esperíencia  de  como  le 


388 

bien  en  mejor  con  el  reynado.  También  le 
a  dfzir  que  no  curaste  de  embiar  a  Espafia 
is.ijcros  y  procuradores  que  quería  embíar 
apestad,  scu;un  que  se  lo  auia  escripto  !os 
ras,  mas  que  procurase  de  tener  muchos 
is,  muías,  armas  offenssiuas  y  deffenssiuas 
uiTsas  maneras,  con  muchos  tiros  gruesos 
i^uzcs.  Assimismo  mandasse  hazer  muchas 

picas,  mocha,  mucha  poluora,  y  hazer 
ir  muchas  cotas  y  otras  cosas  muy  conue- 

y  necesarias  para  la  guerra,  porque  el 
aua  que  la  auia  de  auer  muy  presto  y  muy 
;,  según  que  por  espiriencia  lo  entendía.  Y 
las  estas  cosas  eran  los  mejores  procurado- 
"a  la  tierra,  que  no  los  que  el  pretendía  em- 
que  por  otra  parte  comenfasse  luego  de 
r  muchos  caualleros  y  buenos  soldados,  por- 
lia  bien  entendido  y  aun  creydo  que  serian 
tcr  antes  de  mucho  tiempo.  V  que  si  por 
a  Pedro  Alonso  de  Hinojosa  se  concertaua 
ua  al  licenciado  Pedro  de  la  Gasea,  como 
ho  Hinojosa  se  lo  auia  escripto,  que  se 
ia  la  gente;  donde  no  auiendo  buen  con- 
que bien  se  estaua  hecha  Estas  cosas  con 
nuchas  escriuio  Francisco  de  Carauajal  a  su 
ongalo  Pi^arro,  porque  siempre  tuuoenten- 
iie  el  General  Pedro  Alonso  de  Hinojosa  lo 
;  hazer  muy  mal  con  ellos  y  que  se  entrega- 
primer  hombre  que  de  España  viniesse  em- 
ie  Su  Magestad  con  sus  reales  poderes.  Y  ■ 
to  fue  siempre  de  parescer  y  opinión  que  a 
Alonso  de  Hinojosa  no  se  le  diesse  la  flota, 


3tW 

sino  a  Hernando  Bachicao,  que  era  hom 
denodado  y  bastantissimo  para  tenella 
fuera  oira  mayor,  como  atrás  queda  i 
Pues  ¿que  diremos  de  Pedro  de  Puelles? 
cruel  ministro  como  lo  era  Francisco  de 
jal,  sino  que  también  escriuio  por  su  partí 
locaras  y  desatinos  con  muchas  desuergí 
Gonzalo  Picarro,  por  los  mismos  thenon 
sonantes,  embiandole  a  dezir  mucliiis  pul 
candalosas  y  traydoras  en  esta  manera.  <; 
se  coronase  por  rey  de  toda  la  tierra  t 
pues  lo  era  de  derecho  humano  y  aui 
porque  el  y  sus  hermanos,  con  ayuda 
auian  (1)  conquistado  la  tierra  sin  qvie  le 
ciesseel  rey,  ganándola  del  poder  de  le 
que  eran  enemigos  de  nuestra  sancta  lee  i 
y  cultores  de  los  demonios-  V  que  estos  y 
conoscian  a  Dios,  ni  al  Papa,  ni  al  rey  de 
para  que  le  deuiessen  vasallaje,  sino  que  i 
hombre  que  los  conquistasse  a  su  costa 
con  justo  titulo  y  derecho  se  podía  yntitu 
marse  rey  de  toda  la  tierra  por  el  conqi 
ganada.  Assí  le  cmbío  a  dezir  por  otra  i 
le  escriuio,  que  mirasse  muy  bien  la  muct 
que  le  auia  costado,  y  de  las  muertes  de 
manos  y  parientes  que  conquistando  esi; 
fueron  muertos  a  manos  de  los  yndios  yd 
enemijíos  de  nuestra  sanct;i  fec  caiholica. 
consiguiente  que  auian  gastado  mucha 
de  pesos  de  oro  y  de  plata  y  todos  los  bi 


(I) 


390 

I,  sin  que  para  ello  uviesse  dadoSu  Mages- 
gun  socorro  ni  ayuda  para  la  prosecución 
conquista  de  la  tierra.  Y  agora  que  Su  Ma- 
1  vía  que  estaua  la  tierra  conquistada  y  gn- 
aunque  no  del  todo  pacifica,  por  amor  de  los 
nadores  que  el  rey  embiaua  que  la  ynquie- 
y  dt'sasso^segauan,  les  pedia  sus  derechos 
es  quintos,  no  deuiendoselos,  y  que  por  es- 
■ais  y  otras  tales  ligitimas  se  podía  y  deuia 
lar  y  llamarse  rey.  Y  que  pues  lo  auia  de  ser 
)mo  assi  al  cabo  y  a  la  postre,  que  luego  se 
se  y  aplic.isse  para  si  todos  los  tributos  y  ren- 
e  los  yndios  dauan  y  los  repartimientos  que 
gestad  tenia  en  estas  prouincías.  Y  también 
tomassc  y  aprehendiesse  para  si  losdere- 
ue  se  dauan  al  comendador  mayor  Francis- 
os  Cobos,  que  sin  merescer  los  lleuaua,  pues 
a  dado  ni  daua  el  recaudo  que  era  menester 

1  bcneííicio  y  fundición  dül  croque  los  mi- 
saca  uan  en  la  tierra,  como  era  obligado  a 

2  manera  que  estas  cosas  y  otras  muchas 
ncias  escriuio  en  diuersas  vezes.  Estos  dos 
:s  baladrones,  ciegos  y  desueniurados,  y 
;omo  ellos  mal  yntencionados,  no  sabían  ni 
noticia,  y  si  lo  sabían  no  querían  mirar,  en  - 
ie  la  Bulla  que  Su  Sanctidad  del  Papa  Ale- 

)  Sexto  concedió  a  los  muy  catholicos  y 
ssimos  reyes  de  Castilla,  de  León,  de  Ara- 
>on  Fernando  y  Doña  Ysabel,  de  gloriosa 
■¡a,  para  ellos  y  para  sus  herederos  y  susce- 
para  la  conucrsion  de  los  yndios  a  nuestra 
fee  catholica.  Ni  menos  quissieron  mirar  ni 


391 

tener  atención  a  las  maldiciones  que  el 
Summo  Pontífice  hechaua  y  hecho  en  nom 
los  bienauenturados  Sant  Pedro  y  Sant 
contra  todos  aquellos  que  presumiessen  qi 
vsurpar  las  tierras  que  les  daua  y  concedía 
mas  largamente  se  contiene  en  la  dicha  Bu 
adelante  se  contiene.  Mas  en  fin,  al  fin  Gon9 
(arro,  a  según  después  dixeron  las  gentes,  < 
holgaua  verdaderamente  mucho  con  estas  i 
jerias,  porque  por  ellas  entendía  el  gran  a 
fidelidad  que  estos  brnboneles  capitanes  le  1 
mas  con  todo  esto  no  se  atreuio  por  enton» 
marse  rey  de  la  tierra,  hasta  en  tanto  que  u\ 
ñn  los  tumultos  y  desassossiegos  que  auia  ( 
senté  y  que  auia  de  auer  adelante  con  la 
del  presidente  Pedro  de  la  Gasea,  que  le  er 
estoruo  para  su  negocio,  y  hasta  hechallo  d 
la  tierra,  como  el  dezia;  mas  en  fin,  vno  pit 
vayo  y  otro  el  que  lo  ensilla.  Assímísmo,  no . 
daua  a  otra  cosa  sino  que  todos  sus  sequi 
aHicionados  se  ajuntassen  y  viníessen  a  ta 
de  Lima,  para  rescebir  la  corona  que  preti 
los  desuergon^ados  dalle;  mas  atajáronle  s 
ssos  y  matos  pensamientos,  como  adelante  i 
en  esta  obra.  Otros  muchos  de  suscapitane: 
ledores  que  le  eran  muy  af  hcionados  y  que  le 
seruido  en  todas  las  jornadas  que  auia  hecho 
su  primera  rebelión,  como  pretendían  su 
ynteres  mas  que  del  bien  publico,  estos  le  > 
tunaron  y  le  yncitaron  que  tomasse  la  coroi 
y  que  tomada  le  yria  cada  dia  de  bien  en 
Dixeron  muchos  que  estauu  hecha  la  corot 


392 

ia  de  coronar,  y  que  era  toda  de  oro  fino 
as  piedras  de  esmeraldas  fixadas  en  ella 
tan  grandes  como  auellanas,  y  otras  ma- 
e  la  hermoseauan  mucho.  Y  que  el  plate- 
hizo  fue  muy  en  secreto  y  que  se  lo  pa- 
ly  bien  y  que  después  se  fue  a  España 
,  y  que  este  mismo  platero  lo  publico,  y 
iue  estaua  hecha  la  vieron  muchos  y  que 
íl  tiempo  quando  le  vencieron  se  hallo  en 
I  que  tenia  en  Lima. 


CAPITULO  XLVI 

DE  COMO  CIERTOS  RKLIGIOSOS  V  CAUALLF 
DES  SBRUmORES  DE  SU  HAGESTAO,  AFFE> 
MENTE  A  GONCALO  PII^ARRO  PORQUE  SE  Q 
BRAR  POR  REY  DE  LAS  PROUINCIAS  Y  E 
PERÚ,  y  DE  OTRAS  MUCHAS  COSAS  QUE 
ENTRE  ELLOS 


Después  de  passadas  todas  las  cosas ; 
tenidas  se  mostraron  luego  de  centrar 
algunos  religiosos  y  caualleros  muy  lea 
los  quales  estauan  al  presente  en  la  cil 
raa,  que  eran  muy  grandes  seruidores 
gestad  y  todos  eran  hombres  valeroso 
rra  y  no  nada  interesados,  ni  cudicioso; 
mal  yntencionados-  Como  vino  a  notici 
que  Gonzalo  Piíarro  pretendía  liazer  ai 
coronación,  y  los  consejos  que  le  dat 
ynteresados,  les  peso  muy  mucho  por  e 
casso  que  se  platicaua,  por  lo  qual  se  I 
con  grande  ossadia  y  mayor  atreuimiei 
menearon  de  affear  en  gran  manera  tot 
contenido,  poniéndole  por  delante  mili 
muchos  de  lealtad  y  ñdelidad  que  en  c 
tos  caualleros  españoles  auian  tenido  a 


394 

t' i>ran(ies  señores  y  auian  hecbo  en  seruicio 
s.  Quiínto  a  lo  primero  le  pussieron  por  de- 
la  fidelidad  y  seruicio  que  deuia  tener  a  su 
y  seftor  natural,  y  que  mirasse  mucho  por  lo 
ieuia  a  su  honrra  y  a  su  conciencia,  pues  era 
lo  y  temeroso  de  Dios  y  muy  deuoio  de  Nues- 
Cilora.  Vlen,  que  lo  que  no  queria  para  si  no 
lisiesse  (1)  para  Su  Magestad,  que  era  el 
r  próximo  que  aula  en  el  mundo,  porque  el 
legaua  la  deuida  reuerencia  y  acatamiento  a 
ey  la  ne)>:aua  a  Dios  nuestro  seflor.  Y  que 
tal  no  deuia  de  llamarse  hombre  entre  los 
ires  buenos,  sino  bruto  animal  y  monstruo, 
se  apartaua  del  Viisallaje  que  deuia  a  su  Rey 
or,  y  que  como  miembro  apartado  de  la  re- 
Ca  le  auian  todos  de  desamparar  y  auian  de 
■  poco  casso  de!.  Yten,  que  mirasse  muy  bien 
I  atención  no  degenerasse  su  prosapia  y  des- 
;ncia  de  donde  venia,  que  era  de  aquel  vale- 
y  nombrado  capitán  Goni;alo  Piíarro,  su  pa- 
lue  tantos  y  tan  grandes  ser uicios  aula  hecho 
Rey,  como  fiel  cauallero  hijodalgo,  en  Ytalia 
otras  pnrtes  debaxo  de  la  vandera  del  gran 
an  Gonzalo  Hernández  de  Cordoua.  Yten,  los 
osos  y  caualleros  que  entendían  mejor  estas 
le  dezian,  por  apartalle  de  la  mala  carrera 
eguia  y  adelante  licuar  queria  con  el  nom- 
ieniodel  reynado,  que  mirasse  muy  bien  y 
amenté  lo  que  hazia,  porque  después  se  arre- 
ria  de  veras  andando  el  tiempo  y  estaria  mal 


395 

n  el  estado  le  ponían.  \ 
aunque  se  coronasse  p< 
ebido  por  tal,  que  con  t 
i  empresa  hasta  el  cabe 
5,  medios  y  fines  auia  mu 
des  y  muy  peligrosas  y  bi 
n  su  total  destruye  ion  si 
pornia  la  tierra  en  much: 
on  de  perderse  toda  ella 
idades  que  se  podrían  leí 
a  habitauan,  y  los  que  i 
emanda  podrían  morir  ci 
a  y  abiltamiento  a  manof 
De  Su  Magestad  embiai 
:odo5  dezian  que  venían  < 
:  por  los  ojos  que  en  la  c 
)n  el  Rey  nuestro  señor,  i 
era  muy  fuerte  y  potent 
jnque  estaua  muy  lexos 
los  bracos  muy  largos  y 
i  que  como  leales  vasallo 
in  a  la  demanda  en  su  rt 
masse  exemplo  de  los  n 
i  señores  que  auian  arro; 
suelo  por  ser  tan  pessad 
grandes  peligros,  trabaj< 
iria  oydo  dezír  a  sus  ami 
mirasse  lo  que  algunos  h 
rey  Seleuco,  que  dezia 
os  hombrea  supiessen  qu 


396 

i  los  reyes,  dexadas  otras  cosas  apar- 
■  aiier  de  escriuir  y  leer  tantas  cartas 
iauan,  no  querrían  al^ar  la  corona  y 
a  reynar  aunque  la  viessen  en  el  suelo 
pies.  Vten.  que  mirasse  en  los  princi- 
:s  señores  que  auia  en  toda  la  Europa 
i,  assi  el  Gran  Turco  como  el  rey  de 
i  otros  muchos  potentados  y  señoríos 
toda  Vialía,  los  quales  lodos  tcmbla- 
ac  lodos  estos  y  los  demás  que  auia  en 
nos  y  señoríos  querían  en  todo  y  por 
mentó  y  seruille  y  tener  su  amistad  y 
tYoderarsc  con  el  para  biuir  paciSca- 
rivnoa  y  seftorios  con  sosiego  y  quie- 
jnto  sabio  y  prudente  tuuiesse  aten- 
■liinte  y  del  ^rau  poder  que  Su  Mages- 
Icanijaua  un  todas  partes,  y  conside- 
:as  cosas  baslaua  para  no  hazer  cosa 
E  sonassc  a  deslealtad.  Yten,  que  mi- 
li poco  poder  que  el  Rey  luuiesse  en  la 
rían  destruvr  y  matar  a  el  y  a  todos 
illassen  con  el,  con  gran  deshonrra  y 
de  los  que  le  seguían.  Y  que  si  algu- 
■n  biuos  de  los  suyos,  con  el  perdón 
2sse  del  que  truxesse  las  vezes  del 
siempre  con  notable  ynfamia  y  en  son 
y  con  gran  verguenía,  y  ninguno  se 
eco;^ellos  en  su  casa  ni  dalles  de  co- 
i  andarían  por  la  tierra  hechos  mal- 
,  desnudos  y  descali^os,  maldiciendo 
s;ran  desdicha  por  ser  tan  mal  ator- 
auer  seguido  tanto  tiempo  su  partido 


397 

y  opinión.  Y  que  por  tamo  ie  era  mejoi 
se  desisliesse  y  apartasse  de!  cargo 
tenía  tan  trabaxoso  y  lan  pessado,  y 
uiesse  al  de  La  Gasea  y  a  los  Oydor 
nian  con  el  que  se  viniessen  y  toma: 
üierno  de  la  tierra,  (yj  aunque  Su  Mag 
ziesse  merced  del,  no  lo  tomasse.  Por 
biuiria  con  grandes  trabaxos,  cuydf 
dumbres  y  mohínas,  con  muchas  soi 
mo  el  mismo  ya  lo  sabría  por  esperíent 
biuiria  vna  vida  alegre,  descansada,  qu 
ca  y  sossegada,  y  comería  su  pan  co 
descanso.  Y  que  por  reuerencia  de 
Nuestra  Señora  su  abogada  le  suplic 
aftectuosamente  podían  que  por  el  pi 
no  le  pasasse  de  acometer  vn  hierro  i 
como  todos  dezian  y  se  publícaua  que 
zer,  porque  de  hecho  no  se  podría  laua 
ta  agua  auia  en  la  mar.  Allende  todo  e 
sse  fee  ni  oredito  a  las  cartas  que  los  do 
Francisco  de  Carauajal  y  Pedro  de  Pi 
criuian,  ni  menos  admitíesse  ni  tomassf 
ios  del  licenciado  Diego  Vasquez  de  Ce 
los  otros  sus  capitanes,  porque  sí  bien 
raua  hallaria  que  todos  estos  {mas]  pn 
propio  ynteres  que  del  bien  de  las  re|: 
que  mientras  turassen  los  bullicios  e 
querrían  ellos  de  su  propio  motiuo  ma 
otro  alguno,  y  a  esta  causa  amanan  ma 
ta  guerra  que  la  paz  y  concordia  con  I 
equidad.  Porque  con  la  vana  presumpt 
pretensión  y  grande  ambición  que  tod( 


398 

nen,  querrían  y  quieren  tener  mando  y  señorío  en 
la  tierra  juntamente  con  el  como  compañeros  su« 
yos  en  la  administración  del  gouierno,  para  que 
sean  estimados  y  tenidos  en  mucho  mas  que  los 
otros.  Desta  manera  le  dixeron  otras  muchas  y 
diuersas  cosas  con  grande  ossadia  y  atreuimiento, 
las  quales  si  el  las  tomara  le  fueran  muy  proue- 
chosas  y  conuenientes  a  su  persona  y  vida  y  aun  a 
su  conciencia,  para  que  pudiera  perpetuar  su  fama 
y  honrra  con  gran  reputación.  Y  que  podría  gozar 
con  bien  y  dichosamente  sus  haziendas  y  bienes 
que  tenia  en  la  tierra,  y  que  entonces  sus  amigos 
le  siruirian  muy  de  buena  voluntad;  donde  no,  que 
se  perdería  remotamente  con  todos  sus  afficiona- 
dos  y  sus  aliados.  Pues  con  estos  temores  y  gran- 
des rezelos  que  le  pussieron  por  delante  y  por  los 
buenos  consejos  y  auisos  que  le  dieron  los  verda- 
deros amigos  y  amigos  de  la  paz  y  los  seruidores 
de  Su  Majiestad,  como  le  vieron  contumaz  no  le 
hablaron  más  en  ello,  aunque  Pigarro  quíssiera 
mas  que  los  relio  iosos  y  caualleros  que  adelante 
nombraremos  fueran  de  su  parte  y  que  como  va- 
lerosos le  dieran  fabor  y  ayuda  y  no  le  contraria- 
ran en  cosa  alguna.  Mas  el,  oyendo  estas  cosas 
con  otras  muchas,  le  pesaua  en  gran  manera;  aun- 
que quíssiera  castigallos  no  pudiera  por  entonces, 
porque  los  caualleros  eran  muy  valerosos  en  la 
tierra  y  los  religiosos  eran  en  fin  sacerdotes  y  mi- 
nistros de  Dios.  También  lo  dexo  de  hazer  por  la 
muy  fresca  nueua  que  de  cada  día  se  sonaua  de  la 
venida  del  Presidente,  en  quien  tenían  esperanza 
después  de  Dios  que  serían  libres  de  tanta  vexa- 


399 

cíon  y  tiranía  de  que  estauan  ostigados  lo: 
tauan  afligidos  y  agrauiados  con  ella.  Ma: 
do  esto  el  estaua  aguardando  de  dia  en  d 
nida  de  Francisco  de  Carauajal,  de  las  Ch 
de  Pedro  de  Fuelles  de  la  cibdad  de  Qu 
por  ellos  y  el  licenciado  Diego  Vasquez  t 
da  auian  de  dar  la  traza  y  la  horden  de  i 
auia  de  hazer  para  acometer  Piíjarro  esta 
uergon^ada  locura  y  sandez;  los  capitam 
y  liuianos  que  le  dauan  fabor  y  ayuda, 
supieron  to  que  los  leales  caualleros  1 
dicho  y  aconsejado,  les  (I)  peso  grandeme 
lo  quaA  se  fueron  a  el  y  le  tomaron  ai 
que  lleuasse  mas  adelante  a  deuida  execi 
yntento  y  negocio,  que  para  el  era  muv 
aunque  a  la  verdad  era  en  si  muy  malo  y  f 
so  para  el  y  aun  para  todos  los  que  seguía 
sa  opinión,  y  para  esto  le  dieron  mucha 
que  sin  escuchar  a  hombres  de  tan  poco  i 
juycio  lo  hiziessií  con  tiempo,  antes  que  o 
de  mala  fortuna  le  suscediesse.  Quando  ■ 
ñas  partes  se  ponía  el  nombre  de  Gonzalo 
en  zífra,  oen  otra  manera,  ponían  encin 
nombre  una  Real  corona,  como  en  el  mi 
contiene;  no  se  sabe  si  se  ponía  por  su  ms 
de  otro  alguno,  o  que  lo  querían  poner  si 
dores  y  afficionados  por  dalle  contento  E 
ra  que  quiere  dezir  este  nombre  zifrado, 
Piparro,  rey  coronado,  aunque  los  suyos  ] 
rar  esta  letra  lo  glosauan  de  otra  manerE 


400 

oimientos,  dizieodo  que  Gon^lo  Pi- 
lObre  su  cabeya  las  cosas  de  Su  Ma- 
su  leal  vasallo,  y  assi  dezian  otras 
los  leales  les  páreselo  esto  muy  mal, 
ados  y  sequaces  lo  abonaron  quanto 
ta  que  se  quitasse  la  mascara  para 
:suergueni;a  y  ambición,  de  manera 
dezir  al  propossito:  ^uot  capUa  fot 
),  el  vnusquisque  abundat  in  sito 
lo  esto  aparte  pondremos  en  el  capi- 
;  la  concession  y  merced  que  el  Papa 
?xto  dio  a  los  muy  catholicos  y  xpia- 
;s  de  Castilla,  de  León,  de  Aragón, 
lo  y  Dofla  Ysabel,  de  gloriosa  memo- 
tierras  firmes,  yslas  del  mar  Occeano 
y  por  descubrir;  porque  ningún  tlra- 
Etngero  pretenda  vgnorancia  se  pone 
do. 


CAPITULO  XLVII 

EN  DONDE  SE  CONTIENE  EL  TRASLADO 
BULLA  Y  COXCESSION  QUE  DIO  EL  PA 
SESTO  A  LOS  MUY  CATHOLICOS  V  \PLA 
DE  CASTILLA,  DE  LFO.\,  DE  ARAGÓN,  S 
SSION  DE  LAS  VSLAS  V  TIERRAS  [■IS 
OCCRANO  (!) 


In  nomine  Domini  amen.  Noverir 
prtsens  publicum  iransumptum  in: 
nos,  Jacobus  Conchillos,  Dei  et  app 
gratia  episcopus  Cathaniensis,  habí 
etdiligenter  ínspeximus  infra  scrip 
licis  recordationis  Atexandri  Pap; 
vera  bulla  plúmbea,  cum  cordolis 
que  colorisi  more  romana;  curiic 
búllalas  sanas  siquidem  et  intes:ras 
suspitloiie  carentes,  hujusmodí  then 

Alexander  episcopus  servus  serví 
rissimo  in  Xpo  filio  Feídjnando  rcíi, 
in  Xpo  Elisa bet  regina;  CastellíB,  Le 
num,  Sícilisc  ct  GranatEe  illustribus. 


40*J 

postolicam  benedictionem.  ínter  celera  diumac  ma- 
jestati  brnc  placita  opjra  et  cordis  nostri  deside- 
rabilia,  illud  prefecto  potissimum  existit  ut  fides 
cutholica  et  xpiana  reli^ío,  nostris  presertim  tem- 
poribus  exaltetur  ac  ubilibet  amplietur  et  dilate- 
tur,  animarumque  salus  procuretur,  ac  barbarte 
nationes  depriinantur  et  ad  fídem  ipsam  reducan- 
tur.  Vnde  cimi  ad  haiic  sacram  Petri  sedem  díuina 
íavente  clementia,  meritis  Ucet  imparibus  cuocati 
fuerimus,  co<;nocentes  vos  tanquaní  veros  catho- 
licos  relies  et  principes,  quales  semper  nouímus, 
et  a  vobÍJ5  preciare  ^esta  toti  pene  jam  orbi  noti- 
ssima  dcmonstrant,  ncdum  id  exoptare  sed  omni 
conaiu  studio  et  dili<;entia,  nullis  laboribus,  nullis 
impensis,  nullisque  parcendum  periculis,  etiam 
proprium  san«4uinem  efíundendo  efficere,  omnem 
aniínum  vestrum  omnesque  conatus  ad  hoc  jam 
dudum  dedicasse,  quemadmodum  rccuperatío  rega- 
ñí GranatíC  a  tiranide  saracenorum,  hodiernis  tem- 
poribus  per  vos  cimi  tanta  diuini  nominis  gloria 
íacta  testatur,  di^nc  ducimur  non  immerito  et  de- 
bemus  illa  \  obis  etiam  sponte  et  íavoraliter  con- 
cederé, per  quíc  hujusmodi  sanctum  et  laudabile 
ac  immortali  Deo  acceptum  propositum  iu  dies  fer- 
ventiori  animo  ad  ipsius  Dei  honorem  et  imperii 
xpiani  propa.í;ationem  prosequi  valeatis.  Sane  ac- 
cepimus  quod  vos  qui  dudum  animo  proposueratis 
aliquas  Ínsulas  et  térras  firmas  remotas  et  incóg- 
nitas ac  per  alios  hactenus  non  repertas,  quaerere 
et  inueníre,  et  illarum  íncolas  et  habitatores  ad  co- 
lendum  Redemptorem  dominum  nostrum,  et  fidem 
catholicam  profitendum  rcduceretis,  hactenus  iu 


403 

cspugnaiione  ipsius  rcgni  Granatec  pli 
pati  hujusmodi  sanctuin  et  taudabilerr 
vcstrum  ad  optatum  tinem  perduce 
lis-  Sed  tándem  sicut  Domino  placui 
dicto  recupéralo,  volantes  dcbideriur 
vestrum  dilectum  Xpoforum  Colon,  i 
dignum  et  pluriimim  commendatum  a< 
lium  aptum,  cum  nauigiis  ct  hominib' 
instructiü,  non  sine  maximis  laboribu! 
ac  expensis  destinastis,  vt  ierras  lirm; 
remotas  et  incógnitas  hujusmodi,  pi 
hactenus  nauigatum  non  fuerat  dilige 
ret.  Qui  tándem,  diuino  auxilio  facta  < 
gcntia  in  mari  occeano  nauigantes,  c 
rcmotissimas  et  etiam  térras  firmas  q 
liactenus  repertEc  non  fuerant  inven* 
bus  quamplurima;  gentes  pacíñce  vi 
aseritur  nudi  incedentcs,  nec  carnibi 
inhabitant.  Et  ut  preffati  nuncii  vestr 
nari,  gentes  ipSEC  insulis  ec  terris  pred 
tes  credunt  unum  Deum  creatorem  in 
ad  fidem  catholicam  amplexandam  et 
bus  imbueodum,  satis  apti  videntur,  &\ 
tur  quod  si  erudirentur  nomen  Salua 
nostri  Jesujtpi,  in  terris  ct  insulis  pr 
induciretur;  ac  preffatus  Xpoforus  ( 
ex  principalíbus  insulis  predictis,  jam 
satis  munitam,  ín  qua  certos  Kpiano 
iuerant  in  custodiam,  et  ut  alias  insu 
ürmas  et  incógnitas  ioquirerent,  p 
trui  et  edifficari  fecit.  In  qutbus  qu 
et  terris  jam  repcrtis,  aurum,  arom 


404 

quamplurimaí  res  pretiosae  diuersí  g;eneris  et  di- 
uersiu  calitatis  reperiuntur.  Unde  ómnibus  dilí- 
jrenler  et  presertim  fidei  catholicse  exaltatione  et 
dilatione  prout  decet  reges  et  principes  conside- 
ratis,  more  progenitorum  vestrorum  claraememo- 
riic  rep^um,  tenas  fírmas  et  Ínsulas  predictas  illa- 
rumqiuí  íncolas  et  habitatores  nobis,  diuína  faven- 
te  dcnientia,  subjicere,  et  ad  ñdem  catholicam  re- 
ducere  proposuistis.  Xos  iíjitur  hujusmodi  vestrum 
sanctum  el  laudabile  proposilum  plurimum  in  Do- 
mino commcndantes,  ac  cupientes  vt  illudad  debi- 
tum  linem  perducatur  et  ipsum  nomen  Saluatoris 
nostri   in  partibus  illis  induoatur,  hortamur  vos 
quain  plurimum  in  Domino,  et  per  sacri  lauacri 
susceptionem  qua  mandatis  appostolicis  obligaii 
estis,  et  viscera  misericordie  domíni  nostri  Jesu 
Xpi  áltente  requirimus,  ut  cum  expeditionem  hu- 
jusmodi  omnino  prosequi  et  assumere  prona  men- 
te ortodoxa.*  íidei  zelo  intendatis,  populos  in  hujus- 
modi  insulis  et  terris  de.2:entes  ad  xpianam  relígio- 
nem  suscipiendam  inducere  velitis  et  debeatis,  nec 
pericula,  nec  labores  vilo  vnquam  tempore  vos 
dcterreant  firma  spe,  íiducia  conceptis,  quod  Deus 
omnipotens  conatus  vesirus  feliciter  prosequetur. 
Et  vt  tanti  ncootii  prouintiam  appostolicae  gra- 
tiíii  laroitate  donali  liberius  et  audatius  assumatis 
moiu  proprio,  non  ad  vcstram  vel  alterius  pro  vo- 
bis  super  hoc  nobis  oblata  petitionis  instanciam, 
sed  de  nostra  vera  liberalitate  et  ex  certa  sciencia 
ac  de  appostolicac  potestatis  plenitudine,  omnes 
Ínsulas  et  térras  firmas  inuentas  et  inueniendas, 
delectas  et  detegendas,  versus  occidentem  et  me- 


405 

ct  constituendo  ui 
et  seplentrione,  a 
meridiem,  sive  le 
nueniendae  sini  v< 
uamcumque  parte 
iularum  qua;  vulg 
;set  Cabo  Verde,  i 
et  meridiem.  Itaqu 
cpertK  et  repcriei 
ft'ata  linea,  versu: 
lium  rcgem  aut  pr 
tualiter  posessiC  v 
lostri  JesüXpipra 
innus  prcsens  1593 
et]  capitanees  ve¡ 
I  insularum,  autor 
beato  Peiro  concí 
)  fungimur  in  terr 
is,  ciuitatibus,  ca: 
;t  jurisdictionibus 
i,  heredibusque  et 
Legionis,  in  perpe 
uí>,  conccdimus  i 
:s  ac  subcessores 
m  plena  libera  ' 
.te  et  jurisdiction 
sputamus.  Decen 
3d¡  donationcm,  c 
stram,  nulli  \pian 
i  Ínsulas  et  térras 
dictum  diem  natii 
US  qiifesilum  subí 


40j 

it  .ludt^rri  deberé.  El  insuper  mandítmus 
virtiut'  sancta;  obediemiíc,  ut  sicut  polli- 
l  nuil  dubit.imus  pro  vestra  máxima  devo- 
i'i'gia  magnanimiíate  vos  esse  facturos.  ad 
rmas  et  Ínsulas  predicUis,  viros  probos  et 
mentes,  doctos,  peritos  et  expertos,  ad  ins- 
tn  Íncolas  et  habitatores  prarfatos  in  tidc 
i  et  bonis  moribus  imbuendum  destinare 
,  omnem  debitam  dili^ontiam  in  prEemissis 
Les.  Ac  quibuscumque  personis  cujuscum- 
latis,  etiam  imperjalis  et  irgalis  statutus. 
ordinis  velconditionis,  subexcomunioatio- 
sententiíi:  pena,  qunm  eo  ipso  si  contra  fe- 
currnnt.distvictiusinhibemusnead  ínsulas 
;  lirmns  inventas  et  inueniendas,  detectas 
endas  versus  occidentemet  merídiem,  fa- 
1  et  consiruendo  lineam  a  polo  Árctico  ad 
iniarcticum,  sive  teriíe  firma;  et  insulíc in- 
:  inueniendií;  sint  versus  Indiam  aut  versus 
i.-iniciimque  partem,  qu.x  linea  dístet  a  qua- 
;nlariim  qua:  vulgariter  nuncupantur  de 
res  et  Cabo  \ei-de,  centum  leucis  versus 
tem  et  meridiem,  vt  pricfertur  pro  mer- 
ibendis,  vel  quavis  alia  de  causa  accede- 
mam  absque  vestra  ac  heredum  et  subce- 
vesirorum  predictorum  licentia  spccíalí. 
tantibiis  constitutíoníbus  et  ordinationibus 
licis  ceterisque  contrariis  quibuscumque, 
1  quo  imperta  et  dominationes  ac  bona 
irocedunt  conffidentes  quod  dirigente  Do- 
tos  vestros,  si  hujusmodi  sanctum  et  lau- 
iropositum  prosequamini,  breui  tempore 


407 

cum  facilitatc  ot  gloria  totius  populi  .\pii 
labores  ct  conatus  exitum  t'elicissimuí 
quenlur.  Vcrmn  quia  diíficile  foret  prseseí 
ras  ad  singula  quicque  loca  in  quibus  e 
fuerit  deííerri,  volumus  ac  motu  et  sciei 
libuB  dccernimus  quod  illarum  transsumi 
publici  notaríi  inde  rogati  sub^criptis  et  s 
cujus  personíe  in  ecclesiastica  dignitate  ci 
seu  cnriie  ecclesiasiica'  munitis,  ea  proi 
injudicio,  et  extra,  ac  alias  ubilibet  ad 
iil  presentibus  adhiberetur  si  essent  ex\ 
QSt«nsie.  NuUi  ergo  omnino  hominum  lii 
paginam  nostrx  oomendationis  infringe: 
ausu  temerario  contraire;  si  quís  autem  i 
tare  presumpserit,  indignationem  omi 
Dei,  beatorum  Petri  et  Pauli  appostoloru 
nouerit  incursuium.  Datis  Roma:  apud 
Petrum,  anno  incarnaiiunis  Domini  14* 
nonas  maiJ,  pontificatus  nostrí  anno  priir 

Clausula  iiel  testamento  de  la  muy  ca 
xpianissiitia  reyna  Doña   Ysabel,  de 


Por  quanto  al  tiempo  que  nos  fueron 
das  por  l.t  Sancta  Sede  appostolica  las  y: 
rras  firmes  del  mar  Occeano  descubicri 
descubrir,  nuestro  principal  yntento  fue  . 
que  lo  suplicamos  a)  papa  Alejandro  ! 
buena  memoria,  que  nos  hizo  )a  dicha  co 
de  procurar  de  ynduzir  y  atraer  los  pueh 
y  los  conueriir  a  nuestra  sancta  lee  ca 
cmbiar  a  las  dichas  yslas  y  tierra  firme 


40  ■( 

3s  y  cielitos  con  otras  pcrionai  docUs  y 
.as  de  Dios  nucsiro  señor,  para  ynstruyr  a 
nos  y  moradores  dellas  a  la  sancta  fee  ca- 
y  los  docirinar  y  cnsefSar  buenas  coslum- 
poiicr  en  ello  la  diligenciu  deuida.  según 
L;am».-nte  se  contiene  en  las  letras  de  la  di- 
iccssion,  suplico  al  rey  Don  Fernando,  mi 
muy  allcctuosamcnte,  y  encargo  y  mando 
iccsa  Doña  Juana,  mi  muy  cara  y  amada 
>I  principe  Don  Phelippc,  su  marido,  que 
lafían  y  cumplan  como  en  ella  se  contiene. 
stc  sea  su  principal  y  final  ynlento  y  que 
en  ello  muclia  diligencia  y  cuydado  y  no 
ntan  ni  don  lu}¡:ar  a  que  los  yndios  vezinos 
iores  de  las  dichas  Yndias  y  tierra  firme, 
y  por  yanar,  reciban  algunos  daños  y  ma 
ímicnios  en  sus  personas  y  bienes.  Yten 
que  sean  bien  tratados  y  justamente  rega^ 
si  al,L;un  agrauio  han  rescebido  lo  remC' 
irouean,  por  manera  que  no  se  e.\ceda  en 
;inia  lo  que  por  las  letras  appostolicas  de 
,  conccssion  nos  fue  ynyungido  y  mandado. 
es  lo  que  se  contiene  en  esta  Bulla  apposto- 
r  la  qual  los  nial  yntcncionados  verán  clara 
amenté  que  los  reyes  de  Castilla,  de  León, 
agón  y  sus  herederos  y  suscessores  tienen 
en  juridicamente  las  yslas  y  tierra  firme  de 
lias  del  mar  Occeano.  descubiertas  y  por 
ir,  y  el  que  prelendiere  vssurparselas  sera 
y  descomulgado  y  al  cabo  le  pornan  la  ca- 
ius  pies,  como  lo  hizieron  a  los  peruleros, 
:  vera  por  esta  obra  adelante. 


relata:»  otras  much 
n'calo  picarro  hizo  el 

ILOGAClO^eS  DK  LO  QU 
S  PARTES  POR  LOS  SEQU 
IS  DE  LOS  TIRANOS 


i;arro  muy  contenió  y 
Jma,  que  como  se  vía 
osoluto  de  todas  las  tíe 
isa  se  temía  ni  rezelat 
ludable  y  aduersa  fon 
1  de  ser  contraria  en  a 
lo  de  sus  capitanes  qi 
pre.  A  esta  causa  mam 
tiestas  y  regocijos,  ha; 
ay  por  aquí  muy  buet 
con  mili  ynuencioncs ; 
azia  por  contentar  y\ 
;migos  porque  se  le  al 
a  parte  hazia  grandes  ■ 
Jos  los  hombres  mas  | 
erra,  en  donde  se  gast 
leros,  y  todo  por  van; 
los  muchos  presentes 


410 

embiaua  a  las  muj^cres  de  los  cibdadanos,  que  eran 
de  ^ran  valor.  Assimismo,  porque  sus  émulos  y 
aniií>os  V  los  soldados  le  luuiessen  verdadero 
amor  y  buena  voluntad»  y  porque  todos,  chicos  y 
{grandes,  le  siruiessen  con  fidelidad,  comen(;o  de 
haztlks  algunas  mercedes,  aunque  no  grandes,  y 
a  otros  airaya  con  lardos  prometimientos  y  of fer- 
ias que  cada  dia  les  prometía,  aunque  vanamente, 
y  assi  biuian  algunos  con  esperanza  de  medrar. 
De  manera  que  en  todo  y  por  todo  y  por  muchas 
vias  y  modos  traya  este  tirano  a  muchos  engaña- 
dos y  abobados  con  sus  falsos  prometimientos, 
procurando  hazerse  bien  quisto,  y  todo  esto  hazia 
por  los  consejos  que  le  dauan  el  licenciado  Diego 
Vasquez  de  Cepeda  y  Francisco  de  Carauajal  y 
Pedro  de  Fuciles,  como  arriba  queda  dicho.  Con 
todas  estas  cosas  y  otras  muchas  no  se  le  oluidaua 
tener  mucha  atención  y  cuydado  de  lo  que  noas  le 
conuenia,  aunque  tirano,  mandando  otra  vez  de 
nueuo,  so  «raues  y  grauissimas  penas  de  muerte  y 
perdimiento  de  bienes,  que  ninguno  fuesse  ossado 
salir  sin  su  licencia,  ni  de  sus  thenientes,  fuera  de 
los  re\'nos  y  prouincias  del  Perú  para  yrse  a  la 
Nueua  España  ó  «I  Tierra  Firme  ó  á  otra  qualquie- 
ra  parte,  y  assi  mando  detener  los  nauios  que  es- 
tañan en  el  puerto  y  les  hizo  quitar  las  velas  y  en- 
tenas y  las  mando  guardar  en  tierra,  por  soldados 
suyos,  a  su  costa.  Yten,  mando  con  publico  pregón 
que  ninguno  de  qualqaier  condiscion,  estado  y  ca- 
lidad que  fuesse,  no  sacasse  oro,  ni  plata,  fuera  de 
la  tierra,  so  pena  de  muerte  y  perdimiento  de  bie- 
nes. Yten,  mando  que  todos  los  demás  nauios  que 


^ 


411 

andauan  sobre  aguas  de  la  mar  del  Sur,  que  nin- 
guno dellos  anduuiesse  sin  saluoconduto  suyo  o 
de  sus  thenientes,  so  pena  de  muerte  y  perdimien- 
to del  nauio  de  cuyo  era.  Desta  manera  mando  ha- 
zer  otras  cosas  que  le  eran  muy  necesarias  y  con- 
uenientes,  que  passando  por  las  manos  de  todos 
sus  thenientes  y  capitanes  que  residían  en  diuersas 
partes  y  en  los  puertos  de  la  marina,  sabia  por  en- 
tero todo  quanto  passaua  en  la  mar  y  en  la  tierra. 
Como  6S  dezir  en  el  Nombre  de  Dios,  en  Panamá, 
Nicaragua,  León,  Guatimala,  Gracias  a  Dios,  Car- 
tagena, Santa  Martha  y  en  México  y  en  otras  par- 
tes, en  donde  tenia  puestas  sus  espías  secretas  que 
le  auissauan  de  todo  lo  que  passaua  y  lo  que  contra 
el  se  hazia  o  dezia.  También  se  publico  en  la  cib- 
dad  de  Lima  entre  muchos  hombres  y  sus  affício- 
nados  que  hecharon  fama  que  algunos  Grandes  de 
España  auian  escripto  a  Gonzalo  Pi^arro,  en  que 
le  alabauan  y  engrandescian  mucho  lo  que  auia 
hecho  en  la  tierra  y  en  lo  que  se  auia  puesto  contra 
Su  Magestad.  Assi  dixeron  otras  muchas  y  diuer- 
sas cosas  haziendolas  creer  a  niuchos  de  los  ému- 
los de  Gonzalo  Pi<;arro  porque  le  siruiessen  de 
buena  voluntad,  siendo  todas  ellas  falsas  y  men- 
tirosas, y  como  dizen,  disparates  de  Juan  del  En- 
zina  (1).  Francisco  de  Meló,  portugués,  vezino  y 
regidor  de  la  cibdad  del  Cuzco,  por  estar  en  gra- 
cia de  Gon<;alo  Pi<;arro,  por  le  auer  deseruido  en 
el  alejamiento  de  la  cibdad  quando  Don  Martin 
de  Guzman  escriuio  desde  el  pueblo  de  Chocuy- 


())    Ms.  Euzíhas. 


412 

icnieutc  Alonso  de  Toro 
i'auajal,  mando  pintar  cr 
la  nueua  que  hizo,  muchf 
y  verdaderas  que  dauan 
■adores.  En  medio  destas 
la  Fortuna,  con  los  ojos  a 
er  a  los  hombres  que  cstai 
bre  de  la  prosperidad  que 
:  fácilmente  podían  ser  de 
I  cían  de  muy  baxos  estad 
subir  a  ella.  V  la  mism 
en  par  de  vna  rueda  mu 
que  daua  velozmente  mu( 
;1  muerte  traya  a  la  redoni 
la,  y  debaxo  della  estauan 
js,  descabet;ados  y  ensan 
lies  estauan  el  Adelantad 
;ro,  el  viejo  y  el  moi;o,  y 
SCO  Pivarro,  et  Visorrey  B 
ermano  Juan  Velasqiiez 
Juan  Aluarez,  con  otros  n 
n  valia  que  fueron  seruid( 
on  en  esta  tierra  en  su  se 
dichos  hombres  murieron 
itros  que  uvo  en  estos  i 
seruidores  de  Su  Ma^^estai 
i  otra  parte  de  los  tiranos  ] 
preualecieron  por  cosas  a 
lo  Dios  es  el  sabidor  de  to 
■  los  muertos  traya  vna  let 
cepto  el  licenciado  Xpoual 
iendo  sido  en  la  tierra  vn 


413 

iagestad  se  Tue  a  I 
del  endiablado  tira 
lal,  como  atrás  qui 
ro  encima  de  la  n 
galanamente  y  a 
;ro  en  vn  furioso 

como  que  amen: 
e  delante  de  si  ten 
lia  vn  letrero  que 
ue  dezin:  Estad  ali 
ido  todo  esto  apa 
ito,  digo  que  todo 
flv  parciales  al  vai 

secreta  y  publicaí 
10.  la  gouernacion 
ra  para  el  y  par; 
:ian  al  Gnin  Turct 
ir  y  ¡I  posscclla. 
iii;adamente  que  ; 
Rey  de  Francia, 
andes  mercedes  y 
■n  sus  trabaxos  y 
¡islilla  no  miraua  • 
íseriiicios,  antes  1< 
;on  tantos  peligro! 
y  vidas.  Otros  di; 
i  entrañas,  que  si  i 
ente  a  Hernando  F 
nia  en  la  Mota  di 
nbrarian  por  Rey  i 


414 

iioja^c,  porque  assi  lo 
10  los  Grandes  de  Espafi 
I  ynfanic  Don  Pelayo  j 
rra.  Ebtos  locos  y  desati 
lo  que  hazia  el  cura  d 
a  Don  Antoflo  de  Guei 
io,  en  sus  Epístolas  ft 
[Kii  pusso  reyes  y  quite 
non  las  Comunidades  ei 
c  y  vno.  Mas  dcziaii  este 
os;(M  se  podían  hazer  s 
ia  [y]  rcpanir  entre  si  i 
)  conquistado,  ganado; 

■  dolairas  y  tltntilcs  qu 
lo  de  Dios,  ni  del  Papa 

que  comían  carne  hum 
elii;io;>os  y  caualleros  q 
i  de  Su  Ma-jcstad  contr 

la  otra  vez,  todas  estas 
raron  mas  ossados  y  ati 
jres  y  contra  Gonvaio  I 
ites.  El  rcucrendissimo 
>aysa,  obispo  de  Lima, ; 
le  Sant  Martin,  los  qual 
estaron  en  los  pulpitos 

ynsolencias  y  nialdade 
leter,  diziendo  que  era 
limientos  y  desuerguent; 

■  contra  Dios  y  contra  í 
ros  fueron  el  licenciada 
¡al,  Francisco  de  Ampí 

mo(;o  y  el  viejo,  Don 


415 

Martin  Piíairo,  Juan  González  de  León,  ^ 
de  Talavera  y  Montenegro,  con  otros  al 
principales  y  valerosos  en  la  tierra.  Los  qua 
dos,  no  temiendo  las  terribles  ondas  de  las  a 
i;as  de  muerte  que  Gonzalo  Pii;arro  y  sus  sec 
capitanes  les  haziiin,  ossaron  hablar  y  dezir 
hazia  al  casso  acerca  del  seruicio  de  Su  Mag 
y  que  parescian  muy  mal  platícallas  o  sola 
pensallas,  quanti  mas  ponellas  por  la  obra, 
cenciado  Benito  Juárez  de  Carauajal,  quan 
taua  con  los  leales  platicaua  muy  de  ve 
que  mas  hazia  al  casso  para  sus  honrras  y 
y  quando  estaua  con  los  rebeldes  concedía 
guna  parte  con  ellos  en  lo  que  dezian,  por 
que  tenia  de  Gonzalo  PÍ?arro  y  de  Francíscc 
Carauajal  el  cruel,  no  le  mandassen  matar, 
lo  auian  querido  hazer  la  otra  vez.  De  mane 
por  estas  cosas  y  otras  tales  estuuieron  esf 
religiosos  a  canto  muy  peligroso  y  los  leales 
lleros  estuuieron  muchas  veces  en  grandtssii 
ligro  de  perder  las  vidas,  porque  fueron  di 
muy  perseguidos,  por  lo  qual  determinaron 
llar  entonces.  Principalmente  los  dos  relij 
que  como  se  vieron  solos  no  se  atreuieron  di 
a  predicar  cosa  alguna  contra  el  tirano  crue 
era  yncitar  y  mouer  secretamente  a  los  seru 
de  Su  Magestad  que  se  acordassen  del  se 
lealtad  y  de  la  ñdelidad  que  le  deuian.  En 
términos  estañan  las  cosas  quando  les  vino  I 
ua  de  como  se  auia  entregado  la  armada  de 

(I)    rKbtio:  Pinrrg. 


41o 

S^alo  l*isarro  al  presídeme  Pedro  de  la  Gasea,  co- 
mo adelante  diremos,  que  emonces  se  soltó  muy 
de  veras  el  demonio  y  se  hizieron  otras  cosas 
peores  que  las  antedichas,  como  se  vera  en  esta 
obra.  Porque  se  comento  despees  entre  los  leales, 
con  razón,  y  entre  los  rebeldes,  sin  ella,  a  leuan- 
tarse  y  mouerse  muy  g:randes  odios  y  enemista- 
dos, debates  y  renzillas,  pundonores  (1)  y  rencores, 
yras  y  enojos,  bullicios  y  alteraciones,  vandos  y 
parcialidades,  yntereses  y  embidias,  y  al  cabo  con- 
tiendas y  peleas.  Sobre  todas  estas  cosas  suscedie- 
ron  muchas  muertes  de  leales,  de  tiranos  y  de  los 
naturales,  con  muchos  daños  y  robos,  y  assi  otras 
cosas  semejantes  a  estas  con  diuersas  opiniones 
brauas  \-  terribles  que  a  los  mas  fuertes  hazian 
temblar  y  temer,  que  no  se  atreuian  hablar  ni  ha- 
zer  cosa  buena  en  seruicio  de  Su  Majestad.  Y  el 
que  hazia  ali^una  maldad  o  cometía  algún  delicto 
atroz  o  al«iuna  traycion,  este  tal  ena  tenido  y  repu- 
tado en  mucho,  y  los  tiranos  en  lugar  de  lo  casti- 
gar le  dauan  fabor  y  aj'uda  porque  dezian  que  ya 
auia  metido  prenda  y  que  agora  no  se  dexaria 
engañar  de  los  leales,  y  assi  lo  querian  mucho. 
Desto  procedía  que  los  flacos  y  menores,  con  el 
poco  animo  y  posibilidad  que  tenían,  seguían  con- 
tra su  voluntad  a  los  tiranos  v  zizañadores  de  las 
repúblicas  que  andauan  ciegos  y  dístraydos  y 
fuera  de  toda  razón.  ¿Que  diremos  deste  tan  ynfe- 
lice  tiempo  y  de  tan  calamitosa  hedad,  sino  que  los 
tristes  que  poco  podían  eran  vexados,  maltrata- 


( I )     M  «.  puudotures. 


f 


^ 


417 

y  amenaza 
>  y  momen 
os  OJOS?  De 
tas  ynsoleí 
muy  grand 
salían  de  1 
edades  y  a  !■ 
er  tanta  d 
stauan  tod 
nidas  y  ma 
ual  ningún 
iino  era  ve 
tonces  entr 
nugeres.  C 
s  crueldad 
lleguemos 
trar  otra  \ 
e  del  linaj 
ires  d  estas 
rocedieron 
s  que  hicie 


428 

y  adúlteros,  ladrones,  vagamundos,  y  las  penas 
que  las  justicias  y  sus  mandones  les  auian  de  dar 
conforme  a  sus  delictos.  Mando  por  ley  que  todos 
los  yndios  de  cada  prouincia  anduuíessen  seña- 
lados y  por  la  señal  que  truxessen  fuessen  co- 
noscidos,  de  manera  que  si  parescían  en  la  pre- 
sencia del  Yn8:a,  por  la  señal  que  el  yndio  traya 
sauia  de  que  prouincia  era,  y  por  otra  señal  de 
que  venia  señalado  en  la  ropa ,  por  aquella  en- 
tendía de  que  millenario  era  y  de  que  centuria, 
que  cierto  fue  cosa  notable.  Vnos  trayan  aros  de 
palo  como  de  ceda(;os,  en  las  caberas,  muy  enca- 
jados: otros,  vnas  hondas  rebueltas  por  las  cabe- 
ras; otros  andauan  tresquilados,  y  assi  auia  otras 
muchas  señales  con  diuersidades  de  colores,  por 
las  quales  eran  conoscidos.  La  majestad  y  gran- 
deza destos  Yno  as  (1)  fue  muy  grande,  porque  nin- 
guno de  sus  vasallos,  de  qualquier  calidad,  condis- 
cion  y  estado  que  fuesse,  podia  entrar  donde  el 
estuuiesse  sino  descaigo.  Y  assi  todos  los  grandes 
señores  y  principales  yndios  andauan  en  su  pre- 
sencia muy  humilldes  y  auasallados  y  ninguno  de- 
llos  se  assentaua  delante  del,  porque  no  podia  te- 
ner silla  dentro  de  palacio  si  no  le  era  concedido 
por  especial  priuilegio  y  señalada  merced.  Hazien- 
do  todo  esto  con  otras  muchas  y  diuersas  cosas 
salió  después  de  su  tierra  y  fuesse  a  las  agenas,  las 
quales  gano  con  valeroso  animo  y  gran  esfuerzo, 
y  estando  en  el  campo  salió  contra  el  el  gran  cu- 
raca del  Cuzco  y  entre  ellos  se  dio  vna  braua  y 


(i)     Ms.  yndios m 


médicos  entrauan  en 
fng^  caya  en  li 
nto  hasta  que 
dauasse  en  es 
a  salud  del  re 
¡a  si  estaua  m 
■a  ya  muerto, 
en  este  ministe 
res  del  Ynga  n 
'  espacio  de  v 
nga  quan  vali 
ineador  se  aui 
iui:i  hecho,  tu 
o  del  Sol,  pot 
,-ezes  a  sus  cap 
i  descubierto  r 
leza,  y  que  lo 
as  tierras  por 

señor  que  los 
ra  que  como 
el  Ynga  lo  te 
y  amarrando] 
:as  y  cuerdas  < 

agua  o  lagur 
iradcfljpalaci' 
de  oro  y  plata. 
ho  mes,  los  ca 
)ian  el  secreto 
ron  a  los  medi 


4J4 

buicassen  en  sus  tierras,  pues  los 
icblos.  todo  lo  qual  se  hizo  como  lo 
i  en  pocos  días  le  dieron  grao  summa 
en  lexuclos  y  en  tinajas,  encatHaros, 
e^  y  otras  vasijas  de  diuersas  mane- 
lal  lúe  de  oro  fino  y  pocas  de  plata, 
nundo  guardar  por  mostrar  •"  •"" 
y  mayt'^lad.  Mando  assimis: 
os  descendientes  de  los  primí 
que  salieron  déla  ysladel 
e  al  presente  andauan  con  f 

que  después  anduuiessen  < 
,  se  llamasse[n|  d^  ay  adela 
Jezir  cesarianos^  También  r 
lie  lodos  anduuiessen  tresqu 
fi  las  puntas  baxeras  de  las 
n  conoscidos  y  porque  en  las 

mas  que  los  otros  que  no  « 
Jcslos  auia  muchos  en  su  e 
■a  y  muchos  priuilegios  y  lij: 
ombro  Yngas,  y  los  armo  < 

^ozassen  de  muchas  franq 

como  adelante  diremos,  i 
lo  se  armauan  caualleros  y 
o  CAemptos.  Yten,  les  mando 
li  se  cargassen,  ni  tributass 
ue  como  caualleros  francos 
,an  solamente  en  la  guerra, ; 
tr  le  matauan  cruelmente  yli 
le  quieie  dezir  diablo.  En  t< 
onquisto  pusso  en  ellos  mucl: 

y  sus  luyaresthenientes  y  g 


do  hijo  del  primer  Ynga  qucreynasse  despuesdel; 
la  se<^unda  nombro  Appomayta,  de  la  qual  consti- 
tuyo por  capitán  al  hijo  segundo  del  segundo  Yn- 
^a.  Y  por  esta  borden  mando  que  en  el  tercero, 
quarto  y  quinto  barrio  suscediessen  en  la  admi- 
nistración los  segundos  hijos  del  tercero,  quarto 
y  quinto  Yni;a,  aunque  después  no  crescio  este 
ymperio  por  la  entrada  que  hizieron  los  españoles 
en  la  tierra.  Assimismo  este  Ynga  pussoel  pueblo, 
que  estauíl  conlfuso  y  sin  borden,  a  ciertos  offi- 
cios,  distribuyendo  las  gentes  en  ciertos  lugares  y 
bordenes  que  fuessen  como  coffradias  y  compa 
ñias  de  tales  officios,  que  quando  fuesse  menester 
se  coníireiiasse  también  por  borden  en  lugares  se- 
ñalados; de  manera  que  fue  hecha  esta  distribu- 
ción conlorme  a  las  artes  y  officios  que  sabían. 
Hordeno  que  otros  fuessen  plateros  de  oro  y  de 
plata  y  de  otros  officios  mecánicos,  }'  otros  que 
íucssen  maestros  de  officios  de  olleros  y  de  otros 
üflicios  de  diuersas  maneras  que  eran  necesarios 
tn  el  pueblo  para  la  substentacion  de  la  vida  de 
los  hombres.  A  los  soldados  yndios  puso  en  tales 
lugares  y  tribus  para  que  estuuiessen  prestos  y 
puestos  a  punto  para  quando  fuessen  llamados, 
con  las  ynsii;nias  y  las  armas  con  lasquales  auian 
de  pelear,  que  eran  offenssiuas  3^  deffenssiuas,  que 
eran  rodelas,  armas  de  algodón,  hondas,  langas  y 
maí^'as  con  cachiporras  con  otras  vissarmas.  Dizen 
los  yndios  mas  viejos  y  antigos  que  esta  hordena* 
cion  y  repartimiento  y  diutsion  hizo  Pachacoti  Ca- 
pac  Ynga  Yupangue,  aunque  otros  dan  el  loor  al 
Topa^Ynga  Yupangue  de  quien  vamos  tratando; 


,an  sobei 
e  diremo 
uviesse  i 
>s  yndioi 
Dassaua  i 
ido  cdifü 
les,  que 
li rucios  f 
se  hizier 
I  Cuzco,  1 
uan  hasti 
lia  en  el 
adradas, 
Uro  y  po 
has  hoja: 
•tras  piei 
sa  marai 
les  estau 
ajjes  y  as 
do  poner 
lermosas 
inn  salla 
;i  preñad 
auan  al  S 
gio  que  a 
as  monj^ 
nde  jama 
onían  otr 
ja  de  al 
ca, que  ' 
monjas  ( 
1  en  algt 


440 

«jran  prouincia  de  Quito,  que  lo  licuaron  en  hom- 
bros en  vnas  andas  muy  ricas,  el  qual  llegado  alia 
con  mucha  g:entc  armada  «^^ano  por  su  persona 
aquel  royno,  que  era  entoiKres  muy  íjrande  y  rico, 
y  mato  en  el  campo  al  rey  en  vna  batalla  que  le 
dio  y  después  se  caso  con  la  reyna  viuda,  que  era 
mova  y  muy  hermosa,  y  uvo  en  ella  vn  hijo  llama- 
do Ata^ualpa,  que  quiere  dezir  gallo  fuerte.  Los 
otros  hijos  que  tuvo  en  Quito  de  sus  mancebas  se 
llamaron  Quillisca,  Chauqui,  Villaoma,  Poma  Ca- 
qui, Yllescas  y  Calícuchima.  Estuvo  en  Quito  desta 
hecha  mucho  tiempo  hasta  que  acabo  de  conquis- 
tar toüas  las  tierras  y  prouincias  de  Guancabih- 
ca,  Maricabarica,  Kuparupa,  CaN'an,  Pasto  y  los 
Cañares,  con  otras  que  son  agora  de  los  Ade- 
lantados Sebastian  de  Benalcagar  y  de  Pasqual 
de  Andai»oya,  con  mas  las  que  están  junto  a  la 
marina.  Dexo  todas  estas  tierras  que  conquisto 
por  acá  abaxo,  en  paz  y  en  quietud,  y  por  he- 
rencia a  su  hijo  Atag,ualpa,  y  le  dio  la  borla  y 
señal  de  los  reyes  desta  tierra ,  nombrándole 
por  Yn<^a  y  vniuersal  señor  de  todas  las  tierras 
y  prouincias  que  por  allí  auia  ganado.  Muerta 
la  reina  de  Quito,  el  Vnga  se  boluio  a  la  cib- 
dad  del  Cuzco,  cabera  de  su  ymperio,  con  gran 
triumpho  y  reputación,  y  los  principales  yndios  de 
su  corte  lo  llenaron  en  hombros  en  vna  litera  muy 
rica  de  oro  y  de  esmeraldas  muy  tinas  que  estañan 
encaxadas  en  el  oro  y  en  la  madera  de  las  andas. 
Quando  entro  en  la  cibdad  le  salió  a  rescebir  vna 
legua  de  alli  Guascar  Ynga,  su  hijo,  con  todos  los 
yngas,  curacas  y  principales  yndios,  porque  este 


CAPITULO  Ll 

IST\^  V  RELATAN  LAS  DtFFBB 
LO^  HBRMANOS  VKGA5  GVAl 
ÍEROS  SOBRE  LA  SUCeSSIOX  Y 
ye  QUITO,  HASTA  QUE  LLEGO  E 
ISCO  PICARRO  CON  LOS  SUYO; 
TAS  PROflNCIAS 


nucito  Guayna  Cappa  Ynga 
Jio  en  el  ymperio  su  hijo  G 
re  dezir  sofía  de  oro,  que  su 
?bse  I<j  auia  dado  la  ynsi}{n: 
a  aKado  por  rey  con  mucha 
o  siclc  artos  que  era  muerto 
iii,o  a  lenei- grandes  compel 
u  iicrmano  Atagualpa  Ynga 
bdad  de  Quito.  La  causa  y 
estos  debates  y  grandes  re 
luchos  recuentros,  fue  sobn 
d;id  de  aquellas  prouincias  c 
le  Atagualpa  como  propiet 
r  posseya  en  paz  y  con  quie 
]uc  el  reyno  de  Quito  y  tod< 
i  piouincias  que  se  contení; 
as  y  le  pertencscian  de  dere 


en  oíaaos  de 
y  principales 
la  cosa,  para 
eo  ansas  y 
iao  de  Quito. 
,er  una  braua 
n  las  razones 
s,  ai 

oseo 

el  Al 

9  COI 

y  tos 
i  vna 
de,  s 

idíos 
K)  Al 
>mel 
e  de 
srma 
luiai 
isy 
jyod 
le  hi. 
Teta 
;fue; 
y  no 
ttaiy 
•  dial 
o  y  ( 


digü 


loríi 
iqu. 
:n  es 
par. 
a  d( 

;i.P 

enai 


;arbo  y  diego 
lebioo,  hizier 
flissimas  v  riqi 
os  reynos  del 

3ue  les  dio  su  1 


auan  tres  vezín 
pobló  Pedro  A 
az  ricos  de  mo: 
o,  natural  de 
latural  de  Hor 
rigo  de  missa, 
Lthedral  de  aqu 
imosos  queriar 
>tas  partes  de 
cho-  Por  lo  qua 
brir  nueuas  tie 
US  haziendas, 
plifficar  nuestr 
>raer  en  ellas  c 
;ua  EspaAa  y  i 
idos  con  este  1 


nimos  cuiislanies,  tuuicron  creydo  que 
a  linea  cquinocial,  que  no  estalla  muy 
lama,  o  mas  alia,  auria  grandes  pobla- 
ndios  y  grandissimas  riquezas,  como 
I  oydo  dczir,  por  lo  qual  propussieron 
US  haziendas  para  yr  en  busca  dellas, 
r  y  prouar  estos  tres  compañeros  si  po- 
r  la  linca  equinocial  o  tórrida  zona,  que 
s  pliilosophos  dixeron  que  e 

podía  airaucssar  por  la  gi 
lazia  en  aquella  parte.  Para 
oiiacion  hicieron  todos  tres 

firme  hermandad,  metiendo 
íes  quir  tenían,  con  perdida  ( 
que  M'  ¡idquiriesse  o  se  gar 
n  de  l;i  jornada  que  entendiar 
ios,  por  mar  y  por  tierra.  Hei 
s  eapítutaeiones  y  otras  cosí 
s  tres  compafleros,  salió  Fr: 
mama  con  ciento  y  veinte  co 
ios  que  compraron,  aunque  < 
ccniia  de  Su  Magcstad,  y  i 

yncogniías  ni  sabidas,  lle¡ 
ilesM<auan  ver  y  descubrien 
inte  leguas  de  costa.  Querie 
err.i  pelearon  brauamente  c 
s  deffi-ndicron  la  entrada,  en 
inos  eompaAeros  y  Francist 
lo  de  vn  flechazo,  y  consid 
e  la  tierra,  entendió,  por  1( 

ser  rita  de  oro  y  de  plata 
irán  valor.   Mientras  Franc 


4-4 

J4,  iino  que  los  dexasscn  libremente  yr 
)iiisiessen.  Y  por  otra  parte  embio  licen- 
los  los  que  estauan  en  la  ysla  del  Gallo 

dcxassen  a  Pigarro  y  se  boluiessen  a  Pa- 
desia  suerte  se  tornaron  muchos  en  dos 

[dej  los  que  tenia  Diego  de  Almajíro  en 
para  yr  en  la  jornada  no  le  quedo  vdo  ni 

que  todos  se  le  fueron  aunque  estauan 

\'ienüo  Francisco  Pi^arro  la  mala  obra 
jucrnador  le  hazla,  y  de  como  se  le  >-uan 
dos,  determino  con  sr<tnde  animo,  an- 
se  le  luessen  todos,  que  aun  los  nauios 
lartidos,  [estarse]  con  treze  compañeros 
uldadus  que  le  auian  quedado,  los  quales 
iiuientt'S.  El  capitán  Pedro  de  Candía,  el 
lííirtiiolome  Ruyz  de  Almager,  su  piloto 
uan  de  Torres  y  Alonso  Brizeño,  natura- 
iixillo;  Xpoual  de  Peralta,  de  Baega;  Alon- 
uxillo,  Francisco  de  Cuellar,  natural  de 
y  Nicolás  de  Ribera;  con' los  quales  y  con 
s  cinco  se  quedaron,  que  no  se  quissíeron 
.  trczc  ])ombres,  como  animosos  soldados 
1  con  Francisco  Pi^arro  a  la  ysla  de  la 
,  donde  passaron  muchos  y  grandes  tra- 
:íeli;;ros  de  muerte,  peleando  a  la  contina 
i-ndios  y  comiendo  cangrejos  y  mariscos 
;  cosas  no  conosctdas  y  de  mal  nutrimen- 
í  fsta  ysla  salieron  y  se  fueron  a  la  punta 
arara,  auiendo  ya  passado  la  linea  equi- 
n  ^mn  trabaxo  y  fatiga,  y  con  -esto  llega- 
lerto  de  Motape.  en  donde  pelearon  con 
lis  de  yndios  y  a  todos  los  vencieron  con 


4:)> 

para  que  supiciscn  bien  los  secretos  de  la  tierra; 
mas  despucb  de  buelto  Francisco  Pi^arro  los  ma- 
taron y  se  los  comieron  gentilmente  assados  en 
barbacoa.  Buelto  Francisco  Pi<;arro  a  Panamá 
muy  contento  de  lo  que  auia  visto  y  oydo,  deter- 
mino do  yrsc  a  España  ante  Su  Magestad  para  pe- 
dirle esta  conduta,  que  auia  mas  de  tres  años  que 
andaua  en  cbios  trabaxos  y  descubrimientos,  5^ 
licitado  que  tue  a  Tierra  Firme  dio  parte  de  todo 
esto  a  sus  dos  compañeros.  Como  Diego  de  Alma- 
<;ro  y  Hernando  Luquc  supieron  esto  dieron  priesa 
a  Francisco  Pivarro  para  que  se  fuesse  a  España 
antes  que  otro  se  adelantasse,  el  qual  Ueuo  quatro 
mili  ducados  de  buen  oro,  sin  los  que  le  dieron  los 
dos  compaAeros,  que  fue  en  el  año  de  mili  y  qui- 
nientos y  \  cinte  y  nueue.  Llegado  Francisco  Pi<;a- 
rro  a  España  beso  las  manos  de  Su  Majestad  y  le 
dio  muy  lar^a  cuenta  del  descubrimiento  que  auia 
hecho  en  tierras  del  Perú,  yntimandole  mucho  los 
i»randcs  t raba. \ os  que  auia  passado  y  de  lo  mucho 
que  auia  gastado  en  la  prosecución  de  su  viage 
por  mar  y  por  la  tierra.  El  rey,  como  catholico  y 
xpianissimo  señor,  le  hizo  merced  de  la  gouerna- 
cion  de  la  Xueua  Castilla,  con  titulo  de  marques  de 
la  gran  prouincia  de  los  Atauillos  y  capitán  gene- 
ral y  jubticia  mayor  de  la  gran  prouincia  y  de  todas 
las  tierras  del  Perú.  A  la  buena  nueua  de  las  gran- 
des riquezas  que  auia  en  el  Perú  se  ajuntaron  con 
el  marques  Pivarro  muchos  caualleros  hijosdalgo, 
casi  todos  estremeños,  con  los  quales  y  con  quatro 
hermanos  que  tema,  llamados  Hernando,  Gonzalo 
y  Juan  Pivarro,  con  Francisco  Martin  de  Alcanta- 


a  batalla  de  l.is  Salinas 


por  la  freiUe  y  encima  de  las  narizes  y  turan 
■  qiiairo  meses  hasta  que  se  van  marchíUn 
sc  resueluen  o  se  caen,  y  quedan  los  que  las 
L-nido,  después,  con  buena  disposission,  sanos 
LÍOS,  sin  señal  ninguna  en  la  cara  por  do  sa 
1  las  hcrruyas,  y  al  tiempo  que  salen  dan 
Ussjmos  dolores  y  terribles  callenturas.  Dize- 

0  cite  ni;il  y  otros  que  en  este  paraje  ay  s<' 
n  por  estar  dchaxo  de  la  linea  equinocial,  o 
,  dclia,  donde  en  el  cielo  deue  de  auer  algu- 
onstelaciones  que  lot:ausan,  que  por  ventura 
n  allí  mas  fuerva  que  en  otras  partes.  A  Ja 

1  de  la  mucha  riqueza  que  auia  en  el  Perú  se 
aron  con  el  Marques  Pii;arro  los  capitanes- 
siian  de  Benalcacar  y  Juan  Fernandez  do 

que  vinieron  de  Nicaragua  de  la  Nueua  Es- 
ca  sendos  nauios  con  cient  espartóles  y  cin- 
lacauallosy  alj;unas  armas,  con  los  quales 
irques  Don  Francisco  Picaño  reforjo  su  cam- 
)el  pueblo  de  Couque  se  (uc  a  la  ynsula  de  la 
la.  la  quiíl  llamaron  los  españoles  la  ysla  de 
tiaüo,  y  ios  yiidios  sc  dieron  de  paz,  mas  des- 
el  caziqnc  y  sus  vasallos,  estando  los  núes- 
y:i  quietos,  se  conjuraron  contra  ellos  para  los 
r  vna  noche.  Sabido  esto  por  el  Marques  Pi- 
>  les  hizo  ^.'ucrra  muy  de  veras  a  fuego  y  a 
re,  en  donde  uvo  jjrandes  recuentros  y  bat,'!- 
:on  muerte  de  muchos  yndios  ysleftos,  y  les 
I  la  ysla  y  prendió  al  curaca  dellos  y  a  mu- 
yndios  principales.  Deste  curaca  supieron 
andeza  y  magestad  que  los  Yngas  del  Cuz- 
de  Quito  icnian,  y  de  la  mucha  riqueza  que 


noü  días  con  los  españoles  basta  que  se  fueron 
campos,  que  nunca  mas  parescieroH'  Hecbo 
el  Marques  se  partió  del  pueblo  a  16  de  Ma- 
:;  1532  años;  passo  adelante  por  ciertos  pne- 
que  vnos  se  tomaron  por  fuerta  de  armas,  y 
;  se  dieron  de  paz  porque  Ueuaua  gran  repu- 
n  d<j  valiente  y  animoso.  Caminando  mas  ade- 
llcj40  a  vn  pueblo  rhuy  grande  llamado  Po- 
lis, en  donde  atraxo  a  los  yndios  de  paz  y  al 
icimiento  de  DÍ05  y  al  vasallaje  de  Su  Mage.s- 
:omo  lo  auia  hecho  en  los  demás  pueblos  que 
quedauan.  Ds  aqui  se  fue  al  rio  de  la  Chira, 
nde  peleo  brauamente  con  los  yndios  natura- 
Ios  qii;iles  venció,  y  prendió  al  curaca  y  se- 
ie  aquella  prouincia  y  lo  traxo  a  el  y  a  sus  va- 
i  al  coiiObu ¡miento  de  Dios  y  el  seruicio  de  Su 
:stad.  \'icndo  la  buena  comodidad,  y  con  el 
iccr  de  fray  Vicente  de  Valuerde  y  de  los  offi- 
>  de  Su  Magesiad  y  de  sus  capitanes,  poWo 
'illa,  ribcr¿is  de  aquel  rio,  que  llamo  Sant 
el,  que  es  en  la  gran  prouincia  de  Tangara- 
repartió  los  pueblos  de  la  comarca  entre  los 
os  que  allí  qucdauan.'y  nombro  alcaldes  hor- 
ios  y  rej;idores  en  nombre  del  rey.  En  este 
o  supo  el  Marques  que  Atagualpa  Ynga  es- 
[!n  el  pueblo  de  Camama  leu  con  mucha  gente 
ierra  que  auia  ajuntado  de  poco  acá,  al  qual 
buscar  a  '^  de  Setiembre  del  dicho  aílo  con  se- 
y  dos  hombres  de  acaualloyconcientoydos 
;s;  los  tres  dellos  eran  escopeteros  y  los  de- 
vallesteros,  y  algunos  tiritlos.  Lleuaua  por 
pretes  y  lenguas  a  Phiüppillo ,  yndío  natural 


4h3 

de  la  yiisula  de  ta  Apuna,  y  a  Francisí 
de  Pohechos,  que  al  principio  del  df 
fueron  presos  en  el  pueblo  de  Mota 
después  a  España  el  Marques,  con  oti 
dieron  la  lenguacastellana  por  acá] 
manera  que  yendo  el  Marques  mas 
ssaron  por  vnos  desiertos  y  caminos 
sos,  en  donde  haze  Rrandi&sima  y  - 
calor,  que  paresce  que  abrassa  y  qu< 
por  aquí  nunca  se  a  visto  jamas  Uoue 
naturales  se  acuerdan.  Fassando  ma 
te  en  tierra  lertil,  llegaron  al  Mar 
ciertos  mensajeros  de  Atagualpa  \ 
de  parte  de  su  señor  el  Ynga,  pregun 
era,  de  donde  venia  y  a  donde  viia, 
que  buscaua.  El  Marques  respondió 
ynterpretes  que  era  vasallo  de  vn  p 
de  Castilla,  y  que  venia  de  alta  con  1 
que  ^llos  vian,  y  que  yua  en  busca  c 
Ynga  con  cierta  embajada  que  le  tra 
ftor,  y  que  no  pararía  en  el  camino  ha 
el  cara  a  cara  y  dezille  muchas  cosa 
nenian.  Los  yndios,  viendo  la  deter 
Marques,  le  dieron  dos  piezas  de  on 
beuiesse,  y  dos  cargas  de  patos  secos 
para  que  hechos  poínos  se  9ahumas 
como  lo  vssauan  hazer  Jos  señores  Yn 
rra,  y  no  otro  alguno  por  mas  princ 
sse.  Y  mas  le  dieron  vnos  gapatos  m 
labrados  de  oro  y  pedrería,  y  vnas  ; 


;  oru  fino,  y  le 
lerte  con  el  g 
.  poneos  essa! 
s.  y  los  vapat< 
indo  05  viere 
aze  porque  oí 

verdadero;  y 
I  muestra  de  £ 
is  palabnis  d< 
escia  al  Ynga 
[ue  acepiaua  ^ 

offreseia,  y  t 
ia  para  lerse 
3s  y  grandes • 
1  sabellos,  y  c 

El  Marques, 
ros  pueblos  q 
3el  Ynfía.  has 
lea,  vn  vierne 

afio,  y  Atas 
.aflos  de  agur 
ite  de  ijuerra 
lo  al  pueblo,  e 
Soto  con  veii' 
isessc  al  Yní¡ 
n  y  hablasscn 
i  para  aposse; 

0  que  Hernán 
arremetió  su 
dios  le  vicroí 
)de  los  casca 

1  miedo,  y  de 


4br> 

mando  después  matar  y  los  cuerpos  q 
tendidos  en  el  campo,  y  el  mensajero 
a  dezir  a  lo  queyua,  mediante  los  y nt» 
tando  hablando  el  capitán  con  el  Yn; 
Hernando  Pi^arro  con  otros  veinte  hí 
cauallo  bien  armados.  Y  Hernando  de 
Aiagn:i]pa:  aquí  viene  eliterntaiiod^ 
yor\  sea  sentido  ríe  le  hablar;  y  esto  li 
interprete,  y  el  Vníja  aleo  los  ojos  pai 
hasta  entonces  losnuia  tenido  basos  co 
Sabido  el  Ynga  por  el  interprete  a  lo  qi 
dos  mensajei'os{l),embioluego  a  unym 
para  que  dixesse  al  Marques  se  aposse 
al  pueblo  y  que  ningTino  de  los  suyos 
el,  porque  le  darian  pesadumbre,  y  coi 
uieron  los  dos  capitanes,  haziendole  su 
y  diiteron  lo  que  con  el  Ynga  ani; 
Mientras  los  dos  capitanes  fueron  al  ^ 
ques  se  metió  en  el  pueblo  y  luego  pus 
paflia  de  ynfanteria  en  vna  torrezilla 
cerca  de  su  alojamiento,  y  pusso  tara 
casas  vezinas  las  compañías  de  Herna 
y  de  Hernando  de  Soto  y  de  Sebastia 
cai;ar,  con  veinte  cauallos  cada  compí 
quedo  con  el  resto  de  la  ynfanteria, 
ciento  y  sesenta  soldados  que  se  le  au 
do.  Y  como  dende  a  vn  rato  supiesse 
los  xpianos  estauan  apossentados  den 
blo  sin  su  licencia,  se  enojo  brauaír 
ellos  y  partiéndose  de  los  baños  luego 

tO      l'rnia  htttio  tí  Ynfa.—  i^iHi  marsinal,) 
G,  M  SíBTA  Chía,— IV. -3.* 


46h 

o,  tn  vna  legua  que  auia,  mas  de  quairo 
e^ar  ul  pueblo,  porque  vino  muy  despa- 
in  majestad-  Porque  venia  asseotado  en 

todo  dorado  de  oro  fino,  y  encima  del 
ya  vn  coxin  de  lana  fina,  guaraescidode 
edsras  de  gran  valor;  colgauale  vna  gran 
rada  de  lana  finissima  y  coa  bUo  de  oro, 
te,  que  le  cubría  las  cejas  y  las  sieaei 
¡la  muy  íeroz.  Venia  en  vna  litera  mu 
rada  de  plumas  de  papagayos  y  de  otra 
uch.is  colores,  y  chapada  en  partes  co 
ro  lino,  con  muchas  esmeraldas,  y  lo 
s  de  su  corle  le  trayan  en  los  hombro 
berano  señor.  La  gente  de  guerra  veni 
nias,  el  qual  traya  mas  de  cinquenta  mi 
nuy  bien  armados  a  su  vsanga,  que  auí 
uia  embíado  por  ellos  y  los  tenia  allí  rt 
jrque  luuo  noticias.de  los  españoles  qu 

todo  lo  que  yuan  haziendo  por  los  puc 
onde  passauan.  Estauan  todos  los  soldi 
dos  del  Atat!;ua1pa  Vnga,  que  en  haziei 
ieflal,  que  arremetiessen  contra  los  xpií 

no  dexassen  ninguno  que  no  matasseí 
I  llcyo  a  la  pucita  de  la  placa,  que  er 
íe,  y  la  borden  y  manera  que  la  geni 

venia  fue  en  esta  forma.  Primerament 
lanlc  del  por  abanguardia  muchos  .fli 
londeros  que  tirauan  vnas  piedras  guiji 
cdondas,  hechas  a  mano,  y  otras  cogida 
.,  y  estos  trayan  vnas  rodelas  hechas  d 
ingostas  y  atadas  fuertemente  con  nei 
límales,  y  trayan  jubones  colchados  d 


r^ 


algodón.  Tras  esios  venUo  otros  y 
des  porras  y  hachas  d'armas,  de 
bra^a  )-  media  y  tan  gniessas  com 
neta,  y  las  porras  estauan  engasta 
cobre,  tamaño  como  el  puño,  con  c 
tas  agudas,  y  jugauan  con  ellas  lig 
manos.  Y  las  hachas  tenían  la  cuc 
de  mas  de  vn  palmo,  como  alabaí 
dellas  eran  de  oro,  y  otras  de  pial 
las  traen  los  yudios  mas  principali 
Tras  estos  venían  otros  yndios  co 
ñas  como  dardos,  y  en  la  retaguar< 
nian  muchos  piqueros  con  lantpas 
mos  en  largo,  los  quales  venían  re] 
pitanias  y  debaxo  de  vanderas  y  c< 
y  concierto  y  .con  gran  silencio.  I 
Ynga,  como  he  dicho,  a  la  puerl 
alio  los  ojos,  y  como  vido  que  los  e 
rescian  di.\o  a  los  suyos,  que  todo 
do:  ya  están  rendidos  estos  saltea 
miedo,  y  son  ya  nuestros,  pues  est 
respondieron  los  capitanes:  señor 
pagaran  los  males  y  daños  que  i 
camino  en  vuestros  vasallos.  Esta 
go  al  Ynga  fray  Vicente  de  Val 
codeOropesa,  que  auia  sido  ci 
Gregorio  de  Valladolid,  con  vna  í 
derecha  y  con  el  breuiario  en  : 
hecha  su  mesura  le  hablo  por  vi: 
pretes  dándole  a  entender  de  las 
para  que  se  conuirtíesse  a  nuestn 
tholica,  y  de  quien  era  el  Papa  y 


lia,  y  que  se  dicsse  a  su  s 

—  - "'■-'ada  y 

randes 
:endia  i 
os  dii 
yle  le  i 
.5,-yIu 
ear,  ci 
como  \ 
i  o  tres 
den,  di 
amo  vi 
'estami 
ilerpre 
i  o,  dix< 
ios  poi 
tpiano: 
maneta 
bozeü, 
era  se 
ron  los 
eria.qi 
a  srai 
'  Con  i 
itruend 
iron  d< 
ladas,  I 
I  brauíi 
Fueta 
que  lo: 
vna  co 
iue  has 


de  arremeter  a  los  xpi 
do.  El  Marques  romi 
'squadroaes  y  odia  nos, 
y  con  animo  varonil 

le  tomo  de  vna  orej 
;nle,  y  dio  con  el  en  ti 
»5  de  los  soldados  ar 
matar,  y  el  Marques, 
o  en  la  mano  derect 
lingun  yndiu  que  al^a 
añoles  ynuencibles.  F 
do  y  espanto  que  tuui 
e  ellos,  y  a  los  dema) 
:ron  con  gran  tropel 
:a  auian  \  isto,  y  con  I 
ribieron  en  sus  animí 

saluar  las  vidas,  que  i 
'  como  estauan  puestoi 
ladrón,  y  eran  muchis 
do  de  la  pared  y  se  ret 
sotros  que  derribaron 
s  tapias  y  por  allí  se  h 
os,  aunque  hartgs  que 
.i;a.  Todos  los  señorc; 
ayan  las  andas  del  í 
talla  por  deflendcr  a  si 
enían  en  literas,  que 
paje  que  era  gran  seí 
mucho,  con  otros  mui 
iuyos,  murieron  tambí 

De  manera  que  esta 
na  de  las  ymportantes 


470 

n  í>n  este  nueuo  mundo,  por- 
co  y  principio  a  la  con- 
nascion  tan  barbara,  a 
lica.  Y  demás  desto,  el 
fue  vencido  y  hechado 
incias,  con  grandissima 
anctissima  \ 
f  para  etern 
lascíon  de  1< 
.  memorias, 
liada,  y  prt 
í  y  grandes 
into  bien  ce 
de  Te  Deun 
1  redonda  d< 
ar  y  a  comí 
ido.  El  ven 
.año  de  1532; 
I,  saluo  el  > 
echa  quand 
enia,  como 
lo  demás  q 
n  £¡randiosa 


CAPITULO  LIV 

DEL  GRAN  THESORO  QUE  SE  HALLO  : 
ATACUALIPA,  V  DE  LO  QVE  MANDO 
DAR  AL  MARQUES,  DEL  RESCATE  DE  í 
LA  MUERTE  DE  GUASCAR,  Y  DE  LO  Ql 
VNDIO  SACERDOTE  y  LA  RESPUESTA 
GUALIPA 


Después  que  los  xpianos  u  vieroi 
titn  señalada  victoria  alabaron  a  1 
ñor  y  a  sancta  María  su  madre,  | 
mercedes  como  les  auian  hecho,  c 
tendido  que  ninguno  dcllos  quedar 
todos  quedaran  alli  muertos,  por  1 
de  yndios,  que  para  vn  español  a 
cientos  yndios;  mas  en  fin  plugo  , 
dad  que  todos  fueron  vencidos.  Ht 
muchos  en  alcance  de  los  yndios  > 
yendo,  y  mataron  muchos  dellos  y 
uieron  con  muchos  prisioneros,  q 
manadas  como  ouejas  mansas,  s 
mas,  que  luego  las  dejaron  caer  ei 
fueron  a  los  baflos,  en  donde  se  hi: 
brauo  saco  que  en  Yndias  se  ha  ht 
thesoro  que  el  Ynga  tenia,  en  que  i 


■3  en  oro  y  plata,  que  valió  mas 
Jos  de  Castilla,  y  en  plumas  y 
lor,  todo  lo  qual  ei  Marques  lo 
ra  rcpartillo  después  entre  lo- 
^ndieron  mas  de  cinco  mili  yn- 
iruicio,  principalnienle  las  mu- 
I  que  el  Ynga  tenia  y  los  demás 
ortc,  todas  las  quales  eran  muy 
dispuestas,  que  eran  hijas  de 
curacas  de  diuersos  pueblos, 
ulucrdc,  como  \'icarío  general 
lar,  con  voluntad  del  Marques, 
'  de  qualquier  calidad,  estado  y 
ise,  tuuiesse  amist:id  deshonesta 
,  por  quanto  no  estauan  baptiza- 
lena  contra  el  lo  contrario  ha- 
Lie  la  barabúnda  cstaua  ya  so- 
3  consolo  y  animo  al  Vnga,  bá- 
ñenle, porque  lo  vido  triste  y 
}  absentar  consigo  a  comer  a  la 
le  pregunto  muchas  y  diuersas 
os  de  l;i  tierra  y  que  seflor  auia 
'nga  le  respondió  a  todas  ellas 
a  mucha  riqueza  que  auia  en  los 
ama  y  en  el  Cuzco,  y  de  las  con- 
;;on  SU  bermano  Guascar  Ynga 
le  toda  la  tierra,  y  que  auia  mas 
auia  embíado  quatro  capitanes 
autan  huello.  Queriendo  el  Mar- 
m  verdadera  relación,  embío  a 
;o  a  los  quatro  capitanes  Her- 
L-yo  de  Agüero,  Pedro  de  Can- 


r 


473 

día  y  Miguel  de  Estele,  que  ( 
gestad,  para  que  considera 
auia  en  todos  los  pueblos  qu 
Y  esto  se  hizo  con  saluocon 
para  ello  dio  el  Ynga,  que  c 
taua  toda  la  tierra  a  su  deu 
atreuiera  ni  o.si>ara  liazellc: 
le  tenían  gran  miedo  y  le  < 
dio  ochoyndiosmuyconosci 
de  su  corte,  para  que  fuesse 
estos  exploradores  se  pañi 
al  Marques  como  su  herraan' 
to,  haziendo  gran  demostrai 
cho,  y  PiíaiTO  le  dixo  que  a 
su  muerte,  pues  era  cosa  na 
embio  por  ta  posta  a  sus  cap 
tassen  luego,  que  ya  lo  tra> 
cado.  Vendo,  pues,  los  quati 
camino  adelante,  encontnir 
ga,  elqual,  medíante  el  yn 
hablo  con  ellos,  sabiendo  i 
hermano,  [y]  les  dixo  con  pí 
que  siendo  Atagualipa  tirai 
alguna  de  lo  que  auia  pror 
ssen  de  la  prisión  en  que  k 
pitanes,  por  quanto  el  era 
propietario  de  toda  la  tíerr 
dar,  y  no  su  hermano,  sino 
píos  de  los  dioses.  Y  assi  I 
cosas  para  que  fucssen  pan 


(1)     !■« 


474 

espartóles  lo  rog.iron  muy  ahincada- 
<  capitanes  para  que  lo  soltassen,  y 
]uÍssieroTi  hazer,  de  miedo  de  su  se- 
;;  passaron  los  vnos  y  los  otros  de  lar- 
I  dos  dias  llego  mandado  a  los  yndios 
^  Ataifualipa  que  matassen  al  Guas- 
orque  el  capitán  mayor  de  los  xpia- 

iesse,  y  ellos  lo  hizieron  assi.  y  al 
hordenaiian  de  lo  matar,  dixo  a  los 
adores  con  mucha  tristeza  y  pacien- 
on  grande  animo:  mirad  lo  que  di<s^o: 
mano  me  manda  matar,  yo  espero  en 
il  y  Pachacama  que  ellos  me  venguen, 
jera  antes  de  mucho,  que  assi  me  lo 

sacerdote  del  dios  Pacha[ca]ma,  pues 
eso  los  spianos;  y  luego  le  dieron  ga- 
ido  de  hedad  de  quarenta  y  cinco  años, 
liado  nueve  años  escasos.  Después  de 
uascar,  lo  enterraron  con  muchas  ce- 
iupersticiones  en  el  templo  del  Cuz- 
Mpit;ines  yndios,  prosiguiendo  su  ca- 
er a  su  seftor  el  Ynga,  se  fueron  por 
al  pueblo  de  Quito  a  dar  fabor  y  ayu- 
.j>"uy,  que  estaua  al9ado  con  aquel  rey- 
i  xpianos.  Dexado  esto  aparte,  mando 
dende  a  ciertos  días  hechar  en  prisio- 

por  ciertos  respectos  que  abaxo  se 

lo  sintió  muy  de  coracon  por  no  sa- 
jer  a  que  causa  lo  tratauan  tan  mal 


■  J7Ó 

no  atuendo  hecho  por  que,  y  porque 
prometió  de  dar  por  su  libertad  tanto 
como  cupiesse  en  vnn  cámara  donde 
nido.  Y  porque  los  españoles  supiesst 
auia  de  dar,  se  leuanto  en  pie  y  sefialí 
no  derecha  en  la  pared,  con  las  punta: 
dos,  empinándose  mucho  sobre  los  d 
pies,  y  mando  a  los  principales  yndios 
con  el  hazer  vna  raya  derecha  alredcf 
el  aposento,  y  hecha  dixo  en  alta  boz 
y  a  todos  los  españoles:  xpianos,  si  m 
de  me  soltar  libremente,  yo  os  premet 
lodo  este  aposento,  desde  la  raya  ha: 
[que  auia  cerca  d'estado  y  medio  de  all 
y  plata,  con  tal  condición  que  no  abol 
tnros,  tinajas  y  las  piei;as  grandes  que 
y  la  cámara  era  de  veinte  y  dos  pies 
diez  y  siete  de  ancho,  aunque  otros  ( 
era  de  treynta  y  dos  pies  de  larga  y  d 
cincho.  DestQ  se  holgaron  mucho  los  es 
liartar  la  hambre  canina  y  gran  desseí 
ie  riquezas,  y  el  Marques  le  prometió 
libertad  que  pedia  si  cumplia  aquello  ( 
el  Ynga  dixo  que  si  cumpliría  dentro 
ies,  porque  el  thesoro  estaua  muy  les 
el  Marques  le  dixo  que  despachasse  ] 
mensajeros  para  que  setruxessey  el 
iu  palabra.  Encontinente  el  Ynga  ci 
iíran  diligencia  y  presteza  a  despachi 
ros  a  diuersas  partes,  a  sus  gouemai 
'as  y  señoretes,  sus  vasallos,  para  q 
isen  todo  quanto  oro  y  plata  auia  en  s 


476 

n  o  embiassen  con  prestezíi  píva  da- 
los,  que  lo  querían  poner  en  libertad 
uemcnte  También  embio  a  mandar 
:s  que  estauan  en  la  cjbdad  del  Cuzco 
*en  Jos  mili  yndios  cargados  de  oro 
quetrayan  los  que  auian  preso  h1 
I  Cuta  riqueza  no  la  vido,  porque  la 
minaifuy,  que  estaua  aleado  en  Quí- 
on  los  yndios  de  yr  y  venir  y  traer 
;ados  de  oro  y  plata,  en  texuelos,  ti- 
)S,  jarros,  cubiletes,  venados,  leones, 
itras  cosas  semejantes  a  estas,  que 
ro  tino  y  de  plata,  hecho  de  vaciadi- 
cra  mucho  lo  que  se  traya  no  se  acá- 
lir  la  señal.  En  este  medio  tiempo 
[tella  a  Caxamalca  los  quatro  expío- 
[ualcs  (I)  contaron  de  las  muchas  ri- 
lían  visto  en  Fachacama  y  en  el  Cuz- 
:ial  de  vna  cadena  muy  grande  y  lar- 
:  cslaua  en  el  templo  del  Sol,  y  de 
.  y  marauillosas  cosas  que  auia  en 
ron  otras  (2)  de  grande  admiración, 
diremos  adelante.  Pasados  los  dos 
rrsion  del  Yn^a,  llego  a  Caxamalca 
pueblo  de  Pachacama,  con  el  sumo 
gran  templo  de  aquella  prouincia,  y 
;xo  al  Marques  que  se  holgaua  mu- 
nida de  aquel  gran  sacerdote,  por- 
Lgora  tas  mentiras  que  te  auia  dicho 


r 


477 

los  días  atras-  Y  luego  pidió  a  las  guardas 
dena  de  hierro  para  hecharsela  porque  le 
cho  que  diesse  bntalla  a  los  xpianos,  diziem 
los  vencería  y  mataría  a  todos,  y  que  tan 
.iiiia  dicho  que  su  padre  GuaynacappaYng 
do  estuuo  enfermo,  que  ño  muriria  de  aqu 
fermedad,  y  que  todo  ello  auia  salido  falso 
tira.  El  Marqaes  hizo  traer  la  cadena  y  A 
pa  se  la  hecho  al  pescuezo  diziendo  a  todo: 
se  la  quitassen  hasta  que  hiziesse  traer  el 
plata  que  tenia  en  el  templo  de  Pachacan 
su  dios  era  mentiroso  y  falso,  que  nunca  df 
dad,  y  agora  quiero  yo  ver  si  el  dios  Pac 
íe  quita  la  cadena.  Y  el  gran  sacerdote  le  i 
grande  yra  y  enojo:  hagote  saber,  señor, 
me  pesa  de  mi  prisión,  aunque  yo  se  que  n 
de  morir  en  ella;  pésame,  señor,  grandem 
las  blasphemias  que  aueis  dicho  al  gran  c 
chacama.  Pues  yo  te  anuncio  de  su  parte  q 
estas  cosas  y  por  auer  hecho  robar  y  saq 
templos  de  los  dioses,  que  aueis  de  ser  de 
y  que  no  biuireis  mucho  tiempo,  según  yo 
que  estos  xpianos  te  han  de  matar,  pues  esl 
so  y  en  poder  dellos.  Cierto,  el  Ynga,  comí 
ciente,  lo  mandara  luego  matar  si  tuuierí 
mas  dexolo  en  la  prisión  creyendo  que 
ques  le  diera  en  breue  libertad,  y  que  ente 
quitaría  la  vida;  mas  después  de  muchos 
mostró  vn  gran  thesoro  que  tenia  escon 
por  esto  le  dio  [laj  libertad  que  el  desseau: 


CAPITULO  LV 

lARDAN'DOSEDE  AJUNTAB  EL  THESOttO  QUE 
.  ALIA  DE  DAR  A  LOS  ESPaROLBS,  TUUIBKON 
LE  SE  QCEBIA  ALI;AR  COXTRA  ELLOS  Y  HATA- 
rODOS,  POR  LO  QUAL  HIZIESOK  JtreTICIA  DEL 
IMRriO  E.VTRE  TODOS  LA  RIQUEZA  QUE  AUIA 
JUNTA 


>  lu^  capitaneb  y  soldados  vieron  que  a 
sicie  meses  no  se  acabaua  de  traer  el  res- 
r  c-1  Yni;a  auia  de  dar  a  los  dos  meses,  tu- 
:reydo  que  eran  escusas  y  dilaciones  que 
que  ajunlaua  alguna  ícente  para  matallos, 
L  lo  auian  cntreoydo  dezir,  y  para  saber 
id  hizieron  pesquisa  dello,  y  los  ynterpre- 
:;  negocio  fueron  FrancisquiHo  y  Philjpíllo. 
ixeion  lo  que  quissieron  dezir,  ynterpre- 
al,  y  como  no  eran  aun  entendidos  de  los 
es  por  no  saber  la  lengua  del  Cuzco,  lo  hi- 
odo  a  su  saluo.  y  assi  se  prouo  contra  el 
ido  lo  que  fue  menester  para  condenalle  a 

FrancisquiHo  fue  muy  malo,  y  PbilipiÜo 
r  y  malissímo,  que  por  gozar  de  las  mnge- 
mcubinas  de  el  Ynga,  que  el  Marques  se 

hecho  dar  con  todo  su  seruicio,  le  leuanta- 


([T^Si  '."iLii-ai.  :.i^ 
lErpreíaciOE  zomi 

ira  COSÍ:  amt>  qu! 
ítu  jdc'a'  pDer>)L  : 
it  vemar  zvl  trrcí 

rííif  m;.:  i  por  Íd; 

lí  Franciijg-jiljo.  ? 
ti.  Fut  cOTidenüa 

lar  piÜD  baptji-mí 
'jtrrde.  a]  qnal  d< 
esto  le  dieron  ga 
bulenidad;  hallo^ 
>dos  &□&  capitanea 
Paternóster  y  sen 
ndios  principales 
>T  auian  moerto,  q 
edaroo  todos  cspai 
repartidas  entre  k 
I  ate  dia^  antes  que 
se  hizicsse  ynfon 
•che  muy  contení 
Jes  que  le  guard; 
an  cometa  hazia '. 
ssi  toda  la  noche, 
5  tos  demás  sóida ( 
.(acometa  diso  qi 
:n  gran  seftor  en  i 


4.S0 

;i  niudaiif  a  de  reyno.  Y  el  íjran  sacerdote,  que 
neso  y  encadenado,  qunndo  vido  la  come- 
]ue  Atagiialípa  anja  de  morir  presto,  que 
'achama  se  lo  auia  dicho  vna  noche  ante^^, 
luia  blasphemado  del  y  robado  los  templos 
estauan,  y  porque  le  tenia  preso  y  encade- 
indo  el  gran  sacerdote,  y  que  por  ser  sa- 
V  maldito  lo  nuian  de  Ileuar  los  demonios 

no.  1-sie  Vnga  era  de  treinta  y  cinco  artos. 
is  o  menos;  era  bien  apersonado  y  dispues- 

srnesso;  el  rostro  grande  y  sin  barbas, 
>  y  feroz:  tenia  los  ojos  encarnizados  y  ha- 
in  mucha  grauedad,  como  ^ran  señor.  Ha- 
s  razonamieptos  que  entendidos  por  los  es- 

por  vía  de  ios  ynterpretes,  conoscian  ser 
siiliio  y  enlendido;  era  muy  alegre  con  los 

y  cruil  para  con  los  suyos,  y  quando  ha- 
>n  ellos  se  mostraua  muy  seuero  y  robus- 
ilvar  los  ojos  a  mirallos;  mas  en  tin  y  al 
murió  oomo  \piano.  Valió  lo  que  el  Yngn 
ajuniar,  y  lo  que  en  los  vanos  se  tomo, 
>n  y  ireynta  y  seis  mili  y  quinientos  y 
pe>os  do  oro  lino  y  cinquenta  y  dos  mili 
?ntos  y  veinte  y  cinco  marcos  de  plata. 
II  presto  no  le  mataran  se  ajuntara  otro 

mucho  mas ,  porque  la  tierra  abunda- 
mucha  riqueza  de  oro  tino,  y  lo  que  tra- 

capitanes  del  Cuzco,  como  supieron  que 
1  dado  garrote  [y]  era  muerto,  se  al?a- 

todo  ello  y  se  lo  lleuaron  a  sus  tierras  y 
(dieron  de  tal  suerte  que  los  españoles  ja- 
vieron.  Antes  que  los  yndios  se  al^assen, 


482 

illa  Don  Fernando  y  Doña  Ysabel,  de  glo- 
fmoria,  como  airas  queda  dicho-  Y  viendo 
lies  PÍi,Mrro  que  los  curacas  y  principales 
le  todos  estos  estados,  que  no  tenían  rey 

a  quien  los  gouernase,  procuro  de  lo  ha- 
lara esto  nombro  por  Ynga.  en  nombre 
laftcstad,  a  Paulo,  hermano  de  Guascar  y 
ti.ilipa.  Y  lucyo  ie  hizo  dar  la  borla,  que  es 
i  Real  que  se  ponen  en  la  frente  los  (1)  re- 
a  tierra,  que  es  de  lana  fina  y  de  hilo  de 
■  estampas,  que  llaman  maxcapayta,  y  los 
irincipales  que  alli  quedaron  hizieron  cier- 
nonias  que  en  lal  caso  se  requerían,  y  es- 
jcho  tiempo  con  los  españoles.  Este  fue 

rey  y  señor  de  toda  esta  tierra,  puesto  en 

df  Su  Magcsiad.y  en  su  baptismo  se  lia- 

Xpoual  Ynga,  aunque  al  principio  fue  vn 
yno  contra  los  españoles,  mas  después  fue 

amigo  dollos  y  fue  gran  seruidor  del  Vi- 
isco  Nuñez  Vela,  y  oy  dia  bíue  al  pie  de  la 
a  del  Cuzco,  el  qual  anda  %-estido  como 
líiftol.  Los  dos  exercitos  que  escaparon,  de 
Vngas,  se  ajumaron  herraanablemente  en 

viendo  que  no  tenían  señor  eligieron  den- 
;  otro  rey,  llamado  Manga  ^apalla,  herma- 
tas^ualipa,  y  tomando  la  borla  se  llamó  Yn- 

fue  uniuersal  señor  de  toda  esta  tierra  en 
?ncia  de  Don  Xpoual  Ynga,  y  se  metió  des- 

los  Andes,  en  donde  ediffico  de  nueuo  otra 
del  Cuzco  y  alli  assento  su  Real  corte. 


4&1 

os  xpianos  porque  les  tiene  mala  deuocion 
le  es  moca.  Muchas  vezes  se  han  puesto  al- 
)  capitanes  a  yr  por  ella,  porque  es  jornada 
rica,  y  como  la  tierra  es  muy  áspera  y  de 
lais  y  de  grandes  serranías,  no  han  podido 
r  alia,  que  para  auer  de  entrar  por  estas  se- 
as han  de  yr  a  pie;  mas  plazera  a  Dios  que 
i  dia  vayan  y  entonces  se  verán  los  secretos 
s  tierras.  En  este  comedio  se  aleo  Raminaguy 
cibdad  de  Quito  y  se  llamo  rey  de  aquellas 
ñeras,  pues  los  dos  YnS:as  eran  ya  muertos,  y 
aucllo  de  hazer  a  su  saluo  mato  a  Yllescas, 
ano  de  Ataüualipa,  y  lo  mando  desollar  y 
■ICIO  hizo  vn  atambor  para  siis  fiestas  y  rebo- 
que el  Kran  diablo  de  Palermo  no  lo  hiziera. 
do  el  Marques  lo  supo  embio  contra  el  al  ca- 
Seb:ist¡an  de  Benalca»,Mr  con  muchos  espa  - 
,  los  quales  fueron  a  Quito  y  tuuieron  muchos 
;ntros  y  batallas  muy  crueles  con  Ramina- 
y  al  cabo  de  muchos  dias  lo  vencieron  y  ma- 
1,  y  viendo  Benalca^ar  que  la  tierra  era  muy 
a  pobló  allí  vna  cibdad  que  llamo  Sant  Fran- 
I  del  Quito.  Los  yndios  que  escaparon  de  las 
S'ias  y  batallas,  por  no  quedarse  en  aquella 
a  se  fueron  a  los  Andes  a  seruir  a  Mango  Yn- 
apalta,  que  avn  en  este  tiempo  biuia,  a  quien 
in  por  uniuersal  señor,  y  no  a  Don  Xpoual 
1  porque  era  amigo  de  los  xpianos,  que  siem-- 
indaua  con  ellos,  y  porque  se  auia  baptizado, 
mes  de  apaciguada  toda  la  tierra  y  estando 
3dos  en  quietud,  en  este  tiempo  mataron  al 
ques  en  la  cibdad  de  Lima  por  vengar  la 


muerte  de  Don  Diego  de  Alm. 
le  mataron  fueron  tieze:  Juan 
sa,  Mat-tin  de  Bilbao,  Diego 
Sosa  y  Martin  Carrillo,  Arh 
Naruaez,  Sant  Millan,  Porras 
cisco  Nuñez.  Juan  de  Rada  ri 
leando,  a  Naruaez,  en  que  se 
matarle,  y  luetío  cargaron  toi 
truxeron  a  vn  apossento  dond 
cada  que  le  dio  Martin  de  Bill 
y  murió  pidiendo  conffession 
sin  que  nadie  le  dixesse  Dios  l 
24  de  Junio  de  1541  artos.  Era  h 
V'alo  Pi»;arro,  capitin  que  fui 
allegado  del  Gran  Capitán,  3 
nascio  en  Truxillo  y  hecharor 
yglesia;  mamo  de  vna  puerca 
liando  quien  le  diesse  a  mar 
raugeres.  Conoscíolo  su  padrf 
sus  puercos,  y  assi  no  supo  lee 
ca  a  los  puercos  y  perdiólos 
casa,  de  miedo,  y  fuesse  a  Se 
nantes,  y  de  allí  a  Yndias  y  e: 
mingo;  passo  a  L'raua  con  Ale 
Vasco  Nuflez  de  Balboa  a  desc 
y  fue  con  Pedro  Arias  a  Panai 
ru,  en  donde  hizo  muchas  ha; 
rio  miserablemente. 


*76 

n  o  embiassen  con  piestezM  paia  da- 
los spianos,  que  lo  querían  poner  en  libertad 
talle  breuemente  También  embio  a  mandar 
i  capitanes  que  estauan  en  la  cibdad  del  Cuzco 
le  embiassen  dos  mili  yadios  cargados  de  oro 
ita,  sin  loque  trayan  los  que  auian  preso  ni 
>car:  mas  usut  riqueza  no  la  vido,  porque  la 
ron  a  Raminaguy,  que  estaua  aleado  en  Qui- 
:omen<;aron  los  yniiios  de  yr  y  venir  y  traer 
dia,  cargados  de  oro  y  plata,  en  texuelos,  ti- 
9,  cantax'os,  jarros,  cubiletes,  venados,  leones, 
,  leña  y  otras  cosas  semejantes  a  esus,  que 
era  de  oro  fino  y  de  plata,  hecho  de  vaciadi- 
'  aunque  era  mucho  lo  que  se  traya  no  se  aca- 
.  de  hinchir  la  señal.  En  este  medio  tiempo 
.ron  de  buella  a  Casamalca  los  quatro  explo- 
res, los  quales  ¡1)  contaron  de  las  muchas  ri- 
iis  que  auian  visto  en  Fachacama  y  en  el  Cuz- 
■  en  especial  de  vna  cadena  muy  grande  y  lar- 
e  oro  que  osLaua  en  el  templo  del  Sol,  y  dt: 
randezas  y  marauillosas  cosas  que  auía  fn 
assi  dixeron  otras  (2)  de  grande  admiración, 
s  quales  diremos  adelante.  Pasados  los  dos 
;s  de  la  prisión  del  Yuga,  llego  a  Caxamatca 
flor  del  pueblo  de  Pachacama,  con  el  sumo 
irtice  del  gran  templo  de  aquella  prouincia,  y 
¡ualipa  dixo  al  Marques  que  se  holgaua  mu- 
con  la  venida  de  aquel  gran  sacerdote,  por- 
pagaria  agora  tas  mentiras  que  le  auia  dicho 


477 

los  dias  atrás.  Y  luego  pidió  a  las  guardas  vna  ca- 
dena de  hierro  para  hecharsela  porque  le  auia  di- 
cho que  diesse  batalla  a  los  xpianos,  diziendole  que 
los  vencería  y  mataria  a  todos,  y  que  también  le 
auia  dichoque  su  padre  Guaynacappa  Ynga,  quan- 
do  estuuo  enfermo,  que  no  muriria  de  aquella  en- 
fermedad, y  que  todo  ello  auia  salido  fíilso  y  men- 
tira. El  Marques  hizo  traer  la  cadena  y  Ataguali- 
pa  se  la  hecho  al  pescuezo  dizíendo  a  todos  que  no 
se  la  quitassen  hasta  que  hiziesse  traer  el  oro  y  la 
plata  que  tenia  en  el  templo  de  Pachacama,  pues 
su  dios  era  mentiroso  y  falso,  que  nunca  dezia  ver- 
dad, y  agora  quiero  yo  ver  si  el  dios  Pachacama 
\e  quita  la  cadena.  Y  el  gran  sacerdote  le  dixo  con 
grande  yra  y  enojo:  hagote  saber,  señor,  que  no 
me  pesa  de  mi  prisión,  aunque  yo  se  que  no  tengo 
de  morir  en  ella;  pésame,  señor,  grandemente,  de 
las  blasphemias  que  aueis  dicho  al  gran  dios  Pa- 
chacama. Pues  yo  te  anuncio  de  su  parte  que  [por] 
estas  cosas  y  por  auer  hecho  robar  y  saquear  los 
templos  de  los  dioses,  que  aueis  de  ser  destruydo 
y  que  no  biuireis  mucho  tiempo,  según  yo  lo  veo, 
que  estos  xpianos  te  han  de  matar,  pues  estáis  pre- 
so y  en  poder  dellos.  Cierto,  el  Ynga,  como  ympa- 
ciente,  lo  mandara  luego  matar  si  tuuiera  poder, 
mas  dexolo  en  la  prisión  creyendo  que  el  Mar- 
ques le  diera  en  breue  libertad,  y  que  entonces  le 
quitarla  la  vida;  mas  después  de  muchos  dias  le 
mostró  vn  gran  thesoro  que  tenía  escondido,  ,v 
por  esto  le  dio  [la]  libertad  que  el  desseaua. 


47» 

sen  o  embiassen  con  presteza  para  da- 
anos,  que  lo  querían  poner  en  libertad 
■euemente  También  embio  a  mandar 
ncs  que  estauan  en  la  cibdad  de)  Cuzco 
assen  dos  mili  yndios  cargados  de  oro 
loque  trayan  los  que  auian  preso  al 
aa  esta  riqueza  no  la  vido,  porque  la 
¿amina^uy,  que  estaua  alteado  en  Qui- 
aron  los  yndios  de  jr  y  venir  y  traer 
rgadoii  de  oro  y  plata,  en  texuelos,  tt- 
^os,  jarros,  cubiletes,  venados,  leones, 

otras  cosah  semejantes  a  estas,  que 
oro  fino  y  de  plata,  hecho  de  vaciadi- 
e  era  mucho  lo  que  se  traya  no  se  aca- 
chir  la  señal.  En  este  medio  tiempo 
buelta  a  Caxamalca  los  quatro  explo- 
I  quales  (1)  contaron  de  las  muchas  ri- 
auian  visto  en  Pachacama  y  en  el  Cuz- 
lecial  de  vna  cadena  muy  grande  y  lar- 
ue  estaua  en  el  templo  del  Sol,  y  de 
as  y  marauillosas  cosas  que  auia  ^n 
iteron  otras  {2}  de  grande  admiración, 
:s  diremos  adelante.  Pasados  los  dos 

prisión  del  Ynga,  llego  a  Caxamalca 
1  pueblo  de  Pachacama,  con  el  sumo 
el  gran  templo  de  aquella  prouincia,  y 
di:(0  al  Marques  que  se  holgaua  mu- 
»renida  de  aquel  gran  sacerdote,  pov- 
i  agora  las  mentiras  que  le  auia  dicho 


I  en  ¡I  cíWi«¿.— ;N'ui»  maiijini 


477 

los  días  atias.  Y  luego  pidió  a  las  guard: 
dena  de  hierro  para  hecharsela  porque  I 
cho  que  diesse  batalla  a  los  xpianos,  dizie 
los  vencería  y  mataría  a  todos,  y  que  ta 
auia  dicho  que  su  padre  Guaynacappa  Yn 
do  estuuo  enfermo,  que  no  muriria  de  aq 
fermedad,  y  que  todo  ello  auia  salido  falí 
tira.  El  Marques  hizo  traer  la  cadena  y 
pa  se  la  hecho  al  pescuezo  dizienUo  a  tod 
se  la  quitassen  hasta  que  hiziesse  traer  e 
plata  que  tenia  en  el  templo  de  Pachaca 
su  dios  era  mentiroso  y  falso,  que  nunca  ( 
dad,  y  agora  quiero  yo  ver  si  el  dios  Pa 
ie  quila  la  cadena.  Y  el  ¡iran  sacerdote  le 
grande  yra  y  enojo:  hagote  saber,  seflor 
me  pesa  de  mí  prisión,  aunque  yo  se  que 
de  morir  en  ella;  pésame,  sefior,  grandei 
las  blasphemías  que  aueis  dicho  al  gran 
cbacama.  Pues  yo  te  anuncio  de  su  parte 
estas  cosas  y  por  auer  hecho  robar  y  sa 
templos  de  los  dioses,  que  aueis  de  ser  d 
y  que  no  biuireis  mucho  tiempo,  según  y 
qne  estos  ^pianos  te  han  de  matar,  pues  e 
so  y  en  poder  dellos.  Cieito,  el  Ynga.  cor 
cierne,  lo  mandara  luego  matar  si  tuuie 
masdexolo  en  la  prisión  creyendo  que 
ques  le  diera  en  breue  libertad,  y  que  en 
quitarla  la  vida;  mas  después  de  mucho 
mostró  vn  gran  thesoro  que  tenia  escc 
por  esto  le  dio  (la]  libertad  que  el  desseai 


476 

se  lo  truxessen  o  embiassen  con  presteza  pwa  da- 
llo a  los  xpianoSf  que  lo  querían  poner  en  libertad 
y  soltalle  breuemente  También  embio  a  mandar 
a  sus  capitanes  que  estauan  en  la  cibdad  del  Cuzco 
que  le  embiassen  dos  mili  yndios  cargados  de  oro 
y  plata,  sin  lo  que  trayan  los  que  auian  preso  al 
Guascar:  mas  esta  riqueza  no  la  vido,  porque  la 
llenaron  a  Raminaguy,  que  estaua  aleado  en  Qui- 
to. Comentaron  los  yndios  de  yr  y  venir  y  traer 
cada  día,  cargados  de  oro  y  plata,  en  texuelos»  ti- 
najas, canta4'os,  jarros,  cubiletes,  venados,  leones, 
aues,  leña  y  otras  cosas  semejantes  a  estas,  que 
todo  era  de  oro  fino  y  úe  plata,  hecho  de  vaciadi- 
<;o,  y  aunque  era  mucho  lo  que  se  traya  no  se  aca- 
uáua  de  hinchir  la  señal.  En  este  medio  tiempo 
llegaron  de  buelta  a  Caxamalca  los  quatro  explo- 
radores, los  quales  (1)  contaron  de  las  muchas  ri- 
quezas que  auian  visto  en  Pachacama  y  en  el  Cuz- 
co, y  en  especial  de  vna  cadena  muy  grande  y  lar- 
j;a  de  oro  que  estaua  en  el  templo  del  Sol,  y  de 
las  grandezas  y  marauillosas  cosas  que  auia  ^n 
el,  y  assi  dixeron  otras  (2)  de  grande  admiración, 
de  las  quales  diremos  adelante.  Pasados  los  dos 
meses  de  la  prisión  del  Ynga^  llego  a  Caxamalca 
el  señor  del  pueblo  de  Pachacama,  con  el  sumo 
pontíí'fíce  del  gran  templo  de  aquella  prouincia,  y 
Atagualipa  dixo  al  Marques  que  se  holgaua  mu- 
cho con  la  venida  de  aquel  gran  sacerdote,  por- 
que pagaria  agora  las  mentiras  que  le  auia  dicho 


^I)     KstHHÍetoH  fj  elias  en  Is  cibd€UÍ. — ^Nota  marginal.) 
(3)     Tachado*  tosas. 


J 


477 

los  (lias  atrás.  Y  luego  pidió  a  las  gua 
(lena  de  hierro  para  h  echarse  la  porqu 
che  que  diesse  batalla  a  los  .xpianos,  di; 
los  vencería  y  malaria  a  todos,  y  que 
:it)ia  dicho  que  su  padre  Guaynacappa 
do  estuuo  enrermo,  que  no  muriria  de 
íermedad,  y  que  todo  ello  auia  salido  1 
tira.  El  Marques  hizo  traer  la  cadena 
p3  se  la  hecho  al  pescuezo  diziendo  a  t 
se  la  quitassen  hasta  que  hiziesse  trae: 
plata  que  tenia  en  el  templo  de  Pachi 
su  dios  era  mentiroso  y  falso,  que  nnnc 
dad,  y  agora  quiero  yo  ver  si  el  dios 
le  quita  la  cadena.  Y  el  gran  saccrdott 
grande  yra  y  enojo:  hagote  saber,  sef 
rae  pesa  de  mi  prisión,  aunque  yo  se  qi 
de  morir  en  ella;  pésame,  señor,  graní 
las  blasphemias  que  aueis  dicho  al  gri 
chacama.  Pues  yo  te  anuncio  de  su  pai 
estas  cosas  y  por  auer  hecho  robar  y 
templos  de  los  dioses,  que  aueis  de  sei 
y  que  no  biuireis  mucho  tiempo,  seguí 
qae  estos  xpianos  te  han  de  matar,  pue 
so  y  en  poder  dellos.  Cierto,  el  Vnga,  < 
cíente,  to  mandara  luego  matar  si  tul 
mas  desoló  en  la  prisión  creyendo  q 
qaes  le  diera  en  breue  libertad,  y  que 
quitaría  la  vida;  mas  después  de  muc 
mostró  vn  gran  thesoro  que  tenía  e: 
por  esto  le  dio  [la]  libertad  que  el  dess< 


4<í2 

luerte  y  bien  lazonudo,  al  qual  Iiablauan pon  mu- 
chas caricias  y  dulces  palabras  diziendole  que 
f  uesse  en  ora  buena  y  los  desculpasse  con  el  Ynga 
lo  mejor  que  pudíesse,  y  de  la  manera  que  lo  ha- 
ziítn  yrera  en  esta  forma.  Quanto  a  lo  primero, 
le  liazian  vestir  muy  ricamente  vnas  ropas  muy 
blancas  de  algodón,  y  le  ponían  muchas  axorcas, 
brazaletes,  anillos,  zarcillos,  collares,  calcado,  y 
vna  guirnalda  en  la  cabei;a,  que  todo  era  de  oro 
lino,  porque  fuesse  assi  mas  honrrado  como  buen 
embaxadur.  Puestas  estas  cosas  le  hazian  estar  en 
pie,  y  quatro  yndios  de  los  mas  rezios  que  auia  to- 
mauan  los  cabos  de  vn  morillo  de  tres  brabas  en 
largo  y  de  gordor  de  la  pantorrilla,  y  poníanselo 
debaxo  de  la  barba  muy  apeííado  al  gaznate,  que 
el  mismo  se  hechaua  sobre  el.  Y  venia  luego  vn 
yndio  de  grandes  fuerzas,  el  qual  traya  vna  buena 
cachiporra  de  enzina  y  cobre,  para  dalle  tras  el 
cofíote,  y  antes  de  le  dar  le  dezian  todos  el  gran 
descanso  qiie  auia  de  tener  en  la  otra  vida,  y  de 
como  auia  de  comer  y  beuer  espléndidamente  con 
el  Ynga,  y  de  las  moi^as  que  auia  de  gozar,  y 
que  teniendo  allá  esta  vida  no  ternia  desseo  de 
holuer  mas  acá.  Hstandole  diziendo  estas  cosas 
y  otras,  le  dauan  con  gran  fuerza  vn  terrible  gol- 
pe en  la  cabera,  que  lo  derribauan  redondo  en  el 
suelo,  y  luego  le  segundauan  con  otro,  que  lo 
acabauan  de  matar,  y  assi  yua  a  cenar  con  el 
demonio.  Después,  los  yndios  tomauan  el  cuerpo 
y  lo  lleuauan  al  templo  de  sus  ydolos,  y  assi  ves- 
tido lo  enterrauan,  y  en  la  sepultura  hechauan 
muchas  joyas  de  oro  y  plata  y  mantas  muy  ricas, 


jr^ 


493 

y  ollas  de  plata  llenas  de  vino  de  mahiz,  y  m 
comida,  porque  dezian  que  auia  vn  gran  despi 
do  en  el  camino,  sin  comida  ni  beuida,  Destos 
dios  que  assi  enterrauan  vide  sacar  la  ossam 
de  dos  dellos  en  el  Gran  Collao,  que  estauan 
mente  vestidos,  aunque  la  ropa  estaua  ya  p' 
da,  y  la  plata  cassi  gastada  y  abollada,  y  el 
muy  fino,  aunque  en  los  cantos  paresce  que  es 
algo  gastado.  El  vn  yndio  destos  sacó  de  la  st 
tura  Don  Martin  de  Guzman,  en  el  pueblo  de ' 
cuito,  y  el  otro  sacó  Francisco  de  Viliaca 
en  el  pueblo  de  Puño,  y  tomaron  la  riqueza 
hallaron,  dando  primero  los  quintos  y  derech 
los  oficiales,  que  pertenescian  al  Rey.  Cuentai 
yndios  muy  viejos  que  agora  ay,  que  lo  oyere 
sus  passados,  que  el  primer  dios  que  uvo  e 
tierra  fue  llamado  Cons,  el  qual  formo  el  c: 
sol,  la  luna,  estrellas  y  la  tierra ,  con  todo: 
animales  y  lo  demás  que  ay  en  ella,  que  fue 
solamente  con  el  pensamiento  y  con  su  re 
lio,  y  que  passando  por  estas  tierras,  que  < 
todas  despobladas,  hizo  y  crio  todas  las  cosas 
se  veen  y  parescen  en  ellas,  y  que  formo  coi 
resuello  todo  los  yndios  y  los  animales  terres 
y  aues  celestes  y  muchos  arboles  y  plantas  d 
uersas  maneras.  Y  que  después  desto  se  fue 
mar  y  que  anduuo  a  pie  enjuto  sobre  ella,  y  si 
los  rios,  y  que  crio  todos  los  peces  que  ay, 
sola  su  palabra,  y  que  hizo  otras  cosas  marai 
sas,  y  que  después  se  fue  desta. tierra  y  se  sub 
cielo.  Dezian  mas  estos  yndios,  que  dende  a 
che  tiempo  y  a  muchos  años  y  siglos  vino  a  h 


diosma! 
I,  que  qui 
ior,  y  qu 
ho  y  cría 
auia  los 
>  a  bíulr  i 
.  En  esto: 
cosa  es 
ninicos, 
as,  y  los 
ts,  que  pi 
rancisco; 
os,  y  son 
[as  estas 
tiacama, 
is  y  por 
formar  j 
s  yndios 
i  las  ay 
s  llanos. 
:  estaua 
1  del  din 
nos  de  la 
ue  viene 
n  la  muc 
3S  valles, 
le  a  las  v 


CAPITULO  LVIl 

3XDE  SE  CUENTAN  LAS  CALIDADES  Y  TEMPLES  DE 
riERKAS  V  PROUINCIAS  DESTOS  REY\OS  DEL  PERÚ, 
LA  CORDILLERA  DE  VNAS  SIERRAS  QUE  AY  EN 
S  PARTES,  Y  DE  Ut'CHAS  COSAS  INCÓGNITAS  Y  MA- 
RAUILLOSAS  QUE  AÜIA  EN  TODAS  ELLAS 


OS  primeros  y  amigos  conquistadores  que  ^:í- 
n  estas  tierras  del  Perú  las  nombraron  y  11a- 
)n,  lo  que  ay  desde  el  rio  Piru  hasta  la  gouer- 
)n  del  Chile,  la  Nueua  Castilla,  a  differencia 
i  Nueua  España,  en  donde  se  yncluyen  las  cib- 
s,  villas  y  lugares  que  agora  de  nueuo  se  han 
ido  por  los  españoles.  Primeramente,  los  pue- 
que  ay  junto  a  la  marina  son  estos:  Sanctiago 
juayaquil,  que  esta  en  tres  grados.  Puerto 
3,  que  es  en  Manta,  que  por  alli  passa,  o  junto 
la  linea  equinocial;  SanC  Miguel,  enPiura, 
en  cinco  grados.  Truxillo,  en  Chimo,  esta  en 
le  grados;  la  cibdad  de  Los  Reyes,  en  Lima, 
en  doze  grados-  La  cibdad  de  Arequipa  esta 
eze  grados  y  medio.  Cassi  todos  estos  lugares 
1  apartados  a  dos  o  tres  leguas  de  la  marina, 
ando  mucho  están  a  ocho  leguas,  en  donde 
a  muchos  espafioles  muy  ricos  y  hazendados 


497 

con  muchas  grangerias,  que  están  tan  arraygados 
como  si  uvieran  nascido  en  la  tierra.  Los  pueblos 
que  se  contienen  en  la  serranía,  como  es  dezir  la 
tierra  adentro,  son  los  siguientes:  la  villa  de  Sant 
Francisco,  en  Quito,  esta  en  dos  grados;  la  villa 
de  la  Car9a,  esta  en  ocho  grados;  la  villa  de  los 
Bracamoros,  esta  en  diez  grados;  la  cibdad  de 
León  en  Guanuco,  esta  en  onze  grados.  Y  passan- 
do  mas  adelante  digo  que  Sant  Juan  de  la  Fron- 
tera, en  Guamanga,  esta  en  treze  grados.  La  cib- 
dad de  Toledo,  en  el  Cuzco,  esta  en  quinze  gra- 
dos. La  cibdad  de  Nuestra  Señora  de  la  Paz,  en 
Chuqutabo,  esta  en  diez  y  nueue  grados.  La  villa 
de  la  Plata,  en  las  Charcas,  esta  en  veinte  grados. 
Pues  todas  estas  tierras  y  prouincias  se  diuiden  en 
tres  cordilleras  o  caminos,  qqe  son:  los  llanos,  que 
están  por  la  costa  de  la  mar,  y  la  serranía  que  lla- 
man menor,  y  los  Andes,  que  son  vnas  sierras 
bien  ásperas  y  confragosas  y  de  muy  grandes  pi- 
zarrales, y  como  son  altissimas,  están  cassi  todo 
el  afio  muy  blancas  de  la  nieue  que  tienen  sobre  si. 
Y  porque  mejor  se  entienda  todo  esto  sera  bien 
dezir  lo  que  se  contiene  en  cada  cordillera,  y  sera 
la  primera  la  serranía  menor,  porque  es  habita- 
ble, y  después  diremos  de  las  otras  cordilleras  y 
lo  que  en  cada  vna  dellas  ay.  Quanto  a  lo  primero, 
es  de  saber  que  la  serranía  menor  es  una  cordille- 
ra de  sierras  y  montes  que  en  algunas  partes  son 
muy  altas,  y  en  otras  por  la  mayor  parte  son  lla- 
nas y  de  buen  andar,  y  corren  estas  sierras  mas 
de  tres  mili  leguas,  como  abaxo  diremos.  Según 
los  pilotos  y  mareantes  lo  dizen,  que  lo  han  carta- 

G.  ne  Santa  Clara.— IV.— 3.*  3a 


498 

boneado  y  andado  por  mar  y  por  tierra,  todas  es- 
tas sierras  no  se  apartan  de  la  mar  del  Sur,  quan- 
do  mucho,  veinte  leguas;  por  aqui  Ilueue  mucho 
en  sus  tiempos  y  son  los  temporales  como  en  Es- 
paña, y  en  partes  desta  serrania  nieua  mucho  en 
sus  tiempos,  como  es  en  Pariacaca  y  en  otras  par- 
tes, y  por  esto  haze  muy  grandissímos  frios,  que 
se  admarean  los  hombres  que  passan  por  aqui,  o  se 
mueren  de  frió  si  no  ay  quien  los  socorra.  Losyn- 
dios  que  biuen  entre  este  frió  y  la  calor  que  pro- 
cede de  los  llanos  están  en  templada  tierra,  mas 
empero  son  por  la  mayor  parte  ciegos,  o  tuertos 
de  nuve,  y  assi  por  marauilla  verán,  quando  se 
juntan  dos  o  tres  yndios  desta  serrania,  que  no  ay 
entre  ellos  vn  ojo  bueno,  y  dizen  que  lo  causa  cier- 
ta constelación  o  estrella  que  predomina  por  aqui. 
Andan  los  yndios  desta  serrania  rebocados,  a  dos 
fines:  lo  vno,  por  no  cegar  el  que  no  esta  ciego,  y 
lo  otro,  porque  no  les  vean  vnos  rabillos  de  carne 
que  tienen  en  el  colodrillo,  que  lo  tienen  por  afren. 
ta  si  se  los  veen  el  que  no  los  tiene.  Por  ser  tan 
fría  esta  serrania  no  tiene  ningún  genero  de  arbo- 
les, sino  mucha  cantidad  de  céspedes  y  matorrales 
pequeños,  y  zumu^os,  que  quando  se  quema  huele 
vn  poco  a  encienso  de  Castilla.  Ay  vna  cierta  mo- 
hosidad  que  se  cria  encima  de  las  peñas,  que  pa- 
resce  vna  poca  de  tierra,  de  la  qual  se  haze  muy 
excelente  fuego  quando  esta  bien  seco,  que  arde 
muy  gentilmente  como  si  fuera  de  carbón  de  enzi- 
na  o  de  roble.  Por  aqui  ay  dos  géneros  de  pacos, 
que  propiamente  son  carneros  y  ouejas  desta  tie- 
rra; la  lana  dellos  es  muy  grosera;  sirue  de  hazer 


499 

mantas  groseras  y  fregadas,  y  para  colchones  y 
paños  de  corte  de  los  baladis  que  agora  se  hazen 
por  acá.  Y  la  otra  lana  es  muy  fina,  de  la  qual  se 
hazen  las  mantas  y  los  vestidos  muy  ricos  para  los 
grandes  señores,  y  desta  lana  muy  fina  se  hazla  la 
borla  que  trayan  los  Yngas  por  insigna  real,  que 
otra  persona  de  qualquier  estado  y  condiscion  que 
fuera  no  la  podia  traer  en  la  frente,  so  pena  que 
yncurria  en  crimen  lesscB  majestatis,  y  agora  la 
traen  los  curacas  después  que  los  Yngas  murieron. 
Otro  si,  ay  otros  géneros  de  carneros,  que  a  los 
vnos  llaman  guanacos,  que  son  como  venados  be- 
rrendos y  corren  muchissimo  y  andan  por  los  des- 
poblados a  grandes  manadas.  El  otro  genero  lla- 
man urcos,  que  son  los  carneros  que  se  comen,  y 
se  traen  a  las  cibdades  a  vender  cantidad  dellos  y 
se  pesan  en  las  carnecerias  para  todos,  y  es  muy 
buena  carne  y  sabrosa  de  comer,  que  son  estos 
carneros  tamaños  como  asnos  sardescos  y  son 
muy  gordos.  El  otro  genero  se  dizen  llamas;  son 
muy  grandes,  los  quales  cargan  como  a  cauallos  o 
muías  que  andan  eil  las  recuas,  y  ay  grandissimos 
rebaños  dellos,  que  los  3'ndios  los  crían,  y  son  ellos 
muy  mansos  y  comen  gentilmente  mahiz  y  andan 
enxaquimados  como  bestias  asnales  o  mulares.  De 
todos  estos  cinco  géneros  de  carneros  son  (1)  muy 
buenos  de  comer,  y  el  sebo  dellos  paresce  manteca 
de  puerco  mas  que  sebo  de  camero,  porque  no  em- 
palaga, que  con  ello  se  guisa  de  comer  y  con  ello 
se  hazen  pasteles  y  buñuelos  y  otros  manjares  de 


(t)    Tachado:  iamáim. 


500 

I  comer.  Estos  carneros  y  toda  su  generosidad 
leñen  biel,  como  las  palomas,  o  como  los  ele- 
■tes,  se^n  que  Aristotiles  lo  refiere  en  su  li- 
■atorce  De  animalibus,  y  Pedro  Mexia,  coro- 
I  de  Su  Maí^estad,  dize  en  sus  Coloquios  que 
D  tiene  hiél  y  que  por  eso  es  muy  manso 
LO,  que  suTre  mucho  la  carga  que  le  hechan. 
lanera  tic  como  se  cat;an  los  carneros  brauos 
lestres  que  andan  por  los  campos  ydespobla- 
s  en  esta  forma:  ajúntanse  muchos  yndíos  de 
t  los  pueblos  comarcanos  y  traen  vnas  cuer- 
lazos,  de  largor  de  bra?a  y  media  y  de  gor- 
iel  dedo  miñique,  hechas  de  neruios  de  ani- 
s  y  de  pita.  A  los  cabos  destas  cuerdas  tienen 
■  pelotillas  de  oro,  o  de  plata,  o  de  cobre,  muy 
lencaxadas  en  ellas,  que  les  hazen  vnosagu- 
I  por  medio,  y  tomando  del  vn  cabo  de  la  pe- 
rodeando  la  otra  por  encima  de  la  cabera, 
pandóla  al  tiempo  que  la  quieren  tirar,  y  como 
puchos  los  yndios,  van  a  los  dichos  montes  y 
|)blados  dando  grandes  bozes  y  alaridos  que 
^itan  a  los  carneros.  Y  como  van  puestos  en 
^las,  cada  vno  por  su  parte,  se  van  ajuntando 
^^a  poco  a  vn  cabo  donde  ay  algún  llano  des- 
flra^ado;  alli  los  yndios,  desque  veen  junto  el 
|Jo  desembragan  las  cuerdas  y  las  tiran  rezia-^ 
e  y  enlajan  los  carneros  por  los  pescuezos, 
ios  tienen  muy  largos,  como  cigüeñas,  y  que- 
o  huyr  no  pueden,  porque  están  assidos  de  las 
las  dos  o  tres  dellos.  Y  desta  manera  los  to- 
'  ca^an  y  luego  los  atan  con  otras  cuerdas 
liimas  que  traen  de  respecto,  y  los  yndios  les 


501 

escupen  en  los  ojos,  porque  si  esto  no  hazen,  ellos 
escupen  a  los  yndios  con  lo  que  tienen  en  el  buche, 
y  assi  los  lleuan  a  sus  casas  y  los  amansan  como 
cauallos  para  cargallos.  También  ay  por  aquí  mu- 
chos leones  pardos,  tigres,  osos,  lobos,  puercos 
monteses,  adiues  muy  grandes,  liebres,  conejos,  zo- 
rras tan  grandes  como  adiues,  venados  pardosy  be- 
rrendos, con  otraynñnidad  de  animales.  Ay  en  esta 
cordillera,  en  diuersas  partes,  vnos  valles  hondos, 
en  donde  haze  grandissima  calor,  como  en  la  mari- 
na, que  también  se  cria  aqui  la  coca, con  que  tratan 
y  contratan  los  españoles  y  los  yndios  con  ella,  que 
es  la  moneda  que  corre  por  estas  partes,  como 
los  almendrones  o  cacao  en  la  Nueua  España.  Ay 
en  estas  partes  vna  yerua  que  paresce  propiamen- 
te al  apio,  que  tiene  la  ñor  amarilla,  que  sana  toda 
llaga  podrida,  y  si  se  pone  en  parte  sana  come 
la  carne  hasta  el  hueso,  de  que  se  haze  una  llaga 
muy  grande.  De  manera  que  esta  yerua  es  buena 
para  lo  malo,  y  malissima  para  lo  que  esta  sano,  y 
aun  dizen  muchos  que  esta  yerua  es  muy  buena 
para  sanar  las  almorranas  quando  están  de  fuera. 
Los  yndios  desta  serranía,  por  el  gran  frió  que  ha- 
ze a  sus  tiempos  vsan  todos  de  vnas  ropas  de  lana 
y  algodón,  con  vnas  camisetas  sin  mangas  que  les 
]lega[n]  hasta  las  rodillas,  a  manera  de  costales, 
y  no  traen  callones,  y  cobijanse  con  vnas  mantas 
sin  ata11as,sino  que  hecban  la  vna  punta  al  lado 
izquierdo,  como  capa.  Y  traen  en  las  cabc<;as  vnas 
hondas  ceñidas  y  largas,  y  son  de  grandes  fuerzas 
y  bien  fornidos,  y  todos  biuen  en  buena  poh'cia  y 
en  razón,  que  no  es  poco  entre  yndios.  Las  muge- 


502 

stos  yndios  andan  g.ilanamente  vestidas  a  su 
íi  con  ropas  de  algodón  o  de  lana  fina,  hasta 
's,  las  quales  se  ciAen  con  vnas  fajas  de  tres 
de  ancho  y  de  diez  varas  en  largo.  Traen 
:ubijas  que  se  ponen  sobre  los  hombros,  que 
1  liquidas,  que  les  da  hasta  las  corbas.  y  las 
prendidas  en  los  pechos  con  vnos  alfileres  de 
.le  plata  o  de  cobre,  que  llaman  topo,  en  esta 

-=^rdí-  Estos  vestidos  vsan  en  toda  esta 
lia,  j-  son  ellas,  por  la  mayor  parte,  grandes 
adoras,  y  ayudan  mucho  a  sus  mandos  en 
tiran<^ns  y  en  las  guerras  quando  peleauan. 
;unos  pueblos  dcstos  tenían  de  costumbre  las 

es  labrar  los  campos,  heredades  y  mahiza- 
c  tenian,  y  cargarse,  y  ellos  se  quedauan  en 
sas  tcxiendo,  hilando  y  haziendo  de  comer 
US  mu^:i'res  para  quando  viniessen  de  traba- 
e  fuera.  Las  casas  que  tienen  son  de  adobes 
it'dra,  y  algunas  dellas  son  de  azotea,  y  en 
is  parles  las  cubren  galanamente  con  mucha 
ue  terna  de  gordor  de  vna  braca,  que  tura 
n  cinquenta  afios,  a  lo  que  dizen  los  yndios. 
sierras  tan  nombradas,  según  se  afirma  por 
)s  mateantes,  dizen  que  comienzan  desde  la 
L  Galicia  de  la  Nueua  España,  hasta  dar  en 
nala,  y  allí  se  tuercen  y  van  a  dar  a  Panamá 
ombre  de  Dios,  atrauesandu  por  en  medio 

dos  pueblos  marítimos,  en  donde  se  haze 
jra  por  donde  passan  de  vn  lugar  a  otro.  Pa- 
un  mas  adelante  estas  sierras  y  airauiesan 
5  tierras  de  la  gouernacion  de  Pascual  de 
•oya  y  por  la  Gorgona  y  por  las  Barbacoas, 


503 


3'  corren  por  el  adelantamiento  de  Sebastian  de 
Benalca^ar  y  atrauiesan  por  los  reynos  del  Perú, 
que  van  a  dar  a  la  gouernacion  del  Chile,  y  de  alli 
van  a  dar  hasta  el  estrecho  de  Magallanes.  De  ma- 
nera que  tura  su  correndilla  por  muchas  prouin- 
cias  y  regiones,  que  es  cosa  de  considerar  que  se- 
rán mas  de  tres  mili  y  doscientas  leguas,  que  la 
mayor  parte  dellas  están  pobladas  de  yndios  fero- 
zes  y  de  guerra  que,  plaziendo  a  Dios,  yran  los 
xpianos  a  visitallos. 


CAPITULO  LVIIl 

EN  DONDE  SE  DA  NOTICIA  DE  LOS  MUY  GRANDES  RÍOS 
QUE  SALEN  DESTAS  PROUINCXAS  Y  REGIONES  DEL  PERÚ, 
QUE  VAN  A  DAR  A  LA  MAR  DEL  NORTE,  Y  CUENTA  QUIE- 
NES FUERON  LOS  QUE  LOS  DESCUBRIERON  POR  AQUE- 
LLAS PARTES,  Y  DE    LA  YERUA  ESCORgONELA  QUE  AY 


Destas  sierras  arriba  contadas  y  de  las  sierras 
de  los  Andes,  como  abaxo  diremos,  nascen  los 
muy  nombrados  y  poderosos  rios  que  van  a  parar 
a  la  mar  del  Norte,  que  son  el  rio  del  Darien,  el 
rio  de  Veragua,  el  rio  de  Cartagena,  que  descu- 
brió el  capitán  Alonso  de  Hojeda,  que  esta  en  diez 
grados  de  la  linea  equinocial.  Mas  adelante  está 
vn  rio  muy  grande,  y  luego  el  de  Sancta  Martha^ 
que  descubrió  Rodrigo  de  la  Bastida  en  el  año  de 
mili  y  quinientos  y  veinte  y  quatro  años,  que  está 
en  onze  grados  de  la  linea  equinocial.  Yendo  mas 
adelante  está  otro  rio  muy  grande  y  poderoso  que 
está  hazia  el  poniente,  y  por  aqueste  subió  el  li- 
cenciado Xpoual  Ximenez,  y  después  de  auer  atra- 
uesado  por  las  tierras  y  señorío  del  gran  curaca 
Bogotá,  que  era  vn  yndio  muy  anisado,  passó  ade- 
lante con  los  suyos  hasta  que  llegó  al  cerro  de  las 
Esmeraldas,  que  es  vn  cerro  alto,  raso  y  pelado. 


505 


El  curaca  y  señor  deste  cerro  se  llamaua  Somodo- 
co,  el  qual,  haziendo  paces  con  los  xpianos  se  fue 
de  buena  gana  con  ellos  al  dicho  cerro  y  comen- 
tando a  cauar  en  la  mina  sacaron  mas  de  mili  y 
ochocientas  esmeraldas  grandes  y  chicas,  y  muy 
finas  y  enteras.  Estas  son  las  que  se  vieron  y  se 
contaron,  mas  empero  uvo  muchas  hurtadas  y  avn 
tragadas  por  los  soldados  y  escondidas  por  los  yn- 
dios  de  seruicio,  porque  no  se  las  tomasse  el  ca- 
pitán Ximenez,  que  fue  esta  riqueza  vna  de  las  ad- 
mirables grandezas  que  a  auido  en  el  mundo  hasta 
este  tiempo.  En  esta  tierra  de  Sancta  Martha  ay 
vna  yerua  muy  pon<;oñosa  y  pestilencial  que  lla- 
man la  manganilla,  y  con  el  zumo  dell^  vntan  los 
yndios  las  flechas  quando  van  a  pelear  con  sus 
enemigos,  y  por  pequeña  herida  que  haga  la  flecha 
en  los  hombres,  y  aun  en  los  animales,  los  despa- 
cha con  muerte  rabiosa;  y  esta  manganilla  es  a 
manera  de  vna  enzina  grande.  También  se  halla 
aqui  la  contrayerua,  que  a  ley  de  creo,  es  la  hipér- 
baton que  hallo  Alexandro  Magno  rey  de  Macedo- 
nia,  con  la  qual  curó  a  su  grande  amigo  y  capitán 
Tholomeo,  que  en  Cataluña,  a  lo  que  dizen,  se  lla- 
ma escuergonela,  aunque  otros  la  llaman  rosa  sil- 
uestre,  y  los  latinos  la  llaman  cinorrodon.  La  tra- 
ga y  manera  desta  yerua,  o  planta,  según  lo  refie- 
re el  Doctor  Monardes,  es  muy  linda  y  hermosa  a 
la  vista  de  todos  los  que  la  miran,  y  la  naturaleza 
la  pintó  muy  galana,  como  cosa  que  auia  de  apro- 
uechar  a  todo  el  genero  humano.  Es  de  altura  de 
vn  codo,  poco  mas  o  menos;  tiene  la  hoja  a  mane- 
ra de  achicoria  quando  esta  muy  adulta,  algo  mas 


la  que  ang< 
:e  y  se  estii 
mismo  es  li 
lio  que  se  s 
a,  y  su  cok 
redondos,  i 
dellos  hecí 
dolidos,  COI 
a]gQ  a  los 
de  Mayo  s¡i 
:t.tdas,  de  i 
Lodo,  se  hi 
;lliis  hojas: 
asol.  que  ( 
Sn  del  mes 
Jilos  se  torr 
tas  muy  en 
1  otoño,  en 
ite,  y  pasa( 
ta.  La  rayz 
i  y  pesada; 
a  las  hojas 
1  la  misma 
tira  a  negrc 
la  de  si  vn 
ida  blanca 
:e  por  la  m 
tienen  huir 
lida  en  el  | 
s  muchas  v 
>  que  nasce 
lan  de  la  I 


507 

con  otros  muchos  y  bien  nombrados  rios  qm 
dos  se  ajuntaa  muy  lexos  de  aquí  y  van  a  pai 
la  mar  del  Norte,  como  atrás  queda  dicho.  En 
rio  de  la  Plata  sembró  Sebastian  Gaboto  cim 
ta  y  dos  granos  de  trigo  en  el  mes  de  Setiemb 
cogió  cinqiienta  mili  granos  de  trigo  por  el  mi 
Deziembre.  Assimismo  nasce  en  estas  partes  ■ 
muy  nombrado  que  descubrió  Vicente  Yañes 
íon  en  el  año  de  mili  y  quinientos  y  quareí 
dos,  llamándolo  el  Marañon,  el  qual  nace  junti 
cibdad  de  Quito,  en  el  pueblo  de  Moyobamba 
dizen  ser  el  mayor  rio  que  ay  en  entrambos 
dos,  y  en  el  ay  muchas  yslas  pobladas.  El  qua 
ne  Su  corriente  cassi  siempre  por  debaxo  d< 
linea  equinocial,  como  añrman  muchos  que  le 
visto  y  andado,  que  corre  mas  de  mili  y  quinii 
leguas,  y  assi  dizen  que  tiene  de  boca  en  la  e 
da  de  la  mar  cinquenta  leguas  de  ancho.  Peri 
las  grandes  bueltas  que  va  dando  por  la  tier 
ha  de  entender  que  no  corre  tantas  leguas,  qu' 
camino  derecho  serán  no  mas  de  sietecientE 
guas,  poco  mas  O  menos,  que  con  todo  es  de  | 
de  admiración,  si  es  assi  como  se  cuenta  (]] ; 
esto  le  llaman  algunos  el  mar  dulce.  Otros  i 
que  este  es  otro  rio  que  descubrió  Francisc 
Orellana,  el  nqmbre  del  qual  se  le  puso  en  e 
pasado  {'¿)  de  1543  quando  fue  con  Gonzalo  Fi< 
a  la  conquista  de  la  Canela.  Cresce  la  mar 


¡D  M*rnflon.-<Nu>  marfini 


queste  no 
ibocadero 
ocíal  y  en 
inte  legua: 
uando  Goi 

a  esta  co 
is  de  aqu< 
yendo  por 
o  llamado 
ií  canela,  s 
ly  grande 
capullos  c 
[a,  hojas,  i 
' sabor  de 
rirtud  com 
alo  Pi^arT 
;  hombres 

quatro  mi 
reos,  llega 

>  a  ellos  di 
:mb]o  la  ti 
le  sesenta 
lartes  y  u 
y  cayo  ta 
irse  alli,  y 
pañoles  pa 
o  mas  de 
>,  [y]  llega 
aze  este  p( 

It.  M  </. 


509 


peña  bíua,  que  terna  mas  de  cient  estados  de  hon- 
dura, y  [es]  la  canal  que  llaman  Pongo,  que  quiere 
dezir  puerta;  es  ancha  de  quarenta  pies  por  donde 
se  cuela  el  agua.  Y  el  salto  que  haze  el  rio  hasta 
abaxo,  al  parescer  de  todos  los  que  lo  vieron,  di- 
zen  que  terna  mas  de  ciento  y  cinquenta  estados,, 
que  cierto  es  cosa  marauillosa,  que  en  todo  el 
mundo  no  aura  otro  tal  salto  de  rio  como  este. 
Gongalo  Pigarro  y  los  suyos  passaron  de  la  otra 
vanda  deste  rio  por  vna  puente  de  madera  que  hi- 
zieron  sobre  la  espantosa  canal,  porque  los  yndios 
naturales  les  dixeron  que  de  la  otra  parte  del  rio- 
era  mejor  tierra  y  que  alia  auia  vn  gran  señor  yn- 
dio  muy  rico  que  la  mandaua  toda.  Por  tanto,  cre- 
yendo los  españoles  todo  esto,  passaron  la  canal 
llenando  todos  ellos  los  oydos  atapados  con  trapos,, 
o  con  algodón,  por  no  ensordecer  del  ruydo  mu}- 
grande  que  haze  el  agua  al  tiempo  que  cae  abaxa 
en  el  plan  del  agua.  Este  grandissimo  ruydo  oye- 
ron antes  que  a  el  llegassen,  mas  de  treynta  le- 
guas, y  tuuieron  entendido  siempre  que  era  la  re- 
saca y  tumbo  que  hazia  la  mar  en  la  costa,  y  que 
estañan  muy  cerca  della  y  nunca  acabañan  de  lle- 
gar a  ella.  Pues  caminando  estos  hombres  vieron 
que  los  yndios  les  auian  mentido,  porque  la  tierra 
fue  peor,  que  era  mas  poblada  y  montuosa,  porque 
no  vieron  al  gran  señor  que  les  dixeron,  sino  mu- 
chos yndios  muy  pobres,  sin  hallar  ninguna  de  la 
riqueza  que  buscauan,  ni  en  donde  pudiessen  ha- 
zer  alguna  habitación  para  en  ella  descansar  o  te- 
ner de  comer.  Pues  andando  desta  suerte  les  falto 
la  comida,  que  no  la  hallauan  en  las  partes  por 


issauan,  por  k 
lleuauan,  sedi< 
la  hambre  que 

ados  de  diuersas  maneras,  con  que  se  mantu- 
)n  muchos  dias-  Aqui  se  hallo  vn  pece  ancho 
nilloso  que  llaman  tramielga,  y  este  genero 
aseado  es  Uso  y  sin  escamas,  y  tiene  estrafia 
iedad,  que  se  esconde  entre  la  arena  y  desde 
■ntorpece  y  pasma  a  los  demás  peces  que  por 
>as5an,  y  assi  los  ca<;a  y  se  los  come.  La  pon- 
!  del  qual  es  muy  grande,  que  en  hasiendo  o 
ndo  en  el  anzuelo  o  cebo  que  tiene,  passa  por 
dal  y  va  por  la  caña,  hasta  dar  en  el  bra?o, 
los  entumece  de  tal  manera  que  queda  el  hom- 
sin  sentido  y  pasmado.  Desta  manera  aconte- 
on  muchos  destos  soldados  con  aqueste  pes- 
>,  mas  después  sanauan  luego  y  ninguno  muria 
),  mas  con  todo  esto  no  dexaron  de  pescar,  por 
ucha  hambre  que  tenian,  y  quando  sacauan  de 
amíelga  se  la  comían,  que  dizen  que  no  les  ha- 
lingun  mal.  Y  con  esto  caminaron  muchas  mas 
as  adelante,  descubriendo  muchas  tierras,  en 
Je  hallaron  en  este  paraje  algunas  pobla^ones, 
que  la  gente  desnuda,  y  sin  hallar  ninguna  de 
queza  que  buscauan.  Por  lo  qual  yuan  los  sol- 
)s  muy  desesperados  y  estuuieron  muchas  ve- 
1  canto  de  matar  a  Gonzalo  Pi^rro  porque 
lleuaua  a  morir  por  tierras  pobres  y  no  5»bi' 
sin  hallar  que  comer,ni  mantas  de  algodón  pa- 
azer  camisas  y  de  vestir.  Como  los  yndios  que 
auan  de  seruicio,  juntamente  los  cauallos,  co- 
auian  andado  tantas  leguas  cateados  del  far- 


511 

daje  de  los  soldados,  y  como  auian  sido  muy 
bajados  los  vnos  y  los  otros,  murieron  mucho: 
líos  en  el  camino,  por  lo  qual  hizieron  vna  b. 
bien  grande  en  aquel  río,  metieron  en  ella  toe 
fardaje  que  tenian  y  dieron  el  cargo  de  la  b: 
al  capitán  Francisco  de  Orellana,  con  sesenta  I 
bres  que  yuan  enfermos,  que  ya  no  podían  c 
nar  de  puro  cansados  y  despeados  y  bien  acá 
turados;  fueles  mandado  que  lleuassen  la  b 
poco  a  poco  riberas  del  rio  abaxo,  y  que  cada 
che  parasse  junto  al  real  para  tomar  lo  que  i 
ssen  menester  los  soldados,  y  assi  se  hazia, 
atauan  la  barca  a  vn  árbol  grande  con  vnas  c 
das  muy  rezias  que  hizieron  de  los  la<;os  y  re 
que  lleuauan.  Caminando  mas  adelante  top; 
vn  otro  rio  muy  grande  y  mayor  que  el  prim 
en  donde  se  tiiuo  gran  diñcultad  en  lo  passa 
comono  lo  passaron,  dieron  todos  la  buelta 
mucho  plazer  y  alegría,  aunque  con  gran  pesí 
no  auer  hallado  otro  pueblo  de  Casamalca  ; 
otro  Atagualpa.  El  capitán  Francisco  de  Orell 
como  yoa  en  la  barca,  liego  a  la  junta  destos 
ríos  tan  poderosos,  la  qual  passaron  con  gr. 
ssimo  peligro  de  las  vidas  por  amor  de  la  gra 
saca  que  hazian  estos  dos  ríos  al  tiempo  qi 
ajuntauan  el  vno  con  el  otro.  Y  quando  Fran< 
de  Oi'ellana  y  los  suyos  yuan  nauegando  por 
rio  vieron  en  las  riberas  del  muchos  yndios  de 
rra,  y  en  vna  parte  del  vieron  vna  yndia  va 
que  peleaua  animosamente  con  arco  y  ñecl 
macana,  por  lo  qual  el  Orellana  llamo  al  río,  c 
Amacenas.  Como  el  capitán  lleuau.i  algunos 


512 

jT  auiendo  hecho  otra  barca  bien  grande 
;e  metieron  la  mitad  detios,  y  sin  tener 
:  Gonzalo  Pitarro,  se  fue  a  España  con 
le  los  suyos  que  le  auian  de  dar  fabor  y 
iu  negocio.  Y  llegado  a  España  pidió  a 
ad  la  conduta  y  merced  de  la  conquista 
tierra,  atribuyendo  a  si  mismo  los  gas- 
inos y  descubrimiento  deste  tan  pode- 
I  qual  llamo  de  su  nombre,  aunque  otros 
lo  nombro  de  las  Amai;onas.  Su  Mages- 
do  entendido  ser  todo  assi  lo  que  Fran- 
rclliina  le  auia  ynformado  y  dicho  jun- 
>n  los  suyos,  le  hizo  la  merced  del  Ade- 
o  y  generelato  de  aquel  rio,  con  tantas 
-ircuyio  de  districto  y  jurisdicion,  y  es- 
endo  la  gente  a  costa  del  rey  y  para  vr 
lista,  te  dio  vna  muy  grande  enfermedad 
rio  en  breues  días.  De  manera  que  de 
y  veinte  soldados  que  Gonzalo  Pí<;arro 
tierras  de  la  Canela  no  boluieron  cien- 
s  yndios  de  paz  que  auian  lleuado  de  car- 
ruido,  cassi  todos  murieron,  y  también 
íeron  muchos  cauallos,  de  cansados,  y 
omieron.  Los  pocos  soldados  que  queda- 
iiieron  a  la  cibdad  de  Quito,  a  pie  como 
eros,  desnudos,  descalzos  y  llagados  en 
is  con  mataduras  como  bestias,  por  traer 
ius  comidas,  que  la  ropa  que  tenían  se 
jado  Francisco  de  Orellana,  y  della  se 
>drído  y  hecho  pedamos.  De  manera  que 
i  tristes  soldados  llegaron  a  Quito  muy 
i  en  los  pies  y  piernas,  y  las  manos  hin- 


513 

chadas  y  comidas  de  mosquitos,  qae  los  ay 
aqai  infinitissimos;  de  noche  aaía  de  los  t^aDcui 
y  de  dia  los  sexenes  o  zinifes.  Llegaron,  puí 
esta  cíbdad  mny  destrocados,  Bacos  y  desfigí 
dos,  y  las  barbas  y  cabellos  bien  crescidos  y 
gos,  que  a  duras  penas  los  conoscian  los  vezi 
qae  los  vieron  salir  desta  cíbdad  muy  soben 
hinchados  y  phanfairones,  a  cabo  de  dos  añc 
medio  que  por  alia  estouieron.  Aqui  es  dond 
dize  por  los  que  fueron  en  esta  jornada,  que 
chas  vezas  Gon^lo  Pi^arro  lleuaua  acuestas  : 
soldados  enfermos  que  ya  no  podían  andar  ni 
ssar  adelante,  y  les  daña  a  comer  yernas  coz 
y  rayzes  no  conoscidas,  de  que  recebían  gran 
uio  y  consuelo.  De  manera  que  todos  estos 
que  van  a  parar  a  la  mar  del  Norte  son  los 
nascen  a  las  vertientes  de  aquella  parte,  poi 
los  que  nascen  a  las  vertientes  de  acá  vienen  i 
rar  a  esta  mar  del  Sur,  y  quando  llegan  a  los 
nos  no  vienen  tan  grandes  como  los  otros  po 
que  adelante  diremos  breuemente. 


5B 

han  andado  vna,  assi  que  no  solamente  los 
bres  se  despean,  mas  aun  también  las  bf 
quando  passan  por  aquí  se  encalman.  Des 
pueblo  de  Tumbez  hasta  la  prouincia  del 
nunca  ha  llouido  jamas;  la  causa  dello,  dJze 
que  mas  saben,  que  como  reyna  por  aquí  el  v 
Sur  y  corre  siempre  de  noche  y  de  dia  con 
dissima  furia,  que  no  dexa  subir  los  vapores 
humidad  del  agua  de  la  mar,  ni  de  los  ríos, 
arriba.  Y  que  si  algunos  vapores  suben,  que 
los  arrebata  lu  ferocidad  del  viento  y  los  t 
hazia  las  tierras  de  las  Barbacoas  o  Gorg 
que  es  mas  alia  del  rio  Piru,  en  donde  casi  te 
año  Ilueue  desatinadamente,  y  por  aqui  ha 
fosyndios  encima  de  arboles  altos,  a  mane 
picabas,  y  tienen  sus  casas  hechas  encima  de 
suben  a  ellas  por  vnas  escaleras  leuadizas- 
dizen  que  el  no  llouer  en  estos  llanos  es  por  1 
se  a  visto  y  considerado  y  aun  se  a  platici 
conmunicado  con  personas  sabias  que  entíi 
desto,  y  es  que  el  verano  que  haze  en  la  sier 
mientpa  (i)  por  Abril  y  tura  sucessiuamente 
el  mes  de  Setiembre,  y  por  Otubre  entra  ya  i 
uierno  y  tura  hasta  el  mes  de  Mar9o.  De 
que  en  lo  tocante  al  tiempo  es  poco  lo  que  di 
de  España,  y  assi  los  campos  se  agostan 
tiempos  y  demoras.  Mas  en  estos  llanos  junt 
mar  del  Sur,  cerca  de  donde  están  pobladi 
cibdades  de  Lima,  Truxillo,  Sant  Miguel 
otros  lugares  de  la  marina ,  tenérnoslo  m 


(O    Mt.. 


516 

ario  de  todo  lo  sobredicho,  porque  quando 
sierra  es  verano,  en  estos  llanos  de  acá  abaxo 
uierno,  que  cierto  es  cosa  de  considerar  tan 
lissima  difTerencia  que  ay  dentro  de  vna  mis- 
írra  y  en  vn  reyno.  Y  lo  que  es  mas  de  no- 
ue  en  nlp^unas  partes  los  hombres  salen  por 
nana  de  tierra  donde  Uueue  como  en  £spa- 
antes  de  vísperas  se  hallan  donde  jamas  ba 
o.  Porque  solo  desde  principio  de  Otubre 
adelante  haze  muy  gran  roció  que  mata  muy 
;1  poluo.  Y  assi  passan  algunos  dias  que  es- 
endose el  sol  entre  las  espesuras  de  los  nu- 
s  no  es  visto,  de  los  quales  en  ynuierno  anda 
muj'  cubierto,  sin  llouer;  solo  caen  las  rocia- 
ue  tengo  dicho.  Y  como  la  serranía  esta  alto 
llanos  están  bien  baxos,  parcsce  que  atrae 
os  nublados,  sin  los  dexar  parar  en  los  altos, 
que  quando  las  aguas  en  lo  alto  son  natura- 
leue  mucho  en  la  sierra,  y  no  en  los  llanos, 
haze  gran  calor  en  ellos,  y  nssí  por  este 
o  vienen  los  ríos  de  monte  a  monte  muy 
les.  En  todos  estos  llanos  se  coge  dos  vezes 
aflo  trigo,  mahiz,  y  otros  sembrados  vna  vez, 
lo  haze  tiempo  de  muchas  y  grandes  nebli- 
[ue  es  el  ynuierno  en  estos  llanos.  Y  la  otra 
ando  es  verano  [y]  en  la  primavera,  porque 
gan  todas  estas  tierras  con  el  agua  que  sacan 
i  rios  que  vienen  de  la  sierra,  porsus  acequias, 
esto  no  llegan  a  la  mar  los  rios,  ya  que  llegan 
ly  poco  o  no  nada.  Riberas  destos  rios  biuen 
ndios  que  llaman  yungas  porque  habitan  en 
i  llana  y  de  gran  calor,  y  como  son  valles  an- 


^   »1 


517 


'•^sn 


chos  y  sombríos  se  crían  en  ellos  muchas  y  díuer- 
sas  frutas,  assi  de  las  de  Castilla  como  de  las  de  la 
tierra.  Tienen  los  yndios  sus  casas  debaxo  de  arbo  • 
les,  que  son  vnos  cercados  de  cañas  sin  cobertura, 
que  parescen  corrales  de  ouejas,  y  no  las  cubren  a 
causa  que  nunca  Ilueue  por  aquí,  como  arribaque- 
da  dicho.  En  estos  valles  tan  frescos  se  crian  vnos 
arboles  muy  altos  y  gordos  que  llaman  moUi,  que 
hecha  de  si  vna  fruta  colorada,  en  razimo  como 
uvas,  del  tamaño  de  garuan^os,  de  que  se  haze  vn 
vino  que  paresce  propiamente  aloque  de  Castilla. 
Este  vino  tinto  o  aloque  es  muy  bueno  para  beuer 
y  es  bien  saludable  y  tiene  mas  otras  muchas  vir- 
tudes y  excelencias  que  son  medecinales,  con  la 
goma  que  nasce  del.  También  beuen  todos  de  otro 
genero  de  vino  que  llaman  chicha,  que  se  haze  de 
mahiz  mascado  con  la  boca.  Assimismo  se  haze 
de  vna  planta  de  altor  de  vn  estado,  que  llaman 
quinua,  que  paresce  mucho  al  bledo,  y  el  vino  que 
se  haze  della  paresce  mucho  en  la  color  al  vino 
tinto  de  Castilla,  porque  la  semilla  es  colorada  y 
es  también  saludable  cosa,  y  todo  breuaje  que  se 
haze  en  esta  tierra  llaman  chicha  o  azua.  Ay  en 
estos  llanos  aquel  muy  nombrado  árbol  llamado 
acacio,  que  cresce  en  abundancia  en  esta  tierra, 
de  que  haze  mincion  del  PedacioDiascorides  Anas- 
barbeo  en  su  libro  De  las  propiedades  de  arboles 
yplantaSy  que  los  yndios  llaman  en  su  lengua,  gua- 
cia, el  qual  tiene  muchas  virtudes  medecinales. 
Assimismo  ay  en  esta  tierra  vnos  arboles  cuyas 
hojas  en  tocándolas  con  las  manos  luego  se  secan 
y  se  caen,  y  la  causa  deste  secreto  nadie  lo  sabe 


■sel  C 
;me  a> 
j|,  pan 

que  ti< 
:ndo  m 
:1  mun< 
bol  nit 
ncan,  i 
js  ynd 

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nernal 
ssi  lo  ; 
do  bie 

vna  h 
(ichas, 

íiuauí 
de  pal 
■  dentr 
;o,  y  es 
haze  ir 
i  y  las  1 
ien  \'a 
n  enmi 
preciai 
ue  llar 
icmbn 
Lta,  y  1 
on  elli 
y  las  o 
liando 

)sa  aqi 


519 

desmenuzada  entre  las  oíanos  la  meten  en  la  boca 
entre  los  dientes,  o  muelas  y  labrios,  la  qual  meten 
con  tres  dedos,  con  una  poca  de  cal  molida,  para 
que  le[s]  dé  mas  fuerza,  y  assi  no  sienten  cansan- 
cio. Es  de  tan  grandissima  virtud  y  subtancia  que, 
como  hemos  dicho,  los  yndios  no  comen  ni  beuen 
mas  de  vna  vez  al  dia,  y  aquello  luego  de  mañana, 
hasta  la  noche,  y  mudan  la  coca  de  quando  en 
quando  y  tornan  de  nueuo  a  poner  mas  con  la  di- 
cha cal.  Y  assi  dizen  que  les  da  gran  fuerga  y 
aliento  y  que  no  sienten  ningún  trabaxo  y  labor 
que  hagan,  y  traen  esta  coca  seca  en  vnas  bolsi- 
llas  hechas  aposta,  y  en  vnas  calabacillas  traen  la 
cal,  con  las  bocas  angostas,  y  un  palillo  por  tapa- 
dero que  llega  hasta  la  cal,  al  qual  mojan  y  luego 
sacan  la  cal  y  la  passan  por  la  boca,  y  las  traen 
colgadas  al  pescuezo  para  quando  lo  han  menester. 


n. 


521 

ter  que  tienen,  que  siempre  andan  hediendo  a  pes- 
cado En  esta  pesca  toman  muchos  lobos  marinos 
y  se  los  comen  cozidos,  o  asados  en  las  brasas,  y 
con  las  barbas  que  les  quitan  se  alimpian  con  ellas 
los  dientes,  y  dizen  que  quita  el  dolor  de  las  mue- 
las y  dientes;  y  junto  al  puerto  de  Payta  ay  vna 
isla  grande  que  por  auer  en  ella  gran  multitud  de- 
líos  tiene  el  nombre  positiuo  de  Lobos.  Vna  cosa 
de  notar  vide  en  vn  lobo  destos  que  yo  y  mis  treze 
compañeros  matamos,  que  auia  dado  al  traues, 
junto  al  pueblo  de  Guambacho,  que  era  de  los  fray- 
Íes  mercenarios,  al  qual  abrimos  y  vimos  que  tenia 
vnos  grandes  guijarros  en  el  buche,  como  los  tie- 
nen los  lagartos;  tengo  para  mi  que  los  traen  por 
lastre  quando  quieren  dormir  o  descansar  a  su  sa- 
bor. Mas  empero  son  muy  rezios  y  ligeros,  ferozes 
y  de  fea  catadura  y  grandes  enemigos  de  los  tibu- 
rones, los  quales  se  persiguen  mortalmente  y  con 
mucha  rauia  y  furia  se  hazen  todo  el  mal  y  daño 
que  pueden,  porque  en  topándose  los  vnos  y  los 
otros  se  combaten  reziamente  hasta  matarse.  Las 
lobas  paren  dos  lobeznos  cada  vez,  a  los  quales 
crian  con  dos  tetas  que  tienen  en  los  pechos,  a  ma- 
nera de  perras,  debaxo  de  dos  alas;  el  pelo  tienen 
muy  hermoso  y  negro,  como  vn  terciopelo,  y  otros 
ay  que  lo  tienen  bermejo,  y  otros  pardos,  y  son 
grandes  de  diez  y  siete  pies,  y  de  ocho  en  redondo, 
y  tienen  dos  andenes  de  dientes  muy  agudos,  como 
diamantes;  las  cintas  y  talabartas  que  se  hazen  de 
los  pellejos  o  cueros  destos  lobos  son  buenos  para 
los  que  son  enfermos  de  ríñones  o  de  lomos,  y  la 
muger  preñada  que  truxere  vn  ceñidor  destos,  di- 


522 

í  no  terna  mal  parto,  medL-iate  Dios,  Los 
matan  muchas  deslos  lobos  quando  salen 
;1  agua,  que  es  cosa  marauillosa  ver  su  dis- 
d  y  fiereza,  como  hemos  dicho,  porque  es 
I  y  de  mala  caladura,  tiene  grandes  fuerzas 
bravos  muy  gordos  y  cortos  y  con  grandes 
la  cola  de  pescado.  Los  buytres,  quando 
matar  algún  lobo,  se  ajuman  muchos  de- 
el  ayre  y  viendo  al  lobo  en  seco,  o  sobre 
,  arremeten-  con  gran  velocidad  a  el  y  le 
porña,  qual  a  los  ojos,  qunl  a  los  lomos, 
os  bracos  y  a  la  cola,  hasta  que  lo  cansan, 
nanera  le  dan  tantos  picagos  que  lo  de- 
1  y  matan  y  se  lo  comen,  que  no  dcsan 
guna  cosa ,  y  es  gran  deporte  ver  esta 
da  y  batalla  naual  entre  ellos,  los  saltos 
obo  da  en  el  ayre,  en  vano,  por  vengarse 
oi;er  o  matar  algún  buytre.  Ay  grandissi- 
tidad  destos  buytres  por  toda  esta  costa  y 
y  grandes  en  dcmasia,  que  muchos  dellos 
de  vna  punta  de  la  ala  a  la  otra  mas  de  diez 
palmos  en  largo,  y  los  cañones  son  tan 
casi  como  el  dedo  miñique  de  la  mano  de 
ibre.  Assimismo  ay  vnas  aues  muy  grandes 
na,  ni  sin  alas,  las  quales  por  marauílla  sa- 
mar, sino  que  siempre  andan  encima  del 
tías  empero  tienen  vn  vello  muy  delgado  y 
que  en  tiempo  de  los  Yngas  hazian  del 
cas  mantas,  y  los  sefiores  las  trayan  por 
ísta  y  gala,  que  parescian  bien  con  ellas  en 
era  y  talle,  y  crian  en  peñascos  que  están 
igua  de  la  mar.  Yo  tuue  dos  mantas  deslas. 


523 

bien  grandes,  hechas  deste  vello,  y  vn  colchón  con 
pelos  de  liebre  por  lana,  que  me  dio  vn  curaca 
amigo  mió  que  era  gran  señor  del  pueblo  de  Chin- 
chas, que  es  de  Su  Magestad,  y  cierto  son  muy  ca- 
lientes, que  me  aprouecharon  mucho  en  las  tierras 
frias  que  anduue.  También  ay  otras  muchas  y  di- 
uersas  aues  de  toda  ralea,  y  de  rapiña,  como  son 
águilas,  gauilanes,  neblis,  azores,  halcones,  giri- 
faltes,  cueruos,  auras,  y  buhos  muy  grandes,  con 
otra  multitud  dellas.  Pues  ¿qué  diremos  de  las  per- 
dizes,  codornices,  papagayos,  ruyseñores,  calan- 
drias, tórtolas,  faysanes,  garbas,  grullas,  ansaro- 
nes, patos  gergueritos,  tordos,  tórtolas,  palomas 
torcaces,  y  duendos,  gorriones,  aniones,  golondri- 
nas, que  ay  en  esta  tierra,  con  otras  muchas  diuer- 
sidades  de  aues  que  se  crian  mansas,  que  seria 
gran  proligidad  contallas?  Los  tiburones  que  ay 
por  esta  mar  son  muy  grandes  a  marauilla,  y  las 
tiburonas  paren  de  vna  vez  y  de  vn  parto  veynte 
o  treynta  tiburoncillos;  dizen  que  no  paren  mas  en 
toda  la  vida  sino  vna  vez,  que  si  todas  parieran 
cada  año,  que  fueran  mas  los  tiburones  que  todos 
los  peces  de  la  mar.  Algunos  tiburones  destos  ay 
de  diez  o  doze  pies  de  largo  y  de  siete  pies  en  re- 
dondo; tienen  gran  boca  y  mayor  el  buche,  y  tie- 
nen dos  andenes  de  dientes  muy  agudos,  como 
Sierra  de  azero  muy  rezio  y  fuerte.  Assimismo 
tienen  el  cuero  de  vn  tollo  blanco,  y  quando  los 
toman  y  ñsgan  los  marineros  y  passajeros,  los 
preparan  con  azeite  y  ajos  y  se  los  comen  gentil- 
mente, cozidos,  y  los  machos,  dizen  que  tienen  dos 
miembros  viriles,  que  con  ellos  engendran,  lo  que 


icas 
Es  I 
tibu 
lerto 
y  vei 
cote 
cucn 

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ypo 
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por  1 

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as  la: 

KlllOÍ 

oy  d 
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525 


de  que  se  hazen  peda90S  y  se  los  comen  muy  gen- 
tilmente. Y  estos  tales  pájaros,  si  se  encami^asse» 
en  los  españoles  y  en  los  yndios  viaandantes,  á  ley 
de  creo  que  harían  muchos  y  grandes  males  en 
ellos,  que  después  no  auria  ninguno  que  se  atre- 
uiesse  yr  ni  andar  por  estos  caminos,  por  el  gran 
peligro  que  uviera  por  ellos.  Mas  Dios  Nuestro- 
Señor,  como  piadoso,  con  su  gran  misericordia 
proueyo  como  prouee  en  todas  las  cosas,  que  los^ 
hizo  mansos  y  no  crueles  ni  carniceros  de  carne 
humana,  porque  si  lo  fueran,  ¡guay!  de  todos  los- 
caminantes  yentes  y  vinientes,  porque  fueran  de- 
1  los  muertos. 


CAPITULO  LXI 

EN  DONDE  SE  TORNA  A  PROSEGUIR  TODAVÍA  LA  MISMA 
CORDILLERA,  CONTANDO  OTRAS  MUCHAS  COSAS  DELLA, 
Y  DE  VNA  MANERA  DE  PESCA  MUY  ESTRAÑA  QUE  SE 
HAZE  EN  ESTAS  PARTES  POR  LOS  YNDIOS,  Y  SE  CUENTA 
DE  LA  TERCERA  CORDILLERA  DE  LOS  ANOBS  Y  LO  QUE 

A  Y  EN  ESTAS  TIERRAS 


Los  yndios  que  habitan  y  están  en  estos  valles 
de  los  llanos,  digo  que  por  la  mayor  parte  son  muy 
jíroseros,  sucios,  ynabíles  y  para  poco  y  no  nada 
politicos,  porque  todos  andan  desnudos  en  cueros, 
a  causa  de  las  grrandes  calores  que  haze,  principal- 
mente los  que  habitan  debaxo  de  la  tórrida  zona  o 
linea  equinocial.  Yquando vienen  a  ponerse  alguna 
manta  para  cubrirsse,  es  muy  delgada,  y  crian  ca- 
bellos, como  mujeres,  y  se  los  atan  y  tran9an  en  la 
cabe<;a  con  vnas  cintas  de  diuersas  colores,  y  son 
enemigos  de  tener  barbas,  como  también  los  yn- 
dios de  la  sierra,  y  quando  les  nasce  se  las  arran- 
can con  vnas  tenazuelas  que  tienen,  o  con  otra 
cosa.  Las  yndias,  cassi  todas  ellas  andan  desnudas 
todo  el  año,  y  traen  vnas  pampanillas  de  liento 
delgado  para  cubrirse  la  cosa,  si  es  casada,  y  si 
es  virgen  y  donzella,  que  llaman  china,  aunque 


^ 


527 


sea  de  veinte  años  no  se  ponen  nada,  antes  andan 
desnudas  en  cueros,  y  agora  quando  veen á  loses- 
pañoles  se  ponen  vna  camisa  o  habito  muy  largo 
hasta  los  pies,  de  vn  liento  muy  delgado,  que  se 
trasluce  todo  lo  que  tiene[n].  Traen  los  cabellos 
sueltos  por  las  espaldas,  sin  tran^allos,  y  ponense 
por  affeite  vn  poco  de  bermellón  ó  de  almagre, 
pintándose  las  caras  de  mili  maneras,  que  pares- 
cen  al  demonio,  y  por  marauilla  se  lauan  las 
caras,  ni  el  cuerpo,  y  por  esso  andan  muy  sucias 
y  hediondas,  que  si  se  lauassen  no  tienen  sino 
buen  parescer  y  de  buen  rostro.  Hablan  todos 
quantos  yndios  ay  en  la  sierra  y  en  estos  llanos, 
muchas  y  muy  differentes  lenguajes,  que  es  suya 
propia  natural  dellos,  mas  empero  hablan  todos 
generalmente  la  lengua  del  Cuzco  que  Topa  Ynga, 
o  por  mejor  dezir,  Pachacoti  Capac  Yñga  Yupan- 
gue,  mando  a  todos  sus  vasallos,  chicos  y  grandes, 
la  deprendiessen,  so  pena  de  muerte.  En  las  cortes 
destos  Yngas  auia  gran  multitud  de  muchachos 
hijos  de  curacas  y  de  grandes  señores  de  toda  la 
tierra,  que  siruian  al  Ynga  y  a  los  demás  Yngas 
parientes  suyos,  en  donde  deprendían  la  lengua 
del  Cuzco,  y  los  muchachos  que  no  la  sabian  la 
deprendían  en  las  escuelas  de  los  maestros  que  en 
cada  pueblo  auia,  y  assi  corría  por  toda  la  tierra 
este  lenguaje.  Los  yndios  del  pueblo  de  Payta,  de 
Puerto  Viejo,  de  Tumbez,  y  de  la  ynsula  de  la 
Apuna,  y  los  de  toda  la  marina,  vssauan  de  ynme- 
morable  tiempo  acá,  y  el  día  de  oy  lo  ussan,  de 
vnas  balsas  de  madera  liuiana  y  seca,  y  de  cañas, 
con  unas  velas  latinas  trianguladas  y  con  un  ti- 


523 

1  en  la  popa.  Quando  quieren  pescar  entran  en 
s  y  se  van  por  la  mar  adelante  mas  de  quatro 
ias,  con  las  velas  tendidas,  en  viniendo  el  te- 
1,  y  en  tomando  el  pescado  les  sacan  los  ojos  y 
os  comen  lindamente  sin  tener  ningún  asco.  Di- 
los  yndios  que  si  no  les  comen  los  ojos,  que  des- 
s  no  tomarán  pescado  alguno  por  mas  que  tra- 
en, y  assi  pescan  con  redes  lar-jas  y  con  bar- 
es, y  con  varas  tostadas,  y  después  de  medio 
,  viniendo  la  marea,  se  bueluen  a  tierra  con  las 
is  tendidas  vías  balsas  cargadas  de  muchos 
leros  de  pescados.  Dizen  mas,  que  esta  manera 
lauegar  que  lo  deprendieron  de  sus  antepassa- 
y  que  aquellos  lo  deprendieron  de  vn  hombre 
auia  venido  por  la  mar  y  aportado  allí  en  vna 
■>a  con  velas  como  agora  las  vssan  ellos.  Y  que 
ite  hombre  llamaron  Viracocha,  que  quiere  de- 
espuma de  la  mar,  o  manteca  de  la  mar,  y 
la  mar  lo  engendro  y  que  no  tuuo  padre  ni 
dre,  y  como  después  aportaron  los  espaflo- 
a  estas  tierras  en  nauios,  los  llaman  el  dia  de 
Viracocha.  Y  que  este  mismo  anduuo  mucho 
upo  entre  sus  antepassados,  enseñándoles  bue- 
doctrina  y  policía,  y  que  después  no  supieron  a 
ide  auia  ydo  a  parar,  y  que  era  buen  hombre, 
ue  hablaua  como  ellos;  tienese  entendido  por 
españoles  que  dcuío  de  ser  algún  discípulo  de 
discípulos  del  Seflor,  que  passo  por  aquí  predi- 
idoles.  En  el  pueblo  de  Tiaguanaco,  que  es  en 
trouincia  de  Atún  Collao,  estaua  hecho  vn  es- 
co  quadrado,  en  donde  auía  a  la  continua  mu- 
i  agua,  que  después  quando  yo  lo  vide  estaua 


529 

ya  seco,  y  alli  estaua  vna  estatua  de  piedra  muy 
lisa,  de  altor  de  vn  estado,  el  qual  tenia  vna  ropa 
larga  hasta  los  pies,  y  vn  bulto  como  libro,  que 
tenia  en  la  mano  izquierda,  y  en  la  derecha  vn 
bordón;  tenia  mas  vnas  suelas  por  <;apatos,  abro- 
chados con  dos  correas  por  encima  del  empeyne, 
y  vn  medio  capirote  como  de  frayle,  todo  lo  qual 
estaua  hecho  de  bulto,  de  vna  piedra  muy  lisa,  que 
parescia  al  natural,  y  deste  dizen  que  hizo  en  estas 
prouincias  muchas  cosas  muy  buenas.  Y  que  les 
dixó  que  vernian  tiempos  que  auian  de  aportar 
por  estas  tierras  muchos  hombres  barbados  como 
el,  y  que  en  llegando  los  rescibiessen  muy  bien  y 
de  paz,  y  que  ellos  lo  hizieran  assi  si  no  fuera  por 
amor  de  Atagualipa  Ynga,  que  tuuo  entendido  que 
venían  a  faborescer  a  su  hermano  G[u]ascar  Ynga, 
y  que  por  esso  les  dio  guerra.  En  este  pueblo  de 
Guanuco  vide  vna  piedra  que  era  toda  entera,  la 
qual  medi  y  tenia  treinta  y  ocho  pies  de  largo  y 
diez  y  ocho  pies  en  ancho,  y  el  grueso  era  de  seis 
pies,  que  toda  ella  era  muy  lisa,  y  estaua  hecha  de- 
11a  vna  puerta,  la  qual  piedra  y  la  del  bulto  del 
discípulo  Viracocha,  dizen  los  naturales  que  la 
truxeron  cinquenta  leguas  de  alli,  de  las  sierras  de 
los  Andes.  Y  esta  puerta  era  de  vna  casa  muy 
grande  que  auian  hecho  para  en  que  se  aposenta* 
sse  el  discípulo  Viracocha,  la  qual  estaua  cayda  y 
arruinada  con  la  diuturnidad  del  tiempo.  Estos 
yndios  pescan  de  otra  manera  muy  estraña,  que 
ellos  llaman  pesca  real,  y  es  que  entran  muchos 
grandes  nadadores  bien  adentro  de  la  mar,  y  es- 
tando ya  bien  alongados  se  ponen  en  hila  como 

G.  D«  Sahta  Clara.— IV, —S.*  34 


530 

quando  van  a  buscar  la  caza  acá  cu  la  tierra,  y 
vienen  hazia  la  costa  en  ala  gritando  y  braceando 
y  haziendo  gran  ruydo  en  el  agua,  y  con  esto  se 
vienen  acercando  y  traen  antecogidos  mucha  di- 
uersidad  de  pescados  a  la  lengua  del  ag^ua.  Están 
muchos  yndios  aguardando  en  tierra  con  redes 
muy  larcas  y  con  muchas  mantas  delgadas,  \'  como 
los  nadadores  llegan  cerca  se  meten  estotros  de 
refresco  en  el  agua  y  tienden  sus  redes  largas  y 
mantas  grandes,  y  toman  grandissima  cantidad  de 
pescados,  que  después  se  lo  llenan  a  sus  casas,  de 
que  se  podrían  cargar  dos  nauios  del  pescado  que 
sacan  de  vna  vez.  Peligran  muchos  yndios  con  es- 
ta manera  de  pesca,  porque,  o  se  los  comen  tibu- 
rones, o  los  destripan  otros  pescados  grandes,  por 
huyrse,  o  se  pungan  con  algunas  espinas  de  pesca- 
dos ponzoñosos.  También  se  ahogan  muchos  de- 
llos  faltándoles  el  aliento  y  las  fuerzas  para  nadar, 
y  los  parientes  de  los  yndios  muertos  lo  dan  por 
bien  empleado  y  no  se  les  da  cosa  alguna,  especial- 
mente si  aquel  día  han  tomado  mucho  pescado. 
Otra  manera  ay  de  pesca  mas  empero  segura  y 
sin  peliííro,  y  como  ellos  dizen  cauallerosa,  y  es 
que  van  de  noche  mucha  cantidad  de  yndios  por  la 
mar  adelante  en  muchas  balsas  y  llenan  grandes 
luminarias  y  lumbres  encendidas  de  tea  o  pino.  Y 
como  estos  van  desta  manera,  encandilan  los  pes- 
cados que  abobados  y  atónitos  se  paran  a  mirar  la 
lumbre  como  cosa  nunca  vista  por  ellos  y  luego  se 
vienen  allegando  a  las  balsas,  y  alli  los  harponean 
y  ñechan,  o  los  toman  a  mano,  y  en  esta  forma  to- 
man grandissima  cantidad  de  díuersos  pescados. 


531 

Después  que  han  hecho  esta  pesca  se  buelue»  to- 
dos a  tierra  muy  contentos  y  alegres,  en  donde 
ay  otros  muchos  yndios  que  los  están  aguardan- 
do, y  allí  toman  todos  el  pescado  quq  traen  y 
lo  lleuan  a  sus  casas,  en  donde  las  mugeres  de- 
]los  salan  los  grandes,  guardándolo  para  el  tiem- 
po del  menester.  Después  que  han  tomado  mu. 
chos  pescados,  como  ay  muchos  chicos,  venida 
la  mañana  las  mismas  mugeres  de  todos  ellos 
no  hazen  otra  cosa  sino  es  assar  muchos  dellos, 
o  los  cuezen  en  ollas  grandes  al  fuego  que  tie- 
nen ya  hecho.  Y  con  esto  hazen  los  yndios  gran- 
des [fiestas]  en  cantar  y  baylar,  emborrachando- 
sse  todo  el  dia  y  la  noche  con  el  vino  o  chicha 
que  esta  hecho  por  las  mugeres,  y  assi  hazen 
otros  juegos  y  fiestas  de  mucho  plazer  y  contento, 
regocijándose  assi  los  hombres  como  las  mugeres, 
porque  ellas  se  hallan  a  todas  estas  fiestas  y  pía* 
zeres.  Esto  basta  dezir  en  quanto  a  lo  que  toca  de 
la  segunda  cordillera,  aunque  auia  otras  muchas 
particulares  (1)  cosas  que  tratar,  y  agora  venga- 
mos a  tratar  de  la  tercera  cordillera,  que  son  las 
sierras  que  todos  llaman  de  los  Andes,  que  por  ser 
tan  asperissimas  y  muy  altas  y  encumbradas,  que 
en  todo  el  año  están  neuadas,  no  se  andan  ni  cami- 
nan, por  su  maleza  y  escabrosidad.  Porque  el  Cria- 
dor de  la  naturaleza  puso  (2)  aquella  neuada  y  ho- 
rrible cordillera  de  peñas  biuas  y  cumbres  muy  al- 
tas y  valles  enhiestos  y  desesperados,  para  que 


i  * 


(I)    VL^.  ^rtícuUridadéS, 
(9)    Ms«  >««#  en. 


532 

los  hombres  no  se  atreuan  ni  ossen  entrar  ni  pa- 
ssar  por  ellos,  aunque  después,  de  poco  tiempo 
acá,  los  españoles  con  ánimos  varoniles  abrieron 
con  animo  de  íjran  subtileza  de  yngenio  vn  poco 
de  camino  para  entrar  por  alia,  permitiéndolo 
Dios.  A  esta  causa  son  ynabitables  y  despobladas, 
que  no  tienen  árbol  ni  yerua,  mas  empero  tienen 
en  lo  baxo  dcsias  sierras  neuadas  vnos  valles  hon- 
dos y  calientes,  aunque  de  mucha  frescura,  en 
donde  habitan  muchos  j^ndios  en  muy  grandes  po- 
bla(;ones  que  alli  tienen,  en  donde  ay  todo  lo  que 
han  menester  para  substentar  la  vida  humana. 
Abaxo  de  las  dichas  montañas  y  en  lo  poblado  de 
los  valles  ay  vnas  serpientes  o  culebras  en  dema- 
sía muy  «grandes  y  bien  largas,  que  con  su  vista 
espantan  y  atemorizan  a  todos  quantos  las  veen; 
di<^o  de  aquellos  que  no  las  conoscen,  y  si  las  veen 
de  repente  se  tendrán  por  muertos,  porque  les  cen- 
tellan los  ojos,  que  paresce  que  hechan  fuego  de- 
llos.  Mas  son  ellas  tan  bobas  y  tan  mansas  que  no 
hazen  ningún  mal  ni  daño;  aunque  se  assienten  en- 
cima del  las  se  están  quedas  sin  mouerse  del  lu- 
<»:ar,  y  si  se  bullen  es  muy  despacio  y  con  gran  pe- 
sadumbre y  sin  parescer  que  resciben  alteración 
o  espanto  alguno,  y  assi  los  que  las  conoscen  no 
les  hazen  ningún  mal.  Dizen  los  yndios  muy  vie- 
jos y  antigos,  que  lo  oyeron  dezir  de  sus  mayores 
y  antepassados,  que  estas  serpientes  o  culebras 
eran  en  otro  tiempo  muy  brauas  y  ponzoñosas,  y 
que  vna  yndia  vieja,  hechizera  y  gran  máxica,  las 
encantó  porque  vna  destas  culebras  le  mató  y  co- 
mió vna  hija  hermosa  que  tenia,  de  tal  manera  que 


-.1* 


533 


ellas  y  todas  las  demás  que  auia  y  las  que  después 
se  engendraron  quedaron  con  aquella  mansedum- 
bre que  tienen  el  dia  de  oy.  Que  cierto  no  parescen 
sino  vnos  morillos  bien  largos  y  gordos,  tendidos 
y  hechados  en  el  campo,  las  quales  se  atrauiesan 
muchas  vezes  por  los  caminos  y  senderos  [y]  aun- 
que las  pisan  no  hazen  ningún  mouimiento  para 
hazer  algún  mal  y  daño,  aunque  se  assienten  sobre 
ellas  y  les  hagan  mal  y  las  hieran.  En  estos  valles 
hondos  destas  serranías  que  caen  a  estas  vertien- 
tes se  da  todo  quanto  ay  en  los  llanos  de  la  mari- 
na, por  ser  la  tierra  bien  caliente,  y  los  yndios 
biuen  aqui  muy  sanos,  que  llegan  a  edad  decrepi- 
ta, a  causa  que  participan  del  frió  y  de  la  calor,  y 
son  en  estremo  valientes  y  animosos  y  bien  dis- 
puestos y  altos  de  cuerpo.  Assimismo,  en  vn  valle 
destos  haze  habitación  y  morada  el  gran  Jairc 
Topa  Ynga,  en  la  nueua  clbdad  del  Cuzco  que  su 
padre  Topa  Ynga  (^apalla  pobló,  y  no  pueden  pa- 
ssar  alia  por  ser  las  tierras  agras  y  de  grande  as- 
pereza, como  hemos  dicho,  aunque  muchos  capita- 
nes y  buenos  soldados  han  procurado  de  las  .con- 
quistar por  ser  la  tierra  muy  rica;  mas  verná 
tiempo  que  vayan,  Deo /avente  (1).  Estas  sierras 
neuadas  de  los  Andes  dizen  los  mas  de  los  pilotos 
y  marineros  que  también  comienzan  su  correndi- 
lla desde  la  prouincia  de  Culiacan,  que  es  de  la 
Nueua  Galicia  o  Nueua  España,  y  que  corren  como 
las  otras  sierras  menores  que  tenemos  refferido  y 
que  passan  por  muchas  tierras  y  regiones  hasta 


(i)     Ms.  dto  faéanie. 


i 


534 

llcíjar  al  estrecho  de  Magallanes.  De  manera  que 
ya  tenemos  dicho  y  concluido  con  las  tres  cordille- 
ras de  las  sierras  que  ay  en  estas  partes,  diziendo 
lo  que  en  cada  vna  dellas  ay,  aunque  breuemente, 
porque  ay  otras  muchas  y  diuersas  cosas  que  dezir 
destas  prouincias  tan  abundantissiraas  de  oro  y 
piala  y  de  esmeraldas,  porque  ay  ampia  materia 
para  ello,  y  assi  lo  dexaremos  para  que  otro  lo  di- 
¡!^[i  mas  estensamente  con  su  eloquencia. 


CAPITULO  LXn 

ÜN  DONDE  SE  CUENTA  BREUEMENTE  DE  LA  CK. 
UOSIDAD  Y  DERECHURA  (1)  DE  DOS  CAHINOS 
QUE  LOS  YNDIOS  Y  HESORES  YNGAS  DESTAS  PRO 
MANDARON  HAZER  EN  LAS  SIERRAS  Y  KN  LOS 
CERCA  DE  LA  COSTA  DK  LA  MAB 


Engrandescen  y  subliman  en  gran  mar 
dos  los  amigos  historiadores  romanos  la; 
que  en  sus  tiempos  hizieron  los  consulef 
cibdadanos,  assi  en  las  guerras  que  acomi 
que  eran  muy  dudosas  y  aun  asaz  peligrosa 
en  las  que  edifficaron  dentro  de  Roma  y  fu 
lia,  las  quales  tienen  por  admirables  y  de  gi 
rautlla,  de  que  nos  prouocan  a  tener  que  c 
rar,  Y  como  leemos  estas  cosas  y  las  oym 
tar,  las  tenemos  agora  a  gran  marautlla 
cassi  sobrenaturales,  porque  a  la  verdad 
ellas  fueron  humanas,  hechas  y  forjadas  p< 
bres  esforzados  y  animosos,  y  qtros  yng 
y  de  buen  entendimiento,  porque  en  aquel 
fueron  señores  de  la  mayor  parte  del  mund< 
esto  he  dicho  n  fin  que  con  mas  justa  causa 
nos  auiamos  de  admirar  mas  de  las  gram 


53t) 

obras  que  los  Viij-ab  hízieron  en  estas  tierras   v 
prouincias  del  Perú,  con  ser  vna  gente  barbara  y 
sin  letras;  aunque  los  yndios  eran  de  mucho  enten- 
dimiento, no  fue  tanto,  que  fue  vna  zifra  a  lo  que 
los  antioQs  romanos  y  jariegos  lo  fueron  en  aquel 
tiempo.  Porque  los  romanos  y  griegos  fueron  sa- 
pientíbsimos,  y  junto  con  esto  bien  esffor^ados,  no 
me  mirauillo  que  hízíessen  cosas  dignas  de  gran 
loor  y  alabanza;  mas  estos  Yngas  me  paresce  que 
no  menos  meresccn  ser  alabados  de  sus  obras  y 
de  las  «grandezas  que  hízieron  sin  tener  ninguna  de 
la  sabiduria  que  los  griegos  y  romanos  tuuieron. 
En  verdad  que  si  estos  Yngas  tuuieran  coronistas 
que  pussieran  por  memoria  y  en  escripto  los  he- 
chos de  todos  ellos  y  de  sus  capitanes  y  fuertes 
soldados,  nos  dieran  noticia  y  contaran  de  todas 
ellas.  Assimismo  nos  dieran  relación  y  contaran 
de  las  fabricas  y  obras  que  hizieron  en  sus  tierras; 
ique  de  cosas  marauillosas  y  dignas  de  gran  loor 
y  alabanva  nos  dixeran,  que  las  de  los  romanos  no 
fueran  nada  en  comparación  de  lo  que  estos  seño- 
res Yngas  hizieron!  Todo  lo  qual  auemos  visto 
agora  todo  mudado,  anichilado  y  por  el  suelo  cay- 
do  y  arruynado  con  la  diuturnidad  del  tiempo  que 
ha  passado,  porque  no  ha  auido  quien  lo  mandasse 
reparar  ni  adobar,  porque  ya  eran  (1)  muertos  los 
que  lo  auian  de  hazer.  Allende  de  todo  esto,  con 
las  guerras  mas  que  ciuiles  que  uvo  en  estas  par- 
tes entre  los  mismos  señores  Yngas  y  sus"  capiu- 
nes,  vnos  con  otros,  y  principalmente  las  muy 

(i)     Ms._;'íi  eran  ya. 


537 

crueles  guerras  y  destruyciones  que  los  fueri 
pañoles  híEíeron  en  todas  estas  prouincias 
cosa  digo,  que  [si]  como  Tue  poblada  esta 
{de  gente]  desnuda  y  sin  armas  deffensiuas  y 
siuas,  la  uvieran  poblado  gente  de  razón  y 
armada  y  tuuiera  artillería  y  arcabucería  i 
nos  cauallos,  primero  que  tomaran  tierra  en 
puerto,  que  fueran  por  ellos  muertos  y  hech 
da90s  cruelmente;  mas  con  todo  esto  fue  gra 
multitud  de  los  españoles  que  en  ella  muríe 
manos  de  los  yndios.  En  ñn,  al  Gn  la  quisttor 
lea  fue  con  yndios  desnudos  que  no  alean 
ningunas  armas  como  las  tienen  los  españolo 
si  essas  tuuieran,  ¿quien  bastara  a  tomar  poi 
^a  aquella  gran  fortaleza  del  Cuzco,  con  las 
fuerzas  que  estauan  en  Tumbez  y  en  otras  p 
Mas,  {que  digo?  aunque  estas  gentes  fuerai 
fuertes  y  de  grande  animo  y  tuuieran  las  . 
que  se  pueda  pensar,  ¿donde  no  entraran  y 
ran  los  ynuencibles  españoles,  con  el  gran  v 
animo  que  tienen,  que  no  las  conquistaran, 
lo  han  hecho  en  Roma,  en  Ytalia,  en  Franí 
Alemana  y  en  otras  partes,  como  en  tierra  ( 
ros  y  turcos,  y  agora  en  estas  partes  de  1í 
días,  que  con  gran  virtud  y  esfuerzo  y  valen 
lo  han  todo  subjetado  y  puesto  debaxo  de  1 
corona  de  Castilla  con  el  calor  de  los  reyes 
Mas  con  todo  esto  los  españoles  tuuieron  tan 
hazerconellos,que  con  ánimos  ynuencibles  I 
menester  las  fuer9as  que  mostraron,  hasta  q 
ayuda  de  Dios,  cuya  causa  ampUfhcauan,  le 
cicron,  para  que  se  ptantasse  entre  ellos  n 


sánela  fee  catholica  y  se  p 
í<;elio  pura  que  todos  se 
noscimiento  de  Dios  ven 
sjaftudos  el  demonio.  ;Qu 
pudo  ser  [que]  la  que  est 
que  possivan  desde  la  pr 
Pasto  hasta  las  tierras  y 
que  ay  de  vna  parle  a  otn 
poco  mas  o  menos  de  lon< 
cias  y  re;;¡one5  ganaron  '. 
mas,  en  donde  ellos  y  sus 
mas  cosas  de  gran  alabaí 
esfuerzo,  que  si  estuuiera 
aun  su  calidad,  nos  puss 
cton.  Pues  las  subtilezas 
contra  sus  enemigos  y  co 
guerra  que  tenían,  y  aquf 
trauan  en  las  batallas  qu 
peleauan,  sin  duda  que 
admirables,  por  lo  que  S( 
Atagualipa  Ynga,  que  1 
ron  estas  prouincias,  y 
cados  en  la  oibdad  del  Cl 
el  esfuerzo  y  animo  que  t 
y  destreza  que  entonces 
suhjctaron  muchas  y  diu 
y  prouincias  que  ay  en  es 
en  la  serrania  como  en  lo; 
se  pussieron  debaxo  del 
Yngas.  Mas  desado  esto 
¿que  mayor  grandeza  pi 
reales  que  los  Yngas  mai 


T        — 


i-t^' 


539 


se  contiene  en  la  costa  de  la  mar,  y  el  otro  por  la 
serranía,  los  quales  estañan  bien  abiertos  y  lim- 
pios, que  eran  de  longitud  de  mili  leguas?  Estos 
dos  caminos  yuan  tan  derechos  que  era  cosa  ma- 
rauillosa  vellos  en  aquel  tiempo  de  la  felicidad  y 
prosperidad,  como  muchos  de  los  primeros  con- 
quistadores las  vieron,  que  mas  parescian  salas 
muy  limpias  y  barridas  que  caminos  reales,  que 
cierto  fue  esta  vna  obra  la  mayor  que  se  a  visto 
jamas  en  el  mundo,  porque  sin  duda  ninguna  exce- 
dió a  todas  las  obras  romanas.  Y  porque  nadie  no 
piense  que  hablamos  de  gracia  y  que  todo  esto 
que  dezimos  es  hablilla  y  deuaneo,  diremos  lo  que 
se  contenia  en  cada  pueblo  y  lo  que  hazian  los  Yn- 
gas  en  ellos.  Quanto  a  1q  primero  haremos  min- 
cion  del  camino  real  de  ros  Llanos,  que  es  en  la 
costa  de  la  mar,  el  qual,  comentando  desde  la 
,  prouincia  de  Popayan,  yendo  hazia  la  gouerna- 
cion  del  Chile,  yua  por  entrambos  lados  todo  ta- 
piado con  vna  muy  ancha  y  gruesa  pared  de  ta- 
pias de  dos  estados  y  medio  de  alto,  y  tenia  el  ca- 
mino de  ancho  quarenta  y  cinco  pies,  poco  mas  o 
menos.  A  trechos  deste  camino  passauan  muchas 
azequias  de  muy  linda  agua  que  se  traya  de  qua- 
tro  o  cinco  leguas,  en  donde  estañan  plantados 
mudhos  arboles  de  diuersas  frutas  de  las  que  en- 
tonces auia  en  la  tierra,  que  gozauan  dellas,  es- 
tando maduras,  los  Yngas  y  sus  capitanes  quan- 
do  por  aqui  passauan.  De  manera  que  muchas  ve- 
zes  acontecia  a  estos  señores  Yngas  (1)  con  toda  su 


f'.. 


'1^., 


»a 


(l)     Tachado:  jr. 


540 

corte  y  gente  de  guerra  yr  debaxo  de  aquella  ar- 
boleda, que  estaua  muy  espesa,  sin  que  el  sol  les 
diese  ninguna  pesadumbre  ni  les  fatigasse,  porque 
de  antenoche  lo  auian  regado  con  mucha  agua, 
assi  que  gozauan  por  aqui  de  mucha  frescura.  Y 
lo  que  se  tenia  en  mas  era  que  estañan  muy  junto 
a  las  azequias  muchos  arboles  de  guanos  y  de  pal- 
tas, que  son  como  peras  muy  grandes,  ymullis,  que 
entre  ellos  es  mu}'  preciado  árbol  y  tenido  en  mu- 
cho por  los  razimos  y  simiente  que  produce,  para 
hazervino  aloque,  como  atrás  queda  dicho.  Esta- 
uaná  los  lados  deste  camino  real  otros  dos  caminos 
colaterales  que  también  estañan  cerrados  con  dos 
baluartes  muy  anchos  y  fuertes,  y  quando  algún 
Ynga  pasaua  por  estos  tres  caminos,  el  yua  en 
medio  del  los  y  le  seguian  los  que  tenian  cargo  de 
Ueuar  la  litera  en  que  yua,  que  eran  mas  de  seis- 
cientos yndios  que  arremuda  lo  lleuauan  en  hom- 
bros. Yuan  también  acompañándole  muchos  yndios 
principales  de  su  real  corte,  a  los  quales  lleuauan 
en  literas  muchos  yndios  en  hombros,  porque  eran 
grandes  señores  y  curacas  de  diuersos  pueblos  que 
tenian  licencia  de  andar  en  litera,  y  el  gran  Ynga 
los  hazia  andar  assi  por  gran  magestad,  porque 
supiessen  como  tenia  muchos  vasallos  seftores  de 
gran  estado.  Los  demás  yndios  principales  y  sus 
capitanes  y  soldados  yuan  algo  apartados  del;  los 
vnos  yuan  en  la  retaguardia,  y  los  otros  yuan  en 
la  abanguardia  por  el  mismo  camino  del  medio, 
los  quales  todos  yuan  cargados  tan  solamente  con 
las  armas  offcnsiuas  y  defensiuas  con  las  quales 
auian  de  pelear.  La  otra  multitud  de  los  yndios  de 


541 

seruicío  y  de  carga  yuan  por  los  otros  dos  cami- 
nos colaterales,  que  ninguno  dellos  passaua  al  ca- 
mino o  calcada  de  cnmedio  sino  era  quando  el 
Ynga  los  Hamaua,  que  entrañan  por  vnos  porti- 
llos que  estañan  de  trecho  a  trecho;  ni  menos  pa- 
ssauan  de  la  otra  vanda  (1)  al  campo  por  los  por- 
tillos que  tenia,  sin  gran  pena  que  estaua  puesta. 
Tan  disciplinados  estauan  estos  capitanes  y  solda- 
dos, que  caminando  o  passando  por  algún  puebla 
o  por  algún  sembrado  ninguno  se  atreuia  a  tomar 
cosa  alguna,  y  si  la  tomaua,  luego  el  dueño  de  la 
sementera  o  de  otra  cosa  lo  mataua  sin  que  al  ho- 
micida se  le  diesse  alguna  pena,  o  le  hazia  su  es- 
clauo,  o  le  cortaua  la  mano  derecha  v  se  la  col- 
gaua  al  pescuezo  y  assi  lo  embiaua.  En  muchas 
partes  deste  camino  real,  como  es  arenoso  (2)  y 
corre[nJ  por  aqui  en  sus  tiempos  muy  grandes  y 
terribles  vientos,  cegauan  y  se  ciegan  los  caminos 
cqn  la  mudanza  que  haze  la  arena  de  vna  parte  a 
otra  con  los  vientos  terribles  que  corren.  Y  para 
obuiar  esto  mandaron  los  Yngas  que  se  pusiessen 
de  trecho  a  trecho  muy  grandes  montones  de  pie- 
dras, como  piramidales  muy  altas,  y  esto  se  hazia 
en  donde  no  auia  tierra  para  hazer  tapias,  porque 
los  viandantes  yentes  y  vinientes  no  herrassen  ni 
perdiessen  el  camino  hasta  que  encontrassen  con 
las  tapias.  Assimismo  tenían  mandado  los  Yngas 
a  todos  los  curacas  y  señores  yndios  de  los  pue- 
blos comarcanos,  que  de  mes  a  mes,  o  de  ciertos 


(i)    Ms.  vanda,  van¿a* 
(3)    Ms.  artnotO'^  artn^to. 


en  ciertos  días,  saliessen  o  embiassen  muchos  yn« 
dios  a  los  caminos  reales  para  que  los  barriessen 
y  adobasscn,  reparándolos  sí  se  aula  caydo  algu- 
na pared  o  tapia  o  algún  montón  de  las  piedras 
piramidales,  o  estauan  cubiertos  con  la  arena. 
También  por  lo  consiguiente  mando  que  todas  las 
azequias  de  agua  que  auia  por  este  camino  real  se 
alimpíassen  desde  sus  nascimientos  hasta  adonde 
yuan  a  parar  y  a  consumir,  y  que  se  podassen  to- 
dos los  arboles  frutales,  chicos  y  grandes,  y  los 
demás  arboles  que  lleuauan  fruta  que  estauan  por 
los  caminos,  porque  se  guardassen  y  se  conserua- 
ssen  mucho  tiempo,  todo  lo  qual  se  hazia  assi,  so 
pena  de  muerte.  Deste  tan  soberuioso  camino  de 
los  Llanos  ay  tantas  y  tan  diuersas  cosas  que  dezir, 
con  otras  muchas  grandezas  que  ay  en  el,  que  por 
euitar  prolixidad  las  dexo  de  poner,  porque  no  me 
atreuo  a  contarlas,  para  que  otros  de  mayor  suffí- 
ciencia  y  de  mas  facundia  y  eloquencia  las  diga[p], 
y  agora  se  dirá  del  otro  camino  que  esta  en  la  sie- 
rra cerca  de  los  Andes,  que  cierto  es  cosa  muy  ad- 
mirable ver  su  gran  brauosidad  y  lo  que  en  el  se 
contiene,  como  abaxo  se  dirá. 


CAPITULO  LXIIl 

EN  DONDE  SE  PROSIGUE  Y  CUENTA  LA  GRAN  BRAUOSSI- 
DAD  DEL  OTRO  CAMINO  REAL  QUE  SE  CONTIENE  EN  LA 
SERRANÍA,  Y  DE  OTRAS  MUCHAS  Y  DIUERSAS  COSAS, 
QUE  LOS  YNGAS  Y  SE5Í0RES  DESTAS  RIQUISSIMAS  PRO- 

UIN<;iAS  MANDARON  HAZER 


Pues  auemos  dicho  breuemente  j  dado  cuenta 
del  camino  real  de  los  llanos  y  las  cosas  que  en  el 
se  contenían,  bien  sera  que  con  otra  breuedad  di- 
gamos de  la  g^ran  brauosidad  del  otro  camino  que 
se  contiene  y  esta  en  la  serranía,  que  llaman  el 
menor.  Cuanto  a  lo  primero,  auran  de  saber  que 
este  camino  va  tan  ancho,  y  tan  espacioso  y  largo 
como  el  camino  de  los  llanos,  excepto  que  no  tiene 
aquellas  cercas  de  tapias  y  baluartes  como  el  otro 
camino  de  los  llanos,  y  si  algunas  cercas  o  pare- 
des auia  eran  muy  pocas.  Era  cosa  de  ver  como  en 
muchas  partes  yuan,  y  están  el  día  de  oy,  cortadas 
las  grandes  sierras  ^or  medio,  que  son  de  bíuas  y 
rezias  peñas,  y  en  otras  partes,  y  el  camino  esta 
hecho  de  cal  y  canto  y  de  argamasa  muy  fuerte- 
mente. Y  esto  era  en  donde  se  hazía  o  auia  alguna 


^4 

quebrada  honda,  o  pequeña  y  de  mal  pays,  porque 
abaxauan  y  allanauan  los  cerros,  o  los  partían  por 
medio,  o  al<;auan  los  valles  hondos  y  las  quebra- 
das en  donde  era  menester,  porque  todo  el  cami- 
no fuesse  derecho  y  no  tortuoso,  ygual  y  llano. 
Cierto  que  esta  obra  fue,  según  a  dicho  de  mu- 
chos, vna  de  las  grandezas  que  ha  auido  en  media 
parte  del  mundo,  porque  a  lo  que  dizen  muchos, 
que  vencía  y  sobrepujaua  a  las  altas  y  grandes  pi- 
rámides de  los  e<;¡pcios  y  aun  a  las  calcadas  y 
obras  de  los  antigos  romanos,  con  las  otras  muy 
antiguas  que  se  cuentan  de  las  siete  marauillas 
del  mundo,  y  puestas  y  en  su  tanto.  Y  (1)  muchos 
destos  yndios  de  los  antigos  quieren  dar  la  gloria 
y  la  hom  ra  destos  tan  soberuiosos  caminos  a 
Guaynacapa  Ynga,  aunque  otros  mas  antigos  di- 
7.en  que  los  mando  hazer  Pachacoti  Capac  Ynga 
Yupangue  desde  el  principio  que  comento  a  go- 
uernar;  otros,  que  Viracocha  Ynga;  otros,  que 
Tope  Ynga  Yupangue;  sease  el  vno  o  el  otro,  en  fin 
son  estos  caminos  muy  soberuios  y  dignos  de  gran 
loor  y  alabancia.  Y  que  después  el  dicho  Guayna- 
capa y  Topa  Ynga  los  alargaron  como  agora  están, 
y  que  los  repararon  en  algunas  partes  que  estauan 
caydos  y  arruynados,  y  que  tanto  montaua  como 
si  ellos  los  uvieran  mandado  hazer  de  nueuo.  Lo 
que  es  mas  de  marauillar  destos  dos  tan  soberuios 
caminos  es  de  vna  sierra  bien  alta  y  gi*ande  que 
la  partieron  por  medio  desde  lo  alto  a  lo  baxo, 
que  no  se  que  yndios  bastaron  a  canalla  y  a  parti- 


(l)    Tachado:  en  sm. 


c    T-í. 


545 


lia,  o  con  que  herramientas  la  cañaron,  no  tenien- 
do ningunas  de  hierro,  ni  de  azero,  sino  de  cobre, 
quebrando  las  duras  peñas  y  diamantinas  piedras 
que  tenia.  Y  que  tantos  años  o  tiempos  estuuieron 
en  partir  esta  sieira  tan  alta,  porque  sin  duda  de- 
uieron  ser  muchissimos  millares  de  yndios  los  que 
anduuieron  trabaxando  en  esta  obra  tan  soberuia, 
porque  [unos]  cauauan  la  sierra  y  otros  quitauan 
las  piedras  y  las  lle[va]uan  buen  rato  de  alli,  como 
paresce  el  dia  de  oy.  También  es  de  notar  y  ver 
aquella  gran  derecera  que  tenia,  que  no  yua  tor- 
tuoso, ni  rodeaua  cuesta  alguna,  ni  ciénega  gran- 
de o  pequeña,   porque  si  las  auia  mandauan  ha- 
zer  en  ellas  vnas  calcadas  bien  anchas  y  fuertes, 
de  argamasa  o  de  piedra  tosca  y  lodo,  o  de  céspe- 
des, por  donde  passauan  todos,  yentes  y  vinien- 
tes,  sin  peligro  alguno,  como  parescen  en  las  la- 
gunas hondas  de  Jaxaguana  y  de  Omasuyo  y  de 
otras  partes.  Tenían  los  Yngas  en  estos  dos  cami- 
nos reales,  desde  la  cibdad  de  Quito  hasta  el  Cuz- 
co, cabera  del  Ymperio,  puestas  de  trecho  a  tre- 
cho muchas  postas  de  yndios  que  llaman  chas- 
quis, para  saber  muy  en  breue  las  cosas  que  ha- 
zian  sus  vasallos  y  gouernadores  que  tenían  en 
cada  pueblo  o  prouincia.  Desde  Quito  se  sabia  en 
el  Cuzco  dentro  de  quatro  o  cinco  dias,  que  ay 
mas  de  quinientas  leguas,  y  desde  Lima  se  sabia 
acá  en  el  Cuzco  en  dia  y  medio,  que  ay  ciento  y 
veinte  leguas,  y  de  Guamanga  se  sabia  en  veinte 
y  quatro  horas,  que  ay  sesenta  leguas;  de  las 
Charcas. en  dia  y  medio,  que  ay  otras  ciento  y 
veinte  leguas.  De   la  gran  prouincia  del  Chile 

G.  DR  Santa  Clara.— !V.—3.»  35 


corrían  las  postas  quairocienlas  O  quinientas  le- 
íiuas  dentro  dt'  quatro  o  cinco  dias;  de  manera 
que  estos  cha^íquis  o  postas  corriiin  en  quatro  o 
cinco  dias,  que  era  cosa  de  notar-  Quando  salia 
la  posta  de!  pueblo  desde  donde  lo  cmbiauan 
con  el  mensaje,  auia  de  yr  a  todo  correr,  sin 
de>canNar,  hasta  la  otra  posta,  el  qual  yua  dan- 
do iioxis  y  diciendo; ¡euaiitale, ¡cuanía/e, calíale 
tus  fiiptiliis  y  cíñete  la  tiiantii,  que  vengo  de  prie- 
sa con  TU  iiiíiiKiiiiio  que  tleues  ailclanle.  Y  en  lle- 
j;ando  le  dezia  en  breucs  palabras  lo  que  le  auian 
dicho,  y  asfti  corría  hasta  la  otra  posta  dando  bozes, 
y  desta  maner.i  corrían  las  postas,  que  en  cada  le- 
'¿wix  y  medía,  que  tos yndios  llaman  fo/'Q,  auía  qua- 
tro postas,  y  en  cnda  posta  auia  quatro  yndíos.Assi 
que  estos  yndios  eran  en  todas  sus  cosas  muy  curio- 
sos, porque  sabían  muy  en  breues  días  lo  que  se  ha- 
zla en  muchas  y  diuersas  partes  y  lugares  aunque 
estuuieran  muy  mas  lesos  de  la  cíbdad  del  Cuzco. 
Assiniismo  tenían  estos  yndios  y  señores  Yngas  en 
estus  dos  caminos  vnos  palacios  O  aposscntos  muy 
grandes  y  bien  hechos  y  labrados  de  cantería,  y  en 
otras  partes  donde  no  ¡lUÍa  piedras  se  hazian  de 
adobes  o  de  tapias,  que  se  Itamauan  los  [ales  pala- 
cios tumbos,  y  en  estos  aposentos  se  aluergauan 
los  Yn-ííis  y  toda  su  corte  algunos  tiempos  del  año. 
Quando  estos  seflores  caminauan  de  vnas  partes  a 
otras  se  aposseniauan  en  estos  tambos  con  todo  su 
cxcrcíto,  y  no  i^n  los  pueblos,  a  causa  que  sus  va- 
sallos no  recibiessen  algunas  molestias  y  pesadum- 
bres con  algunos  daños  que  les  pudieran  dar  sus 
capitanes  y  soldados,  aunque  cierto  estauan  muy 


547 


'i: 


disciplinados  en  esto,  que  no  lo  Iiizieran,  como  arri- 
ba queda  refferido.  En  estos  tales  tambos  o  apo- 
ssentos  estauan  muchas  cosas  puestas  en  deposito, 
como  eran  los  bastimentos  que  se  requerian  tener 
para  el  exercito  quando  tenian  algunas  guerras, 
porque  auiendo  paz  no  tocauan  en  cosa  alguna, 
porque  entonces  no  los  auian  menester.  Assimis- 
mo  auia  muchas  mantas  ricas  v  camisetas  de  lana 
y  algodón,  calcado  de  cuero  y  de  cnequen  para  los 
soldados,  que  llaman  los  ynJios,  ojotas,  y  otras 
muchas  y  diuersas  cosas,  que  todo  esto  dauan  de 
tributo  sus  vasallos,  que  (1)  muchos  apossentos  y 
cámaras  estauan  llenas  de  todas  estas  cosas;  las 
armas  con  que  peleauan  estos  yndios  comunmente 
eran  hondas,  como  mallorquines;  arcos  y  flechas, 
como  scitas;  picas  largas,  como  romanos,  que  eran 
de  palma;  dardos,  porras,  háchelas,  alabardas,  y 
en  los  cabos  destas  armas  trayan  por  hierros  oro, 
o  plata  o  cobre,  segim  la  calidad  del  yndio-  Y  las 
celadas  eran  de  media  plata  o  cobre  del  todo,  y  los 
jubones  eran  de  mantas,  estofados  o  embastados  de 
algodón,  que  ninguna  flecha  los  passara,  todas  las 
quales  cosas,  con  otras  muchas,  estauan  en  estos 
tambos  o  apossentos  bien  guardados.  Otro  si,  te- 
nian en  estos  depósitos,  muchas  papas,  chuño,  qui- 
nuas,  cocas,  hondas,  arcos,  flechas,  greuas  y  otras 
diuersas  armas,  con  otra  ynfinidad  de  bastimen- 
tos, especialmente  el  mahiz  tremes,  que  les  tu- 
raua  mas  de  ocho  años  por  ser  rezio  y  muy  duro, 
que  no  se  les  dañaua  ni  comia  de  gorgojo,  poco  ni 


-*y 


-f^i 


(i)     Ms.  guf  en. 


mucho,  que  todo  lo  tenían  desgranado-  También 
teni.in  gran  cantidad  de  rebaños  de  carneros  y  Que- 
jas de  la  misma  tierra,  y  repartidos  en  diuersos 
pueblos  y  lugares,  los  qualcs  estauan  dedicados  al 
culto  del  ydolo  Sol,  y  estos  se  guardauan  con  gran 
fidelidad  como  cosa  sancta  y  sagrada.  Ninguno  se 
atrciiia  a  [ornar  aligan  camero  ni  oueja  por  gran 
n<'ccs.sid;id  que  tuuiesííc,  sino  era  el  propio  Ynga, 
el  qual  los  [omaiia  cada  y  quando  que  los  auia  me- 
nester, principalmente  quando  andaua  en  las  gue- 
rras contra  algunos  rebeldes,  o  quando  conquis- 
taua  de  nueuo  algunas  tierras.  Si  por  dicha  algún 
yndio  de  qualqiiier  estado,  calidad  o  condisclon 
que  fuessc,  mataua  algún  carnero  destos,  o  to- 
m.iua  otra  qualquicra  cosa  que- esiuuiesse  dedica- 
da a!  dios  Sol,  era  tenido  por  maldito  y  descomul- 
gado y  le  sacrificauan  por  ello,  diciendo  que  sen- 
tía mal  de  los  dioses.  Coniauan  en  los  números 
vno  hasta  diez,  y  diez  hasta  ciento,  y  ciento  hasta 
mitl,  y  diez  cientos  hasta  diez  mili,  y  diez  mili  has- 
la  diez  cientos  mili,  que  por  esta  cuenta  podían  ha- 
zer  hasta  qualro  o  cinco  millones.  Traen  la  cuenta 
por  piedras  menudas  y  por  ciertos  ñudos  que  tie- 
nen hechos  en  vnos  hilos  de  lana  y  de  algodón,  que 
son  de  muchas  y  diuersas  colores,  que  ellos  llaman 
cuypos,  y  por  esta  cuenta  tienen  en  memoria  lo  que 
se  hizo  en  los  tiempos  passados,  como  si  fueran  li- 
bros aniiquissimos,  y  assi  cuentan  lo  que  passo  de 
quinientos  artos  atrás,  y  aun  de  mas  tiempo.  Este 
genero  de  cuypos  son  vnos  ñudos  hechos  en  vnos 
cordones  torcidos,  y  largos  como  de  vna  vara,  y 
por  ellos  contauan  los  dias,  meses  y  años,  y  por 


519 

estos  hazian  vnidades,  centenas,  millares»  dezenas 
de  millares,  centenas  de  millares  y  cuentos.  Assi- 
mismo  contauan  por  estos  ñudos  las  sucessiones 
de  los  tiempos  antigos,  y  quantos  reyes  Yngas 
uvo,  y  de  sus  nombres,  y  quanto  rey  no  cada  vno 
y  que  hedad  tenia  quando  murió,  y  si  fue  bueno  o 
malo  y  si  fue  valiente  o  couarde;  finalmente,  lo  que 
se  podía  sacar  de  nuestros  libros  se  sacaua  de  los 
ñudos  destos  cuypos.  Ellos  tenian  grandes  monto- 
nes destas  cuentas  o  ñudos,  en  vnos  aposentos,  a 
manera  de  rey^istros,  como  los  tienen  los  escriua- 
nos  reales  en  sus  archiuos,  de  manera  que  el  que 
quena  saber  a\go  no  hazia  mas  de  yrse  a  los  que 
tenian  este  officio  y  les  preguntaua:  ¿quanto  tiempo 
ha  que  aconteció  esto?;  y,  ¿que  es  lo  que  passo  en 
los  tiempos  antigos  entre  los  Yngas?;  luego  mos- 
traua  muchos  cuypos  o  cordones,  y  sacaua  dcntrt 
ellos  el  que  auia  menester,  por  el  qual  y  por  los  ñu- 
dos daua  cuenta  y  razón  de  todo  lo  que  le  pregun- 
tauan;  y  assi  auia  escuelas  de  muchachos  en  donde 
aprendían  estas  cosas  y  otras  muchas.  Los  passa- 
tiempos  que  tenian  estos  yndios  para  holgarse  era 
yr  a  ca<;a  de  venados  o  de  liebres,  o  jugar  al  belor- 
to,  o  a  la  chueca,  o  a  la  pelota  con  las  nalgas  (1), 
que  se  haze  la  pelota  de  ciertos  ncruios  y  de  leche 
de  ciertos  arboles,  3'  es  tan  grande  como  una  bola 
con  que  juegan  a  los  bolos.  Y  tienen  estos  yndios 
vnas  ílaut illas  con  dos  agujeros  arriba  y  vno  aba- 
xo,  que  llaman  pingoUos,  y  con  estas  ílautillas 
cantan  sus  romances,  que  se  entiende  claramente 


(1)    Ms.  $Uíilgrts. 


li>  qii.'  Jiücn.  V  con  cll; 
l;is  iin>v:i>.  lie  iinclic,  1: 
íiiis  c;isns  y  cu  las  de  si 
quien  tarte  il  pins;olÍo 
se  van  i'on  filos.  jiij;;tu 
s<\  ([II  adra  do,  que  lcní;i 

qtRdar  en  oui-rt>s.  En  c 
prouincia,  binen  los  y 
mas  do  cient  artos,  y  lo 
de  paja,  Icflidos  do  ncg 
lie  palo,  y  tr:icn  los  c;il 
nijas.  como  sus  muye 
dios  a  tucis'a  lie  brai;i> 
des,  tíranilola-  con  mu 
xii.-.isy  deonoqiK-n.pa 
son  lan  iiraLi,!i'S  qiio  qii 
lasiraxorau.  V  esias  s, 

co,  y  en  vna  piocha  mu 
ella,  que  los  yndios  ILii 
zíl"  pií'dra  cansada,  ia 
quairu  Kjiíi.is  de  alli,  q 
la  iruxcron.  Los  yndioí 
la  pudieron  llei;ar  a  la 
que  no  auia  campo  ni 
fueron  a  sus  casas  luí; 
mos.  lil  Yniía,  como  vii 
se  auian  hiiyi.io,  lue  li 
;;nei  ra  porque  todos  lo 
.'ili,aiün  conua  el,  y  lofi 
a  muchos  Jellos.  y  fa]  I 


r>r.i 

mando  tributar,  y  eini'e  otras  cosas  que  dn' 
tributo  fue  dar  muchos  canutillos  de  piojos. 
do  estos  yndios  labrnuan  ayunos  edillicios 
tuosos  ysoberuios,  o  algima  fortaleza,  para 
vna  piedra  Kr-ii'!':  sobre  otra  labrauanla  pr 
y  arles  de  subir  la  piedra  arriba  ponían  pi 
mucha  tierra  a!  pie  de  la  prin-.era  piedra  ai 
da,  hasta  que  emparejaiia  con  ella.  Y  hiei 
nian  vnos  morillos  larttos  y  gordos,  de  pino, 
la  tierra  pisada,  y  por  allí  subían  la  otra  a 
de  bracos.  Y  desta  manera,  estando  arriba, 
caxauan  muy  bien  en  l.-i  otra  de  abaxo.  ^ 
quanío  crescia  el  cdiíñciu  tanta  tierra  hecli: 
pie  de  las  piedras  assentadas,  muy  bien  pi; 
hollada,  y  ponían  otras  vi;;as  mas  larcas  y  j 
subían  las  otras,  que  eran  muy  grandes  en 
sia,  y  después  de  hecho  esto  quitauan  las  v 
toda  la  tierra  y  luego  páresela  hecha  la  pai 
tener  mezcla  alguna.  El  üran  templo  del  Se 
agora  es  monesterio  del  bienauenturado 
Sancto  Domingo,  es  todo  (I)  de  piedra  qrra 
y  la  mezcla  que  tiene  es  de  plomo  y  media  < 
ta,  y  las  puertas  de  la  casa  y  enmatleramier 
tenia,  y  los  marcos  y  vmbr¡ilcs,  eran  de  vt 
boles  muy  preciados  entre  ellos,  tos  quales 
de  los  valles  de  los  Andes,  y  csiau;in  chapa' 
oro  lino  y  de  muy  ricas  esmeraldas,  Kl  temí 
Sol  que  estau.i  en  el  Cuzco  era  c()mo  el  pn 
de  los  amigos  romanos  qiianto  a  ser  morad.T 
dioses,  porcuie  en  ella  piis'-icron  !oi  Vngas  1 


(l)     iU.  rm/.i. 


rú2 

scs  de  todas  las  prouincias  que  conquistaron,  es- 
tando cada  ydolo  en  su  particular  assiento,  hazien- 
dolos  culto  y  veneración  los  de  su  prouincia  con 
vn  «;nsio  cxccsiuo  de  cosas  que  se  trayan  para  su 
mini^teno,  y  con  esto  les  parescia  que  tenian  se- 
i;uras  las  prouincias  «»anadas.  Todos  los  templos 
y  nioiH'Sterios  desta  tierra  se  llamauan  acllagua- 
cir,  que  quiere  dezir  casa  de  reco¿;idas  de  donze- 
llas.  Quandü  Man^o  Ynga  y  todos  los  yndios  se  al- 
^aron  con  la  tierra  cercaron  en  la  cibdad  a  mu- 
chos españoles,  los  quales  se  recogieron  a  vna 
casa  muy  «grande,  y  en  donde  estuuieron  mucho 
tiempo  cercados  h;ista  que  de  Ja  cibdad  de  Lima 
les  vino  socorro.  Los  yndios  quissieron  quemar 
muchas  vezes  e>ta  casa  por  mandado  del  Ynga,  y 
ellor^  hecharon  muchos  tizones  ardiendo  sobre  ella 
y  nunca  se  quemo  por  mucho  que  ellos  lo  porfia- 
ron, aunque  corría  grandissimo  viento,  siendo  to- 
da ella  de  paja  seca,  que  al  mejor  tiempo  se  apa- 
gaua.  La  razón  y  causa  que  los  yndios  dixeron  es- 
tando ya  de  paz,  porque  no  se  auia  quemado,  fue 
que  al  tiempo  que  ponían  el  fuego,  ya  que  se  co- 
mensaua  a  quemar  venía  vna  muger  muy  hermo- 
íja,  vestida  de  azul,  y  que  poniéndose  encima  de  l;i 
casa  y  haziendo  señal  con  el  manto,  luego  se  apa- 
i;aua  el  luego.  Esto  dixeron  quando  vieron  venir  a 
kiíí  españolas,  señalando  que  era  como  vna  de 
aquellas,  y  ass¡  las  respetauan  mucho  y  dezian 
que  eran  hermanas  o  hijas  de  aquella  muger  muy 
hermosa  que  les  apagaua  el  luego.  Bien  paresce 
que  esta  muger  de  Castilla  que  era  la  benditissi- 
ma  V  sacrati.->sima  Virgen  Maria  señora  nuestra. 


553 

que  como  madre  piadosa  y  de  gran  mis( 
dia  dio  fabor  y  ayuda  a  los  que  poco  podían,  y  a 
esta  causa  los  xpianos  dedicaron  esta  casa  en 
yglesia  mayor,  en  honor  y  reucrencia  desta  sa- 
cralissima  señora  nuestra,  y  agora  es  cabera  de 
obispado. 


\ 


CAPITULO  LXIV 

OK  LA  .SOLF.NMO.Vn  QVE  LOS  YNGAS  HAZLAN  QUAXDO 
A(.r  líCKAUAX  LAS  OREJAS  A  SL'S  VASALLOS,  QUE  ERA 
COMO  DALLES  HORDEN  DE  CAUALLERLA,  Y  DE  LAS  CE- 
RLMOXIAS  QIE  TEN'L\N  QUANDO  SALÍAN  FUERA  DE  SUS 
IWLACIOS  CON  SU  REAL  CORTE 


Parosccmc  ag:ora  que  sera  bien  dczir  de  la  ma- 
nera y  forma  como  estos  señores  Yngas  ag-ujera- 
uan  las  orejas  de  sus  vasallos,  como  atrás  queda 
apuntado,  porque  como  Paulo  Vnga,  [que]  después 
de  bautizado  se  llamo  don  Xpoual  Yn^a,  contaua 
muchas  vezes,  esta  (1)  manera  de  a.oujerarsse  pro- 
cedió desde  Man<io  Yn<ia(^apalla,  primer  rey  que 
uvo  en  la  tierra,  que  las  tenia  agujeradas.  Que 
como  fue  hombre  valiente  v  magnánimo  v  animo- 
so  en  las  i:.uerras  que  hizo  a  las  tierras  que  con- 
qul.sio,  a  su  ymitacion  y  por  memoria  suya  los  de- 
mas  Yn<ias  que  le  sucedieron  hizieron  otro  tanto, 
y  la  solenídad  y  manera  de  las  agujerar  era  en 
esta  forma.  Los  que  se  armauan  y  se  hazian  caua- 
lleros  eran  hijos  ligitimos  de  otros  Yngas  orejo- 
nes y  grandes  curacas  de  diuersos  pueblos,  los 


(r      Ms.  7«f  cí/a. 


úck:> 


quales  yuan  adonde  el  gran  señor  Yng;a  estaua  y 
alli  le  pedían  con  ^ran  humilldad  que  tuuiessepor 
bien  hazer  caualleros  a  aquellos  mancebos  sus  va- 
sallos. Y  el  Ynga  les  dezia  que  si  baria,  mas  que 
primero  hiziessen  lo  que  eran  obligados  de  hazer, 
y  con  esta  respuesta  yuan  todos  muy  contentos  a 
sus  casas;  las  cerimonias  que  auian  de  hazer  y 
cumplir  eran  estas.  Primeramente,  los  mancebos 
que  se  auian  de  hordenar  en  caualleros  auian  de 
ayunar  treynta  dias,  que  era  abstenerse  de  llegar 
a  sus  concubinas  y  aun  a  sus  mugeres  ligitimas, 
si  alguno  dellos  era  casado,  y  que  no  comiesscn 
ninguna  sal  ni  axi,  que  de  las  otras  cosas  bien 
podian  comer  en  abundancia.  En  estos  dias  del 
avuno  travan  todos  los  electos  vestidas  vnas  ca- 
misas  largas  y  muy  blancas,  de  algodón,  y  en 
los  pechos  tenían  vna  manera  de  cruz  í,  y  estas 
no  se  las  vestian  en  otro  tiempo  sino  era  en  este, 
y  ponianse  vn  cal(;:ado  de  totora,  que  significaua 
que  auian  de  trabajar  mucho  en  seruicio  de  sus 
dioses  y  del  gran  señor  Ynga.  A  los  quinze  dias 
del  ayuno  se  ajuntauan  en  la  phn;a  todos  quantos 
se  auian  de  hazer  Yngas,  o  caualleros,  y  de  la  pla- 
cea, si  estauan  en  la  cibdad  del  Cuzco,  subian  co- 
rriendo por  vn  cerro,  en  donde  en  lo  alto  del  es- 
taua vna  guaca  que  llamauan  Guayna  Cauri,  que 
quiere  dezir  proeua  de  mancebos,  y  los  que  mas 
presto  subian  y  abajauan  eran  tenidos  en  mucho. 
Ponianse  en  medio  de  la  platea  desde  el  primer  dia 
que  ayunauan  hasta  el  postrero,  y  sentauanse  úr 
cuclillas  en  el  suelo,  en  borden,  muy  callados,  y 
luego  venia  alli  la  parentela  de  cada  vno  dellos 


y  poiiian  a  cada  ir 
1a^  mano»,  que  las 
qiiando  están  i'ci;a 
riiiues;  mirad,  hijc 
dfii  que  a'iora  auc 


Si-rtor,  y  no  scrcis 

i\.i»  SL-mcjiínií-s  a  los  demonios.  Especialmente  se- 
réis muy  obedientes  a  nuestros  dioses  y  n  vuestros 
padres  y  a  vuestros  mayon.'S,  que  son  los  sacerdo- 
tes y  viejos,  y  seréis  muy  diligentes  en  todas  las 
cosas  que  hizicrdes,  y  coirereis  mucho  contra  los 
enemigos  y  no  liuyreis  dellos.  Y  quando  el  gran 
SL-fior  Vu^n  os  cmbiare  a  llamar,  luego  vcrneis  a 
vur  lo  que  os  manda,  porque  a  el  solo  aueis  de  obe- 
liccer  en  todas  las  cos.is,  porque  os  quiera  mucho. 
V  di/iendüics  estas  palabras  y  otras  semejantes  le 
d.iuaii  qii.iiro  azotas'os  con  vnas  varas  de  mim- 
bres, en  c:iJa  bra^^o  vno,  que  las  camisas  que  tra- 
yan  no  lenian  manyas,  que  eran  hechas  a  manera 
Je  vn  costal,  y  en  cada  pierna  otro  azotado,  y  ellos 
no  auian  de  liazcr  ningún  mouimiento,  ni  muestra 
que  !es  Jolia,  y  si  alyuno  dellos  lo  hazia  le  teniaii 
en  poco.  Llegado  el  postrer  dia  del  ayuno,  el  Vnga 
yiia  a  la  pla^a  con  gran  niag'.;stad  y  muy  acompa- 
sado de  lodos  los  principales  yndios  de  su  corle  y 
de  sus  capitanes  y  de  los  curacas,  y  llegado  a  ella 
le  hazian  luego  todos  la  mocha,  que  es  la  deuida 
reuereneia  que  se  suele  hazer  a  los  Yngas,  y 
lueyo  se  asseniaua  en  medio  de  todos  ellos  en  vn 
assienio  muy  rico  de  oro.  Y  cncontinente  cerca- 


uan  toda  la  piafa  con  vna  cadena  de  oro  fino 
según  las  gentes  dixeron,  era  muy  larga  ; 
gordor  de  quatro  dedos,  que  cercana  toda  la  pl 
y  la  ponían  sobre  muchos  horcones  de  plata 
serian  de  alto  como  de  vn  estado  de  hombr 
qual  cadena  y  horcones  trayan  muchissimo! 
dios  de  seruicio.  El  Ynga  llamana  a  los  mane 
electos  para  hazer  caualleros,  a  los  quales  \ 
vna  platica  larga,  amonestándoles  a  que  fue 
buenos  y  leales  a  sus  dioses  y  a  su  patria,  y  Ii 
les  preguntaua  sí  le  auian  de  seruir  lealment 
las  guerras  y  si  querían  ser  Yngas;  ellos  res 
diancon  humilldad  que  si.  Yten  mas,  les  pre 
taua  si  auian  de  ser  grandes  sufridores  de  los 
basos,  y  si  auian  de  ser  valientes  hombres 
tra  sus  enemiíjos;  ellos  respondían  a  tudas  la: 
sas,  diziendo  que  si,  y  luego  el  Ynga  les  d 
pues  yo  lo  quiero  ver  por  experiencia  en  i'oso. 
Y  assi  luego  mandaua  a  los  maestros  de  las 
montas  y  a  los  ofticiales  de  agujerar  las  or 
que  hiziessen  sus  oflicios,  los  quales  los  hn 
vnos  mejores  que  otros,  con  vnos  poni;ones  di 
ardiendo  como  brassa,  que  los  caltentauan  en  ■ 
fuegos  que  tenían  en  vnos  brassericos.  Desput 
agujeradas  las  orejas,  los  maestros  de  las  cer 
nías  les  ponían  vnos  i;arciIlos  de  oro,  o  de  p 
si  eran  hijos  de  los  grandes  curacas  o  señoreí 
gas,  y  a  los  demás  les  ponian  los  arillos  de  col 
de  oja  de  palma,  no  pendientes,  sino  dentro  d 
agujeros,  y  les  dezían  ciertas  palabras  como 
les  hechauan  algunas  bendiciones.  Estos  ar 
que  les  ponian  a  los  Yngas  que  eran  mane 


([iiaiiJü  su  :irmau:in  c;iu 
como  andando  el  licmpc 
hcdad,  assi  yiiim  crescU 

las  puntas  de  las  orcjai 
como  cicscian  so  poiiiat 
L'ny;i-andc.scicndo,  y  po 
las  punías  de  las  orejas, 
soicnnidad,  lue^o  lodas 
ñaiados  en  Vn^a>,  que  > 
cían  ciertos  carneros  y  i 
das,  y  allí  los  malauan  ; 
y  los  agoreros  y  liecliizi 
sentes  para  este  efCceto 
los  corazones,  y  si  cstai 
que  auian  de  ser  vaiict 
cho  cuyos  eran  aquellc 
liesso  el  coraron  de  cu\ 
que  auia  de  ser  para  poi 
liaco  y  couai'de  y  de  po( 
lo  despedían,  ames  lo  di 
mo  aprobaua  después  ei 
pues  tomauan  todos  los 
los  liazian  pedai;os,  y  lu' 
ollas,  allaon  las  casas  c( 
dos  en  diuersas  vasijas  ; 
que  presentes  se  hallauí 
mian  y  beuian  de  la  chic 
des  borracheras,  baylí 
canciones  en  alabanza 
los  Yn<ías  passados,  y  1< 


I     Ul.  í^KlaK^m 


■'  T^<-^\* 


^r 


559 


v: 


hecho  el  Ynga  que  estaua  presente,  en  las  tierras 
que  auia  conquistado.  Acabadas  estas  solennes 
tiestas,  los  que  se  auian  hordenado  en  caualleros 
Yngas  se  yuan  a  sus  casas,  cada  vno  con  su  paren- 
tela, y  quedauase  el  Ynga  en  vna  tienda  mu}'  rica 
que  se  ponia  en  medio  de  la  plaga,  acompañándole 
las  quatro  parcialidades  que  auia  en  la  cibdad,  que 
eran  Anan  Cuzco,  Hurin  Cuzco,  Tambo  Appo  y 
Masca  Payta,  que  eran  todos  caualleros  de  su  lina- 
je. El  Ynga  v  todos  los  otros  Yniias  v  curacas  v 
señores  que  se  quedauan  con  el  en  la  platea  torna- 
uan  de  nueuo  a  emborracharsse  quatro  dias  ente- 
ros con  sus  noches,  y  después  se  hazian  alli  otras 
muchas  fiestas  y  passatiempos  de  gvdw  regocijo 
por  otros  quatro  dias,  de  manera  que  eran  ocho 
dias  enteros.  Passados  estos  dias  déla  borrachera 
se  yua  el  Ynga  a  sus  palacios  con  gran  majestad, 
assentado  en  vna  littera  muy  rica,  de  la  manera 
que  auia  entrado  en  la  plaga,  y  luego  los  yndips 
de  seruicio,  que  eran  muchissimos,  que  no  eran 
Yngas,  tomauan  la  cadena  de  oro  y  los  horcones 
de  plata  y  la  lleuauan  [con]  todo  al  templo  del  dios 
Sol  para  ponella  en  recaudo  en  la  casa  del  thesoro. 
Desta  cadena  de  oro  dizen  algunos  que  dieron  no-  - 
ticia  della  a  la  Magestad  del  rey  Don  Carlos  quin- 
to máximo  deste  nombre,  para  que  hiziesse  con- 
traminar el  monesterio  del  señor  Sancto  Domin- 
go, donde  dizen  que  estaua  guardada  la  dicha  ca- 
dena, porque  los  quatro  exploradores  españoles 
que  entraron  primero  en  el  Cuzco  la  vieron,  y  que 
después  los  yndios  la  escondieron,  porque  no  pa- 
rescio  mas.  Su  Magestad,  como  bueno  y  catholico 


\  .»' 


'vá 


VN 


-.60 

xpiano  y  zclovissimo  del  seruicio  de  Dios,  no  lo 
quiso  hnz(.'r,  antes  dixo  que  el  no  auia  nascido  para 
dcrrihíir  los  templos  dedicados  a  Dios,  por  cubdi- 
cia  de  vn  poco  de  oro,  sino  para  edificar  y  leuantar 
otros  de  nueuo  en  donde  se  alabasse  y  glorifficasse 
su  sanctissimo  nombre;  palabras  fueron  estas  di- 
chas [dlíinas)  de  lal  varón  y  de  animo  xpianissimo. 
T<h1;is  las  vezes  que  los  Yn^as  Siilian  de  la  cibdad 
o  de  sus  casas  para  yr  a  los  templos  para  hazer  sus 
sacriflicios.  ll'juauan  delante  de  si  vn  guión  puesto 
en  vna  vara  alta,  hecho  a  manera  de  mitra  grande 
y  redonda,  que  tenia  muchas  plumas  de  diuersas 
colores,  y  con  mucho  oro  fino  y  esmeraldas  que 
reliimbrauan  mucho.  Y  la  littera  en  que  yua  era 
chapada  de  oro  y  esmeraldas  y  plumajeiia  muy 
buena  de  diuersas  colores,  y  lo  Ueuauan  los  mas 
principales  yndios  que  auia  en  toda  su  corle,  en 
los  hombros,  y  se  tenían  por  dichosos  en  lleualle, 
y  por  yran  sei^or  que  fucsse  en  su  corte  no  podía 
andar  en  liinra  sino  era  con  su  licencia. 


CAPITULO  LXV 

EN  DONDE  SE  CUENTA  BREUEMENTE  EL  NUMERO  DE  LOS 
MESES  QUE  tenían  LOS  YNDIOS  DEL  PERÚ  EN  CADA  VN 
a5Í0,  y  DE  LAS  COSAS  QUE  HAZIAN  EN  ELLOS  PARA  EL 
BIEN  Y  PROUECHO  DE  SUS  REPÚBLICAS,  Y  DE  OTRAS 
COSAS  QUE  AY  MUY  CURIOSAS  DE  SABER 


Acerca  de  lo  que  toca  a  los  meses  que  estos  yn- 
dios  del  Perú  tenian,  digo  que  eran  doze,  como  nos 
otros  los  tenemos;  empero  no  tenían  tantos  dias 
como  los- nuestros,  y  assi  tenían  treynta  días  y  no 
mas,  y  comen9aua  el  año  dellos  desde  primero  dia 
de  Junio,  que  ellos  llamauan  Auca  Ycuxqui  Yquiz, 
que  quiere  dezír  mes  de  las  holganzas,  y  assi  no 
trabaxauan  estos  días  a  causa  que  el  otro  mes  ve- 
nidero auian  de  trabaxar  mucho. 

El  segundo  mes  se  dezia  Chauaxua  Yquiz,  quf 
quiere  dezír  mes  de  trabaxos,  que  es  el  mes  de  Ju- 
Ilio;  en  estos  dias  labrauan  y  barbechauan  las  tie- 
rras todos  quantos  yndíos,  3'ndias  y  muchachos 
auia,  que  auian  de  sembrar  sus  mahízales  y  otras 
legumbres.  Y  en  estos  dias  hazian  todos  ciertas  ct- 
rimonias  a  sus  falsos  dioses,  los  quales  derrama - 
uan  en  los  ríos  y  acequias  todos  los  breuajes  y  chi- 
cha del  vino  que  tenían,  para  que  sus  falsos  dioses 

G.  vn  Santa  Claha.— IV.— 3.o  36 


I 

Ttinio. 


2 

TuIIío. 


I 

t 

L 


562 


3 

A¿o«io. 


í^ciicmbre. 


5 

Otubre. 


Nouicmbre. 


les  diessen  muchas  ag^uas  y  pluutas,  con  muchos 
fructos  y  mantenimientos  de  las  cosas  que  auian 
de  sembrar,  y  el  yndio  que  mas  derramaua  era  te- 
nido en  mucho. 

El  tercero  mes  se  dezia  Cituya  Yquiz,  que  es  cl 
mes  de  agosto,  que  quiere  dezir  mes  de  las  sem- 
braduras, y  en  este  tiempo  sembrauan  su  mahiz  y 
las  semillas  y  lej;umbres  que  tenían,  y  venida  la 
larde  dexauan  temprano  de  trabaxar  y  se  holga- 
uan  mucho  los  vnos  y  los  otros  y  jugauan  sus  jue- 
gos que  tenían,  y  con  aquello  descansauan. 

El  quarto  se  dezia  Puzqua  Yquiz,  que  quiere  de- 
zir el  mes  de  las  texidumbres,  que  es  el  de  Setiem- 
bre; en  este  mes  texian, todas  quantas  mugeres  auia 
de  hedad,  las  mantas  y  camisetas  que  podían  labrar 
y  hazer,  de  lana  y  algodón,  que  a  la  vista  de  todos 
parescian  muy  galanas  y  bien  polidas,  paca  que  se 
vesiiessen  sus  maridos  y  ellas  en  los  dias  de  sus 
fiestas. 

El  quinto  mes,  de  Otubre,  Uamauan  ellos  Canta- 
ra Yquiz,  que  quiere  dezir  mes  de  los  vinos,  por- 
que en  este  mes  se  ocupauan  todas  las  yndias  chi- 
cas y  grandes  en  hazer  mucha  cantidad  de  chicha 
ó  azua,  de  mahiz  y  de  quinua  y  de  la  fruta  de  vn 
árbol  llamado  moUi,  que  es  muy  preciado  entre 
ellos,  para  el  mes  venidero. 

£1  sexto  mes,  que  es  el  de  nouiembre,  Uamauan 
los  yndios  Layme  Yquiz,  que  quiere  dezir  mes  de 
los  regocijos  y  de  grandes  fiestas,  porque  en  este 
mes  se  ocupauan  los  Yngas  en  hazer  las  cerimonias 
arriba  contenidas.  Porque  en  este  raes  los  Yngas 
armauan  caualleros  a  los  dichos  mancebos,  en  ha- 


r 


563 

zellos  Yngas,  en  donde  se  gastauan  los  vin 
chicha  que  los  días  atrás  se  auian  hecho, 
estos  dias  eran  de  grande  plazer  y  alegí 
grande  festiuídad,  que  todos  los  guardau. 
fiestas  de  gran  solennidad,  que  ninguno 
campo  a  trabajar,  ni  a  otra  parte  atgui 
mente  [a]  ver  estas  ñestas  y  grandes  ceri 

El  séptimo  mes,  que  es  de  deziembre,  s 
ua  Cama  Yqutz,  que  quiere  dezir  el  mes  d 
sayamientos  y  representaciones  de  batal 
tierra,  y  en  este  mes  mandauanlos  seflure 
a  todos  sus  capitanes  y  soldados  que  se 
ssen  vnos  con  otros  a  manera  de  batalla, 
ponía  en  vn  alto  con  toda  su  corte  para  re 
bien.  Ponianse,  pues,  los  vnos  a  vna  part 
otros  a  la  otra,  tantos  a  tantos,  en  sus  e: 
nes,  y  luego  comencauan  a  tinir  con  -las 
vnas  ciertas  fructas  que  eran  duras,  y  c 
peleauan  muy  gentilmente,  que  salian  mu 
dios  bien  descalabrados,  y  algunos  morii 
heridas  que  les  dauan;  en  fin,  que  para  bi 
peligrosa,  y  para  veras  era  cosa  muy  liuií 
que  pessada. 

El  octauo  mes,  que  es  el  de  enero,  1 
Pura  Opia  Yquiz,  que  quiere  dezir  el  me 
venidas  y  de  las  correrlas,  porque  en  est 
emborrachauan  señores  y  vasallos,  chico 
des,  que  era  gran  lastima  de  ver  quales  í 
Y  después  de  auer  beuido  mucho  salian  I 
bresavncampo  llano  con  vnos  tizones 
ardiendo  en  las  manos,  y  luego  corrían  i 
la  vna  parte,  y  los  otros  por  la  otra,  y  el 


Mar  (O. 


564 

corría  y  el  que  mas  prueuas  hazia  le  tenían  en 
mucho. 
9  El  noueno  mes,  que  es  hebrero,  llamauan  los 

'  ^"°'  yndios  Cacma  Yquíz,  que  quiere  dezir  el  mes  de  las 
labranzas;  en  estos  días  límpiauan  tas  tierras  para 
fsembrar  adelante  el  mahiz  tremes,  y  dezian  que  lo 
hazían  por  no  estar  occiosos  y  por  no  trabajar  los 
dias  que  venían,  y  para  esto  les  ayudauan  sus  pro- 
pias mugercs  y  los  hijos. 
*°  El  dezimo  mes,  que  es  el  de  mar^o,  se  dezia  Ru- 

ra  Pauca  Yquiz,  que  quiere  dezir  el  mes  de  la  es- 
peran<;a;  en  este  mes  yuan  todos  a  los  templos  de 
sus  falsos  dioses  para  hazer  ciertas  cerimonias 
diabólicas  y  pessimas,  y  después  desto  no  hazian 
cosa  alji'una,  antes  andauan  hechos  vag^amundos, 
passeandosc  por  la  cibdad  y  por  el  campo.  Y  con 
esto  tenían  í^^ran  esperanza  de  coj^er  gran  abun- 
dancia de  las  sementeras  v  leíjumbres  v  de  las 
otras  cosas  que  auian  sembrado,  porque  ya  en  este 
tiempo  se  van  secando  todas  ellas,  y  las  fi*uctas, 
flores  y  las  yeruas  del  campo  se  van  marchitando. 
Esto  se  entiende  en  las  tierras  de  la  serranía,  por- 
que en  la  costa  y  llanos  de  la  marina  son  otros  los 
temporales  que  corren  por  acá,  porque  nunca  llue- 
ue,  como  atrás  queda  dicho,  de  manera  que  quan- 
do  en  la  sierra  es  ynuierno,  en  los  llanos  de  la  cos- 
ta es  verano. 
II  El  onzeno  mes,  fquej  es  el  de  abril,  se  llamaua 

Abril.  Arigua  Yquiz,  que  quiere  dezir  mes  de  las  cose- 
chas, porque  en  este  mes  se  cogían  todos  los  ma- 
hízales,  frísoles,  coca  y  ca1aba<;as,  con  las  demás 
legumbres  que  auia,  y  los  fructos  que  producían 


565 

de  los  chicos  y  grandes,  de  que  holgauan  mucho  y 
andauan  contentos  y  plazenteros. 

El  dozeno  mes,  que  es  el  mes  de  mayo,  llama-  »» 

uan  Anday  Mura  Yquiz,  que  quiere  dezir  el  me  s  ^^*>'**" 
de  los  plazeres,  y  era  después  que  auian  cogido 
todos  los  fructos  y  los  mahizales  que  auia;  se  po- 
nían todos  ellos  y  ellas  los  mejores  vestidos  que 
tenían  en  sus  casas,  engalanándose  mucho,  y  assi 
se  holgauan,  baylauan  y  cantauan  ciertas  cancio 
nes  de  gran  plazcr  y  regocijo. 

Aquí  damos  fin  y  remate  y  hazemos  parada  cp. 
contar  mas  de  la  descendencia  y  linaje  de  los  Vn 
gas  y  re3'es  de  la  cibdad  del  Cuzco,  y  de  la  calida  J 
y  temple  de  todas  estas  prouincias  y  regiones  tan 
grandiosas  y  riquissimas  y  abundantissimas  de 
muchas  y  diuersas  cosas.  Por  lo  consiguiente,  dt- 
xaremos  de  contar  también  de  los  caminos  tan  so 
beruíos  que  auia  en  estas  partes,  y  de  los  dozemr- 
ses  que  tenían  en  el  año  estos  yndios,  porque  si  dr 
todas  las  cosas  que  ay  en  ellas  uvieramos  de  con 
tar  muy  en  particular,  nunca  acabáramos,  y  a.s->i 
nuestra  obra  no  fuera  de  las  guerras  mas  que  ci- 
uilcs  que  uvo  en  el  Perú,  sino  de  las  calidades  y 
temple  de  la  tierra.  Mas,  en  fin,  por  dar  remate  y 
conclussion  a  estos  cuentos,  que  con  ellos  am  é 
dado  harto  fastidio  al  piadoso  lector,  diré  en  vn 
solo  capitulo  de  ciertos  gigantes  brauos  que  apor- 
taron a  estas  prouincias,  los  quales  vinieron  de 
ciertas  yslasde  la  mar  del  Sur,  y  con  ellos  dare- 
mos fin  a  la  obra  v  tercero  libro. 


CAPITULO  LXVI 


DE  COMO  CIERTOS  GIGANTES  APORTARON  A  LA  PRO- 
VINCIA DE  MANTA,  LOS  QUALES  SALIERON  DR  VNAS 
YSLAS  DE  LA  MAR  DEL  SUR,  Y  DESPUÉS  FUERON 
QUEMADOS  CON  FUEGO  CELESTIAL,  Y  CUENTA  DE 
OTRAS  COSAS    QUE   AY   EN  LA  TIERRA 


Df zian  los  yndios  muy  «ínticos  y  viejos  que  ha- 
bilauan  en  Puerto  Viejo,  que  son  los  de  la  prouin- 
cia  de  Manta,  de  como  en  el  tiempo  antigo  y  pa- 
ssado,  quando  reinaua  Topa  Ynga  Yupangue,  que 
.estando  aquella  tierra  de  paz  se  alboroto  toda  ella 
con  la  Iletrada  que  hizieron  mucha  cantidad  de  yn- 
dios gigantes,  que  eran  de  disforme  altura  y  gran- 
deza. Y  que  estos  tales  vinieron  en  vnas  barcas  ó 
balsas  muy  gnmdes,  hechas  de  cañas  y  madera 
seca,  los  quales  trayan  unas  velas  latinas  triangu- 
ladas, de  hazia  la  parte  donde  se  pone  el  sol  y  de 
hacia  las  yslas  Malucas,  o  del  estrecho  de  Maga- 
llanes, y  que  entrando  estos  por  la  tierra  la  comen- 
(;aron  a  tiranizar  ganando  por  alli  algunas  tierras 
y  matando  muchos  3'ndios,  y  a  otros  hechandolos 
fuera    de  sus  pueblos.  Los  naturales  de  Puerto 


567 

Viejo,  quando  vieron  llegar  a  estos  vestiglos  con 
tan  grande  furia  y  soberuia,  y  de  como  les  hazian 
tan  mala  vezindad,  y  de  como  no  se  podian  deíTen 
der  dellos,  temieron  con  gran  temor,  por  lo  qual 
luego  a  la  hora  auissaron  dello  por  la  posta  a  Topa 
Ynga  Yupangue,  que  a  la  sazón  estaua  en  la  cib- 
dad  del  Cuzco.  Embiaronle  a  dezir  en  su  embajada, 
como  a  gran  señor  y  rey  poderoso  que  era  de  to- 
das aquellas  prouincias,  los  remediasse  de  la  en- 
diablada furia  y  crueldad  de  aquellos  luziferinos 
monstruos  que  auian  aportado  a  su  tierra,  que  el 
capitán  y  gouernador  Ynga  que  alli  estaua  en 
guarnición  no  los  auia  podido  ni  era  bastante  a 
hechallos  fuera  della.  El  Topa  Ynga  Yupangue, 
por  sustentar  su  reputación  y  conservar  en  paz  a 
sus  vasallos  embio  al  curaca  del  valle  de  Chimo 
y  al  Gouernador  Ynga  (1)  que  tenia  en  el  pueblo  de 
Piura,  que  eran  grandes  señores,  con  otros  mu- 
chos yndios  principales,  por  embajadores,  para 
que  considerando  que  gentes  eran  hablassen  con 
ellos  y  tratassen  de  paz  si  la  querían  tener  con  el, 
y  si  no  que  el  les  dada  tanta  guerra  quania  ellos 
venan,  de  que  les  pesasse.  Embiados  estos  mensa- 
jeros embio  luegq  a  llamar  a  sus  capitanes  y  sol 
dados  que  estañan  en  diuersos  pueblos  en  guarni- 
ción, para  que  si  los  gigantes  no  estuuiessen  en 
proposito  de  darse  de  paz,  yr  contra  ellos  y  hecha- 
llos fuera  de  toda  la  tierra,  ó  matallos  a  todos, 
pues  eran  tan  pocos  en  número,  aunque  muchos  en 
ferozidad  y  braueza.  Los  embajadores  fueron  y 


(i)     Tachado:  guf  eran. 


hablaron  con  ellos  por  señas  y  los  apazí^uaron 
buenamente  y  les  dieron  tierras  en  donde  biuie- 
ssen,  qur  era  esta  su  pretensión,  aunque  vna  par- 
cialidad dellos  no  quissicron  la  paz,  sino  seguir  la 
i;ucnvi  contra  todq¿  aquellos  que  no  se  les  vi- 
nicssen  a  dar  por  sus  vasallos.  Y  assi  partidos  los 
mensaj;eros  de  alli,  salieron  luego  a  los  pueblos 
comarcanos,  cu  donde  conien(;aron  hazer  muchas 
niucrtis,  crueldades  y  fuer<;as  con  otros  muchos 
males  y  daños,  y  como  eran  estos  tan  endiablados 
y  (erozcs  no  auia  ninyuíi  natural  yniiio,  por  ani- 
moso que  fucssc,  [que]  les  osassc  a  resistir,  ni  me- 
nos tomarsse  con  alguno  dellos.  En  esto  llegaron 
otros  embajadores  de  Topa  Ynga  Yupangue  y 
dÍMTon  a  estos  fcroztssimos  gigantes  perturba- 
dores de  la  paz,  como  el  gran  señor  Vnga  venia 
y;i  de  camino  amenazándoles  con  guerra,  ham- 
hre  y  mortandad.  Allende  desto,  que  no  auia  de 
quedar  ninguno  dellos  que  no  íuesse  muerto  y 
bi'clio  pcdavos  con  crueldad;  en  fin,  al  fin,  conside- 
rándolo bien  esto  los  gibantes,  se  apaziguai*on  to- 
dos con  buenos  medios  y  partidos  que  les  hizieron, 
i|Ui  dando  lüdosellosporvasallosdelYnga.  Dieron 
cuenta  istos  jileantes  ;i  los  naiuratcs  desia  tierra 
df  como  auiau  salido  de  viiasysias  y  tierras  muy 
l^r.uKlcs  que  están  en  la  mar  austral  hazia  el  po- 
iiienie.  y  que  fueron  liecliados  dellas  por  vn  gran 
scrlor  yndio  que  allí  auia,  que  eran  tamaños  y 
tan  grandes  de  cuerpo  como  ellos.  V  demás  desto, 
que  auian  nauegado  por  la  mar  muchos  dias  a  re 
nio  y  vela,  y  que  cierta  borrasca  y  tormenta  los 
auia  liceliado  en  aquellas  partes,  sin  saber  adonde 


569 

yuan,  sino  que  fortuna  los  lleuasse  a  do  quisiesse, 
y  que  mas  querían  estar  subjectos  en  tierras  age- 
nas,  que  libres  en  Jas  su\'as  con  continuas  guerras 
como  alia  auian  tenido,  y  assi  dixeron  otras  cosas. 
Las  armas  con  que  estos  tales  peleauan  eran  pie- 
dras muy  grandes,  que  arrojauan  con  las  manos, 
que  de  cada  pedrada  matauan  vñ  yndio  si  le  acer- 
tauan,  y  con  palos  nudosos  y  porras  que  ellos  hi- 
zieron  después  que  llegaron  a  la  tierra,  porque 
ellos  no  truxeron  ningunas  armas,  porque  los  sus 
enemigos  se  las  (1)  quitaron  por  vencimiento  y  con- 
cierto que  entre  ellos  uvo.  Estos  dieron  gran  noti- 
cia de  las  muchas  yslas  que  auian  visto  por  esta 
mar  del  Sur,  que  después  las  vieron  los  españoles  ' 
que  han  nauegado  por  estas  mares  del  Occeano 
que  se  contienen  en  derecho  destas  tierras  hazia 
la  linea  equinocial,  o  en  la  misma  linea.  Estas  tie- 
rras, o  yslas,  no  se  han  descubierto  desde  acá,  a 
causa  que  se  comen<;aron  por  esta  parte  muy  tem 
prano  las  guerras  mas  que  ciuiles  entre  los  espa- 
ñoles; que  la  vna  dellas  descubrió  acasso  el  capi- 
tán Ribadeneyra,  como  ya  queda  dicho  atrás.  La 
tierra  que  el  señor  de  Chimo  y  los  embajadores 
del  gran  señor  Ynga  señalaron  a  estos  gigantes, 
en  donde  hizieron  después  su  habitación,  fue  en 
la  punta  de  Tangarara,  que  después  llamaron  los 
españoles  la  punta  de  Sancta  Elena,  y  esto  hizie- 
ron por  consejo  de  los  yndios  naturales  de  Manta. 
En  esta  punta  que  les  fue  señalada  no  auia  agua» 
ni  leña,  y  dioseles  a  dos  fines:  o  que  allí  se  nuirie- 


^♦1 

f.  i. 


•ií 


■  y  4 


(i)    M^.  lifs. 


570 

ssen  de  sed,  o  que  se  fuessen  a  biuir  a  otras  partes 
mas  lexos,  porque  eran  vezinos  muy  peligrosos, 
por  no  quebrar  con  ellos;  que  viniessen  después  a 
matarsse  los  vnos  y  los  otros.  Viendo  ellos  que  el 
st  ñor  curaca  de  Chimo  y  los  demás  embajadores, 
como  les  auian  señalado  aquella  tierra  tan  estéril 
y  mala,  entendieron  bien  por  que  lo  auian  hecho, 
mas  ellos  lo  dissimularon  lo  mejor  que  pudieron 
por  no  tener  trauacuenta  con  los  naturales  y  con  el 
jíran  señor  Yn^a,  que  ya  sabian  de  su  gran  poder, 
y  assi  assentaron  en  la  tien'a  hasta  en  tanto  que  el 
tiempo  les  dixesse  lo  que  auian  de  hazer.  Lo  pri- 
mero que  estos  hizieron  fue  cauar  en  vnas  peñas 
biuas  que  alli  están,  en  donde  hizieron  vnos  po^os 
de  grande  hondura,  de  donde  sacaron  agua  muy 
buena  y  bien  fria,  como  el  dia  de  oy  se  paresce.  Y 
en  el  entretanto  que  sacauan  el  agua  y  se  hazian 
los  poi,  os  se  proueyeron  de  agua  y  leña  de  otra 
pane,  tra vendóla  toda  con  sus  balsas  y  vasijas  que 
truxcron  de  sus  tierras,  muy  grandes,  y  ediffica- 
ron  sus  casas  de  paja  para  su  biuienda,  y  assi  hi- 
zieron otras  cosas  para  en  pro  y  vtilidad  dellos. 
Cicrtamtnte  yo  no  se,  ni  se  puede  aueriguar,  con 
que  herramientas  pudieron  quebrar  las  peñas  tan 
rezias  y  biuas  de  aquel  po(;o,  y  con  que  cavaron 
esia  profundidad  que  hizieron,  que  es  yncreible 
cosa  ver  la  liondura  que  tiene,  y  los  nauegantes 
que  auora  passan  por  aqui  se  proueen  destos  po- 
vos  de  agua,  que  aqui  ay  vn  puerto  muy  bueno  y 
limpio.  Andando  mas  el  tiempo,  ya  que  tenían  se- 
menteras y  aiiua  y  leña,  la  qual  trayan  de  muy  le- 
xos, y  como  ya  naturales  de  la  tierra,  comen(;'aron 


'■    «.-i 


571 


de  reboluersse  con  las  yndias  de  alli  y  de  las  co- 
marcanas, porque  ellos  no  truxeron  mugeres  con- 
sigo, y  como  tuuiessen  por  fuerza  con  ellas  mala 
conuersacion,  dizen  que  las  matauan  rompiendo- 
las.  Agrauiados  los  naturales  desta  gran  maldad, 
tornaron  de  nueuo  a  los  amenazar  con  el  gran  se- 
ñor Ynga  y  con  sus  capitanes  y  soldados,  y  ellos 
por  biuir  en  paz  prometieron  que  de  ay  adelante 
no  les  harían  ya  ningún  mal  ni  daño,  ni  les  toma- 
rían las  mugeres,  ni  lo  que  tenían,  y  que  les  serian 
muy  buenos  y  verdaderos  amigos.  Passadas  estas 
cosas  con  otras  muchas  particularidades  que  dexo 
de  contar,  se  dieron  a  la  pesca,  como  los  naturales 
lo  hazian,  y  a  ca<;:a  de  venados  y  liebres  y  de  aues 
campestres  y  siluestres,  de  que  se  mantenian,  de 
manera  que  no  les  faltanan  ya  carnes,  ni  pescado, 
que  tomauan  y  pescauan  con  redes  y  fisgas.  Vién- 
dose estos  endemoniados  tanto  tiempo  sin  muge- 
res,  y  el  demonio  que  los  traya  engañados  y  cie- 
gos y  distraydos  de  la  razón  natural,  hizieron  vna 
gran  borrachera,  en  donde  comen<;aron  a  vssar  el 
peccado  nephando,  y  assi  estuuieron  en  este  dia- 
bólico vicio  muchos  años,  que  ya  no  tenian  ver- 
guen(;a  ni  se  les  daua  nada  vssallo  publicamente. 
Los  naturales,  quando  supieron  que  estos  yndios 
luziferinos  vssauan  este  tan  maldito  peccado,  de- 
zian  que  aquellos  eran  perros  y  brutos  anímales,  o 
que  eran  demonios  que  auian  salido  del  ynfierno  a 
este  mundo  en  figura  de  hombres  para  obstenta- 
cíon  del  mundo.  Para  mi  tengo  creydo  que  los  yn- 
dios de  Manta  que  vimos  en  nuestros  días,  depren- 
dieron de  sus  antepassados  y  de  los  mayores  des- 


.•^i 


/rj 


-•y 


tosi;inanicí5  este  diabolU 
que  el  dia  de  oy  lo  vssiii 
mmii.is  y  en  sus  borraci" 
ziiio  de  Ja  villa  de  Pucrli 

liJiíJ  dt-slos  perucrsos  y  diabólicos  yndios,  como 
iiisticiíi  mayor  que  era  allí  entonces,  aunque  el 
pueblo  esiaua  en  su  encomienda,  para  que  se  :ipar- 
laran  dcslc  tiin  pestifero  y  luziterino  vicio,  y  nunca 
;i|irou('clní  cosa  alguna,  que  lodavia  revieran  en 
el.  Dizen  mas  los  naturales,  que  estando  vn  dia 
estos  [íij;;mtes  en  ciertos  sacriflícios  pcssimos  y 
vssando  el  pecoado  nephando,  vino  vn  mancebo 
muy  hermoso,  bolando  del  cielo,  con  gran  res- 
plandor, y  que  derramo  tanto  luego  sobre  ellos 
que  los  quemo  a  todos  biuos,  y  que  escaparon  al- 
uunusdellos  porque  estauan  dentro  en  la  tierra. 
Todo  esto  que  los  naturales  cuentan  se  tiene  en- 
tt'miido  auer  passado  ciertamente  assi,  porque  en 
dimde  habitaron  estos  malditos  hombres  están  oy 
di.i  aijUL'llüs  poi,-i>s  muy  hondablcs  en  las  biuas  pe- 
ñas, y  se  vcen  muchos  huessos  de  las  canillas  de- 
llos  que  son  yncreybk'S.  Assi  se  parescen  oyen  dia 
en  este  hi^:ir  que  esta  junto  a  la  marina,  que  se 
contiene  han.o  espacio  a  ella,  por  los  vestigios  y 
si'ñak'S  que  en  el  ay,  en  donde  se  halla  mucha  are- 
nal ni'iiia  y  ccnii,-a,  como  que  la  tierra  aya  sido 
quemada  en  otro  tiempo,  y  esto  se  veo  quando  al- 
guno caua  la  tierra,  por  lo  qual  se  colige  que  alli 
d<-iiiei'on  ser  quemados.  Después  que  el  marques 
Don  Francisco  l'ii,-arro  conquisto  estas  tierras 
llego  vna  vez  a  la  punta  de  Sancta  Elena,  que  es 
en  Tungarara,  valli  entendió  claramente  lo  destos 


gigantes,  porque  vido,  no  muy  lexos  de  a 
lo  arriba  contenido,  con  la  ossamenta  qi 
mostraua.  También  vido,  no  muy  lesos 
vnas  fuentes  manantiales  y  corrientes  qui 
dellas  sirue  muchas  vezes  de  alquitraní 
mny  buena,  con  que  se  calaffatean  y  ¡u 
dia  los  nauios  que  van  y  vienen  del  Pi 
muchos  vienen  a  parar  a  este  puerto  so 
efíecto.  Después,  andando  el  tiempo,  llegí 
ques  Picarro  al  pueblo  de  Chimo,  en  doi 
otros  huessos  y  ca!aueras  de  gran  disToi 
vnas  muelas  de  tres  dedos  de  gordor  y 
dedos  de  largor,  y  teniati  vn  verdugo  negí 
fuera,  Dizen  agora  estos  yndios  del  pi 
Chimo,  y  lo  oyeron  de  los  antigos  y  pass.n 
estuuieron  gran  tiempo  dos  gigantes  dt 
vn  gran  señor  curaca  deste  valle,  los  qual 
ron  con  el  ciertos  años.  Y  que  después  e 
señor  los  hizo  matar  porque  comian  entri 
vna  assentada  mucho  mas  que  veynte  ; 
porque  eran  muy  soberuios  y  follones, 
acabo  la  diabólica  geneal(^ia  destos  f 
En  el  pueblo  de  Quareta  se  hallaron  do: 
ñnos,  esclauos  del  señor  Thorcca,  que  s 
auer  venido  alli  en  balsas  de  hazia  el 
por  esta  mar  del  Sur,  que  oy  dia  se 
Nueua  Guinea ,  que  esta  camino  de 
Philippinas,  junto  a  la  linca  equinocia 
ella.  Porque  quando  van  los  nautos  de  I 
España  a  las  dichas  Philippinas,  passan  c 
ca  de  la  ysla  de  los  Negros,  que  descubrii 
de  Saauedra,  capitán  del  Marques  del  V 


574 

Hernando  Cortes,  aunque  otros  dizen  que  el  capi- 
tán Bemaldo  la  Torre  la  descubrió  andando  por 
aquellas  yslas  perdido.  En  el  pueblo  de  CoUique, 
arriba  de  la  cibdad  de  Truxillo,  ay  vna  lag^una  de 
a^ua  dulce  que  tiene  todo  el  suelo  de  sal  quaxada 
y  muy  blanca,  y  los  yndios  sacan  mucha  cantidad 
del  la  y  la  lleuan  a  vender  a  diuersos  pueblos  don- 
de no  la  ay ,  y  con  ella  compran  las  cosas  necessa- 
rias  que  han  menester  en  sus  casas.  En  los  Andes, 
detras  del  valle  de  Jauxa,  esta  vn  rio  muy  glande 
que  siendo  sal  todas  las  piedras  que  tiene  el  (1) 
suelo,  es  dulce  el  agua  que  passa  por  encima  de- 
lia,  y  es  clara,  y  muy  buena  de  beuer,  que  no  toma 
nada  de  la  sal.  Y  en  el  mismo  rio  de  Jauxa  y  en 
medio  del  nasce  vna  fuente  de  agua  caliente,  y  sale 
el  agua  con  gran  ympetu  y  furia  hazia  arriba,  que 
sobrepuja  encima  del  agua  bien  alto,  como  sí  sa- 
liesse  por  bitoque  de  alguna  pipa  llena,  y  cae  en  el 
mismo  rio,  y  a  la  redonda  desta  fuente  el  suelo 
del  rio  es  toda  sal.  En  la  costa  de  hazia  la  villa  de 
Sant  Miguel  están  dentro  de  la  mar  y  no  muy  le- 
xos  de  la  tierra,  vnas  peñas  muy  grandes  y  altas, 
que  son  de  muy  linda  sal,  que  parescen  vnas  ysle- 
tas  pequeñas,  y  en  ellas  combaten  las  hondas  déla 
mar,  y  están  por  encima  dellas  cubiertas  de  gran 
multitud  de  ouas  de  pescadas,  que  muchas  vezes 
los  marineros  se  proueen  de  alli  de  sal  y  de  ouas. 
También  enfrente  del  puerto  de  Guaura  esta  vna 
3'sla  grande,  en  donde  toda  ella  es  de  sal,  y  muy 
buena,  que  quando  los  nauios  llegan  a  este  para* 


( I )    Tachado:  ¿ueilo. 


r 


575 

je,  los  marinei'os  y  passageros  se  proueei 
quanca  quieren  Ueuar,  porque  cierto  es  ct 
trafia  de  ver  tanta  sal.  Sin  duda  ninguna 
drlan  todos  proueer  della  y  Iteuarla  a  t 
Nueua  España,  y  aun  a  toda  Castilla,  que  a 
se  Ueuasse  mucha  en  cantidad  en  carraca 
uios  no  meng[u]aria,  porque  cresce  y  muí 
siempreya  la  contina  mucha  en  superabum 
Assimismo  dizen  los^yndios  naturales  que 
das  estiis  tierras  no  auia  ratones,  ni  sabi: 
cosa  era,  y  algunos  de  los  conquistadores 
prouincias  y  regiones  juran  y  affirman  < 
los  auia,  ni  los  vieron  ni  sintieron  al  tiemí 
entraron,  y  que  entrando  en  ellas  el  Vi 
Blasco  Nuflez  Vela  remanescieron  mucha  ca 
dellos,  que  fue  cosa  yncreyble  y  que  pu 
grande  admiración  a  todos  los  biuíentes.  C 
ron  y  se  multiplicaron  después  estos  anir 
en  tanta  cantidad  que  destruyeron  en  mu 
diuersas  partes  todo  lo  'que  hallaron  sem 
que  no  de.\aron  arboles  de  Castilla,  que  ya 
tiempo  los  auia,  y  muchosdediuersas  frutas, 
ni  menos  los  arboles  y  frutales  de  la  tier; 
charon  a  perder  las  cañas  de  acucar  y  las 
leras  y  legumbres  de  los  yndios  y  la  hortali 
auia  en  las  huertas  de  los  españoles,  y  roye 
ropas  de  Castilla  y  de  la  tierra  que  estañar 
casas  y  fuera  dellas,  con  otras  muchas  eos 
sin  remedio  las  destruyeron  y  talaron  toi 
que  quedaron  todos  admirados  desto.  Des[ 
dixo  que  fue  prenóstico  de  los  males  sus< 
que  se  causaron  en  estas  tierras  con  la  veni 


r=' 


índice 


Cap,  1.— De  como  ei  Maestro  de  campo  F 
de  Carauajat  se  pariio  de  la  cibdad  i 
y  por  sus  jornadas  contadas  llegó  á  la 
Sant  Miguel,  y  de  las  cosas  que  en  < 
en  seruicio  de  Goni^alo  Píi^arro,  y 
cosas  que  passaron 

Cap.  II.— De  vna  hrauosacaria  que  Frar 
Carauajal  escriuio  a  Gonzalo  Picarro. 
cosas  que  en  la  cibdad  hizo,  y  pariiei 
aquí  se  quiso  aligar  con  ella  el  capi 
guardia,  de  Blasco  Nuñez  Vela,  y  c 
cosas  que  passaron. ; 

Cap.  III.— De  como  Francisco  de  Caraua 
co  a  tres  soldados  a  ynsfancia  de  Peí 
lin  de  Cecilia,  y  de  como  dio  huella 
por  lo  que  le  escriuio  Lorenco  de  AU 
donde  se  quisieron  después  mataren! 
y  por  que  causa 

Cap.  IV.— De  como  Francisco  deCaraua; 
pot  sus  jornadas  contadas  a  la  cihüad  < 

O.  ni  B*KT«  Ci.*ir*.-IV.-  3.» 


),  y  del  res 
lo  ahorco 
de  otras  c 
li  estuuo. 
V.— De  c. 
jmbro  cap 
I  el  pueblí 

indo  se  le 
VI. -De  . 
biendo  qi 
uy  pujant 

qual  se  SI 

VH.-De 
I  brauissir 
I  Centeno 


VIII.— D< 

iego  Ccnti 
leblo  de  F 
diera  bal 
IX.-De  i 
o  pe  de  M< 
o  del  Rey, 
:  alli  se  I 
mar  vn  m 
indieron  d 
X.-En  d 


criuio  al  ihenieme  Alonso  de  Toro  y  a  los  i 
gidores  y  a  los  demás  vezi nos  della 

Cap.  XI.— De  como  los  vezínos  de  la  cibdad  d 
Cuzco  alearon  vandera  por  el  capitán  Díe, 
Centeno  en  nombre  de  Su  Magestad  cont 
üoni^alo  Pí^arro,  y  como  después  se  hallan 
burlados  y  Alonso  de  Toro  se  boluio  a  ell; 

Cap.  XII. — De  como  Francisco  de  Carauajal,  pr 
siguiendo  su  camino,  llego  de  noche  al  pueb 
de  los  Frailes,  junto  a  la  cibdad,  en  donde  s 
po  secretamente  que  Diego  Centeno  esta' 
en  el  puerto  de  Quilca  con  cierta  gente, 
qual  lo  fue  a  buscar 

Cap.  XIII. — De  como  Francisco  de  Carauaj 
continuando  su  camino  llego  al  puerto 
Quilca,  y  de  las  palabras  que  dixo  al  pasj 
del  rio  y  de  las  cosas  que  le  descubrió  vn  i 
tandero  acerca  de  Centeno,  y  de  otras  coi 
que  passaron  en  e!  ynter 

Cap.  XIV.— De  como  Francisco  de  Caraua 
supo  las  señas  que  auia  entre  Diego  Cenie 
y  Ribadeneyra  para  que  el  nauio  viniess< 
tierra,  y  propuso  de  lo  tomar,  y  al  fin  no  u 
effecto,  y  dándole  el  viento  en  popa  se  fue 
alli  a  la  Nueua  España 

Cap.  XV. —  De  como  Francisco  de  Carauaj 
después  que  se  fue  el  capitán  Diego  de  Ril 
deneyra  del  puerto  con  su  nauio  y  no  auii 
do  hecho  ningún  effecto,  se  boluio  con  : 
capitanes  a  la  cibdad,  y  de  las  cosas  que  h. 
en  ella 

Cap.  XVI.—Dc  como  Francisco  de  Carauajal 
lio  de  la  cibdad  de  Arequipa  y  se  fue  a  Cl 
cuy  to,  pueblo  de  Su  Magestad,  y  de  lo  que  i 


580 

Piginas. 

dixo  a  SUS  capitanes  y  soldados  porque  se 
querían  yr,  diziendole  todos  que  la  guerra  era 
ya  acabada 131 

Cap.  XVII.— De  como  el  Maestro  de  campo  Dio- 
nisio de  Bobadtlla  respondió  a  Francisco  de 
Carauajal  en  nombre  de  aquellos  soldados 
que  se  querian  yr  y  ausentarse  para  sus  ca- 
sas, y  de  lo  que  luego  mando  proueer  a  los 
suyos 1 39 

Cap.  XVflI.— De  como  Francisco  de  Carauajal 

se  partió  del  pueblo  de  Chocuyto  para  las 

.  Charcas  y  en  el  camino  supo  de  la  salida  de 

'   los  soldados  de  la  entrada  de  Diego  de  Rojas, 

del  Rio  de  la  Plata,  y  cuenta  quien  fue  el  que 

lo  descubrió  al  principio 145 

Cap.  XIX.— De  como  Philippe  Gutiérrez  llego  al 
exer^ito  de  Diejío  de  Rojas  y  pelearon  con 
los  vndios  ferozes,  v  de  la  muerte  del  Gouer- 
nador  y  alzamiento  de  Francisco  de  Mendoza, 
y  de  las  cosas  que  hizo  en  el  exercito  con  sus 
soldados 1 54 

Ca^.  XX.— De  como  el  Maestro  de  campo  Nico- 
lás de  Heredia  entro  con  su-  gente  por  la  tie- 
rra adelante,  y  de  los  trabaxos  que  paso,  y  de 
como  Juan  Garcia  de  Almadén  lo  prendió  y 
lo  lleuo  ante  PVancisco  de  Mendoca,  el  qual 
le  quito  el  cargo  que  tenia. 165 

Gap.  XXI.  — De  otras  muchas  peleas  que  los  espa-  * 
ñoles  tuuieron  con  los  yndios,  y  de  como  Die- 
go Aluarez  del  Almendral  y. otros  mataron  a 
Frao^cisco  de  Mendoca  y. dieron  la  gouerna- 
cion  a  Nicolás  de  Heredia,  que  de  derecho 
era  suya 176 

Cap.  XXII. — De  las  rebueltas  que  uvo  en  el  cam-. 


po  Je  Nicolás  de  HereJia  sobre  qu 
López  de  Ayala  y  oíros  se  vinieron 
de  los  reynos  del  Peru,  y  de  como 
con  Lope  de  Mendoija  y  ios  suyos,  a 
les  hizo  luego  amigos 

Cap.  XXIII.-De  como  Lope  de  Mendo 
a  Nicolás  de  Herediu  y  a  los  que  sal 
la  entrada  todo  lo  que  auia  suscedl 
tierra,  y  con  buenas  palabras  y  dulce; 
los  atraxo  a  si  y  se  nombro  por  genei 
Magestad 

Cap.  XXIV.-De  como  Francisco  de  C 
continuando  su  camino,  llego  al  pi 
Cotabamba,  desde  donde  embío  al  pa 
quez,  su  capellán,  con  cartas  al  capii 
de  Mendoca  y  a  los  suyos  para  que  s 
al  seruicio  de  Uonjalo  Picarro 

Cap.  XXV.— De  corao'  el  padre  Diego 
fue  al  pueblo  de  Pocona  y  dio  las 
Lope  de  Mendoza,  por  lo  qual  se  er 
terriblemente  con  el  hasta  que  se  a 
poco,  y  de  otras  muchas  cosas  que 
en  suexercito 

Cap.  XXVJ.— De  como  Francisco  de  C 
se  pussoen  camino  con  muy  gentil  hoi 
para  e!  pueblo  de  Pocona,  y  en  el  Ci 
qigsso  matar  vn  mestizo  Hechero  de 
Mendoza,  y  lo  que  passo  con  los  coi 

Cap.  XXVlI.-De  como  Francisco  de  C 
se  metió  en  la  casa  fuerte,  y  de  la  mi 
arma  que  se  dio  entre  sus  soldados,  y 
los  corredores  del  capitán  Lope  de  1 
prendieron  vna  de  las  cintinelas  q 
puestas  eir^I  campo 


1 


582 

Páginas. 

Cap.  XXVIII. — De  como  Lope  de  Mendoza  ha- 
blo a  sus  soldados  y  de  la  platica  que  les  hizo 
para  dar  batalla  aquella  noche  a  Francisco 
de  Carauajal,  y  de  la  borden  que  les  dio  para 
combatir  la  casa  fuerte  que  los  enemigos  te- 
nian  tomada 242 

Cap.  XXIX.— De  la  batalla  nocturna  que  se  dio 
en  el  pueblo  de  Pocona  entre  los  dos  capita- 
nes Lope  de  Mendoza  y  Francisco  de  Cara- 
uajal, y  del  arcabuzaco  que  le  dieron  los  su- 
yos en  la  nalgas  mientras  turaua  la  porfñada 
batalla 249 

Cap.  XXX.— De  como  Lope  de  Mendot^a  dexo 
de  pelear  y  se  fue  con  los  suyos  al  fardaje  y 
riqueza  de  Francisco  de  Carauajal  y  la  de  sus 
soldados,  en  la  qual  dieron  vn  grandissimo  y 
califñcado  saco  en  el  oro  y  en  la  plata  que 
auia 260 

Cap.  XXXI.— De  como  Francisco  de  Carauajal, 
siguiendo  su  camino  adelante,  alcanco  vna 
noche  a  Lope  de  Mendovja  y  a  Nicolás  de  He- 
redia  con  los  suyos,  que  estauan  descansando 
en  par  de  vn  arroyo  grande,  en  donde  les  cor- 
to las  cabejas  y  dio  garrote  a  otros 270 

Cap.  XXXII. — De  como  el  Maestro  de  campo 
Luys  Perdomo  y  el  alférez  mayor  Alonso  Ca- 
ma rgo  se  fueron  a  poner  debaxo  de  la  vande- 
ra  y  clemencia  de  Francisco  de  Carauajal, 
para  que  los  perdonasse,  y  de  la  platica  que 
le  hizieron  y  lo  que  mando  hazer 280 

Cap.  XXXIII. — De  como  los  soldados  que  qui- 
ssieron  matar  a  Francisco  de  Carauajal  se  re- 
belaron contra  el  en  el  pueblo  de  Pocona,  y 
de  como  quitaron  mañosamente  los  arcabu- 


zes  a  sus  compañeros  que  allí  quedaron  Ci 
sados 

Cap.  XXXIV.— De  como  Francisco  de  Cara» 
)al  se  partió  de  Pocona  con  sus  soldados  y 
fue  al  pueblo  de  Coiabamba,  y  de  las  co 
que  hizo  en  el,  y  de  como  escriuío  a  Cion^f 
Piíjarro  lodo  lo  que  le  auía  suscedido  con  i 
mendocinos  y  heredíanosde  la  entrada 

Cap.  XXXV.-De  como  Morales  de  Ambur; 
del  Abad  se  vino  a  presentar  ante  Francii 
de  Carauajal,  y  de  como  sus  capitanes  y  s 
dados  se  marauillaron  en  gran  manera  de 
ver  viuo  y  sano  y  sin  herida  ni  lisien  algui 

Cap.  XXXVI.— De  como  Francisco  de  Caraua 
se  fue  a  la  villa  de  la  Plata  y  eniro  en  e 
con  muy  buena  hordenanca,  licuando  sus  v; 
deras  tendidas  como  triunphador  y  vencet 
de  sus  enemigos,  y  de  muchas  cosas  que  h' 
en  aquel  districto 

Cap.  XXXVII.— De  como  Alonso  de  Toro,  ll 
nienie  de  la  cibdad  del  Cuzco  por  Gon^i 
Pi^arro,  fue  muerto  a  puñaladas  por  su  si 
gro,  y  por  que  causa  lo  mato,  y  de  cieno  n 
tin  que  se  hazia  en  ella,  el  qual  apacigo 
capitán  Alonso  Aluarez  de  Hinojosa 

Cap.  XXXVIII. -De  como  Diego  de  Balmase 
dio  borden  y  manera  de  matar  a  Francisco 
Carauajal  haziendo  creer  a  muchos  soldaí: 
que  Gonzalo  Pi^arro  era  muerto,  por  v 
cana  missiua  que  vieron  firmada  con  dos  t 

Cap.  XXXlX.-Decomo  Francisco  de  Carai 
¡al  supo  de  la  conjuración  que  contra  el 
hazia,  que  se  lo  dixo  el  capitán  Pedro  de  C 


>:oino  se  lo  i.onto  Juan  Ramón,  su 
que  era  vno  Je    los  conjurados  que 

ser 

■-lie  como  Diego  Balmaseda,  ynuenior 
njuracion.vienJoqueerascniidoyquc 
la  hazer  ningún  efrecto  se  quiso  huyr, 
Ibnüo  cauallo  en  que  yrse  determino 
Je  matar  a  Francisco  de  Carauajal. . . 
—  be  como  Francisco  de  Carauajal 
ender  a  Diego  Balmaseda  y  queriendo 
usticia  del  llego  a  el  vna  muger  de 
a  peilille  su  vida,  el  qual  no  &e  la  quiso 
:r  y  al  calió  le  mando  dar  garrote  en 

—De  como  Francisco  de  Carauajal 
r  garrote  a  Alonso  Camargo,  y  de  vn 
cuento  que  dixo  a  vn  fraylc  domi- 
Jc  como  encontinente  hizo  ahorcar 
ría  diabólica  a  otros  soldados  de  la  en- 

I.-De  como  Francisco  de  Carauajal, 
ilo  que  tuuo  de  sus  soldados  que  anda- 
sesperadospara  lo  matar,  les  dio  de 
de  calcar  y  alargo  mas  las  mesas,  y  de 
ne  del  cnpiían  Pedro  de  Castañeda. . . 

:;m  Pedro  de  Puelles,  y  no  uvo  effecto, 
is  muchas  y  grandes  crueldades  que 
les  leales  seruiftores  de  Su  Magestad 
lules  las  vidas,  mas  no  las  honrras  v 


.— iJe  como  Francisco  de  Carauajal  y 
ie  Puelles  cscriuicron  muchas  cartas 
alo  Pi^arro  ynciíandole  y  prouocando- 


5a") 

Página;». 

le  a  que  se  Uamasse  y  nombrasse  por  rey  de 
todas  las  prouincias  y  reynos  del  Perú 385 

Cap.  XLVI.— De  como  ciertos  religiosos  y  caua- 
lleros,  grandes  seruidores  de  Su  Magestad, 
affearon  malamente  a  Gon^^alo  Picarro  por- 
que se  quería  nombrar  por  rey  de  las  pro- 
uincias y  reynos  del  Perú,  y  de  otras  muchas 
cosas  que  passaron  entre  ellos 393 

Cap.  XLVH.— En  donde  se  contiene  el  traslado 
y  copia  de  la  bulla  y  concession  que  dio  el 
Papa  Alexandro  Sexto  a  los  muy  catholicos  y 
xpianissimos  reyes  de  Castilla,  de  León,  de 
Aragón,  sobre  la  posession  de  las  yslas  y  tie- 
rras firmes  del  mar  Occeano 401 

Cap.  XLVIII.-— En  donde  se  cuentan  y  relatan 
otras  muchas  y  diuersas  cosas  que  Goncalo 
P¡(jarro  hizo  en  la  tierra,  con  ciertas  epilo- 
gaciones de  lo  que  se  hizo  y  se  trato  en  otras 
partes  por  los  sequaces  y  aíHcionados  de  los 
tiranos 409 

Cap.  XLIX. — En  donde  se  cuenta  del  linaje  de 
los  Yngas  y  de  donde  salieron,  quando  con- 
quistaron las  prouincias  del  Perú,  y  que  quie- 
re dezir  Ynga  en  la  lengua  propia  del  Cuzco, 
que  es  la  que  se  vssa  y  se  habla  en  estas  partes 
tan  remotas 4 1 S 

Cap.  L. — En  donde  se  prosigue  y  cuenta  del  li- 
naje y  prosapia  de  los  Yngas,  reyes  y  señores 
que  fueron  dcstas  amplissimas  y  riquissimas 
prouincias  del  Perú,  y  se  relatan  las  cosas 
que  mandaron  hazer  en  todas  estas  tierras. . .     432 

Cap.  LI. — En  donde  se  cuentan  v  relatan  las 
differencias  y  debates  que  los  hermanos  Yn- 
gas Guascar  y  Atagualpa  tuuicron  sobre  la 


ision  y  herencia  del  reyno  de  Quito,  has- 
le  llego  el  Marques  Don  Fraacisco  Pi^a- 

:on  los  suyos  a  estas  prouini:¡as 444 

[.—De  como  Francisco  PUarro  y  Diego 
Llmagro  y  Hernando  Luque,  clérigo,  hi- 
>n  compañia  para  descubrir  las  amplissi- 
y  riquissimas  prouincias  y  tierras  de  los 
os  del  Perú,  con  licent:ia  y  facultad  que 

io  Su  Magcsiad 451 

II.— De  como  el  Marques  Don  Francisco 
rro  se  embarco  en  Panamá  y  se  Tue  a  las 
incias  del  Perú  y  dio  principio  a  su  con- 
:a,  y  de  como  llego  a  Caxamalca  y  dio 
lia  al  Ynga  y  lo  prendió,  y  de  otras  mu- 
cosas que  passaron 459 

IV.— Del  gran  ihesoro  que  se  hallo  en  ios 
is  de  Atagualipa,  y  de  lo  que  mando  ajun- 
-lara  dar  al  Marques,  del  rescate  de  su 
ma,  y  de  la  muerte  de  Guascar,  y  de  lo 
passo  con  vn  yndio  sacerdote  y  la  res- 
ta que  dio  al  Atagualipa 471 

V.~De  como  lardándose  de  ajuntar  el 
>ro  que  el  Ynga  auia  de  dar  a  losespaño- 
:uuieron  nueua  que  se  quería  al^ar  contra 
y  matallos  a  todos,  por  lo  qual  hiiieron 
:ia  del  y  se  repartió  entre  todos  la  rique- 

le  auia  junta 478 

k'l.— De  como  estos  yndios  del  Perú  tu- 
m  dos  dioses  muy  nombrados,  y  de  las 
des  supersticiones  que  los  Yngas  tenían 
ando  con  el  demonio,  y  de  los  templos 
nuia  en  estas  prouincias,  y  de  los  ritos 
-imonías  que  ussauan  en  sus  sacriflicios.  486 
/n.— En  donde  se  cuentan  las  calidades 


-^-«'rfí,' 


'I' 


"5' 


587 


Páginas. 


y  temples  de  las  tierras  y  prouincias  destos 
reynos  del  Perú,  y  de  la  cordillera  de  vnas 
sierras  que  ay  en  estas  partes,  y  de  muchas 
cosas  incógnitas  y  marauillosas  que  auia  en 
todas  ellas 496 

Cap.  LVIII.— En  donde  se  da  noticia  de  los  muy 
grandes  rios  que  salen  destas  prouincias  y 
regiones  del  Perú,  que  van  a  dar  a  la  mar  del 
Norte,  y  cuenta  quienes  fueron  los  que  los 
descubrieron  por  aquellas  partes,  y  de  la  yer- 
na escor^^onela  que  ay 504 

Cap.  LIX.— En  donde  se  da  relación  de  la  otra 
cordillera  que  se  contiene  por  el  camino  de 
los  Llanos  que  va  cerca  de  la  marina,  y  se 
cuentan  y  relatan  otras  muchas  y  diuersas 
cosas  de  naturaleza  que  a  y  en  estas  prouincias 
y  reynos  del  Perú 514 

Cap.  LX. — En  donde  se  prosigue  en  contar  de 
otras  cosas  que  ay  en  estos  Llanos  de  la  ma- 
rina, y  como  no  ay  lagartos  y  caymanes  por 
aqui,  y  de  losbuytres,  lobos  y  tiburones  que 
ay  en  la  mar,  y  de  la  pelea  y  contienda  que 
tienen  para  matar  vn  tiburón 520 

Cap.  LXI.  —En  donde  se  torna  a  proseguir  toda- 
via  la  misma  cordillera,  contando  otras  mu- 
chas cosas  della,  y  de  vna  manera  de  pesca 
muy  estraña  que  se  haze  en  estas  partes  por 
los  yndios,  y  se  cuenta  de  la  tercera  cordillera 
de  los  Andes  y  lo  que  ay  en  estas  tierras 526 

Cap.  LXH. — En  donde  se  cuenta  breuemente  de 
la  gran  brauosidad  y  derechura  de  dos  cami- 
nos reales  que  los  yndios  y  señores  Yngas  des- 
tas  prouincias  mandaron  hazer  en  las  sierras 
y  en  los  Llanos  cerca  de  la  costa  de  la  mar. . .     535 


■í  s 


^ 


,  > 


III. — En  donde  se  prosigue  y  cuenta  la 
irauossidad  del  otro  camino  real  que  se 
:nc  en  la  serrania  y  de  otras  muchas 
írsas  cosas  que  los  Yngas  y  señores  des- 
]uissimas  prouini^ias  mandaron  haier, . 
IV.— De  la  solenidad  ijue  los  Yngas  ha- 
|uando  agujerauan  las  orejas  a  sus  vasa- 
que  era  como  dalles  borden  de  caua- 
y  de  lascerimonias  que  tenían  quando 
fuera  de  sus  palacios  con  su  real  corte. 
V. — Kn  donde  se  cuenta  breuemente  el 
rodé  los  meses  que  tenían  losyndios 
;ru  en  cada  vn  ario,  y  de  las  cosas  que 
1  en  ellos  para  el  bien  y  prouecho  de 
publicas,  y  de   otras  cosas  que  ay  muy 

Í.1S  de  saber 

VI.— De  como  cienos  gigantes  aporta- 
la  prouincia  de  Mama,  los  quaics  salie- 
e  vnas  yslas  de  la  mar  del  Sur,  y  después 
1  quemados  con  fuego  celestial,  y  cuen- 
otras  cosas  que  ay  en  la  tierra 


tittrarvA/es 

ciña  ¡iint  OamaJa 

QVINQVENASIOS, 

lllrilílfar  PbDKO  GuTitRÜBI 

1  Santa  Claka.  F«é  Imfrta  i 
ly  HMr  )  cersnada  villa  dt  Ma 
la  tficiHa  fífufrifica  dV  Mnm, 
Merr-K.  Acaéiti  ¿  vimUdiat 
d<  y-mú  d.  mil  , 


**.-.' . 


LISTA 


DB  LOS 


SUSCRIPTORES  Á  LA  COLECCIÓN  DE  LIBROS  Y  DOCUMENTOS 
REFERENTES  Á  LA  HISTORIA  DE  AMÉRICA 


La  Biblioteca  particular  de  8.  M.  el  Rey. 

Britísh  Museum. 

£1  Instituto  General  y  Técnico  de  Barcelona* 

D.  José  A.  Escoto* 

Dr.  N.  León. 

La  Biblioteca  Nac¡onal.*^^M/MM  Airtu 

D.  Manuel  de  Oliveira  Lima. 

D.  Alfonso  López  de  Miranda. 

La  Biblioteca  Nacional.— i7¿p  yaneir^. 

La  Biblioteca  Pública.— £a  PUUa, 

Mr.  David  Nutt. 

Mr.  Jas  A.  Robertsons. 

La  Real  Academia  de  la  Historia. 

D.  Eduardo  Vivas. 

Dr.  Pedro  N.  A  rata. 

Dr.  Salvador  de  Mendon^a» 

Mr.  Thomas  C.  Dawson. 

D.  Manuel  E.  Ballesteros. 

D.  Mariano  Murillo. 

Sres.  P.  J.  Guirola  y  Compañía. 

D.  Antonio  MuBos. 

Mr.  George  Parker  Winship. 

D.  José  Calvu  y  Ramos. 

D.  Telasco  Castellanos. 

La  Biblioteca  Nacional.— Z,fira«. 

D.  Severo  G.  del  Castillo. 

Sres.  G.  Mendesky  é  Hijo». 

D.  E.  Rossay. 

D.Jenaro  Garda. 

Excmo.  8r.  General  D.  Fernando  González. 

D.  Antonio  Lehmann. 

La  Biblioteca  Nacional.— il/i^w/rcú^. 

Subsecretaría  d«  Justicia  é  Instrucción  pública.— ^/jrtr^. 

D.  M.  V.  Ballivian. 

La  Biblioteca  del  Senado. 

D.  Nicolás  Palacios. 


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iifuel  Luk  Anupiállui. 

ibliou»  HKÍoiul.-&>lfn/«  <''  C''"' 

imón  A.  Lanl. 


jnccinn  de  F.iudinica  de  Mélica. 

•éUinuEldcGiriniciidi, 

Nrii»  Kacinnil  de  Eit>di<tiu  de  Bolivii. 


R.pdev¡llc. 
aninui  Nijhnfr. 


Cvl.  W.  Hierwnunr. 

rturoBeyer. 

.  Sr,  Obiipo  Dr.  Francisco  PlBüCírií 

.hlioieca  [Jae¡M>!.-rríHríf»/A>.